[Castillo de Bestia] Bonjour, monsieur!

Trama de Fátima, Hana y Xefil

La aparición del bando de Bastión Hueco ha colocado a la Orden de los Caballeros de la Llave Espada en una tensión creciente difícil de remediar. ¿Llegarán a enfrentarse ambos bandos en conflicto, o será posible la paz?

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Re: [Castillo de Bestia] Bonjour, monsieur!

Notapor Nell » Dom Feb 24, 2013 9:29 pm

A Hana le decepcionó la respuesta de Lyn. Si apenas había sincorazón en aquel mundo, entonces, ¿para qué la necesitaban? ¿Para hacer de niñera con Ronin? ¿Qué podía llevar al maestro de Maestros requerir de alguien? En cualquier caso, al menos pudo apuntarse mentalmente la zona peligrosa del mundo que Lyn había apuntado.

Tampoco pilló la indirecta malintencionada de la Maestra, pero no le dio importancia. Cosas suyas. Cosas de críos, seguramente.

Y partieron, finalmente, hacia ese mundo. Al llegar, tuvieron que aguantar los primeros rayos de sol cegándolos. Hana bajó de un salto de su Glider, e hizo desaparecer la Llave Espada y la armadura. Habían aterrizado en una colina, cerca de una casa apartada y casi a la entrada de una aldea más grande. Hana resopló.

Había visto muchos lugares, y podía afirmar con rotundidad que el nivel cultural y tecnológico de aquel sitio era inferior al de otros que había visitado. Lo que hizo que, inmediatamente, los catalogara a todos como gentes ignorantes que aún no eran conscientes del gran potencial de la raza humana.

¡Seguro que aún iban al pozo a buscar agua! ¡Menudos paletos!

Ronin dio las instrucciones pertinentes. Dejando a un lado el tema del cambio de Maestro que la había decepcionado, agradeció bastante la manera en la que el Maestro enfocaba la misión. Podían decidir qué hacer y cómo hacerlo. Libertad absoluta. Aunque se mostraba serena, como siempre, Hana comenzaba a estar más impaciente por comenzar la investigación y explorar más ese lugar.

De las tres rutas disponibles, el Maestro escogió la de la derecha, con la intención de conseguir “algo” para Lyn. Hana tampoco comprendía a qué se referían, con tantos secretitos que se traían entre ambos. Comenzaba a enfadarse de que se los ocultaran de una forma tan obvia.

Y entonces, al mirar el aspecto de Lyn, lo intuyó. Habría sonreído de tener corazón, pero se limitó a sentirse de cierta forma superior por tener la libertad de ir hacia el pueblo, mientras que Lyn debía de quedarse esperando.

¿Entonces hay que averiguar si los sincorazón han llegado hasta la aldea, eh? ―musitó―. Imagino que éste será nuestro punto de encuentro. Voy a dar una vuelta. Ya volveré ―comentó, metiendo las manos en los bolsillos.

En realidad, ni siquiera tendría que haber dado explicaciones, y más tarde se arrepintió de ello. ¿Y a ellos qué más les daba? De todas formas, así había dejado de cierta forma claro que prefería hacerlo en solitario.

Pero, libre por fin, echó a andar hacia el sendero de la izquierda, tras la joven que acababa de salir de la casa aislada a las demás. Ni le apetecía seguir a Ronin, ni descubrir los secretos del bosque, aunque la tal Fátima sí estaba lo suficiente interesada como para preguntarle a Lyn sobre ellos. En cuanto volviera para dar parte, esperaba descubrirlos también. Muy corta sería la visita al mundo si no se daban una vuelta por un sitio tan aparentemente peligroso.

Por otro lado, la mujer que había tomado su mismo camino era mayor que Hana. No obstante, como ya estaba catalogada como una pueblerina más por la aprendiza, no esperaba mucho de ella. Se limitó a seguirla por ir en el mismo sendero, un poco curiosa por su abstracción en el libro, antes que en fijarse por donde pisaba. Sería, probablemente, otra de esas personas idiotas que pensaban en vivir aventuras a través de libros. ¡Qué poco sabían de la vida!

En cuanto entrase a la aldea y viese el panorama, decidiría mejor cómo actuar.
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Re: [Castillo de Bestia] Bonjour, monsieur!

Notapor Zee » Mar Feb 26, 2013 7:24 am

¡Ahora no hay tiempo! ¡Te prometo que cuando volvamos, te enseñaré una mañana que tengamos libre los dos! ¿Te parece? —se negó Ronin, restringiéndome así la oportunidad de aprender de él.

No pedí una lección, Maestro, sino una demostración... —Ronin hizo una extraña mueca tras un apunte por parte de Lyn y luego se colocó el casco, preparándose para despegar—. ¡E-eh! ¿Maestro Ronin...? ¡O-oiga, Maestro Ronin...!

* * *


Fue la Maestra Lyn quien decidió nuestro lugar de aterrizaje: al otro lado del bosque donde habíamos encontrado el castillo en nuestra anterior excursión, en la aldea que se hallaba alojada en su límite. Envueltos todavía por la breve oscuridad del alba, descendimos muy cerca de la entrada a la villa, donde rápidamente nos deshicimos de nuestros Gliders y Armaduras.

De inmediato, fue el Maestro Ronin quien decidió dejar claras nuestras instrucciones. La idea parecía ser encontrar información sobre la aparición de los Sincorazón, y teníamos tres lugares distintos por los cuales ir al interior del simpático pueblo. Con algunas represalias por parte de Lyn, al final nuestro Maestro decidió tomar el camino de la derecha... no sin antes mencionar algo que parecía ir especialmente dirigido a mí.

Antes de que se me olvide, Hana, Fátima... Xefil ya lo sabe, pero os prohíbo que vayáis al castillo que hay al otro lado del bosque. Es más, no quiero que piséis el bosque en sí. Demasiados Sincorazón... y lobos. Criaturas que no nos conciernen.

Mentiría si dijese que la prohibición de Ronin no me puso de mal humor. Tenía al menos una mínima esperanza de echar una ojeada al castillo, asomarme a ver qué tanto había progresado o debilitado la maldición, ofrecer mi ayuda incluso... Pero aquella sentencia había sido clara. Si alzaba vuelo con mi Glider, llamaría la atención como un bufón en un banquete, y seguramente tanto Ronin como Lyn se encargarían de darme mi escarmiento. Si decidía caminar, por otro lado... bueno, quién sabría si saldría vivo de aquel oscuro bosque.

Desgraciadamente, lo mejor era quedarme. Dejando salir un suspiro, miré a la lejanía, en dirección al castillo de la Bestia, con un atisbo de preocupación e incluso nostalgia.

"...eña aldea
un lugar,
cada día igual...
"


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Una canción interrumpió mi mal humor. Una melodía entonada por una hermosa voz femenina, a la que muchos tendrían que envidiar. A nuestro lado pasó su dueña, una joven campesina de vestido blanco y celeste, que leía un libro mientras cantaba. De inmediato me llamó la atención, por la manera en la que bailoteaba al ritmo de su propia canción y no se perdía en su lectura.

Y, por alguna razón, a Némesis también le interesó la muchacha. Una leve sacudida en mi pecho y una punzada en mis ojos me hicieron saber que mis pupilas se habían tornado rojas y brillaban con una luz mágica, como si algo en la joven hubiese llamado la atención de la Locura.

Tenía que... seguirla...

¿Entonces hay que averiguar si los sincorazón han llegado hasta la aldea, eh? ―me interrumpió Hana, aunque sin realmente saberlo. Sin esperar ninguna clase de respuesta, inmediatamente declaró―: Imagino que éste será nuestro punto de encuentro. Voy a dar una vuelta. Ya volveré.

Con aquellas palabras, la chica se adelantó, tomando el mismo camino que la joven cantante. Seguramente planeaba preguntar directamente, pues parecía el tipo de persona que no se andaba con rodeos. ¿Y qué mejor manera que hablar con un nativo?

Buena suerte, Hana.

Aquello me dio una idea. Si bien no podía volver al castillo... ¡aun podía enterarme de sus noticias! La fortaleza era un sitio bastante vigilado por los pueblerinos, por el mismo mito de la Bestia que lo habitaba. Cualquier cosa fuera de lo común seguramente habría llamado su atención, y era bastante probable que las noticias aún corrieran de boca en boca. No era una idea grandiosa, era cierto, pero era un inicio.

Entonces... Fátima, Maestra Lyn ―me despedí formalmente de las dos Portadoras, con una leve reverencia. Con aquello dicho, me dispuse a continuar mi camino. Sin embargo, antes de irme, hubo algo que me llamó la atención y me obligó a detenerme:

Maestra, si no es mucha indiscreción… ¿Podría decirme a qué se refería el Maestro Ronin cuando ha hablado de “criaturas que no nos conciernen”?

Aquella había sido Fátima, dirigiéndose a Lyn. No supe si la Maestra tendría preparada una respuesta y si con lo que estaba a punto de decir iba a interrumpirla. ¿Se consideraría una falta de respeto? O peor, por lo que iba a expresar, ¿una muestra de insubordinación?

No lo pensé. No me importó. Dije lo que tenía, plantado en mi sitio y sin girarme siquiera.

