[Tierra de Dragones] Haré todo un hombre de ti

[Suzume Mizuno]

—Ya, ya, un compañero —escuchó decir a Mushu con sarcasmo.

—En serio. Es la primera vez que le veo —dijo en voz baja.

—¡Pero mientras él está ocupado, puedo instruirte en el arte de ser un macho alfa! ¿Qué te parece?

Fátima puso los ojos en blanco. No podía creer que de entre todas las cosas que podrían haberle ocurrido, terminara teniendo que aprender a comportarse como un hombre. No había cosa más irónica en el mundo.

Pero tenía que admitir que no tenía la menor idea de cómo intimidar igual que un hombre. Se echó un vistazo con resignación. ¿Qué más daba? Nunca podría imponerse de esa manera.

—Como quieras —respondió, lacónica.

Llegó a la entrada norte y vio llegar corriendo a un hombre muy bajo, pero forzudo, que parecía bastante angustiado. Se reunió con dos soldados y empezó a gesticular exageradamente. Curiosa, Fátima agudizó el oído y llegó a captar parte de su atropellada conversación:

—¡Os lo juro, era una risa monstruosa que provenía del bosque y...!

¿Risa monstruosa?

—¡Eh, tú!

En un principio, Fátima no reaccionó, sino que su cerebro intentó registrar aquella voz. Era chillona, desagradable, y le sonaba muchísimo. Se volvió y la sangre le huyó del rostro al comprobar que se dirigía hacia ella el estúpido que casi golpeó a Mulan. Se plantó delante de ella, alzando una pluma para escribir algo en la lista que llevaba en la mano libre.

—¡Nombre de familia!

En ese momento, Fátima entró en pánico. ¡No se le había ocurrido pensar un nombre! Enmudeció, con el corazón galopándole en el pecho, blanca como un muerto y más tiesa que un palo de escoba.

Suspicaz, el hombre se inclinó hacia ella con lo que le pareció que era un brillo de reconocimiento en sus ojos.

—. ¿No nos hemos visto antes...?

La chica abrió la boca, pero ningún sonido salió de ella. Un nombre, tenía que dar un nombre. El que fuera. Se le vino a la cabeza el único que conocía: Fa.

Pero lo desechó con desesperación. Casi con seguridad Mulan usaría el mismo y no podía permitirse meterla en problemas.

—¡Dile cualquier cosa! ¡Cualquier apellido que se te ocurra y que hayas oído antes, rápido!

“¡Ya lo sé! ¿Por qué en vez de meterme prisa no me dices tú un nombre, Mu…?”

Entonces se hizo la luz.

—¡Mushu! —exclamó casi con brusquedad. Y empezó a balbucear:—. M-mi nombre es D-Daliao Mushu, señor.

Se quedó mirándole con inseguridad. Ese nombre no debería estar en la lista, o eso esperaba. Pero todavía quedaba el problema de cómo explicar que estuviera presente como recluta a pesar de no aparecer su nombre. ¿Valdría excusarse tras un error administrativo? ¿Un traslado de un campamento a otro? Sí, quizás eso y añadiendo extrañeza porque su llegada no había sido avisada podría servir pero…

“¡Mierda!” pensó, horrorizada. “¡No conozco el nombre de ningún otro campamento!”.

No podía hacer otra cosa que intentar responder a las preguntas que quisiera hacerle aquel hombre.

Sólo podía cruzar los dedos y esperar tener suerte.

O también…

Recordó la expresión de impresión que apareció en el rostro de los soldados cuando mencionó al Maestro Ronin. ¿No había luchado de parte de los chinos con el padre de Mulan? Parecía ser una figura respetada.

Sí, era su única forma de salvarse en caso de que el hombre le preguntara de dónde venía. Pero prefirió esperar. Quizás sólo la considerase un soldado más y decidiese ignorarla.

[RedXIII]

Al parecer el señor payaso, Kefka, se dio cuenta de las intenciones de Hiro, ya que le provoco una leve descarga eléctrica en el brazo, obligando, así, a soltar su arma.

—¡Claro que no eres uno de ellos, ellos no usarían una pistolita! — Aseguró —. ¡Oh, qué divertido! Tú me intentas matar, yo te intento matar... ¡Muy bien, chico! ¡Te recluto! ¡A partir de ahora, serás uno más de los Villanos Finales! Ya verás lo bien que nos lo pasamos...

—¡¿Que?! — Exclamó al oír su intento de homicidio y su reciente reclutamiento como Villano Final ¿Que era eso? Porque el hecho de que el entrara de una manera tan fácil no le sugería que fuera un grupo demasiado serio.

El señor payaso no le dio la más mínima importancia, al parecer, al sonoro grito de Hiro y se subió a su corcel.

—¡Al campamento Buzho, chico! ¡Debemos dirigirnos allí para encontrar al general Li!

A continuación, el Hito, a paso lento, siguió por el bosque mientras aquel extraño payaso reía como un psicópata, no tuvo más remedio que seguirlo con precaución, alguien que es de un grupo llamado "Villanos finales" no es de fiar, ya que no sabía donde estaba , Yao había salido corriendo y seguramente si entablaba combate con aquel hombre saldría corriendo con su caballo, aguardaba el momento justo para poder atacarle y que no se escapara y seguramente ese momento sería en el dichoso campamento.

—¿Y exactamente quienes son "ellos"? — Preguntó mientras caminaban —¿Y donde están los Villanos Finales esos? — Añadió.

[Soul Artist]

Axel
Los guardias parecieron convencidos finalmente por las palabras de Axel, el cual debía conocer a Ronin sin lugar a dudas por su arma. Siempre podía tratarse de un imitador, pero no le pidieron pruebas de lo contrario: simplemente se apartaron y le dejaron vía libre hacia el interior de la tienda de campaña.

—El general Li espera dentro —señaló uno de los guardias—. Sentimos no haberle reconocido antes, señor.

Al entrar, Axel se encontró con dos varones sentados en el suelo, haciendo indicaciones en un amplio mapa con distintas figuras de color rojo y negro sobre él, aparentemente calculando estrategias y movimientos del enemigo. El hombre más anciano le observó directamente, sentado en un pequeño altar de roble rojo; una corta barba grisácea atravesaba su cara, y su pelo estaba recogido en un pequeño mono que marcaba con fuerza sus canas. Su armadura brillaba con energía propia, destacando sobre la del otro hombre e incluso sobre todo el campamento. Debía tratarse del general, sin duda. No como el otro hombre, más joven y con ciertos rasgos parecidos y con una armadura también llamativa, aunque ni la mitad que la de su acompañante.

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El mayor, tras dedicar una mirada a Axel y después desviarla hacia su Llave Espada, volvió a concentrarse en el mapa del suelo. Tomó una de las figuras rojas y la movió hacia unas montañas cuyo nombre Axel no pudo leer, pensando.

—Te hemos oído ahí fuera, joven —comentó sin terminar de darle importancia a su presencia, más concentrado en su estrategia—. Soy el general Li. Yo mismo conocí a Ronin hace años. La gente le tiene por una leyenda, pero la realidad es que... Nos abandonó en mitad de la guerra, tras acabar con la bestia de tres cabezas.

El hombre dirigió una mirada por el rabillo del ojo a Axel, con un atisbo de desconfianza palpable. Aparentemente, no terminaba de confiar en él precisamente por su relación con Ronin: si el joven hubiese estado la noche anterior en la familia de los Fa, habría sido testigo ya del resentimiento en algunos soldados de la guerra hacia el Maestro.

—Sin embargo, toda ayuda es bien aceptada en esta guerra —se rindió el adulto, suspirando como si estuviese agotado—. Como dice el Emperador, un grano de arroz desequilibra la balanza. Pero me gustaría ver tus artes de forma previa. Shang.

El joven levantó el cuello de inmediato, impresionado por ser mencionado. El general tomó una espada enfundada y se la entregó al chico, el cual la recibió con una sonrisa.

—Te asciendo a capitán —le anunció, incapaz de borrar una ligera sonrisa de su rostro—. Eres el primero de tu clase, has demostrado ser un gran estratega... Y además provienes de un impresionante linaje militar... —Li se acicaló el bigote, desviando la mirada con aquellas palabras mientras decía aquellas palabras con orgullo. El joven hizo una reverencia, encantado de su nuevo cargo.

—No le decepcionaré, padre.

—Eso espero, hijo. Hoy me quedaré a observar tu primer entrenamiento, y dependiendo de cómo te vaya, marcharé hacia el frente y te dejaré aquí al cargo o me quedaré algo más de tiempo para prestarte mi ayuda. Y hoy, precisamente, contarás con este joven para tu entrenamiento —el general señaló hacia Axel—. Estoy seguro de tendrá mucho que enseñar de lo que ha aprendido con su superior.

