Las respuestas que recibió de Saeko fueron, para variar, secas y cortantes. Nicoxa ya se estaba empezando a acostumbrar al humor de su compañera, o a su falta de él, mas bien. Dijo que la niña a la que había estado llamando maestra se llama Alexis y que para colmo no era ninguna maestra. ¡Era otra aprendiz, igual que ellas!
—¿Y si es otra aprendiza por qué estamos obedeciendo sus órdenes? ¿es una niña prodigio o qué? —preguntó un poco avergonzada tras haber tratado a la niña de ese modo. De todas formas si Saeko con lo firme y seria que era la obedecía sin rechistar sería por algo.
Para salir de la celda donde se encontraban tuvieron que subirse sobre una cosa que a Nicoxa le parecía extrañísima pero seguramente sería completamente normal en aquel "mundo". Le pareció bellísimo aquel medio de transporte y se dijo a sí misma que disfrutaría de aquel momento de tranquilidad. Se sentó en el suelo mientras miraba hacia lo que debía ser el cielo de aquel sitio. Era menos acogedor que el de Bastión Hueco pero aun así tampoco le desagradaba. Sin embargo sí que notaba el silencio, pero al menos no estaba sola. Se giró hacia Saeko.
—Este silencio es perturbador... Cuando estuviste aquí ¿qué hacías para divertirte, t...? —iba a llamar tía a Saeko, pero se calló justo a tiempo. Viendo cómo era igual hasta le sonaba insolente y se volvía a poner borde.
Una llamada de Alexis por el transmisor sorprendió a Nicoxa de nuevo. Así que unas consolas... No tenía ni idea de a qué se refería, pero por suerte se lo explicó. Estaría atenta a lo que las rodeaba por si encontraba alguna.
—Bueno, ya decidiremos algo cuando lleguemos.
Cuando el transportador finalizó su recorrido, Saeko salió delante, tal y como habían acordado. Nicoxa se alegró porque en el fondo su compañera la estaba cuidando y aunque tuviera un poco de malas pulgas no parecía una mala persona.
Apenas habían recorrido distancia cuando bajaron de la plataforma. Observó con cuidado el abismo que se extendía a su derecha, sintiendo un escalofrío al verse en un lugar tan elevado. Aún no habían decidido por dónde ir.
—Podríamos pararnos y preguntar a alguien... —propuso Nicoxa sin pensar demasiado en lo absurdo de su idea, teniendo en cuenta que aún no habían visto a nadie más. Casi por hacerle la contraria a la bella muchacha, unos extraños seres aparecieron de repente. El primer sentimiento de Nicoxa fue alivio al ver que no estaban solas, pero al observar a Saeko se percató de que algo iba mal. No parecía que tuvieran muy buenas intenciones...
—¿Qué mierda son esas cosas?
Ambas muchachas invocaron a sus llaves espada —Nicoxa había ensayado una cuidada y breve danza que puso en práctica para hacerlo de forma espectacular—. La emoción embargaba a Nico, era su primera batalla de verdad. Su compañera adoptó una pose de combate y ella la imitó.
—Sígueme con cuidado y ayúdame a rematarlos, ¿sí?
Asintió y contempló cómo Saeko atacaba a la criatura del medio con la evidente intención de lanzarlo al aire. Tras realizar su ataque lo señaló y Nicoxa supo que debía ayudar.
—¡Éste!
—¡Voy!
La siguió y se preparó para conjurar un Hielo que iría directo a aquel bicho si, en efecto, Saeko había salido exitosa. Era el primer conjuro que lanzaría contra un objetivo real y deseaba con todas sus fuerzas que no la traicionaran los nervios.