[Coliseo del Olimpo] Copa Phil - Final

[Soul Artist]

Spoiler: Mostrar

Qué tacaño es Ragun. Iba a dar la opción de pagar la ofrenda con platines reales para que le curasen, pero ha dejado claro que no va a soltar una mísera moneda por él xD

Lyn se cruzó de brazos, observando fijamente al aprendiz mientras este clavaba su mirada en la estatua del villano. Resopló, incapaz de tomárselo en serio.

—Ya, una promesa. Al menos no eres tan egoísta como para hacerlo por tu cara bonita.

La mujer dio unos pasos hacia otro de los pasillos, queriendo apartar la vista del oscuro guerrero que les dirigía la mirada con rabia. Se detuvo ante otra estatua y se quedó quieta frente a ella, apreciando su arte; aunque el aprendiz debió sospechar que más bien planteaba su castigo mientras le daba la espalda.

—Ya está —anunció la bestia, girándose hacia el niño—. Ya sé lo que vas a hacer. Cuando dé comienzo el combate de la Final, vas a mirar al público, cancelarás el combate y gritarás en alto: "estoy aquí porque hice trampas. Y volvería a hacerlo".

Lo que le estaba proponiendo... Era una locura. Fyk podía aceptar aquel severo castigo o no, pero fuese como fuese, decir aquello delante de tanta gente sería una sentencia del fin de toda su reputación... Y de la de Ragun. No solo en el Coliseo del Olimpo, sino probablemente en Tierra de Partida también, ya que las noticias corrían rápido.

—¿Y bien? —preguntó Lyn, cruzándose de brazos—. ¿Alguna objeción?

* * *
—¡Claro, tío! ¡Te acompaño! —se animó Zack al oír por parte de Ragun que debía volver ya al Coliseo—. Hay que atravesar parte de Tebas y subir la gran escalera de la colina, no tiene pérdida. ¡Venga, y de camino te invito a un Herculade!

Los dos abandonaron el templo, dejando atrás al hombre del tobillo roto. Fuera, Tebas estaba realmente a rebosar; Ragun no pudo evitar preguntarse cómo estaría aquello en un día sin juegos, aunque ya lo hubiese visto con anterioridad.

—¡Bueno, y dime! —se animó Zack tras un rato caminando en el cual compró dos refrescos para ambos, ya subiendo las escaleras hacia el coliseo—¿Cuál es tu dios y tu héroe favorito? Bueno, en mi caso está claro que opino que Lyn es la mejor... Y sobre dioses, ¡hay que ver cómo Zeus patea culos a veces!

Mientras Zack formulaba su pregunta, una joven bajó las escaleras junto a los otros dos chicos. Se trataba de alguien joven, de más o menos la misma edad de Ragun; una chica rubia cuyo pelo no llegaba a los hombros y se levantaba hacia los lados, con un toque rojo en las puntas. Sus grandes y azules ojos hacían juego con la alargadísima bufanda que ondeaba al viento, mostrando lo poco que la cuidaba hacia el final de esta, con agujeros y roturas por todas partes. Una de las cosas que más llamaban la atención en ella era las planta que rodeaba su cuerpo, empezando por su piena derecha, pasando cerca de su ombligo y terminando en el brazo.

Spoiler: Mostrar

—Perdonad, chicos... —les interrumpió, deteniéndose—. ¿Volvéis del hospital? O sea, soy súper fan de uno de los participantes de los juegos y me encantaría ir a, ya sabéis... —la joven hizo un gesto con su mano izquierda y mágicamente apareció un ramo de media docena de rosas rojas—... Hacerle una visita con cariño.

La verdad es que los dos chicos debían estar atontados con la fémina, pues algo en sus movimientos, su forma de hablar, su actitud o incluso su olor les había enamorado desde un principio. Incluso Ragun habría caído ante ella, aunque no podría explicarse por qué.

[Sombra]

—¡Claro, tío! ¡Te acompaño! —exclamó deseoso de venir a ver el combate final—. Hay que atravesar parte de Tebas y subir la gran escalera de la colina, no tiene pérdida. ¡Venga, y de camino te invito a un Herculade!

—Ah, muchisimas gracias —agradecí la amabilidad del muchacho.

Salimos del hospital quedando en una amplia calle llena de gente. La mayoría de edificios tenían un hermoso color blanco con cientos de adornos y gruesas columnas.

La gente, como ya había visto con anterioridad llevaban atuendos similares y según el tipo de vestimenta que llevasen parecía que se lograba identificar la clase social e incluso el trabajo que tenían.

