[Ciudad Disney] Investigación lumínica

[Roxas!!]

Vestían con unos delantales los cuales tenían dibujos de engranajes y tuercas por lo que supuse que eran sus respectivos monos de trabajo.

Una vez todos estábamos reunidos en el suelo, respondieron a la pregunta de Kousen con mucha prisa.

—¡Sí! ¡Y por fin! ¡Nos teníais preocupados! ¿Qué os ha pasado? —preguntó la ardilla de la nariz negra.

—Nos atacaron unos Sincorazón. —me tomé la molestia de responder, aunque no parecía importarles mucho.

—¡Llegáis tarde! ¡A este paso, no habrá tiempo para terminar los preparativos! —saltó de pronto la de la nariz roja. Realmente parecían desesperadas.

—Yo soy Chip y él es Chop. Nos encargaremos de que tengáis las manos ocupadas. Y cada vez que tengáis alguna duda, ¡acudid a nosotros! —Se presentaron.

¿Manos ocupadas? Algo me decía que no íbamos a tener unas vacaciones muy tranquilas. Se podría referir a cualquier otra cosa, pero sabiendo quién nos había mandado a ese mundo, mis sospechas cada vez eran mayores. Y, al parecer, Kousen pensaba casi lo mismo que yo, ya que me lanzó una mirada de sospecha, pero rápidamente el cruce de mirada fue interrumpido por las palabras de uno de los roedores.

—Lo primero que habría que arreglar es esta plaza. La reina Minnie dice que le falta algo de alegría. ¿Tú qué opinas, Chop?

—Necesita… ¡una limpieza a fondo!

—Lo sabía. —me limité a decir en voz baja, para mí mismo.

Calma. Por extraño que pareciese, yo estaba muy tranquilo, o al menos eso intentaba expresar. Me estaba temiendo alguna jugada como la que acabábamos de presenciar desde que escuché las primeras palabras de una de las ardillas. Y precisamente calma era lo que Kousen necesitaba. Se le notaba en la expresión del rostro. El por qué se enfadó tanto es algo que jamás sabré, Yami no podía darnos vacaciones así como así, él lo debería haber pensado.

—Encontraréis todo el equipo que necesitaréis en la parte trasera del escenario. Podéis acceder a ella a través de esa puerta —nos indicó la dirección en la que se encontraba la puerta.

Kousen le agradeció la información, y se dirigió hacia la puerta dando grandes pasos. Estaba completamente furioso.

Pero tenía motivos. Limpiar era demasiado aburrido. ¿Por qué nos había tocado a nosotros? Tantos aprendices en Tierra de Partida, y nos mandaron a un mundo para limpiar una plaza, la cual era bastante grande para dos personas, dicho sea de paso. Aunque ya que nos había tocado, quise acabar con aquello rápido.

—Vaya tela — suspiré — Parece que nos la han dado con queso, ¿no? — me preguntó.

—Típico de Yami. —contesté mientras cogía un mocho y llenaba un cubo de agua. —Yo frego, tú barres. Acabamos con esta mierda de misión.

—¿Alguna idea de quién es la "Reina Minnie"? parecía una figura importante.

—Será la que viva en ese enorme castillo que hemos visto antes. Propio de reyes. Y será la que mande sobre todo esto, supongo.

[Nell]

En la parte trasera del escenario encontraron los productos de limpieza que las alegres ardillas les habían ordenado ir a buscar. Tenían escobas, fregonas, paños para repasar los objetos de la calle, y quitar posible polvo, y cubos de agua y espuma, sin duda fruto de diversos productos químicos que era mejor no saber.

Al salir, vieron como las ardillas habían desplazado a su compañero Yu hasta el puesto de helados, a continuación del escenario, para que fuese fabricándolos, según las instrucciones, y congelándolos.

—¡Tiene que salir todo perfecto!

—¡Sí! —le secundó su ¿hermano?

En el momento en el que vieron a Kousen y Xictrov, cada una se subió al hombro de uno de los aprendices. Al primero le tocó Chip; mientras que, al segundo, Chop. Por si limpiar no fuera un engorro suficiente, las encantadoras ardillitas no se conformaban con un trabajo mundano. Continuamente estaban señalando el trabajo de los chicos, sin llegar a criticar, pero siendo un tanto molestas.

—¡No te dejes esa zona!

—¿Sabes escurrir la fregona?

—¡Rápido, rápido, vamos muy mal de tiempo!

—Tienes que pasarla dos veces.

Aún no habían acabado (y es de suponer que sus niveles de empatía con los animales estaban por los suelos) cuando aparecieron por una de las calles, en fila de dos, y moviéndose por sí mismas, escobas que portaban dos cubos llenos de agua.

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Atestaron rápidamente la calle y, tras ellas, apareció una figura pequeña, una ratoncita con grandes orejas redondas, engalanadas con una corona de oro, que complementaba con un rosado y pomposo vestido.

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—¡Reina Minnie! —exclamó Chip, saltando de alegría

—¡Esta zona está casi lista! —reportó Chop—. ¡Pronto nos pondremos con la siguiente!

