[Coliseo del Olimpo] Copa Phil - Final

por **Sombra** » Mié May 30, 2012 9:36 pm

Una de las columnas cayó al suelo estrepitosamente haciendo un gran ruido que sonaba como a cientos de rocas cayendo. No pude ver que había pasado pues mi enemigo acababa de bloquear con su mano el Hielo como si nada.

—¡El poder del Titán de Hielo me defiende! —exclamó aquella persona con un tono ciertamente amenazador que hizo que mi cuerpo se estremeciera.

Corrió hacia mí convirtiendo su espada en un hacha, su velocidad dejaba mucho que desear por lo que retrocedí unos pasos hasta la columna y esperé el momento justo para tirarme a la izquierda. El hacha impactó contra el pilar que se tambaleó y agrietó bastante.

Por fin pude ver a Fyk en ese momento, se acercó corriendo y propinó un golpe a Gárland por la espalda, acto seguido se marchó corriendo para evitar que le cogiesen.

Yo por mi parte, me situé al otro lado de la columna mientras maquinaba un pequeño plan. La columna era bastante frágil, si la golpeaba desde cierto punto podría tirarla sobre él...

Salté en el aire y empleé Golpe Contundente en la parte más alta que pude para empujar la parte que estaba bien sobre nuestro enemigo.

Solo sería esperar unos segundos y la armadura quedaría aplastada entre escombros.

por **Soul Artist** » Mié May 30, 2012 10:23 pm

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—¡Pesados...!

El guerrero recibió el ataque de Fyk en la espalda, pero aquello no evitó que el niño se viese atrapado por la garra de su enemigo. Su brazo comenzó a cargarse nuevamente de corrientes de aire... Pero no solo aquello. Su armadura completa se estaba recubriendo de algo que sobresalía por debajo del aura oscura del enemigo, algo parecido a... ¿Rocas?

—¡Muere!

Gárland apretó con fuerza el cuello de Fyk, dispuesto a terminar con la existencia del muchacho de forma definitiva con su Machaque aéreo. Sin embargo, no tardó en verse ligeramente ensombrecido por algo; al girarse pudo ver cómo una de las columnas, atacada por Ragun, se abalanzaba sobre él.

Sorprendido, el enorme hombre soltó a Fyk y se llevó las manos por encima de los hombros, preparado para recibir la columna. Gracias a su fuerza y a su nuevo refuerzo, fue capaz de sostenerla sin que llegase a golpearle. Sin embargo, el peso le había dejado quieto, y parecía ser una ocasión perfecta para atacarle. Incluso tal vez provocar que la columna le terminase de caer...

¿Le atacarías o provocarían la caída completa de la columna? ¿Y cómo se las arreglarían?

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por **Final Fan** » Sab Jun 02, 2012 8:35 pm

No resultó como esperaba. Ni siquiera pude ejecutar más de un ataque, ya que Gárland logró atraparme con su mano tras el primero. Notaba cómo su garra apretaba mi cuello, pero algo era distinto... su cuerpo comenzó a vestirse de roca, además de la corriente de aire.

Sin embargo, algo me salvó. Una de las columnas de la arena cayó de repente sobre Gárland y éste tuvo que soltarme para sujetarla y que no se le viniese encima, gracias a Ragun. ¿Estaba nuestro enemigo indefenso? ¿Qué debíamos hacer? Podíamos atacarle a él o forzar la columna para que cayese del todo... ¿y por qué no las dos cosas?

Corrí hacia la base de la inclinada columna y corrí sobre ella. Cuando llegué al ápice de la columna, pegué un gran salto para coger impulso y pegarle una fuerte patada al pilar de piedra, justo por el sitio en el que Gárland lo estaba sosteniendo.

por **Sombra** » Dom Jun 03, 2012 10:51 pm

Fyk fue cogido por nuestro enemigo, pero por suerte la columna que acababa de hacer caer se precipitó sobre él haciendo que soltase a mi compañero. Por desgracia, la columna no le aplastó, pero Fyk acababa de levantarse para saltar hacia la columna y darle una patada para tirársela encima.

Tomando su ejemplo, corrí para coger impulso y salté también sobre la columna para ejercer más peso y que no pudiese aguantarla, con un poco de suerte sería aplastado. En cuanto la columna le cayese encima saltaría hacia atrás para evitar cualquier tipo de ataque que no esperase.

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por **Soul Artist** » Lun Jun 04, 2012 7:45 pm

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El peso de ambos aprendices fue suficiente para que su enemigo no pudiese aguantar la columna, cediendo a ella y permitiendo que se le abalanzase encima.

Durante unos segundos, pareció que de verdad estaba derrotado, dando la victoria final a los dos chicos. Pero nada más lejos de la realidad: de entre los escombros, levantando el polvo que tenía encima, salió un Gárland victorioso y todavía fuerte. Parecía más furioso y con una concentración mayor de energía recorriéndole el cuerpo, aunque muy, muy cansado.

—Este cuerpo es débil... —susurró el villano, clavando su enorme arma en el suelo y tomándose unos instantes para recuperarse—. ¿No es mi cuerpo...? No puedo perder, todavía no... Necesito a mi ejército.