Se refiere a que no podemos ayudarles, Fátima, porque no debemos intervenir en asuntos de otros mundos. Incluso si una vida se halla en peligro, incluso si el mal ha triunfado sobre el bien, incluso si un pobre corazón sufre... ―lo siguiente lo dije con un hilo de voz, aunque todavía audible―. Mientras no se trate de los Sincorazón... no se nos permite intervenir...

Y me fui por el camino del centro, apretando con ira e impotencia puños y dientes, mientras mis ojos brillaban con el color de los rubíes.

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Nell me ha arrebatado a Bella, así que tomo el camino del centro. El que nadie ha tomado, vamos, si ignoramos el bosque xD

Y oh, perdonen la tardanza.
—You're like that coffee machine: from bean to cup, you fuck up—

~Dondequiera que el arte de la medicina es amado,
también hay un amor a la humanidad~


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Re: [Castillo de Bestia] Bonjour, monsieur!

Notapor EspeYuna » Mié Feb 27, 2013 11:06 pm

Fátima

Lyn cruzó su mirada con la de Fátima, aún algo alterada por las bromas de Ronin. Sin embargo, recuperó la compostura y contestó a su aprendiz, tras que Xefil diera su explicación y se dirigiera a la aldea a través del camino central:

Supongo que se refiere a los lobos que habitan en el bosque —le explicó, sin darle mayor importancia—. Aunque es cierto lo que ha dicho, y espero que hayas prestado atención a sus palabras. No podemos interferir en asuntos de otros mundos, y éste es un ejemplo de los más simples, y a veces se les escapa a los novatos.

>> Los lobos acaban con la vida de los humanos que se atreven a pisar su territorio. Los humanos cazan a los lobos para conseguir pieles para el invierno. O para defender su aldea de asaltantes inesperados. Ninguno de ellos son sincorazón. Así mismo, podemos comparar este ejemplo con otro mucho más grave a nuestros ojos: una guerra entre dos grandes reinos, pertenecientes al mismo mundo. No podríamos interferir, a no ser que los líderes estuviesen cegados por la oscuridad de sus corazones y fueran capaz de usar a los sincorazón a su voluntad.

>>> Aunque está bien claro que todos acaban igual. Tarde o temprano, a pesar de ser fuertes, esas personas se convierten en sincorazón. Son engullidos por su propia oscuridad o asesinados por sus "esclavos".


Lyn miró entonces hacia la aldea.

¿Por qué siempre tengo que meterme en líos por culpa suya? —masculló entre dientes, molesta.

Parecía impaciente porque Ronin llegara con "aquello" que necesitaba. ¿Pero el qué? Fátima podría esperar a que el Maestro volviera y aprovechar para sonsacar más a su nueva mentora, si quería entablar conversación con ella.

O también podía tomar cualquier camino para reunirse con el Maestro Ronin, con Xefil o con Hana, si le resultaba incómodo pasar mucho tiempo al lado de Lyn.

Hana

La joven siguió a la campesina por el camino de la izquierda, quien parecía perdida entre las páginas de su libro. Pasaron por un pequeño puente a través de un bello riachuelo, encontrándose de frente con la entrada a la aldea. La mujer, ocultando su libro en un cesto que llevaba consigo, comenzó de nuevo a cantar.

Una melodía muy hermosa, que llamaría la atención de Hana. Sin duda, parecía una chica especial. Muy especial. Sentía algo extraño contemplándola a sus espaldas, siguiéndola con sigilo, pero no sabría decir por qué.

Con el sol se levantan todos
despertando así


De pronto, Hana pasó de la tranquilidad del campo a un auténtico jolgorio nada más entrar en las calles de la aldea.

Bonjour!
Bonjour!
Bonjour, bonjour, bonjour!


Los aldeanos abrían las ventanas para que el sol entrara en sus casas, se saludaban unos a otros con una palabra bastante extraña para la aprendiz, cabe reconocer; los niños salían por las puertas para asistir a la escuela, junto a sus padres, quienes, fuesen herreros, agricultores o pastores, se dirigían a ganarse la vida con su trabajo.

Existía cierta alegría que desprendía el pueblo de forma curiosa, y puede que irritante para Hana, pues todos cantaban al unísono y no tan bien como la campesina de antes.

Podía seguir el mismo camino que la joven, la cual se paraba en una panadería o tomar una calle hacia la derecha, donde se dirigía la mayor parte de las aldeanas. Pero el pan olía tan bien, ¿podría ser capaz de conseguir una porción de pan recién hecho sin ser vista?

Ya llega el panadero como siempre
su mismo pan viene a vender

Desde el día en que llegué
todo sigue igual que ayer
Nada nuevo que contar...


¡Hola, Bella!

Bonjour, monsieur!

Xefil

El muchacho, aun algo aturdido por los efectos de Némesis, intentó mantenerse firme y cruzó el camino del centro, escuchando a lo lejos la explicación de Lyn a su aprendiz.

El césped del camino fue sustituido por más piedras que conformaban una entrada a la aldea. La atravesó y se encontró con un buen follón de gente.

¡Salchichas frescas!

¡Un cuarto de pan!

¡Atún!

¡Huevos!

¡Leche!


Un gran mercado, con gente que iba allí y allá con sus productos para intercambiarlos con los de los vecinos, o bien venderlos o comprarlos a un buen precio. Comerciantes, artesanos, vagabundos pidiendo o artistas ambulantes. Un poco de todo, vamos.

Xefil podría adentrarse entre la multitud y curiosear los bienes que ofrecían aquellos alegres habitantes. O bien, si quería, podría asomarse a una plaza más despejada al otro lado. Con una fuente de agua fresca y pastores alrededor con su rebaño, esperando quizás a otros compañeros para abandonar la aldea y llevar a sus ovejas a las afueras.

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Re: [Castillo de Bestia] Bonjour, monsieur!

Notapor Suzume Mizuno » Mar Mar 05, 2013 11:53 pm

Lyn miró a Fátima y abrió la boca para responder.

Sin embargo, para su sorpresa, Xefil se adelantó a su Maestra. Le escuchó con una mezcla de consternación y de curiosidad, porque el muchacho bajó tanto el tono de voz que tuvo que agudizar el oído para entender sus últimas palabras.

Mientras no se trate de los Sincorazón... no se nos permite intervenir...

No pudo evitar preguntarse qué habría ocurrido para que Xefil resaltase aquella norma de los Caballeros de la Llave Espada con tanta… frustración. ¿O dolor? No estaba segura. Quizás se lo estaba imaginando. En cualquier caso, no tuvo tiempo para hacer preguntas, porque Xefil continuó por el camino sin dejar de darles la espalda.

Supongo que se refiere a los lobos que habitan en el bosque —señaló con desinterés—. Aunque es cierto lo que ha dicho, y espero que hayas prestado atención a sus palabras. No podemos interferir en asuntos de otros mundos, y éste es un ejemplo de los más simples, y a veces se les escapa a los novatos.

Asintió y estuvo a punto de decir que era muy consciente de las normas. Sin embargo, pensó en Mulan… Y prefirió cerrar la boca. Claro que había sido una orden específica de Ronin ir a buscarla, intervenir para sacarla del campamento.

Escuchó las palabras de Lyn en un silencio respetuoso, dando un suave asentimiento cada poco para indicar que estaba prestando atención. Pero a medida que la Maestra hablaba, la información se le atragantaba en la garganta y que sentía cierta desazón.

¿Podía haber algo más triste que estar en una guerra… y no poder intervenir? ¿O no poder ayudar a gente inocente que estaba siendo atacada?

Pero… eran las normas. Y las normas se habían establecido por algún motivo, nunca obedecían a una lógica aleatoria.

No lo olvidaré —prometió, y dio una patada a una piedrecilla del camino, pensativa.

No se le había pasado por alto que las respuestas de Xefil y Lyn no respondían a su pregunta. ¿Por qué iba a hablar Ronin de "criaturas" pudiendo haber dicho "lobos"? Masticó en silencio sus dudas, pero terminó por dejarlo correr. Cuando volviera, se lo preguntaría en cuanto tuviera un momento.

Lyn empezó a mirar con creciente impaciencia hacia el pueblo.

¿Por qué siempre tengo que meterme en líos por culpa suya?

“Pues todavía no entiendo por qué hemos venido…”.

Abrió y cerró la boca un par de veces, insegura de si debería hablar. Pero al final no pudo contenerse:

Maestra… Si hemos venido a investigar sobre si los Sincorazón están molestando a los aldeanos… ¿no deberíamos ir a la aldea también? ¿O es que vamos a internarnos en el bosque cuando regrese el Maestro Ronin? —inquirió con un hilillo de voz.

Algo le dijo que la susceptible joven la iba a mandar a paseo, pero aun así quería tenerlo claro. Si resultaba que no estaban esperando ahí para nada… Quizás le convendría más ir a investigar por su cuenta.

Le hubiera gustado saber qué era eso tan importante que había ido a buscar Ronin, pero si no habían mencionado específicamente su nombre sería porque no era algo que les interesara a los Aprendices. Aunque Ronin podría haber sido menos cantoso y directamente no haberlo nombrado... Le carcomía la curiosidad y quería ver qué era lo que había ido a buscar.
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Re: [Castillo de Bestia] Bonjour, monsieur!