La Reina Minnie, contenta, asintió. Sin embargo, cambió los planes previstos, salvando a los aprendices, quizá, de más mochos.

—Ellos se encargarán del resto de la ciudad —declaró la Reina Minnie, señalando las escobas. Luego, se volvió hacia los aprendices—. ¿Sois los ayudantes que ha mandado Tierra de Partida? Es un honor recibiros. No muchos se ofrecen voluntarios para las tareas previas al gran festival.

Y no era de extrañar…

—¿Cuáles son vuestros nombres?



[spoiler]Fecha límite: 1 de septiembre.

[Kousen]

Xictrov fué el único que me siguió, por alguna razón que desconozco. Quizás Yu se entretuvo más de lo normal mirando algo del exterior, o Chip y Chop le estaban echando una bronca por llegar tarde. A saber.

—Típico de Yami. — Me contestó mi compañero, agarrando un cubo y una fregona —Yo frego, tú barres. Acabamos con esta mierda de misión.

Nos movimos por la parte trasera del escenario, cargada de productos de limpieza y un olor a humedad que denotaba el poco uso que tenía aquella sala como almacén, unido a un tenue aroma a limpiador, posiblemente de limón.
Mirando entre todo el instrumental de limpieza, agarré una escoba en condiciones y un trapo por si tenía que limpiar alguna decoración, el cual sujeté con mi cinturón.

La incógnita de la localización del pobre Yu fue respondida nada más salir de aquel hervidero de polvo. Lo habían metido en una especie de mostrador para que fuese preparando los helados que se venderían en el festival. Personalmente, me hubiese gustado más cocinar que tener que eliminar el detritus de toda una plaza, pero realmente no estaba de humor para ello.
Antes de que pudiésemos empezar, las ardillas vinieron hasta nosotros a una velocidad de espanto, y treparon hasta colocarse en nuestros hombros, desde donde empezaron a dirigir el cotarro... encima nos habían salido mandones.
Para mi desgracia, me tocó Chip, al parecer el más espabilado y con una voz mucho más aguda que se me clavó en el tímpano.

—¡No te dejes esa zona!— chilló junto a mi oreja.

— ¡Ya voy, ya voy!— respondí, pasando la escoba por una esquina.

No solo teníamos que encargarnos del polvo y la tierra de la calle sin asfaltar, sino que tuve que recoger varios envoltorios que alguien había dejado tirados por todo el recinto. Vaya con la gente ¿Tán difícil es moverse un poco hasta la papelera?

—¡Rápido, rápido, vamos muy mal de tiempo!— insistió, haciéndome pitar el oído.

— Ya, ya ¡Hago lo que puedo! — respondí medio de mala gana, apretando el palo de la escoba con fuerza y dándome prisa.

Aquel tormento físico (Y en mi caso, auditivo) se alargó durante varios minutos más, y todavía nos quedaba un buen trozo de la plaza que limpiar. Trapo en mano, estaba dándole brillo a los pasamanos que había en el centro de aquel lugar, con la incesante voz de Chip taladrándome la cabeza. Ya empezaba a estar harto de las ardillas de las narices, nosotros trabajando como unos esclavos y ellos sentados en nuestro hombro mirándolo todo.
¡Y encima con exigencias!

Mi paciencia no daba más de sí, cuando por una calle empezó a desfilar la comitiva más extraña que había visto en mi vida: Una fila de escobas con brazos, cargando sendos cubos de agua se abrieron paso por el lugar, moviéndose al unísono como animadas por brujería.

Tras ellas, apareció una ratoncita de estatura menor a la nuestra, con un andar calmado y unas características orejas redondas que sobresalían de una cabeza. Entre estas brillaba una corona con la misma forma en piedras preciosas de color rojo, al igual que la mayoría del delicado vestido que portaba, lleno de pliegues y decoraciones propias de una dama de la nobleza.

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—¡Reina Minnie! —exclamó Chip, dando brincos en mi hombro

—¡Esta zona está casi lista! —declaró—. ¡Pronto nos pondremos con la siguiente!

"¿Nos pondremos?" Había que tener morro, más bien querría decir "les pondremos".
La Reina Minnie asintió con una sonrisa en su cara, ayudándome a tranquilizarme de alguna manera.

—Ellos se encargarán del resto de la ciudad —señaló a las escobas, y luego nos miró—. ¿Sois los ayudantes que ha mandado Tierra de Partida? Es un honor recibiros. No muchos se ofrecen voluntarios para las tareas previas al gran festival.

Lógicamente. Aunque más que ofrecernos, nos habían hecho caer en una trampa como a unos borregos.
Dejé la escoba apoyada en la barandilla, muy aliviado y notablemente más contento tras escuchar las noticias del relevo. Pero nadie iba a negar que habíamos dejado aquello como los chorros del oro.

—¿Cuáles son vuestros nombres?

Teniendo en cuenta que estábamos ante la soberana de aquel mundo, no sería prudente ni educado mostrar ninguna falta de cortesía, así que dejé pasar el incidente de la limpieza y me arrodillé debidamente ante la Reina Minnie, como es acostumbrado hacer ante los monarcas.
Además, por alguna extraña razón, aquella persona transmitía un aura muy calmante.

