[País de las Maravillas] ¡Que les corten la cabeza!

[Hitori]

Tras la batalla, Hitori estaba preparado para continuar el camino que había pensado. Sin embargo, cuando iba a empezar a caminar, alguien apareció de repente ante él: Era Hein.

—¡No me fastidies! —dijo, mirando al chico—. ¡Dadme un descanso! ¡Barrer Shift!

Acto seguido, el esqueleto viviente se alejó corriendo. Hitori no sabía qué hacer: Por un lado, no quería seguirle, puesto que sería una gran molestia. Sin embargo, algo le decía que debería ir tras el esqueleto e intentar luchar contra él.

—Agh, maldita sea... —se quejó, echando a correr tras Hein, sin atacarle. Se limitaría a perseguirle de cerca, esperando encontrar algún callejón sin salida. En el peor de los casos, si Hein fuese por encima de los setos, podría subirse a ellos...

[Quico]

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Siento muchísimo el retraso

Lancé el hechizo, directo hacia Hein, no creía en la posibilidad de fallar el golpe, aparte de que no se había dado cuenta de mi presencia, por suerte. Y efectivamente no fallé, ni tampoco él esquivó el golpe; más bien lo absorbió . Mi Electro no fue capaz de atravesar una especie de barrera mágica que rodeaba a Hein, que parecía resistente a mi magia, al menos a la eléctrica.

El esqueleto esbozó en un principio una calavera que parecía asustada, gritó y se fue hacia el pasillo contrario al mío, en la dirección a la que fuimos Hitori y yo mientras nosotros huiamos de las cartas, riéndose. Finalmente dio un doble salto al final del pasillo, huyendo por encima del seto, pero antes me dedicó unas hermosas palabras de despedida:

— ¡Nos vemos otro día, muchachote! — y finalmente se fue.

Tenía que ir tras él, aunque fuera solo para darle un mamporrazo en toda la cabeza como venganza, o quizás no lo quisiera yo...

Fui corriendo hacia delante, siguiendo el camino que me llevó hasta la bifurcación donde nos separamos Hitori y yo, pero esta vez fui hacia el lado que aún no había explorado, el camino de la derecha.

— Tú vas a necesitar mi ayuda dentro de poco. Tú lo sabes.

Intenté ignorar a esa voz, pero sonaba muy tentadora. Vacilé un momento, y de repente ya no era yo. Podía sentir todo lo que estaba a mi alrededor, pero no podía realizar ninguna acción, al menos mi voluntad era incapaz de superar a la otra.

[Soul Artist]

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Comienzo a poner fechas límite para acabar de una vez por todas. No queda mucho, dos o tres rondas más como mucho. Ánimo.
Próximo límite: martes 21 de Agosto, 21.00.

Fran corrió en la dirección elegida y fue a chocarse con alguien de golpe. Una mujer se había colocado en su camino, aunque esta soportó el golpe y no cayó al suelo al igual que él. Simplemente, le sonrió y le ofreció la mano para que se levantara.

—¡Eh, no te conozco! ¿Necesitas ayuda?

Una vez le hubiese ayudado, una figura conocida apareció corriendo al fondo del pasillo, directo hacia ellos. Al ver el camino bloqueado por los dos jóvenes, frenó en seco e intentó dar la vuelta, pero bloqueando el trayecto había surgido el compañero de Fran: Hitori, evitando que así huyese.

—¡No me detendréis! —aseguró Hein, mirando hacia uno de los setos. Hizo un además de saltarlo, pero justamente por él surgió otra tercera figura que le tiró al suelo directamente: Ragun, que no venía acompañado por su mascota.

—¡Mira, Ragun! ¡Las sobras de la basura! —señaló la joven hacia Hein. Este, desde el suelo, dirigió su mirada a los aprendices, furioso pero todavía sin rendirse. Levantó una de las piernas para mostrarse arrodillado, tapándose con su capa.

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El tema está pensado para que cada momento de este post se ajuste con las tres piezas.

—Qué momento más dramático tenemos aquí... —susurró, golpeando el suelo con ira—. El gran héroe, atrapado entre los villanos de la Sable Llave... Y con ellos, estás tú...

Hein observó directamente a la joven, la cual se apoyó sobre sus rodillas para acercar su rostro al esquelético personaje. Rió por lo bajo, inocentemente, y ladeó la cabeza con los ojos cerrados, como una niñita.

—¡Cuánto tiempo! Bueno, has demostrado ser un poco inútil después de todo para hacer caer a la Reina. Has fallado la prueba. Ahora, permíteme librárme de ti...

—¡Todavía no!

Hein se levantó de golpe, furioso. Señaló directamente hacia la joven e invocó de nuevo unas Sombras, con un pequeño aura de oscuridad rodeándole.

—¡Atacad, mi ejército! ¡Cortadle la cabeza a la traidora!

—Ah, así que tu barrera es débil ahora mismo al fuego... —comentó en alto la joven, sin verse en absoluto intimidada—. Eso resume todo bastante bien...

—¡Atacadla!

Las Sombras obedecieron la última orden de Hein, aunque no como él esperaba. Para sorpresa de los tres aprendices y del propio hombre teatral, los Sincorazón se dieron media vuelta y atacaron con sus garras a su amo, con un potente salto que le pilló por sorpresa.

—¡Argh! ¿Qué hacéis? —protestó él, cubriéndose con su capa—. ¿Es que estáis tontos? ¡Tenéis que atacarla a ella, no a mí!

—Parece que ya no te obedecen —se burló la joven, invocando una esfera de llamas negras en su mano—. Es lo que sucede al intentar jugar con la oscuridad sin tener un corazón preparado...

La mandíbula de Hein se abrió de forma espectacular al ver el ataque que preparaba la joven, dando un aspecto ligeramente cómico.

—¡No, espera! —casi suplicó el hombre, alzando su mano al aire y dejando ver su barrera de nuevo, como Hitori había observado—. ¡Barrier...!

—Fulgor.

Las llamas de la mano de la joven, en forma de una esfera ardiente, fueron directas al esquelético hombre. No le dio tiempo para completar su hechizo, por lo que intentó salir corriendo en dirección contraria, aunque fue inútil: en cuanto tomó contacto con él, la esfera estalló en una gran bola de fuego que obligó a tirarse al suelo a los tres aprendices para que ninguna de sus llamas le alcanzasen.

En cuanto pudieron volver a ver algo claramente, quedarían pasmados: el hechizo de la joven había arrasado por completo parte del laberinto, y ya no había rastro de ningún Sincorazón en absoluto. El cuerpo en llamas de Hein se encontraba en mitad de un cráter que había provocado el Fulgor, quieto e inmóvil. Las llamas habían abierto un nuevo camino por el que huir, que llevaba directamente al bosque en el que anteriormente había estado Ragun, el Bosque de Lotos.

—¡Qué divertido ha sido todo esto! —aseguró la joven, volviendo a juntarse con Ragun—. Con vosotros me lo paso mejor incluso que con Akio, y Akio no es un cualquiera. ¡Venga, huyamos antes de que vengan los guardias!

La chica se apresuró a correr hacia la nueva salida provisional que había creado con su ataque, juguetona. Pasó por encima del cuerpo de Hein, el cual soltó un quejido al ser pisado, demostrando que seguía vivo pese a todo; era un esqueleto, un muerto viviente. No podría morir tan fácilmente.

—¿A qué esperáis? ¡Vamos! —les animó ella de nuevo—. ¡Venid con mami! Ah, que todavía no os he dado mi nombre... ¡Bien!

La joven hizo una reverencia, mostrando amabilidad a los tres pese a la escena que les acababa de mostrar.

—¡Soy Ariasu! —se presentó, volviendo a enderezarse—. ¡Ahora huyamos antes de que la gordinflona pesada nos corte la cabeza por destruir su laberinto!

Ariasu salió corriendo hacia el bosque, esperando que los aprendices la siguiesen. Si es que no se veían intimidados tras su demostración de poder...

[Sombra]

—¡No me detendréis!