Alzó su puño al aire y algo cambió en el ambiente. Las antorchas del coliseo ardieron con mucha más fuerza, iluminando con bestialidad el campo de batalla en el que ya solo quedaban ellos; el viento comenzó a soplar con fuerza, como si fuese a comenzar un huracán; pudieron notar que el suelo comenazaba a helarse, como si se acercase el invierno de golpe.

La garra del villano comenzaba a brillar. Cuatro tipos de energía de distintos colores comenzaban a almacenarse en ella, creando... Algo, algo parecido a un pequeño cristal. A cada segundo crecía más, y fuera lo que fuera no tenía buena pinta.

—¡Si este no es mi cuerpo, no podéis matarme! —advirtió Gárland, levantándose del suelo mientras almacenaba la energía en su mano—. No os atreveréis a matarme... ¡Incluso si invoco el Cristal Negro, vuestra perdición!

Las cosas no pintaban bien. Pero en cuanto diesen un paso la situación empeoraría: tres Sincorazón harían acto de presencia, surgidos de los portales oscuros que ellos mismos podían invocar, para bloquearles el paso. Dos monos azules y una campana verde.

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por **Final Fan** » Mié Jun 06, 2012 4:15 am

No había tiempo para ser precavidos. Gárland estaba utilizando un hechizo cuya sola presencia me provocaba escalofríos. Me pude fijar en que, para nuestra fortuna, parecía tener que concentrarse plenamente en él para poder llevarlo a cabo, así que podíamos encontrar un hueco. ¡Pero un pequeño número de sincorazón nos salió al paso! ¿Dos primates y...? ¿Qué era aquello? Era... era precioso. Una especie de campanita con el cuerpo verde. ¿Cómo podía ser nuestro enemigo algo tan bonito?

O quizás el sincorazón no me pareció tan bonito. No esperé ni un segundo después de que apareciese para lanzarme contra él, cogerlo por la extraña espiral de su sombrero con la mano que tenía libre y salir corriendo contra Gárland con él agarrado. Mientras corría, le daba vueltas al pequeño monstruito rápidamente como si fuese una honda, seguramente mareándolo, y cuando acorté distancias con Gárland salté directo hacia su cara... y le estampé la campanita en ella. Luego, la atravesé con un puño para propinarle otro buen golpe al hombre de la armadura.

—¡Cómete esto!

por **Sombra** » Mié Jun 06, 2012 3:23 pm

Nuestro enemigo acabó cediendo cayendo hacia atrás siendo aplastado por la columna, una enorme nube de polvo no dejaba ver lo que había sido de él, pero seguramente había acabado destrozado.

Miré a Fyk victorioso, sí. Habíamos ganado... O eso creíamos.

El misterioso contrincante se levantó de nuevo, algo me hizo sentir que estaba muy debilitado, pero que aún quería dar guerra. Susurró algo que no pude llegar escuchar y acto seguido clavó su extraña arma en el suelo.

— ¿No es mi cuerpo...? No puedo perder, todavía no... Necesito a mi ejército —levantó su puño con fuerza haciendo que su desbordante poder mágico empezase a adquirir forma de forma que afectaba el ambiente. Las temperaturas empezaron a bajar notablemente haciendo que el suelo empezase a helarse y las antorchas ardían con la intensidad de un millón de estrellas y un fortísimo viento parecía amenazar de que se iba a formar una potentísima tormenta, como aquellas que había visto ya cientos de veces en El Mundo Inexistente.

El puño que había mantenido en alto brillaba intensamente con cuatro colores diferentes que estaban a acumulandose en una especie de cristal de color negro que iba haciéndose más grande, como si fuese a explotar de un momento a otro.

—¡Si este no es mi cuerpo, no podéis matarme! —nos dijo poniéndose en pie—. No os atreveréis a matarme... ¡Incluso si invoco el Cristal Negro, vuestra perdición!

—¿¡Eso crees!? —grité, afectado por sus provocaciones. Fyk también parecía haber sido alterado pues se lanzó corriendo hacia él. Tres sincorazón aparecieron de unos portales oscuros intentando bloquearnos el paso, dos que parecían simios y una especie de campanilla de color verde. Cambié de ruta intentando pasar por el lado derecho del estadio golpeando a uno de los monos, no para eliminarlo, tan solo para apartarlo del camino, no le perdí de vista ni un momento por si acaso trataba de atacarme. Tenía que llegar a aquel ser antes de que fuese demasiado tarde.

Corrí a mi máxima velocidad y apunté con mi llave espada hacia su pecho decidido a ensartarle. Tenía que derrotarle fuese como fuese, si no lo hacía todo Tebas estaría perdida, para siempre.

Pero había algo que no entendía... "Este no es mi cuerpo, no podéis matarme", ¿qué diantres significaba aquello?

—¡Desaparece para siempre!

por **Soul Artist** » Mié Jun 06, 2012 7:05 pm

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Ambos aprendices no se retuvieron nada con la amenaza de Gárland acerca de que aquel no era su cuerpo. Fyk se abalanzó sobre el Sincorazón verde, agarrándolo y dispuesto a usarlo como arma contra Gárland.

