[País de Nunca Jamás] Por donde tú vayas

[Yuehito]

Mis intentos decaían cada segundo. De momentos mis brazos se ponían pesados y la niebla negra parecía materializarse tratando de arrastrarme hacía el oscuro piso. Hubo un momento en que visualicé a un ser de gran estatura, su aspecto era de temer y me produjo un miedo que me descolocó, la que absorbió toda mi esperanza.


Por favor no quiero morir de nuevo…

Una luz quebrantó toda la oscuridad. Tendido en el piso percibí que la niebla se había disipado y que a mi lado Hikaru sostenía su arma. Su luz, cierto. Había recordado que su potencial afín era su Luz. ¿De verdad servirá de mucho eso? Pensaba mientras veía a mi compañero, quien observaba al tipo que estaba frente de nosotros.

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—¡¿Qué es eso?! ¿¡Cómo osáis perturbar mi oscuridad!? —Tenía un aspecto de querer destruirnos, su presencia me había dejado temeroso. Mis piernas comenzaron a temblar y el intento de ponerme en pie se me hacía casi difícil. Invoqué mi arma y con su ayuda me pude levantar.

—¡¡Me entregaréis vuestras vidas por la fuerza!! ¡¡Se las entregaréis al inmortal Zande!! —Exclamaba el nuevo enemigo quien se ponía a ganas de derrotarnos.
Rápidamente me puse en posición de atacarlo. Direccioné mi llavespada y me enfoqué en la magia.

—Esta vez lo desconcentro yo —le susurré a Hikaru.

Cerré mis ojos intentando no tener miedo hacia el enemigo y mentalmente vi su silueta. De pronto en mi arma comenzaron a salir chispas, y una aura media transparente emergió en mí. Cuando abrí los ojos un rayo salió de la punta de mi llavespada, cual rápidamente se dirigió al oponente, pero luego emergió otro involuntariamente. Ambos a impactar en Zande.

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(HM)ilusión Mágica

[James Bond]

Tras apretar el botón del busca sólo tenía una cosa en mente: que llegara la señal o lo que quisiera que enviara, a Nanashi. Tenía que admitirlo, estaba cagado de miedo. Era la primera vez que me encontraba en una situación así y no sabía como reaccionar.

—Eso es... Deja que el miedo te consuma...— parecía la misma voz de hace unos instantes. ¿Cuál era su objetivo?

Cuando todo parecía volverse oscuro, un rayo de luz brilló. La Llave-Espada que tenía en la mano brillaba. No sabía por qué, pero estaba reaccionando de esa manera. Se oyó un sonido que apenas reconocí por lo débil que me encontraba. Pocos segundos después, la oscuridad que nos envolvía desapareció, permitiéndonos ver otra vez el cielo azul. Suspiré. Si no hubiera sido por aquella luz, no quería ni imaginar lo que nos podría haber pasado. Sin embargo, algo me devolvió a la realidad. Delante nuestra se encontraba un tipo de lo más extraño. Sus ojos parecían como el de los sincorazón que nos encontramos arriba del acantilado de donde nos caimos. Llevaba además una capa que ondeaba por el viento que hacía.

—¡¿Qué es eso?! ¿¡Cómo osáis perturbar mi oscuridad!? ¡¡Me entregaréis vuestras vidas por la fuerza!! ¡¡Se las entregaréis al inmortal Zande!!— Hizo aparecer un bastón entre sus manos. Parecía dispuesto a pelear.

No sabía quien demonios era Zande, pero estaba claro que aquel tipo no podía estar del lado de los Caballeros de la Llave-Espada. Exuy esta vez estaba dispuesto a llevar la iniciativa. Me susurró que él se encargaría de desconcentrarlo. ¿Acaso había aprendido algún hechizo que provocara desconcentración?

—Muy bien Exuy. Cuando esté desconcentrado, le atacaremos los dos a la vez a las piernas.—

Si aquel tipo no podía andar, caminar o correr, ya no sería una gran dificultad. Aun así, me preguntaba dónde podía estar Nanashi, y sobre todo, Zait.

[Little Sho]

Sobrevolamos el lugar hasta llegar a un pequeño archipiélago de islas rodeadas y cubiertas por una densa y, sobretodo, negra niebla que impedía ver nada ni detrás ni dentro de ella. Me costó darme cuenta, pero con atención pude contemplar a un hombre de piel tan oscura como la propia niebla con los brazos en dirección a ella. Segundos después, la niebla se disipó con lo que parecía una fuerte luz. Tras parpadear por el destello, parecía que mi mandíbula quisiese caerse. Abrí la boca fuertemente y presencié con gran asombro la imagen de Hikaru y Exuy.

