[Tierra de Dragones] Haré todo un hombre de ti

[Soul Artist]

Fátima
La quietud del bosque, el ardor del sol. Aquello era lo primero que Fátima seguramente notaría al despertar de su largo sueño en el interior de una tienda de campaña. ¿Cómo había llegado hasta allí? Lo último que recordaba era...

Alguien le había atacado por la espalda. Con un hechizo mágico la había dormido en mitad del bosque, dejándola a su merced, de lo que esperaba no volver a abrir los ojos probablemente...

Pero no fue el caso. Hubiese sido quien le había sorprendido, la había llevado hasta aquella tienda, en el interior de un saco de dormir y con unas pocas ropas a su derecha. Incluso podía oler algo de comida cerca de ella, un poco de arroz cocido en un bol a su izquierda. Si lo probaba comprobaría que estaba ya muy frío, hecho probablemente unas horas antes de que despertara, pero algo era algo.

¿Quién había sido? Era difícil saberlo. Si salía de la tienda de campaña comprobaría que ya era de día, con un campamento militar colina abajo. ¿Nadie la había visto?

Las ropas que tenía cerca parecían militares, perfectas para hacerse pasar por un hombre. Entre ellas Fátimo pudo encontrar un sobre con un papel que revelaba un corto mensaje:

El payaso no es de este mundo. A ambos nos interesa quitárnoslo del camino.
Te he dejado ropas de militar para que no te pongan problemas al entrar en el campamento.
Yo te ayudo, y tú a mí.

Junto al papel había, además, una carta. No podía saber qué clase de señal era aquella, qué significaba... Por el momento. Al girarla pudo apreciar su dibujo, aparentemente oriental. Se trataba de tarot, sin duda. Y en mayúsculas, debajo de la ilustración, el nombre de la carta: "La Justicia".

El campamento estaba cerca.

* * *

Hiro
¿Pudo dormir Hiro, o su imprevista siesta de la noche anterior fue suficiente para poder caminar toda la noche bajo la lluvia? ¿Tendría energías suficientes para el día que le esperaba? Bueno, fuera como fuese, no llegó al campamento por no usar el mapa y la brújula. Estaba perdido, condenadamente perdido en mitad del bosque. Y sin desayuno.

¿Qué iba a hacer? Fue tras Mulan y no la encontró en toda la noche, ni siquiera la más mísera pista. Y desde luego, del campamento ni rastro. Quizás el chico tenía nulo sentido de la orientación, o quizás sencillamente el bosque le había confundido demasiado, pero estaba más solo que la una allí en medio.

Por suerte, no pasó demasiado tiempo antes de que alguien surgiese entre la maleza. Un hombre bajito, con un ojo morado y tuerto que quizás le recordara a Ronin y ropas de militar le observó durante unos segundos. ¡Al fin! ¡Alguien que le podría indicar el camino!

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—Eh... Tú no sabrás llegar al campamento Buzho, ¿verdad?

No. Definitivamente, Hiro estaba perdido.

* * *

Axel
Así que aquel era la llamada Tierra de Dragones...

El campamento al que había sido destinado Axel igual le recordaba a su viejo hogar en el Coliseo del Olimpo. La gente olía mal, algunas personas luchaban entre sí para demostrar su virilidad y generalmente los músculos de muchos no significaban gran inteligencia. Mirase por donde mirase, todos, por muy machotes que pareciesen, no parecían tener ni idea de entrenamiento. Eran novatos... Novatos en plena guerra.

Ronin le había elegido tras los sucesos en la guerra de paintball contra Akio. Pese a haber fallado, el Maestro le había seleccionado para acompañar a dos jóvenes más de Tierra de Partida, Fátima y Hiro, de los cuales les había dado una vaga descripción: una chica con mal genio y un chico con muchas pulgas. Desde luego, de poco le iba a servir tan poca información, pero esperaba saber quiénes eran por el uso de la Llave Espada y las ropas de otros mundos...

Su misión era, al parecer, localizar a una mujer, Mulan Fa, que se había infiltrado en el ejército y sacarla de allí sin que nadie lo supiese para devolverla de casa, a la vez que se informaba sobre un asunto sobre posibles criminales de otro mundo que proporcionaban armas a los hunos.

Bueno, debía comenzar. Podía empezar a buscar a sus compañeros, por el campamento, podía intentar averiguar quién era la tal Mulan, o ir directamente a conocer al hombre al cargo allí para informarse de la situación.

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Próxima fecha límite: martes, 11 de Septiembre.

Quizás Axel no postee pues avisó de su ausencia. En caso de que posteéis ambos y no reciba señal suya, pasaremos a la siguiente ronda sin problemas.

[Suzume Mizuno]

Abrió los ojos y tuvo que parpadear un par de veces, cegada por la repentina claridad. Tardó unos momentos en reconocer que lo que había sobre su cabeza era una tienda de lona. Primero no le dio importancia, luego, se incorporó hasta quedar sentada y miró a su alrededor con sorpresa.

“¿Dónde estoy?”

Intentó hacer memoria. Había continuado su camino en busca de Mulán a través del bosque después de encontrarse con un escalofriante jinete. Y entonces… Alguien le habló, la hizo dormir, seguramente con un hechizo.

Su mirada se deslizó hasta el bol de arroz que había a su lado. Estaba dentro de un saco de dormir y también le habían dejado unas ropas.

—¿Pero qué…?

Se asomó para ver donde estaba, y si se encontraba sola. Así parecía ser, por lo que se atrevió a salir. Comprobó que habían situado la tienda en lo alto de una colina y, lo que parecía ser un campamento, estaba a los pies de la misma. Tragó saliva y después de echar un vistazo a su alrededor se volvió a introducir en la tienda. El arroz estaba frío, pero tenía un hambre atroz. Examinó el cuenco con los ojos entrecerrados.

“Recapitulemos” se ordenó, sentándose, cruzada de brazos y piernas. “Ayer alguien me dejó inconsciente y ese mismo alguien, u otro alguien, me sacó del bosque y me ha dejado en esta tienda, dentro de un saco para dormir, con el desayuno preparado y… ropa nueva” echó un vistazo a su vestido, negro después de las caídas en el barro de la noche anterior. Se sintió profundamente incómoda. “¿Pero quién? ¿El Maestro? No” negó con la cabeza. “¿Para qué iba a dejarme inconsciente para después traerme aquí? ¿Y dónde están Hiro y Zait en ese caso? No tiene sentido. A menos que él me trajera aquí después de encontrarme en el bosque. Pero, de nuevo, ¿dónde está ahora? Y si fue otra persona, ¿para qué…? ¡Bueno, basta!” sacudió la cabeza. “¡Nada de ponerse histérica! Ya lo pensarás luego”.

Miró el plato de nuevo. Le rugía el estómago. Pero… Suspiró.

“A ver, ¿para qué iban a envenenarme después de salvarme?”

Aun así, cuando comió con los dedos, lo hizo con angustia y desconfianza. Después, para obligarse a olvidar de la comida, examinó las ropas. Sólo entonces se percató de la nota.

El payaso no es de este mundo. A ambos nos interesa quitárnoslo del camino.
Te he dejado ropas de militar para que no te pongan problemas al entrar en el campamento.
Yo te ayudo, y tú a mí.

Un escalofrío recorrió la espalda de Fátima y le heló la sangre. Ahora resultaba obvio que la persona que la durmió no era nadie conocido. ¿Y de qué payaso estaba hablando?

Miró la carta del tarot de la Justicia en silencio. Fátima no tenía ni idea de tarot ni de cosas similares, que sólo veía como una buena forma de timar a los más ingenuos o estúpidos. Así que por más que le dio vueltas a la carta, en busca de algún mensaje o algo que pudiera ayudarla a comprender la situación, no encontró nada.