—¿¡Pero qué!? —exclamé al ver como acababa de caer sobre alguien. Por sus atuendos supe de inmediato que era Hein, el tipo que controlaba sincorazón y que estábamos persiguiendo. Era muy sospechoso, y podía controlar los sincorazón, aquello le hacía doblemente sospechoso debíamos hacer algo, interrogarle. O llevarle frente a los maestros, además... si había alguna forma de controlar aquellos seres... No sería mala idea aprender a usarlos para hacer que no volviesen a atacar más.

—¡Mira, Ragun! ¡Las sobras de la basura! —señaló con el dedo índice la chica. Me aparté un poco cuando vi que el esqueleto nos miraba con odio y dejé que se pusiera con una de sus rodillas en el suelo mientras se cubría con su capa de forma dramática.

—Qué momento más dramático tenemos aquí... —deliraba con un tono bajo, pero que éramos capaces de escuchar, el hombre se movía como si en una obra de teatro se encontrara—. El gran héroe, atrapado entre los villanos de la Sable Llave... Y con ellos, estás tú...

—Se dice llave-espada —corregí, aunque fui ignorado.

Miré a la chica que me había acompañado en el laberinto. Esta se acercó y acercó su rostro hacia el "hombre" de extraña apariencia. Soltó una risita adorable y con los ojos cerrados sonrió.

—¡Cuánto tiempo! Bueno, has demostrado ser un poco inútil después de todo para hacer caer a la Reina. Has fallado la prueba. Ahora, permíteme librárme de ti...

¡Magia! Lo había sentido. En aquel momento, ella acababa de usar algún tipo de poder mágico. Seguramente mis compañeros también lo habían notado, una energía saliendo de las palabras de ella, como imbuídas en un misterioso poder.

—¡Todavía no! —dijo Hein realmente enfadado señalando acusador a la chica. Estaba sorprendido. No entendía que pasaba. ¿Quién era mi acompañante?

Un aura de oscuridad rodeó al esqueleto y un grupo pequeño de Sombras aparecieron desde el suelo obedeciendo su llamada.

—¡Atacad, mi ejército! ¡Cortadle la cabeza a la traidora! —alzó su mano señalando a la muchacha. ¿Qué debería hacer? ¿Protegerla? ¿Quedarme quieto? Ella había confiado en mí para que la protegiese. Quise interponerme, pero... Todo ocurrió a demasiada velocidad como para que mi cerebro pudiese asimilarlo todo... La chica, había hecho un comentario sobre algo que hacía débil a Hein, este ordenó que los sincorazón la atacaran pero...

Las Sombras, de pronto se volvieron contra él y atacaron saltando contra él con sus garras alzadas. El esqueleto se cubría con su capa mientras soltaba insultos contra las negras criaturas.

—Parece que ya no te obedecen —se burlaba la que había sido una inocente chica hasta hacía un poco, pero quedaba claro que no era quien aparentaba al principio. Me había mentido. Unas llamas negras aparecieron en su mano y con toda tranquilidad explicó el motivo por el que no le obedecían aquellas criaturas—. Es lo que sucede al intentar jugar con la oscuridad sin tener un corazón preparado...

"Tener el corazón preparado..." ¿Significaba aquello que yo podría controlarlos? Yo sabía mantener a raya la oscuridad y controlarla como hiciese falta sin verme afectado, llevaba tiempo usandola y nunca había tenido problemas... Salvo... No, aquello no contaba. No tenía que ver con la oscuridad, era diferente...

—¡No, espera! —intentó pedir, el hombre, al ver que la chica no cedería alzó su mano—. ¡Barrier...!

—Fulgor.

Las llamas que habían estado ardiendo en la mano de la muchacha de rubios cabellos salieron hacia Hein el cual no pudo hacer más que acabar recibiendo el ataque a pesar de intentar huír y crear un conte-hechizo en forma de barrera. Era muy poderoso, tanto que daba miedo tan solo estar cerca de su autora. La esfera de fuego negro creó una enorme bola de fuego explosiva que nos tiró al suelo. Era... increíble, aterrador.

Tardó un poco el que las llamas desapareciesen, pero... era....asombroso. El Laberinto había sido destruído en gran medida. Seguramente los sincorazón habían sido arrasados y Hein... estaba en el centro del ataque, en el crater que la explosión había producido. En la pared se había abierto una ruta por la que se podía ir y desde donde se veía el Bosque de Lotos, el cual estaba intacto. pero el laberinto... No quedaba casi nada de él, al menos en la zona que había sido destruída.

—¡Nyx! —exclamé preocupado por que mi mascota se hubiese visto envuelta en la zona del ataque. Pero apareció, por el enorme atajo que había producido aquel "Fulgor" y que le había permitido llegar tan rápido.

—¿Qué ha sido eso, jefe?

—Es largo de contar. Luego te lo explico.

—¡Qué divertido ha sido todo esto! —aseguró divertida volviendo a ponerse a mi lado de la manera más natural del mundo—. Con vosotros me lo paso mejor incluso que con Akio, y Akio no es un cualquiera. ¡Venga, huyamos antes de que vengan los guardias!

—¡Espera! ¿Conoces al Maestro Akio? ¿Por qué? —pregunté. Pero ella había empezado a correr pisoteando a Hein, que todavía estaba vivo, sin duda. Me quedé quieto en el sitio, pasmado, hasta que ella volvió a sacarme de mi sorpresa hablando con naturalidad de nuevo.

—¿A qué esperáis? ¡Vamos! —dijo llamando nuestra atención—. ¡Venid con mami! Ah, que todavía no os he dado mi nombre... ¡Bien!

Hizo una ligera reberencia que le daba un aspecto más terrorífico si cabe tras aquella muestra de poder.

—¡Soy Ariasu! —dijo su nombre—. ¡Ahora huyamos antes de que la gordinflona pesada nos corte la cabeza por destruir su laberinto!

No quedaba más remedio que obedecerla, al menos por ahora. Además, quería respuestas. Necesitaba saber quien era ella en realidad. Era muy importante informar a los maestros sobre lo que acababa de pasar, por ello necesitaba más información.

Caminé hacia el Bosque de Lotos siguiendo a Ariasu, pasando cerca del cuerpo de Hein, al cual miré algo... ¿apenado? Sí, me daba lástima en aquel momento.

—Ella tiene razón —dije a mis dos compañeros—. Si nos quedamos acabarán cogiéndonos y no somos tan poderosos como para derrotarlos. Por ahora, es mejor continuar con ella.

Y me puse a su altura.

—Ariasu, me gustaría preguntarte algo. ¿Quién eres en realidad? ¿Por qué conoces al Maestro Akio? —le pregunté, esperando una respuesta que temía, por algún motivo, que no sería contestada.

[Quico]

Siguió corriendo por el camino que continuaba después de la bifurcación, girando por todos los recodos que se encontraban delante de él; tuvo que girar a la izquierda y después a la derecha, encontrándonos en una bifurcación un poco más lejos. Creí que el camino de la izquierda sería quizás el mejor, pero desgraciadamente él me ignoró y aceleró el paso hacia delante, para así girar a la derecha después y con suerte encontrar a Hein.

Pero de repente, nos topamos contra algo que aparecía justo por el camino de la izquierda y que no le iba a dar tiempo esquivar. Chocamos irremediablemente, y en ese momento de medio mareo, volví a tomar el control.
Caí al suelo de culo, por lo menos sin tanto daño, ya que el golpe lo había recibido el otro.

Miré hacia arriba y vi a una señora rubia, que iba de verde, con unas medias blancas y un enorme sombrero en la cabeza, y que me estaba mirando.

— ¡Eh, no te conozco! ¿Necesitas ayuda?

—S…sí, supongo…

Ella me dio la mano y me ayudó a levantarme. Cuando iba a preguntarle quién era, observé a alguien que se acercaba corriendo por el sendero al que me dirigía en un principio. Era Hein. Me alegré de la suerte que había tenido de encontrarle. Al vernos intentó frenar, pero al darse la vuelta se encontró a Hitori, que también le cerraba el paso. Todo estaba saliendo fenomenal, lo teníamos acorralado donde queríamos, pero no contaba con una cosa, su doble salto.