—¡Muchas gracias, Campanilla! Déjame esto a mí, ve a ayudar a Peter y los demás —dije con decisión—. ¡Oh! Y dales recuerdos de Zait.

Descendí todo lo rápido que pude. En mi camino, lancé un hechizo Perla al atacante de mis compañeros y arremetí contra él con mi espada en cuanto tuve ocasión. Tras realizar mi entrada, y con un salto, me alejé del enemigo y me acerqué a mis compañeros.

—¿Estáis bien? ¿Necesitáis Cura o algo? —comenté al llegar—¿Habéis llamado a Nanashi? Aún así, no os preocupéis. Si nos organizamos bien y trabajamos en equipo podremos con él. Es cuestión de buscar su punto débil. ¿Sabe alguien lo que causó el destello?

[Final Fan]

Zande giró rápidamente el bastón delante de él a modo de hélice para desviar el rayo de Exuy... ¡pero era sólo una ilusión! Cuando paró de ejecutar su movimiento de elusión, el Electro de verdad le golpeó en la muñeca. El hombre sacudió la mano, más sorprendido que dolorido. Se frotó el lugar del impacto del hechizo y, con una renovada expresión de furia, alzó su arma de nuevo contra el aprendiz de la capucha... pero Hikaru se había adelantado con un ataque dirigido a sus piernas. El ataque fue esquivado con facilidad, pero al menos logró interrumpir el de Zande.

—¡¿Quiénes sois vosotros?! —exclamó, exaltado—. ¿¡Qué son esas armas!?

Estaba claro que los intentos de agresión de Exuy y Hikaru habían dado resultado, ya que habían logrado acertarle al adversario. Sin embargo, no parecía dolorido ni molesto, tan sólo indignado. Parecía que algo no iba acorde a sus planes.

—¡¡No os entrometáis!!

Exuy y Hikaru podrían pensar que les estaba gritando a ellos, pero el rostro de Zande se dirigía más arriba. El brillo de una rápida esfera de luz que se acercaba a él fue mitigado por completo con un simple movimiento de su bastón, repeliéndola como si se tratase de una simple pelota. Era el hechizo de Zait, que acababa de llegar volando con la ayuda de Campanilla. El efecto de los polvos de hada cesó en cuanto puso los pies en el islote.

—No sé quiénes sois, ¡pero no tenéis derecho a negarme lo que por Ley me pertenece! ¡¡No tenéis derecho a negarme vuestra vida!!

De nuevo comenzó a girar su bastón delante de sí, pero esta vez de una forma diferente. Comenzó lentamente, pero con cada vuelta lo giraba con mayor velocidad. Un resplandor rojo lo envolvió durante unos segundos y, en un abrir y cerrar de ojos, el hombre se encontraba detrás de Zait, de espaldas. Se había movido tan rápido que casi no lo habían podido percibir con la mirada. Además, a Zait le empezó a doler el pecho de repente.

Zande le había propinado un fuerte golpe en el tórax y ni siquiera se había dado cuenta.

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Recuento de PH

>Zait Laind - 7/18
>Hikaru Akarui - 3/8
>Exuy - 2/8

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Orden de los turnos
1. Zande [PRISA]
2. Zait Laind
3. Exuy
4. Hikaru Akarui

[Little Sho]

La simpleza con la que desvió mi hechizo debió haberme dado una idea de la fuerza del enemigo. Pero no debíamos flaquear, era nuestro deber proteger aquel mundo. No podía permitir que algo grave le sucediese, no aún. Tenía muchos cabos que atar.

Pero claro, era demasiado tarda para cuando pude darme cuenta. Sin saber cómo, estaba detrás de mí, como si se hubiese tele-transportado ante mis ojos.

Escasos segundos después, un fuerte dolor surgió de mi pecho. Mi mano se aferró a mi cuerpo y caí al suelo intentando respirar con normalidad. Tosí un par de veces y me alejé del lugar. Sabía sin embargo que sería inútil, pues ya que me alcanzaría allí donde fuese. Sólo me quedaba luchar. Pero sin Tak… Me sentía realmente débil.

