[Tierra de Dragones] Deshonor familiar

[RedXIII]

La mirada fulminante de Fatima fue mortal para Hiro.

A continuación, siguiendo al maestro Ronin, se adentro en el interior de la casa y dando un leve giro de su cabeza pudo ver el estilo de decoración que tenia, si es que tenía algún tipo de decoración ya que la ausencia de cuadros, jarrones y demás se notaba enseguida.

Al poco tiempo de entrar salió una mujer, seguramente algún familiar del señor Fa, por su aspecto y su joven cara, posiblemente su hija o sobrina. Vestía con sedas delicadas, o al menos eso parecía, y de tonos rosados, algo parecidas a las de algunos de sus parientes. Aunque mostro, a continuación, una grácil reverencia, no parecía demasiado contenta.

El maestro, sin previo aviso, se giro, al entrar el señor Fa por la puerta, y le hizo una pregunta.

Mantuvo una breve conversación con la señorita Mulan, presentada así por su padre, y con el señor Fa.

—Nada, nada, he oído que este buen chico —Aunque Hiro no prestara atención, ni formara parte, de la conversación, una repentina mano se postro sobre su hombro sin previo aviso — ha estado hace poco en cursos de cocina con un amigo mío. Seguro que hace buenos platos, pero como me gustan las tradiciones... — Ya temía lo peor cuando de pronto postro su mirada sobre Fátima y le dirigió una breve frase —. ¡Mujer, a la cocina! Exclamo acompañado de una sonora carcajada. Fátima respondió con otra de sus miradas mortales, peor que la anterior incluso.


Fátima se dirigió a la cocina, mientras, guiaron al Maestro Ronin y a Hiro a una sala de grandes dimensiones, con ventanas hacia el jardín, des de las cuales se podía ver la gran cantidad de agua que caía, el señor Fa, ignorando la lluvia, se sentó mirando a ambos.

—Espero que el chico hiperactivo no sea tonto y se resguarde de la lluvia. ¡No quiero volver con alguien resfriado, que luego nos lo pega a todos! —bromeó Ronin en voz baja a Hiro.

-Bueno, si fuera tonto al menos no se resfriaría- Le contesto haciendo referencia al famoso refrán.

A continuación ambos estuvieron hablando sobre el tema al cual traía a Ronin a aquel lugar.

—Cierto. Los hunos... —El señor Fa dirigió la mirada hacia Hiro—. Tu soldado llamaría la atención especialmente como extranjero...

Soldado… ¿Lo decía por su cola y sus orejas? No eran difíciles de ocultar.

—¿Este? Bah... ¡Le ponemos una correa, que se ponga a cuatro patas y ya está! —Ronin echó a reír energéticamente, dando una fuerte palmada en la espalda de Hiro—. ¡Pero ríete, hombre! Bah, estos aprendices hoy en día son unos sosos... ¿Seguro que quieres quedarte con nosotros, chico? No sabía si arrearle o reírse con el.

-Me puedo cambiar, si es por eso, siempre llevo ropa de recambio por si acaso- Mencionó, mejor que ir a cuatro patas, la verdad -Seguramente llevare algún kimono o algo- Comentó registrando su trozo de tela-bolsillo atado al cinturón.

[Zee]

Spoiler: Mostrar

Lamento la tardanza. Se suponía que yo fuese el reemplazo de Narra, pero la mudanza me trajo muchos problemas. No tanto para escribir, sino para tener una red desde donde mandar las cosas. En fin, me encargaré yo hasta que Narra pueda volver (que a estas alturas ya no debe ser mucho).

Y espero disculpen la calidad. No estoy acostumbrado a hacer de relevo :_D (Y además hace EONES que no veo Mulan xD)

Mulan vaciló unos instantes, mientras su mirada, nerviosa y dubitativa, se movía alternativamente entre Fátima y el desastre que había causado con el arroz. Por unos momentos, la Aprendiz podría pensar que la chica no quería responder, pues se inclinaría para recoger todos los granos y a ponerlos en un lugar donde pudiese lavarlos a conciencia. Tal vez Fátima pudiese imitarla, como para ayudarla. Tras unos segundos de pensarlo, Mulan decidiría luego que darle una respuesta a Fátima no causaría daño alguno:

—Vosotros amigos de mi padre sois extranjeros, ¿no es así? —¿a qué se referiría Mulan con aquella frase? ¿A la ignorancia de Fátima o simplemente a su aspecto? La chica no lo dijo, empero, con malas intenciones o con afán de burla; simplemente quiso confirmarlo—. Cuando nosotras las mujeres llegamos a la edad para casarnos y tener hijos, la casamentera… oh, ella —el semblante de la chica se ensombreció aún más, como si recordara la tragedia que, decía, le había ocurrido previamente. Como para distraerse, comenzó a lavar el arroz en un cuenco de madera más grande; pero con tanta fuerza que gran parte de los granos terminaba por caerse por el borde—… ella nos evalúa y decide si seremos buenas esposas o… o no

>>Y… y le he fallado a mi padre y a mis ancestros. Yo debía traerles honor y… oh, todo me ha salido tan mal…

Las muchachas continuarían preparando el arroz en silencio durante un buen rato; tanto que Fátima podría pensar que Mulan ya no tenía ganas para hablar. Cualquier cosa que le dijera, se la respondería sin palabras y con una expresión en donde se asomaría la tristeza. Unos minutos después de trabajar, la chica murmuraría, sin embargo:

—Debe ser un buen lugar allá de donde tú vienes...

***

—¿Kimono? ¿Viene tu muchacho, acaso, de la tierra del sol rojo? —preguntaría el señor Fa ante la curiosa respuesta de Hiro, cuestionando si el Aprendiz era nativo de la isla nativa: Japón. Ronin, sin embargo, malentendió el mensaje y añadió:

—Bueno, tu ciudad tenía unos bonitos atardeceres, ¿no? —el Maestro soltó una risita. El señor Fa, sin embargo, añadiría, completamente serio:

—Si realmente quieres deshacerte de tus rasgos extranjeros, deberías llevar algo más tradicional…

—¡Y un gorro, tal vez! —Ronin se tomó las confianzas de darle un pequeño golpecito con el dedo a la oreja canina de Hiro, mientras de sus labios se escapaban varias de sus típicas carcajadas—. Ah, pero eso no es lo importante aquí, ¿cierto? Esos rumores han sido, cuanto menos, interesantes… por no mencionar “alarmantes”.

Hiro notaría, si estaba prestando atención, que el señor Fa se tensaba allí en su “asiento” y se inclinaba levemente hacia adelante, expectante a las palabras de su amigo.

—Y no quiero, pero debo suponer que tienen relevancia para el emperador y sus guerreros… —Ronin asintió con la cabeza, con un semblante más serio y atento que antes.

—En aldeas cercanas a la frontera se menciona… cierto tipo de comercio. Uno que podría ser, por desgracia, muy beneficioso para el bando rival, mi buen amigo —ambos hombres permanecerían con las miradas, siempre serias, puestas sobre la del otro, como si se comunicaran telepáticamente. Mulan y Fátima tardaban, y la tensión no podría ser buena; ¿debería Hiro intervenir o cambiar el tema? Ojalá Zait llegase pronto…

[Suzume Mizuno]

Mulan recopiló los granitos de arroz, mirándola de reojo varias veces. Fátima suspiró. La había ofendido. Tendría que haber cerrado la boca. Se agachó a su lado para recoger el arroz. Habría que lavarlos… Cuando estaba haciéndose a la idea de que tendría que soportar ese incómodo silencio durante todo el rato que estuviera en la cocina, Mulan comenzó a hablar:

—Vosotros amigos de mi padre sois extranjeros, ¿no es así?