Por el camino pasamos por una tienda donde el joven compró un par de refrescos que había nombrando antes, ¿herculade? Tras atravesar parte de la ciudad ambos empezamos a subir las escaleras que llevaban al Coliseo.

—¡Bueno, y dime! —me sorprendió Zack al decir eso de una manera tan súbita—¿Cuál es tu dios y tu héroe favorito? Bueno, en mi caso está claro que opino que Lyn es la mejor... Y sobre dioses, ¡hay que ver cómo Zeus patea culos a veces!

—¿Mi Dios favorito? B-bueno... Creo que todos son geniales en algunos aspectos —contesté. Solo conocía dos nombres de dioses, no podía arriesgarme a que empezase a preguntarme lo que más me gustaba de ellos si ni siquiera sabía que hacían realmente—. Y mi héroe favorito, supongo que también es Lyn.

—Perdonad, chicos... —escuché una voz haciendo que me voltease hacia ella—. ¿Volvéis del hospital? O sea, soy súper fan de uno de los participantes de los juegos y me encantaría ir a, ya sabéis... —la desconocida hizo algo con su mano haciendo que un ramo de flores apareciese en su mano—... Hacerle una visita con cariño.

Aquella chica era simplemente hermosa, tanto que incluso me llegaba a encandilar de algún modo. Mi corazón latía como loco, me sentía muy nervioso. ¿Qué me pasaba?

Su cabello no muy largo era rubio y en cierto modo peculiar pues se levantaba por ambos lados de sus hombros. Sus puntas eran rojizas y sus ojos de un cristalino azul realmente bonitos, tanto que notaba como si pudiese ahogarme en ellos. Su vestimenta parecía absolutamente normal para ser de aquel mundo, una especie de ropa blanca de tela bastante holgada que acababa antes de llegar a su ombligo y unos pantalones cortos blancos. Alrededor de su pierna derecha una planta trepadora subía metiéndose por el interior de su pantalón y seguía subiendo hasta su pecho pasando por el interior de su atuento y enrollandose finalmente por su brazo hasta donde llegar a su mano derecha, donde tenía el ramo de flores. Finalmente, una capa del color de sus ojos ondeaba al viento. Me di cuenta de que la parte en la que acababa estaba deshilada y bastante destrozada, cosa bastante llamativa en aquella chica de aspecto cuidado.

No podía apartar la mirada de ella, y suponía que Zack tampoco pues su belleza era insuperable, jamás había visto a un ser tan hermoso. Si existía un dios de los muertos, ella sería sin duda la diosa de la belleza.

Se supone que estaba buscando a alguien. ¿Sería Cloud ¿Alexis tal vez? ¿El hombre del tobillo roto? ¿Zack? ¿Yo? Había muchas posibilidades aunque dudaba que fueramos alguno de nosotros dos puesto que si fuera nuestra fan nos habría reconocido a la primera.

—¿Volver al hospital? —dije sin entender su pregunta—. ¿Por qué querrías que te acompañasemos? —pedí que respondiera tratando de quitar de mi mente todo pensamiento sobre su radiante aspecto y su mágico olor a flores.

Spoiler: Mostrar

Sentencio que Ragun acaba de enamorarse de Ámbar o como se llame en el rol xDDD

[Final Fan]

—Ya, una promesa. Al menos no eres tan egoísta como para hacerlo por tu cara bonita.

Aparté la vista. Estaba claro que nada en el mundo me libraría ahora de mi falsa culpa. Pero, ¿y entonces? ¿Qué castigo me iba a poner Lyn? No tardaría en averiguarlo.

—Ya está. Ya sé lo que vas a hacer. Cuando dé comienzo el combate de la Final, vas a mirar al público, cancelarás el combate y gritarás en alto: "estoy aquí porque hice trampas. Y volvería a hacerlo".

Me recorrió un escalofrío. Claro, aquel castigo era el más adecuado, e incluso a mí me parecía apropiado... pero algo no me gustaba. Me daba igual la penitencia que tuviese que hacer yo, pero no quería involucrar a Ragun. Sabía que él era el único que podría entender mi situación, ya que le había contado todo lo de Alexis... pero aún así no era justo para él.

—¿Y bien?. ¿Alguna objeción? —me preguntó, a mi parecer retóricamente.

—Maestra Lyn, por favor... —empecé, con un hilo de voz—. No me importa lo que me pase a mí, pero no quiero que Ragun quede mal por ello. ¿No hay otra forma? ¿No... puedo...?

