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Si encontraron la respuesta al mismo tiempo por mera coincidencia o por alguna clase de conexión telepática que no pudieron comprender, los Aprendices nunca pudieron precisarlo. Al instante Mei y Ueki expresaron la respuesta en voz alta, bastante entusiasmados, con la chica adelantándose por sólo unos momentos. Zeix, que había tenido el infortunio de haber sido el recadero, no pudo ver el acertijo que le habían pegado en la frente; pero inmediatamente siguió a sus compañeros hasta la biblioteca. El lugar que, se suponía, era la respuesta correcta al acertijo.
Para ser un lugar que recogía información sobre todos los mundos, debía ser, evidentemente, bastante extenso. Y así era: de dos plantas y cubierta casi en su totalidad, la biblioteca no se dejaba ningún rincón vacío. Libros, libros, libros... ¡y más libros! ¿Cómo podrían encontrar el acertijo allí? Podrían preguntarle a los Aprendices que estudiaban en las mesas o a la parejita que parecía haber explorado los lugares más oscuros y ocultos entre las estanterías.
Afortunadamente, parecía que no sería necesario. Un pequeño moguri, sentado detrás de un mostrador bastante cerca de la entrada, les hizo una señal y les llamó:
—¡Llegáis tarde, kupó! Yo soy Mogrey. ¡No debéis dejar a quienes os ayudan a entrenar esperando, kupó! —cuando los Aprendices se acercaron a él, el moguri hizo otro gesto, aunque este nuevo para pedir su paciencia unos instantes. Se agachó debajo de su escritorio y, tras mover una cosilla y otra, volvió a asomarse por encima mientras dejaba un voluminoso grupo de papelitos amarillos.
¿Las notas?
—¡Como me gustan mucho los acertijos los he resuelto todos yo solo, kupó! Y como he escrito las respuestas con boli, ahora no puedo devolverlos a donde estaban. ¡Lo siento mucho, chicos! —el moguri se escondió detrás de sus manitas, avergonzado—. ¡Es lo que tiene ser un erudito con amor al conocimiento, kupó; a veces tiene sus desventajas!
Mogrey le tendió el montón de papelitos a Zeix, quien debería de tomarlos entre sus manos, donde seguramente ya tendría el que antes se hallaba en su frente. Si les echaba una ojeada, encontraría acertijos sobre los Sincorazón, los Maestros, el Gremio, las Mascotas... ¡Había bastantes cosas que habían pasado por alto! Debían ponerse al corriente cuanto antes si es que la Maestra Rebecca tenía un examen preparado.
—¡Tienen muchos tips útiles sobre Tierra de Partida y vuestra misión como caballeros! Pero bueno, como habéis llegado hasta aquí, seguro que resolvéis este último mogu-acertijo mucho más rápido —esta vez Mogrey le entregó la otra nota (ésta sin la respuesta escrita) a Mei, como si supiese que ella era la que más éxito había tenido con las demás. Mientras los tres Aprendices se alejaban leyendo la adivinanza, el moguri bibliotecario añadiría—: ¡Y me alegra que apreciéis el conocimiento sobre el combate, kupó! ¡La biblioteca estará para vosotros los Aprendices en cualquier momento que la necesitéis!
¿Podrían resolver el último acertijo ahora que Mogrey les había arrancado las demás decenas?
Nota de Mogrey escribió:Cuatro hermanos, dos y dos, juntos nacieron,
en mortales enemigos pronto se convirtieron.
Únicos, ninguno es al otro igual;
y ni hablar del que supone su par.
Uno de los mundos es el pilar,
otro de las fragancias el hogar;
y el combatiente de aquel que compone el mar,
donde lo viste hoy la recta final has de encontrar.
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