* * *

Fátima
—¡Eh, ese es mi nombre, búscate tú el tuyo! —protestó en voz baja Mushu al oír a Fátima usarlo como apellido, ligeramente descontento. Sin embargo, a Chi-Fu pareció servirle al buscar en la lista.

—Ah, sí, la familia Mushu —comentó el hombre, tachando un nombre de la lista—. Tan indisciplinados como cuando os entregué la solicitud, que destruisteis por accidente. El apellido viene primero, el nombre de pila después. Vulgar joven...

Chi-Fu se alejó mientras soltaba alguna pulla sobre Fátima, pero era mejor así: había sobrevivido al encuentro, su identidad y su sexo no serían descubiertos. La chica podía respirar tranquila ahora que no corría peligro, mientras el insoportable hombrecillo se acercaba a otro hombre con un caballo negro al que no pudo ver el rostro.

—¡Nombre de familia!

El joven aclaró su garganta de forma forzada y habló, aparentemente intentando imponer una voz ronca y muy varonil:

—P-Ping —contestó, aparentemente algo nervioso por algo desconocido—. M-mi nombre es Ping...

—Bueno, ¿vamos a quedarnos aquí parados a esperar a tu amigo o buscamos a Mulan? —preguntó el dragón desde la hombrera de Fátima, impaciente por algo de acción—. Vengaaa, tenemos que movernos. ¡Imagina si ahora mismo alguien le coge de la armadura y mira hacia abajo! ¡Sin mis consejos para hacerse pasar por hombre, está perdida!

Eso era cierto. ¿Pero qué podía hacer Fátima? Ahora que se había librado de Chi-Fu volvía a tener libertad para esperar al joven enviado por Ronin o moverse libremente por el campamento. Quizás se le ocurriese alguna idea de descubrir definitivamente la localización de Mulan, que si había llegado, ya debía estar haciéndose pasar por hombre. Pero al mismo tiempo, a unos pocos metros, el hombre bajito seguía hablando de una risa en el bosque. ¿A qué le sonaba todo aquello? Debía decidir cuál sería su siguiente movimiento...

* * *

Hiro

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—¿Y exactamente quiénes son "ellos"? ¿Y dónde están los Villanos Finales esos? —preguntó Hiro a Kefka mientras salían finalmente del bosque en el que el joven se había perdido durante toda una noche. Ambos vieron un campamento cerca de allí, pero el payaso dirigió su caballo hacia otra dirección, pasando cerca pero sin entrar en él.

—¡Estás hecho todo un curioso, por lo que veo! —rió Kefka, doblando su cuerpo hacia atrás para mirar con olos ojos abiertos como platos al rostro del aprendiz—. ¡Ellos son ellos, por supuesto! ¿Quiénes van a ser si no? Y los Villanos Finales estamos, bueno... Hoy aquí, mañana allí... ¡En todos los rincones del cosmos, buscando el caos!

El hombre volvió a reír con fuerza, pudiéndose escuchársele desde lejos, puede que incluso el campamento. A medida que avanzaban, Hiro pudo comprobar hacia dónde se dirigían: un riachuelo cercano al campamento militar, donde seguramente los soldados tomaban su agua potable e incluso pescaban algunos peces para alimentarse. Mientras llegaban, Kefka no tardó en saltar de alegría sobre el asiento del caballo, divertido.

—¡El río, el río! ¡Esto va a ser muy divertido! —aseguró, dejando que su transporte se acercara y bebiera un poco de agua. Se bajó de él y observó su reflejo, pasándose la mano por el pelo y relamiéndose un poco—. Oh, cada día estoy más guapo, sí, señor. ¡No, perrito! ¡No te acerques al agua, es mía!

El loco revolvió en sus bolsillos y sacó unos pequeños frascos de color verde muy fuerte oscuro, pero transparentes. Tenían alguna especie de líquido en su interior que el joven no pudo reconocer.

—¡Nada mejor que pasarse por la Tienda Moguri antes de una misión! ¡Vamos a matar! —Kefka echó a reír como un maniático, con todos los fracos en mano—. ¡Echaremos tooodo este veneno en el agua y esperaremos a que la beban para ver cómo todos se retuercen y suplican el final de su vida! Uy, y luego... ¡Zas! ¡Entraremos y los freiremos a todos! ¡Primero al general Li, por supuesto! Y después podremos acercarnos a la montaña e ir a por lo que buscamos... ¡Venga! —Kefka dio entrega de uno de los recipientes de veneno al joven—. ¡Te dejo empezar a envenenarlos a todos a ti primero! Y no se te ocurra beberlo, ¡bobo! ¡Estúpido!

De nuevo, Kefka echó a reír como un maniático. Si había lugar a dudas, estaba loco... Y estaba hecho todo un psicópata.

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Hiro obtiene Recipiente de veneno misterioso.

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Próxima fecha límite: martes, 25 de Septiembre.

Axel se va de congreso hasta el sábado, así que, a menos que postee hoy antes de que salga, faltará un par de rondas que avanzaremos sin él. A su vuelta ya volverá con todas las energías necesarias.

[RedXIII]

Al fin, como si de un simple paseo se tratara, logró salir de aquel bosque por el cual se había perdido toda la noche. Un campamento se divisaba a lo lejos, seguramente era el famoso campamento del que le habló Yao y el señor payaso, pero parecía que su intención no era dirigirse allí, pues cambio su rumbo hacia otra dirección.

—¡Estás hecho todo un curioso, por lo que veo! — Se regocijó mientras miraba a Hiro, con los ojos abiertos como platos —. ¡Ellos son ellos, por supuesto! ¿Quiénes van a ser si no? Y los Villanos Finales estamos, bueno... Hoy aquí, mañana allí... ¡En todos los rincones del cosmos, buscando el caos!— ¿Estaba intentando escaquearse de la pregunta? Al menos eso le parecía a Hiro.

Una gran risa, procedente de Kefka, resonó por todo el lugar, los oídos sensibles del pobre aprendiz no soportaban sus risas tan sonoras.

No muy lejos, el joven acompañante de aquel extraño bufón, pudo avistar un río ¿Era aquel su destino? Parecía que sí, ya que el susodicho bufón saltó de alegría sobre su pobre corcel.

—¡El río, el río! ¡Esto va a ser muy divertido! — Exclamó mientras se bajaba de su Hino para acercarse al río. Se paro y tomo un sorbo, a continuación se quedo mirando su reflejo mientras se arreglaba un poco el pelo, o eso parecía —. Oh, cada día estoy más guapo, sí, señor. ¡No, perrito! ¡No te acerques al agua, es mía!

Prefirió no responder a su pregunta, la verdad duele, sobretodo cuando se tiene la cara pintarrajeada.

Parecía que sus intenciones no eran únicamente beber y mirar su "rostro" ya que de sus bolsillos sacó unos pequeños frascos de un tono verde oscuro, muy oscuro, pero transparentes, con algo en su interior.

—¡Nada mejor que pasarse por la Tienda Moguri antes de una misión! ¡Vamos a matar! — Kefka empezó a reír, una risa que helaba a Hiro ¿Como podía decir eso, era una broma? —. ¡Echaremos tooodo este veneno en el agua y esperaremos a que la beban para ver cómo todos se retuercen y suplican el final de su vida! Uy, y luego... ¡Zas! ¡Entraremos y los freiremos a todos! ¡Primero al general Li, por supuesto! Y después podremos acercarnos a la montaña e ir a por lo que buscamos... ¡Venga! — Le entrego al joven aprendiz uno de los frascos que contenían el veneno, al parecer hablaba muy enserio —. ¡Te dejo empezar a envenenarlos a todos a ti primero! Y no se te ocurra beberlo, ¡bobo! ¡Estúpido!

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—Así que estas eran tus intenciones, me alegro de haberte seguido — Comento mientras se guardaba el frasco de veneno en su "accesorio para guardar cosas" (AGC) y alargaba la mano derecha con el Revólver cargado, apuntando al que, hasta hace un momento, pensó que el joven desconocido tendría la sangre fría como para matarlos a todos como el.

—Voy a dejarlo bien claro, suelta el frasco — Exigió mientras el rostro apacible que le había acompañado todo el rato desaparecía dejando paso a una mirada enfadada —Ah, y gracias por reclutarme a los Villanos finales, pero creo que no es mi tipo, soy más de los "Héroes finales" — Aunque la situación era algo tensa, se permitió hacer aquel comentario —Si es que eso existe — Añadió en voz baja, pero sin dejar de apuntar al Bufón y a su frasquito.

