[País de las Maravillas] ¡Que les corten la cabeza!

[Sombra]

—¡Bah! Si sabes esquivar a la gorda puerca puedes sobrevivir el tiempo suficiente para echar unas cuantas partidas al parchís. ¡Eh! ¿Quieres jugar conmigo una partida?

¿Parchís? ¿Qué diantres era eso? ¿Sería algún tipo de videoconsola como aquella que Alexis llevaba encima en la Copa Phil? Ya me había modernizado mucho adquiriendo un móvil, pero aún así tal vez no conociese todo como yo creía...

—Ah, no. Yo en realidad iba a...

—¡Oh! ¿Ibas a avanzar por el laberinto? No te interrumpo. Venga, vamos —me interrumpió mostrando una dulce sonrisa. Nyx se aproximó a la muchacha para olerla un poco. Restregó su hocico por sus largas -y bonitas- piernas aunque en todo momento la miró con desconfianza. Parecía que no le agradaban demasíado los humanos. Como lo que había hecho con Nadhia en el bosque cuando esta tratara de acariciarle. Le había rugido bastante enfadado.

—Está bien, gracias —agradecí el gesto de la amable muchacha.

Eché a caminar seguido de mi mascota por los pasillos del laberinto por el camino izquierdo. Un giro nos obligó a ir hacia la derecha y volvía a girar a la derecha de nuevo por un camino que debería quedar (si no me guiaba mal) por uno pegado al anterior. Finalmente, tras caminar otro trecho encontramos otro giro más, aunque este a la izquierda. La chica se mostró resignada por un resoplido que dejó salir de su boca.

—¡Pasillos, pasillos, pasillos! Ya no saben hacer laberintos como los de antes —se quejó, dirigiendo una mirada de reojo hacia los setos—. Esta Reina... ¡Debería dejar el diseño de estas cosas a gente más capacitada! ¡Gente como yo!

—¿Eres diseñadora de laberintos o algo similar? —le pregunté, aunque no me respondió pues al final del pasillo, donde había otro pasillo que se abría a la derecha hizo que soltase un nuevo bufido indignado ante el decadente laberinto que resultaba ser demasíado sencillo.

—¡Anda! ¿Hueles eso? —soltó la chica de forma un tanto repentina. Nyz, que parecía haberla entendido empezó a olfatear también el aire como en busca de algo. Sentí un poco de envidia ante aquellas habilidades de rastreo que ambos parecían poseer aunque tal vez con mi habilidad Mímico pudiese copiarla—. ¡Huele a tesoro! ¡Huele a tesoro! ¡Vamos por allí, vamos! —señaló al camino.

—Entendido—asentí—. Vamos, Nyx.

Y me interné hacia el camino que la mujer acababa de señalarnos. Quizás hubiese algo interesante que pudiese rellenar en el informe. Ya podría escribir bastante sobre los naipes, la reina, el conejo parlante, Hein y aquella propia chica.

[Soul Artist]

Hitori
Hitori decidió marchar hacia adelante para marchar a la derecha. Pronto se encontró dando vueltas: al cabo del pasillo tornó a la derecha, de nuevo a la derecha, derecha, derecha... ¿Estaba haciendo el mismo recorrido? Sí, aunque cada vez se iba acortando más, estaba alcanzando el centro del lugar.

Finalmente llegó. Una verja le impedía el paso hacia el último rincón del laberinto, guardando un cofre rojo situado sobre un pequeño altar, cerrada firmemente con un candado que no tenía ninguna clase de cerradura para abrirla con una llave. En su lugar, en él había un pequeño cuadrado, lo suficiente para poner una letra o número en él.

Justo a los pies de Hitori había un pequeño papel y un lapicero. Alguien había escrito algo allí, como un acertijo:

"¡Hola! ¿Quieres jugar? ¡Juega y te llevarás un gran premio! ¡Falla y los niños malos te pegarán en el cole!