—Sí…

—Cuando nosotras las mujeres llegamos a la edad para casarnos y tener hijos, la casamentera… oh, ella —Fátima vio cómo parecía retrotraerse a aquel momento, mientras lavaba el arroz en un cuento, distraída, tanto que no se dio cuenta de que algunos de los granos acababan en el suelo de nuevo —… ella nos evalúa y decide si seremos buenas esposas o… o no
>>Y… y le he fallado a mi padre y a mis ancestros. Yo debía traerles honor y… oh, todo me ha salido tan mal…

—Oh, lo siento muchísimo —fue a extender una mano hacia ella, para darle un apretón en un intento de consuelo.
Pero la bajó en el último segundo. Eran desconocidas y no es que pudiera tomarse tanta libertad con ella. Luego, terminó de asimilar lo que Mulan acababa de explicarle y se le desencajó la mandíbula.

—¿Cómo que una mujer decide si puedes ser buena esposa o no? ¡Eso es imposible de evaluar! —exclamó, indignada —. ¡Todo depende del esposo, de cómo os llevéis, de vuestra conexión! ¿Cómo se puede decir si una mujer será buena o mala esposa porque una mujer la examine? ¿Qué sabe ella de lo que quiere el esposo, del tipo de mujer que le gustaría tener a su lado para compartir su vida?—a medida que hablaba la indignación crecía en ella hasta llegar al punto de que estuvo a punto de soltar un grito de rabia. Del mundo en el que venía también había ciertas normas sociales para las mujeres, pero llegar al extremo de someterse a un examen le parecía tan ridículo como humillante —. ¡No deberías sentirte mal porque una mujer te prejuzgue! Lo que importa es que cuando te cases puedas ayudar a tu marido en lo que seas capaz y que os queráis mutuamente…

Mulan no contestó, sino que siguió trabajando con el arroz. Frustrada, Fátima la ayudó, mientras por dentro continuaba refunfuñando para sí misma, preguntándose qué tipo de estúpida sociedad dejaría en manos de una simple mujer, por experiencia que tuviera, juzgar a jóvenes que no podían ni haber dado los primeros pasos en el matrimonio.

—Debe ser un buen lugar allá de donde tú vienes...

Fátima miró a Mulan con el corazón en un puño. Bajó la mirada hacia sus manos, llenas de granitos de arroz.

—Tiene sus pros y sus contras, como todo, supongo —tragó saliva, sentía la garganta seca —. No conozco a tu padre, Mulan, ni puedo decir si es bueno o justo contigo. Pero un padre bondadoso no te va a juzgar por lo que diga una mujer que no te conoce en absoluto —dijo con suavidad, dedicándole una sonrisa de ánimo —. Estoy segura de que comprenderá que eres más que lo que dice una estúpida mujer.

[RedXIII]

—¿Kimono? ¿Viene tu muchacho, acaso, de la tierra del sol rojo? — Pregunto el señor Fa sobre la contestación de Hiro, y a continuación le siguió Ronin.

—Bueno, tu ciudad tenía unos bonitos atardeceres, ¿no? — El Maestro soltó una risita. El señor Fa, a diferencia de él, parecía tomarse el tema más en serio y añadió:

—Si realmente quieres deshacerte de tus rasgos extranjeros, deberías llevar algo más tradicional…

¿De que estarían hablando, tierra del sol rojo? El kimono era una vestimenta propia de su familia ¿Es que venia de algún lugar concreto? Hiro nunca había preguntado sobre eso, no tenia ni idea de lo que hablaban ellos dos, "bonitos atardeceres" suponía que se refería a Villa Crepúsculo, pero allí no se usaban esas extrañas vestimentas.

—¡Y un gorro, tal vez! —Ronin dio un pequeño golpecito a las orejas de Hiro, mientras, unas carcajadas resonaban por la habitación, procedentes del Maestro, el cual ya volvía a hacer broma con el aspecto de Hiro—. Ah, pero eso no es lo importante aquí, ¿cierto? Esos rumores han sido, cuanto menos, interesantes… por no mencionar “alarmantes”.

Empezaron a hablar, otra vez, de temas que ni siquiera tenían que ver con los Sincorazónes que habían aparecido por allí, pronto el silencio vino, interponiéndose las miradas de ambos, unas serias miradas que parecían no terminar nunca.

-Ah... perdón por interrumpir pero, no me estoy enterando de nada- Dijo Hiro algo despistado, no tomaba apenas atención a la conversación de ambos y eso le dejaba un poco fuera de lugar, además de que, exceptuando las puntuales bromas y carcajadas del maestro, no se dirigían apenas a el sus comentarios -¿Tenemos algo que ver con todo eso que hablan?- Pregunto, ya que su conversación de "mercancías", "bandos", "comercio", no acareaba mas que dudas al joven aprendiz, sentado y medio somnoliento aun.

[Soul Artist]

Mulan sonrió débilmente a las palabras de Fátima mientras terminaba de preparar el arroz. Tomó unos cuencos para depositarlo en ellos y se dirigió a ella.

—Sí... Él lo comprende. Está decepcionado, pero nunca he dudado del amor de mi padre. Solo que... Llevo una muy mala racha y empiezo a ser una carga, a restarle honor a mi familia. Temo que un día padre se arrepienta de haber tenido una hija, en vez de un varón...

La mujer esperó una respuesta de su compañera mientras cogía palillos chinos y los colocaba en los boles. Tras las palabras de Fátima le sonrió y cerró los ojos, ladeando la cabeza en forma de respuesta.

El fuerte ruido de la puerta principal de la casa abriéndose llamó la atención de ambas. Los gritos de un hombre protestando por los recibimientos llegaron a sus oídos, provocando que la mujer saliese de la cocina apresurada con dos de los boles.

* * *
Ronin se llevó una mano a la nuca ante la pregunta de Hiro, sin borrar su sonrisa mientras pensaba en cómo contestarle. Posó su mano sobre su pelo y se lo revolvió, riéndose en alto.

—¡Impaciente! Claro que tenemos mucho que ver. Vamos a capturar al contrabandista. Bueno, vais, porque pienso hacer que vosotros cumpláis todo el trabajito —el Maestro soltó una carcajada al aire, como si fuese divertido dejarle todo aquello a dos aprendices mientras él no hacía nada—. Pronto, pronto os haré cargo a Fátima y a ti. ¡Os lo pasaréis muy bien!

—Qué cruel, Ronin —rió con una sonrisa leve Zhou.

El Maestro dejó de reírse de inmediato en cuanto alguien entró por la puerta principal de la casa de golpe, protestando sobre algo de recibimientos y de la lluvia. Zhou se levantó con algo de esfuerzo y tomó su bastón para dirigirse hacia la entrada, seguido de Ronin y Hiro si les acompañaba.

—¡Qué modales! ¡Ya nadie sale a recibirme a la lluvia! ¡Me he mojado los zapatos!

El pequeño hombrecillo que había interrumpido en la casa estaba totalmente empapado, dejando sus ropas azules caer chorros de agua en la entrada de la casa. Sus alargados bigotes negros también dejaban caer gotas mientras se quitaba el sombrero para escurrirlo, mojando la entrada de la casa sin consideración alguna. Nada más llegar Zhou a él, le miró de reojo y después sus ojos fueron a detenerse sobre Mulan, que se había acercado para ver lo que sucedía.

