[Tierra de Partida] Entrenamiento extraño

[Zee]

—¡Habéis llegado!

Después de que una cantarina voz pronunciara aquellas palabras, en la estancia sonaron algunos entusiastas aplausos. Al girarme, pude contemplar a una bella y joven mujer de oscura cabellera y blanca tez, que nos dedicaba una amable sonrisa. Llevaba puesto un extraño y exótico vestido, desconocido en mi reino, con tela sobrante por muchos lados (especialmente en las mangas y en la parte baja, que arrastraba por el suelo), un escote en V alarmantemente bajo y adornos de rosas negras sobre un gradual cambio de rojo a violeta. A modo de cinturón alto, la mujer llevaba una tira más de tela, atada en un enorme y llamativo moño por la espalda.

Sentí una fuerte pero efímera punzada en la cabeza mientras miraba su vestido, así que aparté la mirada por un momento.

—Nuestro nombre es... Mi nombre es Yami, y soy la Maestra que os ha enviado la carta que os citaba aquí—explicó, todavía con una sonrisa de oreja a oreja. Me pareció algo curioso cómo vaciló al usar el pronombre, como si aquel no fuese su idioma nativo. No le di importancia en aquel momento. Al ver que todos seguíamos prestándole atención, la supuesta Maestra Yami continuó—: Lo que me recuerda. Vuestros nombres eran... Pichui, Mikado y Chesin. Son muy bonitos..

¿Se suponía que yo era Chesin? Solté una pequeña carcajada. No me molestaba en lo más mínimo; al contrario, me causaba gracia. Por ello no quise corregirla; tal vez realmente tenía problemas al hablar. Sin embargo, pude notar, tras una leve mirada a mis dos compañeros, que no se hallaban precisamente calmos: en realidad, parecían bastante confundidos.

Escuché cómo Yami comenzaba a murmurar una canción. Volví mi atención a ella y descubrí que, sin razón aparente, ahora se hallaba bailando frente a nosotros, "deleitándonos" con gráciles giros y saltos. Debo admitir que su baile fue algo hipnotizante, debido a su gran belleza y la delicadeza de su figura resaltando con los salvajes movimientos de la tela de su vestido. Esto, no obstante, no lo hacía menos extraño.

Tal vez el problema no residía en el idioma...

—Vamos a entrenar —continuó, deteniendo finalmente su baile. ¡Ah, finalmente un entrenamiento diferente! ¿Sería Yami menos o más estricta que Nanashi?—. Primero quiero que consigáis un chocobo y me lo entreguéis como muestra de respeto; después comeremos juntos jamón con jazmín.

—¿Un... un chocobo? ¿Qué...? ¡En el reino no hay chocobo, ¿cómo se supone que encuentre uno sin siquiera saber--?! —detuve mi salvaje queja mental de golpe, como interrumpiéndome a mí mismo. ¡Esa debía ser la prueba! No se basaba solamente en magia o combate, sino en conocimiento, como siempre deseé. Nosotros, los Aprendices, debíamos demostrar que éramos capaces de conseguir la información necesaria antes de actuar, ¿no?

—Disculpe Maestra Yami, ¿qué es un Chocobo?.

¿...no?

¿Qué estaba haciendo Hikaru? ¿Preguntando así, sin más? Inmediatamente me giré hacia Yami, esperando su reacción. ¿Respondería o no a la interrogante? Porque si lo hacía, entonces el entrenamiento sería ir a buscar chocobo y volver con él, nada más, y no involucraría ir a buscar la info por nuestra cuenta. Sería más sencillo, sí, y en el fondo deseaba que fuese así... pero también sería algo decepcionante.

—Debe ser algún condimento para echarle al jamón con jazmín... al menos eso pienso yo —murmuró Exuy.

Fue en aquel momento en el que me di cuenta de que lo horrible y difícil del entrenamiento no sería sólo buscar qué era el chocobo y encontrarlo... sino comer la extraña receta de Yami y no devolver el almuerzo.

[Sombra]

—¡No, no! —negó la maestra rotundamente hacia la teoría del joven aprendiz de que podría tratarse de un condimento—. Se trata de un muy hermosisimo animal que sirve para montarse en él. No son comida, no, no, no. ¿Os suena de algo un ave llamado "avestruz"? El chocobo es una especie de mezcla entre avestruz y caballo. Es un animal bueno y útil.

>Y ahora que sabéis como son... podréis encontrar uno.

Justo en ese momento, unos pasos se escucharon subiendo las escaleras, un hombre de destartalado aspecto con una túnica larga de colores amarillentos, unas grandes ojeras que marcaban su cara y el cabello castaño revuelto como si un huracán hubiese pasado justo por encima de él. El hombre centró su atención en un principio en los tres aprendices y después miró a Yami, a la cual echó una mirada de desagrado. Suspiró y se acercó a ella como si se hubiera rendido por completo.

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—Oh.. Eh... Veo que ya te estás encargando de... Estos tres que Nanashi me había obligado a citar... —le dijo a la maestra Yami dando a entender que él era el autor de una de las cartas, por la pinta que tenía había escrito la que tenía tan pésima ortografía—. Como ya estás aquí, no hará falta que me encargue, así que... —levantó su mano en señal de despedida y se volvió a las escaleras dispuesto a dejar la sala del trono.

El hombre desapareció de la vista de los aprendices sin más.

—¡Auch! Ah... ¡Nanashi! Esp... ¡No es lo que parece! ¡La culpa es de Yami! —empezó a escucharse la misma voz del hombre, una nueva persona, esta vez una mujer de refinado aspecto que Xefil podría reconocer de inmediato subió las escaleras llegando a la sala del trono, donde estaban los tres aprendices. La bella mujer, comparable en hermosura a Yami arrastraba al hombre tirando de su oreja. Aquella mujer llevaba puesto un inmaculado vestido largo de color blanco (que aparentaba ser dificil de mover) con adornos y pedrería aparentemente caros que la hacían parecer una dama de la alta sociedad, su rubio cabello estaba recogido en un moño, aunque dos largos mechones caían por delante de sus hombros siendo sujetados por unos bonitos coleteros. Si bien su aspecto no parecía el de una luchadora ni por asomo su estricta mirada podría amedrentar al más fiero de los guerreros.