Después de comerse la cabeza durante un rato, decidió que no iba a sacar nada en claro, intentó tranquilizarse.

“No sé por qué quiere que entre al campamento, pero ya que me ha dado las ropas no las voy a desperdiciar”.

Se puso el uniforme refunfuñando entre dientes acerca de la ropa de hombre y después se guardó tanto la carta como la nota.

Nerviosa, salió de la tienda y bajó por la colina. Esperaba con toda su alma que ese fuera el campamento al que había ido Mulan. En cuanto la encontrara se la llevaría a rastras a casa y se olvidaría de la notita, del jinete y de todo. Solo se echaría a dormir una larga siesta. Quizás se llevaría un kimono como el que llevaba Mulan, pero eso ya lo pensaría luego.

Se acercó al campamento lo más sigilosamente que pudo, intentando que nadie la descubriera, y tragando saliva.

Tenía que encontrar a Mulan y largarse con viento fresco.

[RedXIII]

Definitivamente, la mala orientación de Hiro había provocado que se perdiera de una manera exagerada, sin saber donde estaba ni a donde iba se dio cuenta de que estaba solo, y ni siquiera tenia una misera pista para saber por donde continuar.

—¡Joder, me he perdido, puta orientación! Como se entere el maestro Ronin que me he perdido me mata, o hace un chiste malo... no se cual de los dos es peor la verdad — De golpe noto que alguien, entre las malezas, se acercaba a el.

—Eh... Tú no sabrás llegar al campamento Buzho, ¿verdad?

Un hombre bajito, con un ojo morado y algo musculoso se acerco a el preguntándole donde estaba ese lugar, el cual Hiro no sabía ni que existía.

—¿Ca...campamento que? — No sabía que responder, ni siquiera sabía donde estaba el, como para dar indicaciones —Tengo un mapa y una brújula, si eso ayuda — le comento a ese hombre —Soy Hiro Inukai — Se presento con una reverencia.

El haberle ofrecido una desinteresada ayuda sabia que le retrasaría en su infiltración en el lugar que le dijo Ronin, pero a lo mejor ayudándolo obtendría mas información.

[Soul Artist]

Fátima
Fátima se aproximó al campamento con cuidado, esperando que no la descubriesen. Sin no tenía cuidado, aquella podía ser su última misión: si descubrían su auténtico, se podía armar una buena... Tenía entendido por lo que Zhou había dicho que el castigo a una mujer que se travestía era la pena capital. Y aquello no podía ser bueno...

Al poco de aproximarse al campamento, pudo observarlo por dentro, todavía en sigilo. Los alrededores estaban protegidos por pilares de madera que prevenían posibles ataques enemigos, con dos entradas principalmente: una al oeste, donde estaba ella, y otra al norte. En cada esquina del campamento había una torre de vigilancia, con distintos centinelas vigilando, armados con arcos, lanzas y el mismo uniforme verde que ella, aunque con placas de metal en forma de armaduras añadidas.

El interior era otra historia. Si bien la primera impresión al verse por fuera era la de un campamento fuerte, bien protegido y con soldados siempre atentos en las torres, los que venían después dejaban mucho que desear. Nada más asomar la cabeza, Fátima pudo experimentar un tremendo mal olor general, hombres de todo tipo con apariencia no muy inteligente ni fuertes, y desde luego, nada disciplinados. Algunos incluso jugaban al pilla pilla en ese mismo momento.

Innumerables tiendas de campaña de color blanco creaban varios pasillos que, al menos, mantenían un orden con el que seguramente los soldados se orientaban con facilidad, pues una especie bandera con un carácter iniciaba cada pasillo. Fátima era incapaz de leerlos, pero la intención estaba claro.

Al fondo de la entrada oeste podía ver un campamento más grande y característico que el resto, de color naranja y mayores proporciones. Allí, por deducción propia, debía estar la máxima autoridad del campamento. Si le quería para algo, podía dirigirse allí.

Quizás la joven pensase en entrar, vigilando desde uno de los lados de la puerta, aprovechando que el guardia de la torre más cercana observaba otro lado. Pero antes de poder caminar hacia su interior, una voz la sorprendió:

—Lo estás haciendo maaaal.

Al girarse para localizar a aquel que le había sorprendido no vio a nadie. Pero hubiese jurado que...

—Aquí abajo, niña. ¿Es que no me ves?

Al bajar la mirada, la aprendiza pudo encontrar a una especie de... ¿Lagartija roja? Le dedicaba una larga y amplísima sonrisa de tiburón que podía echar atrás a cualquiera de su tamaño, que por suerte no sería mucha gente.

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—Eres Mulan, ¿me equivoco? Me mandan tus ancestros a vigilarte y esas cosas, ¡nos lo vamos a pasar guay! —explicó la lagartija, aunque antes de que Fátima dijese algo le indicó con la mano que callara—. ¡No, no, espera! Mira, chica, deberías volver conmigo, ¡pero yo te entiendo! Quiero ayudarte a infiltrarte, seré como tu... ¡Medidor de sospecha! La verdad es que con esas ropas engañarías a cualquiera, pero te faltan cosas como recogerte ese pelo.

La lagartija se agarró a la pierna de la joven y la escaló con rapidez, pasando por su espalda y provocándole algunas cosquillas al pasar por debajo de su ropa. Acabó saliendo por el hombro derecho y toqueteó el pelo de la chica, con una goma en las manos con el que le hizo un moño.

—¡Listo! Ahora pareces un machote, guapa —afirmó la criatura, dándole con el codo en la cabeza a la chica en forma de colegueo—. Oye, te imaginaba algo más china. ¡Y no te preguntes cómo he sabido que eras tú! Mis ojos pueden ver a través de cualquier armadura...

Definitivamente, aquella cosa pensaba que ella era Mulan...

* * *

Hiro
—¿Un mapa? ¿Y por qué no lo has usado? Borrego...

El hombre arrebató de las manos de Hiro el mapa y la brújula bruscamente, sin mostrar un mínimo de educación ni darle las gracias siquiera. Parecía estar frustrado por su situación, perdido en mitad del bosque y con alguien como el chico.

—Ah, sí, soy Yao —contestó a la presentación del aprendiz, sin darle mucha importancia—. ¿En qué está escrito este mapa? ¡No parece chino!

Cierto era. Las indicaciones del mapa venían en una escritura que Hiro podía entender perfectamente, pero no el hombre al que acababa de conocer. Ronin debió pensar en su aprendiz y no en otras posibles personas, imposibilitando al tuerto la opción de llegar al campamento al que se dirigía... Y al pobre Hiro también.

—¡Bah, los hombres de verdad no necesitan un mapa! —aseguró Yao, haciendo una bola el papel del aprendiz y arrojándosela al chico para que la capturase en el aire—. ¡Con solo mirar al sol debería llegar sin problemas!

El hombre echó a caminar, adentrándose en el bosque sin pensárselo dos veces y dejando atrás a Hiro. Caminaba aprisa, lo que indicaba que probablemente tenía que estar en su destino a una hora concreta y no le quedaba mucho tiempo.

Al poco de dar unos pasos, el tuerto dirigió su mirada hacia atrás, dirigiéndose a Hiro.

—¿Necesitas que te pegue para que te muevas de tu sitio? —preguntó con tono amenazante, como si estuviese deseando entrar en pelea con el chico—. ¡Mueve el culo! También vas al campamento Buzho, ¿no?

No parecía haberle escuchado cuando el joven preguntó por dicho campamento. Era su oportunidad para comenzar una infiltración en él, pues si estaba cerca, Mulan se habría dirigido hacia allí. O quizás fuese una mala idea seguir a alguien con tan poca orientación que ya se había perdido una vez...

