Kailee y YagamiLos dos aprendices y la peculiar mascota flamígera pudieron relajarse sin problemas en el verde y apacible jardín, sin duda aquel lugar era perfecto para pasar el tiempo. Pasaron cerca de quince minutos así, mirando hacia el despejado cielo, o tal vez a unos pajarillos enjaulados en una preciosa jaula. También había varias fuentes del agua más cristalina que pudiesen imaginar y que salía por los lados a traves de unos conductos de piedra que iban a los lados del camino que llevaba del jardín al palacio.
Podrían haber estado allí las dos horas mientras el sol comenzaba a descender, sin embargo un potente rugido les sacó cualquier tranquilidad que pudiesen sentir.
Un enorme animal de cuatro patas cuyo color era amarillo con rayas negras oir todo su cuerpo. Un tigre, si conocían aquel animal. La criatura se acercaba medio agachada hacia ellos, agitaba su cola hacia los lados, flexionaba sus patas traseras como si en cualquier momento pudiese saltar hacia ellos y... Quien sabe que podría ser capaz de hacer aquella criatura de apariencia extremadamente peligrosa...
—
Rajah. ¿Qué te ocurre? —se escuchó tras el animal a los pocos segundos.
El tigre se giró hacia la voz, una muchacha que vestía un vestido azul que dejaba sin duda mucho a la imaginación. Su piel era de un precioso color oliva y su cabello ondulado era de un brillante negro como la mismísima noche, sus labios eran carnosos y de un brillante rojo y nos grandes pendientes de oro colgaban de las orejas de la joven, de no más de veinte años. También llevaba una tiara dorada en la cabeza con una gema azul justo en el centro.
Tal vez Yagami, por un instante sintiese que aquella joven era incluso más hermosa que Diana, aunque sin duda no se sentía hechizado como provocaba el estar cerca de la joven aprendiza de Bastión Hueco.
Fuese quien fuese la muchacha, el animal era muy obediente con ella. La joven pasó la mano sobre la cabeza del animal como si este fuese completamente manso.
—
Lo siento si mi querida mascota os ha asustado —se disculpó con sinceridad—.
Vaya, ¿quienes sois vosotros? Jamás os había visto en palacio. No seréis...—la chica tragó saliba dirigiéndose más en concreto en Yagami—.
No serás otro de mis pretendientes, ¿verdad? Me temo que en este momento no deseo casarme con nadie así que lo siento, pero tendrás que volver a tu reino —podría parecer un poco arrogante a simple vista su forma de hablar, pero tenía un cierto tono amable que quitaba por completo aquella sensación.
Aunque la joven pareció pensarse sus palabras al mirar detenidamente a la pareja (y a Charmi, al cual observó con verdadera extrañeza durante unos instantes)
—
¿Me equivoco? Quizás me he precipitado un poco diciendo eso sin siquiera preguntar. Disculpadme —sonrió amablemente—.
¿Y quienes sois? ¿Comerciantes? ¿Amigos de mi padre tal vez? ¿Embajadores?>
¿Que modales son estos míos? Me llamo Yasmín, soy la princesa de este modesto reino y este es...El animal, que había estado quieto masticando algo acabó escupiendo lo que parecía ser un trozo de tela que coincidía por el color con las prendas de aquel tal Príncipe Jabubabu.
—
Rajah, mi fiel mascota —completó la presentación señalando a su mascota, la cual se enderezó un poco al escuchar su nombre—.
¿Y quienes sois vosotros?La joven escucharía sin problemas las presentaciones de la pareja (y sin duda se sorprendería si Charmy era el que se presentaba a sí mismo)
—Bueno... Es un placer —volvió a mostrar una gentil sonrisa que mantuvo durante los siguientes segundos—.
Sé que no os conozco de nada, pero tengo un favor que pediros muy urgente. ¿Me escucharíais? Parecéis ser de confianza... Y viendoos juntos pensé que tal vez entenderíais mi situación.>
Mi padre quiere que me case con un Príncipe, sin embargo yo no quiero a alguien del que no estoy enamorada... Sin embargo, existe un chico en concreto... Es un poco vergonzoso para mí decirlo, pero se trata de un amable joven que vive en los suburbios de la ciudad. Su nombre es Aladdín. Llevo haciendo escapadas del palacio desde hace algún tiempo, pero desde que un guardia me atrapó una vez hay más seguridad por mis salidas secretas, es por eso que necesito vuestra ayuda. Necesito que me ayudéis a salir, quiero verle.En aquel momento, un grupo de guardias entró en el palacio a traves de la puerta principal. Parecían llevar arrastras a dos personas que a simple vista no parecían estar vivas. La princesa en cuanto los vio abrió los ojos como platos y se tapó la boca con sorpresa.