— El honor es nuestro, su Majestad. Me llamo Kousen Zephyr y estudio los caminos de la Llave Espada bajo la tutela de la maestra Yami. Disculpe nuestra tardanza, por favor. — dije con una voz calmada.

Esperaba que Xictrov hiciese lo mismo que yo, pero no sabía si Yu, que estaba en el otro lado de la plaza, había visto la escena siquiera.

[Roxas!!]

El pequeño almacén estaba lleno de polvo y muy desornado. En cuanto cogimos lo que necesitábamos, salimos fuera, preparados para dejar aquella plaza como los chorros. Al menos yo, quería quitarme aquello de encima cuanto antes, para poder entrenar seriamente o desahogarme un rato tocando.

Me extrañó que Yu no viniera con nosotros, se quedó atrás, quién sabe haciendo qué. Cuando salimos, estaba junto a Chip y Chop detrás del mostrador de lo que parecía ser un puesto de helado, lo habían puesto a hacer helados y a congelarlos. Sin duda alguna eso tenía que ser mucho más divertido y ameno que lo que nos había tocado a nosotros.

Al momento de salir nosotros, las ardillas le dieron un par de órdenes a Yu, y para nuestra sorpresa, se dirigieron hacia nosotros y se colocaron en el hombro de cada uno. Chop. Tuve suerte, Chop tenía la voz mucho más grave que Chip, compadecía a Kousen, la voz de pito de Chip era una carga extra.

Comenzaron a darnos órdenes, pues querían que quedase todo impecable y perfecto.

—¿Sabes escurrir la fregona? —preguntó, indignado.

—He hecho esto miles de veces. —contesté mientras escurría el mocho.

—Tienes que pasarla dos veces. —insistió.

—Necesito cambiar el agua del cubo. —repliqué.

Había pasado la fregona mil veces por la habitación en la que vivía en Mundo Inexistente, ¡sabía perfectamente cómo tenía que hacerlo! No soportaba a aquel roedor en mi hombro dándome órdenes con aires de superioridad.

Pasé el mocho por todo los suelos que no fuesen de piedra en la plaza, grité y avisé a Kousen de que no me pisase lo que estaba recién fregado, al igual que le dije a Yu, que ya había acabado con los helados.

Cuando estaba enpezándome a cansar de todo aquello, comenzó el desfile. Unas pequeñas escobas las estatura de las cuales no me llegaría a la cintura, comenzaron a desfilar en línea por la plaza, cargadas con cubos de agua. Era una situación que nunca había tenido el placer de observar.

Pasó la última escoba, y una ratoncita apareció tras ellas, con un gran vestido rosa, andares elegantes y calmados, y unas grandes orejas en su cabeza. Portaba una corona dorada con el símbolo de la silueta que hacía su cabeza en medio, lo que significaba que era de la realeza, no podía ser otra persona.

—¡Reina Minnie! —exclamó Chip desde el hombro de Kousen.

—¡Esta zona está casi lista! —afirmó—. ¡Pronto nos pondremos con la siguiente!

La Reina, tranquila y segura, dibujó una leve sonrisa en su cara y hizo un gesto de aprobación y afirmación con la cabeza.

—Ellos se encargarán del resto de la ciudad —señaló a las escobas, y luego nos miró—. ¿Sois los ayudantes que ha mandado Tierra de Partida? Es un honor recibiros. No muchos se ofrecen voluntarios para las tareas previas al gran festival.

Lancé el agua del cubo, con cara de alivio y satisfacción, al ver el fruto de nuestro trabajo en la enorme plaza.

—¿Cuáles son vuestros nombres?

Era una reina, y debía ser tratada como una reina. Kousen pareció pensar igual que yo, pues fue él el primero en adelantarse.

—Soy Xictrov, aprendiz de la Llave Espada bajo los consejos del maestro Kazuki en Tierra de Partida. Es todo un honor para nosotros, Alteza. —pronuncié tras invocar mi llave espada, clavarla en el suelo, agarrarla por el mando y arrodillarme.

[Nell]

La Reina Minnie aceptó, con una inclinación de cabeza, las presentaciones de los jóvenes, además de pedirles que se alzaran de nuevo, ya que ambos habían optado por las formalidades e hincado la rodilla.

—Hacía tiempo que no recibíamos ninguna visita de Tierra de Partida, desde el incidente. Precisamente fue Kazuki quien nos ayudó a solucionarlo —explicó. Luego, abordó la conversación que más le interesaba—. Pronto comenzará el Festival de Ensueño, así que estamos todos muy nerviosos para que este año sea perfecto. Si aún tenéis deseos de colaborar, hacen falta manos en el castillo.

—¡Claro, estaremos encantados! —intervino rápidamente Chip, aún desde el hombro de Kousen.

La Reina volvió a asentir.

—En tal caso, deberíais partir en vuestros vehículos. Será mucho más rápido —propuso—. Habréis visto el castillo al llegar. Buscad los jardines centrales para tener un lugar donde aterrizar.