—Por cierto, me llamo Hiro Inukai, sera mejor que lo recuerdes —

[Axelpower]

Por suerte para mí, aquello de parecer impertinente funcionó: los guardias se apartaron de la puerta y me dejaron entrar a la tienda donde su general esperaba. Allí, no obstante, tendría que cambiar el chip. Por mucho que mis habilidades como guerrero fueran mucho mejores que las de la mayoría de los soldados reclutados, ningún general toleraría una falta de respeto, por pequeña que fuera. Tendría que mostrar una disciplina sin igual. Ya habría tiempo después para divertirme combatiendo.

"Voy a tener que mostrar una disciplina sin igual. Ya habrá tiempo después para divertirme combatiendo."

Al entrar, me encontré con dos hombres con ropajes que demostraban que ostentaban altos cargos en el ejército. En lugar del chándal de color claro que llevaban los novatos, ellos portaban sendas armaduras brillantes y llamativas.

Se encontraban sentados en el suelo, frente a un mapa sobre el que habían distribuido figuras de dos colores posiblemente con la intención de simular una batalla. El más mayor de los dos, cuya armadura era también la que más lustre mostraba, se giró para examinarme de arriba a abajo, y pasar después a hacer lo propio con la Llave Espada que empuñaba. Devolvió entonces su atención al mapa, para empezar a hablar, sin siquiera mirarme, sobre el papel que Ronin había tenido en cierta guerra que hubo en el pasado.-

No pude esconder la expresión de sorpresa que inundó mi rostro. Nunca habría podido pensar que, el Ronin al que todos los habitantes del mundo alababan, el Maestro de Maestros, hubiera sido capaz de abandonarlos a su suerte en una guerra.

"La única explicación lógica es que le surgiera otra misión mucho más urgente en otro mundo. Al estar obligado a respetar el juramento que nos impide revelar nuestro secreto a todos aquellos que no conozcan la Llave Espada, no podría excusarse ante los generales y explicarles la situación. No le quedó otra opción que marcharse de aquí y desear que pudieran apañárselas sin él"

Aunque, incluso más que lo del abandono de Ronin, me desconcertó aquello de la bestia de tres cabezas. ¿A qué bestia se refería? ¿Se trataría, tal vez, de un sincorazón? Tenía sentido. La misión de Ronin en Tierra de Dragones sería vencer al sincorazón, y una vez cumplida tuvo que abandonar el frente para no seguir interfiriendo en los asuntos ajenos.

Dejé entonces de divagar y volví a centrarme en mi situación, en lo que ocurría en la tienda. Y, cuando me di cuenta de a qué se debía la indiferencia con que se dirigía a mí el general Li, el miedo invadió mi cuerpo. Había pensado en utilizar la excusa de que Ronin me instruía para conseguir algo de reputación y respeto, pero aquello podía volver mi propia arma contra mí mismo. Si no confiaban en "mi Maestro" mucho menos iban a confiar en mí. Por mucho que estuvieran necesitados de combatientes, mi presencia no iba a ser demasiado bien recibida.

No obstante, parecía ser que la situación era mucho más grave de lo que había podido apreciar, puesto que incluso así me aceptaron como miembro del ejército. ¿Tan mermadas estaban sus filas como para confiar en el discípulo de un traidor? ¿Tan poco preparados estarían los combatientes como para necesitar de forma urgente mi ayuda?

El general se dirigió entonces al otro hombre que se hallaba en la tienda, y que aún no había intervenido en la conversación. Era notablemente más joven que él, y su armadura revelaba que no ostentaba un cargo tan poderoso. Aun así, sus formas de responder y de dirigirse a su superior demostraban que estaba regido por una fuerte disciplina y unos muy adecuados modales. Entonces el general Li le entregó una espada, simbolizando así el ascenso que acababa de oficializar: a partir de ahora aquel muchacho, al que había llamado Shang, sería el nuevo capitán, y por tanto mi nuevo superior.

Lo examiné atentamente: podía observar en su rostro la personificación de la responsabilidad y la seriedad, a pesar de que no podía esconder la felicidad que le proporcionaba aquella muestra de confianza. Sabía que tenía un gran cargo sobre sus hombros y, como acababa de afirmar, no fallaría en su tarea. Se notaba que iba a dar lo que fuera por cumplir su objetivo.

Entonces, el general Li habló de nuevo. Aunque tras dejar a cargo su hijo iba a abandonar el campamento, había decidido quedarse uno o varios días más para observar como se manejaba su hijo con el ejército, añadiendo que yo iba a estar junto a él para ayudarlo.

Hice una reverencia para mostrarle mis respetos a ambos, tal y como había visto hacer a Shang.

—Le prometo que no les defraudaré, señores. Por muchos errores que cometiera mi Maestro en el pasado, el hombre no tropieza dos veces con la misma piedra.

>> Y ahora, si me disculpan, les esperaré fuera. Imagino que tendrán que hablar de asuntos privados.— me giré entonces hacia el Capitán Shang, dispuesto a demostrarle que estaría junto a él en todo momento.— Capitán, avíseme cuando necesite de mis servicios. Estaré encantado de ser de ayuda para este país.

Tras esto, me dispuse a salir de la tienda en dirección a la salida norte. Si me daba algo de prisa, aún podría alcanzar a aquel misterioso muchaho. Y si no, siempre podría esperar a que empezaran los entrenamientos para localizarlo.

[Suzume Mizuno]

Fátima ignoró a Mushu y no pudo evitar sorprenderse, aunque se cuidó de disimularlo, cuando el hombre tachó un nombre de la lista.

“¡Acabo usurparle el sitio a otro recluta!” pensó, apretando los labios.

Y encima tenía la suerte de que el permiso se había destruido. Reprimió el impulso de soltar una carcajada incrédula. No podía creer que tuviera tanta suerte.

Asintió e hizo una pequeña reverencia cuando el hombre se marchó, y se apuntó recordar que el apellido iba delante del nombre.

“¿En serio no se ha dado cuenta de que no soy de aquí?” pensó, algo desconcertada.

Al final se encogió de hombros. En cualquier caso, debía darse prisa. A saber cuándo aparecería el Mushu verdadero…

La chillona voz del hombre atrajo su atención y vio que estaba interrogando a otro recluta que tenía un imponente caballo negro.

—Bueno, ¿vamos a quedarnos aquí parados a esperar a tu amigo o buscamos a Mulan? —le llamó la atención Mushu—. Vengaaa, tenemos que movernos. ¡Imagina si ahora mismo alguien le coge de la armadura y mira hacia abajo! ¡Sin mis consejos para hacerse pasar por hombre, está perdida!

Fátima suspiró.

“Perdidísima, seguro que sí”.

Pero tenía razón. Tenía que empezar a moverse. Desvió la mirada hacia el hombre bajito que le había llamado la atención antes. Era él quien había dicho algo de una risa monstruosa en el bosque. Súbitamente, recordó a aquel extraño jinete de risa insoportable que le había lanzado el Sincorazón encima.

Tragó saliva. Si andaba por ahí cerca podía causar muchos problemas, sobre todo si tenía algún extraño tipo de control sobre los Sincorazón.

Una súbita idea resplandeció en su mente.

“¿Y si ese tipo… fuera o tuviera algo que ver con el traficante?”

Miró a su alrededor. No parecía que el otro aprendiz fuera a hacer acto de presencia de momento. Tenía que intentar sonsacarle a ese recluta dónde estaba el tipo de la risa insoportable.

—Antes de eso, déjame comprobar algo muy importante, Mushu. Es vital, más de lo que te puedes imaginar —le dijo con toda la vehemencia de la que fue capaz—. Luego te juro que buscaremos a Mulan y que la encontraremos pase lo que pase. Pero esto es muy importante

Dicho esto apretó el paso en dirección al grupo de soldados y, tras un titubeo, dijo:

—Perdona... —se dio cuenta de que había utilizado un tono demasiado débil, así que carraspeó e intentó imprimir más fuerza a sus palabras:—. ¿Puedes hablarme de esa risa que has escuchado en el bosque? Es muy importante, podría ser alguien que intentó… atacarme anoche en el bosque. Recuerdo que tenía una risa muy desagradable, pero no conseguí verle la cara al desgraciado

Quizás el tipo desconfiara de ella por no haberla visto antes o por sentirse de repente avergonzado porque le hubiera escuchado, pero tenía que insistir.