—¿Qué hace una mujer aquí? ¡Vuelve a tus labores! —ordenó sin consideración alguna, como si de su hija se tratara. Zhou se giró a Mulan y le hizo una señal de afirmación para que volviese a la cocina, a lo que ella contestó bajando la cabeza y volviendo allí para apoyarse sobre la pared mientras escuchaba.

El hombre carraspeó y sacó un pergamino que había estado protegiendo bajo sus ropas, desplegándolo ante los allí presentes.

—¡Por orden del Emperador, yo, Chi-Fu, convoco al ejército a, por lo menos, un varón de cada familia! ¡No acudir a la llamada del deber será castigado con la muerte! ¡Llamo a la familia Fa!

Zhou tomó aire y entregó su bastón a Ronin, que se quedó en silencio mientras observaba cómo caminaba firmemente hacia Chi-Fu, que le hacía entrega en persona del manuscrito. Sin embargo, nada más tomarlo, Mulan salió corriendo de la cocina y se colocó frente a su padre.

—¡No! —gritó, intentando que devolviese el pergamino y dirigiéndose hacia Chi-Fu—. Por favor, señor, mi padre está muy viejo ya. No puede hacerle esto, él...

—Mulan... —susurró Zhou apartándole la mirada y apretando los dientes—. No me deshonres más...

—¡Padre, por favor! —la voz de la mujer era prácticamente ya una súplica—. ¡Señor, por favor! ¡Hay muchos más hombres ahí fuera, por uno solo no va a cambiar nada!

—¿Osas enfrentarte a las órdenes del Emperador? —preguntó histérico el hombrecillo, alzando su mano—. ¡Te enseñaré a deberle respeto a un hombre, sucia maleducada!

Chi-Fu iba a pegarla, estaba claro. No parecía que Zhou fuera a evitarlo, ni Ronin parecía querer entrometerse en los asuntos que no le involucraban. Dependía, pues, de los aprendices hacerlo o no...

[Suzume Mizuno]

Fátima afirmó para sí misma al escuchar lo que decía Mulan. Pero sus últimas palabras le hicieron hervir la sangre.

—¿Pero de qué estás hablando? No deberías desear ser un hombre porque pienses que tu padre lo preferiría así.¿Qué más da que tengas algo entre las piernas o no? Una mujer puede hacer lo mismo que un hombre. El sexo de la persona es algo superficial, lo que de verdad importa es el individuo. Simplemente tienes que demostrarle a tu padre que puedes darle tanto honor como lo haría cualquier varón — dijo sin casi detenerse a respirar, con los puños apretados.
Si había algo que odiara era que una persona se tuviera que ver reducida, humillada, por ser como era. Se daba cuenta de que la sociedad de Mulan era bastante distinta a la suya, y que la forma de pensar variaba de acuerdo a las costumbres. Pero no podía evitar decir en voz alta lo que pensaba.

Mulan le sonrió, pero no dijo nada. Fátima suspiró. ¿Qué hacía ella metiéndose en asuntos que no la concernían?

Escuchó un ruido seco, que identificó con el de la puerta al abrirse. Y luego una voz aguda, chillona, algo ahogada por culpa de las paredes. Mulan, con dos bol en las manos, salió de la habitación apresuradamente. Fátima titubeó, pero también fue detrás de ella.

Llegó a la entrada y se asomó detrás de Mulan, a tiempo de ver cómo un hombre esquelético, de rostro desagradable, empapado hasta los huesos, le espetaba que se largase de allí.

—¿Qué…? —empezó a preguntar, pero se limitó a seguir a Mulan y a escuchar con ella la conversación:

—¡Por orden del Emperador, yo, Chi-Fu, convoco al ejército a, por lo menos, un varón de cada familia! ¡No acudir a la llamada del deber será castigado con la muerte! ¡Llamo a la familia Fa!

Las dos se asomaron para ver cómo el padre de Mulan recogía un rollo de manos del tal Chi-Fu (qué nombre más ridículo). Mulan se precipitó hacia delante, sin que Fátima tuviera tiempo para reaccionar:

—¡No! Por favor, señor, mi padre está muy viejo ya. No puede hacerle esto, él...

Fátima apretó los labios. La cosa no podía acabar bien…

—Mulan... —dijo entonces Zhuo, entre dientes—. No me deshonres más...

—¡Padre, por favor! —suplicó Mulan, desesperada. Fátima sintió cómo se le contraía el corazón al escucharla hablar así—. ¡Señor, por favor! —se volvió hacia el tipo de azul y de nombre ridículo—. ¡Hay muchos más hombres ahí fuera, por uno solo no va a cambiar nada!

—¿Osas enfrentarte a las órdenes del Emperador? —el hombre alzó una mano—. ¡Te enseñaré a deberle respeto a un hombre, sucia maleducada!

Los ojos de Fátima se abrieron como platos. Esperó ver algún gesto de protección por parte de Zhuo. Pero no hubo ninguno. Miró a Ronin y por su semblante dedujo que no tenía la más mínima intención de interponerse.

La indignación la abrumó. ¿Es que nadie iba a hacer nada?

No tuvo tiempo para pensárselo. Sus piernas cobraron vida propia y corrió hacia delante al tiempo que exclamaba:

—¿Cómo puedes golpear a una hija que va a ver cómo su padre parte a la guerra? — se interpuso entre Mulan y el hombrecillo, con el ceño fruncido y una agresividad que no pudo evitar en la voz: —. Un hombre de verdad — y recalcó la palabra “hombre”, por mucho que le quemara la lengua el pronunciar la siguiente frase, pues no estaba de acuerdo con ella. Pero era la única forma que veía de salir con cierta dignidad del apuro: — nunca pegaría a una mujer. Nunca. Y menos si viene a hacer que un padre abandone a su familia para arriesgar su vida.

Iba a decir algo más, pero se tragó como pudo las palabras, porque era consciente de que si continuaba no haría sino empeorar la situación.

“Ay” pensó entonces, notando un sudor frío descender por su espalda. “Ay, que la he cagado”.

Con el estómago reducido al tamaño de un puño, pasó un brazo por la espalda de Mulan y, lanzando una última mirada desafiante a Chi-Fu —a pesar de que por dentro estuviera preguntándose si algún día pensaría antes de actuar—, la empujó, rumbo a la cocina.

No miró a Ronin ni a Hiro, sino que clavó la mirada en el suelo.

—Lo siento — susurró a Mulan.

[RedXIII]

El maestro mostro, como siempre, su comportamiento extrovertido y alegre revoloteándole todo el pelo, que no era precisamente poco, y respondiendo, a continuación, a su pregunta.

—¡Impaciente! Claro que tenemos mucho que ver. Vamos a capturar al contrabandista. Bueno, vais, porque pienso hacer que vosotros cumpláis todo el trabajito — Como siempre volvió a soltar otra sonora carcajada, ignorando aquella carcajada vio que le estaba endosando todo el trabajo a ellos —. Pronto, pronto os haré cargo a Fátima y a ti. ¡Os lo pasaréis muy bien!

—¿Estas de coña? — Pregunto al maestro ¿Una gran tarea para ellos solos nada mas salir por primera vez de Tierra de partida? o tenía mucha confianza o había algo escondido.

—Qué cruel, Ronin — Rió a continuación el señor Zhou.

Pero las risas se detuvieron al entrar alguien por la puerta ¿Quien seria, y en un día de lluvia? Tendría que ser algo importante seguramente.

