[Castillo de Bestia] Bonjour, monsieur!

[Suzume Mizuno]

Fátima se alegró de no haberse adelantado sola. Por la reacción de Lyn, parecía que por fin había hecho algo de su agrado. Cogió impulso para intentar abrirse paso entre la multitud —no sería muy difícil, estaba acostumbrada a escabullirse entre la gente—, dispuesta a cazar al Maestro, cuando notó un movimiento brusco por el rabillo del ojo y se volvió a mirar:

Un mendigo tiraba de la capa de su Maestra. Pensó que empezaría a suplicarle por un par de monedas.

—¡¡Monstruo!!

Fátima se quedó perpleja.

—¡Viejo demente, suelta! —masculló Lyn, con un tono de aceleración en la voz que la pilló por sorpresa.

—¡No te escaparás, te reconocería en cualquier parte! —Lyn trataba de arrastrarse hasta un callejón, sin desasirse con violencia del viejo. Y Fátima entendió que trataba de no llamar la atención. Miró a su alrededor, angustiada por si la escena sería demasiado cantosa para una aldea tan pequeña. Sabía que la gente, en cuanto percibía la posibilidad de una pelea, se acercaba a husmear muerta de curiosidad— ¡Dicen que estoy loco, loco! ¡Pero a mí no me engañas!

>> ¡Bestias como tú deben ir a la hoguera! ¡¡A la hoguera!!

El viejo cada vez hablaba más alto y al final la gente comenzó a volverse a mirar con suspicacia. Nació un suave rumor que se trasladó de boca en boca y que pronto se convertiría en una conversación o incluso gritos con todas las de la ley. Fátima tragó saliva. Conocía la mentalidad de los pueblos y sabía que los extraños no eran bien recibidos, en especial si nada más llegar causaban problemas.

Por eso se preguntó qué estaba haciendo Lyn: lo normal habría sido librarse de un empellón del hombre y alejarse antes de que la cosa derivara a una situación más que incómoda. Se sorprendió al ver que parecía completamente trastocada, y su expresión en blanco.

De pronto, parte del puzzle encajó en su cabeza: ¿no había dicho el viejo que la “reconocería”? Lyn ya había estado en ese mundo, un mundo lleno de gente supersticiosa que en cuanto viera a alguien con sus rasgos la tacharía de un demonio. Seguramente no era la primera vez que le ocurría algo así.

Alarmada, se dio cuenta de que el rumor de las voces era cada vez más alto. Entendió que no tenían tiempo que perder, así que dio un par de firmes zancadas y se plantó delante del hombre, al que aferró con firmeza por la muñeca:

—A los majaretas como tú son a los que habría que llevar a la hoguera —le dijo con voz grave y fría—. ¿O prefieres un manicomio? Porque alguien que va gritando que los viajeros deberían ir a la hoguera, en vez de brindarles el cálido recibimiento que se merecen, quizás no deberían andar sueltos por la calle, ¿no crees?—le dedicó una sonrisa desagradable antes de agacharse sobre él y susurrarle:—. Si la sueltas y nos dejas en paz, nos habremos ido esta noche sin causar problemas. Pero si insistes en llamar la atención te romperé la muñeca y te machacaré las costillas. Y dudo mucho que nadie vaya a salir a defender a alguien como tú.

Nunca le había gustado la gente como él. Los fanáticos, los radicales ignorantes que sólo sabían destruir y hacer daño a los demás. Poco le importaba que fuera un muerto de hambre.

En cuanto alguien era diferente, se convertía en objeto de escarnio para personas con cerebro diminuto como él. No mentía al decir que le golpearía si se atrevía a seguir: estaba poniendo en peligro la vida de Lyn (y la suya) y la gente violenta como él sólo aprendía a base de más violencia.

Además, ver a Lyn con ese gesto desarmado le había afectado bastante. No soportaba ver cómo una persona fuerte, o aparentemente fuerte, se desmoronaba por culpa de la malicia de imbéciles como él.

Si el viejo decidía guardar silencio, cogería a Lyn del brazo y la llevaría a un callejón donde pasaran desapercibidas hasta que se calmara todo. Si no… apretó los dedos en torno a la muñeca del hombre a modo de advertencia. No le daría tiempo a decir ni una palabra más.

[EspeYuna]

Xefil

—¡Ah no, soy yo quién debería pedir disculpas! —exclamó la joven, con unos ojos que decantaban entusiasmo— Pero es que es la primera vez en mucho tiempo que alguien me cuenta una historia... por no decir que jamás había escuchado un relato tan apasionante.

» Mi nombre es Bella, Xefil. Un placer.

La joven se levantó de la fuente y fue a coger el cesto que llevaba en su regazo, donde había guardado su tan preciado libro.

—¿Te gustaría venir conmigo a la librería? —preguntó, algo dudosa de que el interesantísimo extranjero quisiera— Por desgracia no hay mucho que contar de este lugar, es cada día igual, la misma rutina. Pero quizás te interese buscar algo de entre los libros. Puede que sean pocos, yo ya me los he leído todos. Iba a ir ahora a dejar éste —la joven señaló dentro de su cesto el libro de tapa dura que asomaba—. Además, confieso que quiero saber qué pasó con la Bruja.

» ¿Llegó a encontrar a su príncipe amado?

Hana

―Vaya, vaya, ¿crees que no sería capaz de disparar con los ojos vendados? ―preguntó desafiante Gaston, aparte de que miró de arriba abajo a la recién llegada. Algo en su mirada hizo que Hana se sintiera realmente incómoda, pero lo ignoró y siguió escuchando― Por supuesto que me expongo a los peligros, jovencita. Y he visto grandes y terroríficas bestias que yo mismo he cazado. Tengo una colección entera de sus cabezas, colgadas en la pared de la taberna.

De pronto, el cazador se llevó una mano al mentón.

―¿Una nueva especie, dices? ―preguntó y, arqueando una ceja, se giró al enano que le acompañaba― Le Fou, ¿sabes tú algo de eso?

―He escuchado algunas cosas, Gaston, pero son sólo rumores de los pastores, ya sabes que siempre quieren que se les valore su trabajo ―contestó Le Fou, a modo burlón―. Además, yo he estado más ocupado preparándote eso.

―Cierto, ya sabes que le echado la vista a Bella ―dijo, señalando a lo lejos a la joven que hablaba en la lejanía con Xefil, cerca de la fuente―. Veo que eres nueva por aquí, jovencita. ¿Te gustaría pasar luego por mi taberna y enseñarte mis trofeos? Si es que no te intimida estar rodeada de hombres. Pero tranquila ―Gaston alzó su brazo y rodeó por completo el cuerpo de Hana. Su fuerza era descomunal, sus palabras no eran mentira. Se le notaba experimentado en la caza. Pero no a la hora de ligar―, yo te protegeré.

―Te recuerdo, Gaston, que es la hija del inventor, y él no está muy allá ―bromeó Le Fou con respecto a Bella, pero fue entonces cuando Gaston dejó caer el arma sobre su cabeza.

―¡La misma! ¡La afortunada que se casará conmigo! ―bramó el cazador, acicalándose la melena― ¡La muchacha más bonita del pueblo!

―¡Ya lo sé, pero...!

―¡Eso la hace la mejor! ―exclamó de nuevo, alzando sin esfuerzo a Le Fou― ¿Y acaso yo no merezco lo mejor?

―¡P-Pues claro que s-sí, pero...!

Y como si una maldición persiguiera a todos los habitantes del pueblo, Gaston se unió al canto de los demás habitantes de la aldea.

En el momento que la vi me dije
Ya no me puedo equivocar

Ella es digna de lucir
La belleza que hay en mí
Y conmigo va a tenerse que casar

A ojos de Hana no debía haber una mente sana en aquella aldea. Tenía la opción de seguirle, interesada en ver el ridículo que montaba frente a la soñadora de libros, o quizás le hubiese llamado la atención la mención de la taberna. Puede que si se paseara por las calles de la aldea, que no era ni mucho menos grande, se la encontrara de casualidad.

Fátima

El anciano comenzó a temblar bajo la mirada de Fátima. Y no era para menos, pues la furia que despertaban sus ojos tras ver el rostro pavoroso de Lyn mostraban sus auténticas intenciones de hacerle puré.

Soltó temeroso la capa de la Maestra, y los ciudadanos volvieron a sus tareas, pues se dieron cuenta de que volvía a ser el mismo mendigo demente que muchas veces había asustado a sus hijos con sus locuras. "Pobre demente", pensaban.

Lyn volvió en sí cuando ambas se escondieron en los entresijos que existían entre dos casas. Apartó su brazo de la mano de Fátima, aunque no con rudeza. Todavía parecía un poco traspuesta, y por un momento no quiso dirigir su mirada con la de su nueva aprendiz.

―¿Sabes que podrías haber formado un buen escándalo si el anciano hubiese decidido bajarme la capucha, o acusarte de tus amenazas? ―preguntó, algo arisca― Aunque... ha sido mi culpa haberte puesto en un aprieto.

» Tienes agallas, eso no lo discuto. G-Gracias.

La mentora se giró y ondeó la vieja capa, dejando atrás una sonrisa de agradecimiento. Pero no tardó en volver a su característico semblante.