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—Maestra Yami, creo que le había dicho el Maestro Ronin que sería el Maestro Kazuki que él se encargaría de estos tres aprendices —comentó recordando a la exótica mujer aquel detalle—. Aunque veo que ya es demasiado tarde —continuó. Mientras meditaba unos segundos alternando su vista entre los dos maestros—. Está bien, esto es lo que haréis. Los dos os escargaréis de ellos, estaré vigilando por lo que... Maestro Kazuki, ni se le ocurra hacer el vago. Aquella vez en la que se enfermó por culpa de aquella comida ya no me vale como excusa.

—¿Nosotras con Kazu? —canturreó feliz la maestra de oscuro cabello—. ¡Será muy divertido! —exclamó entusiasmada mientras sonreía al maestro, que no parecía muy a favor de aquella idea.

Nanashi se acercó al trono que quedaba en el centro de los otros dos contemplando lo que los dos maestros, quizás los más problemáticos harían.

[James Bond]

Yami negó cuando Exuy comentó que podría ser un condimento. Explicó que era un animal y que podíamos montarnos en él. Era una especie de mezcla entre un avestruz y un caballo. Y como ya sabíamos como es un chocobo, que fuéramos a buscar uno aunque entonces, un hombre de larga túnica amarillenta apareció tras bajar unas escaleras. Tenía ojeras y su pelo castaño estaba revuelto de tal modo que parecía que había pasado un fuerte viento encima suya. Aquel hombre nos miró a nosotros tres y unos segundos después a Yami. Parecía que no se llevaban muy bien, por que puso una cara de desagrado cuando la miró. Se acercó a la chica y le dijo que como ya ella se estaba encargando de nosotros tres, que no hacía falta que él lo hiciera. Y soltó un dato muy interesante que por fin daba una respuesta al enigma de las dos cartas. Resultaba que aquel tipo había sido obligado a llamarnos a Xefil, Exuy y a mí por alguien que se llamaba Nanashi. Imagino que sería algún Maestro más de Tierra de Partida. ¿Cuántos habría? No lo sabía, pero sí sabía gracias a esto que aunque mi Maestra fuera Rebecca podía ser llamado por cualquier otro Maestro e incluso entrenar con otros aprendices. No me disgustaba mucho la verdad, así podía conocer gente y que me contasen cosas de sus mundos. En ese mismo instante, me sacó de mis pensamientos la voz de aquel hombre que estaba siendo llevado de nuevo a la sala. Ya que una mujer muy hermosa (y otra ocasión en la que no pude evitar sonrojarme) le tiraba de la oreja entre las súplicas del Mastro.

—¡Auch! Ah... ¡Nanashi! Esp... ¡No es lo que parece! ¡La culpa es de Yami! —se excusaba.

La mujer que arrastraba a aquel peculiar Maestro era Nanashi. Nanashi tenía un pelo rubio recogido en un moño pero se dejaban ver dos mechones largos que caían por delante de sus hombros. Llevaba un vestido blanco con adornos. Además de que unos pequeños detalles del vestido hacían que ella parecía una mujer de las que en Villa Crepúsculo llamarían “ricachonas”. Si bien era guapa, su mirada me hacía sentir... ¿miedo? No sabía muy bien que era aquel sentimiento pero desde luego, no parecía el tipo de persona con la que se pudiera bromear.

—Maestra Yami, creo que le había dicho el Maestro Ronin que sería el Maestro Kazuki que él se encargaría de estos tres aprendices —le comentaba a Yami—. Aunque veo que ya es demasiado tarde —continuó. Estuvo pensativa unos instantes mientras miraba a ambos Maestros —. Está bien, esto es lo que haréis. Los dos os encargaréis de ellos, estaré vigilando por lo que... Maestro Kazuki, ni se le ocurra hacer el vago. Aquella vez en la que enfermó por culpa de aquella comida ya no me vale como excusa.

Así que el Maestro llamado Kazuki era un vago e intentaba escaquearse de su trabajo. Vaya Maestro , ¿cómo obtuvo el título? Espero que no haya tantos Maestros como él en Tierra de Partida. Yami se puso muy contenta ante la idea de Nanashi.

—¿Nosotras con Kazu? ¡Será muy divertido! —estaba muy feliz ante aquella idea y miró a Kazuki.

No me fijé en su rostro pero me imaginé que a él esa situación no le divertía nada de nada. Yo también estaría así si me encontrara en su misma situación. Pobre Maestro... Aunque, ahora que nos iban a entrenar tanto Yami como Kazuki ya no tenía ni idea de qué íbamos a hacer. ¿Buscar el maldito chocobo? ¿O hacer algo diferente? Miré a Xefil y Exuy y entonces, levanté la mano.

—Disculpen Maestros. ¿Qué vamos a hacer entonces?—

[Yuehito]

Y como era de pensar, un Chocobo no era un condimento. Negó rotundamente la maestra Yami. Pero algo pasaba acá, llega un tipo que al fin y al cabo era el causante de la segunda carta, este tipo tenía una apariencia de no querer que nadie le molestase.

Oh.. Eh... Veo que ya te estás encargando de... Estos tres que Nanashi me había obligado a citar.. Como ya estás aquí, no hará falta que me encargue, así que.. – y se fue entre las escaleras sin más que decir.
Qué gran aporte – Pensaba mientras se retiraba. Pero al poco rato se escucho que volvía, pero con una nueva dama. Según la mirada de Xefil declaro que la conociera, porque fue la misma mirada que tuvo en mi cuando nos presentamos.

Maestra Yami, creo que le había dicho el Maestro Ronin que sería el Maestro Kazuki que él se encargaría de estos tres aprendices, Aunque veo que ya es demasiado tarde. Está bien, esto es lo que haréis. Los dos os encargaréis de ellos, estaré vigilando por lo que... Maestro Kazuki, ni se le ocurra hacer el vago. Aquella vez en la que enfermó por culpa de aquella comida ya no me vale como excusa. - Decía la Dama que entraba a escena.

