[El Mundo Inexistente] Un mensaje de las penumbras

Participantes: Nikolai Everard, Ragun, Victoria Knight, Nathan Knight y Maka Cross

La aparente traición de Tierra de Partida en un acuerdo de paz provocó el anuncio de la guerra por parte de Bastión Hueco. Los aprendices deben enfrentarse entre sí, entre antiguos amigos y compañeros. ¿Cómo lograrán sobrevivir cuando otras amenazas acechan?

Moderadores: Suzume Mizuno, Denna, Astro, Sombra

[El Mundo Inexistente] Un mensaje de las penumbras

Notapor Tsuna » Vie Jun 26, 2015 2:32 pm

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Era madrugada en Tierra de Partida. El castillo blanco se encontraba bajo la luz de la luna y las estrellas, reluciente con ese brillo especial de paz y seguridad que siempre transmitía a los aprendices. Pero mucho más lejos de la base principal de la Orden, muchísimo más lejos en el intersticio, alguien pilotaba una nave gumi con algunas mercancías.

Simon no era muy dado a pasar por esa zona debido a los peligros que suponía. Aquel mundo era temido por todos, y los propios maestros sabían que estaba plagado de oscuras incógnitas: El Mundo Inexistente. La misión era sencilla, sólo tenía que recoger unos paquetes con provisiones y regresar a Tierra de Partida.

Pero entonces la bandeja de entrada de la nave emitió un pitido, y la pantalla junto a los mandos del vehículo se iluminó. Al parecer el radar había detectado algunas ondas de radio, cuya procedencia era clara: la ciudad.

Mensaje sin identificar:


A͗ͥ̌͌͢.̶ͤ̊̿̌̚͢͏.̷͑̈̋̂ͬ͋̃̾҉.̧̇̂̐̂̅̓̋ ͋͋̂͒̃̇ͧ͞Ą̓͗ͬͪͣ̄̈͆̈̀y̶͂̏̄̋ͩ͌ͨ͝͏ů͊̍̓ͬͮͪ̍ͯd̽̄̇ͭ͆ͥ̊̔͟͝a̢͒҉.̵̡̃̈́ͨ.͂̎̽̋ͭͣͧ͛͏̢.̡́̆̎ͫ̾ͩ́ ̔ͭ̉ͬ̓̃͛̋́C̢̈́ͭ͛̑ͦ͊͑̑aͭ̾̋ͫͨ̒̽̉̆͡b̢̓̓ͨ͢͟à̵̇͆ͧͭ̈́ͫ̕l͊͑̅ͬͭ̆̀͟͢l̃̍̎ě͗͒̅͊ͦ͌̀̀r͂̽̓͊ͥͣͯ҉͜ȏ̃͂̀͘,̸̨̐̈ͫ̃ͦ̇͂͞ ̵̶̨̓̐̎ͥ͗ţ̢͐͌̔͊̋͝ú͑ͨ̇́̉ ̵̢̓e̎̆͊̓̔͆ͭ̃̈r͂̃͟e̷̓̆̓ŝ͋͟ ͪ̇̔ͭ́n͆̌ͫ͒͂̔̄ͥ͏̴u̷ͣ̏͋ͧ͝eͮ͢š̢̌͊̾̄̓̚-̢̛ͪ́̄ͬ͒̓̊͋̒͏ ̀̓͛ͩ̚úͧ̇̉̾͋ͯͬ̑̀͝n̆̀̎̅҉ȉ̈́̉̓̌c̶̡ͭ͗̔ͬ̋̽͠ä̡̨́͂ͣͦ́͛̓̒ͤ.ͭͣ͂̅̊́ͤ̂̀҉.̴̨̊̿̂ͬ̾̚.̵̨̌̌ͨͪ͗̉ͧ ̔ͬ̄̀e̔͐ͫ̐͊̽̄ͥ̉ŗ̸ͨ̇ͪ͆ȧ̡̛͆ͭ̄ͫṅͭ̆́͗ͪͫ͌z̨̛ͥͤ̾̿̒̽͋̽ā͂̅̒̌.ͫ̋̎̾̃ͨ̆҉


Qué raro… Será mejor informar a Ronin.