[Soul Artist]

Fátima
El trío de hombres que hablaban sobre la risa del bosque se giraron hacia Fátima, que les había interrumpido en plena charla. Sin embargo, no se lo tomaron a mal en absoluto: más bien, incluso parecieron alegrarse de que se acercara para comentarlo.

—¡Entonces a ti también te atacó, como a Ling! —señaló el tuerto, dirigiendo la mirada hacia el chico alto e increíblemente delgado. Este afirmó con la cabeza, agachándose ligeramente para susurrar su anécdota:

—¡Así es! ¡Me vino riéndose un jinete de piel pálida a caballo esta mañana y me amenazó de muerte! Al principio creí que estaba de broma, ¡pero aparecieron sombras vivas a su alrededor!

—No podía ser humano —afirmó el tuerto, cruzándose de brazos—. Si era tan pálido solo podía tratarse... De la leyenda de estos bosques. Ya sabéis... Su fantasma.

El hombre indicó a sus tres compañeros que se acercaran para escuchar la historia que les iba relatar, invitando a la propia Fátima también. Una vez cerraran el círculo, comenzaría su historia:

—Veréis... Como sabéis, hace unos años hubo una terrible guerra aquí mismo contra un ejército de monstruos que aparecieron por toda China, amenazando la Ciudad Imperial y todos los pueblos cercanos. Recibimos ayudas extraordinaras, como el gran Ronin, que se rumoreaba incluso que no era de China. Incluso dicen cuentos que nos ayudaron dragones...

»Esta guerra fue llevada por una mujer pálida como la nieve y fría como el hielo. Algunos mantienen que era una bruja, y otros que estaba enviada por los mismos demonios. Pero fuera como fuese, hacia el final de la guerra la acorralaron en la montaña del fondo...

Los tres hombres dirigieron al mismo tiempo su mirada hacia una altísima montaña cercana, más alta que el resto de la zona y blanquísima por toda la nieve que la cubría.

—La cosa es que la mujer, antes de ser atrapada, decidió esconderse en una cueva para escapar del ejército... Pero quedó atrapada allí mismo y no pudo escapar, por lo que murió congelada. Aunque... —la voz del tuerto se ensombreció, como si pretendiera darle más misterio y terror al cuento— algunos ancianos han asegurado que ella sigue viva... Y baja de la montaña a alimentarse de las almas que pululan el bosque...

—Pero Yao, ¡yo estoy seguro de que aquella voz era de un hombre! —interrumpió Ling a su compañero, dejándole en evidencia. Yao se quedó con la boca abierta unos segundos, pero acabó arreglándolo restando importancia a lo que le decía su amigo.

—¡Bah! Tú qué sabrás... ¡Solo espero que ese tal Hiro Inukai no sea un buen alimento para la bruja y que después esta venga a comernos a todos!

¿Hiro? ¿No era el nombre del chico que había acompañado a Fátima la noche anterior a la casa de los Fa? Pero... ¿Qué hacía por allí? ¿Y se había encontrado con el jinete de la risa...? Aquello no podía ser bueno.

—Pero Yao —intervino por tercera vez el tercer hombre, más grande y gordinflón que el resto—, yo antes he visto al jinete que describe Ling dirigirse hacia el río del este y era claramente un hombre...

—¡Cállate si no quieres que te dé una buena! —amenazó Yao al ver en peligro la credibilidad de su historia, echándose hacia atrás las mangas de su ropa—. Yo sé lo que cuento, ¿vale? ¡Esa risa era de la bruja!

—¡No, no lo era! —soltó Ling, obligando al tuerto a girarse hacia él.

—¡Te vas a enterar!

Y así pues, los dos hombres comenzaron a repartirse entre ellos tortas delante de Fátima, con el gordinflón preocupado e intentando detenerles sin éxito. En plena pelea, Ling acabó empujando de espaldas a otro hombre cercano, el tal Ping que antes estaba hablando con Chi Fu, y este tropezó de espaldas hasta una cazuela llena de comida, derramándola sobre un pobre cocinero que justo en ese momento repartía la gracia de dios a una decena de soldados hambrientos. Todos, por supuesto, se enfadaron de inmediato.

Allí se iba a armar la de dios...

* * *

Hiro

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Kefka no se tomó a bien la amenaza de Hiro, contestando con pataleos en el suelo mientras sujetaba todos los frascos de veneno, cual niño picado al que sus compañeros no le dejaban jugar lo que él quería. La verdad es que el joven había escogido un buen momento para amenazarle: al estar el payaso con las manos ocupadas no podía atacarle, lo que le dejaba en una posición dominante.

—¡No es justo, no es justo! —gritó el hombre, apretando los párpados y prácticamente saltando de la pataleta, tocando con uno de sus pies el agua y chapoteando—. ¡Yo solo quería divertirme con la misión! Tener mi mascota, un perrito como tú... Una fiel mujer, como la chica de ayer... ¡Y no dejáis de fastidiarme los planes! ¡Os odio!

Kefka se echó hacia atrás y por el propio peso de su cuerpo se tambaleó, por lo que en acto reflejo dio unos pasos para recuperar el equilibrio, acabando en mitad del agua. Se miró los zapatos y pegó otro grito, más furioso todavía.

—¡Y además me he mojado! ¡Por tu culpa! —señaló con un tono infantil, picado. Sin embargo, casi de inmediato, volvió a reír en alto, observando al cielo—. ¡Pues ahora también estás en mi lista de gente a la que matar, Hiro Inukai! ¡Por chucho malo! Te freiré como a un huevo, te cocinaré como arroz, ¡te quemaré como al beicon!

Nuevamente, el payaso echó a reír como un poseso, caminando hacia atrás como si no pudiera contener su risa. A cada paso que daba chapoteaba con más fuerza el río, además de moverse con mayor velocidad.

—¡Nada, nada! Si vas a matarme, ¡mátame! ¡Mata a este pobre payaso! —retó finalmente Kefka al aprendiz—. ¡Vamos, Héroe Final!¡Mátame! ¡Dispárame! —¿hablaba en serio? ¿Estaba tan loco como para desear que el joven le disparara y acabara con su vida?—. Vamos, ¡hazlo! ¡¡Mátame!!

El payaso se detuvo a reírse a plena voz cerca de la orilla del otro extremo. Reía con más fuerza que nunca, como si se lo pasara realmente bien...

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Próxima fecha límite: sábado, 29 de Septiembre.

No actualizo la parte de Axel porque no estará esta ronda, básicamente. Pero se da por sentado que se está dirigiendo hacia la entrada, llegaría hacia la siguiente ronda.

[Suzume Mizuno]

—¡Entonces a ti también te atacó, como a Ling! —el hombre señaló a su larguirucho compañero, que asintió y susurró:

—¡Así es! ¡Me vino riéndose un jinete de piel pálida a caballo esta mañana y me amenazó de muerte! Al principio creí que estaba de broma, ¡pero aparecieron sombras vivas a su alrededor!

Fátima tuvo entonces su confirmación: sí que estaban hablando del mismo hombre. No sabía si era pálido o no, pero desde luego lo de las sombras era determinante.

Se cruzó de brazos para reprimir un escalofrío. Entonces estaban en verdaderos problemas. No tenía ni idea de qué relación tenía ese tipo con los Sincorazón, pero estaba claro que ejercía algún tipo de poder sobre ellos porque aparecían a su alrededor y atacaban a sus enemigos. Probablemente sería el traficante de armas.

Pero, entre tanto, los reclutas continuaban hablando:

—No podía ser humano . Si era tan pálido solo podía tratarse... De la leyenda de estos bosques. Ya sabéis... Su fantasma.

Fátima arqueó una ceja.

“¿En serio? ¿Vamos a empezar con historias de miedo?”

Sin embargo, cuando vio que los otros se acercaban a escuchar, les imitó. Al fin y al cabo, no tenía nada mejor que hacer. Y las leyendas siempre resultaban interesantes.

—Veréis... Como sabéis, hace unos años hubo una terrible guerra aquí mismo contra un ejército de monstruos que aparecieron por toda China, amenazando la Ciudad Imperial y todos los pueblos cercanos. Recibimos ayudas extraordinarias, como el gran Ronin, que se rumoreaba incluso que no era de China. Incluso dicen cuentos que nos ayudaron dragones...

“¿Dragones?” repitió Mulan para sus adentros. “Espero que no fueran del tamaño de Mushu…”

Y lo del ejército de monstruos… Fátima empezó a comprender qué demonios hacía Ronin alistado a un ejército de China cuando ni siquiera era su mundo original.