—¡Cómete esto!

Pero el villano debió quedarse con hambre, pues no le alcanzó ningún ataque. El niño no contó con los primates, de los cuales uno de ellos se lanzó contra él haciéndole una zancadilla a ras del suelo y el otro saltó en su dirección, ambos dispuestos a salvar a su nuevo líder. Aunque uno de ellos, el que había brincado hacia el extraterrestre, fue golpeado por Ragun, el chico no pudo evitar que los dos enemigos te atrapasen y frenasen en su avance.

El compañero de Fyk no tuvo ningún obstáculo en su camino hacia Gárland. El Cristal Negro estaba ya casi completo, e hiciese lo que hiciese, estaba claro que no sería benigno para ninguno de los presentes. ¿Qué iba a hacer, sino salvar a todo un mundo de una de las mayores amenazas presentes?

—¡Desaparece para siempre!

La Llave Espada Oscura de Ragun brilló ligeramente... Antes de atravesar la armadura del enemigo y clavarse en el corazón de él.

—¿Por... qué...?

Aunque parecía ser la misma voz que antes, todo había cambiado. Ya no se notaba aquella dosis de maldad en su tono, el aura oscura había desaparecido y el enemigo de Ragun se movía de forma bastante diferente. De la herida que había abierto con su arma brotaba sangre, líquido rojo que manchaba el filo. El contrincante se llevó las manos al pecho y observó cómo se manchaba de forma irreversible, temblándole con violencia estas al notárselas húmenas.

—Gárland me poseyó... Yo no quería... —aseguró el hombre, dejándose caer sobre su atacante—. Solo quería ser un héroe... Detener las trampas... Ser como Hércules.

La vista del desconocido fue directa a los ojos de Ragun, manteniendo fija la mirada. Con algo de pesar, llevó su mano a la cara de Ragun, manchándosela de sangre.

—Pero tú... Me has... ¿Por qué no intentaste salvarme? ¿Por qué...? —el hombre tosió con fuerza tras el casco—. Asesino...

Finalmente, el joven cayó al suelo, desplomándose en él, y con un destello que iluminó el casco ambos aprendices de la Llave Espada supieron que la armadura volvía a estar vacía. Aquel que la había vestido, engañado por Hades, había muerto. Su cuerpo se había desvanecido para siempre...

Pero su sangre seguiría en aquella armadura, en el arma de Ragun y en su rostro. Y por mucho que se lavasen, jamás se podría borrar. Había matado a alguien parcialmente inocente, fuese o no por una causa mayor.

El coliseo estaba en silencio. No quedaba nadie allí...

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por **Sombra** » Mié Jun 06, 2012 11:20 pm

Aquella sensación... ¿Qué era? Era como un susurro lejano, y unas cadenas que se movían ligeramente haciendo ruiditos metálicos. El tiempo parecía haberse detenido, mi llave espada brillaba como si buscase el corazón de aquella persona, buscar su esencia, su alma...
Podía notarlo, una sensación familiar en aquella escena…

Mi espada se hundió en la armadura y cuando atravesé el oscuro meall una sensación mullida y carnosa, seguido de sonidos de carne siendo desgarrada que pudieron escucharse, sí. Acababa de atravesar al ocupante de aquella armadura.

—¿Por... qué...? —escuché. Alcé la vista hacia el casco de la armadura, más en concreto a sus ojos, ya no brillaban de forma amenazadora, ahora parecían llenos de humanidad. Toda oscuridad había desaparecido. La sangre empezaba a gotear y a resbalar por el filo de mi arma manchando el suelo de la arena, retiré mi arma con cuidado evitando hacer mayor la hemorragia.

Nada más ver que el arma no estaba clavada en él llevó sus manos al pecho tiñendo aquellos guantes que parecían garras de un brillante carmesí, tembloroso miró su herida sabiendo cual era su destino.

—Gárland me poseyó... Yo no quería... —me dijo muy seguro dejándose caer sobre mí. Le agarré de los hombros para sostenerlo—. Solo quería ser un héroe... Detener las trampas... Ser como Hércules.

Levantó su vista a mis ojos, no pestañeé siquiera, no sentía remordimiento, pero... No quería que hubiera acabado todo así. Alzó su mano en dirección a mi cara, sentí el cálido líquido rojo bañando mi rostro. ¿Y si no hubiese hecho aquello? Habríamos muerto nosotros y posiblemente todo Tebas acabaría destruida. Se repetiría la historia de Bastión Hueco en aquel mundo, hordas de sincorazón pululando por cualquier lugar, nadie se salvaría salvo un par de casos especiales, como Saxor o aquellos con la suficiente suerte como para salir por patas en alguna Nave Gumi de Rescate.

—Pero tú... Me has... ¿Por qué no intentaste salvarme? ¿Por qué...? —pude escuchar una débil tos tras el casco, unos hilillos de sangre se colaron por la rendija de este—. Asesino...

—¡No quería que pasara esto! —grité al hombre—. ¡Eras tú o todos los habitantes de este lugar!

