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Son las personas como vosotros las que me hacen creer en la teoría de la involución selectiva.Alguien había estado poniéndoles atención. Aparte de la expresiva exclamación de Coli, ninguno de los Aprendices había dado indicios a los demás de haber estado buscando la misma cosa. Y sin embargo, aquella chica parecía tener la suficiente agudeza como para comprender que los tres buscaban lo mismo; para empezar, dos de ellos lucían completamente perdidos; y segundo, los tres habían recibido la misma nota y la habían mostrado en cierto momento. La conexión de aquellos puntos podía sonar descabellada, pero tal vez era sólo que aquella curiosa chica tuviera experiencia con los recién llegados. Tenía una sonrisa en el rostro, por lo que podrían asumir que se divertía un poco.
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¿La Biblioteca? —dijo, acercándose hacia ellos desde la pared contra la que había estado recargada, observándolos. Miró primero a Colibritany, alzando una de sus cejas, como si se encontrara intrigada por la chica. Luego miró a Yui, a quien miró con un poco menos de interés que a la otra. Cuando llegó a Gonax, se quedó unos momentos más viéndolo, como pensándose si lo conocía de antes; lo cual, considerando que él no era tan reciente, siempre era posible—.
Puedo llevaros. Pero me deberíais un favor para más tarde… —volvió a sonreír. Y por alguna razón, aquel gesto no los tranquilizó en lo más mínimo.
Sin embargo, no tenían más opción, ¿no? Supieran o no llegar, no podían arriesgarse a que se les hiciera tarde sólo por negarse a seguir a la Aprendiza. Así que fueron con ella, caminando de nuevo por los confusos pasillos de aquel castillo. El vestíbulo no estaba tan lejos, para su suerte, por lo que no tardarían en memorizar el camino y así evitar perderse en futuras ocasiones.
*¨*¨*—
Bueno, vamos ya con el maestro, puede que lleve un rato esperándonos.—
¿Tú crees?Sólo Aru pudo girarse para ver quién había hablado a sus espaldas. Los dos se encontraban todavía sentados en la mesa, pero a Lyon le fue imposible darse la vuelta cuando sintió una fuerza titánica sujetando su oreja. Se vio obligado a levantarse si no quería que se la arrancaran de un tirón, aunque quien fuera que estuviese pinzándosela no le dejó ponerse cómodo en ningún momento, poniéndosela sólo unas pulgadas por encima de lo que sus tobillos podían aguantarlo. Aru vio que la autora de aquella maniobra era una joven de cabellos castaños, ataviada en su armadura, y con dos orejas caninas brotando de su cabeza. Lucía linda, pero su expresión de enfado le restaba unos cuantos puntos a su apariencia.
Lo único que Lyon podía hacer era escuchar la voz de la joven. Era la de una chica muy molesta, eso era lo que podía deducir. Aunque claro que… tenía su oreja pinzada como una langosta, eso también le daba pistas sobre su humor, en caso de que no fuera bueno captando los sentimientos en su tono de voz.
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Corrígeme si me equivoco —dijo la joven, jalando de Lyon para que se separara de la mesa; le permitió al chico darse la vuelta, aunque sin soltarle la oreja para que pudiera verla—,
¿pero no teníais una cita con el Maestro Kazuki? —Estaba sonriendo, pero su gesto iba tan cargado de negatividad que el hecho de observarlo ensombrecía la atmósfera. Parecía sonreír para no dejar entrever su furia, pero era obvio que no era muy buena en ello.
¿Quién era ella y por qué les estaba reprochando su tardanza? Es más, ¿cómo sabía que tenían una cita en primer lugar? No sería… una Maestra, ¿verdad? Oh, no, definitivamente lucía como una. Debía ser por ello que los moguris del comedor y la poca gente que comía allí se les habían quedado viendo. ¡Menuda vergüenza!
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Bocas vacías y conmigo —ordenó, soltando finalmente al chico y permitiéndole caminar por cuenta propia. Mejor no descuidarse, de todas maneras, en cualquier momento podría volver a caer víctima de aquella tan
expresiva Maestra si llegaba a hacer el movimiento equivocado. Aru se había salvado por muy poco; pero a juzgar por la estricta mirada de la mentora, la elegida para aquel castigo público bien pudo haber sido ella. Dando grandes pasos, salió del comedor, esperando que los dos la siguieran—.
