Siento haber tardado, no he tenido una sencilla especialmente sencilla, a ver que tal sigue la trama~
Había entrado en la estancia a la que estaba destinado llegar, y sin saber muy bien como, de repente había otra persona a su lado, un chico que parecía mayor de él, pero un novato tal que él. Pero antes que reparar su atención en el chico, decidió mirar lo que había a su alrededor. Había tres tronos al final de la estancia, pero para acceder a ellos previamente había que subir unas escaleras, que no eran especialmente grandes. Al final de la sala, estaba Lyn.
Su maestra parecía no tener demasiada prisa, tenía aspecto de estar acostumbrada a hacer a los demás esperar, cosa que a él, le sacaba de quicio. No se movió mucho más, solamente se dispuso a escuchar las palabras de Lyn, aunque no con demasiada pasión, más bien era desánimo sentirlo. Primero comenzó recordando que había sido ella la que les había otorgado el poder de usar la llave espada y controlarla, aunque no por ello les había explicado cual era su cometido exactamente.
Las reglas parecían obvias. No mencionar a nadie que venían de otros mundos, proteger a las personas de los sincorazón y sobre todo no revelar el secreto de las llaves espadas, estaba claro que si quería sobrevivir tenía que tener claras esas reglas, porque sino podría ocurrirle cosas terribles, entre las que estaban volver a caer en sus garras en las garras de Diana. No pudo evitar recordar como lo había controlado de mala manera, sintiendo cosas que por una parte eran nuevas, pero por otra parte eran terribles, al menos para él.
Cuando parecía que por fin iban a acabar las explicaciones por parte de Lyn y podrían comenzar a entrenar de una vez, su compañero preguntó, cosas que por una parte a él le parecían obvias, pero que para él no tanto. Lo que hacía el grupo de Diana y demás, era obvio. Estaban realizando el mal con las llaves espadas, pero las leyes de la llave espada parecían más una serie de reglas impuestas que no una obligación de la propia llave espada. Probablemente fueron puestas por los portadores de las llaves espadas para impedir que realizaran actos malvados.
Tras pensar en sus divagaciones, se fijó un poco más en su compañero de entrenamiento, que no parecía muy atlético que se dijera, parecía especialmente escuálido. Lo que más resaltaba de él era que el pelo parecía estar teñido de rojo, en vez de ser un color natural. Le resultaba cuanto menos interesante, pero no era cosa de preguntarle directamente, quizás tendría alguna especie de manía o gusto por ese color en particular. Lo observó un poco más de reojo y justo después se le ocurrió una pregunta que quizás podría conocer Lyn, una pregunta sobre su futura rival.
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Maestra, ¿Cuál es ese poder que tiene Diana y que me mantuvo prácticamente hipnotizado y como se puede combatir?— Preguntó, con todas las ganas del mundo por saberlo.