Mis ojos se movían rápidamente de un lado a otro mientras pensaba frenéticamente en qué podría hacer para que Ragun saliese impune. Pero en el fondo sabía que aquello no iba a achantar a Lyn. Cuanto más sufriese yo con el castigo, mejor... y seguro que tras aquella petición tendría más razones todavía para no cambiar el castigo.

[Soul Artist]

Lyn no pudo evitar dibujar una mueca de desagrado al ver la reacción del chico, concretamente en la forma en la que se movían sus ojos. Desvió la mirada, ligeramente disgustada, y la dirigió hacia una estatua cualquiera del museo.

—Aunque tu compañero no haya hecho trampas, no puedo permitir que ganes un título completamente inmerecido. El pueblo merece saber la verdad. Y además, debes aprender que...

Un corto pitido interrumpió a la mujer, la cual calló y observó su armadura, de donde provenía el solido. Metió su mano en los bolsillos de esta, camuflados entre el metal, y sacó un pequeño aparato de plástico con una ligera pantalla digital, lo suficiente para poder leer un mensaje corto.

—Perdona, es el busca. Me están... ¿Qué? —la Maestra se sorprendió al leer las palabras que había recibido en aparto—. ¿Quién iba a...? Pero... La seguridad... No hay nadie menos Yu y los otros, y... ¡¡Akio!!

Los bestiales rasgos de la joven volvieron a hacer acto de presencia, mostrando su enfado con el Maestro del que quizás Fyk había oído hablar o incluso había visto.

—¡¡Esta vez me lo cargo!! —aseguró Lyn, dirigiéndose a la salida—. ¡¡Le va a caer una buena!! ¡¡Debí sospecharlo, debí...!!

La Maestra desapareció a la salida del museo, bloqueando toda posibilidad del niño extraterrestre de escapar de su castigo. O quizás no; podía no decir nada durante los juegos, aprovechando que la híbrida estaría ocupada con Akio, aunque le esperaría algo peor al regresar a Tierra de Partida. Dependía, definitivamente, de él.

Tenía tiempo para pensarlo. A continuación debía dirigirse al Coliseo directamente o pasarse por el Templo de Asclepio a por Ragun. El tiempo andaba justo, pero si corría...

* * *
La mujer dedicó una amplia sonrisa inocente a Ragun, llenándole de más alegría en su interior. Tomó su mano con algo de descaro, aunque de forma muy agradable, y a su vez también se la cogió a Zack.

—¡Porque me encantáis, chicos! —aseguró la joven con un saltito—. Sois bravos guerreros, fuertes y orgullosos, únicos... ¡No hay nadie como vosotros luchando! Sudando, jadeando, con unos pectorales tan... —pasó la mano por el pecho de Zack, apasionada—... Ondulantes.

Zack tragó saliva, sorprendido de que la mujer hiciese aquellas proposiciones que le dejaban sorprendido. Estaba claro que también sentía el mismo enamoramiento de Ragun por la atractiva joven

—Bueno, em... Ragun, mi compañero, tiene cosas que hacer, y, em... Yo estoy libre...

—Oooh, ¿no sería más divertido los tres? —la mujer se decepcionó y se acercó a Ragun, tomándole del brazo—. Si tienes cosas que hacer lo entiendo... Pero sería una pena...

Era cierto que el joven tenía cosas que hacer. Todavía guardaba algo de razón como para darse cuenta de su responsabilidad con Fyk; pero podía ir con ella, por otra parte... Debía elegir su camino.

[Final Fan]

—Aunque tu compañero no haya hecho trampas, no puedo permitir que ganes un título completamente inmerecido. El pueblo merece saber la verdad. Y además, debes aprender que...

—¡Pero que el título no...! —empecé, pero me interrumpió un pitido que parecía provenir de la armadura de Lyn.

Se hurgó en ciertos bolsillos ocultos y sacó un pequeño aparato con una pequeña pantallita. Leyó lo que en ella ponía con detenimiento.

—Perdona, es el busca. Me están... ¿Qué?

Me extrañó que se disculpase por aquello después de todo lo que me había dicho. Cada vez me daba más cuenta de, hiciese lo que hiciese, no iba a acabar bien.

—¿Quién iba a...? Pero... La seguridad... No hay nadie menos Yu y los otros, y... ¡¡Akio!!

Me sorprendió la facilidad con la que volvieron a aparecer en ella sus rasgos caninos. Lyn no era alguien a quien fuese recomendable enfadar, como ya había descubierto yo mismo.

—¡¡Esta vez me lo cargo!! —vociferó la Maestra, olvidándose de mí—. ¡¡Le va a caer una buena!! ¡¡Debí sospecharlo, debí...!!