Simon guardó el mensaje en el sistema de la nave y aceleró la marcha. Le quedaban unas cuantas horas de viaje hasta llegar al mundo de la Orden, lo que no sabía era que alguien más también había recibido aquel mensaje.

~


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Era por la mañana en Tierra de Partida, los rayos de sol comenzaban a colarse por todos los recovecos que encontraban a su paso, y los pájaros empezaban a cantar con armonía. A Maka, una chica que había llegado hace poco, le había tocado un nuevo entrenamiento con su maestra. Ésta le había dejado una nota muy temprano en su habitación —en realidad se la había dejado el Moguri cartero—, indicando con claridad que debía prepararse y estar lista para acudir a la Biblioteca del castillo en media hora. Una vez allí el olor de los libros, las hojas y la tinta le recorrió todo el cuerpo, el bibliotecario se le acercó y, tras ajustarse los anteojos le entregó una nota.

Tú debes de ser Maka Cross, ¿me equivoco, pequeña? La maestra Rebecca me ha pedido que te entregue la siguiente nota. Aunque yo lo juzgaría como un examen, más bien. Toma, no te hago perder más tiempo. —Y extendió una de sus patitas peludas, con la hoja de papel.

¡Nadie había dicho nada de un examen sorpresa! Aun así, éste rezaba lo siguiente:

Examen sorpresa.

Maestro/a:
Rebecca.
Aprendiz: Maka Cross.

Primera pregunta: ¿Cómo se llama el Llavero del maestro de maestros de Tierra de Partida? (2 Ptos.)
Segunda pregunta: ¿Qué afinidad o afinidades nos permiten movernos a través del espacio? (1 Pto.)
Tercera pregunta: ¿Qué tienen en común el Omniéter y la Omnipoción? (3 Ptos.)
Cuarta pregunta (completa la siguiente frase): El accesorio que incrementa la Velocidad, los Reflejos y la Elasticidad por igual, siendo su precio 120PC, se llama _____ de Jos. (2 Ptos.)
Quinta pregunta (responde verdadero o falso): ¿Es cierto que no podemos encontrar mundos en los libros? (2 Ptos.)

Consejos:
La respuesta está en los libros. Mucha suerte.

Tiempo estimado del examen: 30 minutos.


Por si no fuera poco, tenía treinta minutos para completar el examen sorpresa. La biblioteca por suerte no estaba muy llena a esas horas de la mañana, así que podía buscar por las distintas secciones del lugar. Pudo ver incluso algunos libros por las mesas abiertos de par en par, otros por el suelo, e incluso, una especie de pizarra a lo lejos acompañada de algunos frascos con líquidos de colores. El bibliotecario se marchó a recepción para organizar el papeleo, así que de momento, no tenía intención de ayudarla.

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Las respuestas están todas en el subforo de Principal, aun así, te dejo total libertad para que narres cómo las vas resolviendo (puedes fallar alguna, no responder otra, o acertarlas todas, a tu elección, pero que quede realista).


****


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Esa mañana cuatro aprendices habían sido convocados a la Sala del Trono. Uno de los Moguris les entregó una carta bien temprano de parte de la maestra Nanashi, dejando claro que tenían que ir al lugar indicado cuanto antes para un entrenamiento de iniciación. Ragun, Nikolai, Victoria y Nathan fueron los elegidos. Hacía mucho frío, y atravesar los teleféricos y aquellos pasillos que daban a balcones al aire libre les pudo incluso causar algún que otro resfriado mañanero.

En la nota se indicaba que dos nuevos aprendices habían llegado, y serían supervisados por un maestro y dos aprendices libres con experiencia, en un combate de dos contra dos: los veteranos contra los novatos. No hacía falta saber quiénes pertenecían a un grupo u otro. Mas en la sala principal no se encontraba Nanashi, sino Shinju estirada en el trono central con cara de amargura, masticando un chicle de, según su color verdoso, manzana o sandía.

Cuando todos llegaron la chica les miró por encima de forma despectiva, resopló y les hizo un gesto con su mano derecha, como si les invitara a empezar en esas condiciones, o solo intentando desentenderse de la situación.