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Próxima fecha límite: jueves, 13 de Septiembre.

A ver si con suerte ha vuelto Axel para entonces.

[Suzume Mizuno]

Torció el gesto cuando el olor a humanidad la golpeó como una bofetada. Los hombres nunca habían olido bien cuando se juntaban en grupo sin tener mujeres a las que impresionar, y parecía que esa regla se cumplía en todos los mundo, para su frustración.

“Deben ser los reclutas…Porque están muy verdes” pensó, observándolos con desaprobación.

Su mirada se desvió hacia la zona de tiendas naranjas, que parecía ser de los veteranos, por la tranquilidad y el mayor orden. Ronin le había ordenado que se infiltrara como mercenaria, aunque ahora que tenía el uniforme quizás podría entrar sin problemas para llevarse a Mulan. Luego ya pensaría qué hacer para encontrar a ese traficante. Y esperaba que para entonces Hiro y Zait ya hubiesen llegado, porque no podía creer que fuese a tener que hacerlo todo sola…

Respiró hondo el poco aire puro que quedaba a su alrededor y se preparó para entrar cuando escuchó una voz:

—Lo estás haciendo maaaal.

Fátima pegó un respingo y miró a su alrededor, pero no parecía que hubiese nadie cerca de ella y, sin embargo, estaba segura de que alguien le había dirigido la palabra…

—Aquí abajo, niña. ¿Es que no me ves?

Bajó los ojos y se quedó paralizada. Una lagartija le sonreía con unos enormes ojos saltones y dientes blancos y puntiagudos.

—¿Qué…?

—Eres Mulan, ¿me equivoco? Me mandan tus ancestros a vigilarte y esas cosas, ¡nos lo vamos a pasar guay!

—Creo que te estás…

—. ¡No, no, espera! Mira, chica, deberías volver conmigo, ¡pero yo te entiendo! Quiero ayudarte a infiltrarte, seré como tu... ¡Medidor de sospecha! La verdad es que con esas ropas engañarías a cualquiera, pero te faltan cosas como recogerte ese pelo.

Y entonces, a toda velocidad, trepó por su pierna antes de que ella pudiera reaccionar y se metió por debajo de su ropa. El repentino contacto le arrancó un chillido ahogado por la impresión y después una risilla que consiguió reprimir a duras penas. Para cuando quiso darse cuenta, le tenía tironeándole del pelo.

—¡Ay! ¿Qué haces? ¡Ay!

—¡Listo! Ahora pareces un machote, guapa —el animal le dio un suave codazo en la cabeza, satisfecho con su labor—. Oye, te imaginaba algo más china. ¡Y no te preguntes cómo he sabido que eras tú! Mis ojos pueden ver a través de cualquier armadura...

Fátima se pasó las manos por el pelo, que estaba firmemente recogido en un moño.

—Vaya manitas que tienes…—no pudo evitar comentar. Entonces le tendió la mano, ya más tranquila, para que se montara en ella y poder verle bien. Le observó de arriba abajo y aunque todavía le duraba la impresión, había visto cosas más extrañas en Tierra de Partida. Sonrió, divertida:—. Me temo que te equivocas de persona, lo siento.

Ahora que el animal por fin se había quedado quieto, repasó sus últimas palabras y arqueó una ceja con una sonrisa escéptica.

“Por supuesto, menudos ojos tienes, oh, señor todopoderoso” y dio por sentado que era una mentira grande como un templo, por lo que se relajó un poco.

—Primero de todo, me llamo Fátima y también he venido a buscar a Mulan por encargo… de su padre —miró a su alrededor, nerviosa, pegándose a la puerta para evitar ser descubierta—. Tengo que sacarla de aquí antes de que la descubran y le pase algo —volvió a centrar su atención en él y pensó rápidamente. Si aquella criatura estaba buscando allí a Mulan era que había llegado al lugar correcto. Se animó—. Ya que los dos tenemos que encontrarla, y parece que tú eres de aquí, podrías echarme una mano para que no me descubran. ¿Medidor de sospecha, has dicho? —inquirió, entre divertida y curiosa—. Me harías un gran favor si me ayudaras. No soy de la región y no estoy acostumbrada a vuestras costumbres —ni siquiera sabía que debía llevar un moño pero, ahora que se fijaba, todos los hombres se tenían el pelo recogido en uno.

Esperó a que respondiera y dijo:

—Por cierto, no me has dicho cómo te llamas.

[RedXIII]

—¿Un mapa? ¿Y por qué no lo has usado? Borrego...

El hombre arrebato repentinamente de sus manos el mapa y la brújula, sin ni siquiera pestañear.

—Ah, sí, soy Yao — Se presentó, aunque no le daba demasiada importancia al parecer —. ¿En qué está escrito este mapa? ¡No parece chino!

Al parecer, Ronin, había escrito el mapa en su idioma, y aquel hombre no lo entendía, desgraciadamente leer un mapa no era el fuerte de Hiro.

—¡Bah, los hombres de verdad no necesitan un mapa! — Hizo una bola de papel, la cual lanzo en la dirección de Hiro, atrapándola en el aire y alisándola, la guardo en su bolsillo por si acaso —. ¡Con solo mirar al sol debería llegar sin problemas!

—Sí, y mira donde he llegado yo — Comento disimuladamente.

El hombre echó a caminar, adentrándose en el bosque sin pensárselo dos veces y dejando atrás a Hiro ¿Acaso tenía prisa, o es que quería quitárselo de encima? Aquella pregunta fue respuesta cuando Yao se giro hacia el.

—¿Necesitas que te pegue para que te muevas de tu sitio? — Preguntó, parecía una persona muy hostíl, pero no malvada ¿Es que le gustaba armar bronca con todo el mundo? —. ¡Mueve el culo! También vas al campamento Buzho, ¿no?

Campamento Buzho ¿No le había hecho ya una pregunta sobre eso? bueno, teniendo en cuenta que no sabía a donde ir ni por donde, decidió seguir el juego al señor Yao, incluso podía ser que Fátima estuviera allí o podría preguntar si alguien la había visto.

—Sí, claro, el famoso campamento Buzho, donde... pues eso, vamos a... hacer cosas — Disimulo como pudo —El caso es que quería... ir, soy nuevo y aun no se como va todo esto y me perdí por el camino ¿Tu podrías llevarme? — Comento, mientras se frotaba la nuca con la mano, a ver si con suerte podría guiarle hasta allí.

[Soul Artist]

Fátima
Mientras Fátima entraba en el campamento con Mushu en el hombro, el cual se apresuró a esconderse bajo sus hombreras para que nadie le viese, le contestó a la presentación de esta:

—Bueno, si no eres Mulan lo pareces, chica. ¡Soy Mushu, el mayor de los dragones que haya existido nunca! Y puedes confiar en mí, yo te ayudaré con lo que sea para encontrar a mi niñita favorita. ¿Has pensado en cómo hacerte llamar?

El interior del campamento no tenía mucho misterio: era tal y como había visto Fátima anteriormente. Sin embargo, al avanzar, vio cerca del enorme campamento naranja un caballo hermoso, de pelaje color blanco casi majestuoso. En aquel lugar no había muchos precisamente, pero aquel sobresalía entre todos, el cual esperaba quieto a su dueño, sin estar atado a ningún poste, y con dos guardias cerca para evitar su robo.

—Me parece buen nombre, pero deberías hacerte llamar de otro modo. ¿Qué te parece Daliao? ¡Era mi mejor amigo! ¡Tienes cara de Daliao! Aunque me robó a la novia...

Un soldado de casi dos metros de alto pasó por al lado de Fátima, dándole un empujón bastante maleducado con uno de sus sus brazos y sin percartarse siquiera de su presencia. Iba mostrando sus enormes pectorales que señalaban su fuerza, con la que probablemente pudiese aplastar a la chica con un solo dedo.