Lyn se marchó dejándome con la palabra en la boca, y yo me quedé mirando la estatua de Gárland. ¿Habría sido él malo de verdad? ¿O habría sido víctima de un enorme malentendido como lo estaba siendo yo? Ya no me quedaban lágrimas que derramar, pero seguía estando muy triste. Frustrado, más bien, como lo había estado desde que había recibido la carta de la Maestra.

Intenté pensar en todas mis posibilidades para tomar una decisión mientras salía del museo y me dirigía corriendo hacia el Templo de Asclepio, donde se suponía que estaba Ragun. Él era el único con el que podía hablar.

[Sombra]

¿Qué era ese sentimiento? Aquello no era normal, sin embargo no me importaba. Su sonrisa era embriagadora. Quería que me sonriera más, solo a mí.

—¡Porque me encantáis, chicos! —respondió—. Sois bravos guerreros, fuertes y orgullosos, únicos... ¡No hay nadie como vosotros luchando! Sudando, jadeando, con unos pectorales tan... —la chica pasó la mano por el cuerpo de Zack, que sorprendido puso su cuerpo rígido al momento—... Ondulantes.


—Bueno, em... Ragun, mi compañero, tiene cosas que hacer, y, em... Yo estoy libre... —aseguró nervioso. ¿Será traidor? La quería solo para él.

—Oooh, ¿no sería más divertido los tres? —se acercó a mí y me tomó del brazo—. Si tienes cosas que hacer lo entiendo... Pero sería una pena...

—B-bueno... Todavía queda un buen rato para que empiece el torneo. Por un rato no pasará nada, ¿no? —miré a Zack algo nervioso. Sabía que algo andaba mal, pero era como si todo mi ser hubiese sido controlado y atado de pies y manos a aquella chica, quería estar con ella, que me tocase más...

Me giré hacia la chica.

—Hacia el templo, ¿cierto?

[Soul Artist]

¿Por dónde había ido Fyk al Templo? Ah, sí. Había que atajar por un callejón vagabungos, gente sin techo a la que la Maestra había dado algunos platines. De haber querido ir al Coliseo, habría sido más directo; desde el Museo de los Héroes se podía acceder a la colina con un par de manzanas, desde luego.

Sin embargo, el niño no llegó a cruzar el callejón. Al disponerse a hacerlo (con Lyn ya fuera de escena, hubiese adonde hubiese ido ya no estaba allí) pudo ver dos figuras en él conversando. Una de ellas, apoyada en la pared, había estado con él en la sala de espera de la Copa. ¿Quizás fuese alguien eliminado?

La otra figura fue mucho más reconocible por su llameante pelo. Hades, Dios de los Muertos, se encontraba de pie frente a él, con sus piernas hechas de humo.

—¿Y dices que con esta armadura...? —preguntó el desconocido, observando una bolsa que tenía a su lado.

—¡Estarás más sano que un yógurt! —concluyó la frase el Señor del Inframundo, tan elocuente como siempre—. Tiene poderes mágicos y bla, bla, bla. Sabes, no me parece nada justo que combatas así, malherido... No es que me muera por verte perder, ¿eh?

—¿Y qué ganas tú con esto? —la voz del desconocido tenía un tono desconfiado, como si no hubiese que creer en aquel dios.

—¿Acaso crees que querría algo más, aparte de un combate justo? Y bueno... Quizás se den un par de efectos secundarios sin importancia. Dolores de cabeza, diarrea, manipulación de cuerpos...

—Me niego.

—Pequeño, pequeño, pequeño —el cuerpo gaseoso de Hades se sentó en el suelo junto a él, rodeándole con el brazo—. Tienes que ganar, ¿no? ¿No era eso lo más importante? Y mira ese pie, pareces Aquiles. ¡Vamos! No perderás nada por perder tu cuerpo unos minutos, pongámoslo en sesenta, ¿vale? Una hora desde el comienzo del combate, ¿qué me dices?

La mano del ser divino se extendió hacia el hombre, el cual se quedó observándola unos segundos. En cualquier momento la tomaría. ¿Pero estaba bien que Fyk estuviese espiando aquella escena? Por el momento no se habían percatado de su presencia.

* * *
—¡El Templo de Asclepio!

Los tres jóvenes habían llegado finalmente a su destino. La mujer, todavía sin nombre, se soltó de los brazos de ambos guerreros y dedicó una sonrisa a los dos. Durante el camino no había dejado de hablar de temas que solo a ella le interesaban, como el aspecto de los guerreros bravos, la moda de sandalias o la temporada de sombreros lilas en Esparta.