La maestra Nanashi me ha pedido que me encargue de vosotros. Ya le dije que no tenía ganas de entrenar a los nuevos, que para eso teníamos a la otra, pero bueno —Y se quedó ausente, mirando al techo, como intentando alejarse de allí todo lo posible, esperando a que el tiempo pasara cuanto antes para irse. Al final se dio por vencida y les volvió a mirar, de reojo— ¿Todavía seguís aquí? Pues venga, empezad a pegaros y esas cosas entre vosotros. Yo estoy muy ocupada como podéis ver, así que si tenéis alguna duda preguntadle a los veteranos. A mí me dejáis en paz.

Al parecer la maestra Nanashi había obligado a la maestra Shinju a darles un entrenamiento, pero ésta no estaba muy dispuesta a colaborar. Igual les dejaba hasta marcharse de la Sala del Trono, podían intentarlo si no tenían ganas de estar allí. En cualquier caso las órdenes eran claras: los dos más veteranos tenían que enfrentarse en combate contra los nuevos. No hacía falta ser muy inteligente para saber quién iba a ganar.

Y el primero en lanzar el primer movimiento sería…

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Los de Bastión Hueco podéis hacer hasta dos post como máximo entre vosotros mientras os dirigís a la Sala del Trono para presentaros (o incluso para narrar el combate). Podéis organizar el combate como más os guste, pero que quede realista. Esto último, claro, si vuestros personajes están dispuestos a luchar y no a escaquearse.


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Fecha límite: Miércoles 1 de Julio.
Faltas:
...
¡Recordad que a las tres faltas quedaréis expulsados de la trama! De momento Narrador parece que estará ausente, pero es libre de postear si puede y tiene tiempo.

No cogeré vuestras fichas hasta unas pocas rondas en adelante, así que si queréis subir nivel o comprar cosas estáis a tiempo. Espero que disfrutéis mucho de esta trama ^^
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Re: [El Mundo Inexistente] Un mensaje de las penumbras

Notapor Maka Cross » Vie Jun 26, 2015 11:54 pm

No fue hasta hace poco que me había despertado gracias a los rayos de sol que consiguieron colarse a través de la ventana, hasta me costo un poco de voluntad el sentarme bien en la silla. Cuando al fin me despeje, me di cuenta que estaba sentada en la silla que estaba cerca de mi escritorio, así que eso quiere decir que me había quedado dormida ahí. Frote un poco mis ojos con el dorso de mis manos y me fije que encima del escritorio descansaba un libro abierto.

Ahh, es cierto.— Exclame al recordar vagamente de que había cogido este libro porque me intereso.

Trataba de una tonta novela típica sobre un demonio, ni si quiera sabía como me había enganchado tanto a ese tipo de cosas. Cerré el libro y estire mis brazos hacia arriba al sentirme agarrotada. Pensaba ir a dar un paseo o algo para luego seguir el libro, hasta que al pasar una mirada sin alguna prisa alrededor de mi habitación, me di cuenta de una nota. Me extrañe al principio ya que yo siempre dejaba las cosas ordenadas, así que me levante de la silla y me aproxime a esta para tomarla y leerla.

Mis ojos se agrandan con sorpresa al leer, pues no me esperaba nada el día de hoy. Sin más dilación, fui a prepararme y una vez que había terminado, me dirigí hasta la puerta de mi cuarto. Mi ceño se había fruncido ligeramente, después de unos segundos asentí lentamente y sonreí mientras giraba el pomo de la puerta y abría esta para luego cerrarla. No podía evitar emocionarme, así que de vez en cuando se escapaba una leve sonrisa de mis labios mientras me dirigía hacia la biblioteca. Durante el tiempo que me tomo recorrer y llegar a la biblioteca que no fue mucho, parecía que todo estaba tranquilo.

Al estar ya en la biblioteca dirigí una rápida mirada al lugar, invadiéndome poco a poco unos recuerdos del otro mundo que trate de omitir forzosamente. Por suerte mi mente abandono el echo de querer torturarme con ese tipo de recuerdos gracias al bibliotecario que se me había acercado. No pude evitar arquear un poco una de mis cejas y mirarle un poco confusa cuando me comenzó a hablar. Después de lo que me dijo y de haber tomado la hoja que me ofreció, apenas había asentido a modo de agradecimiento al bibliotecario.