Que mala coordinación, o más bien dicho, que estaba pasando con los maestros. Pareciese que pasaría algo muy extraño. Estaba perplejo. Pero en ese instante la maestra Yami demostraría otra cosa.- ¿Nosotras con Kazu? ¡Será muy divertido!.

No por favor!- Meditaba en mi mente- Ya no quiero más cosas extrañas este día- expresaba Semi cerrando mis ojos, levantando una ceja y con mi boca de asombro. En ese momento me comenzó a doler el estomago, con mis manos apreté mi estomago sin encogerme y trate de fingir el dolor porque había otra situación en que estábamos los tres y necesitábamos descifrar.

No entendía lo que pasaba y trataba de no decir nada porque sabía que diría algo raro, y tan raro como lo que estaba pasando en ese instante. Pero una pregunta ajustada de Hikaru nos trajo al entrenamiento.
-Disculpen Maestros. ¿Qué vamos a hacer entonces?- Una pregunta que era para decir que estábamos ahí esperando. Era obvio que teníamos que buscar un Chocobo, pero faltaba una pregunta más:
-¿Tendremos que conseguirlo por nuestra cuenta o nos dirá algo más maestra?- La pregunta que le hice era si o si buscar ese Chocobo por las nuestras. Y así poder pasar al comedor o al baño, porque en realidad no sabía si era hambre u otra cosa.

[Zee]

Yami nos corrigió inmediatamente, aunque sonriéndonos como si hubiésemos cometido una equivocación tan tonta como graciosa. Por un momento parecía haberse olvidado de que proveníamos de otros mundos y que cabía la posibilidad hubiese cosas únicas en cada uno de ellos, como lo eran los chocobos o las linternas. Aparentemente, según su explicación, un chocobo era un animal que servía de montura: una mezcla entre ave y caballo. En el reino apenas había tenido la oportunidad de cabalgar; había dado paseos cortos y una vez había acompañado a varios nobles a la caza, aunque jamás había apurado al corcel para que echase a correr; pero sin duda alguna tener la oportunidad de montar a un chocobo, si se me permitía, iba a ser una experiencia única. Si además de correr podían volar, Yami no nos lo aclaró, pero supuse que, tan parecido al avestruz como lo era, esto le resultaba imposible.

—Y ahora que sabéis como son... podréis encontrar uno —señaló la Maestra, con una sonrisa de oreja a oreja.

—Oh.. Eh... Veo que ya te estás encargando de... Estos tres que Nanashi me había obligado a citar...

Me giré tras escuchar aquella voz, pues me había distraído pensando en los chocobos y no había notado que un hombre joven había llegado a la sala, tras subir las escaleras*. Lo más distintivo sobre él era que su atuendo estaba cubierto casi en su totalidad por una larga capa de gruesa tela marrón, y que los hechizados por el sueño eterno parecían más despiertos que él, de profundas ojeras y cabello desaliñado. No supe decirlo con certeza, pero me pareció ver algo de baba seca, además.

Por otro lado, había mencionado que Nanashi había sido la verdadera autoridad detrás de aquella extraña cita, pues le había ordenado reunirnos a los tres. Es decir, aquel hombre era también un Maestro de la Llave, y aparentemente el autor de la segunda carta. Su pésima caligrafía era un reflejo más que excelente de él, cabe añadir.

—Como ya estás aquí —continuó—, no hará falta que me encargue, así que... —dejó la frase inconclusa, esperando que sus acciones tuviesen el efecto deseado. Ilustrando sus palabras, se despidió con la mano y desapareció de mi vista sin decir nada más, dejándonos de nuevo con Yami. Sin embargo, no pasaron más que unos segundos hasta que unos agudos chillidos de dolor llegaran hasta nuestros oídos desde la entrada. Como dueño, reconocí a aquel desastroso maestro—: ¡Auch! Ah... ¡Nanashi! Esp... ¡No es lo que parece! ¡La culpa es de Yami!

De pronto, me puse tenso como una estatua. Tragué saliva, hinché pecho y alcé barbilla.

En la sala se presentó mi propia tutora, Nanashi, la Maestra Implacable. Arrastraba al hombre de la oreja, como una madre a su hijo, y éste no dejaba de quejarse por el dolor. Lucía tan ilustre y honorable como siempre, con una estricta y autoritaria mirada enmarcada por su blanco rostro. Aquel día, además, había elegido usar el mismo vestido con el que la había conocido: largo y blanco, adornado por costuras y cordeles dorados, con joyas en las puntas, y varios detalles fabricados con tela azul para darle un poco más de vida al atuendo.

—Buen día, Maestra... —saludé; y en cuanto su mirada se topó con la mía, le dediqué una reverencia. No tan amplia como la que me veía obligado a hacer ante la realeza, pero sí lo suficiente para mostrar mi respeto hacia la mujer que me había aceptado pese a mis defectos.

—Maestra Yami —comenzó, dirigiéndose hacia ella, todavía sin soltar al otro hombre—, creo que le había dicho el Maestro Ronin que sería el Maestro Kazuki quien se encargaría de estos tres aprendices... Aunque veo que ya es demasiado tarde —Nanashi se permitió pensar unos instantes sobre aquella situación, concediéndole unos segundos de descanso a su pobre presa, quien prefirió quedarse a escuchar sus futuras órdenes, posiblemente por miedo a perder la otra oreja. Finalmente, mi Maestra declaró—: Está bien, esto es lo que haréis: los dos os escargaréis de ellos, estaré vigilando por lo que... Maestro Kazuki, ni se le ocurra hacer el vago. Aquella vez en la que se enfermó por culpa de aquella comida ya no me vale como excusa.

—¿Nosotras con Kazu? —repitió Yami, emocionada. Con una enorme y sincera sonrisa, dedicada al Maestro Kazuki, añadió—: ¡Será muy divertido!

El Maestro, por el otro lado, no parecía muy contento de trabajar con su compañera. Aunque, bajo la autoritaria mirada de Nanashi, quien había hecho ademán de sentarse en el trono a manera de vigilante (aunque no lo hizo. ¿Serían sagrados o algo?) , no dijo absolutamente nada.

En ese momento, mis compañeros alzaron dos interrogantes, esperando tener finalmente instrucciones precisas sobre lo que debíamos hacer. Hikaru y Exuy, correspondientemente, inquirieron:

—Disculpen Maestros. ¿Qué vamos a hacer entonces?