—¡Gracias por acompañarme! Deberíamos quedar otro día, por la noche quedar sería más... Emocionante.

—¿No quieres que te acompañemos un ratito más? —preguntó Zack, apenado de que la mujer se fuese. Esta subió un par de escalones de acceso al Templo y se giró a él, dedicándole un beso que lanzó en el aire con cariño.

—¡No, guapetón! Esta es una charla privada. ¡Cuidaos!

La joven entró en el edificio sin más dilación, dejando a ambos muchachos atrás.

Una vez perdida de vista, a ambos se les pasó el efecto de enamoramiento que habían sentido en su presencia. Ragun recuperó su plena capacidad mental y pudo reflexionar nuevamente sobre qué había sucedido. ¿Por qué se había comportado así?

—¡Oh, tío! —saltó su compañero, señalando al reloj de sol que había en la plaza a un par de pasos—¡El combate es en quince minutos! ¡Tío, no llegamos! ¡Hay que correr ya!

Zack tenía razón. Si no iba de inmediato al Coliseo, llegaría tarde al combate. ¿Podría dejar a Fyk allí solo? Era demasiado arriesgado. Pero por otra parte, la chica... ¿Para qué había ido al Templo? ¿Por qué no quería ir sola? ¿Qué había sido aquella extraña sensación que sentía con ella? Podía ir a espiarla... O no.

[Final Fan]

Me costó un poco recordar el camino hacia el Templo de Asclepio, pero caminando por las callejuelas llegué a creer que ya estaba llegando... hasta que me encontré con cierta escenita.

—¿Y dices que con esta armadura...? —oí una voz desconocida tras una esquina.

Pude frenar a tiempo para no quedar a la vista de quien fuese que estuviese hablando. No asomé la cabeza en ningún momento, y mucho menos cuando oí una segunda voz, más conocida.

—¡Estarás más sano que un yógurt! —dijo Hades, rimbombantemente—. Tiene poderes mágicos y bla, bla, bla. Sabes, no me parece nada justo que combatas así, malherido... No es que me muera por verte perder, ¿eh?

—¿Y qué ganas tú con esto?

—¿Acaso crees que querría algo más, aparte de un combate justo? Y bueno... Quizás se den un par de efectos secundarios sin importancia. Dolores de cabeza, diarrea, manipulación de cuerpos... —replicó Hades, de forma poco convincente.

—Me niego.

"Yo también me habría negado", pensé. ¿Adquirir poderes mágicos con una armadura a cambio de perder el control del propio cuerpo? ¿Quién querría eso?

—Pequeño, pequeño, pequeño. Tienes que ganar, ¿no? ¿No era eso lo más importante? Y mira ese pie, pareces Aquiles.

Hizo una pequeña pausa, supuse que para hacer hincapié en lo que estaba diciendo. ¿Tendría el chico desconocido alguna herida importante?

—¡Vamos! No perderás nada por perder tu cuerpo unos minutos, pongámoslo en sesenta, ¿vale? Una hora desde el comienzo del combate, ¿qué me dices?

¿Aceptaría aquel chico el trato? Por cómo hablaba no parecía una mala persona... ¿sería engañado por Hades como parecía ser que lo había sido yo? Si podía evitarlo, no iba a permitir que la vida de más personas se enredase por culpa de aquel dios, así que pensé en qué hacer...

Comencé a trotar en el sitio muy levemente para hacer poco ruido. Luego un poco más fuerte, y luego un poco más... para crear la ilusión de que me estaba acercando cada vez más a la esquina en la que me estaba ocultando, cuando en realidad estaba quieto en el mismo sitio. Cuando hube alcanzado el nivel de ruido normal para la distancia a la que estaba, pegué una zancada fuera de mi escondite, como si hubiese llegado corriendo. Fingí una convincente cara de sorpresa cuando vi a Hades hablando con aquel desconocido.

—¡Uf, menos mal, Hades! —exclamé jadeando un poco, mostrando una cara de alivio— ¡Me alegra encontrarme con alguien conocido! Me... me he perdido, jo. Quería llegar al Templo de Asclepio y...

Luego miré hacia el interlocutor del dios y mostré una cara de vergüenza, como si no hubiese reparado en él.

—Oh, p-perdón. N-no sabía que estabas ocupado...

[Sombra]

Tanto Zack como yo seguimos la misma ruta hacia el templo hospital. La chica, que estaba ligeramente más adelantada a nosotros atraía la mirada de la mayor parte de varones de la calle, algunos incluso parecían mirarnos con rabia a nosotros dos, sus acompañantes.