»Esta guerra fue llevada por una mujer pálida como la nieve y fría como el hielo. Algunos mantienen que era una bruja, y otros que estaba enviada por los mismos demonios. Pero fuera como fuese, hacia el final de la guerra la acorralaron en la montaña del fondo...

Fátima se preguntó quién sería aquella mujer. Si, como sospechaba, los monstruos eran Sincorazón, y es verdad que ella estaba al mando, ¿qué tipo de criatura sería capaz de controlarlos o, en todo caso, darles órdenes? Se alegró de haberse quedado a escuchar, parecía muy interesante. Miró hacia la montaña a la que se dirigieron los ojos de sus compañeros y sintió un golpe de excitación. Volvió a mirar al hombre tuerto, sin ocultar su interés, a la espera de que continuara con la historia.

—La cosa es que la mujer, antes de ser atrapada, decidió esconderse en una cueva para escapar del ejército... Pero quedó atrapada allí mismo y no pudo escapar, por lo que murió congelada. Aunque... —llegados aquí, el hombre agravó todavía más su voz con la intención de dar más misterio a la narración— algunos ancianos han asegurado que ella sigue viva... Y baja de la montaña a alimentarse de las almas que pululan el bosque...

—Pero Yao, ¡yo estoy seguro de que aquella voz era de un hombre! —le cortó su compañero, el larguirucho.

Fátima contuvo una sonrisa al ver la cara del tal Yao y no pudo más que darle la razón a Ling. La historia era curiosa, aunque demasiado general (y se dijo que después investigaría un poco más, quizás incluso le preguntaría directamente a Ronin. Se había quedado con la curiosidad), pero no tenía mucho que ver con el traficante de armas, como Fátima se empeñó en llamarle en su cabeza, ya que no se le ocurría otro posible culpable.

—¡Bah! Tú qué sabrás... ¡Solo espero que ese tal Hiro Inukai no sea un buen alimento para la bruja y que después esta venga a comernos a todos!

Fátima, que estaba pensando en darles las gracias por la información y marcharse a buscar al otro aprendiz para explicarle que creía haber descubierto al traficante, se quedó paralizada al escuchar el nombre. Era el del chico medio perro que la había acompañado a la casa de Mulan junto con Zait.

—¿Quieres decir que Hiro está con ese hombre…? —preguntó con aprensión, intentando comprender qué estaba pasando allí.

Sin embargo, el tuerto, Yao, no la escuchó, pendiente como estaba de las palabras de su tercer compañero, el inmenso recluta calvo.

—Pero Yao, yo antes he visto al jinete que describe Ling dirigirse hacia el río del este y era claramente un hombre...

—Perdón, ¿podrías decirme si…?

—¡Cállate si no quieres que te dé una buena! —Yao se arremangó, agresivo—. Yo sé lo que cuento, ¿vale? ¡Esa risa era de la bruja!

—¿Os importaría parar un momento y…? —Fátima levantó la voz en un vano intento de que le hicieran caso. Sin embargo, notaba que la situación se estaba calentando y, prudente, retrocedió un paso.

—¡No, no lo era!

—¡Te vas a enterar!

Y, cómo no, demostrando la inteligencia de la especie humana, comenzaron a golpearse, un chico tan fío como un fideo contra un hombre pequeño pero duro como una roca. E, irónicamente, el más alto y fuerte de todos ellos en vez de separarlos con decisión se limitó a usar las palabras y a intentar hacerles entrar en razón.

Fátima soltó un resoplido de exasperación y apretó los puños.

No iba a perder el tiempo con ellos. Para evitar el caos que estaban provocando dio un gran rodeo apretando el paso y vio cómo tumbaban a un pobre chico, que tropezó a su vez con una inmensa olla de comida, desparramando su contenido frente a una fila de soldados que habían estado su plato.

Fátima puso los ojos en blanco.

“¡Hombres!”

Y echó a correr para evitar acabar metida de lleno en la pequeña guerra que estaba a punto de estallar.

Intentó pensar rápido, muy rápido. Por lo que había podido entender, Hiro estaba con el jinete. Y teniendo en cuenta que este no había dudado en intentar matarla (así como a Ling), entonces también atacaría sin duda a Hiro. Se le formó un nudo en la garganta.

¿Debía ir sola a buscar a Hiro? ¡Pero el bosque era enorme y no tenía ni idea de dónde estaba! Además, si era verdad que estaba con el jinete de la risa loca… No tenía ni idea de la fuerza de su enemigo, no podía lanzarse a lo loco tras él. No, tenía que llevarse consigo al otro aprendiz, que parecía muchísimo más fuerte que ella.

Asintió una vez para sí misma y frenó en seco, con el corazón bombardeándole en el pecho, y se arrodilló detrás de una tienda.

—Mushu, sal —le pidió, extendiendo un brazo para que el dragón se pusiera sobre su mano y pudiera mirarle a los ojos—. Lo siento, lo siento muchísimo. Pero ya lo has oído. Un compañero mío corre peligro y no puedo quedarme quieta sin hacer nada —se mordió el labio inferior, sintiéndose tremendamente culpable—. Tendrás que buscar por tu cuenta a Mulan. Si vuel… Cuando vuelva —se corrigió—, intentaré ayudarte a encontrarla si es que para entonces no te la has llevado tú de aquí —y consiguió sonreír—. Así que aquí nos separamos de momento.

Tenía prisa. Debía encontrar al chico y convencerle de que fuera con ella. Y esperaba que ese pequeño retraso no fuera fatal para Hiro. Pero es que no estaba dispuesta a ir sola y enfrentarse al jinete cuando podía traer consigo refuerzos.

Y en cuanto a Mushu, no tenía ni idea de si la prohibición de desvelar el secreto de la Llave Espada a los autóctonos de cada mundo se aplicaba a los dragones también, pero seguro que estaría mejor en el campamento que en el bosque rodeado de Sincorazón.

[RedXIII]

El joven semi perro no esperaba su reacción de ninguna manera, aun teniendo en cuenta que era bastante infantil, aquel hombre respondió la amenaza de Hiro con pataletas y lloriqueo como si fuera un niño.

—¡No es justo, no es justo! —gritó mientras con un pie chapoteaba el agua—. ¡Yo solo quería divertirme con la misión! Tener mi mascota, un perrito como tú... Una fiel mujer, como la chica de ayer... ¡Y no dejáis de fastidiarme los planes! ¡Os odio!

Definitivamente todo el mundo tenía una obsesión con su rama perruna.

Kefka se tambaleo y para no caer dio unos pasos. parecía que se miraba los zapatos, enfadado ¿La presencia de Hiro era para tomársela en burla, tan fuerte era?

—¡Y además me he mojado! ¡Por tu culpa! — Dijo mientras le señalaba de una manera bastante poco seria, pero eso no importaba mucho, pues a continuación volvió a desternillarse, como de costumbre —. ¡Pues ahora también estás en mi lista de gente a la que matar, Hiro Inukai! ¡Por chucho malo! Te freiré como a un huevo, te cocinaré como arroz, ¡te quemaré como al beicon!

Al escuchar aquello, al joven aprendiz le empezó a entrar hambre, apenas había comido y toda la noche en ayunas le estaba pasando factura, al contrario, su enemigo empezó a troncharse, nuevament,e de una manera casi descontrolada, al parecer por sus movimientos ya que caminaba hacia atrás. Cada paso que daba chapoteaba con una fuerza mayor a la anterior y su velocidad aumentaba ¿Que estaba haciendo?

—¡Nada, nada! Si vas a matarme, ¡mátame! ¡Mata a este pobre payaso! — Parecía estar hablando enserio ¿Al fin había dejado aquel humor extraño? —. ¡Vamos, Héroe Final!¡Mátame! ¡Dispárame! — Fuera lo que fuera lo que estaba haciendo era la única oportunidad de atacarle que tenía —. Vamos, ¡hazlo! ¡¡Mátame!!

Parecía que tenía ganas de combatir, o eso señalaban las carcajadas que soltaba desde la orilla del río.

—¡Acepto el duelo! — Exclamó mientras, rápidamente, abría fuego contra su enemigo, 3 balas se dirigieron hacia el mientras el brazo de Hiro se movía por el gran retroceso de su revólver. A continuación, corrió hacia el bosque, de espaldas, para poderse esconder entre los arboles y poderle atacar de una manera más segura, sin dejar de apuntarle, tenía que pensar bien lo que tenía que hacer, no sabía lo fuerte que era ni lo que podía hacer.