La Reina de Corazones ha cortado una cabeza hoy y decide cortar la tuya. Pero por el camino corta la cabeza a un ratoncito, un naipe y una Sombra. Una vez te haya alcanzado y haya cortado la cabeza, ¿cuántas cabezas tendrá?"

El chico podía escribir la respuesta en el candado con el lapicero o volver atrás y tomar el camino por el que había venido o el que directamente no había tomado.

* * *

Fran
El grito de Fran alertó al hombre que estaba de espaldas a él, el cual rápidamente se giró y pudo distinguir su calavera: era Hein. Pero su objetivo, al reconocerle, saltó sobre el seto a su derecha antes de que pudiese siquiera usar Electro sobre él. Se le había escapado la oportunidad de atacarle por hacer demasiado ruido, aunque igual era todavía capaz de capturarlo...

Avanzó hacia adelante y giró a la derecha, llegando a una nueva zona llena de caminos. Podía seguir por la izquierda, teniendo que girar hacia la izquierda para ir por un pasillo largo; o podía seguir hacia la derecha, con un pequeño camino abierto entre setos a la derecha o un camino que seguía por la izquierda.

¿Por dónde habría huido el esquelético hombre...?

* * *

Ragun
El aprendiz de la Llave Espada decidió hacer caso a su compañera y dirigirse por el camino en el que esta aseguraba que había un tesoro. Al poco de avanzar unos pasos tuvieron que marchar a la izquierda, adentrándose en un pasillo que terminaba a su izquierda... Sin nada más que setos.

—¡Vaya! No había nada... Me he equivocado... —se desanimó la joven, dejando caer sus brazos de forma triste.

Pero antes de que pudiesen retroceder ambos para elegir por dónde ir nuevamente, una barrera mágica se levantó en la salida e impidió que escapasen lejos. De una nube de oscuridad surgió un Sincorazón que Ragun pudo reconocer: uno de los primates azules que Gárland invocó cerca de su final durante los sucesos en el Coliseo del Olimpo.

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El enemigo parecía enfadado y preparado para atacar. Antes de que el chico o su mascota pudiese hacer nada, el Sincorazón se lanzó contra Ragun y le atacó con un arañazo en el brazo para intentar inmovilizarlo para después pegar un salto sobre su hombro y darle la espalda.

La joven, por su parte, se encontraba en el centro del pasillo, pudiendo ser atacada por el primate en cualquier momento. Había que evitarlo.

[Quico]

Al gritarle para llamar la atención del individuo, este se dio la vuelta, mostrando su cadavérico rostro, era Hein. Al verme, el cadáver saltó el seto que estaba a su derecha, evitando el Electro que iba a lanzarle.

—Mierda.

Debería haberle atacado antes, pero quizás podría haber sido otra persona la víctima, y eso no podía permitirlo.

—También podrías haber sido un poco más rápido, ¿no?

Como no podía saltar un seto tan alto, mi poca flexibilidad no me lo permitía, seguí mi camino por el laberinto corriendo, buscando alguna bifurcación que me llevara hacia él. Siguiendo el pasillo giré a la derecha, abriéndome una auténtica baraja de posibilidades. Podía girar a la izquierda, que me llevaría a otro giro a la izquierda, o a la derecha, que me permitía volver a elegir entre girar a la izquierda o a la derecha. Haciendo un mapa mental del laberinto, creí que sería mejor elegir la izquierda, así que fui hacia allí esperando que Hein estuviera por ahí.

Antes de salir corriendo hice una marca en la bifurcación. Esperaba no perderme, aunque creo que ya lo estaba.

[Sombra]

El camino por el que nos adentramos a la izquierda nos obligó a dirigirnos a la izquierda para dar un último giro hacia el mismo lado que acababa en un camino sin salida.

—¡Vaya! No había nada... Me he equivocado... —dijo la chica con una voz algo tristona.

