[Coliseo del Olimpo] El dios caído

Trama de Light, Hiro, Xefil y Maya + Ragun & Mei

La aparición del bando de Bastión Hueco ha colocado a la Orden de los Caballeros de la Llave Espada en una tensión creciente difícil de remediar. ¿Llegarán a enfrentarse ambos bandos en conflicto, o será posible la paz?

Moderadores: Suzume Mizuno, Astro, Sombra

Re: [Coliseo del Olimpo] El dios caído

Notapor Light » Jue Oct 10, 2013 1:13 am

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Los jóvenes Portadores atravesaron el pasillo de luz para alcanzar el mundo que les necesitaba. Se trataba de un mundo que Light había visitado con anterioridad.

¿Dónde... estamos?

Si a Light le hubieran dicho que se encontraba en el mundo del Coliseo del Olimpo de ninguna manera se lo habría creído. Ningún coliseo ni ninguna ciudad se avistaba: en su lugar, habían ido a parar a una especie de caverna gigantesca con un enigmático lago en su interior, el cual parecía expandirse hasta el infinito.

Un escenario tétrico, sin lugar a dudas, aunque Light careció de tiempo para contemplarlo. El aroma cautivador de una diosa le sedujo desde el primer segundo, obligándole a olvidarse de todo su alrededor para concentrarse en ella, únicamente en ella. Se habían topado con una... diosa, sí, no podía encontrar una palabra mejor para describirla.

¿Quién...?

¿Pero qué?

¡Oh!

Light realmente se preguntó si podía existir una belleza como ella, de verdad. El corazón del muchacho dio un vuelco nada más escuchar su voz. De cabello rubio y de piel clara, y enredada con sus propias enredaderas, aquella jovencita era capaz de acelerar sus corazones, convirtiéndose en el centro del universo para ellos. De ninguna manera nadie podía negar que Diana Thorn era una belleza sin parangón.

Y aún había algo más, todavía quedaba algo que le irritaba. Lo que más le fastidiaba era la presencia de otra persona. Un aprendiz conocido se encontraba cerca de Diana, demasiado cerca. Alguien que apestaba a oscuridad, con un hedor bien distinto de la fragancia de aquella seductora deidad.

El chico de Bastión Hueco…

La Estocada Oscura, Ragun, el mejor amigo de Nadhia. En efecto, habían pasado bastantes meses desde su último encuentro, pero Light le reconocería sin ningún problema. Uno de los traidores que habían abandonado Tierra de Partida para marcharse con Ryota y seguir con él su entrenamiento, con las normas de los Maestros de Bastión Hueco.

Al igual que ellos, Ragun también parecía cautivado por el poder enamoradizo de Diana. Estaba claro que esa diosa estaba ejerciendo alguna especie de hechizo con todos ellos, aquel sentimiento no era nada normal.

Agitó la cabeza para intentar liberarse de su atracción y regresar al mundo real. En cuanto la Estocada Oscura hizo su primer movimiento, Light seguidamente se colocó en guardia y se posicionó contiguo a su amigo Xefil, con Llave Espada ya materializada en mano.

No esperaba encontrarme con gente de Tierra de Partida por aquí —señalaba con soberbia, como si les menospreciara—. Lyn, Xefil, Light y... ¿Un chucho?

Veo que te acuerdas de mi nombre incluso después de tanto tiempo. Qué detalle —expresó sonriente, sin darle demasiada importancia a su arrogancia.

Los siguientes segundos estuvieron cargados de tensión. El lobo de Ragun les gruñía con fiereza, preparado para lanzarse contra ellos en cuanto hicieran el primer movimiento, aunque parecía que ninguno de los dos bandos iba a tomar la iniciativa. Aquella no era su misión, después de todo. Su objetivo no era luchar contra el bando contrario, sino otro mucho más importante.

Ragun retiró su arma inmediatamente, dándoles a entender que rechazaba la idea de combatir contra ellos. Lógicamente, no se atrevería a alzar el arma delante de una Maestra.

Diana, apresurémonos a acabar con Gárland, estos no merecen la pena —Light arrugó una ceja y torció la boca en señal de desagrado (¿Perdón? ¡Has bajado tu arma porque sabes de sobra que no tenéis ninguna posibilidad!)—. ¿Sabes dónde está? —interrogaba a la atractiva aprendiz, sin despegarles la mirada.

Estúpida escoria —mascullaba apretando el puño.

Ni podía perder los nervios por Ragun ni podía dejarse llevar por el aroma de la hermosa Diana. Tenía que mantener la cabeza fría y empezar a actuar como un Caballero de verdad.

Puede que ellos nos lleven hasta ese tal Gárland…

Ignoraba en qué consistía la misión de esos dos, pero sus caminos parecían destinados cruzarse. Aunque Xefil sugiriera a Diana que les acompañara con su grata presencia, dudaba que una portadora del bando contrario accediera a acompañarles. Y mucho menos a entregarse.

Aunque, ¿quién sabe? Puede que aceptara y todo, y a él no le importaba cooperar con aprendices de Bastión Hueco. No le hacía ninguna gracia confiar en individuos como ellos que tendían a traicionar, pero sorprendentemente accedería sin rechistar. No sería la primera que lo hacía: después de todo había cooperado no hace mucho con aquellos dos chicos de Bastión Hueco.

En definitiva, se mantendría al margen y permitiría que la Maestra Lyn controlara la situación. Light no levantaría el arma contra nadie, mas permanecería en todo caso cerca del rehén payaso, vigilando los movimientos de la hermosa joven. No lo tendría difícil, pues probablemente le sería casi imposible desviar su atención de ella...

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Cuando digo que Light cooperó con dos chicos de BH me refiero a un encuentro que todavía no ha sido posteado. Cronólogicamente ya está fijado y va antes que esta trama, lógicamente.
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Re: [Coliseo del Olimpo] El dios caído

Notapor RedXIII » Jue Oct 10, 2013 4:56 pm

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Extraño mundo al que parar, sin siquiera saber cual era su destino ¿Estaban en una pesadilla? Pues aquel lugar era deprimente, pero desde luego mejor que aquel mundo lleno de fantasmas, espanta pájaros y golosinas explosivas, aunque, este tenía algo que no le gustaba a Hiro.

¿Pero qué?

¡Oh!

Parecía confusa la propia maestra ¿Ni siquiera ella sabía a donde habíamos ido a parar? El destino parecía confuso desde que empezó todo, puesto a que no dieron informaron de a donde íbamos, tal vez Der se acuerde de este lugar, puesto a que ha viajado por muchos mundos, aunque su cara de asombro no parecía apoyar su teoría.

Kupóque extraño lugar al cual hemos llegado — dijo mientras se frotaba la ¿Barbilla? —Kupótal vez la chacha esta de vacaciones — Dijo bromeando.

Pero había algo extraño que el joven aprendiz notó enseguida, tal vez por su persistente olfato o por sus rasgos perrunos, el olor del lugar no se correspondía nada a lo que sus ojos veían ¿Era tal vez una especie de perfume? Pero la maestra no podía ser, había estado entrenando con el y en todo el rato no pudo sentir esa embriagadora esencia, y tampoco parecía ser de Maya, ya que no la percibió en Tierra de Partida, ni tampoco de ninguno de sus compañeros ni Kefka, el parecía más de oler a maquillaje barato...

No esperaba encontrarme con gente de Tierra de Partida por aquí, Lyn, Xefil, Light y... ¿Un chucho? — Su arrogancia era tan palpable que podía ser toda una inspiración para los más bordes del lugar.

¡Chucho tu padre! — Hiro cogió su Kiseu y con gran puntería dio un golpe seco, lanzando la colilla a aquel misterioso y descortés muchacho.

Pero aquella pequeña disputa cesó en cuanto sus ojos se dirigieron a ella, aquella muchacha que acompañaba al borde del chico, desde luego no era para nada el tipo de chica que le gustaba al joven aprendiz perruno, pero, de una forma que no podía entender, se sentía demasiado atraído hacia ella, no sabía porque, pero sentía la imperante necesidad de acercarse a ella, igual que con Kairi, la única persona a la cual apreciaba de una forma sincera y un tanto "extraña".

Diana, apresurémonos a acabar con Gárland. ¿Sabes donde está? — Diana... aquel ángel caído a los infiernos se llamaba de tan bella forma, parecía una Sirena cantando con su dulce voz para atraer a los marineros...


¡Ey, ey, ey! — Contestó Xefil—. ¿Quién te crees para tomarte tantas confianzas, Ragun? Sepárense, claramente tenéis la desventaja numérica. Diana, tú te vienes conmigo.

¿Aquello formaba parte de las típicas estratagemas amorosas de Xefil, tal y como había comentado el maestro antes?

Digo, con nosotros, bajo custodia, claro. C-con nosotros, n-no conmigo — Parecía nervioso, muy nervioso ¿Tal vez sentía lo mismo que el, que lo que salía de su boca no era lo que pensaba si no lo que sentía? Era muy raro, tan raro que ya Hiro no sabía ni que pensar.


¿Quieres tener un hijo mio? — La gran sutileza de la cual presumía el joven perro mestizo no hizo mella en sus recientes palabras ¿Competir por Diana? No, ir a por todo, era tan rara la situación para el que sus palabras lo igualaban o incluso eran peores, algo de lo cual se dio cuenta su mascota.


¡Kupóque esta diciendo, no puede estar hablando en serio! — Der notaba algo extraño en el comportamiento no tan estúpido que normalmente muestra Hiro, aunque su respuesta lo fuera mucho, no seguía el típico patrón bromista de siempre, si no que parecía incluso ir enserio.


Sus compañeros parecían dispuestos a seguir al extraño muchacho y a la bella Diana, el, bajo los encantos de "sirena", no opuso ninguna resistencia, pero tampoco era lo suficiente estúpido para acercarse de una forma exagerada a ellos, permanecería en todo momento al lado de su Maestra, si pasaba algo siempre podía estirar de su coleta.

Der, por otro lado, empezó una conversación con la maestra Lyn —¿Kupóusted también ha notado ese extraño olor que se siente?— Preguntó mientras se interponía entre la maestra y Hiro —¿Kupóy exactamente a que hemos venido?

La dulce fragancia que se transmitía se quedaba engarzada en su ropa, un suave y delicado perfume por el cual seguro que muchos hombres enloquecerían, como una ninfa juguetona buscando a sus victimas de lujuria y pasión, tejiendo una red de atracción sobre Hiro.
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Re: [Coliseo del Olimpo] El dios caído

Notapor Zodiark » Jue Oct 10, 2013 10:56 pm

Al atravesar el portal de la maestra, llegamos a un lugar... no muy agradable. Era una estancia lúgubre y oscura, bastante siniestra. A pesar de todo, uno de los caminos llevaba a una gran obertura por la que se filtraba algo de luz. Aquello parecía ser la salida. O la entrada, según se mirase.

Qué mal rollo —comenté recorriendo la colosal sala con la mirada.

Pero no era el ambiente tétrico de aquel sitio lo único de lo que nos teníamos que preocupar, ni mucho menos. Allí también se encontraba Ragun, el traidor, y una de las aprendizas de Bastión Hueco a las que había visto en una de las visitas a dicho mundo.

Genial... —murmuré fijando mi mirada en Ragun, el siniestro aprendiz que tan poca confianza me inspiraba y que, de hecho, me asustaba bastante.

La otra chica parecía llamarse Diana, por lo que exclamó Xefil. ¿Pero de qué conocía él a una aprendiza de Bastión Hueco? No era momento de preguntarle, así que reservé la pregunta para más tarde, pues aquella pareja y Nyx, la mascota del oscuro aprendiz, no parecían demasiado amigables.