— ¡No me detendréis! — habíamos estado a punto de atraparlo, pero se nos había vuelto a escapar de nuestras manos.

Entonces, otra persona, Ragun, apareció por el seto antes de que saltara Hein. Cayó al suelo, tirando con él al esqueleto viviente.

— ¡Mira, Ragun! ¡Las sobras de la basura! —señalo la chica a Hein.

El esqueleto hizo un ademán de levantarse arrodillándose, y se tapó con su capa.

—Qué momento más dramático tenemos aquí... El gran héroe, atrapado entre los villanos de la Sable Llave... Y con ellos, estás tú...

—Se dice Llave-Espada—le corrigió Ragun.

La chica acercó su cara a la calavera de Hein. Empezó a reírse de él, pero de forma inocente, como si fuera una niña pequeña.

—¡Cuánto tiempo! Bueno, has demostrado ser un poco inútil después de todo para hacer caer a la Reina. Has fallado la prueba. Ahora, permíteme librárme de ti...

—¡Todavía no! —gritó furioso Hein.

Se levantó en un momento, enfadado por alguna razón. Un aura de color oscuro empezó a formarse a su alrededor. Entonces invocó a unos cuantos sincorazón, unas pequeñas sombras como la de antes.

—¡Atacad, mi ejército! ¡Cortadle la cabeza a la traidora!

—Ah, así que tu barrera es débil ahora mismo al fuego... —siguió hablando la chica, ajena a la “conversación”. Intenté adivinar por qué de repente había dicho eso—. Eso resume todo bastante bien...

—¡Atacadla!

Agarré mi Llave Espada con fuerza, quizás tendríamos que luchar contra Hein y sus secuaces, pero pasó algo extraño. Se supone que la orden de las sombras era atacar a la chica, pero no lo hicieron, hicieron lo contrario, empezar a atacar al esqueleto.

—¡Argh! ¿Qué hacéis? ¿Es que estáis tontos? ¡Tenéis que atacarla a ella, no a mí! — dijo desesperado, intentando bloquear los golpes con su capa.

—Parece que ya no te obedecen. Es lo que sucede al intentar jugar con la oscuridad sin tener un corazón preparado...

La chica empezó a invocar un orbe de llamas de color negro en su mano, no tenía muy buena pinta. Hein parecía saber sus intenciones y puso tal cara de sorpresa que me temía que se iba a separar la mandíbula superior de la inferior.

—¡No, espera! ¡Barrier...!

—Fulgor.

El fuego que entonces se encontraba en la mano de la chica se dirigió hacia Hein en forma de una pelota de fuego. El esqueleto intentó huir, pero en cuanto tocó la bola el cuerpo de Hein, explosionó de una forma brutal. Inmediatamente todos nos tiramos al suelo, para que no recibiéramos ningún golpe del impacto.

Un rato después, cuando empezaba a ver más o menos bien, me fijé en los alrededores. La explosión había destrozado un área enorme del laberinto y las sombras seguramente también se hubieran desintegrado. Hein estaba en el medio de un cráter en el suelo, sin moverse, aunque después de un impacto así yo tampoco me movería mucho. Luego, más al fondo había un enorme agujero que parecía llevar a un sitio lleno de plantas, quizás un bosque.

—¡Qué divertido ha sido todo esto! —dijo la chica emocionada, incluso después de un impacto así—. Con vosotros me lo paso mejor incluso que con Akio, y Akio no es un cualquiera. ¡Venga, huyamos antes de que vengan los guardias!

—¡Espera! ¿Conoces al Maestro Akio? ¿Por qué? —supongo que Ragun también se sorprendió de este hallazgo. Parecía que ella conocía al maestro Akio, aunque no sabía de qué. Además, no parecía poder tener una Llave Espada, y nunca la había visto por Tierra de Partida.

Mientras pensaba en todo esto, ella se dirigió hacia el agujero que había creado, pisando a Hein por el camino. Este soltó un quejido de dolor.

—¿A qué esperáis? ¡Vamos! ¡Venid con mami! Ah, que todavía no os he dado mi nombre... ¡Bien! ¡Soy Ariasu! —se presentó haciendo una reverencia—. ¡Ahora huyamos antes de que la gordinflona pesada nos corte la cabeza por destruir su laberinto!

Siguió su camino hacia el bosque mientras nosotros estábamos aún demasiado sorprendidos por esa demostración de poder.

—Ella tiene razón. Si nos quedamos acabarán cogiéndonos y no somos tan poderosos como para derrotarlos. Por ahora, es mejor continuar con ella.

—Mientras no me lance un fulgor como esos, me parece bien.

Seguí a Ragun en su camino hasta donde nos quisiera llevar la chica. Aún quizás asustado por lo que podía hacernos Ariasu. Y Hein si nos vuelve a ver.

[Hitori]

Hitori corrió lo más rápido que pudo para alcanzar al esqueleto andante. No recorrió demasiado camino antes de ver cómo éste se detenía. En cuanto el chico le alcanzó, pudo ver la razón de ello: Fran y otra chica estaban delante de Hein.

—¡No me detendréis!

Hitori se mantuvo cerca del objetivo, quien intentó escapar por los setos sin éxito, ya que Ragun apareció en el momento justo para evitarlo. Hein estaba rodeado. No obstante, no parecía dar señales de rendición.

—Qué momento más dramático tenemos aquí... —golpeó el suelo con su huesudo puño—. El gran héroe, atrapado entre los villanos de la Sable Llave... Y con ellos, estás tú...

El esqueleto miraba a la misteriosa joven que estaba allí cuando habían llegado. Ésta se acercó a Hein inocentemente y soltó una risilla.

—¡Cuánto tiempo! Bueno, has demostrado ser un poco inútil después de todo para hacer caer a la Reina. Has fallado la prueba. Ahora, permíteme librárme de ti...

Hitori notó que la joven había marcado ligeramente la palabra "librarme". Si no se equivocaba, había efectuado el hechizo Libra de forma muy encubierta. Debía de ser una maga muy hábil.

—¡Todavía no! —exclamó Hein, levantándose e invocando un grupo de Sombras—. ¡Atacad, mi ejército! ¡Cortadle la cabeza a la traidora!

—Ah, así que tu barrera es débil ahora mismo al fuego... —efectivamente, la joven había realizado el hechizo Libra para poder conocer las debilidades de su rival—. Eso resume todo bastante bien...

Por su parte, Hein ordenó el ataque, pero las Sombras decidieron lanzarse contra su amo, dañándole con sus garras.

—Parece que ya no te obedecen —la chica invocó una esfera de fuego en su mano—. Es lo que sucede al intentar jugar con la oscuridad sin tener un corazón preparado...

—Ah, ¿pero tiene corazón...? —pensó Hitori, mirando al esqueleto.

—¡No, espera! ¡Barrier...!

—Fulgor.

Todo sucedió muy rápido. Hein intentó huir, pero la bola de fuego le alcanzó y provocó una enorme explosión. Hitori quedó cegado durante un momento, hasta que el resplandor cesó y pudo ver cómo una parte del área había quedado arrasada. Hein se encontraba en un pequeño cráter causado por la explosión, pero no parecía estar muerto. Además, el laberinto, al estar destruído, quedó abierto a una zona que parecía un bosque.

—¡Qué divertido ha sido todo esto! Con vosotros me lo paso mejor incluso que con Akio, y Akio no es un cualquiera. ¡Venga, huyamos antes de que vengan los guardias!

La chica echó a correr, pisando a Hein. Éste se quejó, dando señales de vida.

—¿A qué esperáis? ¡Vamos! —dijo, mientras se detenía—. ¡Venid con mami! Ah, que todavía no os he dado mi nombre... ¡Bien!

