Partimos a través del espacio al que llamábamos intersicio de los mundos, por segunda vez para mí contando el viaje de ida a Tierra de Partida cuando me guió Yami. Viajar solos sin un maestro era bastante emocionante a decir verdad, pero tuve que resistir la tentación de no dirigirme a algún mundo con aspecto interesante que se cruzaba en nuestro camino.
El espacio tenía un aspecto bastante curioso, lleno de efectos luminosos como auroras, nebulosas, acumulaciones de polvo estelar y estrellas, e incluso juraría que vi alguno agujeros negros en la lejanía.
Y a mitad de camino, ahí estaban. Tan plácidas y calmadas como siempre. Islas del Destino, mi mundo de origen, el lugar donde crecí y me crié. Era extraño verlo todo tan pequeño en la lejanía, mucho mas de lo que solía serlo estando dentro. Seguí girando la cabeza para verlas, pero tuve que dejarlo cuando esquivé un asteroide que casi me da de lleno por ir tan ensimismado. Me equilibré en la suerte de moto que formaba la Llave Espada al transformarse y aceleré un poco para darme prisa en llegar a Ciudad Disney, aunque reduje la velocidad al rato para no dejar atrás a mis compañeros.
Seguimos un tiempo más viajando y viendo pasar estrellas a toda velocidad, hasta que Ciudad Disney estaba a la vista... pero había problemas.
Según nos acercábamos al fulgor lejano que era aquel mundo, pudimos distinguir unas manchitas negras que pasaban ante él. En principio pensé que no eran más que otros asteroides arrastrados por algun movimiento espacial, pero mis sospechas se volvieron más claras cuando pude ver que se movían de forma extraña, como por voluntad propia.
Más cerca comprobamos que se trataba de naves. ¿Serían las populares Naves Gumi que algunos preferían para viajar en lugar del glider? En ese caso no tendríamos que preocuparnos más que en no chocar con ellas, pues no deberían ser hostiles con nosotros... aunque las dos laterales tenían una forma muy extraña.
Muy equivocado estaba, pues al estar casi al lado me empezaron a sudar las palmas de las manos. Pude distinguir unos pequeños brillos amarillentos saliendo de alguna parte de la nave central, unos ojos diminutos que nos observaban desde un punto mucho más oscuro. El emblema que llevaban en su decoración fue inconfundible, ya que aunque no me hubiese encontrado aún con aquellos seres, sabía lo suficiente para verlos a simple vista. Y las laterales no eran sino dos de aquellas criaturas que de alguna forma se habían habituado el espacio.
Sincorazón. Las criaturas contra las cuales estábamos destinados a pelear y la principal razón por la que habíamos sido elegidos como portadores de la Llave, así como el principal peligro que acechaba a los mundos y amenazaba con su destrucción. Encarnaciones de la Oscuridad misma, nacidas de las profundidades del corazón.
Ya estaba mentalizado para enfrentarme a ellos, lo sabía de sobra. Pero, ¿aquí? ¿en mitad del espacio? No, demasiado arriesgado. No solo perdíamos completamente el cuerpo a cuerpo, sino que teníamos que maniobrar las naves y atacar a la vez, por no nombrar que nuestras propias armas se habían convertido en nuestro transporte.
—
Mierda... —. maldije nuestra suerte, porque ya comenzaban a rodearnos
Y antes de que pudiésemos hacer nada, la nave disparó numerosas salvas de fuego de cañón. Muchas fallaron, pero otras tuve que esquivarlas por los pelos, dando giros brucos e incluso una voltereta completa al Glider. Bendita falta de gravedad en el espacio.
Nos quedaba la opción de usar la magia, pero con la falta de un punto de apoyo firme la cosa se pondría fea. Además, aquella nave tenía una forma demasiado sólida como para ser dañada por algo tan pequeño como un hechizo de magia básica. Los sincorazón laterales eran otra cosa, pero aquella cosa no iba a dejar de disparar mientras los despachábamos.
Pero entonces me di cuenta de algo peculiar, la forma de aquella nave no era una cualquiera. Tenía forma de
Escudo.
Fruncí el ceño dentro del casco y procuré estar atento a la artillería frontal que nos apuntaba.
—
Zafaos de ellos como podáis, por favor — dije a mis compañeros —
No dejéis que os apunte la nave, y cuidado con los Sincorazón. Confío en vosotros, espero no tardar.A continuación hice una maniobra como pude, hundiéndome hacia abajo para acelerar y colocarme a espaldas de la nave principal.
—
¡En todo caso, salgamos de aquí rápido! ¡Nos llevan ventaja! — Grité lo más alto que pude.
Esperaba encontrar algún lugar vulnerable en su retaguardia, pues no nos superaba mucho en tamaño. Mejor que me diese prisa o se daría la vuelta y me dispararía, así que tras un vistazo rápido concentré energía en mi mano derecha y la apunté hacia lo más expuesto que pude ver.
—
¡Electro! — exclamé, disparando la corriente eléctrica desde mis dedos. Con suerte, podría provocar una sobrecarga o ralentizarla lo suficiente para salir a salvo... o ganar la ventaja.