—Un error lo comete cualquiera. Volvamos sobre nuestros pasos y cojamos otra ruta —propuse. Caminé unos pasos cuando un sonido que reconocí se escuchó justo en frente. Noté algo sólido delante mía y pude ver que una barrera mágica como la que había impedido el avance de los naipes al laberinto.

—¡Jefe! Llega la "caballería" —dijo Nyx notando la presencia de los sincorazón acechando.

—Lo sé —preparé mi llave espada oscura antes de que pasase nada.

De una nube de oscuridad salió una especie de primate que había visto en Coliseo del Olimpo. Si mal no recordaba eran muy rápidos, tanto o más que Fyk.

Antes de que pudiese hacer nada, la criatura se lanzó contra mí para asestarme un arañazo que no llegó a hacerme más que un simple rasguño que no me causó ninguna herida grave. Tras aquel ataque intenté darle un espadazo, pero el monstruo lo esquivó saltando por mi hombro quedando de espaldas a mí. Me giré veloz para ver donde se encontraba la chica. Tenía que acabar con el sincorazón antes de que la chica fuese herida.

—Yo me encargo, retrocede —le ordené mientras corría hacia la criatura y concentraba energía oscura para generar una Razia Tenebrosa en mi mano que lancé hacia el primate en cuanto estuve a su lado disparando el ataque a bocajarro. Nyx, por su parte se abalanzó sobre el ser envolviendo con sus fauces el cuello del monstruol y mordiéndolo con insistencia.

[Hitori]

Al avanzar por el camino que Hitori había escogido, se topó con que no tenía salida. En su lugar, había una especie de celda con un cofre situado tras la verja. Al lado, había un papel y un boli.

El chico se acercó y leyó una especie de acertijo* que, por la situación, parecía el modo de acceder al cofre.

-Mmm... Si cortó una cabeza hoy... Y ya tenía la de un naipe, un ratón, y una Sombra, con la mía serían 5...

El chico se lo pensó bien antes de escribir la respuesta. No podía ser tan fácil. Se llevó la mano a la barbilla y pensó bien de nuevo. Y entonces se dio cuenta.

-¡Espera! Si cortas la cabeza a una Sombra, la matas. Y si matas a un Sincorazón, éste muere por completo. Entonces... Son 4.

Hitori escribió el número en el papel, esperando a que pasase algo.

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*Siento ser cutre y no copiarlo, pero estoy en el móvil.

[Soul Artist]

Hitori
Nada más poner el "4" en el candado, un fuerte sonido negando la respuesta salió de este, a la vez que una cruz roja aparecía tachando el número. El altar se abrió y el cofre cayó al vacío, perdiéndose para siempre; una barrera mágica se levantó tras el aprendiz, mientras aparecían dos Sincorazón no muy amistosos, plantados directamente en el suelo.

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No esperaron a que Hitori hiciese nada. Nada más aparecer, uno de ellos justó sus pétalos y lanzó una semilla de color negro al chico, dañándole de inmediato.

* * *

Fran
El pasillo de la izquierda que el joven decidió tomar era bastante sencillo. Es más, al poco de caminar, se encontró otro camino a su izquierda para adentrarse más en el laberinto. Claro que, como siempre, podía optar por ir hacia adelante...

—Yo me encargo, retrocede.

Aquella voz venía del seto a su derecha. Quizás la reconociese de inmediato, pues se trataba de la voz de Ragun, que aparentemente estaba más cerca de lo que pensaba. ¿Pero cómo podría llegar hasta él? No podía, no.

Si tuviese doble salto, todo sería más fácil para el joven seguramente, pues podría haber seguido a su objetivo con la simple habilidad. Pero desgraciadamente no había manera, y ahora se comenzaba a sentir perdido entre tantos setos, y Hein no aparecía...