—¡Soy Ariasu! —dijo, haciendo una reverencia. Hitori reaccionó al instante con ese nombre. Era la chica a quien debía darle el informe—. ¡Ahora huyamos antes de que la gordinflona pesada nos corte la cabeza por destruir su laberinto!

—¡Eh, espera! —la llamó Hitori, corriendo tras ella. No esperó a sus compañeros, ya les alcanzarían—. ¡Tengo una cosa que darte!

[Soul Artist]

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Próximo límite: sábado 25 de Agosto.

Persiguiendo los tres aprendices a la joven a través del agujero que ella misma había formado llegaron, como Ragun imaginaba, al Bosque de Lotos. Plantas gigantescas se levantaban por encima de sus cabezas, debido a su tamaño reducido por las póximas anteriormente tomadas. La vista impresionaba, pero para mayor sorpresa, Ariasu se les había adelantado enormemente y se encontraba tumbada sobre una de las gigantescas hojas de un árbol, por encima de ellos y colgando su cabeza en el aire.

—Hace meses que no me lo pasaba tan bien —aseguró ella, alzando los brazos al aire y desperezándose mientras se estiraba—. ¿Por qué no habrá gente como vosotros allí?

La joven se dio la vuelta y apoyó sus codos en la hoja, mientras sostenía la cabeza con sus dos manos y jugueteaba con sus piernas, levantándolas y bajándolas cual adolescente efervescente. Les sonrió ampliamente, como si una idea le hubiese surgido.

—¡Ya sé! —Ariasu levantó el dedo índice de su mano, señalando al cielo—. ¿Qué tal si...?

La chica se volvió a cambiar de posición, sentándose sobre la hoja y dejando sus piernas al aire mientras se agarraba con fuerza a su soporte. Señaló a los aprendices con el dedo índice y les guiñó un ojo.

—¿... dejáis vuestro castillo y os venís al mío? —Ariasu rió alegremente—. No es que vuestro hogar sea aburrido, pues tiene a Akio. ¡Pero el nuestro es mejor! Mayor diversión, más libertad...

Hablaba en serio. Les estaba dando la oportunidad de irse con ella, de dejar atrás Tierra de Partida. ¿Pero cómo sabía ella nada de todo aquello?

—Bueno, ¿qué me decís? —preguntó en alto ella para entonces dirigirse hacia Hitori—. Y tú, ¿qué querías darme?

[Sombra]

Alcanzamos a Ariasu tras pasar por el boquete que se había abierto a causa del poderoso ataque mágico que había lanzado. ¿Fulgor? Era poderoso, quizás debería aprenderlo algún día...

Ariasu nos esperaba tumbada a una gran hoja de uno de los gigantescos árboles del bosque de Lotos en el que había estado una vez en el pasado. No me equivocaba cuando me había aparecido ver aquellos enormes hierbajos.

—Hace meses que no me lo pasaba tan bien —dijo estirando sus brazos haciendo adorables sonidos con la boca—. ¿Por qué no habrá gente como vosotros allí?

—¿Allí? —pregunté dudoso, aunque en voz baja. La chica se giró para mirarnos mientras apoyaba su cabeza en sus manos, la chica sonrió y abrió los ojos con una cara que ya le había visto poner varias veces. ¿Qué se le habría pasado por su cabeza?

—¡Ya sé! —la chica señaló hacia el cielo con su típica cara risueña—. ¿Qué tal si dejáis vuestro castillo y os venís al mío? —nos guiñó un ojo para después empezar a reírse realmente contenta ante su idea—. No es que vuestro hogar sea aburrido, pues tiene a Akio. ¡Pero el nuestro es mejor! Mayor diversión, más libertad...

—Bueno, ¿qué me decís? —preguntó en alto ella para entonces dirigirse hacia Hitori—. Y tú, ¿qué querías darme?

¿Dar? ¿Hitori y ella se conocían? Miré a mi compañero de aspecto algo miedica. No, antes Ariasu se nos había acabado de presentar, lo que significaba que nunca había visto a Hitori antes. ¿Entonces por qué él tenía algo que darle? Pero tenía que responder a su pregunta. ¿Ir o no con ella? No me gustaba pensar que mentía, pero que conociese a Akio era algo demasiado concreto. Si tan solo conociese Tierra de Partida no me habría parecido raro pero... ¡No sabía que pensar! Una parte de mí desconfiaba de ella, pero otra, la que había tratado con ella, había hablado con ella, incluso por que no, divertido con ella quería creerle.

—Ariasu, no es que quiera dudar de ti. Es más, una parte de mí quiere dejar Tierra de Partida. Hice algo por lo que casi todos me odian y temen por igual. Pero allí viven también mis amigos, aunque sean pocos: Nadhia, Fyk, Saxor, Xefil, Hitori... ¡Incluso Ivan! Son lo único que tengo, incluso los maestros ya no me miran como antes... Me ven como a un monstruo. Creo que eres una persona simpática, no me desagradas ni me juzgas por mi aspecto. Pero no puedo irme contigo sin más. Permaneciendo allí, en Tierra de Partida... Creo que podría recuperar mi identidad, todos mis recuerdos perdidos —me sinceré—. Pero si quieres, puedo pasarme algún día de visita por ese lugar del que hablas. Tan solo tendrías que decirme donde es —sonreí—. Aunque bueno. Si algún día no puedo regresar a Tierra de Partida, o si creo que ya no tengo nada allí... Prometo que iré a buscarte.

Además... Había algo en ella. No sabía que, pero me resultaba demasíado sospechoso... —Sabe demasiado — ¿Era eso lo que me causaba tanto desconcierto? No estaba seguro. Ella era extraña, había dicho que yo tenía que protegerla, sin embargo ella era decenas, no, cientos de veces más poderosa de lo que yo era. ¿Por qué no había derrotado ella a aquel sincorazón?

Y Hein... Había dicho algo "vosotros no sois los que esperaba" y después había visto a Ariasu y la había reconocido... No es que me importase aporque ella le había ayudado... Bueno, en parte lo entendía. Aquella reina era bastante inútil, ¿pero era ético librarse así del esqueleto? Bueno, no podía hablar demasíado. Hitori, Fran y yo también habíamos estado persiguiendo al esqueleto (aunque a mí me diese igual que escapara o no) Pero que Hein reconociese a Ariasu, que ella hablase de aquella forma solo hacía que me preguntase algo.

—¿Cómo se pueden controlar los sincorazón? ¿Cómo puedo ser tan fuerte como tú lo eres? —clavé mis ojos en ella. Poder... Sí, necesitaba mucho poder, el suficiente como para convertirme en Maestro y por tanto poder irme de Tierra de Partida para explorar cualquier lugar del universo sin restricciones. Necesitaba patear cada mundo hasta que lograse encontrar a que lugar pertenecía...

[Quico]

Siguiendo a Ariasu hacia el nuevo boquete en una pared del laberinto, formado por ella misma, llegamos a un gran bosque lleno de enormes árboles a nuestro alrededor. Recordé la poción que nos habían hecho beber los naipes de la reina y que suponía que era el causante de tan repentino decrecimiento en nosotros tres.

Mientras avanzábamos por el bosque, miré hacia la delantera, esperando encontrarme a Ariasu, pero no se encontraba allí. Me puse a mirar a todos lados, para buscarla con la mirada. Cuando al fin la vi, estaba encima de la hoja de un árbol gigante tumbada. Tenía la cabeza colgando además, mirandonos supongo al reves.

—Hace meses que no me lo pasaba tan bien. ¿Por qué no habrá gente como vosotros allí?

Para el tiempo que habíamos estado juntos no creía que ya nos conocieramos como si fuéramos amigos. Que yo supiera, ninguno de nosotros habíamos estado mucho tiempo con ella.

Aún por ese dato, a la chica no pareció importarle, y se dio la vuelta, apoyando su cabeza en sus dos manos.

— ¡Ya sé! ¿Qué tal si...? —la chica levantó el dedo índice, señalando el cielo.