Pero mis palabras nunca le llegarían. Noté como el hombre dejaba caer todo su peso sobre mí; muerto.

Dejé acostado el cadáver en el suelo cuando surgió un resplandor del casco. El cuerpo había desaparecido dejando atrás una vacía armadura. Cogí el casco, algunas gotas de sangre lo manchaban por dentro y permanecí en silencio unos instantes honrando su cadáver.

No podía hacer nada por él, daba igual llorar o sentir lástima. Yo no era el asesino, yo había salvado a cientos de personas, era un héroe.

Sólo estábamos Fyk y yo. Me giré hacia él sin saber muy bien que decir, mi ropa y mi rostro estaba manchado de sangre por lo que podría tener un aspecto realmente horrible.

—Es mejor que yo sea el único que lleve esta carga —fue lo único que pude decir antes de mirar hacia el cielo mientras hacía desaparecer mi arma—. Dime, Fyk. ¿Hice lo correcto?

Me dirigí hacia el centro de la arena donde dejé cuidadosamente el casco mirando hacia la entrada como si aquel lugar fuese una tumba. Era lo mínimo que podía hacer por haberle matado.

por **Final Fan** » Jue Jun 07, 2012 11:04 pm

Chas.

El sonido del arma atravesando la armadura de Gárland me alcanza como si hubiese sido mi propia carne la atravesada por el largo filo. ¿Qué estaba pasando? ¿Por qué...? ¿Por qué había tanta sangre? El hombre detrás del casco gemía, suplicaba por su vida... pero sus palabras parecían no llegarme. Me limitaba a observar aquella escena como si fuese un simple espectador, intentando de ella lo más posible. Veía cómo la mano de nuestro enemigo, impregnada en el líquido carmesí que impregnaba el aire de aquel olor agrio, se acercaba a la cara de Ragun, intentando aferrarse a ella para no caer en el abismo sobre el que se cernía. Suplicaba. Pedía misericordia.

Y de repente paró. El alivio que sentí cuando su voz dejó de sonar no es comparable a ningún otro, pero la sensación desapareció cuando me di cuenta de lo que ello conllevaba.

Nuestro enemigo había muerto.

Las palabras de mi compañero parecían sonar amortiguadas detrás de un tupido telón. ¿Me hablaba a mí? ¿Se excusaba consigo mismo?

—Es mejor que yo sea el único que lleve esta carga —me parece oírle decir.

Y mientras mira al cielo, como intentando obtener de él el perdón que desea, me hace la pregunta que menos ganas tengo de responder en ese momento.

—Dime, Fyk. ¿Hice lo correcto?

Y yo sé cuál sería mi respuesta. Sé lo que le diría si pudiese mirarle a los ojos sin que mi mirada denotase todo lo que sentía en aquel momento. ¿Vería enfado en mis ojos? ¿Vería decepción? ¿Vería... miedo? No, no vería nada, porque no los posaría sobre los suyos. Me limité a caminar lentamente hacia el cadáver del hombre cuya alma había sido subyugada por Gárland, medio rodeado de escombros, y me arrodillé ante él. Sostuve mis manos en alto sobre su pecho, en el lugar que el arma de Ragun había atravesado.

—Cura —pronuncié, intentando que no se me quebrase la voz.

Pero nada pasó. Claro, porque no había nada que curar. Ya no había vida en aquel cuerpo, y yo no se la podía devolver. Todavía en el suelo, abracé mi cuerpo con mis propias manos, intentando retenerme en aquel lugar, en aquel momento, para no caer en el mismo abismo en el que había caído aquel hombre.

Y, de repente, me di cuenta de en aquel momento sólo había una cosa que pasase por mi mente. Una sola palabra que definía todas las injusticias que habían sido llevadas a cabo en aquel torneo. Un nombre sobre el que podía echar toda la culpa de lo que había sucedido sin remordimiento. El nombre del que debía pagar por todo aquello.

"Hades", pensé, apretando los dientes.

por **Soul Artist** » Vie Jun 08, 2012 12:17 am

—... Por la presente os declaro "aprendices de héroe" y os otorgo el derecho a participar en los juegos. Además...

Los dos aprendices escuchaban a Phil mientras leía uno de los dos papiros que sotenía entre sus manos, acompañado de Zack, a su derecha, y un hombre musculado y pelirrojo con los brazos cruzados: el archifamoso Hércules del cual tanto habían oído hablar.

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No habían tardado en ser conducidos del campo de batalla a la sala donde durante las rondas anteriores habían esperado a sus combates. Sus vidas habían cambiado mucho en apenas unas horas: de dos jóvenes que participaban en unos sencillos juegos habían pasado a conocer a una chica que negaba a los Maestros, habían sido acusados de hacer trampas, habían sido utilizado cuales marionetas por un dios... Y habían acabado con la vida de un hombre. ¿Qué importaba ya la copa?

—... Habéis ganado la Copa Phil, que pasará a ser quedar a vuestro nombre para la posterioridad.

Hércules se acercó a Fyk y le entregó una enorme copa de bronce, situada sobre un pequeño pedestal de mármol donde, en un emblema, estaba escrito "Copa Phil – Blue Kid & Scarfman". Le revolvió la cabeza, contento de que hubiesen ganado, y volvió con el sátiro.