* * *

Ragun
Entre la mascota y el aprendiz pudieron hacerse cargo del Sincorazón, eliminando su existencia y liberando su corazón rojo, el cual se dirigió volando hacia el cielo ahora que era libre. La mujer que les acompañaba aplaudió al chico, contenta de que el chico se hubiese encargado de protegerla de una manera tan efectiva.

—¡Muy bien hecho! Me has impresionado... Especialmente con ese arma tuya...

Los ojos de la joven se detuvieron en la Llave Espada Oscura de Ragun, como si se interesase especialmente en ella. Pero perdió el interés al poco tiempo, echando a correr hacia la bifurcación anterior.

—¡Bien! ¿Hacia dónde vamos? Vinimos por la izquierda, así que para avanzar tendríamos que ir a la derecha. Aunque no me has dicho qué estás buscando exactamente... ¿Pegar a esas criaturas negras, tal vez?

[Sombra]

No fue para nada dificil encargarse del primate. Entre la tajada y el mordisco de Nyx fue completamente destruído liberando un corazón rojo al que seguí con la vista hasta que se perdió en el cielo. La desconocida empezó a aplaudir mostrando un feliz rostro, parecía realmente contenta de mi "hazaña" aunque había sido realmente fácil encargarse de él. Sí... Ya estaba más cerca de ser lo suficientemente fuere como para ir a cualquier lugar por muy poderosos que fuesen los sincorazón para recuperar mis recuerdos perdidos.

—¡Muy bien hecho! Me has impresionado... Especialmente con ese arma tuya... —la chica observó interesada la llave espada como si estuviese realmente sorprendida. No me extrañó. Mi arma tenía un aspecto bastante singular, sin duda alguna.

La muchacha corrió por el camino, la seguí hasta la bifurcación desde donde tendría que coger otro camino. No me apetecía volver sobre mis pasos por lo que no me quedaba más remedio que ir hacia la derecha.

—¡Bien! ¿Hacia dónde vamos? Vinimos por la izquierda, así que para avanzar tendríamos que ir a la derecha. Aunque no me has dicho qué estás buscando exactamente... ¿Pegar a esas criaturas negras, tal vez? —preguntó con curiosidad. Se notaba que deseaba ayudarme, una persona muy amable, sin duda.

—Bueno, como ya te he dicho vengo de una zona un poco alejada con un par de amigos más. Solamente somos exploradores y estamos realizando un reconocimiento de la zona. Estaría genial si hicieses de guía, si no te importa aunque bueno. Sí, vayamos por la derecha —le pedí. Sinceramente, parecía tan buena persona que apostaba que accedería sin problema alguno a aquel favor.

[Quico]

Seguí por el giro de la izquierda, el del camino largo, esperando encontrar a Hein hasta que llegué a otra bifurcación; o seguir para adelante o girar a la izquierda.

Justo entonces oí una voz del seto que estaba a mi derecha:

—Yo me encargo, retrocede.

Parecía la voz de Ragun, y según su frase, seguramente hubiera otra persona con él, no creo que Hitori, ya que este se había ido justo a la otra punta del laberinto.

Entonces empecé a pensar en lo que debería hacer ahora. Podía seguir a Hein, aunque no sabía ahora su paradero exacto, o podía intentar encontrar a Ragun. Me decidí por la segunda, aunque no tenía idea de qué camino iba a ser el correcto. Así que después de una larga deliberación cogí el camino a la izquierda.

[Hitori]

Hitori comprobó enseguida que su respuesta había sido errónea. En cuanto escribió el número, el cofre que se encontraba al otro lado de las vallas cayó por un gran agujero que se había formado en el suelo.

—¡Mierda! —maldijo, al ver caer el tesoro. Ya no tenía solución. El chico se rascó la cabeza, suspirando, mientras se daba la vuelta. La pérdida del cofre era el menor de sus problemas.