No sabía qué hacer. Apenas tenía fuerzas para ejecutar alguna mayor estrategia. A parte de las flechas y mi espada, pocos recursos me quedaban. Y algo me decía que no serían suficientes. Opté por la astucia, aunque quién sabe qué pasaría.

—¡Alto! ¡Un momento! De acuerdo. Tómame a mí pero no a ellos. Soy más fuerte, te serviré en mayor medida —conforme hablaba, intenté avanzar poco a poco, intentando que nuestro oponente escuchase mis palabras y apaciguase su mente—. Yo puedo llegar a ser pura luz. ¿No te interesa más mi vida?

Avancé como pude hasta él, soltando mi espada y mostrando mis manos vacías hacia él, con los brazos abiertos. Pasivo y sumiso. Si todo salía bien, en cuanto me acercase, invocaría mi arma y realizaría un Ataque Circular.

Si salía mal… Como escuché una vez decir a un cura, “Dios se apiade de mi alma.”

[Yuehito]

El Malvado ser se acercaba sigilosamente repitiendo que nuestras vidas eran de él ¿Quién sería este hombre que se da el derecho de auto poseer nuestras vidas? ¿Qué quería en realidad?

Retrocedí rápidamente. El enemigo no se asemejaba a batallas anteriores, aunque mi hechizo haya impactado, el resultado fue muy pobre. Metí mi mano en mi bolsito para sacar el “busca” ya que pensaba que esto se nos podía ir de las manos. De pronto el hombre azul comenzó a girar su bastón a una gran velocidad, mis nervios comenzaban a aumentar intentando encontrar el aparato que nos podía salvar. Cuando lo encontré, el enemigo había desaparecido de mi vista, la sensación de susto hizo que soltara el busca y cayera en el suelo. Sin tener mucho tiempo de encontrar el objeto me di cuenta que le habían hecho daño a Zait.

—Hikaru… el.. el.. es muy fuerte… —Tenía miedo, no lo podía negar.
Luego Zait se puso de pies y avanzó hasta el peligroso objetivo:
—¡Alto! ¡Un momento! De acuerdo. Tómame a mí pero no a ellos. Soy más fuerte, te serviré en mayor medida.
—¡No!, Zait no lo hagas —Una sensación de temor a perder un compañero emergió dentro de mí. Tome muy fuerte la llaveespada y pensaba blandirla si Zande reaccionaba contra él. De a poco comencé a acercarme.
—Hikaru… Podríamos quitarle ese bastón…

[James Bond]

Nuestra estrategia casi había funcionado. Exuy logró darle con Electro pero esquivó mi ataque frontal a las piernas. Parecía que se había cabreado bastante pues preguntó quiénes éramos y que eran nuestras armas. Pero no dije nada, ya que como caballero de la Llave-Espada mi deber era no revelar la presencia de otros mundos. Entonces gritó a alguien que no se entrometieran. ¿Acaso habia alguien más aquí?

Entonces se posó sobre el suelo una figura conocida:

—¡Zait!— Exclamé de alegría.
—¿Estáis bien? ¿Necesitáis Cura o algo?— Negué con la cabeza—. ¿Habéis llamado a Nanashi? Aún así, no os preocupéis. Si nos organizamos bien y trabajamos en equipo podremos con él. Es cuestión de buscar su punto débil. ¿Sabe alguien lo que causó el destello?— Preguntó.
—Pues fue algo extraño... Cuando la oscuridad estaba a punto de rodearnos, al tocar esta la Llave-Espada, brilló. No sabría decirte por que tuvo esa reacción.—

—No sé quiénes sois, ¡pero no tenéis derecho a negarme lo que por Ley me pertenece! ¡¡No tenéis derecho a negarme vuestra vida!!—

Aquel tipo estaba dispuesto a matarnos. Pero no tenía ganas de morir. Tenía muchísimas cosas que hacer antes de eso. Pero Zait se adelantó y le dijo que le tomase a él ya que era más fuerte y podía llegar a ser pura luz.

—¡No Zait!!— La simple idea de que alguien se sacrificase por nosotros era algo que no me gustaba.

Pero Exuy, que antes había actuado muy valientemente, ahora era presa del pánico. Lo notaba en sus palabras. Pero de pronto se le ocurrió una idea...

—Hikaru... Podríamos quitarle ese bastón...—
—¡Buena idea Exuy! Yo me enfrentaré a él, tú escóndete y espera hasta que veas una ocasión.

