Todo saldría a la perfección, por supuesto: golpear al animal, huir de inmediato y atrapar al príncipe cuando se encontrase solo. ¡Era coser y cantar! Mucho mejor, sin duda, que tener que enfrentarme al tigre, al príncipe y a sus guardias.
¡N-no pued-!Perpleja me quedé cuando el enorme animal me miró furioso y, antes de que pudiese moverme un paso siquiera, me propinó un potente latigazo con su trompa, al cual reaccioné como pude y claramente asustada, protegiéndome con mis dos brazos.
—
¡Ag! —exclamé cuando salí disparada por los aires hacia atrás. Al final mi plan no había sido un éxito, pero tampoco podía considerarlo un fracaso, pues estaba segura de que el príncipe se vería involucrado en el revuelo
Aterricé finalmente dolorida y con uno de mis brazos entumecido por el dolor; con el que había sostenido anteriormente mi arma. Intenté arrastrarme por el suelo y escapar de allí en cuanto sentí sobre mí al animal asustado; me imaginé lo peor. Agarré la katana que se me había caído durante la embestida y repté a toda velocidad sobre mi brazo sano, pero entonces vi cómo la sombra de la criatura se proyectó a mis espaldas, a lo que me giré para contemplar al monstruo e intentar evadir algún que otro posible ataque.
Me negaba a terminar mi vida de semejante forma, no quería morir aplastada por un elefante ni por las nefastas consecuencias de mi propio plan. ¡No lo iba a aceptar!
—
¡¡Ah!! —exclamé asustada y más pálida, si cabía, cuando presencié al animal dando saltos, casi aplastándome… en uno de sus arrebatos
Pero no me quedé quieta, yo quería vivir, por lo que continué avanzando sin fijarme en nada más, pendiente porque ninguno de aquellos monstruos me aplastara en otro descuido mío.
Tengo que salir de aquí, maldita sea… ¡Maldita sea!Traumatizada y con el corazón a muy poco de atravesarme el pecho, retrocedí tan rápido como pude hasta quedar a salvo. Observé entonces, atónita, lo que había sucedido por mi culpa: varios guardias intentaban frenar a los elefantes, y el príncipe, por supuesto, había acudido a la escena del crimen. Éste sacó la lámpara y… ¡un pájaro de motivos rojizos se la había robado!
Al principio no supe qué sentir, si alivio o frustración, pero comprobé que no tenía nada de qué preocuparme cuando el ave ascendió hasta el lugar donde había quedado con Yafar para acordar el plan. Sonreí, orgullosa de haber llevado la misión a buen puerto. Habíamos ganado, y ahora el visir podría recuperar su preciado objeto.
Suspiré de alivio mientras Saito se acercaba a mí, preocupado. Yo todavía sentía uno de mis brazos entumecidos, por lo que me levanté gracias a su ayuda.
—
No te preocupes, estoy bi-¡Ah! —exclamé de nuevo, sintiendo un fuerte dolor en el mencionado brazo
Cerré y abrí con fuerza el puño varias veces, intentando aliviar el dolor. ¿Qué tendríamos que hacer a continuación? Se suponía que Yafar ya tenía su lámpara, pero el príncipe y sus secuaces habían entrado en palacio para seguir su pista. Yo al menos me negaba a dejar la misión así. Habíamos cumplido nuestra parte, pero nuestros errores… no, los fallos de Saito seguirían pendientes, por tanto lo mejor sería acabar con el príncipe y esos entrometidos para enmendar las faltas de mi compañero.
—
Creo que deberíamos ayudar a Yafar, la misión no ha terminado todavía. —empleé un hechizo de curación sobre mí misma, sintiendo cómo mis ansias de lucha volvían y me motivaban a continuar
Agarré de nuevo la katana y seguí a Saito, pero me bastaron unos pocos pasos para volver a detenerme y dándome cuenta de que mi ropa me iba a resultar una molestia. Por lo que, decidida, corté con mi katana la tela de la falda, intentando tener mayor movilidad, sintiendo al fin el viento en mis piernas.
—
Vamos. —le dije a mi compañero mientras guardaba mi arma y sacaba el Escarabajo para guiarme
Había estado antes en el Palacio, pero no recordaba bien qué pasillos y escaleras había tomado para dar con Yafar. La piedra me ayudaría, en este caso. Corrí a toda velocidad, intentando mantener el ritmo de Saito, quién posiblemente no fuese tan veloz como yo.
Antes de entrar en palacio, me di la vuelta y observé, apenada, al pobre animal que había sido herido por mi culpa. Me sentí culpable por ello y me dolía verlo en ese estado, pero…
... no tenía otra opción.Edit para corregir ciertas expresiones de mi redacción que no me terminaron de convencer, mil perdones >,<