—¿Tendremos que conseguirlo por nuestra cuenta o nos dirá algo más, Maestra?

Y finalmente pude volver a unirme a la conversación, preguntando algo que había tenido en mente desde el principio, cuando había descubierto que Exuy y Hikaru me acompañarían:

—Y una última cosa, si no resulta una molestia: ¿este entrenamiento debe ser cumplido de manera individual o...? —miré a mis dos compañeros brevemente. Esperando que no fuese así, sino de la otra manera, tragué saliva antes de continuar—: ¿O actuaremos juntos los tres?


**

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Que alguien me diga cuándo hemos entrado a la sala. Sombra, creo que diste por hecho algo que nunca hicimos xD

[Sombra]

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Zero está en parte correcto con lo que dijo, la sala del trono está en la segunda planta y las únicas escaleras que hay son para subir, también hay un par de puertas a los lados. Os dejo una imagen de la sala del trono para que os hagáis una idea. Es mi culpa, lo siento así que aquí os dejo ahora el plano del lugar. Zero, yo puse como si estuvieseis en el segundo piso desde un principio así que siento haber dado por supuesto algo.

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—¿Que qué haremos? Buscar chocobos por supuesto, son tan tiernos... ¡Igual de adorables que los moguris! —la mujer señaló a las escaleras que llevaban a abajo—. ¡En marcha!

—Yami... Eh... Será mejor si vamos a la biblioteca y... les llevamos al Bosque de los Cien Acres... Para que aprendan sobre otros mundos —comentó el maestro mientras echaba rápidas ojeadas a Nanashi, que se limitaba a estar de pie cual estatua de piedra. Parecía estar maquinando algo, pues se le notaba un poco desesperado por ir a aquel lugar.

La maestra Nanashi, que había estado quieta suspiró como si estuviese agotada y volvió a junta de los dos maestros.

—Primero: Nada de ir al Bosque de los Cien Acres para hacer el vago. Segundo: No hay chocobos en Tierra de Partida, por lo que sería imposible encontrar algo. Tercero: Quiero que entrenen en magia ya que desde que llegaron se han limitado a entrenarse físicamente —dijo la maestra dándoles unas pautas para crear el entrenamiento—. Y nada de hacer tonterías, como me entere de que no habéis hecho nada productivo haré que el Maestro Ronin tome cartas en el asunto. Si me disculpáis, tengo ciertos asuntos que atender.

Dicho eso, la mujer se dirigió a las escaleras para bajarlas con su típica elegancia que podría quitarle el hipo a cualquier noble ante tanta majestuosidad.

—Así que... Magia... Eh, sí. Sé de eso. Podríamos empezar con algo fácil... ¿Sabéis hacer algún hechizo o algo? —preguntó mientras abría la boca para dejar que de su boca un sonoro bostezo.

[James Bond]

Yami insistió en seguir buscando chocobos e incluso nos señaló las escaleras para que nos fuéramos. Kazuki intentó convencer a Yami para ir a la biblioteca e ir a un mundo llamado Bosque de los Cien Acres. Vaya nombrecito, pensé. Pero parecía que a Nanashi no le gustaba ninguna de esas dos tareas.

—Primero: Nada de ir al Bosque de los Cien Acres para hacer el vago.— Ya decía yo que nos quisiera llevar a otro mundo así sin más—. Segundo: No hay chocobos en Tierra de Partida por lo que sería imposible encontrar algo.— Suspiré y sonreí un poquillo por el alivio de no tener que hacer aquella tarea imposible—. Tercero: Quiero que entrenen en magia ya que desde que llegaron se han limitado a entrenarse físicamente—. Era cierto, por lo menos en mi caso. De todas maneras, tampoco notaba mucha magia dentro de mí. Supongo que saldría con el tiempo. Nanashi se fue bajando las escaleras tras alegar que tenía otros asuntos que atender y que como no hiciéramos nada productivo un tal Maestro Ronin se encargaría de nosotros. Espero que no lleguemos a eso.
Kazuki nos preguntó si sabíamos hacer algún hechizo pero negué con la cabeza pues no tenía conocimiento de que yo pudiera realizar algún hechizo.

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Edito hoy, día 6 de junio para avisar de que durante la tarde hoy y los días 7, 8 y 9 de junio estaré ausente ya que voy a un sitio donde no dispongo de Internet. Volveré seguramente para el día 10 por la tarde.

[Yuehito]

-¿Que qué haremos? Buscar Chocobos por supuesto, son tan tiernos... ¡Igual de adorables que los Moguris! – El solo hecho de que nombrara Moguris se me desfiguro completamente ese pollo-caballo que me habían nombrado por haber tenido esa horrible pesadilla en la mañana. Complementando Yami la frase nos señalaba a las escaleras diciendo: En marcha.

- Yami... Eh... Será mejor si vamos a la biblioteca y... les llevamos al Bosque de los Cien Acres... Para que aprendan sobre otros mundos- interrumpió este raro maestro, pero solo la idea de poder salir me daba la ventaja para ir a comer algo y así todo dolor de mi estomago se apaciguara.

Pero La maestra Nanashi interrumpió—Primero: Nada de ir al Bosque de los Cien Acres para hacer el vago. - Rayos, pensé. La idea de poder salir había sucumbido en las órdenes de la maestra Nanashi, - Segundo: No hay Chocobos en Tierra de Partida, por lo que sería imposible encontrar algo.
Qué bien, Yami nos estaba haciendo lindas bromas- respondía mentalmente. Pero lo que diría Nanashi después me haría cambiar de opinión -Tercero: Quiero que entrenen en magia ya que desde que llegaron se han limitado a entrenarse físicamente
Magia, eso me hizo dar una pequeña sonrisa. Dentro de todas las cosas que había aprendido, lo que más me fascinaba, era la magia. Era lo único que me hacía sentir fuerte.

-Y nada de hacer tonterías, como me entere de que no habéis hecho nada productivo haré que el Maestro Ronin tome cartas en el asunto. Si me disculpáis, tengo ciertos asuntos que atender.
Creo que ahora empieza el entrenamiento en serio- Me alenté pensando.