No esperaba encontrarme con gente de Tierra de Partida por aquí. Lyn, Xefil, Light y... ¿Un chucho?

Veo que te acuerdas de mi nombre incluso después de tanto tiempo. Qué detalle

Me apetecía responderle también, pero aquel chico me infundía demasiado miedo. Para mí no era más que "el traidor", un frío e insensible aprendiz que seguramente sería capaz de cualquier cosa por poder, y su mirada despiadada penetraba en mí aunque ni siquiera estuviera mirándome. Simplemente, era incapaz de dirigirle la palabra a alguien así.

El chico invocó su Llave Espada, y el perro Nyx se puso a gruñirnos con ira. Invoqué mi Llave Espada también como acto reflejo ya que, aunque me infundiera miedo, no pensaba dejar que nos dañara ni a mí ni a mis amigos, y tampoco al prisionera del cual era en gran parte responsable. No obstante, antes de poder ponerme en guardia, Xefil se colocó delante de mí y de Kefka para evitar que nos lastimaran.

Diana, apresurémonos a acabar con Gárland, estos no merecen la pena —dijo Ragun a su compañera justo después de bajar su arma—. ¿Sabes dónde está?

Tsk, imbécil arrogante... —musité bajando también el arma.

No hizo falta recurrir a la violencia, pero aquellos dos estaban allí y, aunque se marcharan, tenerlos rondando por aquel mundo no era nada bueno.

¡Ey, ey, ey! Quién te crees para tomarte tantas confianzas, Ragun? Sepárense. Claramente tenéis la desventaja numérica. Diana, tú te vienes conmigo. —intervino Xefil—. Digo, con nosotros. Bajo custodia, claro. C-con nosotros, n-no conmigo. En realidad, ambos deberían decirnos por qué están aquí precisamente; ¿no lo cree, Maestra Lyn? ...y también qué demonios estaban haciendo antes de que llegáramos...

Las palabras de Xefil se me hicieron raras, nunca le había oído hablar de esa forma. Parecía nervioso, como si aquella situación le superase. Cuando todo aquello acabase tendría que preguntarle acerca de Diana y su relación con ella, pues quería indagar y saber qué era lo que ocurría entre ellos.

En cualquier caso, lo que dijo Xefil me hizo percatarme de algo de lo que no me había dado cuenta: ¿qué hacían esos dos allí? Tal y como había dicho el propio Ragun, su objetivo era acabar con Gárland...

Ly... quiero decir, maestra Lyn, han dicho que van a matar a Gárland... ¿Por qué cree que van a por él? —susurré al acercarme a la maestra, justo después de que el moguri de Hiro acabase de hablar con ella, para asegurarme de que nadie más me oía, siempre sin perder de vista al prisionero.
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Ronda #4 - El dios caído

Notapor Soul Artist » Sab Oct 19, 2013 12:51 am

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Perdonad mi tardanza en la Trama; aseguro que ha sido algo muy puntual. La razón, aunque sé que es de mal gusto, es que he sido abducido por un muy esperado juego que adelantó su salida unos días de manera inesperada, cuando yo calculaba que me daría tiempo para postear antes de que la malvada videoconsola se hiciera dueña de mi mente.

Os aseguro que no volverá a pasar.

Tranquilo, primero lo primero —musitó Diana a la Estocada Oscura, escuchando con atención las palabras de Xefil. Eran música para sus oídos—. ¿Por qué me tendría que separar, mi caballero? ¿Estás celoso, cariño?

La hermosa ninfa se separó del aprendiz de Bastión Hueco y se aproximó a Xefil, jugando con sus dedos por el filo de su Llave-Espada hasta contactar con la mano del joven. Sonrió, contemplando su inocente reacción.

¿Me has echado de menos?

¿Te importaría apartarte de mi aprendiz, Diana?

La ninfa, cruzando brazos alrededor del cuello de Xefil, giró en dirección a la Maestra Lyn, quien parecía mantener la calma a pesar de las circunstancias. En algún momento, fijándose en el resto de aprendices, le guiñó descaradamente un ojo a Light. Éste experimentaría por primera vez la delicia de su esencia, haciéndole imposible apartar la vista de ella. Sentir celos de Ragun, y de Xefil mismo, ¿por qué no le abrazaba a él? ¡No era justo!

Diana, divertida, terminó por examinar al resto del grupillo. Se fijó primero en el prisionero, terminando por conectar sus ojos grisáceos con los de Maya y en las orejas perrunas de Hiro. Éste último tampoco podría evitar aquel sentimiento, dulce y mortífero.

Has traído a todo un ejército. ¡Incluso a un chucho! ¿No me digas…? —Diana esbozó un rostro de sorpresa, sin apartarse de Xefil y asomándose por uno de los hombros de éste, aferrándose aún más a él— … ¿¡desde cuándo!? ¡Y tú decías que yo era una buscona!

Deja de hacerte ideas raras en esa cabecita pomposa y ve al grano. No hay tiempo.

Cierto. No hay tiempo.

Se hizo el silencio. Diana se apartó de Xefil y caminó en dirección a Lyn, hasta plantarse a unos escasos metros. La joven estudiaba detenidamente al bando contrario, y quizás no se acercara lo suficiente por desconfiar. Es más, ¿por qué se arriesgaba tanto?

¿Tregua, chucho?

Lyn erizó sus orejas, con un tic en el ojo y conteniendo todo su abrumador poder y fuerte carácter que le hacía reconocible y famosa en Tierra de Partida. Mas no cargó su ira contra la aprendiz. Los aprendices no darían crédito a lo que Diana acababa de decir. ¿¡Una tregua!? ¿¡Por qué!?

Pero más fue sorprendente la respuesta de la Maestra Lyn.

Tregua —asintió, sin esperar la opinión de sus aprendices—. Y no vuelvas a llamarme chucho si no quieres que tu cadáver aparezca mañana en el río de los Muertos.

Diana sonrió, separando sus carnosos labios para que Lyn no tuviera la última palabra, cuando de pronto Kefka interrumpió a la chica para hablar él:

¿Alguien me cuenta qué pasa? ¿Nadie? ¿Ni tú, niñita-del-mano-no-me-electrocutes-por-favor? Hola, soy un payaso que no se entera. ¡Contadme qué pasa, por favor!

La atención de Diana y Lyn fueron a parar al payaso, el cual sonreía de oreja a oreja y se agitaba con energía. Se le veía realmente interesado en descubrir la naturaleza de la situación, más que cualquier otra persona allí presente. En cuanto todas las miradas estuvieron situadas en él se mantuvo en pie sobre un pie y comenzó a balancearse hacia los lados, intentando no caerse con las manos encadenadas.

¡El increíble circo de Kefka, ji, ji, ji! ¡Mirad qué payasadas hago, entretenimiento ilimitado!

¿Qué le pasa a vuestro ami...?

La joven se vio interrumpida cuando algo gigantesco cayó entre las dos portadoras, tirándolas al suelo para protegerse del objeto que casi las aplastaba tanto a ellas como a los aprendices a su cargo. Tres rugidos a la vez provocaron que las miradas de los presentes se levantaran hacia el techo del Inframundo, encontrándose con seis ojos rojos clavados en ellos y cientos de afilados dientes hambrientos.

Lo que veían era ciertamente increíble: un perro de tres cabezas enorme, gigantesco y babeante. La escena entre Lyn y Diana, junto con la oscuridad del Inframundo, había camuflado su llegada para atacarles por sorpresa. Lo que les había tirado era tan sólo una de sus cuatro patas, las cuales hacían temblar el suelo a cada paso que daban.

Y de aquella situación de máximo peligro alguien había sacado provecho. Las enormes risotadas de alguien que se daba a la fuga con enormes saltos resonaban por toda la caverna, aprovechando la confusión provocada gracias a la distracción que había llevado a cabo con éxito.

—¡¡Kefka!! ¡Maldita sea![/b][/color] —Lyn se levantó del suelo e invocó su Llave Espada, con la cual bloqueó el mordisco de una de las cabezas de la criatura—. ¡¡No dejéis que escape!!

Ven con nosotros, Xefil —Diana, ya incoporada, se acercó a Xefil y le tomó de la mano, llevándole por un camino distinto por el que huía Kefka—. Contigo seremos invencibles. Te necesito.

Jamás pensé que llegaría a decir esto —con un golpe brusco Lyn echó hacia atrás al monstruo, haciéndole retroceder y desmotrándole su fuerza. Giró la cabeza hacia Xefil, indicándole que siguiera a la aprendiza de Bastión Hueco y rompiera la promesa que le hizo a Kazuki—. ¡Casanova, haz caso a Diana! ¡Encontrad a Hades! ¡¡No hay tiempo que perder!!

El perro chocó con una pared en su retroceso y toda la caverna tembló, con algunas pequeñas piedras cayendo en el camino por el cual huía Kefka. No podían dejar escapar al payaso, pero Diana claramente tenía otros planes mientras caminaba por el sendero alternativo. Alcanzar al Villano Final sería fácil con electrocutador proporcionado por Ronin, ¿pero y si terminaba de derrumbarse el camino? Y tampoco podían dejar sola a Lyn, que aunque hubiese demostrado ser una gran guerrera se enfrentaba a un monstruo de tres cabezas. Eso la dejaba en una inferioridad numérica importante.

El hechizo de Diana era más débil en aquellos momentos de incertidumbre, por lo que cada uno era libre para tomar sus decisiones.

* * *

¿Perdidos por el Inframundo?

Mientras Mei seguía oculta en su posición, sin atreverse a intervenir en la conversación de los hombres de la plaza, una luz apareció en escena desde el interior del pozo. Era pequeña, casi invisible, y flotaba lentamente en el aire rodeando al hombre de la armadura dorada, el cual se quedó perplejo al verla.

Mira por dónde, una ayuda —el noble hombre ofreció la palma de su mano al espíritu, el cual se acomodó sobre él aceptando su ofrecimiento sin palabra alguna—. ¿Quién acude en nuestro rescate?

Tan sólo soy un alma vagante en el hogar de los que se fueron. Una de miles, millones. De seres que dejaron atrás el dolor tras su muerte.

El hombre de la armadura oscura giró su cabeza hacia el alma errante, aparentemente interesado en lo que decía. Relajó los brazos y se acercó a él, esperando que hablara más sobre el tema.

Si vienes del Inframundo imagino que podrás ayudarnos —dio por sentado el noble, sonriendo de oreja a oreja a oreja.

¿Referís liberar el alma de ese buen hombre? Yo podría guiaros por el Inframundo, y llevaros ante Hades, Señor de los Muertos.

Nadie hace algo a cambio de nada. ¿Qué buscas de nuestro Emperador?

Nada en especial. O sí. Es cierto que entiendo la misión de ese buen caballero, sus futuras y grandes hazañas. Y todo por esas pobres almas que siguen encarceladas en la desesperación de un ciclo angustioso y cruel. Será aclamado por quienes comprendan de verdad sus propósitos… y yo soy uno de ellos.

»Sería para mí un gran honor, y un inmenso placer, servir a tan gloriosa leyenda. Es una lástima que esté atrapado en este lugar. Entiendo vuestro sufrimiento, y si ambos lográramos ser liberados…

El hombre de la armadura completa negó la cabeza con decisión. No aceptaría la palabra de una simple luz voladora, por mucho que pudiese ayudarles de algún modo a encontrar el Inframundo.

¿Por qué deberíamos liberarte?

Porque me necesita.