El señor Zhou se levanto y se acompañó de su bastón hasta llegar a la puerta de la casa.

—¡Qué modales! ¡Ya nadie sale a recibirme a la lluvia! ¡Me he mojado los zapatos! Exclamo una persona que acababa de llegar a la casa, con sus vestimentas empapadas, incluyendo aquel largo y oscuro bigote que tenía.

Zhou miro a Mula, la cual se había acercado para observar lo que sucedía.

—¿Qué hace una mujer aquí? ¡Vuelve a tus labores! — Dijo sin ningún miramiento ni consideración aquel hombre recién llegado, un carácter que Hiro no toleraba, pero al ser desconocidos prefirió aguardar, ya que Mulan siguió sus ordenes y volvió a la cocina.

A continuación desplego un extraño trozo de papel ¿Un pergamino? solo los había visto cuando era pequeño y ya apenas recordaba su existencia, no se solían ver muy frecuentemente en Villa Crepúsculo.

—¡Por orden del Emperador, yo, Chi-Fu, convoco al ejército a, por lo menos, un varón de cada familia! ¡No acudir a la llamada del deber será castigado con la muerte! ¡Llamo a la familia Fa!

¿Un llamamiento? era bastante curioso, nunca había visto ninguno aparte del que le hicieron a su padre hace años, asuntos que él no llegaba a comprender le explico el en su tiempo.

Zhou dejo su bastón en las manos del maestro Ronin y cogió aquel pergamino. Sin embargo nada más cogerlo apareció Mulan.


—¡No! — Gritó, intentando que devolviese el pergamino y dirigiéndose hacia Chi-Fu—. Por favor, señor, mi padre está muy viejo ya. No puede hacerle esto, él...


El señor Zhou pareció susurrarle unas palabras a Mulan, algo molesto, sin embargo ella insistió.

—¡Padre, por favor. Señor, por favor! ¡Hay muchos más hombres ahí fuera, por uno solo no va a cambiar nada!

—¿Osas enfrentarte a las órdenes del Emperador? —Preguntó histérico el hombrecillo, alzando su mano—. ¡Te enseñaré a deberle respeto a un hombre, sucia maleducada!

Las intenciones de aquel hombre eran claras, quería pegar a la obre chica, Hiro quiso esperar a que el maestro actuara, pero sus intenciones se veían claras, no iba a hacer nada para impedirlo, ni su propio padre lo haría, estaba claro, tendrían que actuar ellos, Hiro alargo su brazo para detener la mano de aquel hombre, pero cuando estaba apunto de interponerse en medio, Fátima se adelanto y se puso entre Mulan y el extraño mensajero llamado Chi-Fu.

—¿Cómo puedes golpear a una hija que va a ver cómo su padre parte a la guerra? — se interpuso entre Mulan y el hombrecillo, con el ceño fruncido y una agresividad que no pudo evitar en la voz: —. Un hombre de verdad — Pareció remarcar la palabra "Hombre" — nunca pegaría a una mujer. Nunca. Y menos si viene a hacer que un padre abandone a su familia para arriesgar su vida.

Fátima agacho la cabeza y mirando hacia el suelo pareció susurrarle algo a Mulan.

Hiro pensó en interponerse delante de Fátima, no fuera a ser que por lo que acababa de decir fuera a pegarle a ella.

—Es muy feo eso de pegar a una mujer, le pido disculpas por lo ocurrido ¿No querrá manchar su honor abofeteando a unas pobres chicas? Ya me lo imagino, el excelentísimo señor Chi-Fu abofeteando a unas damiselas indefensas, seguro que es del agrado del "Emperador" — Remarco irónicamente como una "advertencia" de lo que podría pasar.

[Soul Artist]

La intervención de Fátima dejó sin habla a Chi-Fu, el cual se quedó callado e impresionado de que una mujer se dirigiera así hacia él. Mientras las dos féminas se alejaban de allí, Hiro intervino para burlarse de Chi-Fu. Aunque lo de ella le había dejado sin habla, las palabras del joven lo único que lograron fue enfurecerle más, a la vez que Zhou le miraba con algo de desprecio y Ronin, detrás del chico, le pegaba una potente colleja que le hizo quedarse mudo de inmediato.

—Disculpe al chico, nació con un ligero retraso mental —bromeó el Maestro, aunque era difícil determinar si lo decía para que Chi-Fu se lo creyera o para intentar aliviar la situación.

—¡Ese chico me ha insultado! —señaló el hombrecito—. ¡La pena es un castigo público!

—Si somos justos, tener que salir con esta cara ya es mucho castigo. Pero tranquilo: le impondré un severo, muy severo castigo —el ojo de Ronin se dirigió hacia Hiro y brilló ligeramente al repetir aquellas palabras, oscureciéndole la cara ligeramente y dibujándose durante unas fracciones de segundo una siniestra sonrisa mientras hablaba— yo mismo en persona.

Chi-Fu no parecía contento a pesar de todo. Entrecerró los ojos y lanzó una mirada fulminante a Hiro, señalándole con el dedo.

—Reza para no verme de nuevo, niñato —le amenazó, serio—. La próxima vez mandaré tu directa ejecución como ejemplo para el pueblo chino. ¡Y sobre sus mujeres —el hombre se dirigió hacia Zhou—, más le vale controlarlas!

—Procuraré hacerlo, señor —aseguró el anciano, con una reverencia de respeto hacia el administrador. Tras aquello, Chi-Fu se giró y volvió a salir por la puerta principal, que ya había dejado de llover por suerte para él.

—Hiro, voy a tratar los asuntos pendientes con Zhou. Tú ve con Fátima y Mulan —ordenó el Maestro en bajo, sin apartar la vista de su viejo amigo—. Hablaremos de tu castigo después. No quiero réplicas. No tardaré

Había logrado lo que pocos: poner serio a Ronin. Era una hazaña extraordinaria, pero acabaría pagándolo caro al parecer.

* * *
—Mi padre va a morir.

Aquello fue lo único que pudo decir la mujer al entrar en la cocina. Su voz estaba quebrada, incapaz de añadir nada más de primeras; se apoyó en la pared y se llevó la mano al pecho, capaz de derrumbarse en cualquier momento pero manteniéndose firme. Tras un minuto en silencio, llegó Hiro a la cocina y continuó:

—La guerra es cruel. Mi padre fue un gran guerrero, China le debe mucho; siempre me ha relatado cómo eran los campos de batalla, cómo era quitar la vida a un hombre. Me aseguró que se trata siempre de la ley del más fuerte, y los más débiles caen primero.

Se tomó unos segundos de descanso, mirándose los pies incapaz de continuar. Se escuchó de fondo una pequeña discusión en voz alta entre Ronin y Zhou sobre el deber y la capacidad de cada uno, aunque el anciano no daba su brazo a torcer aparentemente, lo cual enfadaba al Maestro.

—Temía que llegara este día. Los rumores sobre los hunos han alertado a todo el pueblo... Y a mi familia también. Anteayer le descubrí volviendo a portar su espada, pero... —la chica miró a los ojos de Fátima directamente, incapaz de terminar la frase.

De nuevo, silencio por su parte. Aquella situación la superaba, y de fondo la discusión de Zhou y Ronin comenzaba a pasar de voz en alto a gritos, con parte de la personalidad bromista del Maestro pero con un tono serio que demostraba que estaba realmente preocupado por su viejo amigo de guerra.