De todo el rato en que habíamos estado ahí, si no hubiera sido por Nanashi, estaríamos buscando Chocobos en los jardines de Tierra de partida, mientras nuestro maestro estaría vagando por ahí en el comedor.
Ahora si me sentía más seguro, en ese ambiente de orden yo estaba listo para entrenar.
Cuando se retiró Nanashi, de un momento a otro, esa sensación se fue a duda. El hecho de estar con estos dos maestros a solas, uno que era vago y la otra media loca, no daba mucha confianza. Así que el maestro Kazu se nos dirigió con la primera pregunta, que para mí, sí tenía respuesta.

—Así que... Magia... Eh, sí. Sé de eso. Podríamos empezar con algo fácil... ¿Sabéis hacer algún hechizo o algo?-
El primero en responder fue Hikaru. El negó rotundamente con la cabeza, lo que de por si, creería que no tendría ventajas, así que para ayudarle nombré uno de los dos hechizos que tenía, y por conveniente equilibrar un poco el entrenamiento.
Era de común en mi pensar en los demás, quizás era una debilidad o tal vez una ayuda para los demás, al fin, teníamos que entrenar la magia y la idea no era mostrar la cantidad de magia que cada uno tenía.
La mirada de Kazu posaba en mí, esperando una respuesta. Con un cierto nerviosismo, mezclado con el leve dolor de estomago, respondí: Eh… Yo sé Hielo…- lo dije dejando la frase en suspenso, con el objetivo de que por algún motivo Xefil completara con su respuesta.

[Zee]

Yami fue la primera en contestar a la pregunta. Y digo la primera porque no fue la única: tras habernos apremiado a que continuáramos con la épica búsqueda de los Chocobos, haciendo ademán de abandonar la sala con nosotros siguiéndola, el Maestro Kazuki intervino sugiriendo que fuésemos a visitar la biblioteca a aprender de otro mundo, a un lugar llamado el Bosque de los Cien Acres cuyo papel dentro de ello no pude entender.

Sin embargo, mi Maestra llegó al rescate una vez más. Tras dejar escapar un bufido, denotando su evidente cansancio, nos ordenó a los cinco.

—Primero: nada de ir al Bosque de los Cien Acres para hacer el vago —lo que descartaba el entrenamiento del Maestro Kazuki por completo—. Segundo: no hay chocobos en Tierra de Partida, por lo que sería imposible encontrar algo —así que al final ni siquiera había Chocobos en los alrededores de la academia. Rídiculo. Eso dejaba fuera a la Maestra Yami, también. Lo que sólo significaba que mi tutora iba a dar una nueva orden por su cuenta—: Tercero: quiero que entrenen en magia ya que desde que llegaron se han limitado a entrenarse físicamente. Y nada de hacer tonterías, como me entere de que no habéis hecho nada productivo haré que el Maestro Ronin tome cartas en el asunto. Si me disculpáis, tengo ciertos asuntos que atender.

Dejé salir un suspiro, lamentando la clase de embrollo en la que me había metido. Así que al final Kazuki era un distraído y además flojonazo al que le gustaba perder el tiempo; mientras que Yami debía dormir al lado de la caldera, pues su peculiar comportamiento sólo podía ser explicado por altas cantidades de gas inhalado. Me quejé sólo mentalmente, sin embargo, porque si habían ascendido a Maestros de la Llave-Espada era por una razón. Y, evidentemente, el combate, la magia y el conocimiento no lo eran todo.

Pero al final Nanashi nos había salvado. Aunque autoritaria y estricta en extremo, era bueno que hubiese llegado para poner orden. Alguien tiene que mandar y mantener la cabeza fría, ¿no? Y Nanashi era perfecta. No por nada era llamada la Maestra Implacable.

—Así que... Magia... Eh, sí. Sé de eso —comenzó Kazuki, adelantándose a la Maestra Yami. Por alguna razón, ésta última se me antojaba más buena en hechizos y encantamientos que su compañero, aunque eso no era más que un tiro en la oscuridad guiado por las apariencias. Tal vez el joven Maestro ocultaba un magnífico hechicero bajo su faceta de dormilón. Es que en serio, hasta la Princesa Aurora lucía más despierta que aquel pobre diablo—. Podríamos empezar con algo fácil... ¿Sabéis hacer algún hechizo o algo? —y como para probar mi calificativo, Kazuki dejó salir un largo bostezo.

Me giré hacia mis compañeros y advertí apenas cómo Hikaru negaba con la cabeza. ¿Debía asumir que él prefería practicar su combate y habilidades físicas? ¿O es que no había tenido la oportunidad de estudiar lo suficiente? Si su Maestro era tan extravagante como Kazuki o Yami, no podría culparlo...

Exuy, por otro lado, declaró:

—Eh… Yo sé Hielo… —noté cómo el Aprendiz dejaba su frase abierta, esperando que yo la completara por él. Asentí con la cabeza y dije:

—Me temo que aunque le he echado varias ojeadas a "Introducción a la magia básica" y "Correcto uso e invocación de hechizos elementales" en la biblioteca, no he hecho magia ni una sola vez. Sé la teoría detrás de Piro y Hielo, pero no he podido pillarle el truco a Electro todavía. Y ni hablar de Aero o Aqua, los cuales no he podido ni tocar.

>Con eso dicho... —volví a hacer una pequeña reverencia, aunque ésta dirigida a las dos autoridades frente a mí—. Me honraría entrenar y aprender bajo su tutela, Maestra Yami, Maestro Kazuki.

[Sombra]

Mientras los aprendices hablaban Kazuki (por una vez) estuvo atento a las respuestas de los tres. Cuando el primero de los tres negó el saber algo de magia, Kazuki miró triste al joven. Rostro que cambió cuando escuchó a los dos siguientes hablar.

—¡Oh! ¿Ya sabes usar eh... hielo? Muy bien, supongo —felicitó bastante más animado a Exuy, finalmente se dirigió a Xefil a quien analizó clavando sus ojos en él dejando ver de lleno sus claros ojos marrones marcados por gruesas ojeras—. Bueno, si ya sabes la teórica, supongo que no será muy dificil que... Aprendas algún hechizo. ¿Habéis probado a saber cual es vuestra eh... afinidad? Es... Fácil, creo.