―Parece que también hemos perdido la pista de Ronin, en cuanto lo coja le hago trizas ―miedo tuvo que darle a Fátima escuchar el crujido de dedos que realizó Lyn bajo su armadura―. ¡Vamos!

Pero parecía más animada, y eso se agradecía cuando un aprendiz se hallaba en un mundo desconocido.

―¿Qué diantres le pasa hoy al pueblo? ―masculló entre dientes la mentora al salir de nuevo a la luz del día― La gente está demasiado... animada.

Así era. No importaba el lugar, todos hablaban de lo mismo.

O mejor dicho, cantaban.

También su nombre dice que ella es bella
es más bonita que una flor

No debemos olvidar
que esa chica es singular

Muy distinta a todos los demás...

Lo dicho, todos cuchicheaban entre cánticos sobre alguien en especial.

―Veamos, Fátima ―dijo Lyn bajo su capucha, y señaló a lo lejos― ¿Dónde viste exactamente a Ronin? ¿La fuente, cerca de la librería, la tab...? ¡!

» ¡La taberna! ¡Eso es! ¡¡Sígueme!!

La Maestra salió corriendo en dirección a sus instintos. Eran meras suposiciones de la mentora, aunque, ¿quién iba a negar a la aprendiz de Ronin? Es más, ¿acaso no era seguro confiar en los sentidos animales de Lyn?

Spoiler: Mostrar

Fecha límite: Jueves, 18 de Abril

[Suzume Mizuno]

El anciano liberó a Lyn y reculó varios pasos, amedrentado. Fátima echó un vistazo furtivo a su alrededor y comprobó que la gente no parecía dispuesta a mover un dedo por defenderle. Reprimió un suspiro de alivio. Cogió entonces a Lyn del brazo y se la llevó hasta un callejón entre dos casas.

Su maestra por fin parecía haber vuelto en sí y se deshizo de su agarre sin demasiada brusquedad.

―¿Sabes que podrías haber formado un buen escándalo si el anciano hubiese decidido bajarme la capucha, o acusarte de tus amenazas? ―dijo con sequedad, y sin mirarla a la cara. Fátima se mordió el labio inferior, dispuesta a asumir la bronca, pero tragándose las ganas de responder que si se hubiera librado de él en primer lugar, ella no habría tenido que recurrir a la amenaza…― Aunque... ha sido mi culpa haberte puesto en un aprieto.

Fátima la miró con sorpresa.

— Tienes agallas, eso no lo discuto. G-Gracias.

Por fin, Lyn la encaró y, con un elegante movimiento del brazo que hizo ondear la capa, le dedicó una sonrisa agradecida. Fátima le devolvió el gesto casi sin pensárselo.

—No hay por qué darlas.

Pensó en añadir algo más, pero tenía miedo de que sus palabras estropearan la pequeña conexión que habían establecido, así que bajó levemente los ojos. Tampoco creía que conviniera regodearse frente a su Maestra.

―Parece que también hemos perdido la pista de Ronin, en cuanto lo coja le hago trizas ―el semblante de Lyn se ensombreció y la mujer hizo crujir lentamente los dedos, provocando un sonido metálico por culpa de la armadura. ―. ¡Vamos!

—¡S-sí!

Lyn echó a andar con energía, y parecía volver a ser la misma de antes. Fátima se apresuró a seguirla para no quedarse atrás y le alivió ver que había retomado el control de la situación. Se suponía que los Aprendices como ella debían apañárselas en los mundos que visitaban, pues no siempre contarían con la tutela de un Maestro. A decir verdad, en todas las ocasiones que había salido de Tierra de Partida, Fátima había acabado haciendo su trabajo sin la ayuda de ningún Maestro. Por eso, esta vez, la alivió saber que sólo tendría que obedecer órdenes.

―¿Qué diantres le pasa hoy al pueblo? ―masculló Lyn en cuanto salieron a la calle― La gente está demasiado... animada.

Fátima miró a su alrededor. Sí, todo estaba muy bullicioso, pero era normal si se encontraban cerca del mercado, ¿no?
Pero al prestar más atención se dio cuenta a lo que se refería Lyn. La gente no sólo parloteaba alegremente, sino que cantaba. Y no era que una persona o dos se hubieran unido para cantar alguna canción típica, sino que todos parecían estar susurrando la misma melodía, las mismas palabras. Agudizó el oído y captó algunas de las frases:

También su nombre dice que ella es bella
es más bonita que una flor

No debemos olvidar
que esa chica es singular

Muy distinta a todos los demás...

Y la letra continuaba.

Fátima frunció el ceño. Sí, desde luego, podía ser una canción típica de pueblo. La gente de esos lugares no tenía nada mejor que apuntar con el dedo a los que eran diferentes. Fátima había tenido motes, y también había visto a otros que recibían crueles apodos. A veces había escuchado versos malsonantes, que en seguida corrían de boca en boca. Pero de ahí a que toda una plaza conociera una canción…

―Veamos, Fátima ―Lyn la sobresaltó y dejó de prestar atención a la canción. Estaba señalando a lo lejos, entre la gente― ¿Dónde viste exactamente a Ronin? ¿La fuente, cerca de la librería, la tab...? ¡!

—Pues… —titubeó. No se había fijado exactamente dónde estaba Ronin, sólo le había visto la espalda, y mucho menos podría indicarlo en una villa que desconocía por completo.

De repente Lyn se respondió a sí misma:

—¡La taberna! ¡Eso es! ¡¡Sígueme!!

Y sin más, echó a correr. Fátima se quedó unos instantes plantada y después se apresuró a ir tras ella. Se preguntó cómo estaba tan segura de que Ronin estaría allí. Pero luego se detuvo a pensar en el chabacano Maestro y, teniendo en cuenta que Lyn había sido su alumna, todo cobró más sentido. No le costó imaginar a Lyn correteando detrás de Ronin cada vez que éste se esfumaba sin dejar rastro. Igual que ahora ella estaba corriendo detrás de Lyn.

Eso le provocó una sonrisa. Las historias se repetían. Y se preguntó si, en el futuro, también haría correr a algún Aprendiz detrás de ella.

Se rió de sí misma, pero no pudo evitar que la idea le alegrara un poco el corazón. Quizás, algún día. Ahora lo importante era no perder a Lyn de vista.

Apretó el paso.

[Zee]

—Mi nombre es Bella, Xefil. Un placer.

Le respondí a la joven con una amable sonrisa y, una vez más, le dediqué una leve reverencia. Cuando volví a erguirme, sencillamente me vi obligado a añadir:

—El placer es todo mío, Bella.

En aquel momento, la chica se puso de pie y tomó la canasta que había tenido consigo en su regazo. En el interior, después de echar una breve mirada, pude distinguir el inconfundible lomo de un libro. Sin duda, la historia que había estado leyendo antes de que yo hubiese decidido contarle... ¿contarle la mía propia?

Sacudí la cabeza, intentando no pensar en las razones por las que tenía una laguna en mis recuerdos. Ya sería un asunto de importancia en otros momentos.

—¿Te gustaría venir conmigo a la librería?

Me giré de nuevo hacia ella, algo sorprendido por aquella invitación. ¿Por qué querría Bella que la acompañara a la librería? Acabábamos de conocernos, ¿no era más adecuado que buscase un amigo? La villa era bastante pequeña, después de todo, así que seguramente conocía a todos los habitantes.

—O tal vez esa es la razón —pensé, llevándome la mano a la barbilla, interesado—. Yo también me aburría de hablar siempre con los sirvientes del castillo.

Bueno, mucho daño no podía hacer. Sería una oportunidad perfecta para saber más sobre aquel lugar y, de paso, conocer a alguien interesante. Con mi mente decidida, me encogí de hombros y asentí con la cabeza:

—Seguro. Me encantaría dar una vuelta —confesé, contento por tener aquella oportunidad.

—Por desgracia no hay mucho que contar de este lugar —declaró Bella, sin embargo, con cierta melancolía que no pude evitar notar—, es cada día igual, la misma rutina. Pero quizás te interese buscar algo de entre los libros. Puede que sean pocos, yo ya me los he leído todos. Iba a ir ahora a dejar éste —señaló con su dedo el que llevaba dentro del cesto—. Además, confieso que quiero saber qué pasó con la Bruja. ¿Llegó a encontrar a su príncipe amado?

—¿La Bruja...? —murmuré, sin comprender realmente a qué se refería. ¿Una bruja y un príncipe? Sonaba a lo que alguien pondría en un cuento. Opinando sobre un tema que realmente no conocía, expresé—: Oh, eso no lo sé, por desgracia. Pero espero que lo haya hecho, si realmente lo amaba. Era lo que se merecía, ¿no?

Esperé alguna respuesta por parte de Bella, aunque evidentemente no le sería tan sencillo decírmela. Después de todo, quien había contado la historia era yo, aunque en aquel momento no lo tenía muy claro. Y para ser sincero, la cabeza me daba algunas cuantas vueltas. ¡Cielos! Lo mejor sería emprender camino en dirección a la librería.

—Entonces... ¡muéstrame el camino! —pedí con entusiasmo, comenzando a andar junto a la chica—. Y así tendremos, además, tiempo para conversar. Dime, Bella: ¿has vivido aquí toda tu vida, entonces? ¿No es difícil, teniendo el bosque y lo que está más allá a un costado?

