Axel y YagamiEl elfo se sobresaltó ante el frío contacto del acero sobre su cuello. Al principio no dijo nada, sino que se quedó tieso escuchando la orden de Yagami y las palabras nada aliviadoras de Axel. Aquellos segundos sólo hicieron que se pusiera más nervioso, como para no poder articular ninguna palabra.
Y de verás que lo intentó varias veces. Abría y cerraba la boca constantemente, sabiendo que su vida estaría en juego nada más mascullar algo que no le gustase a sus captores. Desde luego, se notaba que era un elfo muy cobarde. Pero la lealtad pudo con él.
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¡N-n-n-o-n-n-o-o t-t-ra-ra-rai-ci-cio-na-na-ré-ré-ré a-a-a-a-al S-S-S-e-eño-ño-ñor Cl-cl-cl-cla-clau-claus! ―tartamudeó―.
D-d-d-de-de-de é-é-él de-de-de-dep-depen-depend-depen-depen la-la-la-la f-f-fel-fel-felic-felicida-felicidad d-d-de mu-mu-mu-much-muchos ni-ni-ni-niñ-niño-niños. ¡Y-y-y-y la-la-la Na-na-na-vi-vi-da-da-da-da-dad!Le costó horrores soltar todo, y aún chorreaba de sudor cuando se desmayó, al instante siguiente, en los brazos de Yagami. Puede que inconscientemente hubiese decidido no saber cuál era el resultado de su elección, o la tensión de la situación había podido con él, cuando toda su vida estaba basada en alegría, sonrisas y miedo a los sincorazón. Si el aprendiz quería rematarle o no, era cosa suya, porque el elfo no les serviría de nada dormido.
En ese momento, salió de la habitación superior el elfo que se había ido anteriormente con la caja de juguetes. Al verlos a ambos, y a su compañero en el suelo, soltó un pequeño y casi inaudible chillido de pánico y volvió a meterse dentro, seguramente intentando esconderse de los que creía asesinos.
Por otro lado, escucharon voces al otro lado de la puerta más cercana a ellos. Allí había gente, pero quiénes o cuántos, no podían saberlo con exactitud.
Zait, Hiro, Mei y NadhiaLa joven no hizo otra cosa que sacarle la lengua divertida a Nadhia, viendo que no necesitaban para nada su ayuda. Por otro lado, también respondió a Hiro.
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¡Todo el mundo aquí sabe la existencia de otros mundos! ―remarcó la muchacha―.
¡Es nuestra tarea, al fin y al cabo! Y este año necesitamos vuestra ayuda por culpa de chicos malos como ése ―explicó, señalando al sincorazón.
Precisamente, un sincorazón que estaba condenado a ser historia. Nada más salir de su caja, ésta vez como calabaza con cuchillas en vez del soldadito de antes, fue golpeado cruelmente por la Llave de Zait. A quien, por cierto, ni siquiera pudo rajar de mala manera para devolverle el daño, puesto que Tak le molestaba desde el otro ángulo.
En cuanto Zait se apuntó, el sincorazón fue alcanzado por la flecha de Nadhia y las balas de Hiro. Desapareció entre volutas de humo, instantáneamente fulminado.
La muchacha se quitó los guantes, guardándolos, y acercándose al grupo que conformaban con saltitos de alegría.
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¡Guau, sois impresionantes! ¿Hacéis autógrafos? ―desde luego, no era realmente fan de sus habilidades, pero tampoco se estaba burlando de ellos. Parecía que simplemente le gustaban las bromas. Y cuando más malas, mejor―.
Mi nombre es Hime. ¡Encantada!Se recogió la falda por ambos extremos, y se inclinó levemente como toda una señorita, manteniendo la vertical intacta.
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¡Bienvenidos a Ciudad de la Navidad! Creo que el recibimiento dice por sí solo cuál es nuestro problema ―rio―.
Venid conmigo. Os lo explicaremos todo a detalle dentro. ¡Y con un café, si queréis! ―les invitó, empezando a andar hacia la casa de la que había salido―.
Mmm, por cierto, ¿quién de vosotros es el Maestro?Qué mala imagen darían cuando reconocieran que su Maestro había decidido quedarse vagueando a las afueras… Aunque también podían mentir…
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La verdad es que es la primera vez que conozco aprendices de la Llave Espada ―reconoció Hime, girándose por un momento y caminando de espaldas para verlos―.
Seguro que tenéis una vida muy emocionante. ¡Y peligrosa! No hay mucha gente que decida arriesgarse por salvarguardar el orden mundial ―parloteó, lo último con una voz grave, riéndose de sí misma―.
¿Qué hizo que tomarais ese camino?De repente, se dio cuenta del seguramente tema privado en el que se estaba ahondando, y rectificó:
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¡Oh, no respondáis si no queréis! ¡No quiero parecer maleducada! Es sólo una pregunta que me hago muchas veces en voz alta ―luego, añadió, perdiendo parte de su alegría―.
Porque conozco a alguien que pasó por lo mismo y nunca se la he hecho.Pero bueno, ¿no acababa de decir que era la primera vez que conocía a aprendices? ¿Les estaba mintiendo en su cara o algo?
Hime acabó chocándose contra una de las columnas, con el mismo dibujo de los bastoncillos de caramelo, que había a ambos lados de la puerta. Se agarró a tiempo para no caerse, se rio de sí misma y les invitó a pasar.
Entraron en la casa, cerrando la puerta tras de sí para no dejar que se colara más aire frío. En el interior, después de atravesar el pequeño recibidor, había un confortable salón familiar, alumbrado por una acogedora chimenea, y un sofá enfrente de ésta. En una mecedora, verían a un hombre gordo, vestido de rojo y colmado por una larga barba blanca. Desde luego, más de uno le reconocería.
―
¡Todo solucionado, señor! ―exclamó Hime, poniéndose firme cual soldado y con una mano en la frente.
―
Muy bien ―se giró hacia los aprendices―.
Imagino que sois los enviados de Tierra de Partida. ¿Cuáles son vuestros nombres?Se fijaron, entonces, que en su mano sostenía un largo pergamino. Alguno quizá también supusiese qué había escrito en él.
Fecha límite: Miércoles 13 de marzo.
PH de Axel: 15/18
PH de Yagami: 13/16
PH de Nadhia: 13/22
PH de Hiro: 22/22
Balas de Hiro: 11/15
PH de Mei: 18/20
PH de Zait: 18/18