—¡Entre los hombres hay que exigirse respeto! —Mushu salió a todo correr de la hombrera de Fátima para señalar directo al gigantón—. Si te empuja, debes darle una paliza para que los demás te respeten o te comerán viva. ¡Vamos, machácalo, nena!

* * *

Hiro
—¡Todos somos nuevos, zopenco! —le soltó Yao de forma borde al chico—. Ya estamos en la edad de ir a la guerra, y queremos tener nuestras mujercitas a la vuelta. Tú ya me entiendes...

Caminaron unos minutos durante el bosque, durante los cuales al menos Yao estuvo callado. A veces Hiro pudo notar que pasaban por rocas extrañamente parecidas entre sí, y que el hombre giraba mucho hacia la derecha intentando orientarse con el sol. Pero era mejor fiarse de alguien de la zona que de su propio instinto, al parecer.

—¡Esta es la quinta piedra con forma de cerdo que encuentro hoy! —señaló el tuerto, sentándose sobre la susodicha piedra que tenía un aire al animal mencionado y que se parecía en exceso a los cuatro anteriores—. Pero estoy seguro de que es por aquí. Con solo caminar un poco más...

Una risa se escuchó cerca. Era una carcajada de loco, como si alguien hubiese escapado de un psiquiátrico cercano. Yao se puso inmediatamente en guardia y sacó su espada, preparado para cualquier cosa.

—¿Qué ha sido eso?

La risa sonó más cerca, esta vez por la espalda de los dos. Yao reaccionó pegando un grito y echando a correr en dirección contraria, hacia el bosque. Pero, ¿y Hiro? ¿Correría con Yao, o hacia la misteriosa risa...?

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Próxima fecha límite: lunes, 17 de Septiembre.

A ver si con suerte ha vuelto Axel para entonces.

[RedXIII]

—¡Todos somos nuevos, zopenco! — Contesto de forma borde —. Ya estamos en la edad de ir a la guerra, y queremos tener nuestras mujercitas a la vuelta. Tú ya me entiendes... — La verdad es que no, no estaba casado.

Aunque habían caminado mucho, no pudo evitar fijarse en que parecía que estaban dando vueltas, ya que algunas de aquellas rocas ya parecían ser familiares para Hiro, además de notar su olor repetidas veces en el aire, pero desgraciadamente solo podía que seguir a aquel hombre, no tenía apenas orientación. Mientras caminaban tarareaba alguna que otra canción, para distraerse un poco, ya que parecía no terminar nunca aquella caminata.

—¡Esta es la quinta piedra con forma de cerdo que encuentro hoy! —Dijo sentándose en ella —. Pero estoy seguro de que es por aquí. Con solo caminar un poco más...

Sus palabras parecieron interrumpidas por una extraña risa de "loco" exagerada. Yao no tardo en prepararse para el combate, pues saco inmediatamente su espada.

—¿Qué ha sido eso?

Aquella extraña carcajada parecía acercarse a ambos ¿Quien era?. Yao, desgraciadamente, chilló y echó a correr en dirección contraria, hacia el bosque, fuera lo que fuera lo que aguardaba Hiro tendría que afrontarlo solo.

—¡Buahahahahahaha! — Soltó una gran carcajada como burla a la de aquella persona, haciendo notar que fuera quien fuera no le tiene miedo —Me recuerdas al Maestro Ronin, aunque el ríe más así... "¡Hahahahahaha!" — Exclamo mientras imitaba la risa de su Maestro.

—Dejando estas cosas de lado ¿Quien eres y que quieres? — Exigió —Ah, si es dinero olvídalo, estoy sin blanca — Añadió.

[Axelpower]

No pude contener la confiada sonrisa que se me escapó cuando observé el panorama imperante en el campamento. En cierto modo, me recordaba a los torneos del Coliseo: hombres peleando por demostrar su poder, por intentar alzarse con un trofeo que los acreditara como el más fuerte del lugar.

Aunque había una enorme diferencia, y no me refería a la falta de un trofeo tangible; aquellos hombres no tenían ni idea de luchar. Movimientos torpes, demasiado previsibles y en puntos en los que era muy fácil bloquearlos. Pero incluso así, los que recibían el ataque buscaban apartarse hacia el lado equivocado, o incluso intentaban contraatacar antes de ser golpeados dando muestra de unos reflejos penosos y viendo como su táctica no les servía para nada. Definitivamente, necesitaban muchísimas horas de entrenamiento si pretendían poder ser considerados un ejército temible. No tendrían oportunidad alguna contra sus enemigos si seguían así.

"La verdad es que les haría falta una pequeña ayuda si quieren mejorar" —reflexioné—. "¿Causaría mucho revuelo si practicara un rato con ellos?"


No obstante, descarté la idea con la misma presteza que esta vino a mi mente. Ronin había hecho especial hincapié en que no revelara mi identidad de Aprendiz, o podría acabar con el fino equilibrio que imperaba en los distintos mundos.

Eso me planteaba una duda más: ¿podría mostrar mi Llave Espada en público? A pesar de que su inusual aspecto llamaría la atención, podía intentarla hacer pasar por una arma personalizada que yo mismo había construido, o por alguna que había importado a un artesano extranjero. Pero era algo demasiado arriesgado.

"El problema es que incluso habiendo riesgo al sacar la Llave Espada, no puedo descartar la posibilidad de verme involucrado en alguna pelea. Y si me ven invocando el arma de la nada sí que estaré perdido. Tengo que aprovechar ahora que aún no he armado demasiado revuelo"

Eché un vistazo a mi alrededor para comprobar que no hubiera nadie fijándose demasiado en mí y llevé mi mano al hueco que quedaba entre mi escudo y mi espalda. Invoqué allí mi Teluria y me aseguré de que había quedado bien enganchada al cinto que llevaba para sujetar el escudo, de forma que ninguna de las dos cosas pudiera caer si hacía algún movimiento rápido o brusco.

Solucionado ya el posible imprevisto, debía de ceñirme al objetivo de la misión: localizar y sacar del campamento a la hija de una familia de la ciudad, que se había infiltrado en el ejército a pesar de que iba contra las leyes del país.

Suspiré, resignado. Encontrar a una mujer en un lugar lleno de hombres no podía ser muy complicado en condiciones normales, pero el hecho de que todos llevaran el mismo uniforme añadía cierta dificultad al asunto. Me resultaría imposible encontrar a alguien que no conocía y que iba vestido exactamente igual que los demás. Tendría que preguntar si pretendía averiguar algo.

Desgraciadamente, las únicas personas a las que podría preguntar por allí es a los otros dos Aprendices a los que les había sido asignada la misma misión. Ronin me había dicho que ya llevaban unos días allí, así que debían de saber más del tema que yo. Pero lamentablemente, la información que me había dado sobre ellos era tan escasa como la que me había dado sobre mi objetivo: "una chica con mal genio y un chico con muchas pulgas".

"No sé a qué se referirá con lo de las pulgas" dije para mis adentros "pero casi cualquier chica podría encajar en la primera descripción. Si ellos también se han puesto la ropa del ejército y esconden su Llave Espada, no tendré ninguna posibilidad de encontrarlos. Mi única posibilidad es que ellos me reconozcan a mí, pero tampoco yo puedo revelar abiertamente mi identidad."

Definitivamente, pocas opciones me quedaban. Tendría que buscar otras fuentes de información, y con las limitaciones que tenía la única posibilidad disponible eran los soldados. Pero tenía que actuar de forma que no llamara la atención: tenía que actuar como un soldado, ser un soldado.