Los ojos del noble se clavaron en los del joven rubio, esperando a que aceptara el trato propuesto por el espíritu de inmediato. Sin embargo este guardó silencio, evitando la mirada de aquel a quien acompañaba y dirigiéndose directamente al callejón en el que se hallaba Mei.

¿Algún problema, Gárland?

Ninguno. —la voz del varón pareció dudar un momento en aquello, pero esa sensación de desconfianza desapareció en seguida—. Llévanos a ese Señor de los Muertos.

Os estaré eternamente agradecido, mis señores. Si me permitís, os llevaré hasta el Dios del Inframundo. Síganme, por favor.

La luz volvió a volar y se dirigió hacia el pozo, desapareciendo en lo más profundo de su oscuridad. Tras unos segundos en los que los hombres llegaron a pensar que les habían tomado el pelo una fuerte luz morada del interior de la instalación iluminó toda la plaza, invitándoles a lanzarse a su interior. En silencio el llamado Gárland se introdujo el primero, y a él le acompañó el noble.

Sin embargo, antes de saltar a su interior, dirigió la mirada hacia su guardaespaldas de armadura dorada. Este tenía sus ojos clavados en el callejón donde se encontraba Mei, casi obsesionado con su posición.

¿Nos guardas las espaldas, Gabranth?

Sí, mi señor.

El noble saltó al interior del pozo y desapareció, dejando a solas a su guardaespaldas en la plaza. Este invocó una especie de lanza de dos puntas, casi una doble espada, y la bajó con cuidado.

Sé que estás ahí, Portador —advirtió el hombre, claramente dirigiéndose hacia Mei—. Tu corrupta arma desprende demasiada luz como para que yo no la perciba.

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Fecha límite: 22 de octubre de 2013.

Parte del post escrito por EspeYuna (hasta la intervención de Kefka y los diálogos de Lyn y Diana).
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Re: [Coliseo del Olimpo] El dios caído

Notapor RedXIII » Sab Oct 19, 2013 2:04 am

Hiro estaba completamente distraído, solo tenía ojos en aquel momento para su precioso ángel caído a las tinieblas, Diana, la cual parecía estar solo centrada en Xefil.

Has traído a todo un ejército. ¡Incluso a un chucho! ¿No me digas…? — Hiro hizo un breve gesto, simulando ser un perro obediente, sin duda estaba totalmente fuera de si — … ¿¡desde cuándo!? ¡Y tú decías que yo era una buscona!

Deja de hacerte ideas raras en esa cabecita pomposa y ve al grano. No hay tiempo.

Cierto. No hay tiempo.

Kupóa lo mejor puedo tirarle una galletita o algo — Se decía a si mismo el pequeño Moguri, el cual solo hacía que observar la denigrante manera a la cual se estaba rebajando su "amo".

¿Tregua, chucho?

La maestra parecía enfadada ante aquel comentario, Hiro no podía dejar de sentirse identificado, era algo molesto.

Tregua. Y no vuelvas a llamarme chucho si no quieres que tu cadáver aparezca mañana en el río de los Muertos.

¿Alguien me cuenta qué pasa? ¿Nadie? ¿Ni tú, niñita-del-mano-no-me-electrocutes-por-favor? Hola, soy un payaso que no se entera. ¡Contadme qué pasa, por favor!

Las atenciones que hasta hace un momento el joven aprendiz perruno mostraba a Diana parecían esfumarse al escuchar al Payaso, del cual ya ni se acordaba. Aun estando embobado por la belleza de aquella ninfa, no podía olvidar su misión, el rencor y la rabia que le tenía eran dignos rivales de los sentimientos mostrados a la completa desconocida, no podía dejar de sentir odio a la vez que "amor", era muy extraño, como un remolino de emociones que volvía loca su cabeza.

¡El increíble circo de Kefka, ji, ji, ji! ¡Mirad qué payasadas hago, entretenimiento ilimitado!

¿Qué le pasa a vuestro ami...?

Sin previo aviso, y sin apenas tiempo de reacción, algo cayó, a saber de donde, cerca de la Angelical compañera del aprendiz de Bastión Hueco y su Maestra, acompañado por tres feroces rugidos ¿que extraño ser podía emitir aquel desagradable ruido? La duda fue aclarada rápidamente pues parecía que un perro gigante de nada más y nada menos tres cabezas, había hecho su aparición, amenazando a todo aquel que estaba en el lugar, nunca había visto semejante perro con tal tamaño y cantidad de cabezas, ni siquiera su abuelo podía llegar a tal tamaño, superaba con creces su ferocidad y su intimidación.

Desgraciadamente la situación era mucho peor que aquello, el joven aprendiz quedó impresionado con los gritos de su maestra, alertando de la inminente fuga de Kefka. Entre la confusión y los lamentos, la maestra quedo inposibilitada, haciendo frente a tal bestia, obligando así a Hiro decidir si se quedaba a luchar o iba tras Kefka, era una decisión difícil, aunque Maya electrocutara al prisionero no era segura su captura pero, la maestra parecía necesitar ayuda...

¡Casanova, haz caso a Diana! ¡Encontrad a Hades! ¡¡No hay tiempo que perder!!

Por si fuera poco a su decisión de quedarse o ir tras el se añadía el peso de que Xefil podía no estar con ellos, por suerte para la cabeza de Hiro, los sentimientos hacia Diana parecían desaparecer y su cabeza se llenaba de una única idea

>> Para mi la prioridad es que Kefka no escape.

La decisión estaba tomada, Hiro fue tras Kefka, con la intención de capturarlo, ignorando que seguramente era mejor que fuera Maya, seguramente a consecuencia de su remolino sentimental y de la tensión del ambiente, incluida la posibilidad de que se le comiera un perro gigante, aunque el también lo fuera.

¡Der, transformate y dale presa!

Kupóhageshi Toboe — Siguiendo sus ordenes, rápidamente el pequeño Moguri, envuelto en un breve espectáculo de luces, pasó a ser un feroz perro/lobo de tonalidades naranjas y rojas, con una pequeña armadura de hierro que apenas cubría sus patas, el cual velozmente se lanzó a la caza de Kefka junto a su "amo" — ¡Yo me voy a por Kefka, vosotros podríais ayudar a la maestra! — Si Maya decidía usar el extraño y guay aparato de Ronin seguramente podrían, entre los dos, darle caza, lo que no sabía era si podrían volver, ya que el sitio parecía derrumbarse gracias a tal feroz enemigo.
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Re: Ronda #4 - El dios caído

Notapor Sombra » Sab Oct 19, 2013 5:44 pm

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Tranquilo, primero lo primero —fue la respuesta que Diana había dado a mi pregunta. Parecía que Xefil estaba realmente afectado por la habilidad de Diana por su forma de hablar, cosa que a Diana parecía agradarle mucho, al fin y al cabo era una de las personas más manipuladoras que había tenido ocasión de conocer—. ¿Por qué me tendría que separar, mi caballero? ¿Estás celoso, cariño?

Diana se alejó de mí acercándose al grupo de Tierra de Partida. Me sentí triste al ver como deslizaba sus dedos por la llave espada del aprendiz antes de coger su mano. Sentí bastante furia en mi interior, sin embargo conocía de sobra que aquel era un sentimiento falso. Tenía que resistirlo.

¿Me has echado de menos? —le sonrió de forma encantadora. Posiblemente a Xefil le encantaría aquella pregunta, sin embargo a mí (y probablemente al resto de varones también) nos afectó negativamente.

¿Te importaría apartarte de mi aprendiz, Diana?

Lyn interrumpió la escena a lo que la rubia como respuesta se limitó a abrazar a Xefil. La Maestra se mantuvo tranquila casi como si estuviese hablando con unos aprendices de los que estaban bajo su tutela, probablemente sabía que podría derrotarnos facilmente y no suponíamos ningún problema para ella.

Has traído a todo un ejército. ¡Incluso a un chucho! ¿No me digas…? ¿¡desde cuándo!? ¡Y tú decías que yo era una buscona! —se sorprendió Diana. Entonces, ¿aquel pelirrojo híbrido era su novio o su hijo? No tenía mucho sentido, la Maestra parecía demasiado joven, pero tampoco podía asegurar su edad.

Deja de hacerte ideas raras en esa cabecita pomposa y ve al grano. No hay tiempo.

Cierto. No hay tiempo.

Diana quitó sus brazos de Xefil haciendo que soltase una sonrisa feliz al no tener que sentirme celoso, como hasta hacía unos segundos. Se acercó más a Lyn, con bastante confianza, quizás demasiada. Tal vez confiaba en que al menos los varones no la atacarían.

¿Tregua, chucho? —soltó de golpe haciendo que mi atención se centrase más en ella. No esperaba eso ni de coña, ni siquiera sabíamos que pretendían hacer. Eran muchos, y llevaban a un prisionero o algo así que aparentaba ser un payaso. ¿Que hacían allí en primer lugar?

Tregua —confirmó Lyn algo tensa a mi parecer—. Y no vuelvas a llamarme chucho si no quieres que tu cadáver aparezca mañana en el río de los Muertos.

No hice desaparecer mi llave espada por precaución, sin embargo quité mi posición defensiva y suspiré para alejar un poco el nerviosismo. Al fin y al cabo no podía negar que ellos eran también portadores y tendrían sus propios poderes. Yo me consideraba fuerte, quizás podría derrotar a uno o dos de ellos a la vez, ¿pero a todos? Lo mejor era haber formado aquella tregua. Quizás incluso podríamos utilizarlos como herramientas.

¿Alguien me cuenta qué pasa? ¿Nadie? ¿Ni tú, niñita-del-mano-no-me-electrocutes-por-favor? Hola, soy un payaso que no se entera. ¡Contadme qué pasa, por favor! —chillaba el preso como si quisiese llamar la atención de todos.

Que voz tan molesta —solté sin pensar sin hacerle demasiado caso.

Aquel prisionero, cosa que supe por aquella especie de esposas parecía loco de remate, no solo por la forma en la que estaba pintado y por sus extravagantes ropas, sino por su forma de actuar. Sonreía mientras parecía danzar o algo así, era bastante molesto no solo escucharle con aquella voz chillona y aguda, también hacía daño a la vista mirarle. Drenaba mis energías aquel tipo de personalidad. De pronto con un solo pie empezó a balancearse mientras hacía equilibrio de una forma un tanto grotesca.

¡El increíble circo de Kefka, ji, ji, ji! ¡Mirad qué payasadas hago, entretenimiento ilimitado! —seguía intentando llamar la atención

¿Qué le pasa a vuestro ami...?

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Y sin previo aviso algo cayó desde algún lado. Me agaché por instinto evitando así caerme al suelo como había pasado con Diana y Lyn teniendo así una mejor estabilidad. Tres potentes rugidos hicieron que subiese la mirada hacia seis puntos rojos que brillaban intensamente. Pude ver tres bocas babeantes también que contenían al menos un centenar de peligrosos dientes que parecían estar dispuestos a devorarnos en cualquier momento.

Eran tres cabezas de perro unidas a un solo cuerpo de un color tan oscuro que costaba distinguirlo por culpa de la oscuridad general de toda aquella caverna. Antes de la Copa Phil recordaba haber estudiado un poco la cultura de aquel mundo, aquello era sin duda un ser mitológico conocido como Cervero, el guardián de la puerta al inframundo. Por desgracia, a parte de eso no sabía mucho más de aquella criatura.

A cada paso que daba la tierra parecía temblar. Aquello hizo que temiese por el techo, no quería que un pedrusco se desprendiera acabando con mi vida.