Toda emoción en mi se esfumo y mi cabeza se había quedado en blanco mientras miraba el papel. Cuando por fin pude volver en mi, no perdí más tiempo y fui a sentarme en la silla más próxima de donde me encontraba. Busque algo con lo que escribir y volví a leer las preguntas. Luego de rellenar solamente la tercera gracias a los juegos, tuve que levantarme y buscar en los libros como me había aconsejado mi maestra. Estaba nerviosa y algo acelerada por pensar cuanto me quedaría de tiempo, no me fijaba del todo en las hojas aunque por suerte pude dar con una de las respuestas.

¡Por fin!— Exclame en bajo y feliz al dar con la respuesta número una.

Luego de ir a donde estaba mi hoja, escribí la respuesta de la número uno. De nuevo fui a los libros pero a otro diferente al que ya había leído y busque atentamente la cuarta y la quinta. Tarde menos en encontrar la quinta pero no daba con la cuarta la cual me hizo perder mucho tiempo, así que fui a mi sitio otra vez y rellene la que encontré y puse en la cuarta algo al voleo. La segunda decidí no responderla, ya que no me la sabía y pensaba que no me iba a dar más tiempo por haber tardado tanto en buscar las otras preguntas.

Examen sorpresa.

Maestro/a:
Rebecca.
Aprendiz: Maka Cross.

Primera pregunta: ¿Cómo se llama el Llavero del maestro de maestros de Tierra de Partida? (2 Ptos.)
- Espada maestra.

Segunda pregunta: ¿Qué afinidad o afinidades nos permiten movernos a través del espacio? (1 Pto.)

Tercera pregunta: ¿Qué tienen en común el Omniéter y la Omnipoción? (3 Ptos.)
- Que es a todo el grupo.

Cuarta pregunta (completa la siguiente frase): El accesorio que incrementa la Velocidad, los Reflejos y la Elasticidad por igual, siendo su precio 120PC, se llama Saliva de Jos. (2 Ptos.)

Quinta pregunta (responde verdadero o falso): ¿Es cierto que no podemos encontrar mundos en los libros? (2 Ptos.)
- Falso.

Consejos:
La respuesta está en los libros. Mucha suerte.

Tiempo estimado del examen: 30 minutos.


Ya esta.— Mi ceño estaba fruncido mientras repasaba una y otra vez lo que respondí.

Opte esperar a que apareciera el bibliotecario para no molestarle o algo, si es que fuese a aparecer claro y si no iría a buscarlo a su recepción para entregarle la hoja. Trate de suavizar algo el ceño y suspire profundamente, estirándome un poco mientras miraba ahora alrededor de mi más tranquila que antes.

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Gracias Zeix, y lo siento a todos por la tardanza, revisaba lo que escribí una y otra vez. X'D
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Re: [El Mundo Inexistente] Un mensaje de las penumbras

Notapor Sombra » Dom Jun 28, 2015 5:28 am

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Inmediatamente después de coger el telesférico me arrepentí al no haberme puesto al menos una camiseta. ¡Hacía un frío de espanto!

Aquella mañana, a pesar de ser tan temprano había sido citado a través de una carta del puño y letra de la Maestra Nanashi para un entrenamiento supervisado por ella junto a otro aprendiz con experiencia más. Todo ello para ayudar a dos recién llegados al castillo en algún tipo de combate de demostración, o eso suponía. ¿No era mejor ya que eran dos que los pusiesen a luchar entre ellos? Al menos sería un combate reñido, si nos metían a dos aprendices con experiencia contra dos novatos... Estaba claro quienes vencerían, aunque dudaba que se tratase de ganar o perder, sino de una especie de demostración para ver como empezar el entrenamiento de ambos. No podía evitar sentir curiosidad por aquellos dos novatos. ¿Cómo serían? ¿De qué mundo provenían?