—Habéis salvado Tebas y habéis ganado los juegos —señaló Phil, contento con los dos chicos—. Quizás se fuese todo un poco al traste al final, pero habéis ganado con todas las de la ley. ¡Os merecéis ese premio!

—¿Por qué haría aquel hombre aquello...? —preguntó retóricamente Zack. Nadie sabía que había sido el espíritu de Gárland el que se había apoderado del cuerpo del participante, al fin y al cabo.

—Formaría parte del club de fans de ese villano. ¡Qué más da ya! Está muerto, y tras matar a tanta gente se ha hecho justicia —replicó el sátiro—. Ya no queda nada de él, menos la armadura. No podremos saberlo nunca.

Zack desvió la mirada hacia Ragun. Había participado codo con codo con él durante el combate, pero se había perdido todo el final, por lo que no sabía cómo había terminado el combate.

—Tenemos trabajo por delante, Herc —Phil bajó del pedestal en el que estaba y echó a caminar hacia la puerta de salida del Coliseo, acompañado del musculitos—. Debemos reparar los daños ocasionados por ese lunático, informar a la ciudad de que ha pasado el peligro... ¡Menos mal que apareciste para distraer a aquellos monstruos negros mientras le gente huía...!

—Ragun... Fyk...

Zack se acercó a los dos chicos con un par de pasos mientras Phil salía de la habitación, dejándoles solos. Se rascó el pelo y clavó su mirada en su amigo, volviendo a mostrar su sonrisa habitual.

—Gracias por salvar la ciudad. Temía que se repitiera lo de de hace pocos años, con los Titanes y Gárland... Algún día seréis tan grandes como Lyn. No es mucho, pero...

El joven se llevó la mano a su cinturón y de él sacó una pequeña esfera azul clarita incrustada en él, entregándosela a Ragun.

—Es una materia —explicó el muchacho—. Yo... No sabría explicarlo, pero es un objeto muy importante para mí. No hace nada en principio, pero podríamos decir que contiene parte de mi ser, de mis recuerdos... Nos mantendrá unidos, estéis donde estéis.

Las puertas se abrieron de nuevo, interrumpiendo al chico de pelo negro. En la entrada apareció una cara familiar para ambos que quizás se alegrasen de ver: su Maestro Kazuki. Pese a su pelo revoltoso y sus ropas habituales, el rostro del hombre parecía cambiado, ligeramente más serio de lo habitual. Observó a Zack y dio unos pasos hacia los chicos.

—Eh, podrías... ¿Podrías dejarnos solos?

—¿Quién eres? —preguntó Zack, arqueando las cejas.

—Yo, esto... Soy amigo de Lyn. Estos dos aprendices están a mi cargo y es hora de que vuelvan a casa.

Zack obedeció en silencio, pues el nombre de Lyn, como bien sabían los chicos, era sagrado para él. Abrió la puerta y se dispuso a salir, no sin antes girarse hacia los dos, dedicarles una amplia sonrisa y asegurarles:

—Volveremos a vernos.

Volvieron a quedarse solos, esta vez en compañía de su Maestro. Este observó a los dos chicos, más serio de lo que nunca le habían visto.

—Lyn me explicó tus trampas, eh, Fyk; esperábamos que te echases atrás y obrarás bien. Pero esto... Lo que he oído... Decidme... Que no habéis matado a un inocente.

Kazuki lo sabía. De algún modo se había enterado de ello que aquel que había vestido la armadura no era el culpable, y la idea no le hacía feliz. Su voz parecía mostrar algo de dolor y decepción, por partes iguales. Esperaba una respuesta de los chicos, una excusa para lo que había pasado.

—Llévame a la armadura, Ragun... Fyk, quédate, eh... Aquí.

por **Sombra** » Vie Jun 08, 2012 1:02 am

Phil había aparecido en escena para hacernos finalmente los ganadores de la copa. No podía estar realmente orgulloso, y Fyk seguramente tampoco lo estaba. Nuestra victoria había costado la vida de una persona, que estuviese o no poseída seguía teniendo alma.

A pesar de aquello, de mi forma de pensar no sentía lástima, como si realmente me diese igual aquella muerte. "Se lo merecía" decía algo en mi interior. Estábamos en la sala donde habíamos estado durante horas esperando siempre nerviosos nuestro turno para combatir. Y decir que hacía tan solo unas horas los dos estábamos preguntándonos como acabaríamos la copa... Nunca podríamos haber imaginado tal desenlace. Zack no parecía haberse enterado de mucho por culpa su derrota, pero al menos ahora estaba mucho mejor.

—... Por la presente os declaro "aprendices de héroe" y os otorgo el derecho a participar en los juegos. Además...

Escuchaba sin atender realmente al sátiro ni a su acompañante, un tipo de apariencia poderosa de cabellera entre roja y anaranjada. Supuestamente, él era Hércules, el héroe de Tébas, junto a Lyn. ¿De qué serviría ahora una simple copa?

—... Habéis ganado la Copa Phil, que pasará a ser quedar a vuestro nombre para la posterioridad.