Delante de él se formó una barrera que pronto se volvió invisible. Con ella, aparecieron dos sincorazón con aspecto de flor. El aprendiz recordó entonces otra de las cosas que ponía en aquel acertijo: “¡Falla y los niños malos te pegarán en el cole!”. Sin duda, era una advertencia de que los sincorazón le atacarían si fallaba. Y así había sido. Las flores lanzaron unas semillas que impactaron contra el chico, dañándole.

—¡Agh...! Maldita sea... —tras recuperarse del ataque, sujetó con fuerza la Llave Espada, que todavía estaba en su mano. Con un rápido movimiento se acercó a uno de los sincorazón, asestándole un golpe antes de frenar. Esperaba que con eso fuese suficiente para hacerla desaparecer y, desde el mismo sitio, lanzó un Piro hacia el otro.

[Soul Artist]

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Lo sé, gigantesco retraso. Pero no pude conseguir sustituto y han sido días malos. Insultos a mi persona por MP.

Hitori
La planta que había recibido la bola de fuego del joven desapareció de inmediato, liberando su corazón de la oscuridad que lo mantenía preso. Sin embargo, al que había atacado físicamente seguía allí, y aprovechando que se había quedado junto a él le atacó con una raíz cubierta de espinas que surgió del suelo, dañándole los pies.

A la planta poco le faltaba para perecer, igualmente. Hitori estaba a punto de acabar con ella.

* * *

Fran
El chico decidió tomar el camino de la izquierda, pese a que había escuchado a su compañero en dirección contraria. A los pocos pasos tuvo que girar hacia la derecha, de nuevo a la izquierda y al poco de avanzar, izquierda de nuevo.

Al dar pocos pasos no tuvo necesidad de ver una marca para saber dónde estaba: el boquete de la pared por el que habían entrado le orientó, dejando claro que, nuevamente... Había vuelto al inicio del laberinto.

Pero con una novedad. En el boquete alguien inspeccionaba el muro mágico que se había levantado para evitar que huyeran los chicos, y sin duda era Hein. Se encontraba de espaldas a él, ocupado intentando averiguar por qué no podía atravesarlo; quizás aquella fuese la ocasión...

* * *

Ragun
—Exploradores, ¿eh? ¡No se ve mucho de eso por este país! —comentó la alegre joven, entrecerrando sus ojos como si no se fiara lo más mínimo de Ragun—. ¡Y más con esa gorda y sosa reina! El turismo no es lo que más trae platines a este lugar, te imaginarás...

Camino de la derecha. Al rato de caminar tuvieron que girar a la derecha y después a la izquierda, donde más caminos se abrían: un estrecho pasillo hacia su derecha o el camino normal hacia la izquierda.

—¡Oh! ¡Vamos por la izquierda, vamos por la izquierda! —animó la chica a Ragun, tomándole de la mano e indicando con el dedo hacia allí—. ¡Seguro que hay cosas muy divertidas! Yo antes he ido por el camino de la derecha y no hay nada interesante, todo muy aburrido, mejor que lo olvides... ¿Qué me dices, eh?

[Sombra]

—Exploradores, ¿eh? ¡No se ve mucho de eso por este país! —comentó la mujer con su alegre tono de voz—. ¡Y más con esa gorda y sosa reina! El turismo no es lo que más trae platines a este lugar, te imaginarás...

—Lo imaginaba, sí —sonreí levemente.

El camino giró a la derecha, y otra vez a la derecha para finalmente girar a la izquierda para encontrarnos un camino que seguía recto y otro que aparecía en la pared a la derecha para llevar a sabía quien donde. Por lo que pude comprobar, los sincorazón también aparecían por allí por lo que no podía confiarme demasíado e ir con la guardia baja.

—¡Oh! ¡Vamos por la izquierda, vamos por la izquierda! —exclamó la chica cogiendo mi mano y señalando hacia el camino de la izquierda—. ¡Seguro que hay cosas muy divertidas! Yo antes he ido por el camino de la derecha y no hay nada interesante, todo muy aburrido, mejor que lo olvides... ¿Qué me dices, eh?