El telesférico se detuvo de golpe haciendo que perdiese el equilibrio unos instantes. Nikolai entró al aparato y le saludé con un vago movimiento de cabeza.

Buenos días —sonreí—. ¿A ti también te ha despertado uno de esos peluches voladores?

Sí. Por lo visto, soy el otro “veterano” que han arrastrado junto a ti. —afirmó mientras sacaba de uno de sus bolsillos una carta idéntica a la que había recibido para mostrarla—. Últimamente están llegando más novatos de lo normal, ¿no crees?

Ladeé la cabeza, nunca me lo había planteado... Pero era cierto que en las últimas semanas habían llegado más aprendices. Medité durante unos segundos una respuesta que me convenciese.

Somos muchos menos que Tierra de Partida. Imagino que querrán un ejército o seremos aplastados cuando llegue el momento —pensé en voz alta—. Probablemente ellos también estén haciendo lo mismo.


Que se le va a hacer… —El aprendiz se llevó una mano a la cabeza para rascarse con una mueca de agotamiento dibujada en el rostro—. Si quieren guerra, no nos queda otra que defendernos como nos sea posible.

Supongo... —susurré de forma casi inaudible. No volví a abrir la boca en el resto del ascenso hasta la sala del trono.

***


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Nada más entrar a la sala del trono busqué con la mirada a una ausente Nanashi, en su lugar solo encontré a la Maestra Shinju... Y no parecía muy contenta de vernos, ni tampoco muy interesada pues masticaba un chicle verde con el que hacía algún que otro globo con él.

En cuanto todos nos reunimos pude ver sorprendido a la chica de las alas biónicas, Victoria. La chica que había estado con Ivan Kit cuidándolo mientras se marchitaba lentamente como la flor de Perséfone. No pude evitar reprimir un gesto de amargura recordando los últimos momentos del que había llegado a considerar un ser verdaderamente importante para mí. Había llorado su muerte y ya estaba mucho mejor, sin embargo las heridas aún eran recientes y no habían cicatrizado del todo, era imposible superar en tan poco tiempo la muerte de un ser querido. Sin embargo, no debía derrumbarme. No cuando le había prometido cumplir su sueño: Ser el mejor.

Hey... —saludé desganado a la chica, aunque con algo de sorpresa a su vez. Me sentía un poco incómodo con ella, seguramente porque me sentía culpable por no haber podido ayudar en la tarea de cuidar a mi buen amigo—. Cuánto tiempo...

La maestra Nanashi me ha pedido que me encargue de vosotros. Ya le dije que no tenía ganas de entrenar a los nuevos, que para eso teníamos a la otra, pero bueno —Shinju miró al techo inmersa en su mundo. Levanté una ceja esperando cualquier orden más— ¿Todavía seguís aquí? Pues venga, empezad a pegaros y esas cosas entre vosotros. Yo estoy muy ocupada como podéis ver, así que si tenéis alguna duda preguntadle a los veteranos. A mí me dejáis en paz.

Sin pensarlo mucho me coloqué frente al otro novato, al menos entrenar con él no haría que pensase todo el rato en mi difunto compañero de armas. Aquel aprendiz era un muchacho alto de pelo corto, pero muy alborotado. Lo más destacable de su cara eran sus peludas cejas y su complexión era tirando a musculosa, pero sin resultar algo exagerado.

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Soy Ragun, aprendiz de la Maestra Ariasu. Es un placer conocerte —Me presenté tratando de sonar amable y dejé que contestase—. ¿Empezamos?

Materialicé mi llave espada y esperé a que el novato diese el primer paso para bloquear sus ataques (o por lo menos intentarlo) si me veía en algún momento superado utilizaría Evasión Sombría para esquivarle, aunque en ningún caso respondería a sus ataques sí que trataría de desarmarle tras un rato. Aquello era un primer entrenamiento para él seguramente por lo que no quería ponerme demasiado serio, aunque tampoco estaba bien del todo subestimarle.

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Re: [El Mundo Inexistente] Un mensaje de las penumbras

Notapor Soul Artist » Dom Jun 28, 2015 8:12 pm

¡Nos van a machacar!