Mientras mantenían aquella breve conversación, las escobas ya se habían puesto a su tarea. A pesar de que Kousen y Xictrov ya habían limpiado por allí, insistieron en repasarlo todo, al mismo tiempo que se dividían para peinar otras zonas. Incluso hubo alguna que abrió una alcantarilla y se coló por ella para dar sus repasitos a los subterráneos.

Y, al otro lado de la plaza, Yu seguía con sus helados. Al parecer, permanecería en esa tienda un poco más.

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Fecha límite: 5 de septiembre.

[Kousen]

Xictrov no tardó en presentar sus debidos respetos, tras lo cual la Reina los aceptó y nos pidió que nos levantásemos.

—Hacía tiempo que no recibíamos ninguna visita de Tierra de Partida, desde el incidente. Precisamente fue Kazuki quien nos ayudó a solucionarlo — ¿Incidente? ¿Había habido algún ataque en aquel mundo...? Por lo visto el maestro de Xictrov había estado en medio del asunto —. Pronto comenzará el Festival de Ensueño, así que estamos todos muy nerviosos para que este año sea perfecto. Si aún tenéis deseos de colaborar, hacen falta manos en el castillo.

—¡Claro, estaremos encantados! —chilló emocionado Chip, volviendo a aceptar sin nuestra opinión y empezando a darme jaqueca.

La Reina sonrió de nuevo, asintiendo.

—En tal caso, deberíais partir en vuestros vehículos. Será mucho más rápido. Habréis visto el castillo al llegar. Buscad los jardines centrales para tener un lugar donde aterrizar.

Mientras tanto las escobas, al parecer no contentas con nuestro duro trabajo, empezaron a repasar todo insistentemente e incluso se hicieron cargo de zonas en las que no habíamos pensado.
Yu se limitó a seguir con la tarea que le habían asignado, haciendo helados sin parar tras aquel puesto.

En fin, ya que estábamos metidos de lleno en la preparación del festival, sería un sinsentido negarse a echar una mano con todo el jaleo que se estaba montando en torno a él. Al menos el Castillo seguro que contaba con sirvientes, así que dudo que volviesen a pedirnos pasar el mocho a algún sitio. Además, me gustaría averiguar más sobre aquel "incidente"

— Por supuesto, Majestad — respondí — Estaremos encantados de ayudar en todo cuanto sea posible para llevar a buen término los preparativos del festival. Muchas gracias por molestarse en recibirnos.

Me despedí con una reverencia y caminé hasta un espacio abierto. Una vez allí, invoqué mi Llave Espada y la lancé para transformarla en el glider, sin embargo esperé a que Xictrov estuviese listo para ir hacia el castillo.
Por cómo Chip había hablado en plural, supuse que vendrían con nosotros hasta el palacio.

— Agárrate fuerte al pelo de mi chaqueta — le recomendé a la ardilla — No queremos que el empuje del viento te haga salir volando por los aires.—

Una vez ambos aprendices estuvimos en posición, encendimos los motores de los vehículos y nos elevamos para salir volando en dirección a nuestro destino.
Mientras estábamos a mitad de camino, no pude evitar dejar de pensar en lo que había dicho la Reina Minnie. Probablemente Xictrov no me oyese por el ruido del aire, así que me limité a preguntarle a Chip.

— Chip, ¿a qué incidente se refería la Reina? — dije con la voz suficiente para que me oyese — No nos habían comentado nada sobre ello antes de venir.—

Continuamos conduciendo hasta que por fin llegamos a un gran patio interior repleto de esculturas realizadas recortando los bordes de los arbustos que allí crecían, donde aterrizamos con cuidado de no estropearlas.

[Nell]

Finalmente, viéndose ambos aprendices arrastrados de nuevo a prestar su ayuda gratuitamente, de parte de Yami, a los habitantes de aquel mundo en un ¿Festival de Ensueño?, su siguiente parada fue los jardines del castillo. Eran bastante pintorescos, con múltiples formas impresionantes, desde animales hasta enredaderas en la edificación central, por la cual se accedía al hangar.

—¡El incidente de hace unos meses! ¿Cuál si no? —exclamó la ardilla—. Es la única razón por la que el Festival fue aplazado este año.

Sin embargo, tras comprobar que, efectivamente, Kousen no sabía nada de nada, entró en más detalles.

—Hubo una intrusa en el Castillo Disney —relató Chip—. Venció a todos los que intentaron detenerla y… ¡atacó al Rey!

—Seeeeh. Y daba mucho miedo —se secundó Chop, que desde el hombro de Xictrov también estaba muy interesado en la conversación—. ¡Al Capitán lo paralizó!

—¡Eso no es paralizar!

—Ehm… ¿Frenar?

—¡Parar! ¡Lo paró! —describió, finalmente, Chip—. Pero, ¡eso no importa ahora! El Rey ganó y Kazuki se la llevó. ¡Ya no será más un problema!

—Hay gente que asegura conocerla de antes…

—¡Bobadas! ¡Y no hay tiempo para rumores! —se bajó del hombro de Kousen, de nuevo, apurada—. ¡Por aquí, por aquí!