Una idea vino de pronto a mi mente. Si Mulan se había hecho pasar por un guerrero e infiltrado en el ejército, ¿por qué no iba a poder hacerlo yo también? Se notaba que necesitaban un hombre con experiencia en batalla y que pudiera enseñar las artes del combate a aquellos novatos soldados. Y, lo más importante de todo: me serviría como entrenamiento intensivo. Un ejército que se preparaba para la guerra tenía que tener sin duda alguna una rutina muy exigente.

Busqué por todo el campamento al capitán, con quien debería hablar para alistarme. Vi entonces como, junto a una de las entradas, se alzaba una tienda más grande y de distinto color a las demás. Sin duda alguna, alguien importante se hospedaba allí.

Me dirigí hacia ella dispuesto a entrar y encontrar al hombre que estuviera al mando, convencido de que allí hallaría las respuestas o la ayuda que necesitaba.

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Sigo sin Internet entre semana, pero he aprovechado que este finde volvía a casa para conectarme el tiempo justo para actualizar. A partir de mañana vuelvo a estar ausente, pero intentaré solucionarlo lo más rápidamente que pueda. Siento las molestias que os estoy causando.

[Suzume Mizuno]

—Bueno, si no eres Mulan lo pareces, chica — Fátima se rió por lo bajo, convencida ya de que el animalillo no debía tener ni unos ojos tan maravillosos ni una idea de cómo demonios era Mulan. Porque compararla con ella… Al menos había que reconocerle que había sabido identificar a una mujer en medio de tantos hombres uniformados—. ¡Soy Mushu, el mayor de los dragones que haya existido nunca!
Fátima controló en el último momento su expresión de perplejidad.

“¿Ha dicho “dragón”? Yo habría jurado que era una especie de lagarto…”

— Y puedes confiar en mí, yo te ayudaré con lo que sea para encontrar a mi niñita favorita. ¿Has pensado en cómo hacerte llamar?

“Niñita favorita a la que no conoces, pero bueno. Y sí tiene razón, debería pensar un nombre…”

—La verdad es que no —admitió en voz baja y sin mover demasiado los labios. No quería llamar la atención en medio de todos aquellos soldados.

Estaba preocupada. Si Mushu no había dudado en identificarla como mujer, entonces los demás también lo harían. Y sería un gran problema, sobre todo porque sospechaba que sus rasgos ya la harían destacar entre la multitud.

Pero en sí la angustiaba más meterse en líos que la acusaran de ser mujer. No le cabía duda de que si se daba el peor caso podría librarse de alguna manera. No, lo que la hacía actuar con cautela era no poder encontrar a Mulan. Y ella sí que correría peligro si la descubrían. Dudaba que la chica hubiera levantado nunca una espada, al contrario que Fátima…

—No conozco muchos nombres de por aquí —musitó. Sin embargo, se le vino uno a la mente:—. Pero, ¿Zhou te parece bien?

Fátima hizo como que no veía las chanzas que se lanzaban unos reclutas a otros, luciéndose y haciéndose los machos, sintiendo algo de vergüenza ajena, y se preguntó cómo serían los altos cargos del lugar. Pensando en ello su mirada se detuvo sobre un magnífico corcel blanco. Estaba flanqueado por dos guardias, así que debía ser de alguien importante.

—Me parece buen nombre, pero deberías hacerte llamar de otro modo. ¿Qué te parece Daliao? ¡Era mi mejor amigo! ¡Tienes cara de Daliao! Aunque me robó a la novia...

Fátima reprimió una carcajada.

—De acuerdo, si tengo cara Daliao… —pronunció el nombre con cuidado de no equivocarse—, me llamaré así.

Iba a hacer un comentario sobre la novia de Mushu, curiosa por si sería también una dragona tipo portátil como él, cuando la cubrió una sombra y recibió tal empujón que se fue al suelo. Se incorporó con agilidad y miró con los ojos entrecerrados al hombre de más de dos metros, e inmensos músculos. Pero no se amilanó, pues Nanashi le había enseñado que siempre había que temer más a quien no exhibía su fuerza que a quien quería hacerse imponer como hacía aquel grandullón. Por un momento se le pasó por la cabeza llamarle la atención, pues no parecía ni haberse dado cuenta de que le había dado un buen empellón.

—¡Entre los hombres hay que exigirse respeto! —provocándole cosquillas, Mushu salió por su cuello de la camisa y señaló al hombre—. Si te empuja, debes darle una paliza para que los demás te respeten o te comerán viva. ¡Vamos, machácalo, nena!

La impulsividad de Mushu enfrió sus ánimos y se apresuró a cubrirle con una mano y alejarse del lugar.

—¡Shh! ¡Que te van a ver! —le reprochó—. Y no he venido aquí a buscar pelea, sino a encontrar a Mulan, ¿recuerdas?

Además, no buscaba que los demás la respetaran. No tenía la intención de quedarse en ese campamento más tiempo de estrictamente necesario.

Aun así, chasqueó la lengua con molestia.

“Por eso no me gusta cuando los hombres se juntan” pensó, irritada.

No tenía ni idea de por dónde debería empezar a buscar a Mulan, sin embargo, al posar de nuevo su mirada sobre las tiendas naranjas y el hermoso caballo blanco, recordó que Ronin también le había encargado otra tarea: dar con ese traficante.

“Si va vendiendo armas más efectivas de lo habitual a los hunos, entonces puede que los altos mandos sepan algo” se dijo.

Decidió encaminarse hacia las tiendas disimuladamente con la esperanza de escuchar algún dato que le pudiese ser útil, pensando en cualquier excusa que dar por si la detenían. Ronin le había dicho que se presentara como mercenario y supuso que era lo único que podía hacer... Aunque ya iba vestida con uniforme militar.

"Si veo que hay demasiada vigilancia, me largo y busco a Mulan como sea. Ya... dejaré el tema del traficante pará más tarde" pensó.

[Soul Artist]

Fátima & Axel
Mushu pareció entristecerse por no haber entrado Fátima en pelea que aquella mole de músculos, tal y como le había aconsejado a la joven para que se impusiese. Sin embargo no dijo nada; se limitó a esconderse de nuevo bajo las hombreras de la chica y soltar un comentario por lo bajo que ella pudo escuchar:

—¡Muy bien, pero no me busques cuando los niños malos no jueguen contigo durante el recreo!

Al acercarse a la tienda de campaña del que parecía ser el superior de la zona se encontró con otro joven de vestimentas poco habituales por aquel mundo, pero quizás después de todo no llamase tanto la atención: vestía una armadura plateada, los cuales marcaban sus pectorales, indicando que se trataba de un guerrero. Al mismo tiempo, Axel pudo ver a un joven varón que vestía con las mismas ropas que los soldados de la zona. ¿Quizás hubiese algún detalle palpable que hiciese a alguno de ambos reconocerse...?

Fuera como fuese, su paso a la tienda de campaña se vio impedido de inmediato por los dos guardias del caballo. Se colocaron frente a los dos aprendices con firmeza y semblante serio que les fulminaron con la mirada. No sacaron sus espadas, pero no dudaron en llevarse las manos a la cintura para desenvainarlas en cuanto fuese necesario: desde luego, aquellos dos hombres estaban más entrenados que el resto en aquel campamento.

—¡Alto! —les ordenó el guardia a su derecha—. El general Li está reunido. ¿Qué queréis?

—¿Qué haces? ¡Mulan no va a estar ahí dentro! —protestó Mushu, aunque solo Fátima pudiese oírle—. ¡Si llamas la atención, se acabó!

En gran parte tenía razón. Aquel intento de intrusión había hecho que más de una mirada se dirigiera hacia los dos chicos, pudiendo ver el rostro de algunos soldados del campamento... Y que la mirada de los dos guardias siguiese clavada en ellos, esperando una respuesta.