Una potente carcajada llamó la atención de todos por unos momentos. El payaso estaba escapando.

¡¡Kefka!! ¡Maldita sea! —exclamó antes de invocar su llave espada bloqueando uno de los mordiscos de aquella criatura—. ¡¡No dejéis que escape!!

Pronto el chucho pelirrojo y un moguri que se transformó en un perro empezaron a seguirle. Bueno, seguramente no serviría mucho en un combate ninguno de los dos. Tampoco esperaba mucho de la niña, Maya. Fyk era poderoso sin duda, pero aquella niña que además parecía tan frágil seguramente acabaría muerta de un solo bocado.

Ven con nosotros, Xefil —sugirió al aprendiz—. Contigo seremos invencibles. Te necesito.

Jamás pensé que llegaría a decir esto —empezó a decir la maestra mostrando así su monstruosa fuerza al hacer retroceder la enorme cabeza con un golpe liberándose así de la mandícula—. ¡Casanova, haz caso a Diana! ¡Encontrad a Hades! ¡¡No hay tiempo que perder!!

Cervero se estampó contra una pared cercana. Por su enorme peso hizo que la caverna empezase a temblar. Algunas piedras cayeron desde el techo estando en algunos casos cerca de golpearle de lleno.

No me hacía mucha gracia, pero...

Ayudaré aquí —le dije a la Maestra mientras apuntaba al perro con mi llave espada para lanzar un Láser Oscuro con el que esperaba acertar de lleno en una de sus cabezas o al menos en su cuerpo—. Si hay alguno que no se vea capaz de sobrevivir a esto que se largue mientras pueda. Los débiles deben quedarse atrás.

Y me puse en guardia, esperando poder esquivar o bloquear según lo que considerase más seguro o en caso de máxima urgencia utilizar Evasión Sombría, aunque no me hacía mucha gracia tener que empezar a gastar tanta magia en tan poco tiempo.

Lyn, ¿tienes tu o alguno de tus aprendices alguna habilidad como Libra para ver sus debilidades? —le pregunté esperando que si poseía alguno una habilidad del tipo que sirviese para analizar al enemigo la utilizase para poder saber así como derrotarle o al menos dejarle fuera de combate o, ¿por qué no? Para que pudiésemos escapar sin tener que gastar nuestras energías en aquel combate.
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Re: Ronda #4 - El dios caído

Notapor A Nerd Girl » Sab Oct 19, 2013 6:51 pm

¿Perdidos por el Inframundo?

Otra voz irrumpió en el lugar. ¿Aliado o enemigo? No me atrevía a delatar mi posición. Eran demasiados adversarios

Mira por dónde, una ayuda —Cogí mi bloc de notas y empecé a escribir sus palabras, todo lo que decían a partir de aquí. —. ¿Quién acude en nuestro rescate?

Tan sólo soy un alma vagante en el hogar de los que se fueron. Una de miles, millones. De seres que dejaron atrás el dolor tras su muerte.

¿El alma de alguien? ¿A qué se refería? Estaba por girarme a ver pero podían pillarme. Tenía miedo de enfrentarme a esos hombres, tenía que planear algo y rápido.

Si vienes del Inframundo imagino que podrás ayudarnos

¿Referís liberar el alma de ese buen hombre? Yo podría guiaros por el Inframundo, y llevaros ante Hades, Señor de los Muertos.

Nadie hace algo a cambio de nada. ¿Qué buscas de nuestro Emperador?

Nada en especial. O sí. Es cierto que entiendo la misión de ese buen caballero, sus futuras y grandes hazañas. Y todo por esas pobres almas que siguen encarceladas en la desesperación de un ciclo angustioso y cruel. Será aclamado por quienes comprendan de verdad sus propósitos… y yo soy uno de ellos.

»Sería para mí un gran honor, y un inmenso placer, servir a tan gloriosa leyenda. Es una lástima que esté atrapado en este lugar. Entiendo vuestro sufrimiento, y si ambos lográramos ser liberados…

Haciendo anotaciones rápidas no dudé en revisar poco a poco por alguna falta. Pero esto podría ayudarme y quizá sería de ayuda. Estas personas parecen peligrosas y no muy de por estos lares... ¿Podrían ser de Bastión Hueco? No lo creo, no tienen pinta de haberles visto cuando estuve allí.

¿Por qué deberíamos liberarte?

Porque me necesita.

¿Algún problema, Gárland?

Ninguno. — ¿Aceptarán a quienquiera que sea por sus palabras? Es decir, ¿serán aliados? —. Llévanos a ese Señor de los Muertos.

Os estaré eternamente agradecido, mis señores. Si me permitís, os llevaré hasta el Dios del Inframundo. Síganme, por favor.

¿Nos guardas las espaldas, Gabranth?

Sí, mi señor.

Sé que estás ahí, Portador — y un escalofrío me subió por la espalda, me habían pillado.—. Tu corrupta arma desprende demasiada luz como para que yo no la perciba.

Guardé el bloc en un lugar algo más seguro. Levanté las manos como si fuera un atraco y salí. Me dejé ver por el hombre que estaba con una posición de ataque... Gabranth dijo el hombre que llamaban Emperador antes. El plan estaba claro, ahora tocaba actuar...

Vaya... Me has pillado, Gabranth es tu nombre... ¿verdad? Sois unas personas muy curiosas. Y si soy una portadora aunque creo que ya lo sabes. No soy muy de pelear y menos contra usted por que creo que dos golpes de tu arma de dejarían hecha polvo...— Bajé las manos, con una sonrisa—.Hagamos una tregua o alianza si lo deseas, me gustaría ayudaros. Donde estoy es un aburrimiento... No me vendría nada mal dejarles...

No tenía otra opción que demostrarle que quería hacer un trato con ellos. Con eso también podría conseguir más información sobre quienes son y que pretender hacer. Además así podría divertirme un poco tras la aburrida misión de hoy.

Así que baja ese arma y contéstame...
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Re: [Coliseo del Olimpo] El dios caído

Notapor Light » Dom Oct 20, 2013 9:04 pm

¿Por qué me tendría que separar, mi caballero? ¿Estás celoso, cariño?

Diana se acercó lentamente a Xefil, hasta entrar en contacto con las manos de éste. La sonrisa que iba dirigida a Xefil… realmente le dolía.

¿Me has echado de menos?

¿Te importaría apartarte de mi aprendiz, Diana?

Le dolía porque le estaba matando de los celos. Si Diana pensaba que Ragun era el único celoso, claramente se equivocaba; y aunque Xefil fuera su amigo no pudo evitar odiarle con todas sus fuerzas en aquel momento. Como aquella vez en Ciudad de Paso. El aprendiz del Reino Encantado estaba atrayendo toda su atención, mientras que él…

Aunque al menos le consoló recibir el guiño, a lo que respondió con una sonrisa más bien estúpida. A él no le bastaba una simple miradita: traidora o no, él quería tener a Diana entre sus brazos, sólo para él. Deseaba con todas sus fuerzas gozar de ese privilegio…

Has traído a todo un ejército. ¡Incluso a un chucho! ¿No me digas…? —Light apreciaba a una Diana sorprendida— … ¿¡desde cuándo!? ¡Y tú decías que yo era una buscona!

Estaba tan ensimismado con Diana que no se percató de la atrevida insinuación, la ignoró por completo.

Deja de hacerte ideas raras en esa cabecita pomposa y ve al grano. No hay tiempo.

Cierto. No hay tiempo.

Diana se acercó a ellos y su fragancia se hizo mucho más notoria. Cuanto más se acercaba, la seducción de Diana le afectaba en mayor medida. ¿Qué intentaría hacer…?

No bajes la guardia.

Lo sé, lo sé…

¿Tregua, chucho?

¿Una tregua?

Tregua —aprobó rápidamente la mujer bestia—. Y no vuelvas a llamarme chucho si no quieres que tu cadáver aparezca mañana en el río de los Muertos.

Parecía que Diana y Ragun iban a cooperar con Tierra de Partida en aquella misión. La presencia del segundo no le hacía demasiada gracia, pero le fascinaba la idea de estar cerca de Diana…

¡No! Ella es una enemiga, después de todo. No puedo estar pensando en estas cosas.

Tenía que dejar de pensar en ella. Afortunadamente, la presencia también desagradable de Kefka (todo lo opuesto a Diana) le ayudaría a distraerse.

¿Alguien me cuenta qué pasa? ¿Nadie? ¿Ni tú, niñita-del-mano-no-me-electrocutes-por-favor? Hola, soy un payaso que no se entera. ¡Contadme qué pasa, por favor!

Cállate.

Que voz tan molesta —los dos aprendices de ideas opuestas parecían opinar lo mismo.

Todos vieron como Kefka, la atracción del momento, parecía perder el equilibrio sin remedio.

¡El increíble circo de Kefka, ji, ji, ji! ¡Mirad qué payasadas hago, entretenimiento ilimitado!

Maya… ya sabes qué hacer.

Ellos no querían entretenimiento ilimitado, sino una pista que les sirviera para encontrar a Gárland y a Cloud.

¿Qué le pasa a vuestro ami...?

¿¡Qué…!?

Parecía que el increíble circo de Kefka atraía la mala suerte. Light se vio obligado a tirarse al suelo para esquivar el objeto que había caído sin previo aviso. Se trataba de una criatura de grandes proporciones que había caído cerca de sus posiciones, obligándoles a ponerse en guardia.

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Light primero contempló las gigantescas y repulsivas babas que caían en el suelo. Tras escuchar los notables rugidos alzó la vista y dio con la criatura en cuestión: un perro gigante de tres cabezas que les contemplaba con sus seis ojos rojizos y malignos; brillantes también, los cuales ayudaban a localizar a la bestia en aquel lóbrego lugar.

Light apretó con fuerza el mango de su arma y retrocedió aterrorizado, desesperado por alejarse de aquella criatura infernal.

¡Mierda!

Poco después escucharon la incontrolable risa de Kefka. El payaso había aprovechado la inesperada aparición de la criatura y ahora estaba escapando en aquellos momentos de sus raptores.

Light se levantó del suelo sin más dilación, decidido a detenerle. ¡Se estaba escapando y su máxima prioridad era evitar que lo consiguiera! ¡Tenía que correr tras él y evitarlo, sin importar cuanto costara! Alguien tenía que detenerle…

¡¡Kefka!! ¡Maldita sea! —se lamentaba la Maestra mientras se defendía como podía de la criatura, interponiendo su arma—. ¡¡No dejéis que escape!!

El grupo empezó a dividirse. Hiro y su mascota empezaron a perseguir al payaso rehén, por lo que Light no tendría de que preocuparse. Diana cogió a Xefil de la mano (otra vez, para desgracia de Light), e intentó convencerle para que huyera con ella. Lyn dio su visto bueno, aunque era Xefil quien tenía que decidir.

¡Gaomon! —ordenó a su fiel compañero que se materializara allí mismo. El pequeño can apareció por arte de magia en la caverna del inframundo, preparado para apoyar en combate a Light.

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>>Yo me quedo a luchar contigo —le confirmó a la Maestra Lyn—. Mi Maestro me dijo que te acompañara.

Ragun también accedió a luchar con ellos y se dispuso a atacar al perro de tres cabezas con un hechizo afin a oscuridad. Su decisión sorprendió a Light: ¿Qué incentivos tenía él para molestarse en quedarse allí? ¿No prefería seguir a la seductora Diana para disfrutar de su compañía y cumplir su misión?

Si hay alguno que no se vea capaz de sobrevivir a esto que se largue mientras pueda. Los débiles deben quedarse atrás.