Dicho eso, materializé mi armadura. No sabía hacer magia como Exuy pero sí tenía bastante fuerza física. La armadura quizás no me sirviera de mucho, pero amortiguaría los golpes recibidos.

[Final Fan]

En otro abrir y cerrar de ojos, Zande se colocó de nuevo frente a Zait, cara a cara con él. La imponente aura que parecía emanar consiguió paralizar al chico durante unos momentos. Con un célere movimiento, el oscuro hombre le agarró la cara al Aprendiz y susurró con una rasposa y profunda voz:

—¿Que te tome a ti...? ¿Y por qué no a los tres?

La mano de Zande se volvió negra como el azabache y, con un desagradable sonido, golpeó la cara de Zait. El chico salió despedido unos metros antes de caer de espaldas. Aquel extraño ataque no le había hecho mucho daño físico... pero descubriría que al abrir los ojos no podría ver nada en absoluto.

La armadura de Hikaru cubrió entonces su cuerpo. En un arrebato de valor, que contrastaba con el intenso miedo que había sentido hacía unos momentos, se adelantó hacia el enemigo para ensartarle con su Llave Espada. Zande bloqueó el ataque fácilmente con su bastón y, tras hacerlo, lo giró alrededor de su cuerpo con habilidad, a una rapidez pasmosa. Antes de que Exuy pudiese hacer nada, el hombre soltó el bastón, pero... ¡comenzó a levitar delante de él!

Zande dio un salto atrás y realizó una serie de gestos con las manos mientras el bastón atacaba por sí mismo, como si estuviese vivo, a Exuy y Hikaru. Parecía estar siendo controlado por el enemigo, y no daba respiro alguno. Sin embargo, no parecía estar ejecutando movimientos demasiado elaborados... era casi como un matamoscas intentando aplastar a un insecto.

— ¡Sois una completa molestia! —exclamó Zande.

El bastón osciló con fuerza y generó una onda expansiva que tiró a Exuy y Hikaru al suelo, uno a cada lado de Zait. El arma entonces se colocó en posición horizontal sobre los tres aprendices... y descendió con brusquedad hacia ellos, atrapándolos contra el suelo. El arma apretaba el pecho de los tres compañeros, que no eran capaces de deshacerse de ella.

Y Nanashi no aparecía.

[Little Sho]

Cegado, mareado y estúpido, así era como me sentía. Sólo yo podía pensar que podría engañar a alguien más listo que yo. De nuevo y como al principiante que era, me atacó sin que me diese cuenta y, con un fuerte puñetazo me tiró al suelo. Para cuando el dolor se suavizó lo suficiente como para quitarme las manos de la cara y abrir los ojos, ya había comprobado con mucha desgracia que no podía ver nada.

Sentí entonces los cuerpos de ambos jóvenes caer a mis lados. Me disponía a hablar cuando un fuerte golpe cesó mi voz. Si el tacto no me mentía, el bastón del oscuro enemigo, sin saber cómo, oprimía nuestro pecho dejándonos inmóviles.

Intenté respirar como pude y ejercer la mayor fuerza posible para quitarme el largo palo de encima, pero parecía que mis intentos eran vanos. ¿En qué podía confiar? ¿En que apareciese Tak de la nada y golpease al enemigo? ¿Serviría eso de algo? Me sentía casi tan inútil como cuando aquel estúpido contador apareció sobre la cabeza de mi amigo. Inútil y culpable. Culpable por huir de aquel lugar y pensar en salvar mi vida. Pero claro, ¿habría sido mejor malgastarla en un vano intento de, tan siquiera, herir a aquella cosa? Me alegré en el momento de saber que sería un portador de la Llave Espada. Que me otorgaría el poder suficiente para plantar cara, algo que antes estaba muy lejos de mí. ¿De qué me servía? Al fin y al cabo acabé allí tirado, como una mosca cautiva en una telaraña.

Lo único que se me ocurrió fue invocar mi Llave Espada e intentar forcejear como pudiese. Al menos, no me rendiría.

[Yuehito]

— ¡Maldición! —El intento de Hikaru fue en vano cuando sin hacer mucho esfuerzo Zande Bloqueó con su bastón. Para asombro su arma comenzó a girar en su entorno, ahora los intentos iniciales ya no tenía sentido ¿Qué haría en ese instante si el plan que supuestamente teníamos se nos vino abajo? Era una burla lo que él hacía, refregándonos en la cara su poder.