Mulan dejó arrastrar su espalda por la pared hasta sentarse en el suelo. Se agarró las piernas, asustada.

—El único hombre que ha sido bueno conmigo va a morir. Y yo no puedo hacer nada.

[RedXIII]

Ante su recién comentario solo vio que dio el efecto equivocado, tal vez no se había expresado bien o en aquel lugar eran muy susceptibles, de todos modos poco falto para que alguien le saltara al cuello, ya que se podía notar en el aire, casi, lo mal que había sentado, bueno, Hiro lo noto mas en la nuca después de recibir la colleja.


—Pe... pe... pero yo no me burlaba de nadie — Justificaba Hiro algo dolido y triste.

—Disculpe al chico, nació con un ligero retraso mental — Dijo Ronin, de broma, "supuestamente".

—¡Ese chico me ha insultado! — Señaló el hombrecito—. ¡La pena es un castigo público!

Castigo publico ¿Que era eso, y de verdad era tan ofensivo lo que dijo? Bueno, Hiro pensaba que eso era mejor que le pasara a el que no que a Fátima o Mulan.

—Si somos justos, tener que salir con esta cara ya es mucho castigo. Pero tranquilo: le impondré un severo, muy severo castigo —

—Tampoco te pases — Le dijo al maestro, mirándolo con los ojos medio cerrados.

El único ojo de Ronin, visible, se dirigió únicamente a Hiro y brilló ligeramente al repetir aquellas palabras, oscureciéndole la cara ligeramente y dibujándose durante unas fracciones de segundo una siniestra sonrisa mientras hablaba — yo mismo en persona.

Ronin iba a castigar a Hiro, podía esperarse lo peor o aun más ¿Merecía alguna cosa más? Pues al parecer si, una mirada fulminante dirigida por Chi-fu se postro sobre Hiro, a la vez, uno de sus dedos se levanto señalándole.

—Reza para no verme de nuevo, niñato —le amenazó, serio—. La próxima vez mandaré tu directa ejecución como ejemplo para el pueblo chino. ¡Y sobre sus mujeres —el hombre se dirigió hacia Zhou—, más le vale controlarlas!

Apaleado, castigado y amenazado de muerte, empezó bien su primera visita oficial como aprendiz, solo faltaba que le cayera un meteorito o algo a la cabeza, por si algún caso se apartó un poco de donde estaba antes.


—Procuraré hacerlo, señor — Y a continuación ofreció una reverencia al mensajero o lo que fuera, por fuera se veía como había dejado de llover.

—Hiro, voy a tratar los asuntos pendientes con Zhou. Tú ve con Fátima y Mulan —Le ordeno a Hiro si tan siquiera mirarle ¿Le había perdido todo el respeto a Hiro por aquel comentario? No le sentó demasiado bien todo aquello — Hablaremos de tu castigo después. No quiero réplicas. No tardaré. Y como no, seguía vigente su castigo, algo de lo que parecía que no se iba a librar de ningún modo.

Se puso las manos en los bolsillos y agachando la cabeza se fue con Fátima y Mulan, como le ordeno el maestro.

—La guerra es cruel. Mi padre fue un gran guerrero, China le debe mucho; siempre me ha relatado cómo eran los campos de batalla, cómo era quitar la vida a un hombre. Me aseguró que se trata siempre de la ley del más fuerte, y los más débiles caen primero.

No sabía exactamente que decir, no había experimentado nunca una sensación similar y no quería cagarla aun más como con lo de antes, así que prefirió callar y escuchar.

—Temía que llegara este día. Los rumores sobre los hunos han alertado a todo el pueblo... Y a mi familia también. Anteayer le descubrí volviendo a portar su espada, pero... — Parecía no poder terminar tan siquiera la frase ¿Tan preocupada estaba?

Aunque antes era un leve sonido, ahora eran gritos que se podían escuchar des de allí, una discusión del señor Zhoy y el maestro Ronin resonaban casi por todo aquel lugar.

—El único hombre que ha sido bueno conmigo va a morir. Y yo no puedo hacer nada.[/quote] ¿No podía hacer nada? No sabía si exactamente era cierto, ya que en aquel lugar las mujeres no parecían tener demasiado poder.

—Siempre podría ir un familiar suyo ¿No? un hermano o primo tuyo por ejemplo — Le comento, seguramente algún familiar podría substituirle.

[Suzume Mizuno]

Fátima escuchó de fondo una nueva discusión que se iniciaba en la entrada, pero se limitó a apretar el paso, tirando todavía de Mulan.

Una vez en la cocina miró a la chica, angustiada, y vio que parecía que fuera a desmoronarse de un momento a otro.

—Mi padre va a morir.

Fátima abrió y cerró la boca un par de veces, buscando qué decir. Entre tanto, Hiro llegó a la cocina, y Mulan continuó diciendo:

—La guerra es cruel. Mi padre fue un gran guerrero, China le debe mucho; siempre me ha relatado cómo eran los campos de batalla, cómo era quitar la vida a un hombre. Me aseguró que se trata siempre de la ley del más fuerte, y los más débiles caen primero.

Pudieron escuchar, con las voces distorsionadas por culpa de las paredes, a Ronin y a Zhuo discutiendo. Era sorprendente escuchar al Maestro con ese tono tan grave, lo que no hizo más que acentuar la gravedad de la situación.

Mulan se dejó caer al suelo con lentitud, apoyándose en la pared, y se abrazó las rodillas, mientras decía a punto de romper a llorar:

—El único hombre que ha sido bueno conmigo va a morir. Y yo no puedo hacer nada.[/quote]

—No… no digas tonterías —dijo Fátima, intentando dar con la fórmula que pudiese animar a Mulan. Pero sabía perfectamente que en la guerra moría la gente, y antes que nadie los que no tenían el nivel físico para soportar las campañas. Aun así, se esforzó por imprimir un tono dulce, de ánimo, a sus palabras: —. Si tu padre es alguien que merece tanto respeto entonces no se arriesgarán a perderle. Seguramente aprovecharán sus conocimientos y lo mantendrán lejos de la primera línea. Es decir, ¿para qué iban a mandar a la batalla a un hombre de su edad? ¿No crees?

—Siempre podría ir un familiar suyo ¿No? un hermano o primo tuyo por ejemplo — dijo Hiro.

Fátima ladeó la cabeza, considerando la posibilidad. Sin embargo, parecía que no era ese el caso, por la insistencia que estaba poniendo el padre de Mulan para convencer a Ronin de que tenía que ir a la guerra si así se lo pedía el Emperador.

En cualquier caso, solo pudo decirle a Mulan mientras, tras un titubeo, le apretaba la mano:

—Todo saldrá bien. Ya lo verás. Algo se podrá hacer

[Soul Artist]

—No lo entendéis —Mulan observó directamente a los ojos a Hiro tras sus palabras, desde el suelo y con los ojos húmedos—. No lo entendéis. No tenemos más familia, ni tampoco dejarán a la retaguardia a mi padre; lo quieren como soldado, no como general.

—Todo saldrá bien. Ya lo verás. Algo se podrá hacer.

La mujer se levantó con algo de esfuerzo, apoyándose en la pared. Miró a Fátima con aspecto serio y el labio interior temblando.

—Sí... Hay algo que se puede hacer —Mulan afirmó con la cabeza, aunque no se explicó. Hizo una reverencia a los dos aprendices en forma de despedida y agregó:—. Gracias por vuestra visita. Espero que nos volvamos a ver algún día pese a todo... Ahora, si me disculpáis, debo ir a presentar mis respetos a mis ancestros...