Entonces, quizás aún incómoda, se sentó sobre la hoja haciendo colgar sus piernas por encima de nuestras cabezas. Volvió a levantar el dedo, pero esta vez nos apuntaba a nosotros.

— ¿...dejáis vuestro castillo y os venís al mío? —dijo la chica mientras reía —. No es que vuestro hogar sea aburrido, pues tiene a Akio. ¡Pero el nuestro es mejor! Mayor diversión, más libertad...
Era una oferta tentadora, estaba un poco cansado de todos los entrenamientos en Tierra de Partida, pero seguía siendo aparte de mi hogar, mi soporte para defender a la luz,siempre que lo necesitara. Quizás ese castillo estuviera bien, pero sería mejor quedarse en Tierra de Partida de momento, al menos hasta que hubiera terminado mi enseñanza allí. Además, allí había gente en la que podía confiar, no quería tener que volver a empezar de nuevo.

—Bueno, ¿qué me decís? ¿Y tú, que querías darme? —dijo, esta vez dirigiendose a Hitori. A lo mejor sí que la conocían de antes.

El primero en intervenir fue Ragun:

— Ariasu, no es que quiera dudar de ti. Es más, una parte de mí quiere dejar Tierra de Partida. Hice algo por lo que casi todosme odian y temen por igual. Pero allí viven también mis amigos, aunque sean pocos: Nadhia, Fyk, Saxor, Xefil, Hitori... ¡Incluso Ivan! Son lo único que tengo, incluso los maestros ya no me miran como antes... Me ven como a un monstruo. Creo que eres una persona simpática, no me desagradas ni me juzgas por mi aspecto. Pero no puedo irme contigo sin más. Permaneciendo allí, en Tierra de Partida... Creo que podría recuperar mi identidad, todos mis recuerdos perdidos. Pero si quieres puedo pasarme por ese lugar del que hablas. Tan solo tendrías que decirme dónde es. Aunque bueno. Si algún día no puedo regresar a Tierra de Partida, o si creo que ya no tengo nada allí... Prometo que iré a buscarte.

Ragun parecía haber sufrido mucho en su vida. Según él, era amnésico, y eso seguramente sería horrible. Pero eso que hizo en Tierra de Partida... No tenía ni idea de que le podía haber ocurrido. Entonces recordé las palabras del maestro Akio, antes de salir de Tierra de Partida. Asesino. ¿Quizás él mató a alguien? Es más, ¿podría haber sido esa victima Dejay Lion?

—¿Cómo se pueden controlar los sincorazón? ¿Cómo puedo ser tan fuerte como tú lo eres? — preguntó Ragun después.

Alarmado di un respingo y me giré hacia él. Había dicho controlar los sincorazón. Lo primero, eran seres oscuros que eran malignos. Atacaban a la gente para reclutar sus corazones. Aparte, eran contrarios a las enseñanzas de Tierra de Partida.

—¿Cómo puedes decir eso? —miré a Ragun directamente sin ningún miedo—. Si los controlaras podrías caer en la oscuridad y perderte para siempre. ¿Qué te ha pasado para que tengas ese deseo en tu cabeza? La oscuridad nunca es buena.

Intenté traer de vuelta a Ragun de dónde había caido. ¿De verdad había dicho eso meditándolo bien?

[Hitori]

Incluso aunque Hitori corrió detrás de la joven, cuando llegó al bosque de lotos, se la encontró cómodamente recostada sobre una gran hoja. El chico recuperó un poco el aliento, mientras sus otros dos compañeros les alcanzaban.

—Hace meses que no me lo pasaba tan bien —Ariasu se estiró—. ¿Por qué no habrá gente como vosotros allí?

—¿Allí? —preguntó Ragun, en nombre de los otros dos. Sin embargo, la chica no dijo nada. Tan sólo se limitó a jugar con sus piernas.

—¡Ya sé! —dijo de repente—. ¿Qué tal si...?

Para ver mejor al grupo de aprendices, se sentó de cara a ellos. Seguía teniendo una gran sonrisa en la cara.

—¿... dejáis vuestro castillo y os venís al mío? —rió—. No es que vuestro hogar sea aburrido, pues tiene a Akio. ¡Pero el nuestro es mejor! Mayor diversión, más libertad...

El grupo se quedó un momento en silencio, por lo que Ariasu continuó hablando.

—Bueno, ¿qué me decís? —preguntó en alto ella para entonces dirigirse hacia Hitori—. Y tú, ¿qué querías darme?

—Ah, sí... —el chico metió la mano en uno de sus bolsillos y buscó en su interior, hasta encontrar un sobre, que sacó mostrándoselo a la chica—. Una chica llamada... e-esto... ¿Shiki? Bueno, me dijo que te diera esta carta.

Hitori se acercó a Ariasu, entregándole el sobre.

—Era una chica que vive en una mansión —aclaró. Hitori no recordaba su nombre, por lo que quizás Ariasu no sabía de quién estaba hablando.

Tras eso, Ragun contestó a la proposición de irse con ella. Tras darle un pequeño discurso, disculpándose por no poder ir, añadió unas preguntas que despertaron una idea en Hitori.

—¿Cómo se pueden controlar los sincorazón? ¿Cómo puedo ser tan fuerte como tú lo eres?

—¡P-perdón! —interrumpió—. A mí me gustaría saber... cómo abrir portales oscuros. Verás, hay un... encapuchado que estoy buscando. No sé si lo conoces, pero es el dueño de esto.

Hitori enseñó el emblema que se había colocado en el pecho.

—Usa los portales oscuros, así que... quizás si yo también los controlo, pueda encontrarle. O, si sabes quién es, podría irme contigo...

[Soul Artist]

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Próximo límite: miércoles 29 de Agosto.

Una vez Hitori se hubo acercado a la posición de Ariasu, debajo de la hoja en la que ella estaba, invocó un hechizco magético para que la carta se lanzara directa a la mano de la joven. La leyó tumbada bocarriba, mientras los aprendices le lanzaban sus preguntas individuales de las que no podían estar seguros de si estaba escuchando. Una vez hubo terminado, se giró aún tumbada y dejó caer la carta, devolviéndosela a Hitori.

—¡Gracias por el mensaje, cariñín! —Ariasu le lanzó un beso, como si intentara ganarse el aprecio del joven a base de muestras cariñosas y dulces—. La esperaba desde hacía tiempo, pero pensaba que me la traería otra persona... Entonces está lista...

Ariasu volvió a enderezarse y se sentó con las piernas cruzadas en la hoja, mirando a los tres aprendices con algo de superioridad. Rió por lo bajo y se tapó la boca con la mano para disimularlo, aunque claramente pudieron ver que se estaba mofando a su costa.

—Tu compañero tiene razón, no puedes controlar a los Sincorazón tan fácilmente —afirmó Ariasu, como si supiese algo del tema pese a no haber ejercido ningún poder en absoluto aparentemente sobre las oscuras criaturas—. Solo existen teorías sobre cómo hacerlo. ¿Pero dices que hay gente allí que te esperan? Pobrecito, te queda taaanto por aprender. Quedándote allí no conseguirás nada, solo retrasar lo inevitable. Si quieres de verdad descubrir por lo que me preguntas —la joven extendió su mano hacia el muchacho, a pesar de que la altura no le permitiese cogérsela— debes venir conmigo antes o después. Libérate de las cadenas y la venda de los ojos que te han puesto ellos, los Maestros.

Sus ojos fueron a parar a Hitori, que preguntaba por los portales oscuros y el colgante misterioso que tenía en su poder. Se balanceó ligeramente para verlo, pero negó con la cabeza finalmente.

—¿Qué te hace pensar que yo controlo los portales oscuros? Y lo siento, nadie que conozca lleva nada así. ¡Pero eh, sigue preguntando por ahí y antes o después le encontrarás! Quizás... —la chica se mordió el labio inferior—. Si vinieses conmigo, podríamos buscarle juntos. ¿Te lo pensarás al menos?