Yami se lanzó a la espalda de Kazuki montándolo como si fuese un caballito descolocando el hermoso kimono y haciendo que se desabrochase un poco mostrando un poco de su cuerpo, aunque esta pareció no darse cuenta. Kazuki por su parte, estuvo a punto de caer de narices al suelo, aunque tuvo bastante suerte ya que tan solo perdió el equilibrio unos instantes.

—Nosotras sabemos hacerlo —aseguró la maestra bajándose por fin de encima del joven maestro que parecía estar quejándose, aunque no pudiesen entender que decía. Cerró los ojos y puso sus brazos extendidos hacia delante haciendo que su cuerpo empezase a desprender una especie de aura de color negra que rodeaba ligeramente su cuerpo como una fina y casi invisible neblina—. ¿Alguna pregunta? —preguntó de pronto. Era evidente que tenían preguntas, ni siquiera habían explicado la teoría, ¿como pasarían entonces a la práctica? Podrían intentar imitar a la maestra, sin embargo por mucho que lo intentasen a ninguno le resultaría posible sin recibir antes alguna explicación coherente.

[James Bond]

Kazuki nos prestó atención por primera vez desde que apareció en la sala. Me miró como si hubiera dicho algo malo. No sabía hacer magia, así que no tenía sentido ocultárselo. Pero cuando Exuy y Xefil dijeron que sí sabían hacer magia, la cara se le alegró como cuando un niño chico abre sus regalos de Navidad. Entonces nos preguntó si habíamos probado a averiguar cual era nuestra afinidad. Por suerte, eso sí sabía que era. Según leí en un libro de la biblioteca, la afinidad era el elemento en el que estaba especializado un portador de la Llave-Espada. Es decir, que si un portador era afín a Fuego, su poder con las magias de fuego aumentaría. Pero aunque sabía eso, no sabía como averiguar mi afinidad. Entonces Yami, como si me hubiera leído el pensamiento (eso, o que simplemente intuía que ninguno de nosotros lo sabíamos) nos demostró cómo hacerlo. Cerró los ojos y extendió sus brazos hacia delante como si fuera a ponerlos sobre los hombros de alguien. En ese instante, un aura de color negro rodeó su curpo y al poco desapareció. Me quedé asombrado por aquello. ¿Acaso aquella aura negra quería indicar que Yami era afín a la Oscuridad?
Intenté imitarla, pero mi esfuerzo resultó en vano. Le pregunté a la Maestra:

—Disculpe Maestra Yami... ¿có... cómo hago exactamente lo que usted ha hecho?—

[Yuehito]

Me honraría entrenar y aprender bajo su tutela, Maestra Yami, Maestro Kazuki.- Parecía que no era el único que sabía algo de magia, eso claramente nos daba una ventaja. Por un momento sentí pena por Hika, pero analizando supuse que tendría habilidades con otras cosas o aun no había desarrollado su lado mágico.

Mientras miraba a Xefil cuando hacia su reverencia me preguntaba porque era tan noble y educado, y supuse que él debería haber llegado de un lugar muy sofisticado, no como me habían encontrado a mí. Sí, me apené con el solo hecho de sentirme inferior a él, yo, quien me había criado en un orfanato, vivía de escasas bendiciones porque todas estas cosas tenían que alcanzar para todos. De pronto mis fugases pensamientos melancólicos mientras miraba a Xefil fueron robados por las palabras de Yami -—¡Oh! ¿Ya sabes usar eh... hielo? Muy bien, supongo —Me sentí bien con solo por haber sido aceptado. Luego de esta felicitación se volvió a Xefil para hablarle. Esta vez no me sentía tan tristón al mirarle—. Bueno, si ya sabes la teórica, supongo que no será muy difícil que... Aprendas algún hechizo. ¿Habéis probado a saber cual es vuestra eh... afinidad? Es... Fácil, creo.

En ese momento nuevamente habían volado las confundidas indicaciones de la maestra Yami, esta vez tirándose arriba del maestro Kazu. La escena fue tan ridícula que por la belleza de la maestra y por no haber sido el único momento ridículo del dia, que no me causó ninguna reacción de expresión vergüenza. Cuando descendió de las espaldas del maestro Kazu extendió sus manos y una niebla negra la cubrió, esta vez quería pensar que era otra de sus bromas como la del Choboco, pero ocurrió lo contrario.

Esa aura la conozco- Pensaba mientras observaba a la maestra Yami- Se parece a una especie de magia, y muy similar a las que controlaban las personas que destruyeron mi orfanato- importunamente, cuando contemplaba la demostración de la maestra ,preguntó -¿Alguna pregunta? .

Al momento de querer hacerle la pregunta las manos de Hika llamaron mi atención al haber aparecido por mi vista periférica, en ese mismo instante me volteé a verle y le miré sus manos pensando que aparecería una especie de aura. Sentí un nerviosismo pasar por cuerpo por pensar que cada uno debería saber hacer el ejercicio, además de pensar que el tenia un poder oculto mayor al de Xefil y el mío. Cuando le observaba impacientemente todo había culminado cuando descendió sus manos, como si no lo hubiese resultado y así finalizó con una pregunta que aclararía mi nerviosismo - —Disculpe Maestra Yami... ¿có... cómo hago exactamente lo que usted ha hecho?— Boté todo el aire contenido y me relaje. Sabía que si intentaba hacer lo mismo no resultaría, asi que no lo intenté y además de que nuca en todo el trayecto de los entrenamientos no había sentido ninguna”Afinidad” con algo. Pero lo peor era que no sabía que era esa “afinidad” de que hablaban.

¿Afinidad?, debe ser algo con que tenga más habilidad, pero esa aura, debe ser algún tipo de magia– Abducía en mi mente, y todo evocaba a una afinidad a la magia, pero aun así no quise preguntar nada por no saber que era muy bien en definitiva y porque en realidad la única pregunta era como saber hacerlo y hikaru ya lo había preguntado.

