El iracundo aprendiz cargó contra la indefensa Hisa Wix con todas sus fuerzas, como si no hubiera mañana. La sacudió con tanto ímpetu y rabia que empezó a resentirse de los dedos y los brazos. ¿Estaría agotándose por culpa del veneno? En realidad, se estaba dejando el alma con cada zurra: jamás había golpeado con tanta saña a alguien.
Y no podía parar.
―
Por Axel. Por Ragun. Por Saxor. Por Xefil. ―A medida que nombraba a los aprendices arremetía contra ella, un golpe por cada aprendiz que se compadeció de ella―.
Por todos aquellos que te salvaron la vida. Ya veo cómo se lo agradeces.Cogió aire y cargó contra ella por última vez.
―
¡Te lo dije! ¡¡Alguien como tú nunca podrá derrotarme!! ―bramó.
Su Llave Espada volvió a entrar en contacto con su piel y produjo otro corte. Consciente de que los efectos de
Giro Magnético podían llegar a su fin, Light brincó hacia atrás y se preparó para un posible contraataque.
«
Oh. ¿Ya está?».
Aunque, en realidad, nunca llegó ese contraataque. Sus ojos, que lucían el color de la sangre, se clavaron en la guerrera derrotada… que estaba empezando a desvanecerse. La expresión del rostro serio de Light no se modificó ni un ápice. En ésta no había estupefacción, ni alivio, ni sonrisa alguna. Solo indiferencia, y una mirada intensa y enloquecedora.
El aprendiz dio un paso hacia atrás y levantó ligeramente la Llave Espada en cuanto su contrincante recuperó su alabarda. De todas formas no le atacó con ésta, sino que simplemente la utilizó como apoyo.
Preparado para cualquier cosa, sus ojos rojos vigilaron cada uno de sus movimientos. La derrotada acercó sus manos al colgante para arrancárselo y mostrarle lo que había en el interior. Una nota cayó al suelo y Light se abalanzó sobre ésta, temeroso de que intentara destruir la posible pista que con tanto ahínco había deseado.
No se fijó en lo que estaba haciendo Wix en esos momentos. Se concentró en leer la nota para memorizar rápidamente la localización del famoso antídoto. Ahora solo tenía que salir disparado hacia el trastero, ingerirlo para quitarse un peso de encima y repartir el resto de inmediato.
―
Se acabó. Has gana…—
¡Por favor, parad!Bavol apareció en escena, rogándoles que se detuvieran. En realidad, él no sabía que el combate ya había finalizado: Wix le había entregado aquel papel en señal de victoria.
Como el combate había llegado a su fin —incluso la propia Wix lo había admitido—, el nexo-D entre Light y Xefil se desactivó y sus ojos volvieron a mostrar su color natural.
Light se llevó la mano hasta el pecho y comenzó a respirar entrecortadamente. Como si hubiera estado mucho tiempo bajo el agua sin poder respirar, le faltaba aire; sentía que el corazón le iba a reventar y se encontraba agotado, en mente y cuerpo. Las piernas le temblaban y, a la vista del asesinato que supuestamente había cometido, le entraron náuseas y creía que se iba a desmayar por la enorme presión de un momento a otro. Empezaba a asimilar todo lo que había hecho y esto le estaba superando.
Sumergirse en la locura, elemento que él y Xefil compartían, le había servido para hacer cosas que en ningún momento se hubiera imaginado capaz. Del mismo modo que utilizaba su propia
Locura cuando le quedaban pocas energías, había entrado en un estado similar en el momento en que Wix le confesó sus supuestas intenciones y le atravesó con su alabarda. A partir de ese momento, no cedió hasta acabar con su adversaria.
También había reaccionado ante los ataques de Wix con una velocidad que él jamás había demostrado. La
Brecha Lunar, el
Giro Magnético… Se sorprendía de la rapidez con la que había ejecutado estas habilidades. De hecho no sabía ni cómo seguía vivo. En las batallas normalmente le dedicaba varios segundos a meditar sus acciones, pero en esta ocasión su mente no había requerido uno ni siquiera.
Se había convertido en una máquina de matar. Y lo que más temía de todo… es que en el fondo había disfrutado de aquel combate, como nunca. Cuando en realidad éste debía haber supuesto una tortura… en realidad se lo había pasado bien. Había encarado aquel combate sonriente, deseoso en todo momento de masacrar a su adversaria y liberar toda su furia sobre ella.
Rasgar su carne con su espada le había llenado de regocijo.
«
¿Qué he… hecho?».
Lo había vuelto a hacer. Otra vez. No era consciente, pero había estado luchando contra una persona inocente.
Sin dudar un segundo, Light se dirigió a Bavol, con voz débil.
—
El antídoto está en el trastero de la entrada ―le contó en primer lugar―.
Tenemos que ir a…—
¡Ella es inocente, Light! ―escuchar de la boca de su compañero que era inocente le aturdió completamente―.
