Como era de suponer, alcanzaron la obertura sin problemas, siguiendo a la sirena, que únicamente tuvo dificultades en colar a Flounder (que tenía sus kilitos de más) antes de permitirles pasar a ellos.
Y el tiburón, pobre de él, se quedó sin comida. Salvo que encontrara a la buena de Alexis y al sabroso de Derhe por ahí.
Una vez volvieron a enfrentarse a mar abierto, Flounder suspiró de alivio y Ariel rio, sabiendo que se habían salvado bastante bien. Ciertamente, la situación podría haber sido mucho peor, pero la presencia de los jóvenes (sobre todo de Ragun) les había ayudado bastante a huir del terrible depredador. ¡Y menos mal que sólo había sido uno!
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Al menos indagamos bastante en ese barco antes de que el tiburón llegara ―comentó Ariel. Luego, se dirigió a Fran―.
¡Vaya, otra criatura… peculiar! Menudo día llevamos.Mientras hablaba, Ariel seguía descendiendo, indicándoles con gestos que hicieran lo mismo. Parecía que su destino fuese la superficie.
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Antes de volver a palacio, tengo que ir a ver a un amigo. ¡Venid, os lo presentaré! ―les invitó, señalando, efectivamente, la superficie.
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No… Ariel… Son raros… ―le cuchicheó el pececillo, pero la princesa hizo de nuevo oídos sordos.
La superficie, su destino, les esperaba a unos minutos de distancia.
~Espacio de tiempo que podéis aprovechar para charlar o preguntar~Nada más salir a la superficie, a respirar aire fresco otra vez, Ariel nadó entre las tranquilas olas del océano hasta lo que parecía una islita perdida en medio de la nada. Incluso a distancia, podía apreciarse que tenía varios objetos desperdigados por ella, que se fueron definiendo a medida que acercaban: un catalejo, varios yoyós, un ancla y hasta lo que parecía la parte de un barco.
Y, sobre todo eso, había una gaviota blanca, que los observaba claramente emocionada.
Lo peor de todo es que, desde la distancia, se la oía cantar. “Cantar”. Repito: “cantar”. Los berridos que pegaba, los gallos que aquella desesperante y horrible voz producían debían ser cosa del diablo, de una maldición, de algo ajeno a este mundo. Más de uno le desearía ser el punto de mira del primer cazador que pasara por allí. Lástima que en el mar había pocos.
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¡Cállate, Scuttle! ―exclamó, con las manos tapando sus oídos―.
Traigo a más personas. Él es Ragun, y él…Dejó que fuera el nuevo quien decidiera presentarse.
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¡Invitados! ―se bajó de la parte alta, con tan mala suerte de tropezar y caer de cara al suelo rocoso―.
Merecen deleitarse con mi dulce voz.Y retomó el canto. Ojalá algo, cualquier cosa, les ahorrase el sufrimiento.
Fecha límite: 9 de diciembre.