Aprecio tu ayuda, pero lo mismo va por ti, Ragun. Si vas a estorbar, mejor aléjate —Light invocó su descomunal y radiante Llave Espada al acto. Se lanzaría sin temores contra su enemigo y le demostraría a Ragun que se había vuelto más fuerte desde la última vez que lucharon juntos.

No volveré a ser un estorbo como aquella vez. Te lo juro.

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Las acciones narradas a continuación están acordadas con Zodiark.


La pequeña Maya, al igual que Hiro, decidió perseguir al payaso y evitar que éste escapara, aunque antes de nada les ayudaría a empezar con buen pie el combate. Se molestó en alertar a sus compañeros para que no respiraran el vaho aromático que la pequeña bruja se disponía a expulsar.

Light rápidamente se cubrió la nariz y la boca con la palma de la mano, al igual que Gaomon. El can utilizaría la cinta roja atada a su frente para impedir que su hocico aspirara el mágico aroma.

La cueva se va a derrumbar a este paso... Tenemos que parar en seco a esta bestia.

¿Conseguiría ese misterioso aroma aturdir a la bestia tricéfala? A Light rápidamente se le ocurrió una estrategia efectiva para encarar a Cerbero. Si lograban engañar a su sentido del olfato con esa extraña fragancia tendrían ese primer asalto ganado automáticamente.

¡Gaomon! ¡Usa Tenue sobre mí! —ordenó. Súbitamente, y antes de desaparecer, se dirigió a la Maestra Lyn—. Déjeme atacar primero, Maestra.

El hechizo de Gaomon logró que el cuerpo de Light desapareciera de la vista de todos, permitiendo que el joven pudiera moverse por el campo sin ser avistado. Ahora que el Cerbero no podía localizarle con el olfato o con la vista, podría lanzar un ataque directo.

El cerebro de Light empezó a barajar todas las posibilidades. Los blancos idóneos de su ataque eran las tres cabezas de la descomunal criatura. ¿Por cuál de las tres se decantaría? El blanco más difícil era la cabeza del centro, pues se encontraba entre las otras dos, las cuales triturarían a cualquiera que estuviera a su alcance...

Definitivamente era el blanco perfecto. En efecto, atacaría a la cabeza central: era el momento idóneo, pues la bestia habría recibido el aroma y ya no podría detectarle (o eso esperaba). Si aturdía a la cabeza central sería mucho más sencillo atacar a las otras dos restantes. ¡Debía intentarlo! Sin el sentido por excelencia de los canes y sin la capacidad de ver, Cerbero ahora estaba a su merced.

Tenía que darse prisa, y actuar mientras el efecto del Dulce Aroma de Maya estuviera surtiendo efecto en el enemigo. Light, protegido por el manto de la invisibilidad, salió corriendo hacia Cerbero. El joven saltaría hacia su objetivo (usaría Doble Salto si la cabeza central estuviera demasiado alejada) y ejecutaría su habilidad más poderosa: Aturdidor, la cual impediría que la cabeza central (o las tres, dependiendo del alcance de la técnica) atacara con ataques físicos.

Pero su estrategia siempre podía resultar un fracaso. Si salía mal y la vida de Light peligraba, Gaomon se transformaría y rescataría al invocador con sus dos garras extensibles, utilizando su útil habilidad Coger.

¡¡Ahora!! —exclamó Light inmediatamente, quien igualmente aterrizaría encima de Gaomon (recién transformado, con la Forma Cabalgadura activada) tras ejecutar Aturdidor. Jinete y bestia se alejarían rápidamente del guardián del inframundo para dejarle vía libre a Lyn.
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Re: Ronda #4 - El dios caído

Notapor Zodiark » Mar Oct 22, 2013 11:02 pm

¿Tregua, chucho? —preguntó la chica rubia a la maestra híbrida.

Aquellos dos iban tras Gárland, y debía ser bastante importante para ellos si estaban dispuestos a hacer una tregua con gente de Tierra de Partida.

Tregua —asintió Lyn—. Y no vuelvas a llamarme chucho si no quieres que tu cadáver aparezca mañana en el río de los Muertos.

En medio de la conversación de las dos mujeres, una bobalicona voz familiar resonó a mi lado: se trataba de Kefka.

¿Alguien me cuenta qué pasa? ¿Nadie? ¿Ni tú, niñita-del-mano-no-me-electrocutes-por-favor? Hola, soy un payaso que no se entera. ¡Contadme qué pasa, por favor!

Qué voz tan molesta.

Mientras me giraba hacia él, el bufón comenzó a balancearse hacia los lados manteniéndose sobre un pie, como si estuviera perdiendo el equilibrio.

¿Qué demonios haces...? —comenté sacando el mando intentando que el payaso no se diese cuenta.

¡El increíble circo de Kefka, ji, ji, ji! ¡Mirad qué payasadas hago, entretenimiento ilimitado!

Maya… ya sabes qué hacer.

Asentí con la cabeza y dirigí el dedo índice hacia el botón del mando que me había entregado Ronin para darle una buena descarga eléctrica y evitar que siguiera haciendo el idiota.

¿Qué le pasa a vuestro ami...? —dijo Diana, pero se vio interrumpida por algo al mismo tiempo que pulsaba el botón.

Un estruendo sonó a nuestro lado y el suelo tembló desequilibrándome, algo gordo acababa de caer. Al levantar la vista pude ver que era ni más ni menos que un enorme monstruo parecido a un perro de tres cabezas que había ido a parar justo entre Lyn y Diana.

Oh, Dios mío... —musité bastante asustada, retrocediendo un par de pasos.

Pero aquello no acababa allí, pues las enormes risas de Kefka nos alertaron de que el prisionero estaba intentando escaparse aprovechando la confusión del momento.

¡Maldición! —grité volviendo a dirigir mi mirada hacia el mando de Ronin.

¡¡Kefka!! ¡Maldita sea! ¡¡No dejéis que escape!! —ordenó Lyn reincorporándose.

Coloqué rápidamente el dedo sobre el botón de los calambrazos y lo pulsé tres veces seguidas, algo nerviosa. Al mismo tiempo, me percaté de que Hiro y su moguri habían salido corriendo detrás del bufón. Tenía que evitar que el prisionero se marchase costase lo que costase.

¡Maestra, Light! —exclamé dirigiendo mi vista de nuevo hacia el monstruo—. ¡Aguantad la respiración! ¡Dulce aroma!

Concentré poder en mi garganta a toda prisa y, sin perder ni un segundo, exhalé una pestilente fragancia que aturdiría al monstruo y ayudaría a los demás a combatirle.

¡Voy con Hiro! —avisé a la maestra Lyn mientras comenzaba a esprintar en la dirección en la que se habían ido Kefka y el chico-perro.

Mientras corría, la caverna tembló a causa de un choque del monstruo tricéfalo contra la pared, provocando un pequeño derrumbe. Tenía que vigilar el techo durante la persecución, pero siempre mirando hacia delante para no perder el rastro de Hiro y el payaso. Para dificultar su huida y permitir a Hiro alcanzarle e inmovilizarle, pulsé repetidas veces el botón del mando mientras corría hacia ellos. Tan solo esperaba que el dispositivo no se rompiera usándolo de forma tan abusiva...
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Ronda #5 - El dios caído

Notapor Soul Artist » Lun Oct 28, 2013 1:15 am

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Buen intento ese de intentar lograr Libra por medio de un NPC xDDDD

El Dulce aroma de Maya fue especialmente efectivo contra Cerbero: sus tres olfatos caninos especialmente desarrollados de vieron terriblemente afectados por el hechizo de Maya, atontando al animal. En aquel estado tan vulnerable cualquiera podría atacar al animal con total libertad, y así lo hicieron todos: Light efectuó su Aturdidor sin necesidad de un salto especial, y el Láser oscuro de Ragun acertó en la cabeza izquierda sin problema alguno.

Lyn fue más directa. En cuanto los dos aprendices se descargaron sobre la bestia ella se acercó al monstruo y, con un gigantesco salto, se enganchó al rostro de la cabeza izquierda de la bestia. Esta abrió la boca para intentar triturarla con los dientes, pero la Llave Espada de la mujer apareció en su puño y la lanzó con todas sus fuerzas al interior de la boca del monstruo, forzándole a soltar un gemido de dolor.

La Maestra no terminó ahí su batalla. Aprovechando los últimos segundos de la habilidad proporcionada por Maya cargó su puño para soltar un nuevo ataque, el cual brilló con fuerza. El perro, concienciado de la fuerza de la mujer, hizo un brusco movimiento con la cabeza y la lanzó hacia el techo; sin embargo, la enorme elasticidad de la mujer, su gran elemento, le permitió chocar sus pies en él e impulsarse con fuerza hacia la cabeza del centro.

¡No tengo tiempo para esto! —gritó la Maestra, cargando toda la energía acumulada en su puño a todo su cuerpo por la velocidad de la caída.

La Maestra impactó sobre su objetivo y el sonido de huesos rotos retumbó todo el Inframundo: definitivamente, aquella cabeza no volvería a levantarse entre el ataque de Light y el suyo. La Maestra rodó al suelo, alejándose de la bestia al instante para evitar un nuevo ataque, y las otras cabezas dos tomaron su venganza de inmediato: el cuerpo del monstruo se colocó de pie al instante y, tras mantenerse en equilibrio unos segundos, cayó con fuerza sobre el suelo.

La onda expansiva hizo daño a todos los presentes y, lo que era peor, provocó un derrumbamiento definitivo en el camino por el que Kefka había huido, aislando por completo a Hiro y Maya del resto del grupo. El monstruo gruñió con fuerza y atacó con sus dos cabezas directamente a el único objetivo que vio posible: Nyx, la mascota de Ragun.

El lobo no tuvo oportunidad para sobrevivir a aquel ataque. La bestialidad de la criatura a la que se enfrentaba fue tal que difícil era que quedara algún hueso tras aquello; le aplastaron entre sus dientes, tirando los dos de su cuerpo y buscando si lo partían en dos. Gracias a Último Estertor pudo sobrevivir, pero entre aquello y cuando lo escupieron hacia el suelo estaba machacado.

Y no acabó ahí. Cerbero rugió con todas sus fuerzas y expulsó un doble alarido hacia sus contrincantes, los cuales notaron cómo sus fuerzas mermaban con sólo escucharlo. Sus ataques, quizás por el miedo que recordarían provocado por aquellos ojos rojos, serían más débiles que de costumbre. Pero incluso así no se podían rendir.

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Light
[VIT] 36/40
[PH] 13/22

Gaomon
[VIT] 32/36
[PH] 13/20

Ragun
[VIT] 62/66
[PH] 25/32

Nyx
[VIT] 2/20 [Regeneración animal activada] [Último estertor usado]
[PH] 9/14


* * *

Cuando la nube de polvo provocada por el derrumbamiento se levantó Kefka seguía retorciéndose de dolor por las electrocuciones de Maya, atrapado debajo de la forma animal de MoguDer.

El payaso sufría, pero claramente se lo había buscado. Había distraído a todo el grupo para que el monstruo de tres cabezas atacara sin que nadie se diera cuenta, y además de ello había intentado darse a la fuga con un parcial éxito. Aunque no había conseguido escapar sí había separado a aquellos chicos del resto del grupo, y aquello podía ser terriblemente peligroso si no se andaban con cuidado.