La chica se apresuró y salió a todo correr de la cocina, en dirección a los jardines de su casa. Parecía que, de golpe, tenía prisa en algo. ¿Quizás seguirla fuese una buena idea? Pero si se les ocurrió hacerlo, vieron sus posibilidades frustradas al salir al pasillo Ronin a grito pelado, todavía con su discusión con Zhou.

—¡El orgullo mató al gato! —gritó el Maestro, equivocándose de refrán pero dándole poca importancia—. ¿No ves que tienes una familia que te quiere? ¿Vas a abandonarles a su suerte, sin tu sustento? ¿Es que eres tan egoísta?

—¡No me acuses de egoísta, Ronin! —Zhou salió del salón con su bastón, señalando al Maestro con el dedo índice pero manteniendo la calma en todo momento, aunque palpablemente furioso—. Hago algo por los míos, por mi país, que es más de lo que tú hiciste cuando decidiste abandonarnos en plena guerra para volver a aparecer hoy aquí.

—¡No hablamos de mí, hablamos de ti! —le recordó el Maestro—. Si es un asunto de honor, de lealtad, tú ya diste tus servicios a este país. ¡No serás un cobarde por solicitar no ir!

—La pena por la deserción es la muerte, Ronin. ¿Y hablamos de cobardía? ¿Qué me dices de ti, abandonándonos en plena guerra?

—Oh, venga —el hombre tuerto exhaló aire, apretando los dientes y desviando la mirada—. Deja de sacarme eso en cara. Veo que no quieres escucharme.

Zhou observó con templanza y orgullo a Ronin, alzando el cuello para intentar mantenerse por encima en todo momento de la conversación. El Maestro observó a los aprendices y les hizo una señal con la mano para que se acercaran a él.

—Nosotros nos vamos —anunció Ronin, llevándose la mano a la nuca—. Zhou, espero que te replantees la situación. Especialmente porque en esta guerra está habiendo algo sobrenatural.

—Gracias por la visita, Ronin —le cortó el anciano sin querer escucharle más—. Ya sabes dónde está la puerta.

El Maestro salió afuera, directo al oscuro jardín. La hierba estaba húmeda debido a la reciente lluvia y junto con la noche hacía algo de frío, por lo que se apresuró en encender el farol con el que habían venido con un hechizo Piro. Al salir se encontraron con Zait Laind, que había esperando exactamente en el mismo sitio, vigilando de posibles peligros.

—¡Eh, pequeñín! —le saludó Ronin, como si no hubiese pasado nada momentos antes y con su humor habitual recuperado—. ¿Cuántos bichos has contado? Atento a los grillos de este mundo, son realmente interesantes. ¡Dicen que algunos dan hasta suerte! ¿No querrás llevarte alguno a casa?

Salieron los tres de las murallas que indicaban dónde comenzaba el territorio de los Fa, directos a la calle. No se veía al hombrecillo de azul por ninguna parte, y la mayoría de casas ya habían apagado todas sus luces; y al estar la casa tan junta al extremo del pueblo, junto a un frondoso bosque, pudieron imaginar que ya se había marchado bien lejos. Mejor para Hiro, desde luego.

—Bueno, no he podido averiguar mucho sobre el malvado contrabandista —se lamentó el Maestro, mirando a sus aprendices una vez fuera—. Y la mayoría de personas que conocía de este mundo ya pasaron a mejor vida, desgraciadamente. Esperaba poder cerrar este asunto esta misma noche y que os enfrentaseis a él, pero sin pistas no puedo hacer nada. ¡Menos abandonaros en este mundo a vuestra suerte y prohibiros volver a casa hasta encontrarle!

Ronin echó una potente carcajada al aire, pudiéndose oírsele por todas las casas y probablemente con algún vecino odiando su existencia.

—Oye, pues ahora que lo digo en voz alta no me parece tan mala idea... —soltó en bajo el hombre, llevándose la mano a la barba y acicalándosela mientras se lo planteaba seriamente—. Es... ¡Sí! ¡Me gusta la idea! El ejército se encontrará antes o después con los hunos y podéis averiguar quién les entregó sus armas de ese modo. ¡Buena idea, Zoif! Y así incluso podríais aseguraros de que él no...

Ronin calló de inmediato al darse cuenta de que pensaba en voz alta y golpeó con fuerzas la espalda de Laind, como si la idea hubiese sido suya, volviendo a reírse en alto. ¿Hablaba en serio? ¿Les iba a abandonar allí?

—¡No, no quiero que me rechistéis! Iréis al campamento más cercano a presentaros como mercenarios y así de paso ganaréis unos platines. Tú eres muy niño, te vienes conmigo —señaló Ronin a Zait—, a menos que quieras ir con ellos. En cuanto a vosotros... Bueno, tú, Hiro, no deberías tener mucho problema y podrás ponerte esa ropa que tanto querías. Pero tú —los ojos del hombre se detuvieron en Fátima—, tendrás que desarrollar una nueva parte íntima. ¡Seguro que te queda hasta bien! Necesitarás ajustarte un poco, pero con tu corte de pelo podrías pasar por un chico. Un poco afeminado, pero todo es posible. ¿Quejas?

[Suzume Mizuno]

Mulan les dejó precipitadamente, diciendo algo sobre sus ancestros que Fátima no entendió por completo. Se preguntó si lo que pasaba era que necesitaba estar a solas, porque se había despedido de tal forma que daba a entender que no iba a verles más…

Ronin y Zhuo salieron al pasillo, desde donde pudieron escuchar su conversación sin problemas.

—¡El orgullo mató al gato! —Fátima arqueó una ceja. Que ella supiera, era “la curiosidad mató al gato”…—. ¿No ves que tienes una familia que te quiere? ¿Vas a abandonarles a su suerte, sin tu sustento? ¿Es que eres tan egoísta?

A partir de ahí, Fátima se enteró de que el Maestro había abandonado una batalla, dejando a Zhou y sus compañeros atrás. Seguramente tuvo algo que ver con una misión de los caballeros de la Llave Espada, y no pudo culparle, y casi le pareció injusta la forma en que Zhou se lo echaba en cara. Pero, claro, no podía decirle nada y para aquel hombre la marcha de Ronin tuvo que ser injustificada…

Después de varios choque de miradas frías y orgullosas, hubo una seca despedida que contrastó con la bienvenida que les habían dado y tuvieron que salir. Fátima hizo una breve reverencia en dirección a Zhou antes de seguir precipitadamente a Ronin.

Este estaba saludando a Zait, y diciéndole algo sobre grillos de la suerte o una tontería por el estilo.

A buen paso, atravesaron el muro que rodeaba la villa y recorrieron una oscura calle, iluminados solo por el farol que llevaba en la mano Ronin.

—Bueno, no he podido averiguar mucho sobre el malvado contrabandista —les dijo el Maestro. ¿Y de qué contrabandista estaba hablando?—. Y la mayoría de personas que conocía de este mundo ya pasaron a mejor vida, desgraciadamente. Esperaba poder cerrar este asunto esta misma noche y que os enfrentaseis a él, pero sin pistas no puedo hacer nada. ¡Menos abandonaros en este mundo a vuestra suerte y prohibiros volver a casa hasta encontrarle!