Otra vez la mención del bosque. Dentro de poco me costaría más mencionarlo con sutileza como lo hacía en aquel momento. ¡No sabía que conseguir información fuese tan difícil!

[Nell]

Definitivamente, ese tipo era idiota.

Al menos, la actitud desafiante y atrevida de Hana no fue eclipsada. Sólo, y no de forma que molestara demasiado a la muchacha, por el enorme ego del cazador. Ya se había encontrado con personas de la misma calaña en Port Royal, en bastante abundancia, y no había forma de tratar con ellas. La única manera era seguirles la corriente y usar esa falsa soberbia en su contra.

Sin embargo, cuanto más avanzaba la conversación, más segura estaba Hana de que aquel era un caso más grave de lo normal.

―No pretendía dudarlo ―fingió hacerse la inocente. Quería, ante todo, ser del agrado de Gastón―. Sólo quería comprobar con mis propios ojos la leyenda del valeroso e inigualable cazador de esta aldea.

Entonces, llegó la parte crucial. Gastón no parecía saber nada de las criaturas, pero al preguntarle a su criado, éste habló de cierta leyenda de los pastores. Rápidamente, la conversación volvió a desviarse hacia la dirección que Hana no quería, pero al menos ya sabía de dónde podía sonsacar.

Y precisamente, de quien hablaban era de la joven con la que anteriormente se había topado Hana. Estaba entre el gentío con otra persona más, a quien la muchacha reconoció enseguida como uno de sus compañeros de misión. No era rápido el tío ni nada. Como Gastón no se diera prisa, el tal Xefil se la quitaba.

De todas formas, Hana tenía otras preocupaciones más acuciantes en su cabeza que el futuro desflorecimiento de la joven. Y es que poco después estaba siendo cruelmente aplastada en un abrazo de oso por Gastón.

―¡Cla-claro! ―le costó decir a Hana, casi axfisiada. ¡Menuda fuerza tenía!―. No tengo nada que temer con un hombretón como tú cerca. Seguro que esos trofeos son igual de increíbles.

No obstante, a aquellas alturas, Hana tenía que admitir que estaba a punto de vomitar de todas las cosas buenas que le estaba diciendo al tipo. De hecho, si no fuera porque era más fuerte que ella, tal vez habría cambiado de estrategia hacía un buen rato a una mucho más agresiva. Pero siempre y cuando tuviera al final su recompensa, valdría la pena.

Volvieron de nuevo al tema de Bella. Gastón pretendía casarse con ella, incluso a pesar de sus inconvenientes, por su gran belleza. Hana debía de reconocer que la joven era guapa, bastante, pero eso no tendría que condicionar demasiado para aguantarle el resto de su vida. ¡Pff! ¿Quién querría levantarse cada mañana para aguantar los estúpidos relatos de sus estúpidos libros?

Al igual que en el resto de la mañana, Gastón también quiso su momento de “¡Ponte a prueba!”, como si hubiera cámaras ocultas que grabasen las canciones de quienes, supuestamente, improvisaban para ganar ante los demás con su voz. Por el momento, el voto de Hana iba para Bella.

La música, en realidad, no la molestaba. Le parecía una de las formas más perfectas de la expresión, y escuchaba con atención cada una de las palabras de quien cantaba. Las de Gastón le dieron muchas pistas más sobre el cazador, por ejemplo. Incluso le daba envidia no haberse unido al coro por el momento.

―Pobrecita… ―susurró, lamentando la suerte de Bella. Ojalá sí se la llevara Xefil al catre, así a lo mejor Gastón perdía el interés.

Después de la última conversación que habían mantenido Gastón y su siervo, había tenido una nueva idea. Aprovechando que Gastón estaba pendiente de acercarse a Bella para hablar con ella, se acercó al criado, de quien esperaba más resultados y menos halagos.

―Le Fou ―murmuró cerca del oído del hombrecillo, con un tono muy diferente al empleado a Gastón. Más… sugerente. Sin embargo, debido a la pronunciación de la lengua, casi parecía que pretendía escupirle en la oreja―. Es un nombre tan… varonil ―inclinó con destreza las pestañas. Era un movimiento que había visto hacer en varias ocasiones a las rameras―. Y esos ojos oscuros, y esos pómulos, y esa… nariz ―tuvo cuidado con no acercar demasiado su cara―. Gastón es un gran tipo. Pero tú… tú eres…

El tono la ayudó a no necesitar terminar la frase. Porque realmente no sabía cómo más calificarle de buenas maneras.

Le Fou era un pardillo. El que le llevaba la bolsa a Gastón, el pelota de turno de su héroe, el que vería todos los días a las chicas desfilar delante de su amo… El tipo al que quizá Hana podría encantar para soltarle la lengua. Su aspecto seguramente no ayudaba a que ligara habitualmente con chicas. Por lo tanto, la joven esperaba que un par de adulaciones sirvieran para atontarle. Un poco más de lo que ya estaba.

―Ah, pero a quién pretendo engañar… A mí lo que me apasionan son las historias. Leyendas y habladurías sobre monstruos y terribles bestias. Los hombres fantasiosos me… encantan. Son tan atractivos ―puntualizó bien―. Como esos pastores. Tal vez ellos sepan algunas. Como esa que has mencionado ―como quien no quiere la cosa―. Me gustaría tanto escucharla… De la boca de alguien que sabe de lo que habla. Una persona fuerte… valiente… y masculina. Como tú ―volvió a hacer lo de las pestañas―. Sabría recompensarte.

Con una buena bofetada si se acercaba más. Pero por el momento, a Hana no le quedaba más remedio que actuar para que soltara la lengua y dejara de lado la otra faceta de perrito faldero. Antes de que siguiera a Gastón como sirviente que era, pretendía que escupiera todo lo que sabía.

[EspeYuna]

Fátima

Tanto Maestra como aprendiz no tardaron en llegar a la taberna. El bullicio que se escuchaba desde que cruzaron la esquina anunciaba que se estaba celebrando algo a lo grande. El caso es, ¿el qué?

Antes de entrar en el local, Lyn se giró a su aprendiz. La miró, no con ese semblante tan característico, si no como resignada a tener que transmitirle la poca paciencia que le faltaba.

Entonces, Fátima entendió el por qué:

―¡¡JUA, JUA, JUA!!

Una sonora carcajada resonó en el interior de la taberna. Una muy, muy familiar. Lyn encogió las orejas bajo su capucha, a punto de explotar. Sin embargo, recordó que debía mantener la compostura y relajó los músculos, suspirando amargamente.

―Ahora entiendes por qué no quería que viniera solo a este mundo, ¿eh? ―dijo a la joven, pateando la entrada de la taberna― El muy estúpido...

Allí estaba, en un rincón de la taberna, el líder de Tierra de Partida. Ronin, rodeado de unos cinco hombres y cantando al unísono, derramaba grandes jarras de cerveza sobre ellos y brindando a saber por qué.

A la salud del campeón

La escenita hizo que Lyn se tapara la cara ―si ya no estaba lo suficientemente escondida―, terriblemente avergonzada. Ver a su Maestro en esas condiciones no debía generar orgullo, sino decepción.

―¡¡Oh, Fati, Lyoncita!! ―exclamó el vivaracho Maestro, intentando contener la risa al darse cuenta de su presencia― ¡Venid, hoy invito yo! ¡Hay que celebrar...! ¡Hay que...!

El mentor se inclinó hacia uno de los hombres, casi a punto de caerse de la silla.

―¿Qué estábamos... celebrando? ―su acompañante le susurró al oído, casi si fuerzas para mantenerse consciente― ¡Oh, es verdad, JUA! ¡Hoy eh, Caspón le pedirá matrimonio a la muchacha más bonita de este pueblo! ¡JUA, JUA!

―¿Y se puede saber, lobo de mala muerte, de donde estás sacando los platines para invitar a todos?

El Maestro sacó de sus prendas dos bolsas que sonaron al caer a la mesa. Por el chasquido de dientes de Lyn, parecían ser ahorros de Tierra de Partida, usados durante misiones, investigaciones, quién sabe. El caso es que lo estaba malgastando al invitar a todo el pueblo por simple cortesía.

―¡¡Otra ronda!! ¡¡OTRA!! ―gritó Ronin.

―Maestro, ¿podrías dejar de fingir que estás borracho y venir con nosotras?

―¿¡Yooooo, borracho!?

Iba a ser complicado llevarse a Ronin por las buenas.

―¡¡Fati, Fati!! ―exclamó el Maestro, agarrándola de sus ropas de forma amistosa― ¡Juguemos a la prueba de la verdad! ¿¡Qué te parece Lyoncita!? ¡Di la verdad, porque yo veo a los mentirosos con mi ojo mágico! ¡JUA! ¡Si mientes, tendrás que beber! ¡¡No seas aburrida como ella!! ¡Yo sólo quiero pasármelo bien!

Lyn elevó sus orejas bajo la capucha, y eso sólo significaba que la mentora no tardaría en usar la artillería pesada si Fátima no hacía algo para remediarlo. Y pronto.

