—No seas impaciente —musitó la Maestra a Saeko, abriendo un frasco con un extraño contenido verdoso, el cual a simple vista parecía bastante repugnante, pero quién sabe. Por otra parte, a mí me entregó una poción, la cual guardé en el bolsillo para para más tarde recuperar fuerzas—. Las heridas necesitan ser tratadas, un entrenamiento puede esperar.
La Maestra vertió aquél líquido extraño en sus manos y se encargó de aplicarlo en los cortes que Saeko había recibido en su brazo.
—Esto parará la hemorragia —explicó, a la vez que nos escuchaba a Saeko y a mí hablar sobre los libros que se encontraban en la biblioteca.
Cuando había intervenido precipitadamente, para dar a entender que yo también leía, había notado como Saeko me había lanzado una mirada extraña, ¿Agresiva quizá?... Era difícil entender a esta chica, de algo parecido a admiración pasaba a odio en fracciones de segundo.
Aquél pensamiento, aquella mirada, y la propia Saeko salieron de mi mente cuando pude ver como la Maestra Nanashi esbozó por primera vez en su presencia una encantadora sonrisa en mi opinión. Realmente, Nanashi era una Maestra muy extraña. En el tiempo que había pasado con ella en aquél lugar, mientras curaba a Saeko hizo darme cuenta de que aquella Maestra transmitía una calma especial. Era diferente de lo que me transmitía el Maestro Ryota, y por supuesto muy diferente de Ariasu. Ella parecía tener algo parecido a un "aura" y todas las cosas que estaban a su alrededor, parecían contagiarse de ello. Era extraño como una persona así había acabado aquí, no parecía de aquellas personas que luchaban y disfrutaban de ello.
Sin embargo, aquella dulce sonrisa pareció desvanecerse en cuanto la Maestra me oyó hacer las cuestiones que tenía en mente. ¿Tan turbio era su pasado? Aquelló despertó mi curiosidad sobre ella aún más. Se levantó, y se dirigió a una ventana cercana, observando el paisaje quizá. ¿Pero que paisaje podría encontrar más allá de las ruinas y de la oscuridad? Solo ella debía saber que buscaba ver.
—Provengo de unas islas rebosantes de luz. Es un mundo muy diferente a éste —dijo, sin apartar la mirada de la ventana—. ¿Mis motivos...?
Realmente era un mundo que parecía encajar a la perfección con la Maestra. ¿Que motivo de fuerza mayor la habría llevado a venir de la luz más radiante a la oscuridad más absoluta? Realmente la intriga me mataba por dentro, pero la Maestra simplemente calló sin decir una palabra más. Tenía pensado pedirle disculpas por si algo en aquello le había desenterrado un mal recuerdo o simplemente por cortesía, pero la Maestra se adelantó:
—Saito, Saeko, podéis iros —dijo, secamente. Déjandome aún con toda la intriga sobre aquellos motivos que rodeaban a la Maestra Nanashi.
—¿Cómo? —Preguntó Saeko bastante indignada.
Sé de alguien a quién va odiar aún más en 3, 2, 1...—pensé, mientras que hice la cuenta regresiva en mi mente. Si Saeko parecía que no tenía motivos para que le cayese mal, ahora que la Maestra Nanashi había decidido no dar más respuestas y dejarla a medias, parecía tenerlos.
—Gracias maestra. —Dijo después de haberse levantado bruscamente. Antes de salir pude notar como Saeko me daba un ligero empujón con el hombro. ¿Había sido sin querer o su odio no hacía más que crecer hacía mi persona? Apostaba por lo segundo, y dudaba que me equivocase.
—Bueno Maestra, supongo que yo también me voy. Siento las molestias y gracias por todo.
Dicho esto yo también me fuí, aunque me quedé parado durante un rato. Podía volver a mi habitación, y sabía que quizá sería lo mejor... pero con lo testaruda que era Saeko me imaginaba que iría a la Sala del Trono a seguir entrenando, y quizá si que debería disculparme, aunque no tuviese culpa de nada.
No me equivoqué. Cuando llegué Saeko estaba parada frente a Shinju. ¿Querría entablar un combate con ella? Cuando me acerqué lo suficiente, pude oir que estaba en lo correcto.
—Shinju, ¿estás libre?..¿Luchamos?
Recordé el dolor de huesos que aún tenía y decidí hacer uso del obsequio de la Maestra Nanashi. Saqué la poción del bolsillo y me bebí su contenido en un momento. Al instante empecé a notar una mejoría de mi estado, realmente aquellas pociones eran algo asombrosas, al igual que aquél líquido verde, que había hecho que los cortes de Saeko pareciesen no ser nada, o quizá incluso parecían haber desaparecido.
Me acerqué un poco más, decidido a que alguna de las dos me prestara algo de atención, pues no tenía nada mejor que hacer.
—¿Cuando termines con el combate contra Saeko, podría intentarlo yo?—Dicho esto, y después de haber escuchado lo que alguna de las dos tuviese que decir me sentaría algo alejado, pero lo suficientemente cerca como para poder contemplar aquél combate que se avecinaba.
Quizá con las heridas ya recuperadas, podría intentar vencer a Shinju. O si esta se negaba, hacer otro combate contra Saeko. Fuese lo que fuese, sabía que no podía perder dedicarme a perder el tiempo.