El pelirrojo, Hércules dio entrega a Fyk del trofeo, una copa de bronce con un emblema con nuestros nombres, mejor dicho, nuestros apodos y retrocedió para colocarse junto a Phil.

—Habéis salvado Tebas y habéis ganado los juegos —aseguró Phil—. Quizás se fuese todo un poco al traste al final, pero habéis ganado con todas las de la ley. ¡Os merecéis ese premio!

—¿Por qué haría aquel hombre aquello...? —preguntó Zack. No podíamos decir nada, la verdad de lo que había pasado tendríamos que guardarla para nosotros dos.

—Formaría parte del club de fans de ese villano. ¡Qué más da ya! Está muerto, y tras matar a tanta gente se ha hecho justicia —saltó Phil—. Ya no queda nada de él, menos la armadura. No podremos saberlo nunca.

Zack me miró directamente como intentando decirme algo. Opté por mantener su mirada unos instantes, aunque acabé apartándola.

—Tenemos trabajo por delante, Herc —el sátiro dio un brinco bajando de la extraña superficie que parecía una especie de columna y se marchó junto con aquel que llamaban "Héroe"—. Debemos reparar los daños ocasionados por ese lunático, informar a la ciudad de que ha pasado el peligro... ¡Menos mal que apareciste para distraer a aquellos monstruos negros mientras le gente huía...!

—Ragun... Fyk...

El muchacho nos llamó para atraer nuestra atención y se acercó a nosotros dos. Se llevó la mano a su cabello de punta para rascárselo y volvió a observarme dedicándonos una de sus típicas sonrisas.

—Gracias por salvar la ciudad. Temía que se repitiera lo de de hace pocos años, con los Titanes y Gárland... Algún día seréis tan grandes como Lyn. No es mucho, pero...

Pude ver como Zack cogía del cinturón una esfera azul que tenía en la hebilla se su cinturón y me la extendió para que la cogiese. Acepté el regalo gustoso y abrí la boca para preguntarle por aquel extraño obsequio.

—Es una materia —dijo adelantandose a la pregunta que quería formularle—. Yo... No sabría explicarlo, pero es un objeto muy importante para mí. No hace nada en principio, pero podríamos decir que contiene parte de mi ser, de mis recuerdos... Nos mantendrá unidos, estéis donde estéis.

De pronto, cuando Zack dejó fluír sus últimas palabras alguien más irrumpió en la sala. Era alguien de aspecto perezoso, con grandes ojeras pero que no tenía ni de lejos su cara de sueño, tenía pinta de estar más atento a todo, como si le hubiese pasado algo realmente malo. Tanto Fyk como yo lo conocíamos más que de sobra, era nuestro mentor; Kazuki. Imaginaba por qué estaba así, con esa cara tan triste y decepcionada pero, ¿cómo se había enterado tan rápido? Primero, nada más entrar miró a nuestro amigo y acabó acercándose a nosotros, aunque antes se refirió a Zack.

—Eh, podrías... ¿Podrías dejarnos solos? —pidió el maestro Kazuki.

—¿Quién eres? —inquirió Zack desconfiado.

—Yo, esto... Soy amigo de Lyn. Estos dos aprendices están a mi cargo y es hora de que vuelvan a casa —explicó brevemente.

Nuestro amigo asintió y se dirigió hacia la salida, como si el nombre de Lyn hubiese hecho que un resorte saltara en él obligándole a salir de allí. Pero antes de marcharse, se giró nuevamente con una enorme sonrisa.

—Volveremos a vernos —prometió. Levanté mi mano sin muchas ganas a modo de despedida.

Kazuki nos observaba serio, no parecía enfadado, pero aún así no estaba contento en absoluto.

—Lyn me explicó tus trampas, eh, Fyk; esperábamos que te echases atrás y obrarás bien. Pero esto... Lo que he oído... Decidme... Que no habéis matado a un inocente.

—Maestro Kazuki... —me adelanté a cualquier cosa que Fyk tratase de decir—. Yo soy el único responsable, Fyk no tiene la culpa. No sabía que eso pasaría... Él empezó a convertir a la gente en sincorazón y quería destruír Tebas.

El maestro guardó silencio para escuchar lo que tuviesemos que decir y finalmente se dirigió a mí.

—Llévame a la armadura, Ragun... Fyk, quédate, eh... Aquí —el maestro parecía consternado, como si no pudiese creer el que uno de sus alumnos se hubiese llevado una vida por delante.

Asentí silencioso y me dirigí a la arena sin mediar palabra con Fyk, al cual miré una última vez dedicándole una media sonrisa con la que trataba de darle ánimos.

Por fin, llegamos a la arena donde pude ver por primera vez los enormes destrozos que habíamos causado. Dos de las cuatro columnas habían sido derrumbadas por completo y el suelo tenía múltiples zonas destruídas, como si algo hubiese explotado allí, en las gradas había manchas de sangre y marcas que la enorme espada del villano había provocado. Al fondo del ring, estaban los restos de la armadura desperdigados por el suelo.

Me paré en seco al acercarme a diez metros y contemplé las manchas de sangre del suelo.