— ¡Sois una completa molestia! —el enemigo comenzó a maniobrar con el fastidioso bastón y nos impulso hacia atrás cayendo donde estaba Zait. Al intentar pararme el bastón azotó contra mi pecho aplastándonos a los tres contra el piso. Nos vimos como unos debiluchos e indefensos animales, tirados sin poder pararnos.

Grité de la rabia al ver que no podíamos ganarle a Zande y al verme en tal situación. Zait, con su arma, comenzó a empujar el bastón. En ese instante una idea paso por mi cabeza. Si Zait forcejaba el bastón hacia su cuerpo mientras Hikaru y yo empujábamos hacia fuera con nuestras armas, existía la posibilidad de que el bastón se quebrara por el efecto de palanca.

Quizás era una idea inútil tratar de romper el arma conociendo el nivel del enemigo, pero podría ser lo único que podía salvarnos o quizas...

susurrando les dije:
— Hikaru empuja hacia afuera junto a mí, Zait tu forcejea hacia adentro. Si esto resulta, el bastón podría dañarse. Hay que escapar, es demasiado fuerte. Si no llegase a funcionar ocuparé mi última magia sobre sus ojos —Piro. Las revoluciones comenzaron a incrementar y a tomar protagonismo.

[James Bond]

Nuestra estrategia no sirvió de nada, pues el bastón comenzó a moverse por sí solo. Si aquel tipo no necesitaba tenerlo en las manos para atacarnos, ya podíamos rezar por nuestras vidas. El arma de Zande golpeó el suelo provocando una onda expansiva que nos lanzó a Exuy y a mí al suelo. Cuando logré levantarme, el arma del enemigo se dirigió contra nosotros y nos apretó fuertemente en el pecho. Me dolía muchísimo pero tenía que lograr sobreponerme al dolor si quería hacer algo contra ese ser oscuro. Pero cuando menos lo esperaba, a Exuy se le ocurrió otra idea.

—Hikaru empuja hacia afuera junto a mí, Zait tu forcejea hacia adentro. Si esto resulta, el bastón podría dañarse. Hay que escapar, es demasiado fuerte. Si no llegase a funcionar ocuparé mi última magia sobre sus ojos.—
—Buena idea Exuy. ¡Vamos!—

Me pareció una idea estupenda. Si lo que tenía planeado Exuy era lo que creía que era, tendríamos alguna posibilidad. Y desde luego estaba de acuerdo con la huida. Empecé a empujar hacia afuera utilizando mi Llave-Espada al igual que hacía mi compañero. Pero había una duda en mi cabeza: ¿dónde y qué estaba haciendo Nanashi? No creo que nos vaya a dejar aquí tirados, ¿no?

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Perdón por la tardanza, sé que soy el primero en meter prisa pero entre el maldito EG2, el encuentro y cosillas que tengo que hacer, apenas tengo tiempo. ¿Quedan muchas rondas, Fan?

[Final Fan]

* * *

—...su nombre es mamá.

Los tres aprendices se encontraban arropados concienzudamente, tumbados sobre una superficie mullida que no llegaban a discernir por completo en su sopor. Los había despertado el último verso de una hermosa canción... ¿quizás cantada por un ángel? La voz resultaba familiar, pero les era difícil distinguirla mientras volvían al mundo de los despiertos.

Al abrir los ojos, se encontrarían con un techo blanco poco familiar aunque de algún modo relajante. Descubrirían que el cuerpo les pesaba bastante, pero pese a unas cuantas magulladuras podían moverse con bastante libertad. Al incorporarse, verían que se encontraban sobre camas adyacentes de una enfermería. Oyeron pasos cercanos y pudieron ver a Nanashi caminand hacia ellos, acompañada por un moguri enfermero. La Maestra le hizo un gesto a la criatura y ésta se dirigió al fondo de la enfermería, cruzando una puerta que daba a un pequeño despacho y cerrándola tras de sí.

—Estáis de vuelta en Tierra de Partida. No os alarméis, por favor —dijo la mujer, gravemente—. Decidme, ¿recordáis algo de lo que os ha pasado en el País de Nunca Jamás mientras yo no estaba?

Claro que lo recordaban.