Chip echó a correr hacia la entrada del castillo. Chop, primero regresando al suelo, hizo lo mismo, esperando que los dos aprendices le siguieran.

Llegaron hasta un largo pasillo de marfil, con el suelo tan impoluto que prácticamente habrían podido patinar por él de no ser por la alfombra roja de terciopelo. Éste terminaba en una única puerta, con una sala anterior situada a mano derecha.

—¡Tú por aquí! —señaló Chop, guiando a Xictrov por la primera salida. Muy curiosamente, a pesar de ser una puerta gigantesca, bastó dar un par de golpes para que se abriera un pequeño hueco por el que se pudiera pasar.

El joven dio a parar en una sala inmensísima, con una nueva alfombra que se extendía hasta el final de la habitación, concretamente, hasta el trono. Al lado de la puerta, había nuevamente… un mocho. Las instrucciones volvían a estar claras…

—¡Y tú recto! —indicó Chip, después de que se cerrara el hueco por el que habían entrado Xictrov y Chop.

En vez de una sala del trono, a Kousen le tocó la biblioteca. O, más bien, un despacho, ya que los estantes de libros que llenaban únicamente una pared tenían mucho que envidiar a todos los que tenían en Tierra de Partida. Seguramente tenían una variedad muy específica.

Chip se subió al escritorio, señalando la fregona que había en una esquina. De nuevo, las instrucciones volvían a estar claras.

Por otra parte, cabe destacar que no estaban del todo solos. Detrás de la mesa, un perro amarillo dormía plácidamente en su cojín, ajeno a que se hallaba en zona de limpieza.

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Fecha límite: 10 de septiembre.

[Kousen]

—¡El incidente de hace unos meses! ¿Cuál si no? —respondió Chip—. Es la única razón por la que el Festival fue aplazado este año.

Me quedé igual que al principio. Por lo visto no se habían dado cuenta de que no sabíamos absolutamente, a pesar de venir desde Tierra de Partida.

—Hubo una intrusa en el Castillo Disney —contó—. Venció a todos los que intentaron detenerla y… ¡atacó al Rey!

—Seeeeh. Y daba mucho miedo —interrumpió su hermano, desde el hombro de Xictrov—. ¡Al Capitán lo paralizó!

—¡Eso no es paralizar!

—Ehm… ¿Frenar?

—¡Parar! ¡Lo paró! —le corrigió su hermano—. Pero, ¡eso no importa ahora! El Rey ganó y Kazuki se la llevó. ¡Ya no será más un problema!— afirmó, convencido

¿Lo paró? Por sí sola, aquella expresión tenía muchas interpretaciones, pero por las confusiones de Chop... ¿Tanto poder tenía la intrusa como para poder detener completamente a un capitán defendiendo al Rey? Sonaba peligrosa... y Kazuki no dejaba duda de ser un verdadero maestro.

—Hay gente que asegura conocerla de antes…

—¡Bobadas! ¡Y no hay tiempo para rumores! —bajó a toda prisa de mi hombro—. ¡Por aquí, por aquí!— insistió, haciendo aspavientos con los brazos.

Seguido de cerca por Chop, Chip empezó a correr a cuatro patas en dirección a una puerta entre los setos, que parecía dar al interior del castillo.

— Conque una intrusa y un ataque directo...— dije en voz alta, para que mi compañero me oyese — Será mejor que no bajemos la guardia... a saber cuando habrá otro ataque.

El interior del palacio me pareció, como poco, impresionante. Las dimensiones de aquella construcción eran enormes, tanto que no se podía vislumbrar claramente el techo del pasillo del cual colgaban unos estandartes de color rojo. El mármol estaba impecable, haciendo que el blanco resplandeciese.

Empezamos a avanzar por el pasillo, donde al final una puerta de madera esperaba, con otra gigantesca a mitad de camino situada en la pared de la derecha.

—¡Tú por aquí! —Chop se llevó a Xictrov hacia la puerta descomunal, aunque me preguntaba como diablos iban a abrirla.

Para mi sorpresa, unos golpes abrieron una diminuta puerta oculta que permitía el acceso a la sala sin más problemas. Al otro lado del hueco había un salón desproporcionadamente grande, del mismo color que el resto del castillo y con un trono al final, con sendas estatuas enormes tras este. Al parecer le tocaba limpiar aquel sitio...

Silbé al ver el lugar, como muestra de sorpresa, y agité la mano abierta en relación al tamaño de aquel sitio. La puerta se cerró inmediatamente, dejando al otro aprendiz solo con Chop y su colosal tarea.

—¡Y tú recto! — exclamó Chip, señalando la otra puerta.

Aferré el pomo para abrir la puerta, y tragué saliva esperándome otra habitación grotescamente grande que me tocase limpiar de principio a fin. Seguro que volvíamos a Tierra de Partida cuando ya se hubiese acabado la cena.

Abrí la puerta sin prisa, y asomé la cabeza para ver lo que me esperaba. Para mi sorpresa, abrí la puerta del todo y no encontré más que un despacho muy bien cuidado y con toda una pared repleta de libros, con un escritorio y una chimenea dorada justo en frente.