—¡El Templo de Asclepio! —exclamó de pronto. Ni me había dado cuenta en lo veloz que habíamos llegado, algo que me extrañó. ¿Acaso había estado tan ensimismado que no me había parado a pensar con la cabeza? Pero era aquel sentimiento, una sensación dulce y agradable, algo que quería experimentar más de cerca.

En todo el camino la joven había estado hablando, aunque yo me acabara quedando en silencio al ver que no entendía la mayoría de temas de los que hablaba.

—¡Gracias por acompañarme! Deberíamos quedar otro día, por la noche quedar sería más... Emocionante —agradeció poniendo un tono pícaro en su última palabra.

—¿No quieres que te acompañemos un ratito más? —preguntó Zack, casi desesperado por permanecer aunque fuesen unos pocos instantes más con ella. Empezó a subir los escalones y le envió un beso desde la distancia.

—¡No, guapetón! Esta es una charla privada. ¡Cuidaos!

Y se fue. De pronto, aquel sentimiento había desaparecido como si nunca hubiese estado allí, como si algo importante hubiera sido robado dentro de mi ser.

¿Quién era esa chica? ¿Por qué sentí eso? Quise ir a dentro y espiarla, pero no pude entrar pues mi compañero señalaba a un reloj de sol que estaba no muy lejos, en la plaza. Su mirada dejaba entrever sus nervios.

—¡Oh, tío! ¡El combate es en quince minutos! ¡Tío, no llegamos! ¡Hay que correr ya!

Exaltado por aquello, miré el reloj de sol, efectivamente quedaba muy poco tiempo. Seguramente Fyk se estaría preguntando donde me había metido.

Sin más dilación empecé a correr hacia el coliseo.

[Soul Artist]

Hades dedicó una mueca en cuanto vio a Fyk entrar en escena, con todos sus posibles planes echados por tierra con una entrada como aquella. El guerrero que le acompañaba se quedó mirándolo, ligeramente sorprendido.

—Sí, muy ocupado, déjanos a solas, pequeño.

—Es solo un niño... —susurró el joven. Hades le dedicó una mirada de reojo.

—Bueno, eso no debería influirte, ha ganado a otros tantos, ¿no? No puedes permitirte perder.

—¿Cómo voy a perder ante un niño? —preguntó el guerrero, apoyándose en la pared y levantándose con algo de esfuerzo—. Incluso con el tobillo mal... No necesito la armadura.

El confiado joven comenzó a caminar hacia Fyk, esperando salir de allí y dirigirse al Coliseo. Sin embargo, Hades se apresuró a colocarse delante de él con sus llamas ardiendo con más fuerza y un color rojo intenso.

—¡Espera, pequeño gili! Gili... —el dios se calmó y volvió a su color azul, echando unas risitas nerviosas y apoyándose en el hombro del joven—. Dime, ¿crees que puedes ganarle? No solo es un crío más fuerte de lo que parece, y con un compañero mientras que estás tú solo... Sino que... Y oh, Blue Kid, espero que me perdones por esto, pero no podía seguir guardándomelo...

Un papiro surgió en la mano del Señor de los Muertos con una ráfaga de humo, sorprendiendo a los dos presentes. Pero sobre todo a Fyk, el cual no tardaría en reconocer lo que tenía allí. Una carta rasgada con fuerza de la rabia, alguna lágrima, escrita con una caligrafía gruesa... Una carta que debería estar en manos de Ragun.

"Quemad esta carta después de leerla", había ordenado Lyn. Pero a su compañero se le debió pasar por completo. ¿Cuándo la habría perdido? ¿Quizás mientras estaba inconsciente? ¿Tal vez con alguna chica guapa que se le acercara mucho? ¿O quizá incluso mucho, mucho antes, cuando alguien "chocase" contra él llamándole la atención mientras Fyk no estaba presente?

Fuese como fuese, allí estaba. En poder del dios.

—Esta carta —explicó Hades— fue escrita por la Maestra del inocente niñito que crees que puedes derrotar. Percibió que hizo trampas durante los juegos y, vaya, es una prueba directa.

El dios extendió el papiro hacia el guerrero, el cual lo tomó sin decir nada y algo atónito. Tras terminar de leerla dirigió una mirada hacia Fyk, sosprendido y con los ojos llenos de rabia y algo de odio hacia él.

—¿Es cierto?

Quizá el pequeño extraterrestre intentase decir algo, pero el hombre se lanzó sobre él y lo alzó cogiéndole por la ropa y empujándole contra la pared. Fyk no podía notar el suelo bajo sus pies, y a su compañero parecía no importarle estar agrediendo a un niño.