Ha engañado a Cid, él es el que quería acabar con todos.—
¡No! ¡Ella dijo que iba a matar a todos los aprendices! —alegó.
—
El veneno no matará a nadie.«
¿Qué…?», se le hizo un nudo en la garganta y fue incapaz de responderle.
Aquello no le podía parecer más inaudito. No podía ser cierto.
Aceptó la hoja de papel que le había tendido el joven y empezó a leerla. No se imaginaba su contenido y no creía ni por asomo que su opinión respecto a Wix fuera a cambiar tras leerla. Había escuchado sus oscuras intenciones y los síntomas de aquel veneno le habían dejado claro que aquello no era ninguna clase de broma.
Leer la nota le sirvió para descubrir la verdadera cara de Wix y compadecerse de ella. El incorpóreo sin sentimientos, el plan para acabar con los aprendices usando el veneno… todo aquello era una gran mentira, Hisa Wix se lo había inventado todo. Y la verdad, que era imposible de digerir para Light, no podía ser más amarga y cruel.
Negó con la cabeza múltiples veces cuando llegó a la parte del veneno.
«
No, no, no».
—
¡Me engañaste! —Explotó delante de la Guardiana, colérico—.
¡Nunca fuiste nuestra enemiga! ¡La guerra era algo que te superaba como a nosotros! ¡Nadie quiere matar a nadie, ni siquiera tú! ¡Todo eso de que no tenías sentimientos y lo del veneno era… mentira! ¡Y me has obligado a destruirte, la historia se ha vuelto a repetir! ¿¡Cómo pudiste!? ¡¡Cómo pudiste!! —vociferaba atropelladamente, sin pensar lo que decía.
Cerró los puños y se dejó caer sobre el suelo, de rodillas. Apretó los dientes e hizo todo lo posible para contener un chillido de rabia e impotencia.
—
Xefil y yo pensábamos que había un modo de devolverte el corazón. Pero ahora… si desapareces, ¿cómo vamos a hacerlo? —expresó con un hilo de voz.
A partir de ese momento fue incapaz de pronunciar palabra alguna: estaba hecho un manojo de nervios y los efectos del falso veneno le estaban afectando.
Escuchó en silencio la canción de la Guardiana del Castillo, entre temblores. Antes de comenzar su canto les había confirmado que iba a devolver algo. Light no comprendió del todo a qué se refería y tampoco hizo ninguna pregunta al respecto.
Aquella canción tampoco tenía ningún significado para él. Pero aun así no la interrumpió, como el buen alumno que atendía a su profesora. Escuchó lo que aquella Maestra tenía que decir de principio a fin.
Gateó para acercarse a ella y la tomó entre sus brazos, negándose a dejarla marchar.
No voy a llorar y decir
que no merezco esto
Porque es probable
que lo merezca,
pero no lo quiera
y por eso…Tarde o temprano, cesaría su canto y permanecería completamente inmóvil. Entonces, se temió lo peor.
—
¿Wix?No obtuvo respuesta. Una lágrima descendió por su rostro… y la Guardiana del Castillo se desintegró en miles de motas de oscuridad. Había muerto en sus brazos y se había ido.
«
Se ha ido».
Sus ojos se humedecieron y las primeras lágrimas empezaron a caer por su rostro. La muerte de Hisa Wix le produjo un shock que le mantuvo paralizado los siguientes segundos. Puede que su muerte había sido inevitable desde el principio, pero aun así se consideraba un miserable por haber sido partícipe de ésta.
Al final no había podido pedirla perdón por todo lo que la dijo hace dos años. Ya no tendría ninguna otra oportunidad… porque se había ido.
Se aferró a lo único que quedaba de ella, el colgante. Agarró el sol con ambas extremidades y no lo soltó en ningún momento. En su interior había algo más, la foto de un niño pequeño lleno de magulladuras que debía haber significado mucho para ella.
Secó su rostro con las mangas del traje y se levantó del suelo. No podía seguir soportándolo. En aquellos momentos lo que más le apetecía era… gritar.
Cogió una burrada de aire, alzó la vista hacia el cielo nocturno y liberó un tremendo rugido cargado de frustración.
Se quedó más a gusto tras el grito, pero claramente no bastaba. Wix no volvería y seguiría odiándose a sí mismo. Si hubiera confiado en ella, si la locura no le hubiera cegado, si no se hubiera tragado su mentira… podían haber encontrado la remota manera de cambiar el destino.
En cuanto superó el disgusto y se tranquilizó, le devolvió a Bavol el informe y puso rumbo hacia la entrada. No habían podido evitar su muerte, pero todavía podían cumplir su última voluntad.
—
Vámonos. Recuerda esta nota y su última voluntad. El espectáculo debe continuar. Se llevaría con él aquel amuleto. Lo guardaría en un bolsillo recóndito y no se separaría jamás de éste.