Fátima no correspondió a la atronadora carcajada que dejó escapar el Maestro. Estaba molida, tanto física como emocionalmente, y solo quería que acabara la pesadilla de ir en glider y acostarse de una vez en su cama…

—Oye, pues ahora que lo digo en voz alta no me parece tan mala idea... —Fátima se quedó helada al escuchar estas palabras y giró bruscamente la cabeza, viendo a Ronin acariciarse la barba, meditabundo—. Es... ¡Sí! ¡Me gusta la idea! El ejército se encontrará antes o después con los hunos y podéis averiguar quién les entregó sus armas de ese modo. ¡Buena idea, Zoif! Y así incluso podríais aseguraros de que él no...

Dio una fuerte palmada a Zait y se rió en voz alta. Fátima fue a abrir la boca, pero el Maestro se le adelantó:

—¡No, no quiero que me rechistéis! Iréis al campamento más cercano a presentaros como mercenarios y así de paso ganaréis unos platines —la mandíbula de la chica prácticamente ese desencajó —. Tú eres muy niño, te vienes conmigo, , a menos que quieras ir con ellos. En cuanto a vosotros... Bueno, tú, Hiro, no deberías tener mucho problema y podrás ponerte esa ropa que tanto querías. Pero tú —Ronin miró a Fátima—, tendrás que desarrollar una nueva parte íntima. ¡Seguro que te queda hasta bien! Necesitarás ajustarte un poco, pero con tu corte de pelo podrías pasar por un chico. Un poco afeminado, pero todo es posible. ¿Quejas?

Fátima sacudió la cabeza varias veces, intentando encontrar palabras con las que expresar su indignación:

—¡Ni siquiera sé de qué me está hablando! —exclamó al final, apretando los puños —. ¿Qué contrabandista ni qué diablos? ¿Y cómo que nos apuntemos “como mercenarios” a un ejército? ¡Él y todo, al menos parece rondar los veinte! —señaló a Hiro—, ¿pero yo? ¿Me dice que con que me vista de hombre me van a aceptar porque sí? —tal era la frustración que ni siquiera podía expresarse como deseaba y las palabras se le atragantaban sin que pudiera sacarlas —. ¿Y nos va a abandonar tal cual, a la espera de que encontremos a un contrabandista que podría ser cualquiera?

¡No podía creerlo! ¿”Un poco afeminado”? ¡Suerte tendría si no la echaban a patadas cuando intentara presentarse como un mercenario quinceañero!

[RedXIII]

Hiro empezó a flaquear por el sueño, su cabeza empezaba a jugarle malas pasadas y apenas podía mantener los ojos abiertos, no había dormido aun y su aguante estaba apunto de derrumbarse.

Siguiendo al maestro Ronin, como podía, salieron de las murallas de aquella casa, al parecer aquel individuo ya no rondaba cerca, algo bueno para Hiro, ya que su cuello no corría ningún peligro.

—Bueno, no he podido averiguar mucho sobre el malvado contrabandista — Parecía lamentarse por ello—. Y la mayoría de personas que conocía de este mundo ya pasaron a mejor vida, desgraciadamente. Esperaba poder cerrar este asunto esta misma noche y que os enfrentaseis a él, pero sin pistas no puedo hacer nada. ¡Menos abandonaros en este mundo a vuestra suerte y prohibiros volver a casa hasta encontrarle!

Una fuerte carcajada inundo las pequeñas calles de aquel lugar.

Oye, pues ahora que lo digo en voz alta no me parece tan mala idea... — Soltó en bajo el hombre, llevándose la mano a la barba y acicalándosela mientras se lo planteaba seriamente—. Es... ¡Sí! ¡Me gusta la idea! El ejército se encontrará antes o después con los hunos y podéis averiguar quién les entregó sus armas de ese modo. ¡Buena idea, Zoif! Y así incluso podríais aseguraros de que él no...

—¡No, no quiero que me rechistéis! Iréis al campamento más cercano a presentaros como mercenarios y así de paso ganaréis unos platines. Tú eres muy niño, te vienes conmigo — Señaló Ronin a Zait—, a menos que quieras ir con ellos. En cuanto a vosotros... Bueno, tú, Hiro, no deberías tener mucho problema y podrás ponerte esa ropa que tanto querías. Pero tú — Los ojos de Ronin se posaron sobre Fátima—, tendrás que desarrollar una nueva parte íntima. ¡Seguro que te queda hasta bien! Necesitarás ajustarte un poco, pero con tu corte de pelo podrías pasar por un chico. Un poco afeminado, pero todo es posible. ¿Quejas?[/quote]

—¡Ni siquiera sé de qué me está hablando! — Exclamó —. ¿Qué contrabandista ni qué diablos? ¿Y cómo que nos apuntemos “como mercenarios” a un ejército? ¡Él y todo, al menos parece rondar los veinte! — Señaló a Hiro—, ¿pero yo? ¿Me dice que con que me vista de hombre me van a aceptar porque sí? — Parecía frustrada y molesta, tanto que incluso se podía notar cuando hablaba —. ¿Y nos va a abandonar tal cual, a la espera de que encontremos a un contrabandista que podría ser cualquiera?

—Pues yo... — Dijo Hiro, desgraciadamente antes de que pudiera terminar se apoyo en una pared del muro y se sentó, agachando lentamente la cabeza y cerrando los ojos ¡Se había quedado dormido! No estaba acostumbrado a trabajar de noche.

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Estaré fuera una semana o así, dejo a Hiro dormido y así podéis ir adelantando

[Little Sho]

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Pues ya que me has dado la oportunidad, quiero quedarme con el grillo, Narra. No es la mejor invocación de este mundo, pero es algo. [Es la peor. De TODO el rol xD]

Bajo las gotas de la lluvia, sobre la húmeda tierra, entre las paredes de aquél marcado jardín. Allí estaba yo, contando bichos. Era uno de esos momentos en los que cuestionaba mi madurez, y por otro lado pensaba en si daba el pego como caballero de la llave espada. Pero aquellos pensamientos desaparecían de mi mente y se esfumaban rápido. Yo era así, y así me encantaba ser. La lluvia no me importaba demasiado, las precipitaciones de Londres eran algo que yo había visto demasiado, y cada uno de aquellos goterones se metía en tu interior y te calaba hasta lo más hondo de tu ser. Pero claro, luego te acostumbras.

Durante mi meditación pude ver como un señor vestido de azul salió de la casa al igual que entró, enfurruñado. Por otro lado, desde que entró sólo se oían gritos desde dentro, aunque no pude apreciarlos al completo.

—¡Eh, pequeñín! —oí decir a Ronin detrás de mí, con su típico semblante—. ¿Cuántos bichos has contado? Atento a los grillos de este mundo, son realmente interesantes. ¡Dicen que algunos dan hasta suerte! ¿No querrás llevarte alguno a casa?

—¿Puedo llevarme uno? Porque… —dije intentando de aumentar la intriga del asunto mientras desataba una pequeña bolsita amarrada que colgaba de mi pantalón—. ¡He atrapado uno! Lo mantuve escondido por si no me permitían quedármelo. Aunque… Supongo que he hablado demasiado.

Salimos del jardín y con ello de las tierras de aquella familia, volviendo a quedarnos bajo el oscuro manto que cubría el lugar. Aunque yo ni siquiera entré a la casa.

—Bueno, no he podido averiguar mucho sobre el malvado contrabandista —el pirata del parche, ahora mi Maestro, empezó a soltar palabras que carecían de sentido para mí—. Y la mayoría de personas que conocía de este mundo ya pasaron a mejor vida, desgraciadamente. Esperaba poder cerrar este asunto esta misma noche y que os enfrentaseis a él, pero sin pistas no puedo hacer nada. ¡Menos abandonaros en este mundo a vuestra suerte y prohibiros volver a casa hasta encontrarle!