—¿¡Cómo te atreves a manchar el honor del Coliseo!? —le preguntó lleno de rabia—. ¡Muchos héroes más grandes que tú y yo pasaron antes que nosotros! ¡Es un honor participar! ¡Y tú lo has manchado con tus...! ¡Trampas!

—No puedes dejar que gane, ¿eh? —Hades colocó su mano sobre el chico, acercando sus labios a su oído derecho para susurrarle:—. Debes tomar la armadura. Con ella, sus trampas no te afectarán.

El guerrero soltó a Fyk, dejando que se cayera al suelo finalmente. Dio dos pasos atrás y miró al dios a los ojos, algo cabizbajo.

—Tú ganas, Hades. Una hora.

El hombre extendió su mano hacia su llameante compañero. Este se apresuró a apretarla con una sonrisa malévola, sin darle tiempo al chico de cambiar de opinión. Una intensa luz surgió entre ambos y de la bolsa que había tirada en el suelo comenzaron a volar piezas de metal que rodearon a ambos.

—¡Eso es, eso es! —Hades echó unas risas como un maniático mientras se separaba el joven, manejando las piezas en el aire como una orquesta—. ¡Vuelve a la vida! ¡Vuelve de entre los muertos, Gá...!

Una de las piezas metálicas golpeó con fuerza de forma inesperada a Fyk, haciéndole perder el conocimiento.

* * *
Cuando volvió a despertar el emplazamiento había cambiado. Volvía a estar en la sala de espera del Coliseo, con Ragun y Zack encima de él. Nada más llegar allí se habían encontrado al chico tirado en el suelo, sin conocimiento. No había ni rastro de Phil, que estaría con los preparativos para el combate; solo había un hombre al que no podrían reconocer, vestido con una gigantesca armadura metálica, un casco con cuernos y una capa azul que le caía por la espalda. Se encontraba de brazos cruzados y de espaldas a ellos, sin prestarles la mínima atención, con los brazos cruzados.

Spoiler: Mostrar

Poco faltaba para el combate.

Spoiler: Mostrar

Post reenviado tras un cagadón por mi parte. Sobra decir que si Ragun rebusca en sus bolsillos no encontrará la carta, ¿no? Ni siquiera la guardó en estos, se la quitó Cloud con el empujón #ExcusaRandomTrasMiCagadaPeroQueCuelaPorqueChocóConRagunJustoDespuésDeQueEsteLeDieseLaCarta

A modo de disculpa añadiré un nuevo elemento a vuestro favor durante el combate, el cual ya veréis.

[Sombra]

Zack y yo atravesamos el coliseo hasta llegar a la sala de espera. Lo primero que vi fue a un gigantesco hombre que medía al menos dos metros y llevaba puesta una imponente armadura que parecía imposible atravesar, una capa azul caía por uno de los lados y llevaba una espada de aspecto extraño que era incluso más grande que la de Cloud.

Reparé entonces en el suelo, Fyk yacía allí tirado sin conocimiento.

—¡Fyk! —exclamé agarrando a mi compañero con delicadeza, Zack también se acercó. Miré al desconocido de la armadura que nos daba la espalda—. ¿Has sido tú?

Esperé la respuesta de aquel hombre o mujer, o lo que fuera. ¿Quién era? No había estado en ninguno de los combates que yo recordase. Aquella armadura era muy extraña...

Spoiler: Mostrar

Que conste que no controlo a Zack, solo describo lo que ocurrió para que tanto Zack como Ragun estuviesen encima de Fyk para cuando despertase.

[Final Fan]

Todo pareció pasar muy rápido y me costaba Ni siquiera tuve tiempo para articular ninguna palabra. Cuando ya parecía que aquel guerrero iba a rechazar la oferta de Hades, éste le enseño aquella carta... la carta de Lyn. ¿Cómo podía tenerla? Aquel mensaje fue el detonante de la ira del hombre que hablaba con el dios, muy parecida a la que había sufrido la Maestra hacía unos minutos... Mi memoria de esos momentos es bastante borrosa: lo siguiente que recuerdo son las piezas de una armadura volando por todos lados, luego un bonito paisaje, con un límpido cielo azul y con el suelo lleno de flores, luego oscuridad... y por último las caras de Ragun y Zack.

—¡¡Ragun!! —exclamé, lanzándome hacia él.

Me abracé fuertemente a su pantalón... más que nada por el mareo que me dio al levantarme tan rápidamente después de estar desmayado. Hundí mi cara en la tela de su pierna, intentando reorganizar las ideas. Decidí mirar a mi alrededor y me di cuenta de que volvíamos a estar en el coliseo.

