Hola a todos~. El staff me ha seleccionado como master temporal, así que estaré con vosotros hasta que vuelva Sombra al rol (no será mucho tiempo, no os preocupéis)
La princesa, que había estado demasiado aturdida para prestar atención a lo que ocurría a su alrededor, se incorporó de repente y masculló entre dientes:
—
Yafar… —sus ojos almendrados se entornaron con fiereza y apretó los puños.
Sin decir más, y sin fijarse en el extraño lagarto que se le había acercado les dio la espalda y se alejó rápidamente.
Después de quedarse solos, Yagami decidió que quería ir a investigar y preguntó a su compañera si quería acompañarle. Ella lo meditó unos instantes y al final se decantó por permanecer donde estaba.
El joven recorrió la amplia galería que rodeaba el jardín. Algunos sirvientes encendían las antorchas y le miraban de reojo, extrañados por su vestimenta, aunque no dijeron nada. Que los guardias se encargaran de él si no debía estar allí. Con todo, Yagami prácticamente no encontró a nadie durante su paseo y dobló por un pasillo que se internaba en el palacio, buscando a Yafar o a Wix. Aunque en un palacio tan grande, era muy fácil perderse…
Estaba a punto de llegar al final del pasillo cuando una figura se interpuso entre la salida y él.
El joven apenas sí tuvo tiempo para reaccionar. Cuando quiso darse cuenta una mujer joven, protegida por una armadura, se abalanzaba sobre él con su Llave Espada en ristre.
Yagami sintió un violento tirón del cuello de su camisa, que le cortó la respiración, y lo lanzó hacia atrás. Cayó de espaldas sobre el suelo al tiempo que escuchaba un resonante sonido metálico.
Wix estaba de espaldas a él, y retenía a su enemiga con su alabarda. Las dos mujeres presionaban con todas sus fuerzas, les temblaban los brazos y sus pies resbalaban ligeramente sobre el suelo hacia atrás.
Al final, Lyn saltó hacia atrás con agilidad, pero no hizo desaparecer su Llave Espada. Sus orejas estaban erizadas, los colmillos sobresalían, más pronunciados que nunca, entre sus labios, y sus pupilas se habían afilado como agujas.
—
¿Por qué? —gruñó Lyn—.
¿Por qué nos traicionaste, Iwashi?Wix no contestó. Alzó su alabarda, preparada para defenderse.
Se sostuvieron la mirada unos segundos. Al final Lyn lanzó un gruñido y meneó la cabeza, frustrada. Si se ponían a pelear, ocasionarían tal destrucción que no podría justificarlo de ninguna manera en Tierra de Partida. Así que retrocedió sin darles la espalda hasta que salió del pasillo y desapareció de su vista.
Wix todavía aguardó unos segundos en guardia, pero visto que la Maestra se había marchado, se volvió hacia Yagami y le dijo:
—
Vamos Sin más, echó a andar, sumida en un espeso silencio que el muchacho no lograría romper con ninguna pregunta. Pocos minutos después regresaron a donde Kailee esperaba a Yagami. Le hizo un gesto a la muchacha, indicándole que la siguiera, y atravesaron las altas e imponentes murallas que guardaban el palacio, rumbo a la salida de la ciudad.
—
Rápido, tenemos que encontrarnos con el visir. La noche estaba a punto de cubrir Agrabah.
****Aladdín, con su simpático y animado mono al hombro, Hikaru y aquel extraño viejo dejaron la ciudad atrás cuando el sol estaba a punto de morir en el horizonte. El hombre montaba en un pequeño pero resistente onagro, asegurándoles que sus piernas no resistirían el camino y no dejaba de mirar de reojo la Llave Espada que portaba Hikaru. Sus miradas se acabaron volviendo tan insistentes que quizás el chico pensaría que lo mejor era ocultar aquella arma. El viejo pareció que iba a preguntarle algo, pero al final meneó la cabeza y pegó los labios.
El camino fue largo, duro para alguien no acostumbrado a luchar contra la resistencia de la arena en la que se hundían los pies una y otra vez.
—
Es por aquí, por aquí —sonreía el viejo señalando al frente, seguro de sí mismo, a cualquier pregunta que le hicieran.
Aladdin torció la boca y miró de reojo a Hikaru:
—
Espero que esté en sus cabales —le susurró, empezando a dudar de si había sido buena idea seguirle.
Quizás habría sido mejor marcharse en cuanto los sacó de la cárcel.
El viejo se giró hacia ellos.
—
¿No me creéis, eh? —y tendió una mano. Cuando abrió los dedos, largos como patas de araña, pudieron ver el maravilloso brillo de varias monedas de oro y de un par de rubíes. Los ocultó rápidamente en su ropa y chasqueó la lengua—.
Hay más, mucho más, en la Cueva. Esto no son más que minucias en comparación con las maravillas que hay allí. Pero claro, sin mí… nunca la encontraréis. Y les dedicó una sonrisa macabra.
Podían intentar atacarle, no era más que un viejo flacucho y sin fuerza. No podría resistirse si insistían en robarle el dinero. Pero demasiado muy lejos de la ciudad como para volver antes de que se hiciera de noche… Y si lo hacían, perderían la oportunidad de conseguir muchas más riquezas.
Aladdin no dudó. La mera idea de ver toneladas de oro le animó a continuar con renovadas energías su camino.
Ya era noche cerrada cuando, de pronto, su extravagante guía rió hurgó en sus harapos. Les mostró un bonito escarabajo dorado que reflejaba la luz de las estrellas:
—
No lo perdáis de vista, vamos a tener que seguirlo—les advirtió.
Y, sin más, lo lanzó al aire. Para sorpresa de Hikaru y Aladdin, el escarabajo comenzó a despedir una resplandeciente luz propia y agitó a toda velocidad sus alas para salir despedido al frente.
—
¡Rápido, no lo perdamos de vista!Para él era fácil decirlo, sólo tuvo que clavar los talones en los costados del onagro para que entrara al galope.
Por suerte, el escarabajo no fue muy lejos. Tras diez minutos de persecución, el bicho se dividió en dos y se hundió bajo las arenas. Se escuchó a continuación un profundo gemido, un rugido que parecía venir de las profundidades de la tierra. La arena comenzó a temblar y se levantó un fuerte viento que les cegó durante un minuto.
Cuando pudieron abrir los ojos se encontraron con una inmensa, gigantesca cabeza en forma de tigre. Su boca estaba abierta de par en par… y de su garganta provenía una luz dorada.
—
¿Quién osa perturbar mi sueño? —preguntó la cabeza, con una voz que les retumbó en el pecho.
Aguardó unos segundos a su respuesta.
—
Podéis pasar. Pero no toquéis nada más que la lámpara. Y abrió de par en par sus mandíbulas.
—
¡Ahí lo tenéis! —gritó el viejo, que les apuntó con su bastón y entornó los ojos—.
¡No toquéis nada o la boca de la Cueva se cerrará para vosotros y os quedaréis encerrados! ¡Traedme la lámpara! Cuando la tenga, entonces podréis hacer lo que queráis.Aladdin miró a Hikaru. Abú temblaba en el hombro del muchacho, y se escondió debajo de su fina chaqueta. Aladdin inspiró hondo:
—
¿Vienes? —le sonrió de lado—.
Si no lo haces, mejor que mejor. Más tesoro para mí —y le guiñó un ojo antes de pisar el labio inferior del tigre y bajar por la lengua, que se había plegado en forma de escalera.
He tenido que editar una cosilla sobre la alabarda de Wix. Mil perdones ;w;