No podía dejar de sollozar en el hombro de Nathan mientras nos encaminábamos hacia la Sala del Trono de Bastión Hueco. Nanashi había decidido que debía ser un desastre en los entrenamientos (¡no era mi culpa que fuesen tan difíciles!) y había decidido dejar el trabajo a otro Maestro que, según la carta que había recibido, iba a observar cómo otros dos aprendices más viejos nos partían el culo.

Subíamos por el teleférico mientras casi me congelaba entre el viento y el frío invernal, o cualquiera que fuese la estación en la que nos encontrábamos. Dejé el hombro de mi hermano y di unos saltos a los lados; un poco de ejercicio y marcha para aumentar la temperatura del cuerpo me vendría bien. ¡Y para calentar antes de ser aplastada!

¡Pero no caeremos sin dar guerra! —hice chocar mis propios puños e intenté esbozar una sonrisa—. ¡Venga! ¡Sólo tenemos que... ya sabes... invocar la...!

Extendí la mano frente a mí y me quedé pensativa. No lograba recordar bien cómo lo había hecho la última vez. No es que lo hiciera habitualmente, e igual se trataba de un poco de práctica, pero... Me sentía tonta de golpe.

Nathyyy —murmuré mientras me acercaba a mi buen bro y le tocaba la mejilla—. Dime cómo se invocaba la llaaaave.

El teleférico se detuvo y me quedé sin aprender bien las bases de la invocación del arma, pese a que Nathan muy probablemente empezaría a contármelas cual sabiondo. Sólo nos quedó avanzar para llegar a nuestro destino, donde ya podían tener preparado un cojín para lo que me iba a doler aquello.

Allí esperaba la que debía suponer que iba a ser la Maestra al cargo, una niñata que comía chicle y miraba el techo, pasando de todo. No sabía bien cuál era la diferencia entre ella y nosotros (¿podría invocar Llaves con mayor facilidad?), pero su pasividad y su forma de mascar chicle no fueron de mi agrado. Pero qué sabría yo.

Me fijé en los otros dos aprendices y reconocí entre ellos a Ragun, uno de los viejos amigos de mi antiguo guía. Agité la mano con alegría, pero pareció ignorarme por un momento; al ver la decepción en mi rostro se acercó a mí y me devolvió el saludo, algo incómodo y deprimido.

Hey... Cuánto tiempo...

¡Lo mismo digo! ¡Mira, Nathan, este es Ragun! —tomé la mano de mi hermano y le presenté al muchacho, del cual ya le había hablado—. ¡Bueno, pues sabiendo que tú me vas a machacar la cosa será más fácil! Ey, ¿qué tal si me dejas ganar y así sorprendemos a...?

Ni caso. Ragun se colocó con Nathan y me quedé con la palabra en la boca mientras ellos dos se apartaban para entrenar por su lado. Algo en mi corazoncito se rompió y me quedé sin mucho más que decir, con un nudo en la garganta al sentirme ignorada.

Miré al otro aprendiz y me llevé las manos a la espalda, por debajo de las alas recogidas. Me balanceé de atrás a adelante y miré a mi alrededor, agitando la cabeza mientras sonaba la música de mis cascos. Mis ojos se clavaron en él por un momento, pero quería evitar el contacto visual lo máximo posible, no fuese a considerarlo como una oportunidad para empezar a pegarme.

Hooola. Es un bonito día —Mierda. Nunca te presentes si van a partirte las costillas—. ¿Yo? Me llamo Victoria. Ey, ¿no quieres machacar al panoli de mi hermano con Ragun? Yo puedo quedarme aquí mirando...

No creí que fuera a surtir efecto. En cuanto viese la mínima hostilidad hacia mí por parte del muchacho agitaría los brazos como loca hacia adelante y me sonrojaría, algo asustada por la situación.

¡Ni se te ocurra pegarme! —Sonaba tan amenazador como un cachorrito a un león—. ¡Que te invoco una llave!

Cosa que no haría, porque seguía sin saber la maldita forma de hacerlo. No tenía absolutamente nada para defenderme, más allá de agitar los brazos como una maníaca.