* * *

Hikaru, Exuy y Zait no se iban a rendir tan fácilmente. Por mucho miedo que tuviesen, infundado o no, y por muy en desventaja que pareciesen estar, ellos no se dejarían subyugar por aquel monstruo tan fácilmente. La fuerza de cada uno no parecía suficiente para zafarse de la presa de Zande, pero se tenían los unos a los otros: el bastón comenzó a temblar erráticamente cuando al enemigo le comenzó a costar más concentrarse en mantener a los chicos a raya. El arma se aflojó durante una fracción de segundo, suficiente para que Exuy pudiese utilizar sus últimas fuerzas en un ataque Piro directo a la cara de Zande. El malvado hechicero, demasiado ocupado en intentar volver a apretar a los aprendices contra el suelo, no pudo realizar ninguna filigrana para rechazar la bola de fuego, que acabó impactando en su frente. No pareció hacerle mucho daño, pero que a uno le abrasen el rostro siempre es molesto. Los jóvenes escaparon de su improvisada prisión, listos para encararse de nuevo a su contrincante.

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El bastón de Zande volvió a sus manos, levitando lentamente. Los brillantes ojos de aquel hombre oscuro destellaban con una ira que los aprendices no habían visto en él durante el resto de la batalla. Con el rostro desencajado por la furia, alzó las manos al cielo y su arma comenzó a girar como una hélice sobre su cabeza. El cielo pareció volverse negro, y una niebla negra mucho más espesa que la que les había cubierto al principio del enfrentamiento comenzó a acumularse alrededor de los cuatro contendientes de la batalla. Los ojos de Zande brillaron con un fulgor estremecedor y parecieron volverse grandes. Muy grandes. Grandes como el mundo. Grandes como el infinito. Los chicos se perdieron en ellos como si fuesen laberintos.

Familiares muriendo. Amigos sufriendo. Ellos mismos, viejos y decrépitos, rogando la compañía de algún ser querido. Pero nadie acude. Nadie los oye. Y ellos siguen observando cómo todo lo que en algún momento pudieron considerar familia, compañero, amistad o amor se desvanecen como si de humo se tratase. Como niebla negra, muy negra.

Y, cuando todo parecía estar perdido: un destello los cegó mientras una Llave Espada parecía rasgar todas aquellas pesadillas y ellos se desvanecían por completo, desmayados.

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* * *

—Siento no haber previsto esa dura batalla, aprendices —se disculpó Nanashi, con tono afectado—. La misión de reconocimiento fue truncada por tal imprevisto, pero gracias a él también hemos podido recabar información esencial para el futuro de nuestra encomienda.

La Maestra metió una mano en uno de sus bolsillos en busca de algo y la sacó con el puño cerrado. Se acercó a cada uno de los aprendices y dejó algo en la mano de cada uno: sendas pulseras de cuentas de diferentes colores, elaboradas artesanalmente.

—No sé hasta qué punto seréis conscientes, pero hoy no os habéis salvado sólo a vosotros mismos —explicó la Maestra, señalando las pulseras—. Unos niños que pudieron sucumbir al miedo fueron salvados por la luz de una madre. Y vosotros habéis ahuyentado a la fuente de ese miedo. Estos objetos son su humilde muestra de gratitud.

Nanashi pareció sonreír durante unos instantes, pero su expresión fue rápidamente sustituida por un rostro triste. Casi amargo. La mujer apartó la vista de los tres aprendices y se dirigió con paso firme hacia la puerta de la enfermería, dispuesta a salir. Antes de girar el pomo, se paró durante unos segundos y les dedicó unas últimas palabras.

—Hoy os he fallado como Maestra... pero no volverá a suceder.

La mujer desapareció tras el umbral, dejando solos a los tres compañeros.

Como Maestra os he fallado en ese aspecto, pero tened por seguro que no se volverá a repetir.

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Último post.

[Yuehito]

La conciencia despertaba lentamente, a cada segundo podía ir sintiendo las partes de mi cuerpo. Me sentía enfermo, me sentía débil. Nada pasaba por mi cabeza, nada. Solo escuché el último fraseo de lo que suponía ser una canción.
Abriendo mis ojos noté que estaba en un lugar desconocido. La desorientación me hizo sentir una especie de angustia, desespero. Estaba recordando las últimas escenas de una supuesta muerte.