Ariasu guiñó un ojo al muchacho y finalmente pasó a Fran, que había echado en cara a Ragun el haber pensado siquiera en controlar a los Sincorazón. Levantó una de sus piernas para poder apoyar el codo en ella, y así usar su puño de soporte para su cabeza.

—¡No seas soso! Si quiere buscar en la oscuridad, que busque. ¿Qué tiene de malo la oscuridad? ¿Me lo puedes decir tú, mmm? ¿O el viejo tuerto te ha comido el coco lo suficiente? —Ariasu rió por lo bajo, tapándose la boca otra vez—. ¿Te has parado a pensar en eso? Sí, los corazones débiles sucumben ante la oscuridad... Pero los fuertes no. Los fuertes pueden dominarla, controlarla, moldearla como quieran para el poder ilimitado. Rechazar la oscuridad y apostar por la supremacía de la luz es tan erróneo como querer cortarle la cabeza a todo tu reino. Piénsalo. Oscuridad no significa malo: significa poder. Y ellos no quieren que tengáis ese poder.

Ariasu finalmente se levantó y se pasó la mano por las piernas, limpiándoselas de la posible suciedad que pudo coger al sentarse allí. Se apoyó en sus codos y dirigió a los aprendices.

—Os veo dudar, por lo que todavía estáis verdes como para llevaros a mi castillo chachi piruli. ¿Pero sabéis qué? Pronto me haréis una visita muy especial —la joven les mostró una amplia sonrisa—. Todo está yendo a la perfección. Pronto nos veremos allí... Hasta entonces, ¡besos!

La chica retrocedió unos pasos hacia atrás, a un punto en el que los aprendices no alcanzaban a ver. No bajó de allí, e incluso si lo comprobaban, Ariasu había desaparecido por completo sin dejar rastro: se había esfumado.

No debían estar allí mucho tiempo de todos modos. Habían cumplido su misión y ya ninguna barrera mágica les impedía su huida de vuelta a Tierra de Partida: quizás fuese mejor pensar en volver a casa, antes de que la Reina descubriese el destrozo en su laberinto y se enfadara con ellos de verdad...

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Ronda final. Volved a casa.

[Sombra]

Las palabras de Fran me sorprendieron bastante. El silencioso y tímido chico había exclamado de una manera que no había visto y que no parecía propia de él. ¿No lo entendía? Si podíamos controlar los sincorazón podríamos evitar que atacasen a más personas. Incluso ordenar que se enfrentasen entre ellos para eliminarlos, incluso tenerlos como mascotas.

Ariasu habló tras leer la carta que había flotado hasta ella después de que Hitori se la hubiese entregado.

—Tu compañero tiene razón, no puedes controlar a los Sincorazón tan fácilmente —dio la razón a Fran sobre la dificultad de controlarlos. Yo tenía la impresión de que ella sabía bastante sobre el tema, incluso aquellas Sombras se habían revelado a Hein cuando ella lo enfrentara—. Solo existen teorías sobre cómo hacerlo. ¿Pero dices que hay gente allí que te esperan? Pobrecito, te queda taaanto por aprender. Quedándote allí no conseguirás nada, solo retrasar lo inevitable. Si quieres de verdad descubrir por lo que me preguntas —Ariasu extendió su mano hacia mí como si quisiese que volase hacia ella y que la cogiese para que me llevase a donde ella decía— debes venir conmigo antes o después. Libérate de las cadenas y la venda de los ojos que te han puesto ellos, los Maestros.

Hitori preguntó tras eso sobre los portales oscuros. Sí, también era un tema que me interesaba, sin embargo Kazuki, en una de sus clases había dicho que los Portales solo podían ser invocados por los que tenían rango Maestro, aunque dudaba un poco de ello. "Maestro" era solamente un titulo, por sí solo no tendría poder en sí mismo, o eso es lo que creía, no lo sabía realmente.

—¿Qué te hace pensar que yo controlo los portales oscuros? Y lo siento, nadie que conozca lleva nada así. ¡Pero eh, sigue preguntando por ahí y antes o después le encontrarás! Quizás... —Ariasu se mordió el labio—Lo siento, nadie que conozca lleva nada así. ¡Pero eh, sigue preguntando por ahí y antes o después le encontrarás! Quizás... Si vinieses conmigo, podríamos buscarle juntos. ¿Te lo pensarás al menos?

Guiñó un ojo a Hitori y finalmente se dirigió a Fran.

—¡No seas soso! Si quiere buscar en la oscuridad, que busque. ¿Qué tiene de malo la oscuridad? ¿Me lo puedes decir tú, mmm? ¿O el viejo tuerto te ha comido el coco lo suficiente? —mientras ella hablaba no pude evitar pensar en el más poderoso de los Maestros de Tierra de Partida; Ronin—. ¿Te has parado a pensar en eso? Sí, los corazones débiles sucumben ante la oscuridad... Pero los fuertes no. Los fuertes pueden dominarla, controlarla, moldearla como quieran para el poder ilimitado. Rechazar la oscuridad y apostar por la supremacía de la luz es tan erróneo como querer cortarle la cabeza a todo tu reino. Piénsalo. Oscuridad no significa malo: significa poder. Y ellos no quieren que tengáis ese poder.

—Porque es un poder considerado "desconocido" —completé deduciendo el motivo por el que nos estaba tan prohibido ese poder a pesar de que no podían obligarnos a tener una afinidad u otra. Claramente, una persona nacía ya con una facilidad a algo en concreto, no era algo que pudiésemos escoger libremente—. Si hablamos de una forma un poco literal. La gente teme a la oscuridad porque la desconoce, no ven lo que hay en su interior, en cambio. La luz deja ver todo sin secretos, sin misterios y por ello la gente se siente tan segura a su amparo e intentan acaparar lo máximo posible de esta ya que no hay nada Desconocido y la mayoría de la gente teme a lo que no conocen. Pero luz y oscuridad son lo mismo al final. "La luz brilla porque hay oscuridad que hace que destaque y la Oscuridad existe porque donde hay luz existen también las sombras".

Ariasu se levantó sin decir nada y se sacudió dulcemente sus piernas quitando cualquier tipo de suciedad. La chica nos miró apoyándose en sus codos.

—Os veo dudar, por lo que todavía estáis verdes como para llevaros a mi castillo chachi piruli. ¿Pero sabéis qué? Pronto me haréis una visita muy especial —en ese momento quise preguntar algo, pero me vi interrumpido por sus palabras de despedida que fueron demasiado bruscas—. Todo está yendo a la perfección. Pronto nos veremos allí... Hasta entonces, ¡besos! —Ariasu dio unos pasos hacia atrás quedando en un punto ciego para nosotros, pero no volvió a aparecer. ¿Tal vez seguía allí arriba en silencio? No me apetecía comprobarlo, la verdad.

—¿A qué se refería? —pregunté en voz alta sin buscar respuesta alguna, al fin y al cabo nadie podría responderme—. De todos modos, creo que deberíamos hablar con los maestros sobre este encuentro. Tal vez lo mejor sea volver ahora. ¿Os parece bien?

En cuanto respondiesen empezaría a caminar hacia el Jardín del Té (con o sin ellos) desde donde entraría al Cuarto del Revés para allí invoca el Glider para llegar al "techo", lugar donde bebería la pócima de crecimiento y de paso, ya desde allí saldría del mundo usando el teletransporte de mi nave junto a Nyx y los otros (si es que se venían). Por el camino no hablé nada. Estaba muy pensativo y no me apetecía quedarme más tiempo allí, sería peligroso que nos quedásemos más tiempo.

¿Quién era Ariasu? Conocía a los Maestros muy bien, sabía mucho sobre nosotros, la forma en la que actuábamos e incluso datos que solo los aprendices deberíamos conocer. Tenía mucho que ver con la revolución que Hein había empezado y parecía pertenecer a algún tipo de organización que acababa de intentar reclutarnos. Ella parecía ser un cargo bastante importante en esa supuesta organización ya que tenía la posibilidad de invitarnos a ella. También parecía vivir en un castillo o similar por lo que había dicho. ¿Qué mundos tenían castillos? Estaba el de Tierra de Partida, el que habíamos visto Nadhia, Hitori y yo en nuestro accidentado viaje hacia Tierra de Partida, había otro en el antiguo Vergel Radiante (según Saxor) ...seguramente había otros miles de mundos con castillos, tenía que encontrarlo. Pero ella había asegurado que pronto iríamos allí. ¿Una misión? ¿Un maestro nos pediría ir hasta allí?