Si alguna vez esperáis llegar a ser Maestros, sabed que la impuntualidad no es tolerada. En especial con la situación actual.Afortunadamente, la Sala del Trono no estaba tan alejada del Comedor. La Maestra los llevó hasta allí al subir unas cuantas escaleras que conectaban con el Vestíbulo, las cuales los llevaron directamente al interior de la amplia galería. Al entrar, la joven golpeó la madera del barandal como quien golpea una puerta; giró su cabeza hacia los Aprendices, dirigiéndoles de nuevo una reprimenda silenciosa en forma de una adusta mirada, a la par que decía en alto:
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Kazuki, aquí están.La voz del Maestro respondió desde el interior de la habitación, resonando en sus altísimas paredes. Si habían tenido la fortuna de conocerlo antes, sabían que sonaba tan agotado como siempre. Y distraído, terriblemente distraído.
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¡Oh! Ehhh, sí… esto, gracias, Lyn. Así que entraron a la Sala del Trono, mientras la otra Maestra volvía sobre sus pasos y volvía a bajar las escaleras. Se habían librado de ella, al menos…
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Limpieza del Animalario por tres días. Empezaréis al regresar.…al menos temporalmente.
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Ahm, sí, por supuesto…Cuando entraron, vieron que el Maestro Kazuki se encontraba sentado en uno de los Tronos, hundido a medias en el asiento y con su cabeza recargada contra su puño. En la otra mano llevaba un grupo de documentos, varios de los cuales habían caído al suelo sin que se diera cuenta y habían terminado creando un completo desastre. Su cabello estaba alborotado a más no poder, como si se lo hubiera sacudido un millón de veces, y sus ojeras parecían estar más marcadas de lo de costumbre.
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Ronin generalmente se encarga de estas cosas —dijo, soltando los papeles en su regazo, acomodándose en la silla e inclinándose para adelante. Cuando vio los que había tirado por el suelo, hizo una mueca—.
Bueno, eh… Vosotros —alzó la mirada para contemplarlos—
tenéis una nueva misión. Una de gran importancia para la Orden, pero que, eh… supone pocos riesgos. Supuse que sería buena idea, enviar a, esto, dos… dos… bueno, no-tan-viejos.El joven Maestro recordó algo de pronto y dejó salir una pequeña exclamación de sorpresa. Empezó a rebuscar entre sus documentos, algo para darles a los dos Aprendices; pero cuando no lo encontró, dejó salir un bufido de fastidio y bajó su mirada para buscarlo en el suelo. Después de unos momentos de repasar lo que tenía frente a él, se estiró para tomar una de las hojas, la observó para ver que se encontrara en orden, y luego se la pasó a Aru.
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Es una ruta. Para un mundo llamado Ciudad Halloween. Quiero que la memorices y guíes a tu compañero. Lo que necesitáis hacer, eh, es simple…Los muchachos tuvieron que escuchar a una breve historia que Kazuki les contó para poner algo de contexto. Empezó con un “veréis, la última vez que estuvimos allí” y mencionó que había habido un accidente que pudo o no haber involucrado a la Orden. Explicó que en la Ciudad había un científico, que ojalá no tuvieran que conocer, que había intentado crear un corazón artificial y había terminado por darle vida a un monstruo similar a un Sincorazón. Aparentemente esto sorprendió sobremanera al líder del pueblo, puesto que las bestias eran pasivas e inofensivas en aquel lugar, lo cual lo impulsó a poner a su mejor hombre al frente de una investigación sobre el comportamiento de los seres.
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Su nombre es Jack Skellington y él será vuestro contacto. Eh… luce como un… esto, esqueleto. Al llegar al mundo, buscad el bosque y partid hacia allá de inmediato. Él os estará esperando y eh… bueno, dijo que tenía algo que mostrar, así que… eso también.
>>No tendréis preguntas ni nada, ¿verdad? Iréis los dos solos, así que si hay alguna… duda, pues… *¨*¨*―
¡Ah, mi linda Coliflor!Colibritany reconocería a su Maestra apenas entrar a la biblioteca. Se encontraba sentada en un escritorio de la segunda planta; y por lo tanto, los había visto entrar desde arriba. Si esperaba verla con un montón de libros y documentos que repasar, estaría decepcionada; la Maestra sólo parecía tener una libreta entre sus manos y un par de folios sueltos, nada más. Tampoco aparentaba estar muy concentrada en su trabajo, pues había estado con la vista perdida antes de verlos entrar a la sala.
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¡Y Yui la niña del helado, y…! Pues, esto, otro. ¿Las conoces ya, Alexis? De mis preferidas ―
No he tenido el placer… ―respondió la Aprendiza que los acompañaba. Clavó su mirada en Yui, aunque bien pudo haberlo hecho en cualquiera de los tres, y murmuró con sequedad, donde Ariasu no podía escucharle―:
Y tampoco lo tendré hoy.―
¿Habéis oído hablar de Ciudad Halloween? Hmm, no, yo creo que no ―empezó la Maestra, poniéndose de pie y haciéndoles un gesto para que subieran por la escalera hasta donde ella se encontraba―.