[Soul Artist]

Axel & Fátima
Axel tuvo que esperar unos minutos ates de que finalmente sucediera nada, pero por fin llegó el joven guerrero que ates le había llamado la atención. En el momento perfecto, pues justo parecía que se estaba comenzando a montar una buena en el campamento, donde un trío de hombres habían iniciado una pelea completa en la que poco a poco se empezaba a involucrar todo varón del ejército.

No tardaron en salir el general Li y el recién nombrado capitán Shang, que se quedaron atónitos al ver cómo todos se pegaban entre sí. La primera misión del hijo sería, aparentemente, detener a los soldados como figura autoritaria que era... Aunque quizás necesitara ayuda.

Claro que el soldado probablemente le fuese a decir algo importante también sobre cierto peligroso jinete...

Por su parte, Fátima dejó bajar a Mushu al suelo, donde se apresuró a saltar algo picado. Siseó con la lengua y la miró con malos ojos, algo molesto, aunque no en exceso.

—¡Vale, vete, olvídame! ¡Deja que un pequeño ser como yo sea aplastado por una muchedumbre enfurecida! ¡Mulan será descubierta, violada y la desgracia caerá sobre su familia!

Pese a lo teatrero que el dragón se estaba mostrando, Fátima podía notar que más que enfadado o terriblemente apenado Mushu estaba picado. La criatura le observó por encima del hombro con los brazos cruzados y finalmente hizo una señal para restarle importancia.

—De acueerdo, ve a salvar a tu compañero —acabó cediendo el pequeño, ladeando la cabeza—. Yo buscaré a mi chica favorita mientras tanto. ¡Pero te quiero de vuelta antes de la hora de la comida!

Ya con ello, la joven disfrazada de hombre podía ir a buscar a su compañero mandado por Ronin. Ling había dicho que el jinete había ido hacia el río del este, donde ya no había bosque...

* * *

Hiro

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El joven contestó a las provocaciones del payaso con tres disparos. Los tres acertaron en el objetivo inmóvil, que ni trató de esquivar las balas: la primera impactó directamente en uno de los fracos, rompiéndolos y cayendo sus cristales y su contenido en el río; la segunda en su brazo, donde rebotó mágicamente pero provocando daños al payaso, que apartó su miembro de inmediato y dejó caer todos los frascos de veneno a la orilla del agua, donde la mayoría se rompieron de inmediato permitiendo que el líquido se propagase rápidamente por la corriente; y la tercera bala le rozó una mejilla, provocando al payaso apartarse de inmediato, pues esta no rebotó y le cortó ligeramente el rostro, donde no tardó en aparecer sangre.

Mientras recibía los disparos y Hiro salía corriendo hacia los árboles, Kefka soltó algunas palabrotas relacionadas con perros y antepasados, llevándose ambas manos a la mejilla para intentar que dejara de sangrar. El líquido rojo no tardó en mezclarse con el blanco maquillaje del payaso y le daba un aspecto más terrible del que la tenía, como si tuviese mejillas coloradas de niñita.

Pero su dolor cesó en cuanto se dio cuenta de dónde chapoteaba con su pataleta. Observó el agua envenenada y echó a reír como el maniático que era, contento de haber sido atacado por el joven pese a su herida.

—¡Has envenenado el río! ¡Lo has hecho tú! —señaló Kefka entre risas, tapándose los ojos—. ¡Qué tonto! Si no hubieses estado tan obsesionado... ¡Ahora todos los hombres del ejército morirán! ¡Y todo por tu culpa!

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El payaso acercó sus dedos a sus labios y silbó, a lo que su oscuro caballo contestó rápidamente acudiendo a él a raudales. En cuanto pasó por su lado, Kefka saltó a su lomo, manteniéndose de pie sobre él. Echó a reír con una potentísima carcajada y señaló al joven aprendiz de la Llave Espada.

—Ya que has marcado el destino de los habitantes de este mundo, aceptaré tu duelo —aceptó el payaso con una amplia sonrisa—. ¡Pero no quiero arrepentimientos cuando arranque tu corazón de entre tus entrañas!

¿Un duelo en ese momento? ¿Justo cuando acababa de envenenar el río? Pero no podía ser. Había que desviar el curso del agua de algún modo, neutralizar el veneno o incluso purificarla. ¡Pero el payaso estaba en medio, riéndose como un maniático, y a caballo!

—¿Listo? ¡Ya!

Kefka lanzó una gigantesca bola de fuego en dirección a Hiro, incendiando el árbol en el que el chico se refugió. Los pocos árboles de la zona rápidamente se vieron perjudicados por el hechizo también, e incluso las ropas de Hiro no tardaron en incendiarse casi de inmediato, aunque el chico podría apagar las llamas antes de sufrir daños excesivos.

Con una nueva carcajada, Kefka indicó al caballo que echara a correr, recorriendo de un lado a otro la zona del río. A su velocidad, sería muy complicado acertarle un disparo...

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Próxima fecha límite: sábado, 6 de Octubre.

Que conste en acta que los lunes no puedo postear, y que si alargué finalmente la fecha a RedXIII al día fue por su cumpleaños; un caso de carácter extraordinario que no tomaré en adelante.

Doy un día más de ronda para Suzume y Axel. Quizás queráis postear dos veces esta ronda para establecer una conversación más o menos estable.

[RedXIII]

Desgraciadamente los tres disparos empeoraron la situación de una manera bastante alarmante, los frascos de veneno habían caído y habían envenenado el río, acompañando así al que sin querer había roto con un disparo, la mera casualidad había hecho que la situación tornara en el río para el.

Aunque estuviera detrás de los arboles, parecía que el payaso, herido, que insultaba a Hiro, sabía donde estaba. Aunque termino en el momento que vio el veneno correr por el agua, haciendo que riera, algo que no le sentó nada bien al joven aprendiz.

—¡Has envenenado el río! ¡Lo has hecho tú! — Gritó mientras le señalaba —. ¡Qué tonto! Si no hubieses estado tan obsesionado... ¡Ahora todos los hombres del ejército morirán! ¡Y todo por tu culpa! No podía dejar de sentir

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De golpe el Bufón silbó, al cual acudió rápidamente su corcel de oscuro pelaje. Se detuvo, algo que aprovecho para subirse sobre el y quedarse de pie. Volvió a mofarse de de una manera grotesca y le volvió a señalar.

—Ya que has marcado el destino de los habitantes de este mundo, aceptaré tu duelo ¡Pero no quiero arrepentimientos cuando arranque tu corazón de entre tus entrañas!

En aquel momento el duelo entre Kefka y Hiro había adquirido un segundo plano para el ¿Que podía hacer con el agua? Nada de lo que sabía podía ayudarle, no podía ni hacer un agujero para desviar el agua ni desvanecer el veneno, y aquellos arboles eran demasiado anchos para poderlos cortar con la llave espada.

—¿Listo? ¡Ya!

Sin que a Hiro le diera tiempo a reaccionar, el payaso lanzó una gigantesca bola de fuego en su dirección, haciendo arder aquel árbol, y poco después los demás que le rodeaban, e incluso la vestimenta de Hiro, el cual pareció no haberse salvado de aquel ataque, rápidamente se tiro al suelo y rodó, intentando apagar las llamas de su ropa, por suerte sus pantalones estaban casi intactos pero su camiseta no, calcinada por el fuego se había convertido en tiras negras que colgaban de su pantalón, dejando la parte superior de su cuerpo al aire.

De nuevo, el burlón payaso volvió a desternillarse mientras le daba una señal al caballo para que corriera, haciéndole muy difícil disparar a alguno de los dos, la situación era aun peor, casi imposible de imaginar, el bosque estaba ardiendo, el río estaba envenenado, y un ser más fuerte que el se movía a una velocidad la cual le hacia imposible apuntarle ¿Que debía hacer? El solo no podía contra aquel individuo pero nadie iba a venir al rescate, tenía que arreglar el desastre que había empezado.

—¡Ahhhhh! — Gritó, la situación le estaba poniendo de los nervios, y ni siquiera sabía que podía hacer, ni que le podía pasar, decidió sacar su llave espada y aprovecho las cortezas de algunos arboles, quemadas, y las lanzo con todas sus fuerzas hacia el río mientras salía del bosque para encontrarse con Kefka, escondiendo la Llave espada en su espalda.

—¡Vamos, ven aquí con tu caballo! — Incito al loco risón a lomos de su caballo para que se dirigiera hacia el, mientras clavaba detrás de su espalda la Llave espada en el suelo y espero a que se aproximara a el para apartarse, si todo iba mal siempre podía ponerse detrás de la Llave, por si acaso agarro con fuerza su Revólver.

[Suzume Mizuno]

Fátima sonrió, enternecida ante las palabras de Mushu.

