Finn decidió complicarle la misión de captura a Kazuki, aunque no demasiado. El humano formuló unas palabras mágicas, alzando su arma:
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No me dejas otra elección, eh, Finn —dijo, con un decante de tristeza en su voz—.
¡Morfeo!Una espesa neblina inundó la mente de Finn, quien de repente se sentía muy cansado, con enormes deseos de cerrar los ojos y dejarse llevar por el sueño.
* * *Pasaron dos días desde entonces. Finn había sido encarcelado como sospechoso por el intento de homicidio contra Su Majestad, la Reina, junto a Pete.
A pesar de encontrarse ambos en una misma celda, Pete no le dirigió la palabra a Finn. Por alguna razón, él también parecía estar muerto de miedo.
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¡Yo no he sido, maldición! ¡Y deja de mirarme así, enano!Así era. Pete nunca admitió que había sido el culpable, si es que lo era.
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Es más, ¡no recuerdo nada de lo que pasó esa mañana, desperté en el castillo! ¡Lo juro, yo...!En los juicios, siendo presididos por el Rey, los dos presuntos culpables se presentaron ante la población, quienes los abucheaban. Sin embargo, existían personas que decidieron defender a Finn hasta el final: los propietarios del Orfanato, por supuesto, aunque no pudieron traer a los niños por órdenes estrictas.
Al final de aquella tortura psicológica para Finn, incluso dudando él mismo de su inocencia, Gilito McPato le consiguió una coartada al joven, muy cierta pues lo vio con sus propios ojos en la plaza, llegando del Orfanato y durmiendo en la plaza. Además, confirmó las sospechas de que Pete había sido culpable, pues pudo ver cómo le robaba algunas cosas a Finn de su mochila, entre ellas, una manta y alguna que otra lata de atún.
Pete confirmó que sí le había robado a Finn, pues le debía un montón de travesuras, pero que no recordaba nada tras todo aquello.
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¡Majestad, creedme! Sin embargo, la sentencia no se hizo esperar. Pete sería desterrado de Ciudad Disney. ¿Su destino? Finn jamás lo sabría.
Por otra parte, el Maestro Kazuki se negó a aceptar a Finn como su aprendiz.
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Sabiendo que eras inocente, eh, ¿por qué huíste?
>> Por ahora, Finn, eh, no puedo confiar en ti.* * *Un rayo de tormenta despertó a Finn de sus recuerdos. Había pasado una semana desde que los juicios terminaron y Kazuki marchó de nuevo a Tierra de Partida.
Finn había perdido la oportunidad de irse con él, al igual que poder trabajar en la Corte. Y lo que es peor, todos cuanto habitaban en Ciudad Disney ahora lo veían como un delincuente, a pesar de salir inocente. Nadie confiaba en él, incluso se negaban a darle trabajo, pues la buena imagen de sus negocios se iría a pique. Y tampoco podía volver al Orfanato.
Intentando por todos los medios resguardarse de la lluvia, veía como todas las familias se metían en sus casas, mientras que él, condenado, vagaba por las calles.
Finn lo había perdido todo.