—Es aquí —señalé los inertes y negros metales.

por **Final Fan** » Vie Jun 08, 2012 1:33 am

De nuevo, voces amortiguadas. Notaba cómo alguien me llevaba a la entrada de la arena, que ponían algún objeto pesado sobre Ragun y sobre mí, la presión de una mano sobre mi cabeza. Luego una voz más serena, más aguda, y un brillante objeto esférico en las manos de Ragun. Era un sonido amigable, pero aún así no me recuperé de mi estupefación Estaba como ido. Quería irme de allí. Esconderme en un agujero y no salir nunca. Y que Hades quedase atrapado en él conmigo. Así no podría estropear la vida de nadie más.

—Eh, podrías... ¿Podrías dejarnos solos?

Esa voz fue la que me hizo volver en mí. El alma se me cayó a los pies cuando vi al Maestro Kazuki delante de nosotros.

"¿Ahora también él?", pensé, recordando la reprimenda de Lyn.

—¿Quién eres? —preguntó Zack, a la defensiva.

—Yo, esto... Soy amigo de Lyn. Estos dos aprendices están a mi cargo y es hora de que vuelvan a casa

Esas palabras bastaron para que Zack, que parecía haber estado allí todo el tiempo, se fuese sin mediar palabra, aunque no sin antes dirigirnos una de sus sonrisas de ánimo. Una sonrisa que no cumplió su cometido, al menos no en mí.

—Volveremos a vernos —nos aseguró.

Mantuve mi vista fija en él mientras se alejaba hasta que lo perdí de vista, intentando alargar el momento para no tener que fijar mis ojos en los de Kazuki. No podía.

—Lyn me explicó tus trampas, eh, Fyk; esperábamos que te echases atrás y obrarás bien. Pero esto... Lo que he oído... Decidme... Que no habéis matado a un inocente.

Pensaba que sus palabras me harían derrumbarme... o sólo ponerme triste. Sin embargo, en vez de eso, lo que surgió en mi interior fue una espontánea rabia hacia todo lo que estaba pasando.

—¿¡Echarme atrás!? —solté.

—Maestro Kazuki... —dijo Ragun anets de poder continuar—. Yo soy el único responsable, Fyk no tiene la culpa. No sabía que eso pasaría... Él empezó a convertir a la gente en sincorazón y quería destruír Tebas.

No era justo. "Echarme atrás", me decía.

—Llévame a la armadura, Ragun... Fyk, quédate, eh... Aquí —me interrumpió el Maestro. No parecía haberme hecho mucho caso, como hacía siempre.

"Echarme atrás" y dejar morir a todo el mundo.

—¡No! —exclamé, dando rienda suelta a lo que pensaba—. ¡El espíritu de un ser malvado de años atrás se apodera del cuerpo de un hombre para devolver el caos al mundo... ¿y pretendíais que me echase atrás y que le dejase hacerlo?! ¡¡Esto ya no se trata del torneo!! ¡Es Hades! ¡Hades lo...!

Pero no parecía servir de nada. Lo que decía parecía perderse en el aire mientras Kazuki y Ragun se acercaban a la inerte armadura de Gárland. Todo me resultaba demasiado grande. Todo aquello que pasaba. Lyn acusándome de mancillar el nombre "héroe". Hades utilizándome como a una marioneta, para luego tirarme como a un muñeco roto. Kazuki, mirándome con aquellos ojos. Oh, aquellos ojos que me habían dolido más que todo lo que me había sucedido hasta el momento. Aquella mirada de decepción, que me aseguraba que mi Maestro nunca me volvería a ver con buenos ojos.

Y yo me callé. No podía hacer otra cosa. Sólo quería llegar a un lugar en el que estuviese seguro de aquellas miradas de desprecio.

Un escalofrío me recorrió la espalda cuando me di cuenta de que no se me ocurría ninguno.

por **Soul Artist** » Vie Jun 08, 2012 2:19 am

—¡No!

El grito de protesta hizo que Kazuki se detuviese, antes de abandonar la sala con Ragun para ir a ver la armadura de Gárland. Se quedó de espaldas a su aprendiz, sin dirigirle la mirada mientras le portestaba:

—¡El espíritu de un ser malvado de años atrás se apodera del cuerpo de un hombre para devolver el caos al mundo... ¿y pretendíais que me echase atrás y que le dejase hacerlo?! ¡¡Esto ya no se trata del torneo!! ¡Es Hades! ¡Hades lo...!

—Fyk, eh... Solo espera aquí.

Con aquellas palabras, los dos dejaron al muchacho solo definitivamente. Se dirigieron hacia el destrozadísimo campo de batalla, donde la armadura de Gárland esperaba, tirada en el suelo, abandonada y sin vida alguna.

—Es aquí.

Kazuki se agachó a inspeccionar la armadura. Mientras colocaba sus manos en ella, habló en alto para que Ragun le escuchase:

—No quiero que te sientas mal, eh... Ragun. No tuviste otra opción que matarlo... Aunque esperaba que no llegases a algo así tan pronto.

Esperó a respuesta de su aprendiz y giró su cabeza hacia él.

