Pasaron unos minutos antes de que unos pasos empezasen a retumbar en el interior del edificio. Eran unos pasos que sin duda sonaban a hombre por el tipo de pisada, además sonaban a metálico y Nanashi llevaba tacones por lo que era imposible que aquel sonido pudiese producirlo ella.
Y entonces, cuando los pasos se aproximaron Neas y Alba podrían ver a otra mujer, aunque esta de una edad mucho más joven (rondaría los diecisiete o veinte años)
Su cabello era color abellana y de este surgían un par de orejas de perro (o lobo, según se viese) sus facciones en cambio eran las de una humana normal. Su cuerpo estaba recubrierto por una armadura de colores dorados que caía en forma de falda y que dejaba un poco de escote a la vista y calzaba unas altísimas botas metálicas que casi rozaban sus muslos que se mezclaban con cuero de color marrón. Una capa roja ondeaba a su espalda dando un aspecto un tanto majestuoso a aquella extraña chica.
—
¿Quién se supone que sois vosotros? —interrogó con un tono algo hostil, claramente sorprendida por encontrarse a aquellas personas allí.