—Bueno, no es que me moleste ir por un lado o por otro la verdad. No veo ningún inconveniente en ir por donde tú dices, pero podrían aparecer más de los monstruos oscuros, ¿no les tienes miedo? —pregunté caminando por donde la chica había dicho. Nyx, como de costumbre, me siguió en silencio.

[Hitori]

El sincorazón al que Hitori había atacado con el hechizo de fuego desapareció, liberando un corazón rosado que desapareció, elevándose en el aire. Sin embargo, el otro seguía vivo, y atacó al chico con unas raíces que salieron de la tierra, golpeándole en los pies.

—¡Agh...! Asco de plantas... —se quejó, asestando otro fuerte golpe contra ella. Esta vez el sincorazón debería desaparecer, y Hitori podría continuar su camino de vuelta.

—Voy a acabar cogiéndole manía a las plantas... —comentó, gruñendo.

[Quico]

Mientras seguía avanzando por el camino que se abría ante mí hacia la izquierda, dejé de oir la voz de Ragun.
Seguramente él se habría ido por el otro camino, pero ahora mi preocupación primaria era encontrar a Hein, así que seguí un poco más hacia delante hasta que tuve que girar a la derecha, después a la izquierda y luego volver a torcer a la izquierda.

Entonces me di cuenta. Había un agujero delante de mí que me era familiar. Era el sitio por donde habíamos entrado nosotros antes a este laberinto. Había vuelto a la entrada. Resoplé cansado:

—Bufff… Otra vez de vuelta. ¿Dónde estará el resto?

Seguí avanzando hacia delante, tenía intención de volver a empezar por el mismo sitio por el que me fui con Hitori. Pero entonces pasando cerca del agujero vi movimientos. Di un pequeño salto hacia atrás para que lo que fuera que estuviera ahí no me viera. Pensé que podrían ser las cartas de la reina, que finalmente habían traspasado la barrera e iban a por nosotros.

Asomé la cabeza y me encontré con mi objetivo: Hein. Él también parecía bloqueado por el muro mágico. Estaba justo de espaldas hacia mí, así que me acerqué sigilosamente hacia él. En el camino, fui preparando un hechizo Hielo, que si llegaba a impactar quizás le congelaría, ayudándome a que no se moviera.

Cuando estuve suficientemente cerca de él para que no se diese cuenta de mi presencia conjuré el hechizo:

—¡Electro! —grité sorprendido. No era ese el plan original que tenía en mente, pero quizás surtiera efecto.

[Soul Artist]

Fran[/center]
En esta ocasión el chico no se anduvo con contemplaciones; lanzó un hechizo eléctrico en contra de Hein, sin esperar a que este se diese cuenta de que estaba allí. Esperaba dañarle con él, pero nada más alcanzarle el ataque se dio un efecto curioso: el Electro chocó contra una especie de barrera invisible que lo despejó sin problemas, brillando esta levemente y provocando daños mínimos al esquelético enemigo.

Hein se giró asustado hacia Fran. Pegó un gritito y salió corriendo en dirección contraria, a la vez que soltaba potentes carcajadas, para perderse tras un seto con un doble salto.

—¡Nos vemos otro día, muchachote! —se burló el hombre, dejándole atrás.

¿Por dónde iría el chico? ¿Hacia delante, camino que inicialmente tomó al empezar el laberinto, o retrocedería? Hein estaba escapando. Si recordaba un poco, igual sería capaz de moverse libremente con el camino recorrido para alcanzarlo.

* * *

[center]Hitori
Esta vez sí, el Sincorazón que había estado molestando tanto al pobre Hitori desapareció, liberando su rosado corazón. El chico pudo respirar tranquilo durante unos segundos; pero no sería un descanso eterno, pues una figura aterrizó de un salto delante de él. Pudo reconocerla sin problemas por su esquelético aspecto: Hein.