Pude ver como Chip daba unos saltos, acomodándose en la mesa y mostrándome una fregona que descansaba solitaria, apoyada en una esquina.

Suspiré, resignándome a mi tarea y dirigiéndome a la fregona, a la cual le di unas cuantas remojadas en el cubo para empezar a limpiar el suelo. Según iba dando pasadas a la zona cerca de la chimenea, pude ver como la luz solar entraba por una claraboya superior, lo que hacía que el suelo limpio pareciese un auténtico espejo.
Sin embargo, al pasar por detrás de la mesa me encontré con un obstáculo. Un curioso perro de color amarillo dormitaba sobre un cómodo cojín, ignorando completamente lo que le rodeaba.

Me daba pena despertarlo, así que dejé aquella zona para el final y me acerqué a las estanterías. Siempre podía ganar un poco de tiempo esperando a que se despertarse... y aquellos libros podían ser interesantes.
Según daba más repasos con el mocho, me fijaba en los títulos de algunos libros, casi todos eran colecciones: "Khama vol 8","Theon vol 6", "Mava vol 6", "Azal 3", "Salegg 5", "Hafet vol 4"... poco podía deducir sobre la temática de aquellos libros por su nombre, si bien había algunas excepciones aisladas.

"Historia del Castillo Disney", "La piedra angular de luz", "Dinastías"... obras relacionadas con aquel mundo, al parecer.
Pero cuando volví al escritorio, aquel perro seguía durmiendo cual marmota. Parece que iba a tener que despertarlo, pero quería asegurarme de que tenía que hacerlo.

— Hmmm, Chip — llamé su atención — Este perro... — señalé al can en cuestión.

[Nell]

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A partir de ahora, responderé cuando lo haya hecho Kousen. Si Roxas!! quiere reincorporarse a la trama, podrá hacerlo cuando quiera, desde el punto en el que se quedó.

Chip, que había estado muy ocupado revisando papeles y husmeando encima del escritorio, reaccionó a la pregunta de Kousen con un salto, sorprendido, y se giró para ver a quién mencionaba.

—¿Te refieres a Pluto? —preguntó—. Es el perro del Rey. ¡No le despiertes! —luego, añadió—. ¡Pásala dos veces!

Al parecer, ni siquiera era consciente de que dicho animal iba a dificultar la tarea de Kousen. Con la intención de no prestarle más atención, volvió a concentrarse en aquellos documentos, hasta que pocos segundos después volvió a dar un salto sobre sí misma.

—¡Oh, cielos! ¡Este menú está mal planificado! —exclamó, sin venir a cuento.

Cogió uno de los papeles y, sin dar ninguna explicación, Chip salió corriendo hacia la puerta, resbalándose un poco por el suelo recién fregado, de nuevo recto por el pasillo que habían venido. La precipitada carrera (a saber por qué), provocó que el resto de documentos volaran y fueran a desperdigarse por la habitación.

Finalmente, Kousen podía disfrutar de un poco de soledad. Lo cual no venía nada mal en una tarea de voluntariado que les había encasquetado Yami a traición. Quizá optase por acabar el trabajo cuanto antes y descansar, o bien, por aprovechar aquel rato para dar uso a aquella habitación tan interesante.

Pluto seguía dormitando, cómo no.

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Código: Seleccionar todo

[color=salmon]Chip[/color]

[code][color=tan]Chop[/color]

[Kousen]

—¿Te refieres a Pluto? —así se llamaba el perro—. Es el perro del Rey. ¡No le despiertes! —advirtió—. ¡Pásala dos veces!

— Como quieras— me junté de hombros — pero así no podré terminar.

Ni caso, Chip hizo oídos sordos y volvió a hundir su atención en los papeles que estaba ojeando, dando un brinco.

—¡Oh, cielos! ¡Este menú está mal planificado! —se horrorizó por algo que no comprendo, saliendo a escape.

Chip saltó desde el escritorio, patinando por el suelo recién fregado para dirigirse a quién sabe donde por el pasillo principal. Los papeles que habían estado perfectamente ordenados sobre la mesa salieron volando y se esparcieron por toda la habitación, dejándome a solas con aquel estropicio.

—De nada.— dije con disgusto, sin que pudiese oirme nadie. —será desconsiderado...— negué con la cabeza.

Dejé la fregona apoyada en el escritorio y me puse a recoger los papeles con mucho cuidado de pisar solo las zonas que ya se habían secado un poco, con tal de no estropear mi trabajo. Una vez los tuve en las manos, les di un par de golpes sobre la madera para ajustarlos en un pequeño montón.
Al menos me había librado de las exigencias de Chip por un buen rato, algo que agradecí. Volví a sujetar el palo de la fregona y di un repaso rápido a las zonas que se habían manchado, el suelo restante ya parecía un auténtico espejo y fregarlo dos veces sería una tontería.