***El caos reinaba en la ópera en aquellos momentos. Light, que no había abandonado la terraza en toda la noche, ignoraba todo cuanto había ocurrido y se sorprendió cuando se enteró de que el envenenamiento era conocido por todos los asistentes.
«
¿Creen que ha sido Cid Raines…?», le pareció escuchar que todos le señalaban como culpable. ¿Cómo demonios habían llegado a esa conclusión?
No pudo evitar compadecerse de ellos. Consciente de que ninguno de ellos iba a morir, se mostró tranquilo. Seguía temblando y experimentando escalofríos por los efectos de la toxina, pero al menos su vida no estaba en peligro, así que no tenía nada que temer.
El chico no abandonó la escalinata y procuró mantenerse lo más alejado de la muchedumbre.
—
Darles el antídoto servirá para calmarles —sugirió a Bavol—.
Y era lo que ella quería. No sé cómo lo haré… pero intentaré tranquilizar al personal y confirmarles que tenemos el antídoto mientras tú vas a por éste, ¿de acuerdo? —Le entregó a su compañero la nota que detallaba la localización. Bavol era un niño y no le tomarían en serio dijera lo que dijera, por lo que calmar a las masas era una tarea principalmente suya—.
Suerte. Bavol y él se separaron para cumplir la voluntad de la fallecida. Cuando el gitano desapareció, dio un paso hacia el frente y cogió aire. Tenía que ignorar los sudores fríos y mostrarse firme.
—
¡Escuchadme todos! —vociferó a pleno pulmón. En primer lugar, les aseguraría que nadie de ellos iba a morir para intentar relajarles—.
¡Nadie va a morir esta noche! —A partir de ese momento, hablaría en voz alta para todos los asistentes e intercambiaría miradas con ellos, intentando aparentar tranquilidad y normalidad—.
Hemos descubierto a tiempo el malvado plan de Cid Raines y hemos encontrado el antídoto. Entiendo que estéis nerviosos porque es una situación sumamente delicada, pero os ruego que esperéis con calma a que os suministremos el antídoto. No abandonéis el edificio y esperad aquí, por favor. Light estaría dispuesto a responder cualquier pregunta —y mentiría si era necesario— que le hicieran. Especialmente procuraría no levantar sospechas de su procedencia en el interrogatorio. Si las autoridades le preguntaban qué tenía que ver con toda aquella locura, les justificaría que era un simple detective que había estado investigando las desapariciones recientes.
Ahora… ¿Cómo demonios iban a suministrar el supuesto antídoto? Esa era la principal cuestión en aquel momento.
“
Tendremos otro rato de degustación y manjares variados, escogidos por el mismísimo Director, al finalizar la obra”.
“
Si alguno encuentra el antídoto, pues que vaya a la cocina y se lo eche a la comida lo más rápido posible. Después ya nos buscaremos la forma de que todo el mundo coma algo”.
Daba igual que no hubiera antídoto suficiente. Con antídoto o sin él, nadie iba a morir al fin y al cabo: anunciarles que se salvarían si probaban un poco de aquella comida bastaría, o eso esperaba. Cuando los primeros camareros con las bandejas empezaran a acudir —si no había suficientes incluso se prestaría voluntario para ayudar a repartir la comida—, soltaría el bombazo que todos estaban esperando (si Bavol se lo llegaba a confirmar, claro está): degustar aquellos aperitivos era suficiente para eliminar el veneno de sus cuerpos; y si comían demasiado, evitando que otros pudieran salvarse, el antídoto perdería su eficacia. Lo último que quería es que todos se pelearan para comer lo máximo posible.
No tenían nada que temer. Light sería de los primeros en probar uno de los entremeses de hecho. Si Bavol había echado el antídoto sobre ese alimento, posiblemente los síntomas desaparecerían. Y en caso contrario le daba realmente igual porque el veneno no era mortal, aunque tendría que seguir cargando con la enfermedad y le esperaría un viaje desagradable en glider.
En algún momento, si la situación se lo permitía, iría donde Lucile para hablar con ella. Se había mostrado muy tranquila en aquellos momentos y eso le llamó la atención inevitablemente.
—
Me sorprendió que te mostraras tan tranquila, a diferencia de todos los demás —comentó mientras se acercaba. No aparentó darle demasiada importancia, pero se notaba que el aprendiz tenía curiosidad—.
Oye, siento haberos mentido, no soy ningún forrado del extranjero. Conseguí la entrada porque me la regalaron simplemente.Acto seguido, empezaría a servirse de alcohol (se aseguraría de que se servía de una botella recién sacada de la cocina, con el antídoto en teoría). Brindaría con Lucile si ésta aceptaba y se tomaría un trago a su salud… Bueno, en realidad unos cuantos.
Realmente le apetecía beber para olvidar todo lo que le había pasado.
—
Por cierto, ¿dónde se encuentra tu amiga la cerdita? Acciones planeadas con TidusCloud~