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¡Encantado de hacer la Trama con vosotros, especialmente con Draz, con quien nunca he podido coincidir antes! Tengo que decir que aunque ahora he podido postear y a partir de la siguiente ronda cuento hacerlo con normalidad, no esperéis segundo post por mi parte, pues es casi seguro que me será totalmente imposible en los próximos días. ¡Aun así, creo dejar la cosa bastante completa para ser machacada hacer rápidamente el entrenamiento!
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Re: [El Mundo Inexistente] Un mensaje de las penumbras

Notapor Drazham » Lun Jun 29, 2015 2:23 pm

¡¡Aaachís!!

Nikolai soltó un estridente estornudo que retumbó en las paredes del torreón. Sorbió con la nariz y se frotó los brazos, azotado por el gélido aire que corría por la red de teleféricos mientras esperaba impaciente a que llegase una de las cabinas. ¡Demonios, que frío! Daba igual que estuviesen en pleno verano; Bastión Hueco era una auténtica tundra por culpa de la gran cantidad de montañas heladas que tenía. A saber cómo era el clima en los tiempos de Vergel Radiante…

Salir afuera a esas horas de la mañana era criminal, pero no le quedaba otro remedio: Nanashi lo había convocado por medio de una carta para un entrenamiento. Por lo visto, tenían dos nuevos aprendices en el bastión, les habían llamado a él y a otro aprendiz experimentado para someterles a un combate de prueba. Un poco injusto, para que mentir. Ya se estaba oliendo que les habían encasquetado a ellos el supervisar a los nuevos por la falta de tiempo de los Maestros.

Para su suerte, una cabina llegó a su piso antes de que se convirtiese en un cubito de hielo. Al pasar, se encontró allí a una cara conocida con la que trabajó en una misión anterior… Y casi le dio algo de verlo con el pecho descubierto con el frío que hacía.

Buenos días. —Ragun le dirigió una sonrisa nada más verle.

¿Qué tal, Ragun? —Le saludó haciendo un gesto con la cabeza. Quería separar lo menos posible las manos del calor de su cuerpo.

¿A ti también te ha despertado uno de esos peluches voladores?

Sí. Por lo visto, soy el otro “veterano” que han arrastrado junto a ti. —Se sacó la carta de la chaqueta y la mostró—. Últimamente están llegando más novatos de lo normal, ¿no crees?

Somos muchos menos que Tierra de Partida. Imagino que querrán un ejército o seremos aplastados cuando llegue el momento —razonó—. Probablemente ellos también estén haciendo lo mismo.

Como no, tenía que ser cosa de la guerra. Los Maestros debían de estar desesperados para aumentar sus filas aunque fuese con novatos. En parte, su miedo estaba justificado tras el infame “incidente” en la Red que escuchó.

Que se le va a hacer… —Se rascó la coronilla, esbozando una mueca de cansancio—. Si quieren guerra, no nos queda otra que defendernos como nos sea posible.

Supongo...

Y a aquello precedió un incómodo silencio que ninguno de los dos rompió durante el trayecto en el teleférico. Nikolai se quedó cavilando sobre su última frase: En verdad, eran los Maestros quienes querían la guerra. ¿Pero cuántos aprendices opinarían igual?

***


Una vez llegaron a la sala del trono, allí les esperaban otros dos muchachos que le resultaron desconocidos, dando a entender que serían los dos novatos que mencionaba la carta. Uno era un chico de pelo negro despeinado, alto, y con dos cejas bien pobladas que cumplían bien su labor de llamar la atención. Claro que si se hablaba de llamar la atención, en eso destacaba con creces la chica de pelo azulado y con protectores oculares que le acompañaba: Nikolai enarcó una ceja nada más ver las dos amplias planchas de metal que colgaban de su espalda. Tras una meticulosa observación, se sorprendió al descubrir que se trataban de unas alas mecanizadas.

<No debe ser muy cómodo ir por ahí con eso encima>, pensó, apreciando las tiras metálicas que cumplían el papel de plumas.