—¡Tú! —el guardia izquierdo señaló a Axel—. Tú pareces un soldado experimentado. ¿Qué haces en este campamento de novatos? ¿Traes noticias, acaso?

Bueno, quizás alguna mentirijilla no hiciese daño. O quizás solo acabarían metiéndose en más líos de en los que ya podían estar...

* * *

Hiro
El misterioso hombre de las risas echó varias carcajadas más cuando Hiro le contestó riéndose en forma de respuesta, como si se estuviesen burlando mutuamente el uno del otro. La imitación de la risa de Ronin le hizo reírse más, como si de verdad se lo estuviese pasando pipa con aquello... Solo que comenzaba a ser algo bizarro.

De entre la maleza apareció con una cortina de humo un jinete que conducía un caballo negro de aspecto fiero, con ojos rojos como el fuego y pelaje oscuro como la noche. El jinete llevaba puesta una capucha que ocultaba su rostro, aunque por la luz del día el joven aprendiz pudo apreciar que su piel era palidísima. ¿O quizás se trataba de maquillaje? Sí... Era tan blanca que solo podía ser maquillaje.

—¿Quien eres y que quieres? Ah, si es dinero olvídalo, estoy sin blanca

—¿Dinero, yo? ¡No hagas reír nunca a un payaso!

El hombre se quitó la capucha y dejó ver su rostro finalmente: tal y como había deducido el chico, usaba maquillaje, pero en toneladas. Sus propias ojeras estaban pintadas en rojo, con líneas que llegaban hasta su pelo, y sus labios estaban moradísimos, como un monstruo. El hombre era rubio, con un moño recogido en varias esferas que sobresalían con plumas que rápidamente se estiraron al retirar la capucha.

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—¡Qué gusto poder quitarme esto de una vez! —protestó el payaso, colocándose la mano izquierda en el pelo para pasar sus largos y delgadísimos dedos por su pelo—. Toda la noche buscando el dichoso campamento y... ¡Mira con qué me encuentro! ¡Un loco perdido en el bosque!

Volvió a expulsar otra carcajada, mofándose a costa de Hiro y señalándole con el dedo.

—¿Y tú de dónde has salido? ¡Pareces un mal perro salido de una película de dibujos animados! Oh... Déjame adivinar: ¡no eres de este mundo! ¡Ji, ji, ji!

El desconocido se bajó de su caballo y se acercó con enormes saltos al muchacho, animado por poder ir a entablar conversación con él. Por alguna extraña razón, parecía que le había caído bien, pese a su pequeño problema de locura. Aunque... Quizás no fuese bueno fiarse.

—¡Un paisano, qué divertido! —el hombre inspeccionó las ropas del joven más de cerca, poniéndose la mano en forma de visera para taparse los rayos de luz del sol—. Tú y yo nos podemos llevar muy bien si... ¡Alto! —el payaso entrecerró los ojos, dudando del chico por un momento—. No serás uno de ellos, ¿verdad? ¡Ya vi a una ayer y tuve que matarla! ¡No quiero a esa gente merodeando por este mundo que próximamente será mío y del Emperador!

¿Ellos? ¿A que se referiría?

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Próxima fecha límite: miércoles, 19 de Septiembre.

Axel ya se incorpora, aunque ha comentado que quizás encuentre dificultades. Así que si posteáis los dos para el martes, continuaré esta ronda.

[Suzume Mizuno]

Fátima puso los ojos en blanco cuando escuchó a Mushu, pero se tragó un comentario irónico. No le convenía llevarse mal con el único que podía ayudarla en ese campamento.

“Aunque” se dijo con una ceja arqueada “más que mi “medidor de sospecha” lo que parece es querer meterme en líos”.

Se acercó a las tiendas, curiosa. No pretendía acercarse demasiado, al fin y al cabo parecía que había bastante vigilancia. Pero, entonces, por el rabillo del ojo captó una figura que se acercaba con decisión a la tienda más grande. Volvió la cabeza y vio a un joven alto, muy alto, de cabello oscuro, que no compartía los rasgos asiáticos de los demás hombres del campamento. Suspicaz, preguntándose qué era lo que le había llamado la atención de aquel hombre, aparte de su ropa. Y sus ojos se detuvieron, agrandándose, sobre la Llave Espada que llevaba al cinto.

Sintió un golpe de alivio. No era uno de los aprendices que había ido con ella y Ronin al hogar de los Fa, pero al menos sí era de Tierra de Partida.

Sin pensarlo demasiado, se dirigió hacia él apresurando el paso antes de que entrara en la tienda, aunque no sabía para qué, cuando los soldados que custodiaban la entrada se pusieron en guardia.

—¡Alto! El general Li está reunido. ¿Qué queréis?

Fátima se detuvo en seco al escuchar aquel tono y se puso nerviosa.

—¿Qué haces? ¡Mulan no va a estar ahí dentro! —le reprochó Mushu bajo la ropa—. ¡Si llamas la atención, se acabó!

—¡Pero él…!

“Es de los míos” pensó, pero selló los labios.

El otro soldado señaló al joven y le hizo una pregunta.

Fátima titubeó. Quizás lo mejor sería esperar. Pero ya había llamado la atención de los guardias por lo que, con rapidez y decisión, se plantó al lado del joven.

—¡Le estaba buscando, señor! —exclamó, lo suficiente alto para que pudieran escucharla los soldados—. Es usted quien viene de parte del Maestro Ronin, ¿verdad? —añadió remarcando el nombre—. Me ha pedido que le trasmita una noticia en cuanto termine con sus asuntos, así que estaré esperándole cerca de la entrada Norte para cuando pueda atenderme.

Hizo una reverencia, algo seca debido a los nervios que la embargaban, imitando la que había visto hacer a Zhou, y se retiró a buen paso antes de que los guardias pudieran detenerla, rumbo a la entrada Norte.

—Más le vale haberlo pillado —musitó para sí misma—. Lo siento, Mushu. Tengo que hablar con él antes de ir a buscar a Mulan. Puedes decir que es… un compañero mío.

[RedXIII]

Parecía que sus comentarios solo habían hecho que se riera aun más, no sabía si de él o con él, seguramente como respuesta a sus burlas, exceptuando la de Ronin que parecía haberle hecho bastante gracia, aunque ya se hacia un tanto rara la situación.


De entre la maleza del bosque, envuelto en una cortina de humo, apareció como si nada, un jinete a lomos de un fiero Hito, con ojos rojos, algo que nunca había visto en un caballo y que despertó su curiosidad.

No obstante la mayor parte de su atención se había depositado sobre el fiero corcel, no pudo evitar ver al jinete que lo montaba, sin embargo poco podía ver, ya que su cabeza era tapada por una capucha e impedía ver su rostro, exceptuando su piel, que era de tonos claros, casi diría que pálida, demasiado incluso.

—¿Dinero, yo? ¡No hagas reír nunca a un payaso!

¿Payaso? Ahora entendía porque reía tanto sus "bromas". Se quito aquella capucha que portaba en la cabeza y dejo ver su rostro, como pensó era una cara demasiado pálida, puesto a que al parecer usaba maquillaje, pero de una manera exagerada, cuasi parecía que cada vez que se tuviera que maquillar gastara potes y potes de potingues para la cara. Su rostro, característico, tenía marcas rojizas por la parte de los ojos y unas líneas, del mismo color, que llegaban hasta su pelo bastante características, aunque lo que más llamaba la atención eran sus morados labios, que no es que precisamente tuviera una boca pequeña, los cuales gastaría una barra de pintalabios entera solo para uno. A juego, con su cara su pelo era rubio, adornándolo con un moño recogido en el cual se observaban abalorios en forma de esferas, y algunas plumas, que sobresalían.