Notapor EspeYuna » Mié Mar 13, 2013 9:40 pm

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Voy a hacer un post para Suzu pues es la única que ha posteado en esta ronda y así adelantar su parte con algo de extra. Espero que ya para la próxima podáis postear sin problemas =(
La próxima vez no seré tan buena y comenzaré a poner faltas, MUAJJAJAJ (?)


No, Fátima —seguidamente después de negar con la cabeza, esbozó una sonrisa, fijándose en su nueva aprendiz—. Quizás debería cortarte esa lengua que tienes, no paras de hacer preguntas.

¿A quién se parecerá?

Lyn se giró para confirmar que aquella voz era la de Ronin, quien había llegado en ese mismo momento a donde se encontraban ambas, Maestra y aprendiz.

¿Me has traído eso? —preguntó Lyn, impaciente y con cierto mosqueo.

Sin embargo, Ronin la ignoró por completo y se dirigió a Fátima, susurrándole al oído mientras Mordisquitos se subía a su cabeza.

Cuando ella era aprendiz, no paraba de hacerme preguntas. Sobre los mundos, sobre la Llave-Espada, sobre Tierra de Partida —le dijo, riendo—. Así que no te sientas intimidada si te suelta algo así, estás en todo tu derecho a que te responda, al igual que yo la tuve que aguantar.

Tras eso soltó otra risotada de las suyas, mientras Lyn, bastante malhumorada, se acercaba a él.

Ronin, te juro que como no...

Antes de que la mentora pudiese terminar de sentenciar su amenaza contra el Maestro de Maestros, éste sacó de sus ropas una extensa capa, de una tela algo desgastada, y cubrió con ella a Lyn.

Verás Fátima, si te pones a pensarlo no será tan difícil adivinar que Lyn tiene rasgos muy característicos y... especiales —dijo Ronin, apartando la capucha de Lyn y dejando ver sus orejas de animal. Ésta no tardó en taparse nuevamente—. Este mundo considera monstruo a todo aquel que sea diferente a la mayoría de los nativos. Aquí, Lyn puede ser considerada tan peligrosa como un sincorazón, a los ojos de los aldeanos.

>> Aparte de eso, debemos mantener el secreto de nuestra procedencia.


El rostro de Lyn estaba cubierto por la capucha, por lo que Fátima no pudo contemplar la expresión de su rostro cuando Ronin le explicó aquello.

Vamos —fueron las únicas palabras que salieron de la boca de la Maestra, quien se adelantó unos pasos hacia la aldea, por el camino de la derecha—. ¡He dicho que vamos!

Antes de que Fátima pudiera seguir a su mentora, quien parecía impaciente con acabar cuanto antes, una mano le sujetó el hombro, aunque no con rudeza. Ronin volvió a susurrarle al oído, aunque disimuladamente y sin que Lyn se diera cuenta:

Lyn puede ser muy terca a veces, pero te aseguro que es un cacho de pan —confesó, sonriendo en dirección a la espalda de la joven Maestra—. Dale tiempo, y seguro que os llevaréis bien. Lo intuyo. ¡Además, seguro que tengo razón! ¡Por supuesto!

Ronin estalló de nuevo a carcajada limpia, retumbando en los tímpanos de Fátima. Lo que sí estaba claro es que debía apresurarse antes de que su nueva Maestra decidiera no volver a contar con ella para una misión como aquella.

Pero, ¿qué clase de misión? ¿Por qué debían vigilar a Ronin?

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Re: [Castillo de Bestia] Bonjour, monsieur!

Notapor Suzume Mizuno » Lun Mar 18, 2013 6:24 pm

Fátima notó peligro cuando Lyn respondió con una sonrisa, y sus temores se confirmaron al escuchar aquella seca amenaza. Sin querer apretó las mandíbulas para proteger su lengua de posibles ataques.

¿A quién se parecerá?

No pudo disimular un suspiro de alivio al reconocer el vozarrón de Ronin, que se acercaba por el camino hacia ellas.

¿Me has traído eso? —inquirió Lyn con irritación.

El Maestro la ignoró y se plantó al lado de Fátima. Cuando se agachó para poder hablarle al oído, Fátima se puso en tensión, temiendo que le fuera a echar una reprimenda. Sin embargo, Ronin no tenía esas intenciones y e incluso imprimió cierta complicidad a su tono:

Cuando ella era aprendiz, no paraba de hacerme preguntas. Sobre los mundos, sobre la Llave-Espada, sobre Tierra de Partida —soltó un risa—. Así que no te sientas intimidada si te suelta algo así, estás en todo tu derecho a que te responda, al igual que yo la tuve que aguantar.

Y remarcó la frase con una carcajada atronadora. Lyn se acercó al Maestro con un aire furibundo y Fátima se tuvo que reprimir para no apartarse un par de pasos. Estaba acostumbrada a tener una Maestra que imponía respeto y temor a partes iguales, pero Nanashi siempre había estado rodeada por un aire frío, distante. Lyn imponía de una manera mucho más directa y física. No podía estar segura de si le quería levantar la mano o no.

¿Cómo no iba a sentirse intimidada si cada vez que hacía una pregunta inoportuna tenía la sensación de que su Maestra la iba a emprender contra ella a zarpazos?

Ronin, te juro que como no...

Éste, en vez de amedrentarse, extrajo una larga capa que ondeó en el aire al ponerla sobre la cabeza de la joven.

Verás Fátima, si te pones a pensarlo no será tan difícil adivinar que Lyn tiene rasgos muy característicos y... especiales —Ronin alzó la capucha con la que acababa de cubrir a la Maestra para dejar a la vista sus orejas, pero Lyn volvió a cubrirse con brusquedad—. Este mundo considera monstruo a todo aquel que sea diferente a la mayoría de los nativos. Aquí, Lyn puede ser considerada tan peligrosa como un sincorazón, a los ojos de los aldeanos.

>> Aparte de eso, debemos mantener el secreto de nuestra procedencia.


Fátima intentó discernir la expresión de Lyn, en vano, pues la capucha impedía atisbar ni un centímetro de su rostro. Luego asintió lentamente. Llevaba tanto tiempo viviendo entre gente “peculiar” que ya lo consideraba algo habitual. Había olvidado su estupor cuando llegó a Tierra de Partida y vio a los distintos Aprendices. Pero en algunos mundos, como el suyo, no debían estar acostumbrados a ver gente que tuviera rasgos animales.

Ahora todo estaba claro: Lyn se había quedado esperando fuera porque no quería despertar el temor de los aldeanos. Sin embargo, seguía sin comprender por qué tanto misterio en torno a conseguir una capa. Con lo fácil que habría sido traerse una desde Tierra de Partida.

Y, por otra parte… Creía entender el estupor de Ronin cuando Lyn anunció que quería ir a aquel mundo. ¿Por qué tanta insistencia en acudir a un lugar donde sabía que iba a llamar la atención?

Vamos —la voz de Lyn la sacó de sus pensamientos. Cuando quiso darse cuenta, la Maestra había empezado a caminar hacia el pueblo—. ¡He dicho que vamos!

Apenas había dado un paso para ir detrás de ella cuando Ronin la detuvo con firmeza poniéndole una mano en el hombro y le susurró:

Lyn puede ser muy terca a veces, pero te aseguro que es un cacho de pan —Ronin esbozó una sonrisa mientras miraba en dirección a su compañera, que se alejaba a buen paso y cada vez les dejaba más atrás. Fátima recordó cómo se había ruborizado Lyn cuando Ronin le acarició la cabeza, o cómo abrazaba su muñeca de trapo en el torreón, y no pudo más que darle la razón para sus adentros. El problema era que los bruscos cambios de actitud de la joven hacían olvidar fácilmente ese otro… lado—. Dale tiempo, y seguro que os llevaréis bien. Lo intuyo. ¡Además, seguro que tengo razón! ¡Por supuesto!

Y rompió a reír estruendosamente. En cualquier otra circunstancia, Fátima habría soltado un mal disimulado suspiro de irritación. Pero ahora sonrió.

Gracias por decírmelo y… Espero que tenga usted razón y pueda llevarme bien con mi Maestra.

Por su propia integridad física, lo esperaba. Pero lo cierto era que el recuerdo de aquella muñequita de trapo la ablandó un poco por dentro. Si algo había aprendido de pequeña es que las personas no son agresivas sin motivo.

Echó a correr detrás de su Maestra y no frenó hasta alcanzarla, mientras que empezaba a asimilar Ronin no era tan idiota como le gustaba fingir ser. Pero Lyn había dicho que iba con él para vigilarle… ¿Habría metido la pata en aquel preciso mundo, y por eso Lyn estaba empeñada en acompañarle?

Se moría por preguntar, pero dudaba mucho que Lyn fuera a contestarle. Podría haber intentado sonsacárselo a Ronin, sin embargo, sabía que no debía pecar de cotilla. Además, tampoco quería causarle todavía una peor impresión a Lyn. Si conseguía acabar el día sin que volviera a amenazarla con extirparle alguna parte de su cuerpo, se consideraría satisfecha.
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Re: [Castillo de Bestia] Bonjour, monsieur!

Notapor Zee » Mar Mar 19, 2013 12:24 am

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¿Cuánto tiempo he estado...?

Detuve el fluir de mi conciencia, temeroso a que el simple hecho de pensar siquiera me alejara de mi objetivo principal. Cualquier distracción podía significar la derrota en tan fiera batalla de voluntades. Respirar, incluso, se me antojaba el reto más grande, digno de héroes de leyenda.