—Ra-Ragun, y-yo... no, no he hecho... —comencé a decir.

Tenía demasiadas cosas en la cabeza y no sabía por dónde empezar para explicarle a mi compañero todo lo que me había pasado en su ausencia.

—¿Has sido tú? —dijo Ragun.

Se estaba dirigiendo al otro guerrero que había en la sala, en el cual no había reparado. Vestía una aterradora armadura metálica, bajo la cual pude deducir que se encontraba una mole de músculo. Aquellas piezas...

—Ragun, tenemos que hablar a solas. Por favor... —le supliqué, tirando de él.

[Sombra]

Spoiler: Mostrar

Narra nos ha concedido uno o dos post a cada uno en el que él no intervendrá.

Fyk había despertado y estaba en aquel momento aferrado a mi pierna, parecía bastante alarmado por algún motivo, parecía que algo muy impactante le había acontecido en la última hora.

—¿Qué ocurre? —le pregunté acariciándole la cabeza con bastante delicadeza para tratar tranquilizarle.

—Ragun, tenemos que hablar a solas. Por favor... —pidió Fyk tirando de mí hacia fuera de la sala de espera. Lancé una mirada al desconocido y después a Zack.

—Zack, espera aquí, volvemos ahora —informé brevemente saliendo, todavía siendo guiado por Fyk hacia fuera.

Salimos al pasillo, que en aquel momento estaba desierto, quería escuchar que era aquello que tenía a Fyk tan preocupado. ¿Tal vez tuviese algo que ver con el motivo por el que estaba allí tirado?

[Final Fan]

Ya en el pasillo, me dispuse a contarle a Ragun todo lo que me había pasado... pero al intentar articular las palabras se me trabó la lengua. ¿Por dónde empezaría? ¿Y qué podía contarle? Él sabía que Alexis nos había ayudado en la segunda ronda, pero... no podía hablarle de su relación con Tierra de Partida. Tenía que escoger con cuidado qué información darle y cuál no.

—Ya sabes que Lyn se piensa que he hecho trampas, ¿no? —le recordé—. Pues me la he encontrado y...

Recordé cómo había descargado su enfado y tuve que apartar la vista un momento. No hacía falta contarle aquello.

—Quiere que me plante en medio de la arena y diga que he hecho trampas y que me retire. Yo... yo no sabía que este torneo era tan importante para todo el mundo, y parece ser que si hago eso me ganaré... bueno, el odio de toda Tebas.

Volví a mirar a Ragun, con una expresión indecisa dibujada en mi cara.

—No puedo decir que fue Alexis, Ragun. Ella... bueno, le hice una promesa. Si fuese sólo por mí no me importaría, pero... no puedo fallarle a ella. Ni a ti. Si se creen que yo he hecho trampas te marcarán a ti también.

[Sombra]

Nada más llegar al desierto pasillo, Fyk se paró y me miró con expresión seria, tras unos instantes en un incomodo silencio se dispuso a hablar.

—Ya sabes que Lyn se piensa que he hecho trampas, ¿no? —empezó, afirmé con la cabeza mientras pensaba en la carta—. Pues me la he encontrado y...

El joven dejó de hablar unos momentos como si hubiese recordado algo desagradable.

—Quiere que me plante en medio de la arena y diga que he hecho trampas y que me retire. Yo... yo no sabía que este torneo era tan importante para todo el mundo, y parece ser que si hago eso me ganaré... bueno, el odio de toda Tebas.

Me miró con un rostro que me fue imposible deducir lo que quería decirme. No, no parecía muy buena idea que dijese que él había hecho trampas.

—No puedo decir que fue Alexis, Ragun. Ella... bueno, le hice una promesa. Si fuese sólo por mí no me importaría, pero... no puedo fallarle a ella. Ni a ti. Si se creen que yo he hecho trampas te marcarán a ti también.

—Fyk, sinceramente. A mí no me importa lo que piensen de mí, si me odian que lo hagan y si de verdad hubieses hecho trampas, no me enfadaría por que tuvieses que decir eso delante de todo el mundo. Pero, no quiero que seas un martir que lleves encima los pecados cometidos por otras personas. No tienes que admitir que has hecho unas trampas que no tienen que ver contigo nada —opiné—. Haz lo que creas que es correcto, Fyk.

Me giré dispuesto a entrar de nuevo en la sala de espera.

—¿Vamos? Nos queda el último combate. Volvamos a casa con una copa bien grande.