Mientras él reía como solía hacer, yo seguía sin entender nada. Seguramente, más de un aldeano maldecía su estampa.

—Oye, pues ahora que lo digo en voz alta no me parece tan mala idea... Es... ¡Sí! ¡Me gusta la idea! El ejército se encontrará antes o después con los hunos y podéis averiguar quién les entregó sus armas de ese modo. ¡Buena idea, Zoif! Y así incluso podríais aseguraros de que él no...

Creo que al decir Zoif se refirió a mí, pues ya que no tardo en propinarme un golpe en la espalda. Seguramente alguno de sus alumnos tendría más de una vértebra fuera de lugar.

—¡No, no quiero que me rechistéis! Iréis al campamento más cercano a presentaros como mercenarios y así de paso ganaréis unos platines. Tú eres muy niño, te vienes conmigo —me señaló—, a menos que quieras ir con ellos. En cuanto a vosotros... Bueno, tú, Hiro, no deberías tener mucho problema y podrás ponerte esa ropa que tanto querías. Pero tú —los ojos del hombre se detuvieron en Fátima—, tendrás que desarrollar una nueva parte íntima. ¡Seguro que te queda hasta bien! Necesitarás ajustarte un poco, pero con tu corte de pelo podrías pasar por un chico. Un poco afeminado, pero todo es posible. ¿Quejas?

Fátima parecía traer consigo ira de sobra, a saber qué es lo que había pasado dentro de la casa. Tras sacudir la cabeza, empezó a exclamar a Ronin. Me sorprendí al ver aquella situación, pues ya que jamás había visto a un aprendiz, aprendiza en este caso, elevar la voz a ningún maestro.

—¡Ni siquiera sé de qué me está hablando! —exclamó al final, apretando los puños—. ¿Qué contrabandista ni qué diablos? ¿Y cómo que nos apuntemos “como mercenarios” a un ejército? ¡Él y todo, al menos parece rondar los veinte! —señaló a Hiro—, ¿pero yo? ¿Me dice que con que me vista de hombre me van a aceptar porque sí? —tal era la frustración que ni siquiera podía expresarse como deseaba y las palabras se le atragantaban sin que pudiera sacarlas —. ¿Y nos va a abandonar tal cual, a la espera de que encontremos a un contrabandista que podría ser cualquiera?

Yo preferí ni siquiera moverme. ¡Pero quería participar en la misión! ¡Al menos hacer algo! Y sobre todo, debía enterarme de qué iba todo aquello.

Miré a Hiro, esperando ver su reacción, la cual me sorprendió por encima de todas… ¡Se había quedado dormido!

Me acerqué como pude a Ronin y suspiré.

—Pero, Señor Ronin, ¡yo también quiero participar en esta misión! ¡No he hecho más que contar bichos! Además… ¿Podría explicarme de qué va? No me entero de nada. Es más, no sé lo que es un contrabandista —admití al fin, pues ya que me encontraba muy confuso.

[Soul Artist]

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Próximo límite: sábado 25 de Agosto. Red parece que faltará esta ronda.

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A Little Sho. ¿Quieres a Grillo? ¿Habiendo faltado a la gran parte de la Trama y sin regalarles nada a Fátima y Hiro?

—¡Suelta ese bicho, ya tienes un perro! —le espetó Ronin a Zait, dándole un pequeño manotazo en la mano al chico y obligándole a liberar el grillo en cuanto le dijo que lo había atrapado.

Las palabras de Fátima de recriminación solo provocaron una ligera sonrisa en Ronin, como si su enfado le divirtiese en el fondo. Cuando Zait preguntó sobre el tema también, expulsó una potente carcajada y revolvió el pelo de ambos con las dos manos.

—¡Cierto, que vosotros no sabéis nada! Culpa mía por no explicarme... —admitió el Maestro, aunque no parecía darle demasiada importancia a su error—. En tal caso, permitidme. Veréis, este mundo está al borde de la guerra: un grupo de invasores llamados los hunos avanzan hacia la Ciudad Imperial, liderados por un temible hombre llamado Shan Yu.

»Llevo un tiempo viajando aquí porque había oído que, a la vez, los Sincorazón están surgiendo y tengo cierto cariño a este país como para dejar que dos fuerzas lo destruyan. Pero resulta que una aprendiza, Mei, nos informó de que los mencionados hunos tienen armas que no son de este mundo —Ronin se acicaló la barba, pensando en ello un segundo antes de continuar—. No hablo de armas láser o semejantes, sino de un material mágico llamado mitrilo. Hay alguien que está trayendo objetos de otros mundos ilegalmente aquí, rompiendo la norma básica de todos los viajeros: no revelar la existencia de otros mundos. Eso es un contrabandista.

»En cuanto a ti, chica... —Ronin susupiró, ligeramente triste—. Te sorprenderías del número de niños menores que tú que van a la guerra en este mundo...

»Pero si así lo queréis, iréis los tres. Os voy a dar una oportunidad; quien no quiera ir, que hable ahora o calle para siempre. ¡Vosotros elegís! Seguro que mucha gente en vuestro lugar iría encantado...

Y, como contestando a la última afirmación de Ronin, un enorme ruido llamó la atención de los cuatro. Incluso de Hiro, que seguramente despertaría de golpe al escuchar aquello: un caballo negro con hocico blanco acababa de abrir de golpe la doble puerta que daba acceso al terreno de los Fa, montado por un jinete al que por la oscuridad no se le vio claramente. Rápidamente se dirigió hacia la salida del pueblo, desapareciendo entre la oscuridad y un bosque que había más allá.

—Ese debía ser Zhou —comentó Ronin, aparentemente decepcionado de que al final hubiese dedicido marchar al ejército—. Qué prisas tiene la gente hoy día...

—¡Mulan!

Una figura salió cojeando a la búsqueda del jinete, pero no tardó en tropezar y caer al barro. En cuanto el Maestro se dio cuenta de quién era salió corriendo a socorrer a su viejo amigo, preocupado y sin decir nada a los aprendices a su cargo; era Zhou.

—¡Zhou! ¿¡Qué ha pasado!?

El anciano hombre se agarró con fuerza a las ropas de Ronin, con la voz temblándole y preocupado como nunca. Sus ojos estaban húmedos, a punto de llorar.

—¡Es Mulan! —explicó con la voz quebrada—. ¡Ha tomado mi armadura, mi espada y el diploma del ejército! ¡Si la descubriesen...!

La mirada de Ronin se tornó entre seria y preocupada. Los rayos comenzaron a sonar de nuevo, anunciando la llegada de más lluvia en poco tiempo; se giró a los aprendices con los dientes apretados y señaló con la cabeza en dirección al bosque.

—¡¡Buscadla!!

El Maestro ayudó a levantarse a Zhou, obligándole a apoyarse sobre su hombro para no volver a caerse al suelo y dirigiéndose hacia la casa. Estaba en manos de los aprendices ir al bosque tras Mulan, aunque a pie jamás la alcanzarían.

Antes de salir quizá observasen que una luz estaba encendida en el pequeño templo que habían visto la primera vez que entraron en los terrenos de los Fa. Pero no había tiempo de ir a investigarlo en un principio, aunque siempre se podían saltar las órdenes de Ronin.

Fuera como fuese, tenían que encontrar a Mulan. Debían pensar en algún modo para hacerlo, y rápido.