Tirado tratando de luchar contra Zande. Zande, Zande como te… Jalé con el arma para poder zafarme de su bastón. Cedía, el arma cedía para poder salir. Cuando noté una desconcentración en Zande direccioné mi arma hacia él. Lo miré poniendo toda mi confianza en poder salir vivos. Mi arma comenzó a enardecer junto con el deseo que llevaba dentro, una bola de fuego emergió dirigiéndose hacia su cabeza, esperando a que explotara todo su ser.
Todo se volvió negro, no sabía qué pasaba. El cielo oscureció y la luz fue consumida. Las esperanzas decayeron y la salvación se había escondido para no ser vista jamás. Una llave espada, nacida del desconsuelo emergió para corromper la maldad y rescatarnos, pero aun en mi mente quedó impregnada la cara de maldad de Zande.

—Zande —susurré. Intentando enderezarme para coger el libro que estaba cerca de mí —Tú… debes salir de mi… mente.

Abrí desesperadamente el libro y agarrando el lápiz rayé el cuaderno tratando de sacar aquella expresión de la más pura maldad. En cada trazo podía sentir como todo le temor se expulsaba de mí y el dolor de mis brazos al ejercer movimiento. Tenía que poder, tenía que imprimir lo que estaba en mi cabeza, y ahí estaba, La imagen con su nombre al lado. Aquella cara que casi nos mató a mí y a mis compañeros.

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—¡Hikaru, Zait! —Pude notar que no estaba solo, a mis costados estaban mis compañeros de la peligrosa exploración, en unas especies de camillas. Mirándoles expresé mi tranquilidad —Salimos con vida, gracias al cielo.

Al recostarme sentí el sonido de la puerta abrir. Al principio me hizo sentir curiosidad quien era pero con el esfuerzo que había realizado con el dibujo no fue suficiente para enderezarme nuevamente.

—Estáis de vuelta en Tierra de Partida. No os alarméis, por favor. Decidme, ¿recordáis algo de lo que os ha pasado en el País de Nunca Jamás mientras yo no estaba?

Nanashi, su voz, su voz… era demasiado tarde para escucharla. Claro que lo recordaba, pero preferí guardar silencio mientras cerraba en mi libro la amarga anécdota.

—Siento no haber previsto esa dura batalla, aprendices. La misión de reconocimiento fue truncada por… —Todo sonaba a escusa. Su tono de tristeza me hacía sentir confuso a cada segundo. Pero ya estaba ahí, a salvo.

Nanashi se acercó a nosotros y extendiendo su mano nos alcanzo unas pulseras de colores. Al mirarlas emergió una sonrisa de mi boca. Sus diversos colores traían a mi mente un arcoíris, interpretando una analogía con la tormenta que ya había pasado. Al mirar a Nanashi pude ver el reflejo de mi emoción que sentía mientras ella hablaba.

—Unos niños que pudieron sucumbir al miedo fueron salvados por la luz de una madre. Y vosotros habéis ahuyentado a la fuente de ese miedo. Estos objetos son su humilde muestra de gratitud.

De pronto esa expresión tomo un aspecto triste, muy triste. ¿Qué le pasaba a la Maestra Nanashi? ¿Sentía culpa por no habernos asistido o… ? No hacía falta pensarlo demasiado, creía que si lo hacía caería inconsciente nuevamente.
Al salir Nanashi nos dijo sus últimas palabras, palabras que concluyeron de forma melancólica.

—Hoy os he fallado como Maestra... pero no volverá a suceder.

El sonido de la puerta cerrar dejo un silencio que intentó comerse las almas en la habitación. Con un nudo en la garganta pensé en que aquella aventura quedaría como un recuerdo lamentable. Pero las voces de mis compañeros resplandecieron con el hecho de haber luchado para salir con vida.

Sonreí mirando al techo y dije:
—Gracias —Por haber aprendido que siempre habrá amigos que te ayudarán y lucharán contigo.

[James Bond]

Cuando desperté, estaba mirando hacia un techo blanco. No podía ubicarme ahora mismo, no tenía ni idea de donde estaba. Lo último que recuerdo era estar Exuy, Zait y yo forcejeando el bastón de Zande. Tenía un poco borrosos los recuerdos. Cuando oí pasos, intenté incorporarme, pero descubrí que no tenía problema alguno al hacerlo. Pude ver a la Maestra Nanashi y un moguri. Este se retiró cuando le hizo un gesto. Parecía preocupada por nosotros, ya que nos dijo que no nos preocupásemos y si recordábamos algo de lo que había pasado. Entonces, los recuerdos borrosos me volvieron con mucha claridad. Estábamos forcejeando el bastón pero parecía que este no quería ceder. En cierto momento, mi compañero Exuy ejecutó un hechizo de fuego que fue dirigido a la cara del enemigo. Decidí contarle todo lo ocurrido a la Maestra, un poco cabizbajo. Me sentía frustrado conmigo mismo ya que no había logrado hacer nada para impedir aquella situación.