Hana

Los flirteos de Hana dieron resultado. Le Fou enrojeció, pareciendo su cabeza un tomate tanto como su nariz y, para satisfacción de la joven, éste soltó prenda enseguida:

―B-Bueno, señorita, hay muchas leyendas en este pueblo, son habladurías sin import... ¡oh, p-pero no quiero decir que usted por estar interesada no sea interesante usted... lo que quiero decir es que...! ¡Se lo contaré! ―una vez el enano dejó de balbucear como un idiota, al fin le contó a Hana lo que había querido saber desde un principio― Se dice que en el bosque están sucediendo cosas extrañas. Muchos aldeanos que han ido a visitar a familiares de otras praderas cercanas no han regresado a sus casas. Ni siquiera llegaron a su destino. Los rumores dicen que el bosque está custodiado por unos monstruos que te arrancan el alma, y luego formas a ser parte de su camada. Los lobos no tienen comparación a estas bestias. Incluso oí decir, señorita, que han aparecido lobos y otros animales más pequeños por el camino de las aldeas, completamente descuartizados.

>> Y bueno, señorita... ¿y mi... recompensa?

Pobre hombrecillo.

Hana había obtenido información, y puede que la curiosidad le revolviera las entrañas. ¿Averiguar si las leyendas eran ciertas? ¿O investigar un poco más la aldea?

Xefil

—Supongo que sí, si luchó tanto por ese amor... —musitó Bella, mostrándole el camino a Xefil hacia la librería— La verdad, no entiendo como debe ser eso de estar enamorado de alguien. ¿Tú sabrías contarme? Pareces saber mucho, habiéndome contado una historia así.

La joven escuchó las preguntas de Xefil a la par que si éste le contestaba a su pregunta.

—Sí, he vivido aquí toda mi vida, pues para mi padre es lo mejor, aunque a veces dudo de ello —decía la muchacha, algo desanimada—. Él suele ir a otras aldeas para mostrar sus inventos. Yo estoy muy orgullosa de su trabajo, pero me gustaría acompañarle, vivir más allá de este sitio. Me siento atrapada, y no hay mucha gente de aquí que sepa apreciar los libros, como tú y yo, sólo cuchichear de que soy diferente. Si mi padre gana la próxima feria de inventos, quizás podamos irnos de aquí, y ver el mundo.

>> Quiero conocer el mundo entero. Vivir aventuras. Aunque ahora tengo miedo de que mi padre salga al bosque, pues existen rumores sobre unos animales salvajes más peligrosos que los lobos. Es extraño que estos últimos se acerquen cada vez más a los caminos. Solían estar más alejados de los humanos, y apenas se acercaban a los rebaños, pero ahora...

Bella se paró frente a la librería, y una gran sonrisa sustituyó su rostro marcado por la preocupación.

—¡Ya hemos llegado!

—¡Hola, Bella! —en cuanto ambos entraron a la librería, un anciano de baja estatura, nariz puntiaguda y lentes redondas se acercó a saludar a la joven— Oh, parece que vienes acompañada esta vez.

—¡Buenos días! Aquí le traigo el libro que me prestó —dijo, entregándoselo antes de meter su nariz frente a las estanterías de la tienda, realmente entusiasmada— ¿Han traído algo nuevo?

—¡Oh, Bella! —dijo el viejo librero, riendo simpático ante la cuestión de Bella— Desde ayer no, jejej.

Parecía una auténtica soñadora. Había algo atrayente en la muchacha, aunque Xefil no sabría explicar el qué. No podía llamarse atracción —y mas quisiera olvidar ese sentimiento obsesivo que experimentó tiempo atrás—, ni siquiera un natural enamoramiento. ¿Entonces, por qué el simple hecho de estar junto a Bella le resultaba tan reconfortante a su corazón?

Spoiler: Mostrar

Fecha límite: Viernes, 3 de Mayo

[Suzume Mizuno]

De la taberna, situada en un extremo de la plaza del pueblo, emergía una alegre algarabía que le hizo sospechar de inmediato que en cuanto pusieran un pie dentro se iban a quedar sordas. Se estaba preguntando qué estaría ocurriendo dentro para que se armara tal escándalo cuando se topó con la mirada resignada de Lyn y se extrañó.

Al entrar dentro, Fátima comprobó que Lyn conocía muy bien a su Maestro.

―¡¡JUA, JUA, JUA!!

—No puede ser… —murmuró.

Pero lo era. Esa voz era inconfundible, estaba demasiado acostumbrada a escucharla rebotar atronadoramente por los salones y pasillos de Tierra de Partida. Le vio en un rincón, brindando con unos cuantos hombres que cantaban a voz en grito, derramando la bebida cada vez que alzaba la jarra. Lyn se cubrió el rostro, profundamente avergonzada, y Fátima tuvo que reprimirse para no imitarla. No lo comprendía, apenas lo habían perdido de vista unos diez minutos, ¿cómo le había dado tiempo a...?

―Ahora entiendes por qué no quería que viniera solo a este mundo, ¿eh? ―dio una patada a la puerta, irritada― El muy estúpido...

“Por Dios, menos mal que no se puso así cuando vino a China” trató de imaginarse qué habrían hecho si el Maestro se hubiera puesto como una cuba y hubieran tenido que ocuparse de él estando solos.

Se alegraba de que esta vez viniera Lyn con ella. Debía tener experiencia manejándolo.

―¡¡Oh, Fati, Lyoncita!! ―Ronin contuvo a duras penas la risa al descubrirlas y les hizo aspavientos, derramando más cerveza― ¡Venid, hoy invito yo! ¡Hay que celebrar...! ¡Hay que...!

―¿Qué estábamos... celebrando? ―se inclinó para que uno de los hombres le murmurara algo al oído― ¡Oh, es verdad, JUA! ¡Hoy eh, Caspón le pedirá matrimonio a la muchacha más bonita de este pueblo! ¡JUA, JUA!

Teniendo en cuenta que Lyn y Ronin ya habían acudido más de una vez a aquel mundo, Fátima imaginó que el tal Caspón debía ser un viejo amigo.

―¿Y se puede saber, lobo de mala muerte, de donde estás sacando los platines para invitar a todos? —el tono de la joven no auguraba nada bueno.

Cuando Ronin dejó caer dos bolsas sobre la mesa, y que tintinearon con el revelador sonido de los platines, Lyn chasqueó los dientes y Fátima tuvo la impresión de que ese dinero no debía ser… De Ronin.

―¡¡Otra ronda!! ¡¡OTRA!! —bramó el Maestro de Maestros.

―Maestro, ¿podrías dejar de fingir que estás borracho y venir con nosotras?

—¿Qué? —se sorprendió Fátima, alternando la mirada entre el uno y el otro.

“¿Está fingiendo? Madre mía, pues sí que es buen actor…”

―¿¡Yooooo, borracho!?

“De acuerdo, estaba fingiendo. Ya decía yo que había pasado muy poco tiempo para que se emborrachara”.

―¡¡Fati, Fati!! ―pegó un brinco de la sorpresa al sentir un tirón en las mangas. Ronin la había cogido y tironeaba de ella con una sonrisa infantil― ¡Juguemos a la prueba de la verdad!

—¿Cómo?

“¿Fati? ¿Cómo que Fati?”.

―¿¡Qué te parece Lyoncita!? ¡Di la verdad, porque yo veo a los mentirosos con mi ojo mágico! ¡JUA! ¡Si mientes, tendrás que beber! ¡¡No seas aburrida como ella!! ¡Yo sólo quiero pasármelo bien!

Fátima buscó a Lyn con la mirada pidiendo socorro. Pero su Maestra no parecía estar por la labor de sacarle del apuro. Más bien, por las formas picudas que resaltaban en su cabeza, daba la impresión de que estuviera a punto de estallar.

Le dieron ganas de gritar que no era justo. ¿Por qué tenía que ser ella la que solucionara la situación?

Pero respiró hondo y se esforzó por sonreír al volverse hacia Ronin.

—Me parece una mujer con una gran personalidad y un gran sentido de la responsabilidad, señor —su sonrisa se amplió, conciliadora pero afilada—. Ahora me toca a mí, ¿verdad? —carraspeó, esperando que Lyn se diera cuenta de que estaba haciendo lo posible por… Arreglarlo todo. O al menos lo intentaba—. ¿Si hemos venido para hacer un trabajo en concreto, con la intención de no causar problemas ni llamar la atención, de qué utilidad está sirviéndonos aquí, aparte de hacernos perder el tiempo? Ya sabe, no debe mentir, Maestro. Alguien podría enfadarse mucho si hace trampa…

[Zee]

—La verdad, no entiendo como debe ser eso de estar enamorado de alguien. ¿Tú sabrías contarme? Pareces saber mucho, habiéndome contado una historia así.

¿Por qué parecía que todos preguntaban lo mismo aquel día? Seguro que había una clase de conspiración. Un plan malvado entre mundos para crear magma caliente en el interior de mis mejillas y provocar que escapara vapor por mis orejas.

—Es, um... Es, um...

No. Imposible.

—S-sólo sé que ella n-no se compara a la princesa de... ninguna historia —balbuceé.

Deseé que Bella sólo siguera caminando, antes de que mi cabeza implotara a causa de la vergüenza.