Mientras el payaso se recuperaba de las electrocuciones Maya y Hiro pudieron observar que se encontraban en un laberinto de una multitud de pasadizos pasilleros bajo tierra, con algunas llamas verdes iluminando su camino. Un poco más adelante tres caminos se abrían ante ellos: a su izquierda, a su derecha y adelante. Un cartel en mitad del camino, sin embargo, señalaba que debían tirar hacia su derecha. Suete que alguien les había dejado indicaciones.

Ay... ¿Por qué me hacéis esto?

Kefka se llevó las manos a la cabeza y se levantó con cuidado, apartándose de MoguDer con desprecio. Se limpió sus ropajes como pudo con las manos encadenadas y observó su alrededor, deteniendo sus ojos en la señal que les indicaba qué camino debían tomar. Sonrió de oreja a oreja y dirigió sus ojos directamente hacia Maya.

Niñita... ¿Y vuestros amigos? ¿Nos hemos separado o se los estaba comiendo el perro? Me alegro de que tú hayas sobrevivido, ji, ji, ji... —desvió su atención de Maya para centrarse en Hiro y su mascota, entrecerrando los ojos de forma más maléfica—. Tú no, chucho, tú podrías haberte quedado en el estómago de ese animal. ¡Pero sabes tan mal que ni él te querría!

El payaso echó a reír en alto, sin importarle quién podría escucharles en aquellos callejones. Definitivamente, separarles del resto del grupo le había hecho bien y tendrían que andarse con ojo, porque estaban a solas con un criminal bien perturbado...

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Maya
[VIT] 26/26
[PH] 14/26

Hiro
[VIT] 26/26
[PH] 22/22

MoguDer
[VIT] 12/12
[PH] 5/8


* * *

Diana escapó del caos que se había cernido en la entrada al Inframundo, llevando la mano de Xefil aferrada a la suya. Una vez dejaron atrás los gritos que daban inicio a una batalla contra el guardián del hogar de los muertos, la joven apartó la mano, no bruscamente pero sí parecía algo alterada. Chasqueó la lengua, en señal de que algo le había molestado. Sin embargo, cuando se hubo dado la vuelta en dirección a Xefil, éste sólo encontraría belleza, dulzura y pasión en sus ojos. La había echado tanto de menos… ¡un momento! ¿De veras la había echado de menos? ¿Otra vez su maldición era demasiado poderosa para él?

Es increíble que me haya abandonado… ¡por un chucho! —haciendo un mohín, la joven se refería al aprendiz de Bastión Hueco, con un tono infantil y adorable—. Y no me refiero precisamente a Cerbero…

La poca cordura que le quedaba a Xefil se desvaneció cuando Diana se dignó a prestarle atención. Se acercó a él lentamente, con paso elegante y sensual. Cualquiera diría que se trataba de una hermosa serpiente… con unas fauces impregnadas de veneno. Su veneno, mortífero y apenas reversible.

¿Tú no me dejarás, verdad?

El roce de su piel en la mejilla de Xefil era un regalo bendito. Toda la preocupación por la Maestra Lyn, por la fuga del payaso, por las palabras del Maestro Kazuki… nada importaba más que la seguridad de Diana.

Pero la espina de la angustia olvidada seguía clavada ahí.

Hubiese sido mejor tener con nosotros al chico emo, pero bueno —habiendo hipnotizado por completo al joven, Diana mostró un carácter más acorde con su auténtico yo, algo arisca y cría. Y, por supuesto, una personalidad propia de los aprendices veteranos de Bastión Hueco—. Tú me valdrás, mi caballero. Por ahora.

>> Sígueme. Como dijo esa chucha, no hay tiempo que perder.

El paisaje no presentó cambios en todo el tiempo que la pareja bajaba a las profundidades del hogar de Hades. Se encontraron algún que otro sincorazón por el camino, pero Diana, con sólo un chasquido de dedos, invocaba a sus enredaderas y les ordenaba estrangular a todo monstruo de oscuridad que se interpusiera en su camino y en el de Xefil.

¿Sabes? En otras circunstancias, te habría llevado conmigo aquel día —dijo la aprendiz, caminando con Xefil a su espalda—. Me intrigas. Y no he dejado de pensar en ti desde que me rechazaste. Es… curioso. El verse rechazada… es nuevo para mí. Y aunque debería fastidiar mis planes… me fascina igualmente.

>> Y me hace pensar que, quizás, alguien se pueda enamorar de mí… de verdad. Es divertido saber que todo hombre está dispuesto a dar su vida por mí, darlo todo y obsequiarme con riquezas o mínimos regalos, pero… no distingo la adoración verdadera. Y a veces, me siento sola.

Diana se detuvo un momento, y, sin usar su encanto, dirigió sus ojos, serios y hermosos, a Xefil.

No pretendo jugar contigo, ¿o sí? —se preguntaba la joven, insegura de lo que estaba pensando para Xefil en aquel momento—. Jugar no es la palabra adecuada. Quizás, experimento. Pero también suena algo… brusco. El caso es que me gustaría… verte más.

>> Tengo mis motivos para estar en Bastión Hueco. Y tú los tendrás en Tierra de Partida. Creeme, si me mandan matar a los tuyos, no tendría reparo alguno en hacerlo, pues son órdenes al fin y al cabo. Y, por supuesto, tú tendrás tus motivos para atacarme.

La chica alzó la mano, invitando a Xefil a cogerla.

¿Pero no podríamos… divertirnos? Dejar atrás todo lo referente a los bandos, citarnos de vez en cuando. Sin trampas, ni juegos sucios.

>> Ahora no es momento. Pero tras acabar con Garland… ¿te gustaría verme?

La cordura de Xefil era más nítida que antes. Recordaba perfectamente todo lo que había pasado anteriormente, la angustia volvía a emerger. Y era extraño, aquella sensación dulce y empalagosa no era tan poderosa como antes. Fijándose en Diana, percató que permanecía inmóvil, esperando una respuesta. Y algo pálida.

¿Acaso estaba intentando revertir su poder de atracción?

Te lo… he dicho… sin trampas.

Justo detrás de Diana, sin que ella se diera cuenta y demasiado concentrada en revertir su poder —debía estar pasando un auténtico calvario—, un sincorazón en forma de perro rabioso se disponía a saltar encima de ella.

Era la oportunidad perfecta para Xefil. Si el sincorazón atacaba a Diana, podría escapar de ella sin problemas, dirigirse a Garland o regresar para ayudar a sus amigos. Por otro lado, quizás quisiera avisar a Diana y seguir adicto a su encanto. Pero una cosa estaba clara: era el momento de darle una respuesta.

Aquello que le había confesado Diana no se distinguía al “Por favor, sal conmigo” que había leído en algunas novelas pésimas de adolescentes de la Biblioteca, o el de, quizás, una petición de mano en su reino.

No hay tiempo. Decídete.

* * *

Vaya... Me has pillado, Gabranth es tu nombre... ¿verdad? Sois unas personas muy curiosas. Y si soy una portadora aunque creo que ya lo sabes. No soy muy de pelear y menos contra usted por que creo que dos golpes de tu arma de dejarían hecha polvo...

La joven bajó las manos, pero no con ello dejó de sonreír. El caballero no hizo ningún movimiento; se quedó clavado en su sitio, con su arma bajada y sus ojos clavados en ella.

Hagamos una tregua o alianza si lo deseas, me gustaría ayudaros. Donde estoy es un aburrimiento... No me vendría nada mal dejarles...

¿Aburrimiento, dices...?

La chica parecía dispuesta a pactar con lo que hiciera falta. No parecía darle demasiada importancia a dejar atrás a los suyos, incluso parecía deseosa de hacerlo. Gabranth caminó lentamente hacia ella, quedándose a apenas un par de metros de su posición.

Así que baja ese arma y contéstame...

Una adepta de la luz que busca la traición hacia los suyos... Conozco esa historia. Demasiado bien, lo suficiente como para juzgarte por ello.

Los ojos del hombre brillaron a través del casco, marcando a Mei como su objetivo. Sus puños sujetaron con fuerza la doble espada, y en menos de un segundo, con una velocidad que la chica apenas pudo ver venir, el hombre golpeó su costado derecho, clavando uno de sus filos en ella. Era rápido, peligrosamente veloz para ella.

Y por ello yo me encargaré de tu sentencia, traidora.

Para la desagradable sorpresa de Mei, en realidad el arma del caballero eran dos espadas unidas. Lo descubrió de la peor de las maneras: separando su arma en dos y golpeándola en su costado izquierdo con su otra espada, mientras con la otra le intentó directamente cortar el cuello. Un mechón de pelo de la chica se separó de ella, tiempo en el que Gabranth atacó una vez más para esta vez clavar con éxito su arma en el hombro derecho de la chica.

Estaba claro que al hombre no le había hecho gracia aquella propuesta de traición: había tocado una fibra sensible del caballero, puesto que estaba especialmente violento con la muchacha. Con una patada separó con violencia a la joven del filo de su espada izquierda, la cual volvió a unir para poseer su particular arma de doble filo. Se acercó a ella agitándola, prácticamente defendiéndose de cualquier posible ataque.

Estaba atrapada en aquel callejón. No era un callejón sin salida, pero si hubiese avanzado a la plaza Mei hubiese tenido más oportunidades para defenderse. Allí sólo contaba con un par de ventanas altas a las que podía saltar e introducirse en la casa, o retroceder hasta la calle anterior, donde tendría algo más de maniobrabilidad para enfrentarse a su enemigo. Pero con aquella herida del hombro sería difícil luchar, ciertamente.

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Mei
[VIT] 6/18
[PH] 22/22


Nota: no toméis en consideración el daño impartido a Mei como el daño normal de la habilidad de Gabranth. Realmente quita más que eso, pero vamos a dar un poco de hándicap aquí xD

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Fecha límite: viernes 1 de noviembre de 2013.

Parte de Xefil escrita por EspeYuna.
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Re: Ronda #5 - El dios caído

Notapor Sombra » Mar Oct 29, 2013 2:11 am

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Narra, eres una mala furcia :c Dislaik para ti.


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La niña maga que había visto en las clases de Kazuki junto a Fyk lanzó una extraña magia. Me tapé la nariz con la parte de la capa que servía como una máscara evitando de esa forma verme afectado por aquella habilidad.

El Can Cerbero pareció afectado puesto que empezó a moverse de una forma que hasta un novato podría acertar con un Piro en su primer intento. Light utilizó una habilidad que pareció lograr su objetivo y yo aproveché atacando con Láser Oscuro que dio en el blanco.

En cuanto acabamos nuestros ataques la mujer se dirigió hacia la criatura y dio un tremendo salto que ni siquiera con un Doble Salto podría llegar a lograr. ¿Aquello era Tripe Salto? ¿Cuádruple? Sin duda sus habilidades eran sobrehumanas, muy por encima de lo que hubiese visto en cualquier otra persona. Pude ver como en un instante la criatura intentó alcanzarla con sus fauces, pero la Maestra no era idiota y con una gran fuerza lanzó su arma dentro de Cerbero dañando severamente a la criatura, probablemente aquella cabeza tenía ahora la garganta destrozada y no podría tragar alimentos en una buena temporada sin sufrir bastante.

El puño de Lyn empezó a brillar intensamente cegandome un instante al haber acostumbrado mis ojos a la oscuridad de las cavernas del inframundo, aunque Cerbero pareció notar el peligro agitando su cabeza con fuerza que lanzó a Lyn hacia el techo, cosa que solo favoreció a la mujer puesto que se giró chocando con los pies en el techo e impulsandose con los pies cayendo en picado sobre la cabeza central del perro infernal.

¡No tengo tiempo para esto! —gritó mientras se precipitaba contra la cabeza del centro.