No podía permitirme la existencia de nada más que aquel oscuro e infinito vacío, extendiéndose estremecedor y sobrecogedor frente a mis ojos. El sonido del agua corriendo a mi izquierda, el tacto de la fría piedra bajo mis piernas, la brisa golpeando mi cabello... todo me parecía superfluo y efímero, tan cercano a la inexistencia y a la nimiedad, cuando se comparaba con las eternas tinieblas aprisionadas en aquel par de perfectas obsidianas.

Quería ser absorbido por aquel espacio, ser reducido a nada, rodeado por la más perfecta oscuridad. Pasado, presente y futuro; espacio y tiempo; vida y muerte... no eran más que vacuas palabras concebidas por la conciencia que alguna vez creyó existir.

Yo era nada... El mundo, el universo entero era la nada.

Qué maravilloso poder contemplaban mis ojos. El poder más magnífico jamás otorgado por los mismos Dioses. La capacidad de crear y destruir universos.

Hubiese yo observado aquellas relucientes joyas de inexistencia durante unos pocos instantes más, quién sabe a qué habría sido reducida mi persona. ¿Qué me había traído de vuelta? ¿Las ganas de continuar viviendo, sepultadas en lo más profundo de mi agonizante corazón? ¿O tal vez la súbita comprensión de que ganar aquel encuentro era imposible para un sencillo mortal?

Nunca pude precisar la razón, pero finalmente... parpadeé.

El mundo volvió de pronto, con el curioso hechizo finalmente roto. La derrota se sentía amarga, pero aun quedaba la promesa de una nueva vida. Un nuevo yo.

Un nuevo universo, tal vez, creado por aquel todopoderoso ser, en cuyos ojos se encontraba el secreto del génesis y el apocalipsis.

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Pasaste diecinueve días en un concurso de miradas con un cordero.

Me puse de pie y me sacudí el atuendo con orgullo, ignorando las palabras de Némesis.

Patrañas.

Lo único que había hecho era sentarme en la fuente de agua, mientras observaba una adorable ovejita. ¿Diecinueve días? Sabría dios de dónde sacaba la bruja semejantes sinsentidos. Aunque, ahora bien, era la personificación de la Locura, así que eso podía excusarla un poco.

Aunque sí que había sido un concurso de miradas, para ser justos.

Carraspeé y me acomodé el pañuelo de mi cuello, como intentando recobrar mi alto porte. Aquel mítico encuentro sería un secreto entre la creadora y destructora de universos y yo mismo.

De vuelta a la misión...

¿Cómo ha estado la situación de los lobos en el bosque últimamente? —pregunté a uno de los pastores que esperaban en la fuente. Después de todo, aquel asunto era de su interés debido a su oficio.

Y con suerte, puede que hablaran de más bestias que sólo lobos.

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Lamento la tardanza. Pasa que, al momento de postear, sentí que no había mucho espacio para mi propia interpretación. Y con una cosa y otra, se me fue olvidando que tenía que postear xD Lo lamento; de verdad intentaré que no vuelva a pasar.

Al final, la tardanza me dio suficiente jugo para un post que me agradara. Oveja Creadora y Destructora de Universos FTW
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Re: [Castillo de Bestia] Bonjour, monsieur!

Notapor Nell » Mié Mar 20, 2013 1:18 am

Le parecía una chica bastante chiflada. Por más que la miraba, no apartaba sus ojos de aquel dichoso libro, seguramente relatador de aventuras y experiencias creadas por la cabeza de su autor. ¡Y tan inútil como el resto! La joven se estaba echando a perder, como otras tantas, basando su vida sólo en las letras.

¿Para qué servían los libros, de todos modos? Sólo eran un conjunto de palabras que contaban historias inventadas. Los héroes se enfrentaban contra los villanos, ganaban la ardua batalla, y el chico se casaba con la chica. ¡Como si en la vida real fuera así! En nada podían compararse esas patéticas realidades con las auténticas aventuras que Hana había oído de boca de quienes las vivieron. Y es por ello que tenía una cruzada personal contra esas hojas inútiles.

El sólo imaginar a la feliz pareja de héroes del libro hizo crujir los dientes de Hana.

Sin embargo, tras pasar el puente y entrar a la aldea, la chica peculiar guardó su libro, sustituyéndolo por algo que Hana no esperaba: una canción.

Y menuda canción. Tenía una voz armónica, melodiosa y encantadora. Hana supo apreciarla bien, porque había oído voces de todos los tipos: desde las que reventaban tímpanos hasta las que te hacían soñar con cuentos de hadas. La pirata nunca lo admitiría, pero era una de sus muchas aficiones ocultas. Tanto escuchar, como cantar.

Eso sí, ¡nunca en público! Perdería todo su respeto. Y no porque lo hiciera mal, sino porque los piratas sólo cantaban borrachos. Daría una mala imagen del negocio si no seguía esa norma básica.

No tuvo más tiempo para pensar en ello, pues la aldea, casi mágicamente, cobró vida. Como si la aparición de la joven fuera la que le pusiera en funcionamiento, comenzaron a salir, desde balcones y puertas, a los habitantes, saludándose con un “Bonjour”. La palabra no la había escuchado nunca, pero prestó especial atención a su entonación, como en las anteriores veces que oía un dialecto nuevo. Seguramente no fuera capaz de hablarlo, pero lo mínimo era saber imitarlo.

A partir de entonces, Hana tuvo que caminar con dificultad por las calles, esquivando a los apurados comerciantes, a los niños tan molestos y a las cotillas de todo pueblo. Fue capaz de guiarse gracias al lazo azul con el que la joven se recogía el pelo. Y sí, se dio cuenta de que la seguía, pero en cierto modo, no podía evitarlo. Había algo. Algo muy, muy raro, que la inclinaba hacia ella. Una sensación… ¿agradable?

Entonces, se detuvo frente a la panadería, donde saludó al hombre de nuevo con esa palabra, y otra más añadida. El olor no le había pasado inadvertido a Hana, pero con la poca consideración que tenía por aquel pueblo de paletos, no estaba segura de querer probarlo. A saber si no los habrían cocinado entre puercos.

Sin embargo, tampoco podía quedarse allí como una boba, esperando lo que la joven hiciera a continuación. Ni tampoco

Bonjour! ―decidiéndose a intervenir, saludó a la muchacha y al panadero. Como era la primera vez que lo decía, no sabía si lo pronunciaría muy bien, ni si la tacharían de inmediato de extranjera. Igualmente, estaba preparada para ambos casos―. Otro día igual. Pero, ¿no huele a quemado ahí dentro, jefe? ―le señaló, figurándose que en el interior del comercio tendrían el horno.

Si el hombre se marchaba, hablaría con la muchacha. Y ya vería si también tomaba gratuitamente un trozo de pan, pero eso lo decidiría según la joven.

¿Algo nuevo que contar? ―retintineó Hana.

Aunque Hana no lo había notado, desde su entrada a la aldea estaba mucho más animada. Ya ni siquiera recordaba el incidente de la elección de Maestros. Puede que ese mundo sí fuera más interesante de lo que pensaba.
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Re: [Castillo de Bestia] Bonjour, monsieur!

Notapor EspeYuna » Jue Mar 21, 2013 2:09 am

Cuando Fátima llegó a la aldea junto a sus Maestros, sintió que se encontraba de nuevo en la civilización que conformaba su mundo, salvo que aquel pequeño pueblo no se hallaba cercano al mar. Pero la única diferencia era esa, pues los tres entraron de lleno en un mercado bastante típico. Las calles estaban aglomeradas de gente, vendiendo sus productos o haciendo el famoso trueque o intercambio, algún trato más disparatado que otro, cabía decir.

Muy bien Ronin, ¿vamos a la ferretería a ver qué nos ofrecen o...? —ante la mudez de Lyn, y un leve gruñido de la Maestra, Fátima pudo comprender qué ocurría— ¡¡Será...!!

Ronin había desaparecido de sus narices. Así, sin más. Parecía que, fuera lo que fuera a hacer en aquel mundo, no tenía intención alguna en que Lyn le siguiera. Fátima pudo sentir pánico en aquel momento. Su Maestra iba a estallar de un momento a otro. Sin embargo, Lyn se calmó, teniendo en cuenta que no debía llamar la atención.

Maldito seas, Ronin, maldito seas —dijo, rechinando los dientes—. Sabía yo que no era bueno venir aquí, y ahora estoy rodeada de esta chusma y... y... Ronin, cuando te encuentre, desearás no haber nacido.

Lyn daba bastante miedo en aquel momento, a pesar de que no se le veía el rostro, su voz confirmaba que estaba bastante alterada.

En ese mismo momento, Fátima vio a lo lejos una espalda ancha y corpulenta, ropajes de color rojizo... ¿Ronin? Con tanta gente, era imposible saberlo. ¡Pero quizás, si se daba prisa, lograra atraparle! ¿Aunque sería correcto primero avisar a Lyn? Puede que si se entretuviera demasiado, acabara perdiéndolo con la mirada. Podría ir a por él, pero tendría que dejar a Lyn atrás.

* * *


¡Marie, las baguettes! ¡Rápido! —exclamó el panadero, entrando de nuevo en la cocina y dejando atrás a Hana y a la muchacha.

