La Onda Lunar de Light pareció ser bastante efectiva. No tanto como el Piro de Hitori, que acabó con otra flor en un solo golpe, pero sin duda debilitó a la otra lo suficiente como para interrumpir su ataque. Para alivio de Light, el Sincorazón comenzó a mostrar signos de cansancio: sus pétalos perdieron un poco de color y de fuerza, dejándose arrastrar un poco por la gravedad, y el ser pareció incapaz de mantener la cabeza en alto.
Probablemente otro golpe así acabaría con ella...
Después de ello, Light vociferó sus pensamientos en dirección a Hitori, enfadado ante la apatía de su compañero, la cual le había costado una perfecta oportunidad de liberarse de la prisión que lo tenía sujeto. No podía precisarse realmente si el joven había gritado por el error de Hitori, por la frustración de hallarse inmovilizado, o por su propia debilidad ante sus oponentes. Sin embargo, uno sí podría afirmar que sus palabras no fueron las más amables, y que Hitori no las recibiría con una sonrisa en su rostro.
No hubo oportunidad, sin embargo, de saber eso con certeza.
Hitori continuó inmóvil, como sumergido en un sopor del que no podía escapar, mientras el Sincorazón Soldado caía sobre él. La lluvia de golpes lo llenó de rasguños, y si no hubiese estado ya en el suelo por el ataque de la flor, aquel ataque lo hubiese tirado sin esfuerzo alguno.
Pero a Light no pareció importarle. Tras deshacerse temporalmente de la flor que había estado a punto de atacarlo, el muchacho se giró hacia su compañero y comenzó a aconsejarle, esperando hilar una estrategia que pudiese sacarlo de aquel embrollo:
─Lo recomendable sería eliminar en primer lugar a las flores, ya que pueden atraparnos con sus raíces para otorgarles oportunidades de ataque a los soldados. También pueden dispararnos desde lejos con esas semillas, un incordio sin duda. Aunque... si mi intuición va por buen cami--
Pero aunque Light hubiese tenido en mente muchas cosas más que decir, simplemente no había tiempo para hacerlo. El chico cometió el error de olvidar que todavía se hallaba en una batalla y se permitió distraerse mientras le hablaba a su compañero, otorgándole así un hueco a su oponente: la planta que lo tenía sujeto pareció pensar que aquella había sido la mejor idea en toda su oscura existencia, así que alzó otra raíz del interior de la tierra y la enrolló alrededor del brazo izquierdo del Aprendiz, dejándolo inmovilizado de ambos lados. Light debía aprender que, en una batalla, debía ser lo más conciso posible y no podía permitirse grandes discursos que le harían perder el tiempo.
Seguramente el chico habría querido girarse hacia Hitori, buscando alguien en quién desahogar su frustración, pero se topó con una desagradable sorpresa:
Hitori no se había quedado inmóvil por nada. Tal vez su atención había estado en un sitio diferente, pero Light no había notado cómo, en realidad, una nube de oscuridad rodeaba al chico. Las sombras se abrazaban a él, como queriendo llevarlo a un oscuro mundo que nadie había visitado jamás, pero no parecían en absoluto venir de un Portal de Oscuridad como el que usaban los Sincorazón. De cualquier manera, aquello no dejaba que Hitori se moviese o, incluso, expresase sus pensamientos. Se hallaba atrapado.
Y desafortunadamente, el destino no quería que Hitori fuese el único. Poco a poco, de los rincones más oscuros de aquel tenebroso bosque, comenzaron a brotar. De lo más alto de las ramas, de los huecos entre las raíces, de los agujeros en los troncos, de los espesos arbustos, de las madrigueras de otros animales.
Decenas y decenas de Sincorazón. Pequeños, poco córporeos y desconocidos para Light. Pero no menos aterradores. Y todos se acercaban a los dos Caballeros de la Llave-Espada...
El chico tenía que hacer algo para escapar y ayudar a su amigo. O, de otra manera, se hallaba perdido. Le quedaban dos flores y dos soldados que derrotar, y por ahora ninguno parecía estar preparando un ataque. Si pudiese deshacerse de todos al mismo tiempo o, por lo menos, detenerlos por un poco...
─No lo... no lo sé, Lyn... Um, los envié... los envié hace casi dos horas, en realidad.
─¿Y? Como siempre, no veo tu punto, Becca.
¿Cómo había pasado eso? ¿En qué momento había terminado en medio de aquel pasillo, sin aviso previo? ¿Y cómo se había visto entrometida en una discusión entre dos Maestras?
Seguramente, aquello era lo que pasaba por la cabeza de la Aprendiza Kairi.
En realidad, la situación en la que se encontraba sí que tenía una buena explicación, aunque ésta había pasado muy rápido como para que su mente pudiese procesarla. La chica recordaba claramente haberse levantado, llevado a cabo la rutina de todas sus mañanas, incluyendo el desayuno junto a otros Aprendices en el Comedor y, finalmente, haberse dirigido a su entrenamiento matutino. Afortunadamente, aquel día le correspondía entrenar con su propia tutora, Lyn, acompañada por unos cuantos Aprendices cuyos Maestros se hallaban ocupados.
