HanaEl cadáver de la sirena se hundió lentamente en el agua. Cuando su cráneo quedó a salvo bajo la superficie de la laguna, Hana creyó escuchar un suspiro de infinito alivio.
Pero quizás fue cosa de su imaginación. En cualquier caso, tenía cosas más importantes de las que ocuparse. Como detener al Sincorazón antes de que la delatara. Su
Aqua acertó de lleno en su presa, que cayó estrepitosamente sobre un matorral. La aprendiza pudo correr a rematarlo antes de que recuperara su sable o fuera capaz de ponerse de pie.
Pero quizás no fue lo suficientemente rápida.
—
¿Qué ha sido eso?Hana retrocedió abruptamente hacia la laguna, buscando esconderse entre la vegetación, mientras escuchaba cómo las voces se aproximaban. Un poco lejos, tras uno de los recodos de la laguna, apareció una figura con el pelo blanco. Otra forcejeaba a su lado. Hana no tenía más remedio que encogerse o intentar volver silenciosamente a la gruta.
Entre tanto, pudo ver cómo la cabeza del hombre, Zande, giraba mientras iba recorriendo toda la extensión de la laguna, acercándose peligrosamente a ella.
Entonces, la figura se soltó y echó a correr. Zande soltó un rugido de frustración y salió disparado para atraparla.
—
¡Vuelve aquí!En ese momento escuchó que la chistaban. Si se daba la vuelta, vería a Ana Lucía nadando hacia ella. Cuando llegó a su lado, se levantó muy despacio para que los chorros de agua no hicieran ruido y dijo con la voz ronca:
—
Faris debe estar haciendo tiempo hasta que lleguemos. Vamos a acercarnos a él y a atacarle por la espalda—la miró fijamente—.
Puedes hacerlo, ¿verdad? Lo más letal que tengas. Debemos hacer que suelte a Faris. Y luego prepárate para luchar. A ver si el idiota de tu maestro nos alcanza para entonces.
Y chapoteó por la orilla enlodada mientras se apresuraba a ir detrás de Zande.
****Malik y JessLos esfuerzos de Malik no fueron en vano; logró alinear a los Sincorazón y su
Aturdidor hizo desaparecer a uno, mientras que el otro se quedó aturdido el suficiente tiempo para que el hombre arremetiera junto con la ayuda de Jess. Esta, entre tanto, sólo tuvo que gastar un
Piro para dejar fuera de combate a su propio Sincorazón.
Justo después de lanzar su carcajada escucharon una exclamación alarmada:
—
¿Qué ha sido eso?Las voces estaban muy cerca, casi al lado, y pudieron escuchar cómo unos pies se abrían paso por la maleza, pisoteando y apartando hojas a su paso. También escucharon el gruñido de dolor de una mujer.
Si se asomaban, verían cómo Zande avanzaba dándoles la espalda, tirando de Faris, a quien había retorcido un brazo a la espalda; el otro le colgaba, roto, de un costado. Cada movimiento arrancaba un gemido ahogado a la pirata.
La salida del túnel estaban bien protegida por las plantas, de modo que si no hacían demasiado ruido, no tendría por qué verles.
Transcurrieron unos segundos. Entonces…
—
¡Vuelve aquí!—
¡Y una mierda!Faris reapareció en medio de la floresta, sujetando contra su pecho el brazo roto y con la cara contraída en una mueca de intenso dolor. Aun así corría con todas sus fuerzas, bastante rápido teniendo en cuenta la irregularidad del terreno.
Pero de pronto, con un rugido, Zande apareció detrás de ella, abriéndose paso sin dificultad entre los arbustos. Como si fuera alguna especie de demonio, pegó un violento salto hacia delante que le permitió reducir a nada la distancia que le separaba de la segunda de abordo y cayó violentamente sobre ella. Faris gritó cuando se desplomó sobre su brazo herido; justo enfrente de la cueva.
La mujer abrió los ojos y se quedó de piedra al ver a los dos aprendices entre las penumbras de la entrada.
Entonces la manaza de Zande se cernió en torno a su cabeza y apretó.
—
¡Dime un sólo motivo para que no acabe contigo aquí y ahora!Faris les observó todavía un par de segundos más, con la boca abierta por la impresión. Después farfulló:
—
Sin mí no encontrarás la maldita Fuente. ¡Mátame, si quieres! ¡Deja la Fuente a disposición de esa bruja!—Zande gruñó y sus dedos se crisparon sobre la cabeza de la joven, que miraba con firmeza hacia delante. Ella rechinó los dientes—.
Si me… joder, si me vendas el brazo te llevaré. ¡Sólo déjame entablillarme el brazo!Durante un momento pareció que Zande no fuera a ceder. Pero finalmente, con un resoplido, se incorporó y levantó a la pirata en vilo cogiéndola por el cuello de la camisa. La empujó con violencia hacia delante.
—
¡Date prisa!—
¡Sí, sí!—Faris escupió a un lado y echó a andar, tambaleante, hacia el frente sin mirar una sola vez hacia atrás—.
Ya no estamos muy lejos. Déjame encontrar una rama, he visto un claro por ahí….
Zande, tras recorrer los alrededores con una hosca mirada, fue tras ella con paso pesado. Se fueron alejando poco a poco de ellos.
Si Malik y Jess se asomaban, verían a unos cincuenta metros, avanzando entre los árboles, a Ana Lucía, que se asomaba detrás de unos árboles. La capitana les hizo unas señas en círculo y luego indicó hacia Zande. Después echó a andar, dando por sentado que entenderían sus órdenes.
****Faris se había acuclillado en un pequeño claro para hacerse un entablillado en el brazo con un par de ramas y tela rasgada de su propia manga. No miraba hacia ningún lado, pero se tomaba su tiempo mientras Zande mascullaba de impaciencia.
Tenían todos los árboles para esconderse de su objetivo, sin olvidar la vegetación, que les llegaba como mínimo hasta la cintura. Detrás de Jess y Malik, además, había un desnivel y Hana se encontraba en terreno más elevado junto a Ana Lucía. Jess y Malik se encontrarían justo a la derecha de Zande, mientras que Hana a la espalda. Ana Lucía le dirigió una mirada penetrante a la joven y después, pegada al suelo, descendió sin hacer ruido para poder acercarse más a su presa: estaba claro que pretendía atacarla en cuanto la aprendiza diera el primer paso.
La cuestión era, ahora, sincronizarse bien…
Y no poner en riesgo la vida de Faris.
Jess
PV: 12/14
PH: 18/20
Malik
PV: 28/32
PH: 12/20
Hana
PV: 22
PH: 12/26