No es la gran cosa, en realidad. Todo es oscuro y acalabazado, lleno de telarañas, sangre, y otras suciedades. No es muy pintoresco. ―Los ojos de la Maestra se posaron en Coli―
Y definitivamente no es sitio para una dama. …por eso mismo ―enfatizó―
es que iréis allá y, ¡ah! ―fingió tomar aire de una bocanada, sorprendida, para efecto dramático―.
Infiltración. ¿Sabéis lo que es infiltración? Bien.―
Tierra de Partida va hoy. ¿Sabéis cuál es la ventaja de que su Maestro más mediocre se encargue de sus asuntos últimamente? ¿No? Pues que tarda en hacer las cosas. Y mientras más se tarde Kazuki, más tiempo nos da a nosotros averiguar qué tienen planeado. Elegante espionaje, sin presiones.La Maestra se puso de pie y le tendió un papel doblado a Gonax, quien claramente era el que tenía más experiencia de los tres. Le indicó que era un mapa y que dependía de él llegar hasta el mundo, llevando consigo a las otras dos señoritas.
―
Averiguáis quiénes son los niños de Tierra de Partida ―ordenó con severidad, bajando su voz hasta un murmullo amenazante―.
Os hacéis amiguitos, les sacáis tanto jugo como podáis y luego…No terminó la frase. Pero la orden era obvia; silenciosa, pero clara. Una vez que pudieran sacarle información a los de Tierra de Partida sobre sus intenciones en el mundo (o sobre cualquier cosa, en realidad; todo era valioso), tendrían que acabar con ellos. ¿Pero podrían hacerlo? Después de todo, los tres tenían poco experiencia como Portadores, ¿serían capaces de enfrentarse al bando contrario tan pronto?
Bueno, Ariasu tenía información sobre cómo procedería Tierra de Partida en aquella misión, y aún así confiaba en ellos, así que… tendrían que confiar en su Maestra.
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Así que… ¿preguntas?*¨*¨*El mundo no brillaba tanto como otros que pudieron haber visitado en el pasado o como el resto de las estrellas que rebasaban al pasar. Cuando los Aprendices llegaron, siguiendo las instrucciones de sus mapas, descubrieron que incluso desde el exterior el sitio cargaba con una atmósfera tétrica y espeluznante. Nadie supo por qué, pero en cuanto se acercaron, sus cuerpos reaccionaron con un gélido escalofrío.
Todo bajo ellos estaba gris. Era de noche cuando entraron al lugar, así que la luz de la luna era su principal guía. O lo fue en el caso de los dos de Tierra de Partida, que tuvieron la mala fortuna de aterrizar en un tétrico cementerio, en el cual lo único que podían destacar además de la infinidad de lápidas, era la gran colina que se alzaba en el centro. En el caso de los tres de Bastión Hueco, que se las arreglaron para bajar apresuradamente detrás de unos edificios antes de que alguien pudiera verlos, eran mejor iluminados por las linternas de la ciudad.
Para Aru y Lyon, no parecía haber mucho sitio a donde ir. No podían ver ningún camino para salir del cementerio, salvo un amplio agujero en uno de los muros de ladrillo. Al menos contaban con la privacidad que su soledad les ofrecía, por lo que tenían suficiente tiempo para planear con tranquilidad sin miedo a que alguien los estuviese escuchando.
Así que podían salir de allí o quedarse a ver un poco antes de ir a reunirse con su contacto. De una u otra forma, era bueno que tuvieran sólo un sitio a donde ir: no había manera alguna de perderse.
Gonax, Yui y Coli, por otro lado, terminaron en una plaza en cuanto se deslizaron fuera del callejón en el cual habían aterrizado. En el centro había una fuente con gárgolas, en la cual fluía un líquido verdoso, burbujeante, y que despedía vapores extraños. Había también una guillotina vieja y oxidada por allí; y muchas, muchas calabazas. Pero lo que más destacaba era la… la gente.
Todos eran bestias de cuentos de terror. Momias, vampiros, brujas, hombres-lobo… la plaza estaba a rebosar de monstruos yendo de un lado a otro haciendo… ¿qué estaban haciendo? Tendrían que quedarse un poco más para averiguarlo, pero parecía que estaban cooperando para decorar el sitio o algo así.
¡Y ellos lucían igual! El mundo los había cambiado. Pero sólo ellos sabrían a qué…
Hay espacio para interacción con los Maestros antes de partir a Ciudad Halloween; así que si hay alguna pregunta o comentario que quieran hacer antes de describir la llegada al mundo, son bienvenidos.
¡No olviden su disfraz!