1 de agosto del 1212 D.G.
Una veloz figura con rasgos felinos se movía con gracilidad a través de los pasillos del nocturno castillo de Tierra de Partida. Atravesó una puerta y un salón alcanzando la biblioteca del castillo, donde miraba hacia todos lados en busca de algo en concreto. Una sonrisa se dibujó en sus pequeños labios cuando encontró lo que quería: El libro del Bosque de los Cien Acres.
La muchacha de ojos dorados y revoltoso cabello plateado coronado por un enorme lazo rojo se pasó los dedos por la comisura de los labios y cogió el libro con ambas manos con sumo cuidado.
El efecto fue inmediato. La muchacha escuchó una fuerte alarma. No hubo tiempo para pensar, corrió hacia una de las cristaleras y dio un doble salto alcanzando la marquesina. Comprobó lo que había debajo de ella y corrió atravesando el cristal destrozándolo en el proceso. La muchacha desplegó en el aire un rudimentario parapente y planeó hasta un lugar alejado... Un lugar oculto entre las montañas, donde esperaba una nave gumi que se parecía a un barco volador.
Hiro, Keiko y Aru fueron interrumpidos mientras tomaban su desayuno en el comedor de Tierra de Partida por unos moguris que les dieron entrega de un sobre cerrado y sellado con el símbolo de la orden de los caballeros de la llave espada. Una vez lo abrieran se encontrarían con una carta escrita por el puño y letra del Maestro de Maestros Ronin, donde les citaba tras el desayuno en la Sala del Trono.
Los aprendices podían hablar entre sí o conocerse si así lo deseaban antes de ir a la sala del trono.
Una vez terminasen y llegasen al lugar citado se encontrarían con Ronin sentado en el trono central esperando por ellos. Había algún que otro aprendiz más por allí de camino a los jardines, pero pronto se quedaron a solas con el líder de Tierra de Partida.
Su semblante no mostraba sonrisa alguna ni su habitual felicidad. Aquello era así desde lo ocurrido en La Red en los sucesos de Datastream, sin embargo aquel día su aspecto era incluso más sombrío.
—Buenos días a todos —saludó con algo de tosquedad—. Espero que hayáis podido desayunar bien.
>>Os he llamado por un asunto de suma importancia y urgencia.
Hubo una pausa incómoda. Ronin cerró su único ojo meditando como decirlo.
—Anoche nos han robado un objeto mágico de gran valor científico. Se trata de un mundo resguardado en el interior de un libro conocido como El Bosque de los Cién Acres. Seguramente alguno haya ido allí de visita alguna vez para gandulear. Todos lo hemos hecho alguna vez. Aunque el experto en esa materia sea Kazuki, vaya.
>>A lo que iba; Simon, ese que nos provee de suministros vio la nave de los ladrones. Se trata de un modelo muy poco común de Nave Gumi y de un tamaño enorme. Nuestra misión es simple: Ir en busca de esa nave, entrar y recuperar el libro. ¿Alguna pregunta?
Paseó su único ojo sobre los aprendices esperando cualquier posible duda.
La bella Colibrinaty y Yui combatían entre ellas en un entrenamiento impartido por Ryota. Se encontraban en la sala del trono del castillo, y el Maestro observaba como entrenaban las dos aprendizas a la par que hacía de árbitro. Ambas podían notar una mejoría general en su técnica respecto a como luchaban unos pocos meses atrás. El líder de Bastión Hueco parecía tener mejor aspecto, pero su téz todavía era muy pálida y parecía bastante debilitado en comparación a como era antes de los sucesos en La Red.
—Muy bien, es suficiente —Las detuvo dando unas suaves palmadas para llamar su atención—. Coli, me gustaría que practicases un poco más tu puntería. Tienes muy buenas nociones mágicas, pero necesitas refinar un poco más eso si quieres enfocarte en la magia. Trataré de conseguir algunos libros de magia que puedas comprender con tus conocimientos actuales, tal vez puedes aprender algunos hechizos interesantes.
Ryota se aproximó a Coli y colocó su mano sobre su hombro con delicadeza y complicidad. Le dedicó una amable sonrisa y tras unos instantes se acercó a la otra aprendiza con pasos tranquilos.
—Y tú, Yui. Veo que por el momento tu punto fuerte es el combate desarmada. Te recomiendo pues aprender algún arte marcial, se me ocurre que pases unos días en Tierra de Dragones, en un lugar conocido como Templo Shaolin. Allí entrenan poderosos monjes-guerreros especializados en el combate sin armas, aunque si mal no recuerdo solo aceptan hombres, por desgracia. De todas maneras, hablaremos de como guiaremos tu entrenamiento más tarde, ahora mismo debo solucionar unos asuntos en la órbita de Selva Profunda.
>>por cierto. Me gustaría que me acompañaseis, si no tenéis ningún otro compromiso, claro. Obviamente, podéis preguntarme cualquier cosa sobre esos asuntos. Pero primero, podéis ir a vuestras habitaciones a cambiaros y a coger todo lo que necesitéis.
Fecha límite 28/6/2015