***

—Eso son Sincorazón, seguro —pensé una vez Bella hubo terminado su historia. El relato de una pobre joven que se sentía aprisionada en su aldea, sin la capacidad de ver más allá. Un ave enjaulada, un alma encadenada. Y, lo peor de todo: diferente a los demás. La vida en aquella villa, aunque feliz, debía haber sido difícil para un corazón con necesidades tan grandes.

Era una historia tan familiar... la historia de aquel que se halla prisionero en su propio hogar. Desgraciadamente, ésta era compartida por muchos. Sería tonto pensar que Bella era la única en aquel pequeño pueblo que se sentía así.

De cualquier manera, la comprendía. No era difícil ser empático con alguien que había nacido en un mundo tan parecido al mío. Casi idéntico, me aventuraría a decir.

En aquel momento, cuando creí entender a Bella, me di cuenta que me estaba divirtiendo.

—¡Ya hemos llegado!

Mucho más pronto de lo que esperaba. Conversando con la chica y pensando en su historia, la pequeña villa se me había hecho todavía más pequeña. Así como así, ya me hallaba cruzando la puerta de la librería, detrás de Bella.

—¡Hola, Bella! —saludaron desde adentro casi inmediatamente. Cuando asomé la cabeza sobre el hombro de la joven, mi mirada se encontró con un hombre anciano pequeño, de cabello totalmente blanco (al menos, el que le quedaba) y gafas de cristal perfectamente redondas— Oh, parece que vienes acompañada esta vez.

—Bonjour, monsieur —saludé amablemente, inclinando la cabeza educadamente.

—¡Buenos días! Aquí le traigo el libro que me prestó —enunció Bella, para luego casi lanzar el libro que debía entregarle al dependiente. Tan rápida como una flecha, comenzó a revisar las estanterías. Aquello me sacó una sonrisa— ¿Han traído algo nuevo?

—¡Oh, Bella! —rio el anciano también— Desde ayer no, jejej.

Durante unos instantes, permanecí contemplando a Bella ojeando los lomos de los libros. Interesantemente, me descubrí atraído a ella una vez más. Pero no de la manera hipnótica que Diana había logrado, la obsesiva pasión que Tandy había creado o los inocentes sentimientos que Nadhia producía. No, era algo literalmente atrayente. Como si Bella tuviese un imán para mi corazón.

—Supongo que puedo echar una ojeada —expresé, sin poder borrar la media sonrisa que Bella lograba dibujar en mi rostro. Casualmente, me giré hacia el dependiente y le pregunté—: ¿Tendrá libros a la venta, también? Verá, estoy de viaje con mi mentor y compañeros, y sencillamente no podría devolvérselos.

>>Algo con brujas... o dragones... ¡Oh, Bella! —llamé luego, girándome hacia la chica—. Dijiste que tu padre era inventor, ¿no? No tendrá libros sobre ciencia y magia o algo así, ¿no? —inmediatamente volví a mirar al dependiente—. ¿Tendrá usted algunos? Recuerdo haber leído cómo se crea la lluvia y su solidificación en nieve o granizo; los fundamentos básicos para la conducción de calor a través del metal; la manera en la que se crea un géiser... —comenzaba a emocionarme, sin duda. La posibilidad de leer los conocimientos de otro mundo no se me había pasado en la cabeza más que en Tierra de Partida. ¡Y ahora tenía la oportunidad! ¿Cuánto habían avanzado en esa villa? ¿Serían posteriores a mi mundo en cuanto a conocimiento? ¿Qué historias la llenaban, qué leyendas se contaban?—. Pero si no tiene de eso está bien, supongo —seguí hablando, apresuradamente—. Con cuentos sobre gigantes me conformaría; o tal vez una novela. ¿No tendrá alguna novela por allí? ¡Oh, tal vez una obra de teatro! ¿Tienen teatro aquí? ¿Poesía?

>>¿O crees que sea mejor idea salir y preguntar por historias, como lo hice contigo, Bella? Parecía que esos pastores tenían mucho qué decir. Me pregunto qué se contará de los seres oscuros que tanto persiguen a los lobos o de la bestia del castillo perdido en el bos--

Quise llevarme las manos a la boca en aquel instante; pero por discreción, preferí morderme la lengua y guardar silencio. ¡Se suponía que eso era secreto! ¿O no lo era? ¿No había dicho Ronin que esos rumores los había conseguido en el pueblo de cualquier manera? ¡Pero igualmente! ¿Qué sabría un extranjero sobre la Bestia y cómo se había enterado de la historia y, más importantemente, el lugar?

¿Acababa de tirar por la borda mi identidad? ¿O Bella y el librero le restarían importancia? ¿Acababa de cometer un grave error? Demonios, ¡eso me pasaba por emocionarme! No debería perder el control por algo tan nimio como el conocimiento de otros mundos, ¡y mucho menos durante una misión importante!

Oh, Dios, oh, Dios. Sólo esperaba que Ronin no se enterase...

[EspeYuna]

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Nell me avisó de que no postearía, así que no hay problema. En realidad, esta vez el problema he sido yo,pues he tenido un par de días bastante malos y no era capaz de escribir, me quedaba bloqueada, simplemente. Aún se me nota algo espesa escribiendo, por si lo notáis en mi último post. Prometo esforzarme más en el próximo, y siento el retraso.u.uU

Fátima

Ante la mención de Fátima halagando a su Maestra, ésta apartó la mirada claramente irritada, pero aquellas palabras le hubieran sacado una sonrisa en otra situación menos... ridícula, si se podía buscar un apelativo adecuado.

Por otro lado, Ronin escuchaba atentamente la pregunta que le hacía Fátima. Puso cara de sorpresa y, seguidamente, encorvó una sonrisa en sus labios, claramente satisfecho. Alzó una de sus enormes manos para acariciar la cabeza de la aprendiz:

—Definitivamente sois muy parecidas —dijo, mostrando en su rostro cierto sentimiento de nostalgia—. Y antes de que me echéis más reprimendas, estaba recopilando información.

—Sí, claro...

—Bueno, debo admitir que reírme de vez en cuando con estos aldeanos puede ser la mar de divertido —Ronin soltó una de sus carcajadas, pero a diferencia de las anteriores, ésta se parecía más al tono que solía utilizar en Tierra de Partida—. También he estado siguiendo a alguien, pero le he perdido el rastro. Chicas, sentaos.

—¿Siguiendo a alguien? —preguntó entonces Lyn, quien alzó sus orejas bajo la capucha e hizo caso de las órdenes del superior, sentándose a su lado— Por el tono en como lo dices, no es un buen augurio, ¿me equivoco?

—Fátima, hoy hay una portadora paseando por la aldea.

>> Sin embargo, no está de nuestro lado.

Xefil

—¡Vaya, cuanto entusiasmo viniendo de un joven extranjero como usted, señorito! —exclamó el anciano, a quien Bella le dio la razón asintiendo con la cabeza mientras seguía ojeando entre los libros— Por supuesto, puede llevarse un libro que le llame especialmente la atención. Insisto en regalárselo, un recuerdo de nuestra humilde aldea.

—¡Me llevaré éste! —exaltó de repente Bella, quien bajó de las escalerillas adheridas a la estantería con un libro.

—¿Éste? ¡Si lo has leído dos veces!

—¡Pero es mi preferido...! ¡Trata de lugares lejanos, aventuras, hechizos mágicos...! ¡Un príncipe disfrazado!

—Si tanto te gusta deberías quedártelo, querida. Un obsequio por parte de este viejo librero.

—¡P-Pero señor!

—Insisto. Al igual que a tu nuevo amigo.

—¡Pues gracias, muchísimas gracias!

***

—¿Sobre mi padre? —preguntó Bella cuando salieron de la librería, llevándose el dedo índice a los labios— Bueno, tiene unos cuantos libros sobre mecánica. ¿Magia? Sólo existen en los cuentos, ¿no?

>> ¿Bestia? ¿Castillo...?

Y tan a punto estaba de meter la pata, cuando alguien se abalanzó en la calle sobre Xefil.

—¡Te encontré, por fin! —gritó una fémina de rubio cegador y traje verdoso. La chica se aferró al joven, ¿se habría equivocado de persona?— ¿Dónde has estado todo este tiempo, eh? ¡Te echaba de menos!

Sus palabras eran dulces, llenas de un toque pasteloso a la vez que seductor. Xefil iría a comprobar de quién se trataba, cuando algo dentro de él despertó. Una sensación que conoció hacía un tiempo, en un sueño. Un ángel le llamaba y le hacía sentirse en el paraíso, pero irremediablemente todo aquello duró poco tiempo y Ronin le desveló la auténtica identidad de aquella mujer que le había sacado información a través de su enigmático poder.

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Si Xefil intentaba no caer en su trampa, Diana no se rendiría y, aferrándose aún más a él, le dio un tímido beso en la mejilla, cerca del oído.

—Ven conmigo, no tengas miedo.

Imposible era resistirse a la tentación, ¿o no?

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Fecha límite: Martes, 14 de Mayo

[Nell]

En cuanto vio el tomate en el que se había convertido la cabeza de Le Fou, se sintió muy orgullosa de sí misma. Desde luego, cuanto más mayor se fuera haciendo, más fácil sería dominar a los hombres, como muy bien había visto y oído por las costas de Port Royal.