Como un rayo caído del cielo, apenas pude seguirla con la vista cuando su puño golpeó contra el monstruo de tres cabezas. Un fuerte sonido de huesos al romperse hicieron eco por todo el lugar. Tragué saliva algo sorprendido ante la inmensa fuerza de la Maestra.

Pero las otras dos cabezas quisieron tomar represalia ante aquella osadía de la mujer dando fuertes mordiscos mientras trataban de alcanzarla para masticarla sin piedad, pero una vez más aquella criatura había subestimado el poder de la mujer, que esquivó el ataque rodando por el suelo alejándose del peligro. Al ver que aquello no había funcionado el enorme animal se puso a dos patas pareciendo casi tan alto como los edificios de El Mundo Inexistente. Intenté retroceder, temiéndome lo peor, pero tan solo conseguí el mismo resultado.

Cuando la criatura cayó al suelo al perder el equilibrio cayendo con el peso de todo su cuerpo. Una onda expansiva nos lanzó hacia atrás. Fue doloroso, e incluso logró tirarme al suelo.

¡¡¡BRRROOOOM!!!


Al girarme pude ver como decenas de rocas caían sobre el camino por el que se había escapado el payaso extraño, la niña maga y aquel chico perro pelirrojo. Probablemente no volveríamos a verles en un buen rato, eso si no habían muerto aplastados, claro. Ni siquiera me había fijado en si habían llegado a entrar por aquel camino.

Aquella distracción por el ruido fue suficiente para que me arrepintiese el resto de mi vida. Había bajado la guardia y...

Cerbero se lanzó contra Nyx, el lobo pese a que trató de esquivarlo se vio entre los dientes de ambas cabezas, que tiraban de ambos lados, casi parecía que iban a partirle a la mitad.

¡Nyx! —vociferé con todas mis fuerzas viendo impotente aquella dantesca escena. Chorros de sangre cayeron por la mandíbula del diabólico perro de tres cabezas y se deslizaron por su cuerpo creando un pequeño charco de sangre en el suelo.

Estaba furioso, mucho, tanto que no podía controlar mi ira. No podía contenerme tras ver aquello, como estaban a punto de despedazar a mi amigo, como escupían mi apreciada mascota al suelo dejándole medio muerto.

Alcé mi llave espada con ambas manos lleno de rabia, mi mente estaba nublada y no podía pensar con claridad. Flexioné mis rodillas un poco para hacer Doble salto y caer en picado con Doble Contundente sobre la cabeza izquierda.

Empecé a correr hacia Cerbero cuando...

¡Espera! ¡¡Espera!! ¡No puedes hacer eso! —escuché la voz de Light que parecía venir de una especie de lobo de pelaje azul que se había interpuesto en mi camino impidiendo que realizara mi venganza.

¿¡Acaso tengo que matarte a ti primero!? ¡Apártate! —grité furioso al lobo creyendo que Light se había transformado en aquel animal.

¡Cuando se trata de una bestia como ésta no puedes lanzarte a lo loco! ¡Tenemos que pensar algo! —respondió inteligentemente.

Fruncí el ceño y apreté los dientes al ver que tenía razón. Pero era tan frustrante...

---Flashback---


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El cielo oscurecido parecía muy cercano al castillo contruído a una increíble altura del resto de la ciudad. Sus paredes, sus torres, todo era de un fúnebre color. Una luz anaranjadas salía de las cristaleras del inmenso lugar.

En el patio de entrenamiento podía verse una encarnizada pelea que de vez en cuando hacía que se lanzasen luces y destellos de colores negros y blancos, parecía una pelea del ying y el yang buscando consumirse mutuamente. Dos polos completamente opuestos.

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¿¡Que pasa!? ¿Es que no puedes hacerlo mejor? —inquirió enfadado el hombre de blanca figura y mirada fría, como un témpano de hielo mientras hacía desaparecer su arma al verme derrotado, su arma era imposible de ver ante la sagrada luz blanca que emitía, cosa que hacía que fuese imposible saber su aspecto o que clase de arma era. Resultaba desagradable en cierto modo y sus cortes dolían demasiado, el solo roce con su luz parecía poder borrar mi existencia.

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Me levanté del suelo triste, completamente derrotado, aquel había sido mi castigo, luchar contra el más poderoso de todos los guerreros. Equivalente a un Dios, el Dios de la Luz.

Bajé la mirada apenado sin decir nada en cuanto me puse en pie nuevamente. Cualquier otra persona habría muerto nada más empezar el combate, o no podría volver a levantarse en una buena temporada, pero yo era especial.

Siempre cometes los mismos errores. Ya lo has demostrado en la última guerra contra el enemigo. ¡Los sentimientos solo estorban!

Pero padre, ellos éran nuestros soldados. ¡Quería vengarlos! Ellos eran nuestros aliados y amigos, tenía que protegerlos, era mi deber —contesté intentando explicar mis motivos para haber bucado la venganza y protegerlos arriesgando mi vida.

¿Y? —dijo simplemente—. Los soldados mueren, son solo peones. ¿Acaso sientes algo cuando jugando al Ajedrez devoran una de tus piezas?

>Elimina toda emoción, conviertete en el guerrero definitivo. Ya tienes el poder, solo necesitas entrenarlo.


Pero...

¿Por qué crees que tu hermano Chistopher está muerto? —interrumpió—. ¡Sentimientos! Intentando proteger a un soldado, a alguien que podría ser sustituído con falicidad. ¿Quieres acabar como él? Odia, odia con todas tus fuerzas, alimenta así tu poder, busca la venganza, pero nunca te dejes controlar. Elimina tus emociones, elimina a tus enemigos, elimina todo. Conviértete en el Dios de la Oscuridad...

...<<<Alexander>>>


Yo... —dudé—. Mataré hasta el último de ellos. Por Alexander, por todos. Eliminaré todo con tal de conseguirlo.


---Fin del Flashback---


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Está bien... —asentí dudoso a la par que extrañas imágenes pasaban fugazmente resonando dentro de mí —. Siento haberte amenazado —admití mi error al enfriar un poco la mente.

Pero aquello no quitaba que no estuviese furioso, y mucho. Nyx se levantó como pudo dirigiéndose a junto mía, sin decir nada se lanzó a sí mismo un Cura que cerró sus heridas, o al menos gran parte de ellas.

Nyx, quédate atrás y sirve de soporte, utiliza Cura si ves que alguno de nosotros está malherido —ordené rápidamente cuando vi que ya estaba un poco mejor, Nyx obedeció sin rechistar quedando atrás —. Solo una cosa, Light. ¡No acabes con él, quiero torturarle hasta la muerte! —dije amenazador haciendo hincapié en lo último mientras clavaba mis ojos en los del Light-Lobo*.

Un rugido interrumpió cualquier posible contestación por parte del muchacho. Sentí como mi cuerpo se erizaba y empezaba a temblar sin razón alguna, sentía un miedo increíble, pero aún así no parecía haber cambiado nada... ¿O sí?

No podía coger correctamente mi arma y simplemente no podía evitarlo, eso significaba que mi fuerza posiblemente se vería mermada.

Maldije por lo bajo al darme cuenta de aquello.

¡Ragun! ¡Tenemos que dividir nuestros ataques y lanzarlos sincronizadamente! —exclamó Light en ese momento—. ¡Ataquemos a las dos cabezas a la vez, tú encárgate de la cabeza derecha. ! ¡A mi señal!

¡Ya tardas en dar esa señal! —sonreí con malicia lleno de sed de sangre, sangre de aquel que había osado herir a mi mascota.

¡Ya!

Empecé a correr contra la bestia, en concreto hacia la cabeza derecha y utilizando Impulso Tenebroso para acercarme sin que este pudiese saber que planeaba. En cuanto la Flama Tenebrosa chocase contra el monstruo, impidiéndole ver por un solo segundo daría un Doble Salto para así poder caer con un Golpe Contundente que tal vez, si acertaba bien en el "lugar indicado y de la forma correcta" podría aturdirle, todo era cuestión de suerte.

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*Nota: Ragun no se fijó en que Light es invisible por lo que piensa que éste se transformó en Gaomón con forma Cabalgadura.

PD: El post lo hemos planeado entre los dos, por si no ha quedado claro.
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Re: Ronda #5 - El dios caído

Notapor A Nerd Girl » Mié Oct 30, 2013 9:25 pm

¿Aburrimiento, dices...?

El hombre con la armadura se acercó, no sé si iba a malas o a buenas pero estaba por retroceder pero tenía que mostrar confianza conmigo misma.

Una adepta de la luz que busca la traición hacia los suyos... Conozco esa historia. Demasiado bien, lo suficiente como para juzgarte por ello.

¿Qué quería decir? ¿Acaso la acabo de fastidiar? Estaba a punto de retroceder cuando a una velocidad incalculable me atacó con gran fuerza, él iba en serio. Al parecer a este hombre no le cuesta atacar y me dolió bastante, por no decir que su velocidad podría ser su mejor baza. Y eso me molestaba.

Y por ello yo me encargaré de tu sentencia, traidora.

Me siguió atacando mientras podía, esa lanza eran dos espadas. Un buen truco que tenía guardado. Tras herirme y dejarme el hombro peor que lo que me dejó Wix, ya dudaba si seguir combatiendo, convencer al hombre o huir. Me separó de una patada, era fuerte a su vez. No sabía si debía usar un libra para saber que era en verdad tan fuerte o me había dado por alucinar de como me dejó.

Me sentí aliviada de que no hubiese seguido aunque unos mechones en el suelo y el pelo cortado cerca del cuello ya me querían demostrar que me quería muerta.

¿Qué tenéis todos contra mis hombros? Siempre acaban dandome ahí...—Murmuré mientras me ponía bien en pie. Usé cura sobre mi. Tenía que tener cuidado—.¡Que poco caballeroso eres! Mira que tratar así a una dama... Y no he traicionado todavía puesto que no has aceptado mi trato. Y con eso... ¡Ojalá te partiera un rayo!

Y con eso y un electro para disuadirle miré hacia una ventanas y salté como pude. Gracias al cura quizá me había mejorado el hombro y podría huir pero si no funcionaba la táctica de lanzar el electro como distracción huiría hacia la calle anterior. Si la huida salía mala tocaría pelear.
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Re: [Coliseo del Olimpo] El dios caído

Notapor RedXIII » Vie Nov 01, 2013 12:19 am

El techo se derrumbó, dejando a Hiro, Kefka y Maya, la cual había aparecido antes de que se cayera todo, separados de su grupo, haciendo así que tuvieran que buscar la manera de encontrarles y a la vez vigilar a Kefka, era sarcásticamente perfecto, atrapado junto a una de las personas que más le odiaba.

Desgraciadamente el lugar donde se encontraban no era un consuelo, parecía que se habían metido en un rompecabezas lleno de túneles que a saber donde podían llevar, estando en aquel lugar solo podían ir a peor, pero, algún rumbo deberían tomar, no podían quedarse eternamente esperando a que les vinieran a buscar ni nada.

Delante Hiro podía ver tres caminos, seguramente cada uno llevaría a un lugar distinto, extrañamente había un cartel que marcaba el camino de la derecha ¿Era algo puesto para despistar o era verdad? El joven aprendiz dudaba de aquel cartel, pero desde luego no tenía ningún tipo de preferencia por ningún camino de antemano, así que, aunque fuera una trampa llevaría a algún lugar.

Ay... ¿Por qué me hacéis esto?

Kefka se levantó y se expulsó la suciedad que tenía en la ropa.