Asi que preferí guardar silencio, mire un momento a Xefil para ver si tenía alguna pregunta, mientras le miraba apreté mis labios,intentando decirle de no querer hablar. Devolví la mirada a la maestra Yami esperando que le respondiera a Hikaru.

[Zee]

—Me temo que no entiendo... —me excusé, después de ver cómo la Maestra Yami, haciendo un encantamiento que yo no conocía, dejaba salir un aura de sus manos que, según se decía, revelaba su afinidad mágica con elemento de la naturaleza—. ¿Cuál es la teoría detrás de ello?

La verdad era que no había entendido nada. Y a juzgar por el fracaso de Hikaru y la resignación de Exuy, que ni siquiera lo intentó, ellos tampoco habían comprendido la exhibición de la Maestra. Kazuki nos había pedido que intentáramos averiguarlo y Yami, amable, nos mostró cómo hacerlo... salvo que no nos explicó ni una pizca de lo que había hecho.

Intentando imitarla, llevé mi mano derecha, con la que era más hábil, al frente. La alcé como si quisiera invocar mi Llave-Espada y apunté con ella a un punto aleatorio. Cerré mis ojos e intenté concentrarme. Si mi teoría era correcta, entonces podría hacer la prueba de la afinidad sin que nadie me explicara nada. ¡Qué emoción!

Solamente tendría que dejar salir mi energía por la palma de mi mano, concentrándome fuertemente en imitar las acciones de Yami. ¿Así funcionaba la magia? Tal vez. La fuerza vital tendría que fluir y yo, como Aprendiz, tendría que ser capaz de moldearla con un sencillo proceso de pensamiento.

Lentamente, dejé que mi fuerza mágica... o al menos, lo que pensaba era mi fuerza mágica, fluir desde mi corazón hasta la palma de mi mano. Ahora sólo debía...

Una fuerza me empujó el brazo hacia atrás sin previo aviso. De la palma de mi mano brotó una energía azul que rápidamente viajó por el aire, sin desviarse ni un ápice, hasta donde había apuntado. Con el sonido de varios cristales rompiéndose, mi "hechizo" se estrelló en la punta de uno de uno de los tronos, dejando detrás de sí escarcha y un vapor frío que no tardó en desaparecer.

—Aaah... ¿Maestro Kazuki? —llamé—. Retiro lo dicho. Sé cómo hacer el hechizo Hielo...

[Sombra]

—Ah... enhorabuena, Zafir —felicitó el maestro dedicando una desganada sonrisa al joven—. Lo que Yami eh... acaba de hacer es concentrar energía vital alrededor de su cuerpo, es algo así como... el alma de una persona. En su eh... caso ella tiene afinidad a Oscuridad por lo que uhm... le resulta más sencillo realizar habilidades que tengan que ver con dicho elemento. Existen eh... objetos que permiten tener más de una afinidad y existen algunas personas, aunque son muy pocas que... tienen varias a la vez.

La maestra Yami empezó a bailar y a cantar sin ningún aparente, había que admitir que cantaba genial y que su danza era también muy elegante y bonita, pero que empezase a hacerlo sin más parecía un poco extraño, incluso de locos.

—Es por eso que nunca puedo dormir... —se quejó observando a la maestra—. Eh... Ahora yo os mostraré como se hace. Imitadme y haced lo que yo os digo —cambió de tema radicalmente al darse cuenta de nuevo del lugar en el que estaba.

El maestro puso las manos hacia delante del mismo modo que había hecho la maestra Yami antes.

—Primero, visualizaos a vosotros mismos, no penséis en nada más, solo observad vuestro interior, ¿quienes sois? Haced que vuestro corazón os... responda a esa pregunta —el maestro esperó un minuto para que los tres se concentrasen en su tarea—. Ahora eh... sentid vuestro corazón. ¿Notáis esa sensación de paz en vuestro interior? Eso es... vuestra alma, vuestro corazón, también se conoce como Descenso al Corazón, allí es donde está vuestro verdadero yo, no existen mentiras ahí dentro, solo vuestra realidad —el maestro abrió los ojos para contemplar a que los tres estaban siguiendo sus pasos—. Por último, proyectad vuestra alma a vuestro alrededor, como si os hubiéseis hundido tanto en vosotros mismos que vuestro aura escapa de vuestro cuerpo —finalizó la explicación. Alrededor del maestro apareció una de aquellas auras, la suya era realmente extraña, transparente, pero era como si estuviese distorsionado, como si tuviese gas a su alrededor provocando ondulaciones a su alrededor. ¿Qué clase de afinidad podría ser esa?

Spoiler: Mostrar

Zero: Edito el mensaje de Sombra en calidad de GM, avisando que James Bond está ausente y que la siguiente actualización, por lo tanto, quedaría a cargo de Yuehito. Perdonen las molestias ^^

[Yuehito]

Luego de haber escuchado la explicación de Maestro Kazu estaba todo más claro, al menos eso pensaba, lo mas sorprendente fue que el hechizo de hielo que había hecho Xefil había sido aprendido en un intento de encontrar la afinidad. Lo que me daba para pensar que esto de la afinidad le sería más fácil.
Mientras meditaba en como poder “concentrar energía vital alrededor de su cuerpo”, la maestra comenzaba con sus bailes exóticos, esta vez, me nació una pequeña risa que la disimulé cuando el maestro Kazu extendió sus manos.
-Primero, visualizaos a vosotros mismos, no penséis en nada más, solo observad vuestro interior, ¿quienes sois? Haced que vuestro corazón os... responda a esa pregunta – Y cerré mis ojos…

… ¿Quien soy? , difícil pregunta para alguien que no tuvo padres, que fue encontrado en las calles de Villa crepúsculo, Mi corazón siempre cedió a nunca mirar quien realmente era…

- Ahora eh... sentid vuestro corazón. ¿Notáis esa sensación de paz en vuestro interior?.

…¿Paz? , no veo lo que hay en mí… ¿quien realmente soy? … un vengador, un buscador de la verdad o quizás un ejecutor de la justicia… ¿Es en realidad eso o mi realidad es otra? … podré encontrarme a mí mismo si nunca creí haber constituido algo por mi mismo…

- Eso es... vuestra alma, vuestro corazón, … también se conoce como Descenso al Corazón, … allí … es donde está vuestro verdadero yo … , no existen mentiras ahí dentro, … solo vuestra realidad.