Oh, sí —contestó la joven, la cual su belleza tan de cerca embriagaba. Transmitía algo cálido, extraño para Hana—. Iba a la librería. Acabo de leer un cuento maravilloso, ¿sabes? Trata de unas habichuelas, un ogro y...

¿Cuántos pájaros tendría esa muchacha en la cabeza? Sin duda, amaba los libros y no le importaba compartir su afición con una completa desconocida, mostrando bastante entusiasmo por ello.

Por desgracia, Hana tenía la misma opinión que los demás habitantes de la aldea, que entre cuchicheos cantaban sobre la chica, a lo cual ésta hacía oídos sordos... o puede que estuviese tan enfrascada en su mundo de fantasía que no se diera cuenta de lo que ocurría a su alrededor.

De pronto, Hana escuchó un disparo que la hizo ensordecer. Interesada, quizás porque le resultara más emocionante escuchar un ruido parecido al de las armas de fuego de su mundo que las fantasías de una niña perdida entre libros, al girarse se dio cuenta de que la joven se había marchado sin tan siquiera decirle adiós.

¡Bravo, Gastón! ¡Ahí viene otra!

Otro disparo.

En ese momento, vio una silueta entre la multitud que quizás le llamara la atención. Era el Maestro Ronin, quien parecía evadir la mirada de un sitio a otro. Parecía incluso que se estaba escondiendo de alguien.

¿Qué sería mejor? ¿Seguir el bravo ruido de un cazador o encontrarse de nuevo con la despreocupada actitud del propietario de Mordisquitos?

* * *


Xefil, quien había estado un buen rato sumergido en los ojos de un cordero, se levantó de la fuente y se acercó a uno de los pastores. Ante sus palabras, el viejo encargado de las ovejas le dedicó una campechana sonrisa, encantado de que un joven como él se interesara por su oficio y la seguridad del mismo:

Pues muchacho, como siempre —dijo, rascándose la nuca—. Aunque hace mucho que no voy por la zona cercana al bosque, prefiero las praderas al otro lado de la aldea. Últimamente se escuchan cosas muy raras. Sobre bestias con ojos amarillos...

¡Venga ya, hombre! ¿Acaso te crees las historias? —intervino otro pastor a su lado, quien había escuchado la conversación.

Por supuesto, sabes que los ataques de los lobos a nuestros rebaños han descendido desde hace unos meses, y puede que sea porque ahora los cazados sean ellos. Sea como sea, no pienso acercarme con mis pequeñas —dijo el primero, acariciando a la "destructora de universos".

Fue entonces cuando Xefil escuchó una voz familiar, una que había escuchado hasta hacía poco. La dueña de aquella melodiosa voz se posó sobre la fuente y, rodeada de los rebaños, se puso a leer.

Es un gran romance
el apuesto príncipe llegó

Y como está encantado
ella no descubre quién es él
hasta el final


Parecía bastante absorta en su libro. Su belleza era digna de admirar, y destacaba por encima de todo lo demás en la aldea. ¿Sería correcto saludarla, interesado quizás por su lectura, o desearía seguir escuchando a los pastores?

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Estaré ausente toda la Semana Santa (viaje) y seguramente no pueda postear hasta el día 1 o 2 de Abril. Avisados quedáis y disculpad por el retraso que ocasionaré u.u

EDIT: Cambio de planes, Narra llevará la próxima ronda de esta trama, que sería el Miércoles 27 de Marzo
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Re: [Castillo de Bestia] Bonjour, monsieur!

Notapor Suzume Mizuno » Vie Mar 22, 2013 11:14 pm

Fátima experimentó una sensación agradable al llegar a la aldea. Toda esa algarabía y actividad tan de mañana, el olor a pan recién hecho y a comida que se empezaba a exponer en los puestos, el runrún de las conversaciones de gente que no pensaba mucho más allá de las cosechas o de lo que le había ocurrido al vecino, las risas de los niños que correteaban entre las piernas de los adultos ignorando sus gritos iracundos…

Le recordaba a su hogar.

Sólo habría necesitado que el aire estuviera cargado del agradable salitre del mar para creer que había regresado a su mundo. Notó una punzada en el corazón de añoranza y buscó inconscientemente a su alrededor algún rostro conocido, alguna casa familiar.

¿Estaría su familia preocupada por ella? ¿Y qué tal le iría a su hermano?

Se lo había preguntado muchas veces mientras se adormilaba en la cama, los momentos en los que la atacaba con mayor rudeza la melancolía. Estaba tan acostumbrada a dormir apretujada entre sus hermanos que no terminaba de gustarle tener un colchón para sí sola. En especial cuando tenía que arrebujarse bajo las mantas; entonces añoraba como nunca el calor corporal de sus hermanos y los cuchicheos cómplices, las risitas ahogadas antes de que su padre las mandara callar amenazándoles con ponerles el doble de trabajo al día siguiente.

Echaba de menos tener a su hermano cerca para contarle todo lo que había ocurrido. Había perdido la cuenta de las veces que había comenzado a escribir una carta en la que le contaba todas sus aventuras y luego la había quemado con un sentimiento agridulce en la boca. Como Aprendiz de Caballero, no podía revelar su ocupación. Y, de todas formas, dudaba que nadie la hubiera creído. Se rió para sus adentros. Su familia era buena gente, como la que la rodeaba, pero de mente muy cerrada. Si la hubieran visto volar sobre un cacharro metálico se habrían santiguado pensando que era cosa del diablo.

De pronto se sintió culpable. En todo ese tiempo no había escrito ni una sola carta. Se justificaba pensando que no había tenido ocasión de enviarla, pero lo cierto era que podría haber viajado a su mundo en cuanto hubiera tenido un rato libre. Nadie se lo impedía. Excepto su horror por volar, por supuesto. Pero no era excusa. Tenía que escribirles cuanto antes para que el párroco pudiera leerles la carta y que supieran que estaba sana y salva.

Avanzaron por el mercado de la aldea y Fátima se encontró esquivando con habilidad a la gente. Sonrió al escuchar los regateos por el precio de un pan, unos pescados o unos huevos, y al ver cómo se intercambiaban a lo mejor un cuchillo por varios huevos o se acordaba arreglar más tarde una mesa a cambio de leche.

Muy bien Ronin, ¿vamos a la ferretería a ver qué nos ofrecen o...? —entretenida viendo cómo una mujer que cargaba con una cantidad impresionante de críos intentaba conseguir unos cuantos huevos, no prestó atención a su Maestra hasta que escuchó un profundo gruñido emerger de su garganta— ¡¡Será...!!

¿Qué ocurre? —se volvió para mirar y entonces comprendió.

Ronin no estaba por ninguna parte. Fátima se puso de puntillas para buscar al Maestro en medio de la multitud. Tarea que se reveló imposible; no es que su altura fuera considerable. Al principio pensó que se habría perdido, despistado como era. Pero al escuchar a Lyn mascullar apretando las mandíbulas mudó de opinión:

Maldito seas, Ronin, maldito seas. Sabía yo que no era bueno venir aquí, y ahora estoy rodeada de esta chusma y... y... Ronin, cuando te encuentre, desearás no haber nacido.

Parecía que Ronin no se había perdido, sino que había desaparecido a propósito. Y teniendo en cuenta que el conocía desde que era una Aprendiz, supuso que podía confiar en su instinto. Para no suscitar la ira de su Maestra, se apartó un par de pasos y paseó la mirada a su alrededor.

Así que el Maestro de Maestros no le había podido decir a Lyn que no le acompañara y había optado por la vía más simple: escaquearse para hacer lo que se supusiera que había venido a hacer a ese mundo. De nuevo le picó la curiosidad, ¿qué le pasaba ese día?, por el secretismo con el que se comportaban los dos Maestros.

Entonces, mientras paseaba la mirada por la aglomeración de gente, entró en su campo de visión una espalda musculosa, con ropa roja.

¿Ronin?

Pensó en ir tras él y convencerlo de que volviera con ellas antes de que Lyn decidiera que había tenido suficiente y estallara. Pero para ello tendría que dejar atrás a la joven si no quería perderle de vista y se estremeció al imaginar cómo se pondría si también desaparecía ella.

Mejor no arriesgarse.

Maestra —carraspeó—, creo que he visto al Maestro Ronin por ahí. O al menos a alguien muy parecido—señaló en la dirección donde había visto a aquel hombre.
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Re: [Castillo de Bestia] Bonjour, monsieur!

Notapor Nell » Jue Mar 28, 2013 12:34 am

El panadero la ignoró, o no, y entró en su negocio para llamar a su mujer, quien parecía ser la que cocinaba el pan. Por otro lado, la mujer respondió su pregunta, mucho más confiada de lo que Hana esperaba. ¿Quién se fiaba de una extraña que se acercaba tan cordialmente? ¡Nadie en su sano juicio!

Pff ―resopló al empezar a escuchar su respuesta. Tal y como había supuesto: una obsesa de los libros.

Y sin embargo, cada vez le daba más repelús. ¿Cómo podía ser alguien tan… inocente? No encajaba con el cliché de pueblerina ignorante, pero tampoco podría catalogarla como algo mucho mejor.