—¿No sientes remordimientos? ¿Nada? Eh... Eso es raro, tu oscuridad debe ser mayor de lo que pensaba. ¿Seguro que no...? ¿Te ha dominado?

* * *
Fyk se encontraba solo en la sala de espera. Kazuki pronto volvería y regresarían a Tierra de Partida tras un muy, muy largo día.

Alguien llamó a la puerta, llamando la atención de Fyk inevitablemente. Una sombra debajo de esta revelaba que había alguien al otro lado, y el sobre que pasó por debajo terminó de confirmarlo. Sin embargo, si abría la puerta para mirar quién estaba allí, se encontraría un campo completamente vacío: nadie estaba allí.

El sobre iba a su nombre, por lo que abrirlo dependía de él. Si lo hacía, encontraría una hoja de papel con un largo texto escrito en él; pero aparte de ello, por detrás, una caligrafía fina y delicada le daba un aviso. "Cuidado con Alexis."

La carta normal parecía antigua, y estaba fechada hacía veinte años. ¿De quién sería...?

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Hoy, durante una misión, el Maestro desapareció. Me asusté, ya que nunca antes había estado en el mundo exterior sin supervisión, salvo cuando vivía en mi propio mundo. Aunque prefiero no pensar mucho en aquella época.

El caso es que se organizaba un torneo en un gigantesco Coliseo cercano que, según decían, atraía a héroes de todo el mundo. Me hubiera gustado acercarme para ver a ese “gran héroe” del que todos hablaban últimamente, pero el Maestro me lo había prohibido estrictamente, debido a que muchos de los participantes, según sus propias palabras, “eran violentos y peligrosos”. ¿Y de qué sirve ser Portador del arma más poderosa si tienes miedo de otras personas?

Finalmente, decidí obedecer, aunque tenía muchísimas ganas de saltarme la orden. Me retiré a Tebas y esperé en la plaza a que el Maestro apareciera. Durante el largo aburrimiento, entreví a una joven entrenando con la espada al otro lado de la calle, por lo que me distraje observando y evaluando sus torpes e incompetentes movimientos. Si yo hubiese sido su tutor, habría preferido darle clases a un mono.

En un determinado momento, se percató de mi escrutadora mirada y se acercó directamente. Pensé que iba a saltar con algo así como “¿¡Tanto te importa lo que haga, idiota!?”, pero se sentó a mi lado y bebió un largo trago de agua de la botella que traía consigo.

Uff, agotador, ¿no crees?, comentó.

Eh, sí…

Y a partir de ahí, surgió una conversación espontánea de la que no recuerdo gran cosa. Sólo que, aunque al principio la había menospreciado y considerado como una guerrera inútil, algo me hizo cambiar de opinión. Ya no me parecía una persona de la que sentir pena. Quizá fuera su forma de hablar. O su actitud espontánea e impredecible. O su simpatía. O su aspecto. O su encanto natural. Pero en una sola conversación, consiguió apocar toda mi cerrada, brusca e intratable personalidad.

El encuentro llegó y pasó. Tan rápido como se había acercado, se marchó y pensé que no volvería a verla. Hasta que regresó al lado del Maestro, el cual me dio la noticia que me cambiaría la vida: ella sería su nueva aprendiza y, por tanto, mi nueva compañera.

Me dejó tomarla una fotografía para el álbum que me inventé de excusa para conseguirla:

http://i43.tinypic.com/24cbcz9.jpg

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por **Sombra** » Vie Jun 08, 2012 2:16 pm

El maestro se había agachado para examinar la inerte armadura, pasó su mano por ella manchándosela un poco con la sangre de aquel que al final, había resultado ser un simple humano.

—No quiero que te sientas mal, eh... Ragun. No tuviste otra opción que matarlo... Aunque esperaba que no llegases a algo así tan pronto.

—No te preocupes, no siento ninguna clase de tristeza o pena —aseguré mostrando seguridad, aunque a Kazuki aquello no pareció agradarle pues se giró y me observó unos segundos apenado.

—¿No sientes remordimientos? ¿Nada? Eh... Eso es raro, tu oscuridad debe ser mayor de lo que pensaba. ¿Seguro que no...? ¿Te ha dominado?

—No, no tengo ningún remordimiento. Maestro, sé que la decisión que tomé fue algo que acabó con alguien, soy cosciente de ello, pero si no lo hubiesemos hecho todo habría acabado mucho peor —expliqué brevemente—. Y no, no he sido dominado por la oscuridad. Yo, que siempre tuve que vivir en ella he tenido que adaptarme y hacerme su amigo, sé que puedo controlarla, no cederé a ella facilmente.

>Tengo una petición. Como único culpable de la muerte de aquella persona, deseo que cualquier tipo de castigo sea impuesto tan solo sobre mí, Fyk no lo hizo.

Me puse junto al maestro y me agaché para palpar el agujero que mi arma había provocado en la armadura, mis manos se llenaron de sangre, la miré con algo de pena. No sabía que era aquel sentimiento tan perturbador que sentía.

—Maestro, ¿usted se ha visto alguna vez obligado a matar a alguien para salvar otras vidas?

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