—¡Aquí estaré!

Sin perder un segundo se incorporó y se precipitó a toda velocidad hacia las tiendas naranjas.

Para su alivio, se encontró con que el chico estaba a la vista y no tendría que buscarle con desesperación. Ralentizó el paso para no llamar la atención, pues dos hombres se encontraban a la entrada de la tienda, y por sus uniformes parecían de un grado superior al resto. Pero se dirigió hacia el chico con firmeza aprovechando que la pelea absorbía toda la atención de los oficiales. Por lo menos aquella rencilla que estaba tomando a cada momento mayores dimensiones jugaba a su favor.

Se plantó delante del chico y, sin detenerse a recuperar el aliento, dijo:

—¡Tienes que venir conmigo! ¡Uno de nuestros compañeros está en peligro!

Esperó unos instantes y, viendo que no parecía comprender nada, empezó a hablar apresuradamente, consciente de que cada minuto que perdían ponía en peligro la vida de Hiro:

—¿No te ha enviado Ronin para apoyarnos y encontrar al traficante de armas? —habló lo más bajo que pudo para que no la escuchara nadie más que él, pero más alto de lo que le hubiera gustado porque el jaleo ahogaba su voz. Daba por sentado que el chico tenía que ser un refuerzo de Ronin; de lo contrario, no entendía qué hacía allí. Y si, por algún casual, no había acudido para apoyarles, le daba igual. Todos eran aprendices de la Llave Espada y tenían que ayudarse entre sí—. ¡Creo que puede estar muy cerca, en el río! Pero un compañero nuestro parece que se ha metido en problemas con el traficante y éste es fuerte —recalcó las dos últimas palabras—. Además, no estoy segura de cómo, pero puede controlar de alguna manera a los Sincorazón —sabía que era una información desconcertante, pero no tenía la más mínima intención de entrar en detalles, ya le explicaría lo poco que sabía cuando se pusieran en marcha—. ¡Tenemos que darnos prisa, Hiro está en peligro y no podemos permitirnos perder al traficante!

[Axelpower]

Llegué a la salida norte tras una corta carrera, deseando que aquel desconocido hubiera tenido la paciencia suficiente como para esperarme allí mientras hablaba con el Capitán Shang y el General Li. Pero, desgraciadamente, no fue así. Si de verdad aquel chico había ido a la salida norte, también había vuelto de ella antes de que pudiera reunirme con él.

Eché un vistazo general a los alrededores de la entrada buscando alguna pista que me indicara su paradero, aunque acabé sin obtener resultado alguno.

"Bueno" pensé para mis adentros "Tal vez, como he tardado en venir, ha ido a buscarme de nuevo. Y si no me encuentra, es posible que vuelva aquí, así que lo mejor será que esta vez sea yo quien lo espere a él"

No sabía cuánto tiempo podía tardar, pero tampoco tenía nada mejor que hacer. Y, aunque así fuera, ahora que había solucionado el asunto de alistarme, no podía quitarme a aquel muchacho de la cabeza. Aunque muchos habitantes de aquel mundo pudieran haber escuchado la leyenda de cómo Ronin salvó a su país, y de la extraña arma que portaba, ningún nativo se habría referido a él como Maestro. Era sin duda alguien que vivía en Tierra de Partida.

Tenía que analizar bien la situación: en esa misma palabra que tanto se esforzó en remarcar residía la clave de su identidad. Durante la Gran Guerra de Pintura había reparado en el hecho de que ni Higashizawa ni Mog se referían a Akio por su título, sino que simplemente lo llamaban por su nombre de pila. Y al fin y al cabo era lógico, puesto que ninguno de los dos estaba bajo su tutela. Pero aquel joven había hecho especial hincapié en pronunciar el Maestro que precedía a Ronin cuando uno de nosotros lo nombraba. Y indudablemente, eso sólo dejaba una posibilidad. Definitivamente, tenía que ser un Aprendiz.

¿Y qué mensaje podía querer transmitirme Ronin? No hacía muchas horas que había hablado con él por última vez, cuando me encomendó la misión. ¿Querría acaso darme más detalles sobre mi objetivo, o sobre el criminal al que debía capturar? ¿O ayudarme a encontrar a los compañeros que también se encontraban allí?

Se me ocurrió entonces una posibilidad tremendamente obvia y que aún no había considerado. Bastaba con unir un poco lo que sabía para llegar a dicha conclusión: estaba buscando a unos Aprendices, que habían ido al mundo antes que yo. Acababa de encontrarme con un chico desconocido. Aquel chico posiblemente fuera un Aprendiz.

Me llevé las manos a la cara, avergonzado por no haberlo pensado antes. ¡Ese tenía que ser el chico con muchas pulgas que Ronin había dicho que buscara! Desde luego, su sentido del humor podría haberme metido en un buen lío si no llego a darme cuenta a tiempo.

Y de pronto, mientras me planteaba de qué forma le advertiría a Ronin de que debía de ser menos jocoso cuando trataba temas tan serios, oí un gran alboroto que provenía del centro del campamento. ¡Había empezado una pelea entre varios soldados!

"Vaya vaya, puede que esto me sea de ayuda. No parece que la pelea una cosa seria, así que las posibilidades de que alguien termine herido de gravedad son reducidas. Pero, si intervengo y consigo detenerlos, podría conseguir el respeto del resto de soldados, y eso me facilitaría la tarea de intentar sacarles información"

Decidido, empuñé mi Llave Espada y apunté con ella a la multitud, pero una voz que me sonaba me detuvo antes de que pudiera gritar y hacer notar mi presencia.

—¡Tienes que venir conmigo! ¡Uno de nuestros compañeros está en peligro!

Me giré veloz buscando su foco y vi que a mi lado se encontraba el Aprendiz con el que quería encontrarme. ¡Al fin coincidíamos! Pero sus palabras me sorprendieron al mismo tiempo que me asustaron. ¿Cómo que uno de nuestros compañeros estaba en peligro?

Caí entonces en la cuenta. Ronin me había dicho que allí habría, a parte de mí, dos aprendices. Y si aquel era el chico con muchas pulgas... ¿dónde estaba la chica con mal genio? Al ver mi desconcierto, continuó hablando intentando que entendiera mejor la situación.

No obstante, lo único que logró fue desconcertarme aún más. Tras unas explicaciones sin detalles, lo único que conseguí fue desconcertarme más aún. ¿Alguien que controlaba a los Sincorazón? ¿Realmente alguien podía tener semejante habilidad?

¿Quién demonios sería aquel traficante? ¿Y qué es lo que buscaba en aquel mundo?

Miré hacia el campamento, hacia donde tenía lugar la pelea. Pocas oportunidades mejores que esa tendría para infundir respeto a los reclutas, pero en esos momentos lo realmente importante era ayudar a mi compañero. Si aquel criminal era de verdad tan fuerte, cabía la posibilidad de que un pequeño retraso fuera fatal.

Vi entonces que el Capitán Shang y el General Li también estaban allí, dispuestos a detener aquel caos. Y en aquellos momentos, Shang necesitaba muchísimo más que yo imponerse ante todos los soldados y demostrar que era él quien mandaba en aquel campamento. Por el bien del país.

Pensé en gritarle algunas palabras de ánimo, pero aquello solo lograría atraer la atención sobre nosotros mientras abandonábamos el campamento. Y lo que menos necesitaba ahora, después de ganarme su confianza, es que creyeran que soy un traidor, al igual que mi "Maestro". Tendría que darme prisa si no quería echar a perder cualquier oportunidad de infiltrarme, así que me giré hacia aquel joven que me buscó y le insistí para que pusiéramos rumbo a nuestro destino:

—¡Dime dónde tenemos que ir! ¡Y démonos prisa, nuestro compañero podría estar en peligro!

>>Por cierto, aunque parece que me conoces, no me he presentado oficialmente. Mi nombre es Axel, y soy Aprendiz de la Maestra Rebecca. ¿Puede saberse quién eres tu y porqué sabes que me envía Ronin? ¿Eres acaso también un Aprendiz?

Spoiler: Mostrar

He apurado demasiado el post, así que posiblemente Fátima y Axel tendrán que empezar a interactuar en el turno siguiente. No obstante, Suzume, si tienes tiempo sigue con la conversación e intentamos cerrar la conversación bien en esta ronda

[Suzume Mizuno]

Reprimió un suspiro de alivio cuando el chico consintió: le había visto vacilar y dirigir una insistente mirada hacia la pelea, como si tuviera intenciones de intervenir.

