¡Íbamos ganando, genial!
Por un momento, no me vi tan verde en un combate real. Estaba llevando bastante bien el transcurso de la batalla, sabía moverme y reaccionar a tiempo.. incluso planear alguna que otra idea loca, como la de pinchar la rueda de aquel sincorazón, en menos de cinco segundos.
No pude evitar sonreír de oreja a oreja ante la situación. Sabía que estábamos metidos en un buen lío, que quizás aquellos sincorazón se multiplicasen y nos diesen una paliza. Pero...
... era más fuerte. No porque hubiese aumentado mi destreza, mi poder mágico o resistencia. Era mi espíritu de lucha el que se había fortalecido.
En cuanto terminé con mi tarea, me dispuse a lanzar otra flecha en dirección al último sincorazón que quedaba, dando por finalizado el combate. Sin embargo, una sensación extraña hizo que parara, haciendo desaparecer la flecha de luz. Miré extrañada a Fyk y a Maya.
—
¡Chicos, no hacía falta que usarais magia blanca sobre mí, estoy bien! —soné despreocupada y divertida, pero sus caras de confusión y desconcierto me avisaron de que no habían sido ellos. Es más, aquellos rasguños que pudieron tener mis compañeros habían desaparecido. Me fijé en mi uniforme y en el de ellos de nuevo: estábamos intactos.
Es más, también había sentido como si hubiese recuperado parte del poder gastado durante el combate con aquellas motos tan molestas.
Antes de que pudiese cuestionar algo, el "hombre" vestido de rojo apareció de nuevo, esta vez al lado de Maya. Me puse a la defensiva, alzando a Ángel por si intentaba hacerle algo a nuestra amiga, pero sólo se dignó a mirarla durante un momento, y luego se dirigió a los tres en conjunto. Bueno, en este caso, éramos cuatro, incluyendo al pequeño ente que había invocado Fyk:
—
El PCM ha decidido anular los juegos y dejaros volver al mundo de los Usuarios. Sin embargo, primero debéis eliminar algo que hemos detectado en nuestros sensores. Destruír a ese ente desconocido —y volvió a desaparecer, dejándonos con la palabra en la boca. ¿Otro encargo de eliminación? ¿Que los Juegos se habían anulado?
—
¿Habrá sido Akio? —me pregunté en voz alta. Quizás el pequeño demonio había escapado de donde quisiera que estuviese y nos hubiese sacado de la Rejilla, pero... ¿a qué se refería con ente desconocido? ¿Otro sincorazón? ¿Sería uno realmente peligroso?
Bum, bum. Bum, bum.Incorporándome, no tuve más remedio que llevarme la mano al pecho ante la repentina aceleración de mi corazón. Algo estaba sucediendo a mi alrededor. Notaba algo en el ambiente. Algo que conocía. Por un momento, no quise asimilar a qué me recordaba aquella desagradable sensación.
Bum, bum. Bum, bum.Sabía lo que era. Pero costó lo suyo darme la vuelta hacia donde ese aura de espantosa oscuridad se acercaba a nosotros.
Todavía era difícil distinguir aquella silueta, lejana. Lo siguiente que sucedió... no sabría expresarlo con palabras.
Un rayo de color rojo me atravesó, como si de una flecha se tratara. Mi corazón dejó de funcionar por unos instantes, y sentimientos de impotencia y miedo surcaron mi mente. Era como si... alguien hubiese entrado dentro de mí. Mis deseos, mis sueños... mis recuerdos más dolorosos.
Recuperé los latidos de mi corazón enseguida, y a pesar de no haber sufrido herida de ningún tipo, aquel mortífero ataque me había dejado traspuesta. No, ni siquiera se trataba de un ataque.
Sus pasos se oían cada vez más cerca. Y a cada paso, notaba una fuerte presión en mi cuerpo, como si me fuese aplastando el corazón con más fuerza.
No. No podía ser verdad que estuviese allí.
La silueta se hizo visible. Se me cayó el alma a los pies cuando mis sospechas se confirmaron: la Llave-Espada Oscura estaba empuñada en su mano. Su acero negro, el mango rojizo y la ausencia de llavero.