—Siento no haber previsto esa dura batalla, aprendices...
—Maestra, usted no tiene la culpa. Nosotros tampoco la habíamos previsto.— No quería que ella se disculpara por algo de lo que no tenía culpa alguna. ¿Quién iba a decirnos a nosotros que tendríamos un enfrentamiento de semejante calibre? Nanashi nos entregó a cada uno unas pulseras de diferentes colores. Parecían hechas artesanalmente. La Maestra nos explicó su origen.

—No sé hasta qué punto seréis conscientes, pero hoy no os habéis salvado sólo a vosotros mismos. Unos niños que pudieron sucumbir al miedo fueron salvados por la luz de una madre. Y vosotros habéis ahuyentado a la fuente de ese miedo. Estos objetos son su humilde muestra de gratitud.

Sonreí. Si veía a aquellos niños, tenía que darles las gracias. Me gustó sentirme útil, aunque fuera indirectamente. Si los niños no volvían a tener miedo gracias a nosotros, habíamos hecho algo bueno, ¿no? Pero Nanashi parecía sentirse apenada. Ya que sentía que había fallado como Maestra y que no volvería a suceder. Dicho esto, se marchó, dejándonos a nosotros tres solos en la habitación. Miré un rato el techo blanco mientras intentaba poner orden en mi cabeza. Cuando ordené las ideas, hablé a mis amigos.

—Chicos, puede que quizás no derrotásemos a Zande, pero, hemos logrado algo mucho mejor que eso, tal como ha dicho la Maestra. No nos sintamos avergonzados. Después de todo, ¿no dicen que la unión hace la fuerza?— Sonreí.

Si de algo me sentía orgulloso al haber tomado la decisión de convertirme en aprendiz de la Llave-Espada, era de la cantidad de gente que había conocido y de las cuales algunas de ellas eran amigas. Posé mi cabeza sobre la almohada y cerré los ojos sumergiéndome en el tranquilo mundo de los sueños.

[Little Sho]

Mi ceguera impidió ver lo que acontecía, pero al poco tiempo supe que un escalofriante sentimiento recorrió mi cuerpo. La muerte de Nate vino a mi mente como un rayo, seguida de terribles y nefastas imágenes que tan sólo quería olvidar, hacerlas desaparecer. Y de entre tantas oscuras tinieblas y frías sensaciones, una luz, también cegadora, iluminó mi mente y apaciguó mi alma. Pude contemplar la Llave Espada propia de Nanashi, que había acudido en nuestra ayuda. Nos habíamos salvado por la divina intervención de nuestra maestra. Quién sabe qué nos habría deparado el destino si no hubiésemos contado con el busca.

Tiempo después, quizá en la enfermería de Tierra de Partida, Nanashi acudió a visitarnos. Yo me desperté con la lengua algo pastosa y con alguna que otra dificultad, pero el contraste de sensaciones era inigualable, aquella blanca habitación me otorgaba una paz interior que mucho supe apreciar.

La Maestra nos mostró unas pulseras artesanales de diferentes y bonitos colores. Los niños perdidos las habían preparado para nosotros. Entonces la imagen de Wendy llegó hasta mí. El mundo que yo tan bien conocía había cambiado, había, en cierto modo, avanzado. Y yo formaba parte de un pasado, había crecido. Seguía siendo un joven niño apacible, aunque mi cuerpo superaba aquellos años infantiles. Supe entonces que había empezado a desprenderme de aquel mundo, que dentro de poco ya no sería parte de él, ni él parte de mí, tan sólo de mi pasado. Me preocupaba cualquier cambio que pudiese experimentar. ¿Sería bueno desprenderme de mi infancia? ¿Llegaría a ser un Peter Pan que nunca jamás madurase? Aún quedaba mucho por acontecer en mi vida, por lo que me limité a sonreír por haber tenido una segunda oportunidad.

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Todos mis PX van a Tak, aunque no tenga ná que ver aquí n_n
Por otro lado, pido muchas y grandes disculpas por mi retraso. Esta última semana fue de un examen por día, y la anterior algo parecido, por lo que me limité a postear en el global y como he podido >_>