— Por fin...—

Me senté en una esquina de la mesa para descansar un poco después del fregoteo a aquel sitio. Realmente compadecía a Xictrov por el cuarto que le había tocado... Yo había tenido más suerte, la verdad.
Viendo que nadie volvía, opté por alargar un brazo hasta la estantería, tomando con sumo cuidado un libro que me había llamado la atención, y comencé a leer algunas páginas mientras esperaba a que el roedor regresase.

Me sobresalté un poco, pero solo resultó ser un ronquido de Pluto. Menuda vida se pegaba.

[Nell]

Entre los papeles que Kousen había ordenado tras el repentino vuelo, pudo entrever varios títulos, en cada documento, bastante interesantes, tales como Medidas de seguridad del Castillo Disney, Origen de la Piedra Angular de Luz, Lista de posibles eminencias para el Trofeo de los Mil Sueños, Querido Ryota, Prototipo agrícola, Castigos de Pete, Menú de Pluto o Propuesta de los trillizos McPato. Como no sintió curiosidad en su momento, el aprendiz los dejó de nuevo encima de la mesa.

Y, por supuesto, una vez que acabó la tarea, se permitió un pequeño descanso, muy bien merecido, al tiempo que aprovechaba la pequeña biblioteca de la habitación. Pasaron bastantes minutos y Chip no regresó.

Empezaba a ser preocupante la gran tardanza de la ardilla cuando Pluto se despertó. Se incorporó rápidamente, con las orejas a la escucha, y alerta. Si se había percatado de la presencia del aprendiz, le hizo caso omiso, pues corrió hacia la puerta, arañándola con nerviosismo, y ladrando de paso varias veces. Tanto si Kousen le ayudaba en la tarea o no, el portón finalmente cedería ante la insistencia del perro, y éste vería cumplido su deseo de salir.

Pluto corrió por el largo pasillo, ignorando la habitación en la que se hallaba encerrado Xictrov (y probablemente harto de aquella horrible tarea) y perdiéndose de vista al doblar la esquina, en dirección al jardín donde los aprendices habían aterrizado.

Allí, a Pluto le esperaba una desagradable sorpresa.

No obstante, aún en la biblioteca, Kousen no podía saber qué sucedía. En su mano estaba investigar la repentina conducta del perro, o bien, seguir disfrutando de aquella sala que aún no había revelado todos sus secretos.

[Kousen]

Seguí ojeando el libro, pero Chip llevaba ya mucho tiempo fuera. Tanto que cuando me di cuenta, ya me había aburrido del libro y me dio por revisar los papeles anteriormente colocados sobre la mesa. Casi todo eran asuntos de aquel mundo, pero solo me llamaron la atención algo sobre una "Piedra Angular de Luz" y lo que parecía ser una carta dirigida a alguien con un nombre nada acorde con aquel mundo... ¿Sería alguien del exterior?

Solo les había leido unas líneas cuando Pluto se despertó de golpe, lo que me hizo dar un respingo en el sitio, y casi se me escapan los dos documentos de las manos. El perro se puso en posición de alerta y salió disparado hacia la puerta, arañándola insistentemente y ladrando, suplicando que la abriese. ¿Acaso necesitaba hacer sus necesidades?

—Tranquilo, ya te abro.—

Me apresuré en acercarme y abrirla de par en par, con lo cual el cánido salió a toda prisa por el gran pasillo, atravesándolo en menos que canta un gallo y desapareciendo en dirección a los jardines, la dirección que tomamos al entrar.
Algo estaba pasando, o esa era la sensación que tenía. Aunque en el caso de un perro, arañase la puerta para pedir salir a hacer sus cosas, aquellos ladridos angustiados no eran normales. Y mucho menos después de la tardanza de Chip y la forma en que Pluto se sobresaltó.
Recogí el libro de la mesa y lo coloqué de nuevo en su sitio, comprobando lo más rápido que pude que los libros estaban todos bien encajados en su sitio. Los dos documentos me los guardé con cuidado en el cinturón, para echarles un vistazo más tarde antes de devolverlos.

Acto seguido, salí corriendo a toda prisa por el pasillo y frené delante de la puerta de la sala del trono, golpeándola con violencia para que pudiesen oirme a través de la gruesa madera.

—¡Xictrov! ¡Chop!— grité, alarmado— ¡Los jardines! ¡Creo que le ha pasado algo a Chip!—

Sin esperar a que contestasen, seguí corriendo pasillo abajo tan rápido como mis piernas me permitían e intenté divisar lo que pasaba en el jardín a través de los huecos entre las columnas. ¿Acaso había vuelto aquella intrusa? ¿Sería lo suficiente yo para hacer algo? Si tuvo que acudir Kazuki para ayudar...

Llegué a la puerta de los jardines y la atravesé de golpe, saliendo al exterior listo para defenderme e invocar mi arma en caso de que sucediese algo.

[Nell]

El panorama que encontró Kousen en el exterior no se comparaba a nada de lo que pudiera haberse imaginado el chico. Pluto había quedado tan sorprendido que paró también en la entrada para contemplar la masacre, aunque reanudó sus ladridos una vez repuesto del shock.