Le contó, precisamente, todo lo que quería oír, en su papel de ilusa interesada en historias absurdas: misteriosas desapariciones, terribles criaturas y un bosque lleno de intriga. Seguramente esa era la información que Ronin querría oír. Pero, puesto que Le Fou no mencionó que los sincorazón, a los que Hana achataba directamente como culpables, habían llegado a la aldea (y se hubiera sabido de ser así), consideró su tarea completamente finiquitada.

Sólo quedaba librarse del hombrecillo y seguir su camino.

―¡Qué miedo! ―fingió Hana, pensando que aquella sería la reacción normal de cualquier persona al escucharlo―. Y pensar que está tan cerca ese bosque… Es una suerte que tengamos hombres tan valientes en esta aldea para guardarnos de esos monstruos ―le miró a propósito―. Pero seguro que no se acercarán mientras estés tú aquí ―para no oler el meado de sus pantalones si llegaba a verlos, aunque eso Hana no podía decirlo.

Estuvo a punto de vomitar otra vez con tanta cursilería. Sin embargo, se contuvo y optó por una solución para deshacerse del tipo que, pese a que le gustaba menos, lo mantendría como fuente de información en caso de necesitarle. Era una lástima que tuviera que contenerse la bofetada por ello.

―¿La recompensa? ―observó a su alrededor―. No, aquí no. Hay demasiada gente. Además… tengo que prepararme ―le guiñó un ojo―. Espérame esta noche en la taberna. Quiero escuchar más historias. Pero esta vez, tuyas, de tus heroicidades. No te arrepentirás de esperar.

Terminado el teatrillo, se alejaría de Le Fou para seguir su camino. Imaginaba que no la seguiría, puesto que ya había estado lo suficiente alejado de Gastón como para querer volver a lamerle los pies cuanto antes. Al principio, Hana no supo qué hacer, si aprovechar para dar una vuelta por el pueblo o volver. Pero, recordando la canción, optó por lo último.

Se dirigiría al punto de encuentro que habían concretado al llegar. Sin embargo, en caso de que no hubiese nadie, ni nada interesante salvo la soledad, Hana tendría una idea mucho más peligrosa: la de dirigirse al bosque. Ya sabía que en él había sincorazones, pero, ¿por qué no reafirmarlo? Ronin se lo había prohibido, sí. No obstante, ¿para qué entrenaban tanto si no era para enfrentarse a dichas criaturas?

La verdad es que no la interesaba la investigación, sino que se movía por dos razones egoístas: el aburrimiento, del que sería presa esperando; y la curiosidad, por ver con sus propios ojos si era o no peligroso como decían. Y, ¡qué demonios!, quebrantar las normas era emocionante.

Si, por el contrario, algo más la aguardaba en el punto de encuentro, se quedaría un poco más a observar.

[Suzume Mizuno]

Fátima hizo una mueca cuando Lyn apartó la mirada y supo que había metido la pata. Pero ya no podía retractarse de sus palabras, por mucho que lo deseara, y miró a Ronin suplicante, para que no le hiciera la vida más difícil. Suficiente con que había enojado a Lyn diciendo algo inapropiado, sería una verdadera vergüenza que además no consiguiera convencer a Ronin de que…

El Maestro le sonrió suavemente y dijo, con cierta nostalgia:

—Definitivamente sois muy parecidas —los ojos de Fátima se abrieron desmesuradamente por la sorpresa y no puedo reprimirse a echar un vistazo a Lyn. ¿Que se parecían? Nunca lo habría dicho… Aunque tuvo que admitir que las dos tenían buenos prontos—. Y antes de que me echéis más reprimendas, estaba recopilando información.

“¿En serio?” arqueó una ceja, escéptica.

—Sí, claro...

Fátima enrojeció ligeramente y apartó la mirada. Al menos se podía decir que sí que era igual de desconfiada que Lyn respecto a lo que a Ronin se refería.

—Bueno, debo admitir que reírme de vez en cuando con estos aldeanos puede ser la mar de divertido —Ronin emitió una sonora carcajada—. También he estado siguiendo a alguien, pero le he perdido el rastro. Chicas, sentaos.

Fátima obedeció, tomando asiento delante de Ronin, sin disimular su interés. ¿A quién había descubierto Ronin en los pocos minutos que llevaban en aquel mundo lo suficientemente importante como para intentar seguirlo?

—¿Siguiendo a alguien? —Lyn se sentó al lado de Ronin y sus orejas se perfilaron contra la capucha, mientras expresaba en voz alta la pregunta que rondaba la cabeza de Fátima—. Por el tono en como lo dices, no es un buen augurio, ¿me equivoco?

—¿Un mal augurio? —Fátima frunció el ceño, extrañada por las palabras que había escogido Lyn.

—Fátima, hoy hay una portadora paseando por la aldea.

>> Sin embargo, no está de nuestro lado.

Fátima abrió la boca al comprender. Bajó la voz hasta reducirla a un suspiro ronco:

—¿Bastión Hueco? —tragó saliva y se forzó a no pensar en aquel espeluznante lugar—. ¿Una de las maestras o una aprendiz?

Teniendo en cuenta que Ronin se había molestado en seguirla, e incluso la había perdido, se decantaba más por una maestra, pero quién sabía. De repente la taberna se le antojó mucho menos segura de lo que parecía y tuvo que hacer un esfuerzo para no mirar a su alrededor furtivamente.

—¿Qué está haciendo aquí, Maestro? ¿Era eso lo que estaba intentando averiguar?

Si había más de un extranjero en el pueblo, tenía su lógica acudir a la taberna, donde los rumores y chismorreos se concentraban con más notabilidad. Dirigió una mirada escrutadora a Ronin y, de nuevo, consiguió que su respeto se reavivara, incluso después del ridículo que le había hecho pasar.

Aguardó, impaciente, la respuesta.

[EspeYuna]

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Fuera de plazo: Xefil (Zee) [1/3]
Comienzo de nuevo con fechas límite estrictas. Aviso para aquellos que no confirman su ausencia con un post en el subforo o no me envían un MP.

Fátima

—Es una aprendiz —contestó Ronin, aunque parecía preocupado siendo sólo una pupila—, pero deberíamos encontrarla cuanto antes. Me alivia saber que la mayoría de los que hemos venido... en fin, que son mujeres.

—Vaya, entonces eso lo hace más complicado —musitó Lyn, quien con sus palabras daba a entender que sabía a quien se refería—. Diana.

—Xefil se la encontró en el castillo, la primera vez que visitó conmigo este lugar —dijo, explicándoselo a una Fátima que prestaba verdadera atención a sus palabras—. Tiene un poder muy peligroso, pero por suerte vosotras estáis a salvo. Quien me preocupa es Xefil. La última vez le sonsacó información.

>> Sé que él no tiene mucho conocimiento sobre nuestros planes. Y confesar no sería considerarlo un traidor, pues estaría siendo controlado en contra de su voluntad. Sin embargo, no puedo evitar estar preocupado por lo que le pueda pasar. Por eso la seguí, vigilando sus movimientos. Pero la perdí de vista, entré aquí para cerciorarme de que no había más gente con ella.

—Así que nuestra principal prioridad es encontrar a nuestro pupilo... al final acabamos siempre de niñeras buscando a los niños extraviados...

Lyn suspiró, aunque no parecía querer herir los sentimientos de Fátima con aquel comentario.

—Por lo pronto, Fátima, ven conmigo —dijo Ronin, girando hacia Lyn—. Nos reuniremos en la ladera donde aterrizamos si no encontramos su paradero. ¿De acuerdo?

—Vale.

Ronin y Fátima salieron de la taberna, seguidos por Lyn quien, habiendo recibido órdenes de su Maestro, giró a la izquierda. Ronin le hizo una seña a Fátima para que le siguiera por la derecha.

—Bueno, Fátima —dijo el Maestro, intentando liberar tensiones—, ¿qué tal has estado con tu nueva Maestra? ¿Habéis tenido problemas con sus orejas?

Ronin rió, mirando en cada rincón del mercado por el que pasaban ambos, quizás buscando al "niño extraviado".

Hana

La muchacha no tuvo problemas para deshacerse del pequeño narizotas, quien creyó toda su trola al dedillo e iría a prepararse igualmente para tan agradable velada. Pobrecito.

En unos minutos Hana consiguió salir de la aldea sin problemas, encontrándose de nuevo en la ladera despejada donde había aterrizado con su Glider junto a sus maestros y compañeros, completamente aislada y sin nada interesante que investigar en realidad. Al otro lado se cernía un enorme y frondoso bosque.

Hana avanzó y se adentró en él.

Pasó tiempo hasta que la aprendiz se dio cuenta de que el bosque, conforme avanzaba, se hacía más oscuro y frío, a pesar de que todavía era mediodía fuera de éste.

Y de pronto, una sensación desagradable le atravesó las entrañas, un frío terriblemente sobrecogedor. La joven, quien quizás no había tenido mucho contacto con el enemigo de los portadores en cuestión, quizás se sintiera en un primer momento aturdida y asustada.

Y fue entonces cuando sintió un mortífero latigazo en la espalda, cayendo al suelo. Si la aprendiz se levantaba podría ver emerger del bosque tres criaturas, dos a ambos lados y una a su espalda, quien parecía ser responsable del ataque.