Niñita... ¿Y vuestros amigos? ¿Nos hemos separado o se los estaba comiendo el perro? Me alegro de que tú hayas sobrevivido, ji, ji, ji... — Miró de forma mezquina a Hiro y a Der—. Tú no, chucho, tú podrías haberte quedado en el estómago de ese animal. ¡Pero sabes tan mal que ni él te querría!

Las sonoras carcajadas del payaso eran, de nuevo, una gran molestia para el mestizo aprendiz, que sentía como se clavaban en su cabeza como si fueran martillazos.

Ts... — Suspiró, en aquel momento el tenía que tomar el rol de persona dura para que Kefka no se tomara tantas confianzas y pudiera volver a intentar escaparse —Mira, payaso de las narices, no pienso permitir que te escapes como si nada, así que como intentes algo, tal vez no sean descargas eléctricas lo que te esperen — Se acercó a el y intentó atarle completamente con una cuerda, dejando un cabo largo para poder estirar de el y dirigirlo si intentaba escapar de nuevo, seguramente intentaría resistirse, pero con ayuda de Der y su compañera, y el fantástico aparato de Ronin, seguramente lo conseguirían.

Ala, por listo

No me fió de usar una cuerda, pero tampoco quiero electrocutarme con una cadena —Comentó a Maya —Der ¿Tu en que dirección crees que deberíamos ir?

El Moguri empezó a olisquearlo todo, como si hubiera sido un perro toda su vida, y señaló la derecha —No huelo nada de especial, pero tal vez deberíamos ir por ahí, ya que es lo que indica el cartel — Si Maya se daba cuenta vería como el pequeño Moguri, convertido en un feroz perro de caza o alguna especie de lobo anaranjado, había dejado de pronunciar su habitual "Kupó" y parecía tomárselo todo un poco más serio.

La decisión es tuya — Le dijo a su compañera —¿Izquierda, derecha o centro? — Le estaba dando una gran responsabilidad, ya que implicaba que era ella la que debía escoger que camino tomarían y, además, Hiro estaba dando un gran voto de confianza, si ella tenía el aparato guay de Ronin quería que demostrara que de verdad merecía tenerlo.

Fuera cual fuera la decisión Hiro la seguiría e iría por el pasillo elegido con precaución, ya que podían haber trampas o enemigos en ellos, y Der detrás para vigilar completamente que el Payaso no hace nada raro.
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Re: [Coliseo del Olimpo] El dios caído

Notapor Zodiark » Vie Nov 01, 2013 5:57 pm

Finalmente, logré alcanzar a Kefka y a Hiro gracias a mi sprint, pero el camino por el que habíamos llegado allí estaba bloqueado, así que me hallaba algo preocupada por Light, Xefil y Lyn. Delante de nosotros había una trifurcación, así que había que decidir sabiamente qué camino tomar. Allí había un cartel que señalaba al camino de la derecha. ¿Sería buena idea tomar ese camino?

Ay... ¿Por qué me hacéis esto? —dijo Kefka dolorido por los calambrazos—. Niñita... ¿Y vuestros amigos? ¿Nos hemos separado o se los estaba comiendo el perro? Me alegro de que tú hayas sobrevivido, ji, ji, ji... —me dijo, y yo me crucé de brazos y le escuché con algo de indiferencia—. Tú no, chucho, tú podrías haberte quedado en el estómago de ese animal. ¡Pero sabes tan mal que ni él te querría! —comentó dirigiéndose a Hiro, y acto seguido comenzó a reír maniática y ruidosamente.

Cállate un rato, ¿quieres? —dije mostrándole el aparatito de Ronin desde una distancia prudente.

Ts... Mira, payaso de las narices, no pienso permitir que te escapes como si nada, así que como intentes algo, tal vez no sean descargas eléctricas lo que te esperen —le amenazó Hiro antes de atarlo con una cuerda—. Ala, por listo.

>>No me fío de usar una cuerda, pero tampoco quiero electrocutarme con una cadena —me comentó—. Der ¿Tu en que dirección crees que deberíamos ir?

¿Llevas siempre esa cuerda contigo o qué? —comenté sonriendo, al menos el prisionero sería más fácil de manejar.

Me fijé en el pequeño moguri que acompañaba a Hiro y me di cuenta de que se había convertido en un perro que estaba olisqueando el suelo.

¿Cómo... has hecho eso? —pregunté extrañada.

No huelo nada de especial, pero tal vez deberíamos ir por ahí, ya que es lo que indica el cartel.

La decisión es tuya —dijo Hiro dándome la responsabilidad, supuse que por ser la portadora del mando—¿Izquierda, derecha o centro?

Es cierto que hay una indicación, pero no sé yo si fiarme, este lugar no me da buenas vibraciones...

¿Qué podía hacer? Tenía responsabilidad de guiar al grupo, y aquel sitio no era como para ir a ciegas, había que estar ojo avizor.

Eh, tú —dije girándome hacia el bufón cruzándome de brazos—, ¿sabes por dónde ir al lugar en el que está Cloud? Si sabes ir, llévanos hacia allí, pero más te vale no jugárnosla —sentencié, dibujando una sonrisa algo sádica en mi rostro para demostrarle que no iba a andarme con tonterías si se le ocurría tendernos una trampa o algo por el estilo.

Si el payaso accedía a guiarnos, le haría caso e iría por el camino que nos indicara, siempre atenta y con el dispositivo electrocutador en la mano, para evitar que hiciera algo raro. No obstante, si decía que no sabía por dónde ir no tendría más remedio que guiar al grupo por el camino de la derecha, es decir, el camino señalado por el cartel.
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Re: [Coliseo del Olimpo] El dios caído

Notapor Light » Vie Nov 01, 2013 6:47 pm

Light se acomodó en el lomo de su compañero canino y observó triunfante a la gran bestia que había conseguido aturdir, gracias a la habilidad de Maya.

Entre todos le habían otorgado a Lyn una oportunidad perfecta. Con la cabeza central fuera de combate, ella podría atacar a cualquiera de las otras dos mucho más fácilmente, sin que la inconsciente interviniera.

Y así haría. La mujer bestia no tuvo ningún reparo en lanzarse de frente contra el enemigo, dispuesta a machacarle con su fuerza bruta. Haciendo uso de su increíble elasticidad, Lyn aprovechó la fuerza de la gravedad para impulsarse desde el techo, propinando un contundente puñetazo a la cabeza central, la cual dejaría automáticamente fuera de combate.

La sonora ruptura del cráneo lo dejó muy claro. La bestia más peligrosa de allí no era Cerbero, sino la mismísima Maestra Lyn.

¡Cuidado! —alertaría el eidolon.

La bestia contraatacó rápidamente, derribando a Gaomon (y por ende, a Light) con una poderosa onda expansiva, provocando un derrumbamiento y separándoles definitivamente de Kefka y los dos aprendices. Cuando Light se levantó del suelo y volvió a auparse sobre su compañero, contemplaría una desagradable la escena: la mascota de Ragun atrapada y siendo triturada por el Cerbero.

No hacía falta decir que la escena era de lo más perturbadora. Light, incapaz de hacer nada, apretó los puños y rogó que el animal sobreviviera.

¡Nyx!

No irás a…

¡Espera! ¡¡Espera!! ¡No puedes hacer eso!

También vio el rostro colérico de Ragun y sus claras intenciones: las de atacar directamente al Cerbero. Gaomon rápidamente se interpuso en el camino de la estocada oscura, impidiéndole avanzar. Por su bien. Aunque Ragun se tratara de un enemigo, ambos bandos habían hecho una tregua y ahora todos eran aliados frente a aquel monstruo. Además, no podía permitir que cometiera un suicidio seguro como aquel, sin importar quien fuera.

¿¡Acaso tengo que matarte a ti primero!? ¡Apártate!

¡Cuando se trata de una bestia como ésta no puedes lanzarte a lo loco! —expresó con firmeza, negándose a la petición de Ragun—. ¡Tenemos que pensar algo!

Está bien... Siento haberte amenazado.

Entonces, Cerbero escupió al lobo y se dispuso a producir un sonido de lo más perturbador, el cual lograría amedrentarle sin más. Su rugido había debilitado la fuerza de todos ellos, de alguna forma. A consecuencia de esto, Light y Gaomon retrocedieron asustados, intimidados por el poder del guardián del inframundo. Si sus ataques físicos se habían debilitado, ya no serían tan útiles.

Solo una cosa, Light. ¡No acabes con él, quiero torturarle hasta la muerte!

Lo que tú digas…

¡Maldición! Esa bestia acabará con nosotros si nos acercamos a ella, y no me veo ahora con fuerzas de atacarle directamente… —confesaba Light a Gaomon. Sus manos y todo su cuerpo estaban temblando a consecuencia del furioso rugido.

¿Entonces? ¿Algún plan?

Algún plan...

No les quedaba otra que atacar con habilidades mágicas o de larga distancia. Pocos ataques de larga distancia conocían, pero les serviría para distraer un poco al monstruo y otorgarle otra oportunidad a la Maestra. Ahora que quedaban sólo dos cabezas, el joven tendría que decidir qué blanco atacar.

Una de las cabezas está fuera de combate, y las otras dos… Espera.

No se estaban enfrentando a un único enemigo, sino a tres. Cada cabeza parecía ser independiente de las otras: la prueba era la cabeza central noqueada por Lyn, al contrario que las otras dos, las cuales seguían babeando y rugiendo, dispuestas a terminar con sus vidas. Entonces, si cada cabeza era independiente de las demás, quizás podrían aprovecharse de ello...

Vamos a probar con esto…

¡Ragun! ¡Tenemos que dividir nuestros ataques y lanzarlos sincronizadamente! —recomendó a Ragun. A su vez ordenó a Gaomon que se alejaran bastante de Ragun para acercarse un poco a la cabeza del lado izquierdo. Esto último era fundamental—. ¡Ataquemos a las dos cabezas a la vez, tú encárgate de la cabeza derecha! ¡A mi señal!

Puede que concentrar todos sus ataques en una misma cabeza no fuera lo más acertado. Si lo hacían, enfurecerían a dicha cabeza y la fiera acorralada contraatacaría violentamente. Y ya habían contemplado su poder destructivo: podrían no contarlo si éste era el caso.

En cambio, si cada uno se centraba en molestar a una única cabeza, lo suficientemente alejados y enfureciendo a ambas cabezas por igual, podrían lograr que ambas cabezas entraran en conflicto. Dos cabezas que compartían un mismo cuerpo: si cada una deseaba ensañarse con el aprendiz que le había atacado, verían que no podían conseguirlo al mismo tiempo, pues Light y Gaomon se habían molestado en situarse a una distancia considerable de Ragun (a menos que el monstruo utilizará alguna habilidad como la onda expansiva usada recientemente; aunque, igualmente, Light prefería mil veces volver a recibir ese ataque que acabar en sus fauces).

¡Ya! —bramó para darle la señal a Ragun. Al mismo tiempo que su compañero ejecutaba su hechizo de oscuridad, Light crearía una onda cortante con un movimiento raudo de Llave Espada. Su característica Onda Lunar se dirigiría en línea recta hacia la cabeza izquierda: la única habilidad de larga distancia (no mágica) que disponía—. ¡Ahora es tu turno, Gao!

Gaomon no esperó un segundo y disparó un simple proyectil de hielo (Hielo) a la cabeza izquierda también, a la vez que Ragun se disponía a realizar un Golpe Contundente, a la derecha. Si no había improvistos de ningún tipo, cada cabeza recibiría los consecutivos ataques.
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Estantería de objetos
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