Pero al final pareció decantarse por ella. Hizo una señal al aprendiz para que la siguiera y se preguntó por un instante qué habría pensado de él si se hubiera negado a ir a ayudar a un compañero que podía estar en peligro de muerte. Pero sacudió la cabeza; no era el momento para pensar en qué podría haber podido pasar. Tenían que darse prisa.

—Tenemos que ir al río —contestó, intentando hacer memoria porque sabía que “ir al río” no era una dirección precisamente exacta. Por suerte, recordó que el grandullón calvo había comentado dónde se encontraba el mismo:—, está al este de campamento. Al menos es ahí donde han visto por última vez al contrabandista.

“Espero que sigan ahí o no tengo ni idea de si podremos encontrarles…”

Que ella supiera, sólo había dos entradas al campamento, y la más cercana era la Norte. Así que encaminó sus pasos en esa dirección. Desde allí tendrían que virar al este para llegar al río. Era un rodeo que les robaría mucho tiempo, pero no podían usar los glider ni había otro medio para acortar las distancias.

—Por cierto—el chico le llamó la atención y, sin dejar de andar, se giró hacia él—,aunque parece que me conoces, no me he presentado oficialmente. Mi nombre es Axel, y soy Aprendiz de la Maestra Rebecca. ¿Puede saberse quién eres tu y porqué sabes que me envía Ronin? ¿Eres acaso también un Aprendiz?

Fátima entendió que el pobre no debía entender nada y que se merecía algunas respuestas antes de que se lanzaran a por el traficante.

—Yo me llamo Fátima —se quedó callada y añadió tras unos segundos:— Un placer —la verdad es que no era el mejor momento para las presentaciones y se sintió algo violenta, por lo que se apresuró a contestar a las otras preguntas. Cayó en la cuenta de que Axel había dicho “un” Aprendiz y sonrió de medio lado a pesar de la tensión—. Soy aprendiza de la Maestra Nanashi —y a partir de aquí se esforzó por sintentizar:—. Y me he imaginado que te envía Ronin porque no tiene sentido que haya más aprendices aquí a menos que sea para echarnos una mano: fue él quien me ordenó a mí y a mis compañeros que encontráramos al contrabandista que está comerciando con los hunos. Tengo razón, ¿no? Te ha pedido que vengas a ayudarnos —dijo, porque conociendo a Ronin bien podía haberle enviado por algún otro motivo—. También tengo que encontrar a una chica que se ha infiltrado en el Ejército que se llama Mulan antes de que la descubran. Pero no he conseguido verla por ningún lado, y con el uniforme y los peinados no sé si voy a poder reconocerla con facilidad —apretó los labios, angustiada—. Gracias por haber venido, no me habría podido ocupar de todo yo sola.

No, desde luego no habría podido ocuparse de encontrar a Mulan si además tenía que ir a buscar a Hiro y atrapar al contrabandista. Sólo esperaba que, si Zait también había venido, estuviera a salvo. Se le puso la piel de gallina al imaginarle, tan cándido y soñador, perdido en medio del bosque.

—Si al final nos encontramos al contrabandista, ten cuidado con él, No le he podido ver la cara, pero parece que es muy pálido, y, además, tiene una risa insoportable. E iba a caballo, por lo que puede moverse muy rápido. Ayer, no sé cómo lo hizo, mandó un Sincorazón contra mí y no tengo ni idea de cuántos puede controlar. Así que lo mejor es que no nos separemos hasta que tengamos clara la situación.

Le miró, buscando su aprobación. Imaginó que Axel, si quisiera, podría adelantarla y dejarla atrás. Pero igualmente no le parecía inteligente enfrentarse a un tipo con poderes desconocidos.

Apretó y echó a correr: ya habían hablado demasiado

Y de repente cayó en la cuenta de que Ronin no había dicho nada de “capturar” al contrabandista, sólo encontrarle. Frunció el ceño.

“¿Y qué se supone que tenemos que hacer luego, maldita sea?”

Sacudió la cabeza. Ya lo pensarían luego, cuando Hiro estuviera a salvo.

[Axelpower]

El muchacho pareció verse bastante aliviado cuando le dije que le ayudaría. ¿Tan fuerte sería aquel traficante que necesitaba cualquier tipo de ayuda posible? Desde luego, aquello de que controlara los Sincorazón me había desconcertado incluso a mí. ¿Quién podía ser capaz de poseer semejante habilidad? No cabía duda de que no era alguien normal, nadie con quien nos hubiéramos enfrentado hasta ahora. Tenía que tratarse de alguien muy poderoso, de alguien especial, de alguien que desde luego no se dejaría vencer fácilmente, y que podía proporcionarme mucha información si lo derrotaba.

Cuando más lo pensaba, más ganas tenía de enfrentarme contra él. Era absolutamente incapaz de ocultar mi satisfacción.

Siguiendo sus instrucciones, seguí a aquel joven hacia el río, al este del campamento. Parecía conocer muy bien la zona. ¿Cuánto tiempo llevaría allí? Un día como mínimo, pues seguro que Ronin no era tan estúpido como para haber traído a dos grupos de Aprendices a la misma zona dejando tan sólo unas horas de diferencia, y menos aún separándonos y dificultando las posibilidades de que nos encontremos.

Llamé entonces su atención y me presenté, esperando que ella hiciera lo mismo y pudiera solucionar alguna de las muchas dudas que las prisas con que había iniciado la Misión me habían provocado. Pero ya con su primera respuesta lo único que consiguió fue desconcertarme más si cabe.

"Yo me llamo Fátima", había dicho. ¿Fátima? Desde luego aquel no parecía ser nombre de chico. Pensé que sería un nombre normal en su mundo natal, pero terminé de confundirme cuando remarcó con claridad que era "una Aprendiza" de la Maestra Nanashi.

¿Aprendiza? ¿De verdad era una Aprendiza? La recorrí de arriba abajo con la mirada, intentando buscar alguna explicación lógica, pero ninguna parecía tener demasiado sentido. Sin duda alguna, aquella "Aprendiza" iba vestida como un recluta del ejército. ¿Habría intentado ella también infiltrarse en el ejército para obtener información sobre Mulan?

Decidí dejar que terminara de hablar antes de acribillarla con más preguntas, esperando que respondiera algunas más antes de que tuviera la necesidad de hacerlas. Prácticamente me confirmó lo que yo ya sabía: que buscábamos a un contrabandista que vendía armas a los hunos, y que además había que localizar a Mulan, la chica que había escapado de su casa. Parecía ser que realmente era una ardua tarea, pues era palpable su alivio al ver que contaban con un aliado más.

—No tienes por qué agradécermelo—dije aún dudando, sin saber cómo dirigirme a ella, pero intentando parecer simpático.— ¡Los Aprendices estamos para ayudarnos! Y más siendo compañeros de Misión. ¡Debemos permanecer unidos si pretendemos tener posibilidades de completarla con éxito!

>>Y ahora que hablamos de la misión, debería de ponerte al día: como supongo que ya habrás imaginado, he ido haciendo mis propios progresos mientras tanto. He conseguido ganarme la confianza del General Li y el Capitán Shang, los responsables del ejército, permitiéndome así que me una a ellos para intentar derrotar a los hunos. —me aseguré de seguir hablando antes de que tuviera la oportunidad de interrumpirme.— Sí, ya sé que no debemos interferir en asuntos de otros mundos, pero se trata únicamente de una medida temporal. Desde dentro me resultará mucho más sencillo recopilar información sobre la chica a la que debemos buscar y sobre ese sospechoso contrabandista si me junto con la cúpula de uno de los dos bandos. Una vez hayamos solucionado nuestros asuntos, me marcharé nada más se despisten.

A decir verdad, aún no había decidido que haría después de completar nuestra Misión. Sabía que no debía inmiscuirme en asuntos externos, pero no podría soportar que los habitantes de aquel mundo se vieran traicionados una vez más por los Portadores. Aquello tendría como consecuencia la ruptura definitiva de buenas relaciones entre ambos bandos. Y nunca se sabe cuándo uno puede necesitar al otro.

Seguí absorto en mis cosas, pensando en como actuaría cuando nuestra labor oficial terminara allí, cuando me percaté de que se había girado hacia mí como buscando mi aprobación. No sabía que me habría podido decir, pero en una situación tan crítica como aquella no había tiempo para repetir explicaciones. Asentí, cruzando los dedos para que mi gesto fuera el correcto, y los dos seguimos andando rumbo al río, aumentando el ritmo cada vez más. Si había algo de lo que sí estaba seguro es de que un compañero necesitaba nuestra ayuda, y que el más mínimo retraso podía ser fatal.