Lo que nunca podríamos sospechar, es lo que pasaría algo más tarde. En una mañana normal de entrenamiento... Una mañana en la que los maestros habían desaparecido.

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Me gustaría que mis PX se repartiesen de la siguiente forma.

Los justos para que Ragun suba al nivel 13 para él y lo que sobre para Nyx.

[Quico]

Entregada la carta de Hitori a Ariasu, ella empezó a leerla mientras mis compañeros le lanzaban sus preguntas. Estaba seguro de que si ella estaba escuchándoles, lo fingía muy bien. Terminada de revisar la carta, se la devolvió a mi compañero…

— ¡Gracias por el mensaje, cariñín! La esperaba desde hacía tiempo, pero pensaba que me la traería otra persona... Entonces está lista...

Después de leer la carta, empezó a responder las cuestiones de los aprendices:

—Tu compañero tiene razón, no puedes controlar a los Sincorazón tan fácilmente—empezó a responder a Ragun—. Solo existen teorías sobre cómo hacerlo. ¿Pero dices que hay gente allí que te esperan? Pobrecito, te queda taaanto por aprender. Quedándote allí no conseguirás nada, solo retrasar lo inevitable. Si quieres de verdad descubrir por lo que me preguntas debes venir conmigo antes o después. Libérate de las cadenas y la venda de los ojos que te han puesto ellos, los Maestros.

Luego continuó con Hitori:

— ¿Qué te hace pensar que yo controlo los portales oscuros? Y lo siento, nadie que conozca lleva nada así. ¡Pero eh, sigue preguntando por ahí y antes o después le encontrarás! Quizás... Si vinieses conmigo, podríamos buscarle juntos. ¿Te lo pensarás al menos?

Por alguna razón, a los dos les pidió que se fueran con ella. Quizás sí que se aburría en su castillo. A lo mejor estaba sola…

El siguiente era yo, así que se puso a mirarme, aunque yo no la hubiera preguntado nada. Pero antes, se volvió a cambiar de postura, demostrando o que estaba muy incómoda allí arriba o era una persona muy nerviosa.

— ¡No seas soso! Si quiere buscar en la oscuridad, que busque. ¿Qué tiene de malo la oscuridad? ¿Me lo puedes decir tú, mmm? ¿O el viejo tuerto te ha comido el coco lo suficiente? — ¿quizás el maestro Ronin?—. ¿Te has parado a pensar en eso? Sí, los corazones débiles sucumben ante la oscuridad... Pero los fuertes no. Los fuertes pueden dominarla, controlarla, moldearla como quieran para el poder ilimitado. Rechazar la oscuridad y apostar por la supremacía de la luz es tan erróneo como querer cortarle la cabeza a todo tu reino. Piénsalo. Oscuridad no significa malo: significa poder. Y ellos no quieren que tengáis ese poder.

—Porque es un poder considerado "desconocido" —intervino Ragun, añadiendo más cosas a la explicación de la chica—. Si hablamos de una forma un poco literal. La gente teme a la oscuridad porque la desconoce, no ven lo que hay en su interior, en cambio. La luz deja ver todo sin secretos, sin misterios y por ello la gente se siente tan segura a su amparo e intentan acaparar lo máximo posible de esta ya que no hay nada Desconocido y la mayoría de la gente teme a lo que no conocen. Pero luz y oscuridad son lo mismo al final. "La luz brilla porque hay oscuridad que hace que destaque y la Oscuridad existe porque donde hay luz existen también las sombras".

Vale, la oscuridad en sí era como la luz. Una sin otra no puede existir. Pero la luz es la que de momento lleva el mundo. Si no fuera así, estaríamos en un mundo de oscuridad donde no se podría hallar nada. Además, se suponía que los maestros sabían mucho sobre todo esto, y si habían elegido la luz… ¿o quizás no? Me estaba liando, era un tema muy complicado del que mejor era no hablar, al menos hasta que encontrara la verdad.

Finalizada la ronda, Ariasu se levantó, suponía que para irse de allí aunque… ¿Dónde viviría ella?

—Os veo dudar, por lo que todavía estáis verdes como para llevaros a mi castillo chachi piruli. ¿Pero sabéis qué? Pronto me haréis una visita muy especial. Todo está yendo a la perfección. Pronto nos veremos allí... Hasta entonces, ¡besos!

Entonces, Ariasu empezó a andar hacia atrás hasta que no la pudimos ver. Fui echándome yo también hacia atrás para intentar verla, pero ya no parecía estar ahí.

— ¿A qué se refería? —preguntó Ragun. Me encogí de hombros. Quizás tenían entre ellos un contacto aunque Ariasu odie a los maestros. Quizá teníamos que ir a ese mundo por razones culturales, dar un paseo… En fin, por lo menos volveríamos a verla—. De todos modos, creo que deberíamos hablar con los maestros sobre este encuentro. Tal vez lo mejor sea volver ahora. ¿Os parece bien?

—S…supongo—me sentía mal por haberle hablado así a Ragun. No era muy normal que hiciera eso, me escandalicé por una tontería—.

En fin, ya solo quedaba volver a Tierra de Partida, informar sobre los personajes de este mundo, aunque no creía que Hein y Ariasu formaran parte de este e irme quizás a hacer otra cosa, aunque seguramente no tuviera nada que hacer.

Ragun se dirigió hacia otro camino por el que no habíamos pasado antes. Más o menos había hecho un pequeño mapa mental del lugar, y él no se dirigía ni a la sala del trono ni al laberinto. Quizás estaba buscando otra salida, seguramente él tampoco querría cruzarse otra vez con la reina. Decidí seguirle quizás intentando formular una disculpa, pero no tuve el suficiente valor para decirle nada.

Llegamos a un jardín con una gran mesa en el medio donde había un montón de pegatinas de tazas, teteras y otros utensilios para un pequeño almuerzo. O los que vivían allí se alimentaban de pegatinas o si no, no lo podía entender.

A la izquierda había una casa donde entró directamente Ragun. Le seguí al interior. Era un panorama muy raro. Una especie de mesas gigantes con velas encendidas encima y dos cuestas a los lados. Aparte de eso no había nada más, al menos a simple vista. Entonces Ragun invocó su glider y subió hacia arriba. Mientras observaba como subía. Me fijé en una cosa. ¿Estaba subiendo o bajando? El techo que veía yo era en realidad la anterior habitación en la que habíamos estado donde estaban esas bebidas que me hicieron pequeño. No tenía más remedio que hacer lo mismo, aunque tuviera un pánico y vértigo increíbles. Fui poco a poco subiendo hasta que estaba a unos pocos centímetros de la mesa. Cuando ya estaba muy cerca me tiré. Por lo menos la gravedad ya parecía funcionar correctamente.

Vi como Ragun se tomaba otra vez la bebida que estaba en la mesa y de repente empezó a crecer hasta el que se suponía que era el verdadero tamaño natural. Nada más terminar, fui hacia la botella también para beber un poco. Nada más tragar el líquido empecé a crecer hasta volver a ser yo otra vez.
Ragun pareció activar la teletransportación a su nave gumi. Me acobardé y decidí seguir hasta la habitación donde estaba el cartel de Hein que nos había metido en un lío bien gordo. Invoqué mi glider y fui hacia Tierra de Partida, esperando no perderme por el espacio.

[Hitori]

Ariasu recogió la carta utilizando un hechizo, que la atrajo grácilmente hacia ella. Tras un rato de leerla, se dirigió a Hitori.