Recordaba, también, haber practicado unos cuantos movimientos de combate con sus compañeros. Nada complicado, extrañamente, considerando la actitud de su Maestra. De una manera muy poco usual en ella, Lyn había preferido simplemente observar a sus pupilos fingir combates, los cuales no eran más que estáticas secuencias de posturas y movimientos predefinidos por alguna clase de Manual del Portador que nadie realmente había visto plasmado. De vez en cuando hacía unas cuantas correcciones, pero éstas no eran más que unos cuantos empujones con su Llave-Espada en ciertas partes del cuerpo, con tal de acomodar a sus Aprendices en la manera correcta.
Bastante extraño en la Maestra Lyn, sí...
Hasta que llegó la Maestra Rebecca, por lo menos. Ocultándose la parte derecha del rostro con el cabello y con la mano, como solía hacerlo usualmente, y hablando con una voz bastante suave y tímida, le pidió a la otra Maestra que la acompañase por unos instantes.
Luego, tras haber hablado con Rebecca por algunos minutos, Lyn había vuelto y prácticamente había arrastrado a Kairi de las orejas. Y ahora, de alguna manera, la chica se había visto envuelta en una discusión entre las dos.
─Pediste un Aprendiz, ¿no? Bueno, aquí tienes a uno. Una. No sé cuál es el problema.
─El problema es que... no contaba con que el mundo estuviese... estuviese tan lejos. Ese mapa tuyo era... era muy poco acertado.
─O tu Glider muy lento, Becca. ¿No lo has pensado? ─respondió Lyn, con una sonrisa sarcástica en el rostro. Luego, un poco desesperada, la Maestra bufó─: ¿Y qué? ¿Esperas que abra un Portal de Luz o algo así?
─Cielos, no. Pero... ─iba a replicar Rebecca, pero aparentemente Lyn no escuchó a su compañera y continuó quejándose:
─Y regalarles la posición de los chicos a los traidores, perfecto. Eso asumiendo que la niña no se pierda.
─Lyn, no estoy... Lyn...
─¿Y si tengo que salir a una Misión, qué? ¿Pretendes que pelee en un estado tan deplorable, después de haber gastado todas mis energías?
─¡Lyn, escúchame por un momento!
Kairi se preguntaría a qué clase de mundo paralelo había llegado. ¿Acaso... acaso había Rebecca gritado? ¿La tímida Maestra que muy pocos se tomaban en serio, había gritado? Pues no había otra manera de describirlo: la chica se había alzado, como si fuese a echarse sobre Lyn, y había extendido los brazos a los lados con los puños cerrados, como queriendo mantener la frustración dentro, a la par que alzaba su voz a un volumen que probablemente nadie más había escuchado. Una mueca fiera había aparecido en su rostro, pero desapareció al instante.
Como si no se creyera lo que acababa de hacer, Rebecca se llevó la mano a los labios y apartó la mirada, además de retroceder medio paso. Igualmente, Lyn se quedó un poco sorprendida ante la actitud de su compañera, pero tras unos cuantos segundos en los que fue capaz de asumir lo que acababa de pasar, la chica-bestia alzó una ceja y halagó, con una sonrisa maliciosa:
─Fiera y salvaje. Así me gusta, Becca.
─Lo siento... Yo... Lo de Bastión Hueco me ha tenido... un poco... un poco... ─Rebecca gemió un poco, apenada por su actitud y luego, sin saber qué más decir al respecto, cambió de tema─: Co-como sea... lo único que quería pedirte era... alguien que fuese capaz de acompañarme. Yo abriré un Portal, con tal... con tal de que pueda alcanzarlos...
Lyn le echó una ojeada a Kairi. De arriba a abajo, por completo.
─Hará bien el trabajo. Afín a la Luz ─señaló, solamente, aunque sin darle mucha importancia al asunto.
─Ah... Perfecto, entonces... Umm... Kairi, ¿no? Ven, vayamos a un... a un lugar tranquilo. S-Sin prisas, cla-claro...
De tal manera que la Aprendiza se vio envuelta en una misión que no tenía planeada. La Maestra Rebecca le hizo un gesto amable para que la siguiera, seguramente hasta un lugar donde pudiese abrir un Portal con tranquilidad. Pero... la pregunta era "¿Por qué?". Sin duda alguna, al escuchar la conversación, uno podría decir que Rebecca se había encontrado con algo inesperado, y que necesitaba solucionarlo urgentemente.
Y Lyn no tuvo problema en hacerlo notar:
─Pero tendrás que explicarme por qué no elegiste a un tercero desde el principio, ¿eh, Becca?
La Maestra "Becca", a manera de respuesta, simplemente asintió con la cabeza y reanudó su camino, con la Aprendiza siguiéndole.