… Mi verdadero Yo… en mi corazón… mi corazón… - Mi cuerpo se hacía débil, y me sentía flotando. De ser tanto así, comencé a percibir que comenzaba a caer, en ese momento quise abrir mis ojos, pero un agotamiento inundo todos mis sentidos. Caía a una velocidad incomprensible, pero sabía que caía. Hasta que de pronto mi cuerpo se detuvo, ya no sabía en qué posición estaba, no tenía en cuenta en que espacio me encontraba – … que Clase de hechizo es este en que me sumergí – El frio suelo se hizo sentir en mi espalda, esta vez me percataba acostado, y en un gran esfuerzo abrí mis ojos – ¿Dónde estoy? – Con un repentino susto, mi nerviosismo se hizo intenso. Creí haberme salido de toda realidad en la que nunca podría escapar. Sostenido en una plataforma trataba de responder a las interrogantes de ese momento. Observé el piso, en el me encontraba yo donde se ilustraban dos replicas de mi apoyadas espaldas con espaldas, como si uno quisiese mirarse con el otro, cosa que no podían hacer porque al intentar hacerlo los dos al mismo tiempo les era imposible.
Era Frio aquel retrato en la plataforma, me hacía sentir confuso. Corrí hacia las orillas de esa plataforma circular para poder observarla mejor, y al llegar a la orilla y voltearme mi temor se hizo mayor. La imagen ya no estaba, y al contrario, todo estaba de un azul índigo. – Que diablos pasa!, Tengo miedo! – De repente una mano se poso en mi espalda diciendo: “en el centro de tu corazón está la respuesta”- Al girar para ver lo que había atrás me encontré que la persona era yo. Comencé a sentir pánico y mis ojos trataban de desmentir lo que miraba. Le hice un quite a la mano que posaba en mi hombro y le dije asustadamente: “¿Quién eres?, ¿Cómo es que… eres yo?”- Y la respuesta fue anunciada a mis espaldas: “Aquí están las respuestas”- Al girar para ver quien había respondido, nuevamente estaba mi otro yo delante. Para corroborar volví la mirada donde supuestamente tenía que estar el anterior yo, pero no se encontraba. Comencé a observar toda la zona, pero solo estaba yo y mi otro yo, el cual estaba en el centro. Me propuse a no tener miedo, aunque el nerviosismo me acompañaba y inicié un recorrido hace él.
Él tenía las respuestas. Lo imprescindible comenzó a pasar, al mirar el suelo la imagen comenzaba a emerger, todo a medida que me acercaba a él. Al estar frente a frente con mi otro yo, la imagen estaba nuevamente completa.
- “no hay porque de tenerle miedo a tu interior, es lo que eres… ¿qué piensas que eres?”
-“¿qué es lo que pasa?”
-¿No querías ver quien eras?
-¿Quién eres?- pregunte dudosamente
-¿Quién eres tú?
- Yo soy… - Una duda me envolvió. Intuitivamente terminé mi oración – Soy Exuy. Pero aun no me has respondido quien eres.
-Yo soy Exuy.
-No puede haber dos Exuy, ¡yo soy Exuy!- Me enardeció que dijese eso- Ya basta de bromas, Maestro Kazu libéreme de este hechizo, no me causa gracia!
-¿Maestro Kazu?, aquí no hay ninguno que tenga ese nombre, Aquí esta Exuy. Y ese eres ¿tu? … o ¿yo?
-Tú no lo eres, porque estoy seguro de que soy yo.
-Pero aun así no te conoces
-Tú eres falso, eso es lo que eres…
-¿Falso?! ¿Como estas seguro de eso?- Comenzó a acercarse a mí y por ende comenzaba retroceder- ¿y si eres tu el falso?- Ya era muy tarde para retroceder me tenia agarrado de los hombros – ¿Quién eres? Y ¿Por qué lo eres?- Su mirada me hizo verme a mí mismo, fue tanto así que nuevamente me encontraba arrodillado en el centro de la plataforma, como si todo hubiese sido una ilusión.
-… Quien soy… Porque… yo… - El estaba ahí, enfrente de mí de nuevo, igualmente arrodillado, listo para decirme algo cuando hablara o renegarme quien era.
-¿Tu eres real?- Esa pregunta repercutió en lo más fondo de mi corazón- ¿O yo soy real?
Cerré mis ojos y me deje llevar por sus preguntas.
- Tú eres real… Yo… También… Somos reales… pero no sabíamos quiénes éramos… Yo lo sé… ahora… tú también… Conozco mi pasado, pero puede que no sea de verdad, puede ser todo una ilusión, pero de lo que sé es que, soy de verdad, soy el Exuy. El que está forjando un nuevo futuro y reconstruirá un nuevo destino. Ahí estará la verdad, ahí estaré Yo, ahí estarás tu, ahí estarán todos.

Ahí me encontraba, en la sala de Tronos, con mis ojos cerrados, arrodillado, de pies, no sabía. Y pude volver a escuchar la voz del maestro Kazuki diciendo: Por último, proyectad vuestra alma a vuestro alrededor, como si os hubieseis hundido tanto en vosotros mismos que vuestro aura escapa de vuestro cuerpo- Al haberlo escuchado Extendí mis manos y comenzó a salir un aura que comenzó a rodear cada parte de mi cuerpo. Una sensación cálida emergía en todos mis sentidos y una niebla transparente comenzó a nacer de mí. Era extraña, y a medida que se expandía me hacia borroso. Al poco rato, el aura se hizo tan intensa que desaparecí. Me encontraba invisiblemente ante los maestros y quizás con mis compañeros expandiendo sus auras.

En ese momento no supe nada de mí, solo sentía que esa aura nacía de mí. Era tan cálida y de momentos se volvía fría. En sí, era extraña. Decidí abrir mis ojos y observaba como los maestros me miraban, y desconocí sus miradas. Estaba invisible. Luego de un momento esa aura comenzó a desvanecerse y mi cuerpo se hacía visible otra vez.- ¿Qué tipo de Afinidad tendría?- era la nueva pregunta que albergaba en mi cabeza.