Flotaban todas en el aire, con un cuerpo predominantemente blanco y con cuatro ojos, amarillos y escalofriantes. La criatura de atrás volvía a recoger de su cabeza la larga y curvada antena con la que le había propinado el latigazo. El símbolo que llevaba en la mitad inferior de su cuerpo confirmó sus sospechas: sincorazón.

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Hana estaba rodeada, pero sabía a lo que se enfrentaba desde que decidió adentrarse en el bosque. Quizás saltarse las normas y experimentar por sí misma un combate real con aquellos monstruos le regalaran una pizca de adrenalina que llevaba esperando mucho tiempo.

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Fecha límite: Miércoles, 22 de Mayo

[Zee]

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Lamento mi ausencia. Exámenes. Y todavía no terminan.

—¡Vaya, cuanto entusiasmo viniendo de un joven extranjero como usted, señorito! —señaló el anciano, entusiasmado. De reojo, noté cómo Bella le daba la razón con un gesto. Eso me sacó una media sonrisa— Por supuesto, puede llevarse un libro que le llame especialmente la atención.

—Oh, señor, no podría... —quise negarme inmediatamente, sacudiendo un poco la mano como para apartar aquella tentadora oferta. El hombre, sin embargo, se repitió:

—Insisto en regalárselo, un recuerdo de nuestra humilde aldea.

No pude evitar mostrar una sonrisa de oreja a oreja. La amabilidad de aquellos aldeanos comenzaba a tener un efecto tan tranquilizador en mí, que no podía evitar olvidarme de la misión a ratos, sintiendo aquella familiar sensación de serenidad que sentía cuando pasaba el rato en mi propio mundo.

Tan parecido... pero sin ser el mismo.

Justo como mi propio mundo.

Mi sonrisa de entusiasmo pronto se convirtió en una melancólica media sonrisa de nostalgia, a la par que me acercaba a los libros, junto con Bella, para elegir mi regalo.

***

Al salir de la librería, el mismo paisaje, ahora algo familiar, nos dio la bienvenida. La aldea parecía estar tan viva como hacía unos minutos, aunque la canción parecía haberse terminado ya.

Sujeté con fuerza el libro que llevaba en mi mano derecha. Comenzaba a descubrir que aquel mundo no me desagradaba en lo más mínimo. Una misión importante empezaba a convertirse en un grato paseo, con una muy encantadora acompañante. ¿Cómo podía quejarme?

—¿Sobre mi padre? —inquirió Bella, retomando finalmente la conversación. Seguramente, pensé, se refería a la casual pregunta que había alzado previamente, sobre los escritos de su padre— Bueno, tiene unos cuantos libros sobre mecánica. ¿Magia? Sólo existen en los cuentos, ¿no?

—Por supuesto. Sólo en los cuentos —repetí.

Sin embargo, Bella parecía haberse fijado especialmente en algo que, había pensado, tanto ella como el librero habían pasado por alto. No parecía ser así, no obstante, pues la chica pronto murmuró:

—¿Bestia? ¿Castillo...?

—A-ah... —balbuceé, nervioso—. ¿Dije yo eso? P-perdona, seguro que estaba pensando en algún libro...

En aquel instante deseé que Bella se olvidara de todo lo que había dicho antes, o que de alguna manera pudiésemos restarle importancia. No sabía si había destrozado mi papel de incógnito o no, pero no quería correr semejantes riesgos. Necesitaba distraer a la chica, o al menos sacarle la vuelta con una mentira precisa.

Súbitamente, alguien se me lanzó al cuello con una fuerza tremenda, logrando desequilibrarme por unos instantes. Más por un reflejo para mantenerme en pie que por voluntad propia, me abracé a la misteriosa figura.

Un perfume familiar me embargó todos los sentidos...

—¡Te encontré, por fin! —alguien exclamó, mientras se abrazaba con más fuerza todavía a mi persona— ¿Dónde has estado todo este tiempo, eh? ¡Te echaba de menos!

¿Cómo olvidar aquella voz...? Aquel toque dulce y seductor, aquellas palabras atrayentes, aquel tono angelical... No, aunque pasaran décadas enteras entre nuestros encuentros, no podía confundirla nunca.

—¿D-Diana...? —murmuré, queriendo encontrar alguna clase de confirmación. Cuando finalmente pude apartarla lo suficiente para verla directamente, me topé con sus brillantes ojos grises y con su cabello dorado. De inmediato, sentí mi corazón acelerarse y la sangre subir a mi cabeza.

"Mi ángel".

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—Diana Thorn. Estaba en Bastión Hueco cuando fui a por vosotros, aquel día... Forma parte de los desaparecidos.. bueno, de los traidores que causaron la caída de Vergel Radiante.

Me quedé congelado, tanto por la mágica atracción que Diana creaba en mi interior como por el miedo y la incredulidad. ¿Cómo iba a escapar de ella, del enemigo, cuando podía manipularme como un animalito domesticado?

—Tiene un extraño poder que hace que el más fuerte de los hombres se derrita y esté a sus órdenes.

Imposible...

—Ven conmigo, no tengas miedo —pidió, acercándose a mi mejilla. Un escalofrío me recorrió de pies a cabeza cuando sus labios acariciaron con suavidad mi mejilla. Su aliento acercándose a mi oreja logró derretirme.

Quería escapar con ella. Ir a donde ella quisiera llevarme.

Mi ángel... Mi preciado y atesorado ángel...

—Es difícil escapar de su habilidad, pero no imposible.



Difícil... mas no imposible...

Dejar atrás la tentación de mi ángel...

¿Cómo? ¿Cómo podía...?

—¡Sería una suerte que estuvieses enamorado, jovencito!

Tras pensar brevemente en aquella frase... no pude evitar que su rostro apareciera en mi imaginación. Sus grandes ojos color avellana, su sonrisa tan adorable y cautivadora, sus delicadas facciones enmarcadas por su larga cabellera color miel...

—Yo no estoy... Digo, ¿cómo podría...? ¿De ella...?

¿Enamorado...?

El perfume de Diana volvió a subir a mi cabeza, llenando de mi mente de toda clase de fantasías e ilusiones. En todas ellas, nos encontrábamos los dos juntos. Felices.

Pero algo faltaba... una chispa...

—Te he echado tanto de menos…

>>No te vueltas a separar de mí, por favor…

Niña testaruda... no podría nunca...

—No podría nunca, mi amor…

Por unos breves instantes, el perfume de Diana desapareció. Imaginé, sólo por unos segundos, la sensación de sus besos... el calor de sus tímidos labios abrazando los míos, nuestras manos entrelazadas, nuestros dedos traveseando con el cabello del otro...

...y el mundo entero desapareció.

Sólo ella... y mis preciados recuerdos...

—¿Lo entiendes...?

>>Te amo...

¿Cómo... cómo podía...? ¿Lo estaba...? ¿Estaba enamorado...?

Me gustaba estar con ella... Reírme con ella, conversar con ella, bailar con ella, viajar con ella, entrenar junto a ella, luchar junto a ella...

—D-Diana, yo... yo...

—No te vueltas a separar de mí, por favor…

Me llevé la mano al pecho, sintiendo una terrible punzada en el corazón. Los poderes de Diana eran demasiado... no podría... Jamás podría defraudar a mi ángel...

—M-Mi ángel...

—No te vueltas a separar de mí, por favor…

>>Xefil...

Pero debía intentarlo... Debía hacerlo... Le había prometido que no volvería a separarme de ella. Nunca.

No podría nunca...

—S-sólo sé que ella n-no se compara a la princesa de... ninguna historia.

Lo intentaría. Debía intentarlo. Aunque me costara, aunque necesitase menos fuerza para mover una montaña, aunque mi corazón se rompiese en mil pedazos en el intento... Por ella debía intentar que aquellas palabras salieran de mi boca. Por ella...

Por Nadhia.

—No, Diana. No voy.

[Suzume Mizuno]

—Es una aprendiz —Fátima se quedó sorprendida, en especial por el rictus de preocupación del Maestro. Eso la hizo sentirse incómoda. Debía ser una aprendiz especialmente fuerte si podía dar tantos problemas como para que Ronin se pusiera serio—, pero deberíamos encontrarla cuanto antes. Me alivia saber que la mayoría de los que hemos venido... en fin, que son mujeres.

Fátima se puso tensa y miró con extrañeza a Ronin, y en especial a Lyn cuando esta dijo:

—Vaya, entonces eso lo hace más complicado. Diana.

—¿Quién es Diana? —preguntó Fátima, desconcertada y nerviosa. No le gustaba que los dos maestros parecieran tan preocupados—. ¿Y por qué es tan importante que la mayoría seamos mujeres?

—Xefil se la encontró en el castillo, la primera vez que visitó conmigo este lugar —le explicó Ronin—. Tiene un poder muy peligroso, pero por suerte vosotras estáis a salvo. Quien me preocupa es Xefil. La última vez le sonsacó información.