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—¡Qué gusto poder quitarme esto de una vez! — Comentó mientas hacia un gesto sobre su cabeza con la mano, parecía que se estaba poniendo bien el pelo —. Toda la noche buscando el dichoso campamento y... ¡Mira con qué me encuentro! ¡Un loco perdido en el bosque!

Alborozó, mofándose a costa de Hiro y señalándole con el dedo, algo que no le sentó nada bien.

—¡Y lo dice el tío que va pintarrajeado por ahí como un payaso! — Exclamó mientras, irritado, le señalaba de la misma forma que el con el dedo.

—¿Y tú de dónde has salido? ¡Pareces un mal perro salido de una película de dibujos animados! Oh... Déjame adivinar: ¡no eres de este mundo! ¡Ji, ji, ji!

—¡Pero que manía con lo de perro! — Gritó.

El señor payaso se bajo de su corcel y se acercó grácilmente, con enormes saltos, a Hiro, parecía querer conversar. No parecía venir de modo hostil, así que decidió escucharle, pero con algo de precaución.

—¡Un paisano, qué divertido! — Al parecer empezó a examinarlo, poniéndose la mano sobre la frente para tapar la luz del sol —. Tú y yo nos podemos llevar muy bien si... ¡Alto! — Entrecerró los ojos en muestra de desconfianza hacia el —. No serás uno de ellos, ¿verdad? ¡Ya vi a una ayer y tuve que matarla! ¡No quiero a esa gente merodeando por este mundo que próximamente será mío y del Emperador!

—¿Ellos, quienes son ellos? ¿A quien mataste? ¿Ahora quieres matarme? No hay quien te entienda — Soltó un breve suspiro al ver que no había forma de entender que quería aquel peculiar individuo —¿Se puede saber quien eres tu? ¿Que quieres de mi, y de donde eres? No tienes pinta de ser de aquí — Ciertamente su rosto y ropajes no se asemejaban nada a los de por allí.

Lentamente puso su mano derecha en su espalda y bajando hasta la cintura, abrió la funda de su Revólver, por si acaso, no le hacia mucha gracia aquel individuo y menos después de su ultimo comentario declarando un asesinato.

—Has... Has dicho algo del Emperador y tu ¿A que te refieres? — Como si no hubieran ya suficientes preguntas hizo una más mientas lentamente agarraba el mango del Revólver.

[Soul Artist]

Axel

—¡Le estaba buscando, señor! Es usted quien viene de parte del Maestro Ronin, ¿verdad? —aquel nombre activó inmediatamente algo en los dos guardias, que abrieron los ojos notablemente impresionados—. Me ha pedido que le trasmita una noticia en cuanto termine con sus asuntos, así que estaré esperándole cerca de la entrada Norte para cuando pueda atenderme.

Tras aquellas palabras, el misterioso joven del uniforme militar se alejó en dirección contraria, hacia la salida del campamento, donde esperaría a Axel como le había comentado. Los guardias, por su parte, inspeccionaron al muchacho de arriba abajo, juzgándolo con la mirada y pensando qué hacer con él.

—¿Vienes de parte de Ronin el bárbaro? ¿El del parche? —comentó uno de ambos, entrecerrando los ojos y dedicándole una mirada llena de duda—. He oído hablar de él, y no puede ser más que asunto de leyendas...

—Pero mira su arma —el otro guardia le dio un codazo a su compañero y señaló hacia la cintura de Axel, donde guardaba su Llave Espada—. Es la misma de los cuentos. Igual de verdad viene de su parte.

Ambos guardias parecieron plantearse qué hacer. Quizás fuese el momento perfecto para colarles algo: si tardaba mucho pensando, seguramente ellos dudarían de su identidad y no podría entrar a la tienda de campaña.

* * *

Fátima
—Lo siento, Mushu. Tengo que hablar con él antes de ir a buscar a Mulan. Puedes decir que es… un compañero mío.

—Ya, ya, un compañero —bromeó Mushu oculto desde la hombrera con un tono de sarcasmo en su voz—. ¡Pero mientras él está ocupado, puedo instruirte en el arte de ser un macho alfa! ¿Qué te parece?

La entrada norte del campamento no difería demasiado con la oeste; estaba sencillamente más cerca de la tienda de campaña naranja, pero en lo demás era idéntico. No muy lejos de ella un hombre bajito y con un ojo morado llegó corriendo a otros dos, uno delgaducho y el otro muy gordo, y comenzó a hablar sobre algo que parecía alarmarle.

—¡Os lo juro, era una risa monstruosa que provenía del bosque y...!

—¡Eh, tú!

Aquella voz... ¿No le sonaba de algo a Fátima? Al girar la cabeza hacia su fuente se encontraría una sorpresa ciertamente desagradable: un hombre bien conocido se acercaba hacia ella con los ojos entrecerrados con paso firme y una lista entre manos, al parecer con nombres escritos de todo tipo en ella. Cualquiera menos él...

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—¡Nombre de familia! —le exigió, tomando una pluma y preparado para tachar el nombre que le dijese. Acercó más la mirada hacia su cara, dudoso—. ¿No nos hemos visto antes...?

—¡Dile cualquier cosa! ¡Cualquier apellido que se te ocurra y que hayas oído antes, rápido! —le apresuró el dragón a Fátima en voz baja pero con desesperación palpable.

Estaba al filo de la navaja. A la mínima, aquel machista engreído se daría cuenta de su identidad y todo el pastel quedaría descubierto. ¡Cualquier nombre de aquel mundo! ¡Algo que hiciese pasarse por un chino y que no estuviese en aquel campamentos! Como... Como...

* * *

Hiro

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—¿Ellos, quienes son ellos? ¿A quién mataste? ¿Ahora quieres matarme? —preguntó atropelladamente Hiro—. No hay quien te entienda. ¿Se puede saber quién eres tu? ¿Qué quieres de mi, y de dónde eres?

—¡Eh, eh, preguntas de una en una, que me asfixio! —le contestó el hombre misterioso imitando un ahorcamiento y sacando la lengua, como si estuviese muerto. Después de ello se rió en voz baja y se enderezó nuevamente, colocando su mano en el pecho y haciendo una reverencia—. ¡Mi nombre es Kefka, dios de la magia! Represento al Emperador y vengo a declarar este mundo suyo por derecho legítimo. Y además, yo...

Hiro le hizo otra pregunta más, pero antes de contestar Kefka señaló hacia su mano en la cintura con dos dedos y un rayo de electricidad le recorrió el brazo para acabar impactando sobre su muñeca, provocándole una leve descarga que le obligó a alejar su mano del revólver. El hombre pegó patadas en el suelo mientras reía nuevamente, complacido de haber detenido sus intenciones.

—¡Claro que no eres uno de ellos, ellos no usarían una pistolita! —aseguró el payaso, indicando su revólver con la mirada—. ¡Oh, qué divertido! Tú me intentas matar, yo te intento matar... ¡Muy bien, chico! ¡Te recluto! ¡A partir de ahora, serás uno más de los Villanos Finales! Ya verás lo bien que nos lo pasamos...

¿Villanos Finales? Desde luego, nunca había podido haber oído de tal cosa. Por el nombre parecía un grupo de pirados o semejante, y cualquiera podría asegurarlo viendo a aquel tipejo. El hombre dio la espalda al chico y volvió a subirse al caballo, señalando con la barbilla hacia delante.

—¡Al campamento Buzho, chico! ¡Debemos dirigirnos allí para encontrar al general Li!

Acto seguido, el caballo comenzó a trotar a paso lento entre los árboles mientras reía como un maniático, esperando que Hiro le siguiese. ¿Pero quién se había creído que era?

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Próxima fecha límite: sábado, 22 de Septiembre.

[Axelpower]

"La verdad es que era bastante obvio que entrar no iba a ser tan fácil entrar" dije para mis adentros.