—¡Gracias por el mensaje, cariñín! —exclamó, devolviéndole la carta y lanzándole un beso—. La esperaba desde hacía tiempo, pero pensaba que me la traería otra persona... Entonces está lista...

Hitori no sabía a qué se refería, pero tampoco pudo preguntarlo, puesto que la chica empezó a contestar las preguntas que Ragun y él habían hecho.

—Tu compañero tiene razón, no puedes controlar a los Sincorazón tan fácilmente. Solo existen teorías sobre cómo hacerlo. ¿Pero dices que hay gente allí que te esperan? Pobrecito, te queda taaanto por aprender. Quedándote allí no conseguirás nada, solo retrasar lo inevitable. Si quieres de verdad descubrir por lo que me preguntas debes venir conmigo antes o después. Libérate de las cadenas y la venda de los ojos que te han puesto ellos, los Maestros.

Aquella joven decía cosas extrañas, y no parecía que los Maestros le agradasen demasiado. Sin embargo, no era mala gente. Hitori lo notaba. Parecía querer ayudarles, incluso.

Tras contestar a Ragun, Ariasu miró a Hitori y al emblema.

—¿Qué te hace pensar que yo controlo los portales oscuros? Y lo siento, nadie que conozca lleva nada así. ¡Pero eh, sigue preguntando por ahí y antes o después le encontrarás! Quizás... Si vinieses conmigo, podríamos buscarle juntos. ¿Te lo pensarás al menos?

El chico asintió, algo dudoso. Aquella joven no tenía la respuesta a su pregunta, pero al menos parecía querer ayudarle a encontrarla.

Finalmente, se dirigió a Fran, con una expresión de aburrimiento.

—¡No seas soso! Si quiere buscar en la oscuridad, que busque. ¿Qué tiene de malo la oscuridad? ¿Me lo puedes decir tú, mmm? ¿O el viejo tuerto te ha comido el coco lo suficiente? —efectivamente, no parecía que los Maestros le gustasen—. ¿Te has parado a pensar en eso? Sí, los corazones débiles sucumben ante la oscuridad... Pero los fuertes no. Los fuertes pueden dominarla, controlarla, moldearla como quieran para el poder ilimitado. Rechazar la oscuridad y apostar por la supremacía de la luz es tan erróneo como querer cortarle la cabeza a todo tu reino. Piénsalo. Oscuridad no significa malo: significa poder. Y ellos no quieren que tengáis ese poder.

—Porque es un poder considerado "desconocido" —añadió Ragun—. Si hablamos de una forma un poco literal. La gente teme a la oscuridad porque la desconoce, no ven lo que hay en su interior, en cambio. La luz deja ver todo sin secretos, sin misterios y por ello la gente se siente tan segura a su amparo e intentan acaparar lo máximo posible de esta ya que no hay nada Desconocido y la mayoría de la gente teme a lo que no conocen. Pero luz y oscuridad son lo mismo al final. "La luz brilla porque hay oscuridad que hace que destaque y la Oscuridad existe porque donde hay luz existen también las sombras".

El chico tenía mucha razón. Realmente, Hitori nunca había temido a la oscuridad, ni tampoco a la luz. Ambas le parecían hermosas a su manera. Su propio mundo no dejaba de ser una mezcla de ambas: un ocaso, la sucesión de la luz a la oscuridad.

—Os veo dudar, por lo que todavía estáis verdes como para llevaros a mi castillo chachi piruli. ¿Pero sabéis qué? Pronto me haréis una visita muy especial —Ariasu sonrió—. Todo está yendo a la perfección. Pronto nos veremos allí... Hasta entonces, ¡besos!

—¿A qué se refería? —preguntó Ragun, cuando la joven se hubo ido—. De todos modos, creo que deberíamos hablar con los maestros sobre este encuentro. Tal vez lo mejor sea volver ahora. ¿Os parece bien?

—De acuerdo —dijo únicamente Hitori, acompañando a Ragun por donde fuese. Todos permanecieron en silencio mientras se dirigían a la sala de la mesa grande, pasando por otra donde había una mesa llena de teteras y tazas. Después de recuperar su tamaño normal, se dirigieron a la sala donde habían aterrizado y, allí, entraron en la nave de Ragun.

Hitori se sentó en el mismo sitio donde había estado cuando iban hacia aquel mundo. No había encontrado ninguna pista sobre el encapuchado, pero había conocido a mucha gente interesante allí: Hein, la reina, Ariasu...
Ariasu no parecía mala gente. Y Hitori se planteaba seriamente el ir a su castillo, aunque fuese de visita. O sea... no hacía falta abandonar Tierra de Partida para ir a visitarla, ¿no? El joven estaba convencido de ello.

—Y aunque tuviera que irme de Tierra de Partida... tampoco hay mucho que me obligue a estar allí.

[Soul Artist]

Los aprendices volvieron a Tierra de Partida sin mayor problemas, cada uno por su lado y esperando llegar a casa. Atrás solo quedó Hein, que fue incapaz de recuperarse del ataque de Ariasu; se quedó allí, tirado en el cráter, seminsconsciente.

Pasó un rato antes de que, por fin, le encontrasen dos soldados naipes. Le rodearon e inspeccionaron por encima, sin saber bien qué hacer con él en una situación como aquella.

—¿Qué hacemos? —preguntó uno de ellos, sin tener bien claro si arrastrarle o no. En su estado, quizás traer una camilla fuese lo mejor.

—La Reina ha exigido su cabeza —indicó el otro guardia, sin pararse a pensar en el estado del esquelético hombre—. Le llevaremos a juicio y así nosotros no perderemos la nuestra.

El otro guardia afirmó con la cabeza y ambos cogieron a Hein por los brazos, arrastrándole camino a la salida que Ariasu había creado. El hombre murmuró unas quejas al ser levantado, pero no tenía fuerzas para nada más.

Ni siquiera dijo nada cuando cayó de nuevo de bruces al suelo.

Oía los gritos de los guardias ante algo, el cómo sacaban sus lanzas... Y cómo se rompían. Pronto dos grandes sombras surgieron a sus pies, haciéndoles desaparecer y convirtiéndolos en Sincorazón de forma casi inmediata. ¿Cómo era aquello posible?

Las pisadas de algo pesado se aproximaron al hombre, el cual levantó ligeramente la mirada. Solo alcanzó a ver las botas de una armadura de bronce, solemne y cuidada al mínimo detalle. Una larga capa negra ondeaba el viento a cada paso que daba.

—Usted es Hein.

Hein miró directamente a los ojos del misterioso varón.

—El Emperador requiere sus habilidades a su... Servicio.

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Fin de la Trama. Pero hasta el 21 no tendréis nueva =(


Sombra.
Ninguna queja respecto a Ragun, pues ha sido el más participativo de los tres... Aunque probablemente el hecho de que te tocase Ariasu por ir solo en el laberinto afectara en ello, pero en las demás situaciones también te has mostrado abierto. Sabes cuál es mi equeja: algunos errores de narrativa y de ortografía muy, muy tontos que se te pasan.
50 PX obtenidos.
Chico emo sube al Nivel 13.
70 PX para Nivel 14.
Chucho pulgoso sube al Nivel 5.
30 PX para Nivel 6.

khsora.
Veo pasividad, pero intentos de mejorar, e intentos exitosos. Me gusta tu entusiasmo, y aunque la narrativa siempre es mejorable, no lo has hecho mal. Procura que tu personaje sea más participativo, menos soso.
52 PX obtenidos.
Niño franático sube a Nivel 5.
Niño franático sube a Nivel 6.
28 PX para Nivel 7.

Hitori.
Aunque lo haces bien, se te nota desanimado, y eso ha afectado de manera muy brusca a algunos de tus posts. Hay algunos que son cortos porque la situación no daba para más, y he tenido eso siempre en cuenta, pero en otros se nota de veras y te ha acabado afectando. Además, tu pasividad ha hecho eco: aunque muchas veces es por la fidelidad del personaje, ha habido posts en los que deja muy fría su participación.
51 PX obtenidos.
43 PX para Nivel 11.