>> Sé que él no tiene mucho conocimiento sobre nuestros planes. Y confesar no sería considerarlo un traidor, pues estaría siendo controlado en contra de su voluntad. Sin embargo, no puedo evitar estar preocupado por lo que le pueda pasar. Por eso la seguí, vigilando sus movimientos. Pero la perdí de vista, entré aquí para cerciorarme de que no había más gente con ella.

Fátima se mordió el labio inferior. Una chica que podía sonsacar la verdad a los demás. O más bien, sólo a los hombres. O sólo a los jóvenes, porque a Ronin no parecía que le supusiera ningún problema la cercanía de Diana. O tal vez simplemente daba por sentado que podría dejarla fuera de combate antes de que esta ejerciera su influjo sobre él…

“Pero, ¿qué clase de influjo? ¿Y por qué sólo a los hombres? ¿Qué es, una sirena?”

—Así que nuestra principal prioridad es encontrar a nuestro pupilo... al final acabamos siempre de niñeras buscando a los niños extraviados...

Lyn, exasperada, suspiró. Fátima no hizo ningún comentario y le alivió que Lyn no la hubiera mirado mientras hablaba; así consideraba que podía sentirse excluida de los “niños extraviados”.

—Por lo pronto, Fátima, ven conmigo

—D-de acuerdo…

Intentó no hundir demasiado los hombros y cruzó los dedos bajo la mesa, rezando por no tener que perseguir al imprevisible Maestro. Ya se lo imaginaba dejándola en la estacada. Ronin se volvió hacia Lyn

—Nos reuniremos en la ladera donde aterrizamos si no encontramos su paradero. ¿De acuerdo?

—Vale.

Siguió al enérgico hombre fuera de la taberna. Allí Fátima se despidió con un gesto de Lyn, que tomó un camino diferente al suyo, preguntándose porqué querría Ronin llevársela con él cuando seguramente no fuera a ser más que un estorbo. Éste echó a andar y Fátima tuvo que apresurarse para que no la dejara atrás con sus largas zancadas.

—Bueno, Fátima —Ronin hablaba con un tono distendido, amable y por la siguiente pregunta, Fátima imaginó que quería romper el hielo—, ¿qué tal has estado con tu nueva Maestra? ¿Habéis tenido problemas con sus orejas?

—Pues… —se preguntó si debería contarle lo del accidente con el viejo. Quizás a Lyn no le hiciera gracia. Pero si Ronin se lo preguntaba era porque seguramente sospechara…—. Tuvimos un pequeño problema con un anciano. Cogió a la maestra Lyn por la capa y comenzó a gritar… que era un monstruo —bajó la voz y miró nerviosamente a su alrededor—. Decía que la conocía, que ya la había visto antes…

Guardó silencio para pensar qué decir a continuación:

—Maestro, ¿le ocurrió algo malo a la maestra Lyn en este lugar? —caminaba mirándose los pies, sin atreverse a buscar los ojos de Ronin—. Aquel anciano dijo que la conocía —alzó la vista con el ceño fruncido por la angustia—. Y la maestra se quedó sin reaccionar. Parecía estar pasándolo realmente mal —tragó saliva—. Sé que no es de mi incumbencia, y que no debería preguntar por la intimidad de los demás. Lo siento.

Ojalá Ronin no la regañara. Se sentía una metomentodo, pero la verdad era que se moría por saberlo. ¿Se había equivocado de persona aquel viejo? No tenía la pinta, no después de todas las precauciones que habían tomado Ronin y Lyn, y las conversaciones que habían sostenido en Tierra de Partida. No, algo había pasado… Miró a Ronin, tratando de reprimir la ansiedad de sus ojos. Supuso que sin mucho éxito.

[EspeYuna]

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Sé que cambio de opinión habitualmente con las fechas límite estrictas, aparte de que yo no las suelo cumplir últimamente. El caso es que ahora todos estamos de exámenes cofcofnoesmicasosoyunamalditaNiNicofcof y es normal no poder pasarnos por aquí como solemos hacer en verano. Seguiré poniendo fecha límite, pero por favor, decidme por privado cuándo acabáis los exámenes y cuándo estaréis disponibles para seguir con la historia de cada uno.

Fátima

Ronin escuchó con atención lo sucedido con su pupila, Lyn. Se manifestó cierto brillo en sus ojos cuando Fátima mencionó al anciano y seguidamente los cerró, entendiendo lo que había sucedido.

—Vaya, incluso con el paso de los años siguen acordándose de ella —suspiró apenado, rascándose la nuca—. Sin duda este mundo no está acostumbrado a lo que es diferente. Es una lástima, pero no puedo culpar de ello a los aldeanos. Otros mundos, otras ideologías.

>> En algunos mundos los sincorazón son un enemigo completamente nuevo, pero no por ello las primeras criaturas que atacan a los nativos. Animales salvajes, enemigos intergalácticos, monstruos marinos... y a pesar de que en este mundo existe la mag... ¡oh!

Ronin cesó y, tras un incómodo silencio entre maestro y aprendiz, siguió su camino seguido de Fátima, quien no se separaba de él en ningún momento. El Maestro agudizaba sus sentidos, su mirada era muy diferente a la habitual: más serio, más alerta. Había dejado atrás su vivaracho comportamiento para convertirse en el maestro de maestros que era.

Sin embargo, la preocupación de Fátima hacia su nueva Maestra le sacó una sonrisa.

—Sí, Fátima. Fue hace mucho tiempo —afirmó el Maestro—. Cuando la acogí como aprendiz. Puede que no lo manifieste, pero le tiene algo de pavor a este lugar.

>> Podría contarte algo más sobre lo que sucedió aquel día, pero es algo que debería contarte ella. Fui y sigo siendo su Maestro, por lo que respeto su silencio. ¿Lo entiendes, verdad?

>>> Lyn es más sensible de lo que parece. Mis ojos aún la ven como una niña. Y cuando te veo a ti, curiosa y preguntona, preocupada siempre por los demás, me recuerdas a ella en sus primeros días como aprendiz.

Ronin rió, aunque no era esa carcajada vivaracha y exagerada. Una risa cercana y llena de nostalgia. Y cierto cariño a su pupila.

—Espero que no le digas nada sobre lo que te he contado —dijo el maestro, patrullando las calles del mercado y buscando a Xefil o a Hana—. Puede que sea su maestro, pero confieso que alguna vez el temperamento de Lyn me ha hecho pensar dos veces si gastarle bromas o no.

>> De hecho, en un mundo la consideran una gran heroína.

De repente, mientras Fátima atendía a las palabras de Ronin, vio una figura entre la multitud que le llamó la atención por un juego de manos terriblemente familiar. Con una baraja de cartas, paseaba despreocupado por el mercado. Sus ojos se clavaron en ella y esbozó una sonrisa.

Andrei Saavedra.

Xefil

El aprendiz estaba enamorado. Sólo tuvo que experimentar de nuevo el poder de Diana para darse cuenta. Sin embargo, el perfume de la aprendiz seguía subiendo a su cabeza, aturdiendo su cordura por momentos.

En su corazón habitaba unos sentimientos llenos de calidez. Ante la negativa del joven, la muchacha hinchó sus mofletes, algo decepcionada.

—¿No? —preguntó, con cierta picardía en su voz— He estado esperando tanto por ti, ¿y piensas que te voy a dejar marchar?

De repente el mundo se congeló alrededor del chico. Diana, sin dar su brazo a torcer, acercó sus labios a los de Xefil, fundiéndolos con su aroma y aquel enigmático poder que encandilaba a cualquier hombre.

Puede que Ronin no tuviese la absoluta razón, después de todo.

—Yo soy a quién debes amar.

Diana aprovechó los sentimientos de Xefil. De hecho, eran más que perfectos para que el aprendiz confundiera la fantasía con la realidad. Podría controlar a voluntad al joven, aunque tuviera que suplantar su identidad. Aprovecharía la oportunidad para convertirlo en su paladín.

—Xefil, no te vuelvas a separar de mí, por favor.

Aunque tuviera que suplantar a Nadhia Hoghes.

Diana, aparte de atontar a los hombres, también era una formidable actriz. Jugaría sus cartas y se saldría con la suya.

¿O no?

* * *

El cuerpo de Xefil no contestaba a su lucha interna. Seguía de cerca a Diana, ¿o era Nadhia? No lo sabía. El caso es que ambos aparecieron de pronto en un claro del bosque, lejos de la aldea de Bella. La joven no pudo despedirse de Xefil, quien sin ser dueño de sus acciones, ignoró su llamada y siguió como un corderito a Diana.

La aprendiz, gustosa de haber capturado a un pupilo del bando contrario, bailó a lo largo del claro y volvió a acercarse a Xefil, interpretando su papel:

—Xefil, te he echado tanto de menos.

>> Dime, ¿por qué has tardado tanto? ¿Dónde has estado todos estos meses? ¿Es que acaso los maestros te han tenido ocupado?

Una batalla se estaba librando en la mente y en el corazón de Xefil.

—Cuéntame.

Spoiler: Mostrar

Pueden pasar cosas diferentes según Xefil luche o no contra el poder de Diana. Ambas importantes para la trama en general, no sólo acorde al denominado Fanservice, que muchos pensaréis que esto es meramente personal por ser la usuaria de Nadhia. Me tomo en serio esta trama como Game Master, que conste.

Fecha límite: Sábado, 1 de Junio