—
Ese es... ¿Aladdín? —susurró aterrada.
La princesa fue corriendo hacia el grupo de guardias. Si Yagami y Kailee se acercaban también verían que los guardias no solo arrastraban a un joven con aspecto de mendigo, también llevaban a otro muchacho que tal vez conociesen... Era un Aprendiz de Tierra de Partida, pero que le conociesen o no era problema de ellos. También podrían escuchar la conversación sin problemas
—
¿Por qué están detenidos? ¿A dónde los lleváis? —interrogó a uno de los guardias enfadados.
—Ah, princesa Yasmín. Se trata de un par de mohosas ratas que el Visir Yafar nos mandó atrapar para que no diesen problemas.
La mujer frunció el ceño.
—
¿Y qué se supone que les haréis? ¿Qué os ordenó? —se notaba el miedo en la voz de la muchacha, sin duda.
—Serán ejecutados por orden del Visir Yafar, princesa. Ahora si nos disculpa...
Y dicho eso, se dirigieron hacia el interior del palacio.
La mujer cayó de rodillas contra el suelo consternada y varias lágrimas cayeron por sus mejillas.
Sin embargo, Kailee y Yagami sintieron algo a sus espaldas. Algo veloz y temible como una bestia, un ligero gruñido fue perceptible para ellos acompañado de un tintineo metálico similar al de una armadura. Si se fijaban en el suelo, por un solo segundo verían una sombra proyectada sobre la hierba, aunque el sol, que estaba justo encima de ellos les impediría ver que había sido aquello pues había sido tan rápido que ni les había dado tiempo a ver aquello.
HikaruEl primero de los guardias se lanzó contra Hikaru, el cual no tardaría en mostrar sus dotes con su arma para derrotarle, sin embargo eran muchos. Y aquel sin duda era un novato, pero pronto el escurridizo Aladdín fue rodeado por al menos cinco hombres que lo reducieron inmovilizandolo contra el suelo.
Algo similar acabó ocurriendo con el aprendiz de la llave espada. Pudo vencer a varios, un par de estocadas, tal vez algún hechizo... Pero eran demasiados.
Varios acabaron agarrandole de los brazos. Por desgracia, sus conocimientos de artes marciales y combate cuerpo a cuerpo era muy reducido por lo que le fue imposible librarse de los agarres.
Viendo que la pareja podría dar problemas al haber luchado tan bien a pesar de que tenían clara desventaja numérica los guardias decidieron dejarles inconscientes con un golpe seco en la cabeza con el mango de los sables.
La oscuridad envolvió a Hikaru.
Tan solo unas cuantas imagenes vinieron a su cabeza mientras era llevado en brazos hacia el enorme palacio...
Las enormes puertas del palacio abriéndose... Lyn sobre el tejado de una de las torres de las puertas del palacio vigilando algo... Aunque... ¿Tal vez era una simple ilusión?
Unas voces que no reconocía se escucharon de pronto. Eran unos gritos femeninos irreconocibles.
"¿A dónde les lleváis?" Pudo entender. Otra voz imposible de identificar resonó en su cabeza.
"Serán ejecutados por orden del Visir Yafar"Después de eso, Hikaru no recordaría nada más.
El lugar donde Hikaru despertaría era un lugar frío y con goteras, de roca grisy tenía un techo muy alto lleno de vigas con una ventana asegurada por unas gruesas rejas por las que como mucho cogería un brazo humano. Aquel lugar tenía forma circular y era bastante grande... Y lo suficientemente oscuro como para que no viese apenas lo que había delante de su nariz lo cual hacía algo inquietante el lugar.
Aladdín había sido llevado hasta allí también... Aunque en su caso este aún seguía inconsciente tirado cerca de donde el Aprendiz de la llave espada había despertado.
Hikaru escucharía una especie de extraño sonido que venía de algún animal. Si alzaba la cabeza vería un pequeño mono sobre una de las vigas de madera del techo. El pequeño animal de pelaje marrón y con una especie de gorro similar al de Aladdín y que además vestía una especie de chaleco rojo sin mangas de su tamaño soltaba incomprensibles sonidos, pero que en cierto modo parecían decir algo... Y el que señalase hacia el joven de cabello negro que yacía inconsciente lo afirmaba.
¿Qué quería decir aquel mono tan gracioso?