Había perdido todo interés por la muchacha. Bien poco la importaba ya su agradable canto, la indudable belleza que desprendía y los cuchicheos cada vez más sonoros del resto de la población. Desde luego, era alguien destacable incluso dentro de la aldea. Pero, vaya, no se puede esperar impresionar a alguien como Hana con un gusto tan chocante a las opiniones de la tozuda chica.

Un disparo la hizo pegar un bote, pero también le dio la oportunidad perfecta para dejar de prestar atención a la joven soñadora. Se giró hacia la procedencia del ruido, que tantas otras veces había escuchado, y de dónde vino otro igual que reafirmó sus sospechas.

Iba a excusarse ante la chica, pero no hizo ninguna falta, porque prácticamente había volado. Se encogió de hombros, sin darle más vueltas, sólo recordando que ni siquiera había terminado de explicarle sus tontas fantasías. ¡Qué tonta! Pero su desaparición le daba mayor libertad de movimiento.

Antes de escabullirse, Hana aprovecharía la ausencia de ambos para hurtar algún trozo de pan, si el panadero se había dejado algo a la vista con buen aspecto. Lo cogería, y se lo llevaría a la boca para mordisquearlo, mientras echaba de nuevo a andar sin ningún tipo de remordimiento. Sería su premio por haber sido más lista que el hombre.

Volviendo al tema de los disparos, la alabanza de alguien cercano a la fuente le hacía pensar que no se trataba de ninguna pelea, lo cual habría sido mucho más interesante, sino de un entretenimiento. Y eso tampoco restaba del todo su curiosidad. Incluso la visión de Ronin entre la multitud le importó bien poco en comparación.

Seguiría, por tanto, a su naturaleza temeraria y buscaría el origen de las balas, al tal Gastón, para ver si de verdad era un tipo a tener en cuenta.
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Re: [Castillo de Bestia] Bonjour, monsieur!

Notapor Zee » Jue Mar 28, 2013 1:15 am

¿Cómo ha estado la situación de los lobos en el bosque últimamente? —fue la pregunta que alcé al acercarme al grupo de pastores que cuidaba su rebaño en la fuente. Uno de ellos, que parecía ser el más viejo, reconoció mi presencia con una amable sonrisa y, alegre por tener una conversación, comenzó a contar:

Pues muchacho, como siempre. Aunque hace mucho que no voy por la zona cercana al bosque, prefiero las praderas al otro lado de la aldea. Últimamente se escuchan cosas muy raras. Sobre bestias con ojos amarillos...

¿Sincorazón?

¡Venga ya, hombre! ¿Acaso te crees las historias? —interrumpió, sin embargo, otro de los pastores.

Por supuesto, sabes que los ataques de los lobos a nuestros rebaños han descendido desde hace unos meses, y puede que sea porque ahora los cazados sean ello —continuó el otro hombre. Aquello me resultó, sin duda, curioso. Quién habría escuchado sobre Sincorazón atacando animales. ¿Era posible, acaso? Era indiscutible que los animales también poseían un alma y un corazón, ¿pero eran igual de satisfactorios que los corazones humanos? O mejor aún, ¿el corazón de un Portador? —. Sea como sea, no pienso acercarme con mis pequeñas.

En aquel instante la aparentemente trivial conversación fue interrumpida. O más bien, quien fue interrumpido fui yo, pues mi atención fue arrastrada inmediatamente al origen de una cantarina voz, que entonaba una melodía familiar.

Aquella chica, la que tan interesada no despegaba la vista de su libro, terminó por sentarse, coincidientemente, a un lado nuestro en la fuente. Y, sumida en su desconocida historia, continuó expresando su canción.

Una chica interesante, ¿no es así? —señalé casualmente, casi sin pensarlo. Mi intención era mencionárselo a los pastores, pero mi mente distraída me obligó a decirlo en una voz tan alta que no me habría sorprendido si la joven me hubiese escuchado. Era poco probable, no obstante, pues su libro y su canción parecían aislarla del mundo.

¿Haría mucho daño si...?

¿Es una historia, eso que cantas? —pregunté, esperando llamar brevemente su atención—. Estoy interesado en escucharla...

Crack.

Ojos resplandecientes. Iris carmesí. Noble y anticuada manera de hablar. Sádica sonrisa.

Locura.

O podría contarte una yo...
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Re: [Castillo de Bestia] Bonjour, monsieur!

Notapor EspeYuna » Mié Abr 03, 2013 12:44 am

Fátima

Lyn siguió el dedo de Fátima, señalando entre el jolgorio de gente.

¡Buena vista, Fátima! —exclamó, halagando el ojo avizor de su nueva aprendiz. Es más, lo expresó con cierta gratitud— ¡Vamos a por él y...!

De repente, la Maestra se paró en seco cuando alguien inesperado le agarró por la capa. En un primer momento se asustaría pues podría haberse caído la caperuza que la mantenía escondida a ojos de los aldeanos. Un mendigo con larga barba blanca y un aspecto deplorable la agarraba con fuerza, aunque puede que no fuese nada en comparación a la verdadera naturaleza de Lyn.

¡¡Monstruo!!

¡Viejo demente, suelta! —gritó Lyn, y Fátima pudo notar en ese momento algo extraño en la voz de su Maestra.

¿Miedo? ¿Pavor?

¡No te escaparás, te reconocería en cualquier parte! —siguió profiriendo, y la mentora, intentando no llamar la atención por lo que parecía, se arrastraba hacia un lado contrario de unos callejones— ¡Dicen que estoy loco, loco! ¡Pero a mí no me engañas!

>> ¡Bestias como tú deben ir a la hoguera! ¡¡A la hoguera!!


Un ligero murmullo comenzó a surgir entre la multitud del mercado. Cuchicheos, dedos señalando a la mentora de Fátima. Aquello pintaba mal, pero parecía que Lyn estaba bloqueada en ese momento. A pesar de ser una brava guerrera, aquello la había trastocado.

Fátima debía hacer algo, si es que no quería salir huyendo de aquel mundo o quedarse sin Maestra.

Hana

¡Caray! ¡No has fallado ni un tiro, Gaston! ¡Eres el mejor cazador del pueblo!

Un hombre algo bajo de estatura y de enorme y redonda nariz recogía con un saco el pato que había caído al suelo tras ser alcanzado por el arma del supuesto Gaston. Un cazador que, a diferencia de su ayudante, tenía todas las papeletas de poder ser un bravo pirata en el mundo de Hana. Ésta se fijó en su corpulento pecho, sus musculosos brazos y su rostro perfilado y acabado en un maduro mentón, acordando con una larga melena negra recogida.

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¡Ya lo sé! —exclamó cazador, soplando el humo de su arma de fuego y con aires de orgullo y grandeza.

¡No hay bestia que se salve contigo! ¡Ni tampoco ninguna mujer!

Cómo no. Era normal que las mujeres cayesen rendidas a los pies de un hombre como aquel. Aunque puede que ese detalle no le interesara mucho a Hana.

Podía seguir escuchando la conversación o intentar hablar con Gaston. Puede que le diese información útil o hacerle pasar un buen rato, ¿quién sabe? Quizás le dejara probar a disparar a algún pato que surcaba el cielo a bandadas.

Xefil

¡Oh, sí! ―la muchacha clavó sus ojos castaños en los extraños rubí que se habían formado en la vista de Xefil, y sin darle mucha importancia, le comentó― Trata de unas habichuelas, un ogro y... ¡ah! ¿Una historia? ―la joven, al escuchar las últimas palabras de Xefil prestó atención y le alentó para que le contara― ¡Me encantaría escucharla!

Mucho entusiasmo despertaban los ojos de la muchacha. Cierto color se había iluminado en su rostro, a decir verdad. La campesina guardó su libro y escuchó atentamente lo que fuera a relatar el extranjero.

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Re: [Castillo de Bestia] Bonjour, monsieur!

Notapor Zee » Jue Abr 04, 2013 10:06 am

¡Oh, sí!

La súbita emoción de la chica sorprendió brevemente al joven Xefil, cuyos ojos carmesí se abrieron levemente por unos instantes. Qué joven tan curiosa era aquélla, sin duda. Tan inmersa en su lectura, emocionada por su canción, y confiando en un completo desconocido. Tal vez era a causa de su actitud distraída y despreocupada, o tal vez aquella villa era demasiado tranquila como para permitirse ser suspicaz.

La muchacha comenzó a relatar su historia, pero no tardó más que unos instantes en terminar de comprender lo que el joven de ojos rojos le había comentado:

Trata de unas habichuelas, un ogro y... ¡ah! ¿Una historia? ―Xefil asintió con la cabeza― ¡Me encantaría escucharla!

Había pasado un tiempo desde que había visto aquella mirada, pero todavía la recordaba. El entusiasmo y la expectación en un par de ojos brillantes. Siempre era tranquilizador ver aquella emoción en el rostro de las jóvenes que atendían a su historia. Significaba que eran perfectas... Crédulas. Inocentes. Frágiles.

***
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Cuando me di cuenta que me hallaba despierto, ya no recordaba nada sobre la aldea ni la misión que debía estar llevando a cabo. Por más que quería trazar de nuevo mis pasos hasta llegar a mi situación, me era imposible. Había un momento, y ni siquiera sabía precisar cuál, en el que todo era envuelto por las penumbras. Era rememorar mi último día en Tierra de Partida y, antes de advertirlo, un gigantesco hueco en mis recuerdos.