El jardín. El hermoso jardín por el que había pasado hacía varios minutos, estaba completamente destrozado. La flora había sido masacrada, algunas partes incluso calcinadas (quién sabe por qué), las glamurosas estatuas estaban desmembradas (desde cortes de cabeza hasta duras separaciones con los instrumentos que llevaban consigo) y los arbustos tenían extensas zonas rapadas (como si hubiesen querido hacerles un corte militar), rompiendo definitivamente la armonía que se había respirado en aquel lugar.

Y todo por culpa de…

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(Mayor detalle en la descripción).

Medía dos metros, tenía forma humanoide y parecía construido con objetos de uso doméstico, como sartenes o tuberías. En uno de sus brazos llevaba una motosierra, continuamente encendida; mientras, en el otro, había una especie de cañón que nada bueno predecía lanzar. Por otro lado, parecía tener un compartimento cerrado en el pecho, aunque no se podía atisbar qué había en su interior.

El monstruo robótico, inmerso en su tarea de jardinería, destrozaba sin contemplaciones el paisaje, redecorándolo seguramente a su gusto, muy distante al de cualquier otro ser vivo.

—¡Eh, tú, aprendiz!

El desaparecido Chip salió entre unos arbustos y trepó rápidamente hasta el hombro de Kousen. Curiosamente, no estaba asustada, sino más bien molesta.

—¡Haz algo! ¡Está completamente fuera de control! —le ordenó.

Ni Xictrov ni Chop habían acudido aún. Sin embargo, Kousen pudo apreciar que, escondido en una esquina, tras unos matojos ya arrancados, había un grandullón escondido, agachado, con las manos resguardando la cabeza, y temblando como quien ve el fantasma de su abuelita. Desde luego, no parecía que fuera a ser de ayuda.

[Kousen]

Casi pego un grito cuando vi lo que había sido de los jardines. Estaban completamente destrozados, con las figuras cortadas por todas partes y chamuscadas con algunas llamas aún consumiendo los árboles. Pluto no paraba de ladrar al responsable, que no era para nada la instrusa que me esperaba.

Sobre todo aquel estropicio se alzaba un robot poco más alto que yo, que ignoraba completamente todo lo demás para arreglar el jardín a su... gusto. No aparentaba ser muy estable debido a los materiales de que estaba compuesto, pero la motosierra en uno de sus brazos y el cañón en el contrario (seguramente el responsable del fuego) me hacían pensármelo dos veces antes de acercarme a él.

—¡Eh, tú, aprendiz!

Chip no tardó en aparecer y trepar hasta mi hombro, malhumorado.

—¡Haz algo! ¡Está completamente fuera de control! —exclamó.

Al parecer tendría que hacerme cargo de aquello yo solito, pero no parecía nada fácil. Aproveché que me ignoraba completamente para averiguar más sobre él, oculto por un arbusto junto a la puerta. Al menos así no me pillaría por sorpresa nada en lugar de atacar a lo loco.

—Chip, necesito saber un par de cosas sobre esa cosa— solicité — ¿Tiene alguna fuente de energía? Y...— observé la portezuela del pecho. — Lo del pecho. ¿Hay alguna forma de abrirlo?—

Supuse que lo que quiera que le daba energía o lo controlaba estaba oculto en ese compartimento, pero si estaba soldado de alguna manera, poco podía hacer. Al menos parecía ser un buen conductor con tanto metal por todas partes, pero era bastante robusto en comparación con la nave que tuvimos que despachar antes de llegar.

— Gracias. — agradecí, una vez hubo respondido.

Avancé un poco y pude ver a un grandullón hecho un ovillo en una esquina, aterrado aparentemente por aquella cosa. Debía ser un habitante del castillo, o eso supuse.
Desde luego no iba a ayudarme mucho contra el robot, pero siempre podía usarlo como distracción.

[Nell]

Chip, quien comenzaba a estar más nervioso por el creciente desastre del lugar, respondió con rapidez las preguntas de Kousen. Demostrando, de paso, que tampoco sería de mucha ayuda:

—¡No lo sé! ¡No he creado eso! —entonces, se le ocurrió una idea—. ¡Ya sé! Si consigues abrir ese compartimento, podré colarme y destruirlo desde dentro.

Una idea un tanto peligrosa, sobre todo si Chip no tenía cuidado en lo que hacía. No obstante, la ardilla tenía suficientes conocimientos de mecánica como para estar segura de que podría tratar con aquel robot. Por supuesto, la decisión recaía en Kousen, puesto que también era más fácil destrozarlo sin más para acabar con él.

—No, no, no… Esto no tenía que salir así… —se lamentó, repentinamente, el tipo agachado, sin osar levantar la cabeza.

—¡Pete! ¡Eres un cobarde! —le recriminó la ardilla.

En realidad, tampoco es que ella estuviese haciendo mucho para ayudar.

El robot seguía mutilando los arbustos que tenía más cerca, mientras avanzaba con lentitud. Parecía que haría caso omiso de Kousen hasta que acabara su trabajo de ¿jardinero?

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[color=salmon][b]Chip[/b][/color]

[color=sienna][b]Pete[/b][/color]