Ese cabello alborotado, la capa que cubría sus labios. Esas manchas negras que, a modo de imitar los latidos de un corazón, quizás del suyo propio, se hacían grandes y pequeñas a modo de compás. Oscuridad. Infinita oscuridad. Aquella que en Islas del Destino había experimentado de primera mano. Y sus ojos, amarillos y perdidos en su propio mundo.
Aquel era, sin duda:
—
Ragun —sentencié con una sola palabra, totalmente asustada. ¿Qué narices hacía él allí? ¿Él era el ente a quién teníamos que eliminar? ¡Tenía que ser una broma!
Si el destino no me hubiese querido reunir con él en aquellas islas, ahora mismo me encontraría confusa, pero me acercaría a él y le preguntaría, le agarraría de sus ropas y le diría: "¿Ragun, qué haces aquí?" "¿Qué te ocurre?"
Pero ese no era el caso. Sabía lo que pasaba allí.
Ese Ragun era peligroso. Su mirada andaba perdida, no como la última vez, donde pude escuchar dos voces asomándose por sus labios: la de Ragun, y la de aquel ente que se consideraba el dueño de aquel cuerpo. No. Esos ojos eran como los de un sincorazón. Nos observaba como ellos: dispuesto a arrancarnos el corazón.
No tuve tiempo a reaccionar de primeras:
—
Impulso Tenebroso —dijo, sin apenas un atisbo de emoción en su voz. No era como la otra vez.
Todo pasó muy rápido. La mole de oscuridad salió disparada en dirección a Fyk, pero aquello no iba a ser lo único que sufriera el pequeño, quien recibió una patada por parte de Ragun en su cara.
—
¡¡Fyk!! —exclamé, recordando como una vez Fyk estuvo a punto de ser aniquilado en manos de una fugitiva.
Ragun se acercó a él, alzando su Llave-Espada.
No hizo falta que Ángel me avisara. Aquello lo había vivido antes. Chihiro y Kazuki.
Esta vez, yo sería Kazuki.
Mi diestra se movió con agilidad, un acto reflejo no muy propio de mí, lleno de valentía y determinación, porque quería proteger a Fyk. Como una hermana mayor, como la desaparecida Kaara. Protegería a su hermano de todo mal. Empujé con la zurda a Fyk hacia atrás, apartándolo de la trayectoria de Ragun.
El choque entre Ángel y la Llave-Espada Oscura me dolió. Bloquear esa fuerza descomunal no fue fácil, mis brazos lo sintieron. Pequeñas chispas de luz surgían del filo de mi arma, mezclándose en el aire con el aura de oscuridad que desprendía la de Ragun. Ambos estábamos frente a frente. No logré encontrar los ojos de Ragun: sólo los de un sincorazón hambriento.
—
¡Ni se te ocurra volver a tocarle! —grité, aun sabiendo que no me iba a quitar de encima aquel ser—
¡Fyk, vete de aquí! ¡Perla!En cuanto Fyk estuviese lo suficientemente alejado, una esfera cálida de luz saldría de la punta de Ángel, en dirección al pecho de Ragun.
No. Del otro Ragun.
Me incorporé como pude, corriendo en dirección contraria y cogiendo la mano de Fyk. Llegué hasta Maya, quien se encontraba más lejos de la amenaza. Me puse delante de los dos, como una madre que protege a sus hijos.
—
F-Fyk.. —intenté recuperar aire y fuerzas—
¿Recuerdas lo que dije en la celda? Éste es el Ragun del que te hablé. No sé qué demonios le ha pasado, ni tampoco puedo explicártelo con claridad ahora. ¡Pero es muy diferente del Ragun que conoces! >> No permitiré que os haga daño. En posición defensiva, vigilé cada uno de los movimientos de Ragun.
—
¡Ragun! ¡Si estás ahí, dime algo! —exclamé, sin apartar mis ojos avellana de los centelleantes iris amarillos del enemigo—
¡Soy yo, Nadhia! ¡Y Fyk está aquí a mi lado! ¿¡No nos reconoces!?