Y luego me hallaba yo, de pie en el centro de aquel islote. Me rodeaba una laguna pantanosa de la que, aparentemente, no era tan sencillo salir: por más que miraba a mi alrededor, no había ningún puente o bote para navegar por las turbias y sucias aguas. Sólo cañas de pantano y hierba alta que me impedía ver más allá de mi posición. A lo lejos, sin embargo, distinguía la silueta azul de altas montañas.

Frente a mí, por otro lado, se alzaba una vieja cabaña, bastante descuidada por lo que se podía ver: la madera se veía húmeda y desgastada, y en muchos sitios plantas trepadoras cubrían el edificio. Una de las columnas que sostenían la casa sobre la laguna se había roto tras sostener tanto peso durante quién sabría cuánto tiempo, provocando que la construcción se inclinara completamente hacia un lado.

Parecía que nadie había vivido en aquel sitio en años... y sin embargo, la puerta se hallaba abierta de par en par, invitándome a pasar... mientras del interior salía el llanto de una joven mujer.

Apreté con fuerza la empuñadura de mi Llave-Espada (la cual, para ser sincero, no supe en qué momento hice aparecer) y, armándome de valor, caminé en dirección a la cabaña. Comenzó a llover, pese a que el cielo había estado despejado hacía unos momentos. Antes de que llegase a las escaleras del portal, ya había comenzado a caer un diluvio y mis ropas estaban completamente empapadas.

La madera crujió bajo mis pies. En el tercer escalón, el suelo cedió bajo mi peso y me astillé el pie cuando cayó en el agujero. Al llegar a la cima, me sostuve de una de las delgadas columnas de madera del pórtico y me llené la mano de una clase de hongo verde. Parecía que la suerte no estaba de mi lado.

El interior de la casa era bastante peculiar. Al principio, un pasillo completamente recto, sin nada colgando de sus paredes ni adornando el piso. Nada que no fuese una planta oportunista, quiero decir. No había puertas ni escaleras que llevasen a otra parte: el pasillo llevaba a una única habitación.

La escena que me recibió fue aterradora... y sin embargo, familiar. Una joven chica se hallaba en el centro de la habitación, encadenada al techo y al piso del lugar con cuatro grilletes. Cansada, se había dejado caer, permitiendo que las dos cadenas superiores la sostuviesen de las muñecas. Cabizbaja como se hallaba, su rostro se veía oculto por el gran sombrero puntiagudo, pero su cabello color violeta y sus orejas animales eran visibles. Su joven y pequeño cuerpo era cubierto por una larga capa negra, llena de agujeros y bastante sucia; pero bajo ella podía distinguirse un elegante vestido del mismo color, adornado por cinturones y costuras de tonos purpúreos.

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Mientras la observaba de arriba a abajo, la joven hechicera se dio cuenta de mi presencia. Alzó la cabeza y me miró con unos ojos, sorprendentemente, llenos de tranquilidad. ¿Pero... no había estado llorando?

Es... es una trampa... —murmuró la híbrida, con una voz suave y falta de emoción.

Súbitamente, una fuerte corriente de viento rompió la única ventana que se hallaba en la habitación: detrás de la prisionera. Los cristales salieron disparados, haciéndonos varios cortes superficiales tanto a la chica como a mí. La puerta detrás de mí se cerró con un estruendo; y a juzgar por el sonido, alguien le puso el pestillo.

No volverás a llevarte a otra esta vez...


Levantadas por la brisa, el agua del pantano y las gotas de lluvia comenzaron a entrar por la ventana, empapando mi rostro e impidiéndome ver frente a mí. La silueta de la hechicera se veía vidriosa tras el agua, pero aún así podía distinguir que se agitaba. Una de las cadenas, la de su brazo izquierdo, se había soltado por completo, llevándose un trozo de madera consigo.

¡Estoy aquí para ayudar! —exclamé desesperado. Intenté avanzar pese al fuerte viento, tan intenso que me desequilibraba. La cabaña comenzó a crujir de una manera amenazante, a la par que trozos de madera y cristal comenzaban a volar alrededor de la habitación.

Bajo la caótica orquesta que me rodeaba, apenas fui capaz de escuchar a la joven:

No puedes ayudarnos... —sin embargo, seguía agitándose con fuerza, tal vez llena de esperanza por primera vez en quién sabría cuánto tiempo.

Un chirrido espantoso provino de algún lugar bajo nosotros. Sentí cómo el piso comenzaba a inclinarse...

¡Ayudé a Elizabeth una vez! ¿Eres como ella? ¿¡Cuál es tu nombre...?

Un chasquido tremendo se escuchó en la cabaña, poniéndome los pelos de punta al prevenir lo que estaba a punto de suceder. Una fuerte sacudida me hizo caer al suelo, donde me hice daño al romper la madera con mi peso. Parcialmente ciego como me hallaba, logré a ver de reojo cómo la hechicera se sujetaba a la cadena de su brazo derecho con su mano libre, intentando mantenerse de pie.

La casa se inclinó por completo sin previo aviso. Con el sitio completamente empapado y sin nada de que sostenerme, la gravedad me hizo deslizarme por la habitación hasta que me estrellé contra la pared. La ventana se hallaba a sólo unos palmos de mí, a mi izquierda, pero parecía el agua del pantano comenzaba a entrar por ella. ¿Nos estábamos hundiendo?

Aún estaba a tiempo de salir; pero si lo hacía, la chica encadenada seguramente se terminaría ahogando, atrapada en el pantano con la cabaña a la que se hallaba encadenada. Y eso no podía permitírmelo, aunque pusiera mi propia vida en peligro.

¡He dicho que no vas a llevártela esta vez!


La pared sobre la que me recargaba, tan inclinada que estaba a punto de convertirse en el suelo, cedió bajo mi peso. Noté cómo me precipitaba al vacío; y luego, al agua fría y sucia. Como si algo me estuviese arrastrando, me hundí inmediatamente. Comencé a bracear y a patalear, esperando poder volver a la superficie, pero por más que lo intentaba parecía que no era capaz de moverme. A lo lejos escuchaba los sonidos de la cabaña haciéndose pedazos, enmudecidos por el pantano en el que había caído.

Abrí los ojos desesperado y, para mi sorpresa, la visión que me recibió no era la del agua turbia a mi alrededor, sino un vacío completamente blanco.

Y una figura a lo lejos... una dama ataviada en un vestido blanco, aunque manchado de lo que parecía ser sangre. Lloraba con el rostro hundido entre sus manos. A su espalda se unían lo que parecían ser un par de alas artificiales, con joyas colgando de ellas.

Abrí la boca para gritarle algo, pero inmediatamente me di cuenta de mi error: pese a que lo que veía frente a mí no coincidía, todavía me hallaba hundido en el pantano. Y, sumergido como me hallaba, el agua inmediatamente se abrió paso por entre mis labios, mi boca y mi garganta... hasta mis pulmones.

La visión de la dama de blanco comenzó a ser engullida por la oscuridad, mientras un fuego ardía con fuerza en mi pecho...

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***
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Entonces ponte cómoda y presta atención, pequeña...


Había una vez un joven príncipe, heredero de un reino lejano. Era noble en todos los aspectos: buen cazador, magnífico estudiante, excelente guerrero, trabajador perseverante. Y ante todo, honesto y amable con sus súbditos. Iba a convertirse, sin duda, en un gran rey. Había, también, una joven muchacha de campo que vivía sola en una cabaña de madera, alejada del castillo. A solas como siempre se hallaba, pasaba sus ratos libres caminando por el bosque y estudiando sus plantas. Miraba con admiración al príncipe desde la lejanía, sin embargo, embelesada por tan perfecto joven.

Así que un día la joven pidió a las estrellas un deseo. La oportunidad de conocer a tan perfecta persona, y estar con él aunque fuese por un día. Un solo día.

Como las estrellas vieron que sus sentimientos eran puros, dijeron que así sería.

De tal manera que una despejada tarde, mientras el príncipe cazaba en el bosque, un infortunio provocó que resbalase sobre una roca y se torciera el pie. Como era de esperar, la joven que había pedido su deseo estaba allí para encontrarle. Ayudó al príncipe a levantarse y le ofreció sus conocimientos para sanarlo. Usó hierbas de río y cortezas de árbol para hacer un ungüento que mejoró al noble muchacho.

Pero éste no quiso irse, aún sanado, pues creía haberse enamorado.

Con el tiempo, tras horas y horas de conversar y divertirse, ambos compartieron un beso y prometieron verse pronto. Y así fue: el príncipe y la joven se encontraban en el bosque cuando les era posible, y pasaban el día juntos.

Pero a la realeza no se le permite convivir con los de sangre impura. Así que, sospechoso de su hijo, el rey concretó un matrimonio arreglado con la hija de un conde. Y el príncipe, que velaba siempre por su gente, no pudo hacer más que aceptar el compromiso por el bien de su reino.

No hay final feliz aquí, me temo. No hubo hechizo que romper o dragón que vencer.

...aunque sí hubo una bruja.....

La joven dama pidió un nuevo deseo a las estrellas. Uno nacido de un pobre corazón roto: pidió los medios para traer a su príncipe de vuelta.

Y como las estrellas vieron que sus sentimientos eran puros, dijeron que así sería.