—¡No me fastidies! —se quejó el hombre—. ¡Dadme un descanso! ¡Barrer Shift!

Una barrera mágica que rodeaba a Hein brilló por unos instantes, aparentemente sin motivo lógico. En cuanto terminó, el esquelético enemigo salió corriendo por los pasillos del laberinto. Fuese como fuera, Hitori tenía una oportunidad para atacarlo mientras huía con algún ataque a distancia, o incluso, si se atrevía, podía perseguirlo. O pensar una estrategia alternativa...

* * *

Ragun
—¿Miedo, yo? Pobre iluso —se burló la chica, restándole importancia y echando un vistazo atrás hacia el camino que no habían decidido tomar—. Si aparecen, te tengo a ti para protegerme... ¿Verdad, caballero mío?

La joven tomó del brazo a Ragun, pegándose a él con una sonrisa. Tiraron hacia la derecha para inmediatamente verse en un larguísimo pasillo hacia la derecha de nuevo, que terminaba obligándoles a girar a la derecha, tirar a la izquierda, de nuevo a la izquierda y después a la derecha. En cuanto llegasen al final, acabarían de nuevo a la derecha, abriéndose un camino de posibilidades: derecha, donde se podían ver muchos más caminos, o hacia delante.

—¿Y cuántos habéis venido? Tengo ganas de conocer a tus amiguitos. Seguro que nos lo pasamos todos muy bien jugando a algo —guió un ojo al aprendiz de la Llave Espada, con una sonrisa dibujada en su cara—. Eh, ¿oyes eso? ¡Vamos por allí!

Fuera lo que fuese lo que había llamado la atención a la chica, Ragun no lo pudo oír, aunque Nyx sí pudo alcanzar a escucharlo: el grito de Hein quejándose en la lejanía. La chica se adelantó y corrió hacia delante, pegando un Doble Salto hacia delante y perdiéndose de vista. Ragun podía seguirla o tomar otro camino, arriesgándose a perderse por el laberinto.

[Sombra]

—¿Miedo, yo? Pobre iluso —contestó a mi pregunta con un toque arrogante que no le parecía pegar mucho con la personalidad que había mostrado hasta el momento—. Si aparecen, te tengo a ti para protegerme... ¿Verdad, caballero mío?

—No creo que sirva mucho para defender a alguien —hablé humildemente con un toque pesimista recordando lo mal que había salido todo en la Copa Phil.

La chica me agarró del brazo poniendose muy cerca mía. Notaba su corazón palpitando dentro de su cuerpo, entonces tiró de mí hacia la derecha quedando en un pasillo largo que giraba de nuevo a la derecha y nuevamente a la derecha, luego a la izquierda, izquierda otra vez y por último derecha. Ya empezaba a estar mareado de tanta vuelta, pero ahora teníamos dos rutas posibles. Una de ellas, a la derecha se dividía en varias rutas más y el otro, que seguía de frente y que no tenía nada que resultase llamativo.

—¿Y cuántos habéis venido? Tengo ganas de conocer a tus amiguitos. Seguro que nos lo pasamos todos muy bien jugando a algo —rompió el hielo con una sonrisa carismática. Iba a contestar, pero no me dio tiempo al interrumpirme ella misma—. Eh, ¿oyes eso? ¡Vamos por allí!

—Espera, ¿oír qué? —pregunté.

—Acaba de gritar alguien, jefe. Tenemos que ver que ha pasado

La chica sin nombre ya que todavía no me lo había dicho, ahora que caía en la cuenta saltó usando Doble Salto atravesando uno de los setos por la parte superior.

—¡Espera! —exclamé viendo como se marchaba dejándome atrás. Decidí usar yo también la habilidad Doble Salto para alcanzarla y no dejarla sola. Era posible que hubiese sincorazón acechando y no me parecía que aquella chica pudiese hacer mucho estando desarmada.