Dos guardias que parecían ser mucho más experimentados en las artes de la guerra que todos los soldados que allí había me bloquearon el paso a la tienda de campaña, además de hacer lo propio con otro chico que también parecía buscar mi mismo fin.

Más que preocuparme, aquello me alegró. Si bien se trataba de un obstáculo, por otra parte también era una buena noticia: el hecho de que necesitaran vigilancia implicaba que allí dentro había alguien o algo muy importante que proteger. ¿Habría acertado con lo del general o se trataría de algún tipo de botín?

No tardé mucho en averiguarlo.

—¡Alto! El general Li está reunido. ¿Qué queréis?

"El general Li". Perfecto, tal y como imaginaba. En aquel sitio se encontraba realmente alguien con autoridad, y que posiblemente fuera la persona que decidiera si podía o no formar parte del ejército. Aunque me iba a tocar esperar si pretendía poder hablar con él y presentarme su propuesta.

—¡Le estaba buscando, señor! Es usted quien viene de parte del Maestro Ronin, ¿verdad?

Me giré tan rápido como mi cuerpo mi permitió a observar sorprendido a aquel chico al que tan poca atención había prestado hasta el momento. ¿Maestro Ronin? ¿Cómo podía conocerlo?

Lo observé atentamente, intentando buscar un parecido con algún Aprendiz. Pelo marrón, no muy alto y no parecía estar en demasiada buena forma. Decenas de compañeros podían encajar en aquella descripción. Desde luego no era alguien con quien tuviera una estrecha relación, puesto que entonces no habría tenido problemas en reconocerlo, pero aun así es que no me sonaba ni de vista. ¿Quién demonios sería?

Si algo tenía claro es que no iba a averiguar nada más sacando conclusiones por mí mismo, así que seguí escuchándolo a ver si él mismo revelaba su identidad.

—Me ha pedido que le trasmita una noticia en cuanto termine con sus asuntos, así que estaré esperándole cerca de la entrada Norte para cuando pueda atenderme.

¿Una noticia que transmitirme? ¿Ronin? Tan sólo hacía unas horas que había hablado con él antes de venirme a Tierra de Dragones. ¿Qué podría querer? ¿Habría surgido alguna urgencia? ¿Alguna nueva noticia sobre el paradero de Mulan?

Difícil lo tenía para averiguarlo si no hablaba con él. No tendría otra opción que dirigirme a la entrada norte, adonde había hecho marcha. Pero antes de que pudiera poner rumbo hacia allí, los guardias siguieron intentando averiguar mi identidad, de la misma forma que yo intentaba adivinar la de aquel misterioso chico.

—¡Tú! —vociferó, señalándome, el de la izquierda— Tú pareces un soldado experimentado. ¿Qué haces en este campamento de novatos? ¿Traes noticias, acaso?

No pude evitar sonreír cuando oí que alguien que estaba en primera línea de guerra alababa mi forma física. Significaba que el entrenamiento en Tierra de Partida daba sus frutos, y lo que era mejor: que tendría posibilidad de ser reclutado.

Una idea se cruzó entonces por mi mente. Ya que ya habían anunciado que conocía al Maestro Ronin, ¿por qué no extender la mentira e intentar aprovecharme? Podía funcionar o podía fallar estrepitosamente. Pero no lo sabría si no lo intentaba.

—¿Acaso no sabes quien soy, insolente? ¡Soy Axel de Olimpus, el más avanzado Aprendiz del sabio Maestro Ronin! —sabía que había muchos más fuertes que yo, pero no quedaría convincente diciendo eso.— Me manda aquí a alistarme en el ejército para alistarme en esta Guerra y poder enseñar algo de las artes del combate a estos novatos, que parecen no haber levantado una espada en su vida. ¡Necesitáis entrenamiento y mano dura si pretendéis tener alguna posibilidad de ganar!

>> No obstante, no voy a conseguir nada hablando con vosotros. Me voy a reunirme con aquel mensajero mientras el General sigue ocupado. ¡Avisadle de mi presencia cuando termine! Volveré pronto, y espero que para entonces sea también él el que quiera hablar conmigo.

Sin darles siquiera tiempo a quejarse o ponerme alguna pega, di media vuelta y puse rumbo a la salida Norte, donde aquel desconocido que parecía saber bien quien era se encontraba. ¿Qué podía querer de mí?

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EDIT: Sólo puedo decir una cosa: MIERDA. Ha dado la casualidad de que has enviado el mensaje mientras yo escribía el mío.

Como borrarlo todo no me parece una solución adecuada, dejo este y cuando pueda editaré para añadir el trozo que sigue, indicándolo con claridad. Que de todas formas, no ha ocurrido nada excesivamente trascendental que altere los hechos anteriores.

************************************(Parte editada)************************************************************

Detuve mi marcha en seco al oír las palabras que dijeron los guardias. ¿Ellos también conocían al Maestro Ronin?

No sólo eso: además parecía que era alguien muy poderoso. ¡Incluso lo consideraban una leyenda! ¿Tal sería su fuerza?

Reparé entonces en el caso de que nunca había visto luchar a Ronin. Alguna vez en un entrenamiento como mucho, pero teniendo en cuenta que entrenaba a Aprendices con muchísima menos fuerza que él era imposible que mostrara todo su potencial. Si así fuera, ya hubiéramos tenido más de una baja en Tierra de Partida.

Decidido: tenía que lograrlo fuese como fuese; algún día, vería combatir a Ronin en todo su esplendor. ¡Quién sabe cuantísimas cosas podría aprender de él si realmente era tan fuerte como decía!

Bajé forzadamente de las nubes en cuanto vi que los Guardias seguían hablando, pero ya no sobre el gran Maestro. Aun así, no pude ocultar mi sorpresa cuando caí en la cuenta de cual era el tema de su conversación ¡Mi Llave Espada!

Por si todavía me quedaba alguna duda, aquello la disipó completamente: Ronin había pasado por allí mucho tiempo atrás, y fuera lo que fuera lo que hubiera hecho había marcado profundamente a los habitantes de aquel mundo. Cuentos, leyendas... se había convertido en alguien muy importante para ellos. Me atrevería a decir que había pasado a la historia de Tierra de Dragones.

Tenía que reconocer que, pesar de que había dicho que me enviaba Ronin porque aquel misterioso muchacho había dicho su nombre antes de que pudiera pensar alguna excusa, no podía haber tomado mejor elección. Los guardias estaban tremendamente convencidos. No obstante, parecía como si no terminaran de creerlo...

Era mi única oportunidad de infiltrarme. Si la desperdiciaba, se acabó lo de alistarme en el ejército. Y tal vez solo allí dentro podría obtener información sobre Mulan y el traficante de armas...

Miré hacia la entrada norte, donde aquel chico había dicho que me esperaría. Parecía ser importante, pero tal vez fuera capaz de esperar unos minutos más.

Me giré de nuevo hacia los guardias, mientras cogía la empuñadura de mi Llave Espada y, con un rápido movimiento, la desenfundaba y me colocaba en posición de batalla, sujetando el arma con mi mano derecha mientras apuntaba al que se encontraba frente a mí.

—¿Acaso no véis esto, ignorantes? ¡Esta arma es la prueba de que el gran Maestro Ronin me instruye! ¡Soy el Aprendiz del hombre del que tantas leyendas hablan!

Tenía que reconocer que aquella era una táctica arriesgada. No estaba completamente seguro de que fuera cierto, y si me equivocaba no sólo mis posibilidades de alistarme se esfumarían, sino que además lo tendría muy difícil para salir de allí sin tener que combatir con ellos. Pero era la única posibilidad que tenía.

>>Y ahora, dejadme hablar con vuestro general. ¡Por mucho que esté reunido, la guerra no puede esperar!