Lo que antes fue simple experiencia con hierbas y ungüentos se convirtió en el amor por el ocultismo y la nigromancia. La joven plebeya se convirtió en una hechicera, en una oscura bruja, con el simple propósito de encontrar la manera de desafiar al reino y traer a su príncipe de vuelta.

Así que, cuando encontró la oportunidad, la bruja se presentó en el castillo. Orgullosa como era y exhibiendo sus habilidades con presunción, usó su magia para torturar a todo el reino. Y cuando finalmente los gritos la satisficieron, los envenenó a todos.

El joven príncipe fue el único que quedó. Mas en sus ojos ya no se asomaba el amor, sino el miedo más puro y animal. En la joven de la que una vez se había enamorado no vio más que infiernos y tinieblas. Así que escapó: huyó lejos, muy lejos, a donde la magia de su vieja amada no podía encontrarlo. Murió de viejo, rey de una nueva tierra, con una familia y un legado, en la lejana nación donde una joven quedaría dormida por cien años.

Pero la bruja no se rindió. Viajó y buscó por años, décadas enteras, su amado. Encontró la manera de vivir por siempre a costa de otros, sacrificando a jóvenes almas inocentes cuando sus días llegaban a su fin. Se convirtió en la Bruja Eterna, que había conquistado al mundo de la magia y había evadido a la mismísima Muerte.

Pero la Dama de Negro nunca dio su brazo a torcer, y hubo una cosa que la Bruja Eterna nunca logró hacer.

Y eso fue... traer de vuelta a su príncipe.

Se dice que la Bruja Eterna aún vive, pues fue ese logro el que le dio el nombre. Y cuando sus días están a punto de llegar a su fin, secuestra a una joven muchacha de campo.

Y llena con una vitalidad nueva, sigue viajando y buscando... a su príncipe amado.


***


En un mundo lejano, más allá de los límites del tiempo y el espacio, una destrozada cabaña de madera se hundía lentamente en un pantano. En su interior, una joven se hallaba encadenada, prisionera de una malvada bruja. La muchacha, completamente atrapada, no pudo hacer más que parar sus desesperados intentos de escapar y resignarse. La muerte se hallaba cerca. Pronto ella se hundiría también, como el príncipe que, creía, había llegado a rescatarla finalmente.

Por primera vez en siglos, la joven comenzó a llorar.

Sin embargo, una brillante luz salió de las aguas que iban a convertirse en su tumba, y ascendió veloz hasta donde se hallaba la chica. Justo frente a su rostro, aquella estrella explotó en otras tres más pequeñas, que volaron a diferentes posiciones, pero al mismo sitio: las cerraduras que mantenían a la joven prisionera.

Con un chasquido, los grilletes cayeron al suelo, al igual que la chica, que comenzó a resbalar por el suelo mojado. Para su suerte, logró recuperar el equilibrio al sostenerse de sus viejas cadenas y luego, ágilmente comenzó a utilizarlas para subir. Se las arregló para llegar hasta la puerta; y a partir de allí, por el largo pasillo, hasta la salida.

¿Cómo había sucedido aquello? Después de años y años de esperar, finalmente había llegado el milagro que habría de rescatarla. ¿Pero dónde se hallaba el valiente caballero que se había aventurado al Reino de las Brujas para buscarla?

No se encontraba en ningún lado. O al menos, eso pensó la joven:

No alcanzó a ver el brazo sosteniendo una curiosa espada en forma de llave, que pronto se hundió de nuevo en el pantano, donde se perdería para siempre bajo las turbias y sucias aguas...

***
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Y esa es la historia... de la Bruja Eterna... Espero que la hayas disfrutado; lo he hecho lo mejor que pude.

Tuve que parpadear varias veces para traerme a mí mismo de vuelta a la realidad. Inmediatamente tuve que llevarme la mano a la frente, pues una punzada de dolor atacó mi cabeza. Aquellas migrañas se estaban haciendo cada vez más frecuentes. Gruñendo por lo bajo, me vi obligado a girarme allí donde me hallaba sentado, para tomar un poco de agua de la fuente y mojar mi rostro.

Por un minuto, el agua me supo a lodo y se me erizó el vello de la nuca. Tenía la sensación de haberme quedado dormido y haber tenido un mal sueño... Pero eso era imposible, pues acababa de contarle una historia a la chica que se había sentado a mi lado.

¿Lo había hecho...? ¿Qué historia le había contado...?

No podía recordarlo.

Oh, perdona mis modales... —murmuré tras volver a erguirme, apretando mis ojos para intentar amainar el dolor. Luego de ello, me puse de pie y le dediqué una leve reverencia a la chica desconocida. Una pequeña, adecuada para una dama como ella, pero no tan exagerado como el saludo que le haría a un noble—. Es sólo que no sé dónde he tenido la cabeza estos últimos días... Mi nombre es Xefil, mademoiselle, y soy un humilde viajero interesado en las historias que se cuentan en esta villa. ¿Se me permitiría saber el nombre de tan interesante joven? Después de todo, uno no se topa a una lectora tan ávida cada día.
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~Dondequiera que el arte de la medicina es amado,
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Re: [Castillo de Bestia] Bonjour, monsieur!

Notapor Nell » Lun Abr 08, 2013 2:01 am

Avanzó entre la multitud para ver la escena entre el cazador y su ayudante, el cual parecía sólo encargarse de recoger las presas que abatía éste, y lamerle el trasero a ratos. Si no fuera porque en aquel pueblucho cuyo nivel cultural debía ser inferior incluso al de Port Royal, Hana habría apostado por una relación homosexual entre semejante dúo de cómicos.

El cazador, por otro lado, no decepcionó, en un principio, a la joven. Porque se notaba a la legua que era una persona curtida, aunque no necesariamente en la batalla, y bélico. Tenía, en definitiva, un aspecto más aproximado al de un guerrero que los flojuchos de Tierra de Partida.

Si algo le fallaba, es que era horrorosamente feo. Pero feo, feo, feo. Y eso que Hana había tenido el placer de conocer a muchos piratas de poco agraciadas facciones.

Por otro lado, tampoco podía dejar de llamarle la atención que fuera reconocido como el mejor cazador del pueblo. De eso no cabía duda, a juzgar por su puntería, pero, ¿le serviría para algo a Hana? Enseguida se le encendió la bombilla, o vela, en la cabeza, recordando a su vez el motivo de su misión. Precisamente, encontrarse con aquel bobalicón había sido todo un golpe de suerte.

¿Y llamas a eso cazar? ―se jactó Hana, interrumpiendo con bien alto porte y voz potente. Se acercó adonde la parejita hablaba, y se cruzó de brazos, procurando tener la cabeza alta en todo momento―. ¡Cualquiera puede acertar a un estúpido pato! ¿Y has probado a hacerlo ya con los ojos vendados? Los mejores cazadores sólo necesitan el oído para atinar ―le empezó a probar.

En sus palabras no había duda alguna, pero interiormente, Hana estaba a la espera de la reacción del tipo. Porque era muy consciente de su condición de mujer, y no sabía hasta qué punto serían mal recibidas tales palabras por la boca de una en dicho mundo. En Port Royal también había tenido a veces problemas, hasta el punto de haber llegado a disfrazarse de chico en más de una ocasión.

No eran pocas las culturas que mantenían la figura de la mujer al margen de los trabajos considerados más duros, o incluso donde se la infravaloraban. Si aquella aldea era una de ellas o no, Hana no lo sabía. Y aquella era la prueba de oro para comprobarlo.

Aún sin saber ésta, quiso continuar con el discursito:

Un verdadero cazador se prueba ante el peligro, ¿no crees? ―le tentó, con especial tono de voz en cada una de sus palabras. Lento y misterioso―. El bosque. Lleno de terroríficas criaturas, capaces de camuflarse, de asaltarte en cualquier momento… Porque estás en su territorio. Y lo único que te acompañan son tus agallas. Si eres un pardillo, estás muerto.

Hana no era especialmente buena relatando historias, tal y como en el otro lado de la aldea hacía Xefil, pero esperaba haber puesto suficiente matiz en la suya para que el cazador sintiera curiosidad por sus palabras.

Apuesto a que un hombre tan maduro como tú se ha aventurado muchas veces en él ―aquella era la parte que menos le gustaba, porque le obligaba a tutearle. Pero si a Gastón le encantaban los halagos, pues… halagos tendría que recibir―. Y habrá visto todo tipo de bestias. No sólo visto, ¡también capturado! Tendrás incluso toda una colección de sus cabezas… ¿O me estoy equivocando y ni siquiera lo has pisado? Tal vez tampoco hayas defendido nunca la aldea de las criaturas que osan poner un pie en ella…

»Porque, ¿sabes? Dicen que hay una nueva especie pululando en el bosque. Muy peligrosa. Y misteriosa. ¿Te has hecho con alguna de sus cabezas? ¿O ni siquiera te has topado con alguna?

Hana no sabía si estaba prohibido hablar de los sincorazón, y aún así, poco le importaba. Si ese cazador no era capaz ni de enfrentarse a uno de ellos, es que valía poco como tal. De él, lo único que Hana quería era la información. Y eso si la tenía.

¿Y sobre la muchacha anterior? Para entonces, ya se había olvidado completamente de ella.
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