La chica agitó el brazo con efusividad nada más ver a Ragun, quien debía conocerla, ya que se acercó para tener un par de palabras con ellas. Mientras tanto, Niko dirigió la mirada hacia la Maestra que descansaba en el trono principal de la habitación, que resultó no ser Nanashi.

Shinju, quien acababa de recibir recientemente el título de Maestra, los miró a todos con aires despectivos.

La maestra Nanashi me ha pedido que me encargue de vosotros. Ya le dije que no tenía ganas de entrenar a los nuevos, que para eso teníamos a la otra, pero bueno.

Cabía mencionar que la chica era famosa por tener la delicadeza de una suela de zapato. La Maestra se quedó mirando el techo, perdida en sus pensamientos siendo su única preocupación el mascar un chicle que tenía en la boca.

Y a todo esto, ¿quién era “la otra”?

… ¿Y bien? —Nikolai le llamó la atención, extendiendo las palmas, y a la espera de una explicación mejor que la anterior.

¿Todavía seguís aquí? —Les volvió a dirigir la mirada con un humor de perros—. Pues venga, empezad a pegaros y esas cosas entre vosotros. Yo estoy muy ocupada como podéis ver, así que si tenéis alguna duda preguntadle a los veteranos. A mí me dejáis en paz.

<Tener superiores para esto…>, soltó un bufido y, encogiéndose de hombros, se encaró hacia los dos novatos.

Ragun ya se había adjudicado por adelantado al chico de cejas tupidas, por lo que a él le tocaba la muchacha de las alas, que se balanceaba de un lado a otro, despreocupada, echándole miradas fugaces y con el menor contacto visual posible.

Espera… ¿Se estaba haciendo la remolona?

Nikolai se acercó a la muchacha para entablar conversación con ella, y…

Hooola. Es un bonito día. —Soltó de sopetón, con una carita de no haber roto un plato en su vida.

Eh… Si tú lo dices… —balbuceó algo descolocado. ¿Qué tenía de bonito un día tan gélido como aquel?—. Creo que no nos hemos presentado. Soy Nikolai Everard. Un placer. Tú eres…

¿Yo? Me llamo Victoria. Ey, ¿no quieres machacar al panoli de mi hermano con Ragun? —<Anda, ¿son hermanos?>—. Yo puedo quedarme aquí mirando...

Me parece que tu hermano ya va a tener entretenimiento de sobra con Ragun —alegó, echándole una mirada escéptica a Victoria. Confirmado: quería escaquearse del entrenamiento—. Anímate, anda. Tan solo es un combate de prueba.

Pero en cuanto Niko hizo ademán de gesticular con el brazo, la cosa empeoró aún más…

¡Ni se te ocurra pegarme! —El joven pegó un respingo cuando aquel gritito de pánico le restalló en los tímpanos—. ¡Que te invoco una llave!

Nikolai esbozó una estúpida mueca de desconcierto, presenciando al manojo de nervios en el que se había convertido su compañera de duelo, agitando los brazos cual epiléptica en plena crisis. Esto iba a ser más complicado de lo que pensaba.

O tal vez no. Si Victoria no iba a tomar la iniciativa, sería él quien aprovechase la situación.

Como quieras. —Se encogió de hombros, dibujando en su rostro una sonrisa maliciosa—. Pero antes tendrás que cazarme.

En un parpadeo, Nikolai desapareció de la vista de Victoria. Haciendo uso del Impulso Efímero, se colocó detrás de la chica con movimientos fluidos y sin ser detectado, y le pinchó en la espalda con la punta de su Llave Espada. Ni que decir que se trataría de un toque inofensivo. Serviría para pegarle un susto y que espabilase.

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Acciones de Nikolai:

Impulso Efímero (HC) [Nivel 6] [Requiere Afinidad a Nada; Elasticidad: 10; Velocidad: 7]. El usuario se impulsa velozmente y se vuelve invisible durante unos instantes. Sin embargo, alguien con reflejos superiores a su velocidad podrá predecirle.


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Ronda #1 - Un mensaje de las penumbras

Notapor Astro » Jue Jul 02, 2015 12:00 am

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¡Nos van a machacar!

Que no. Deja de decir eso.

La miré de reojo, apoyada en mi hombro mientras hacía pucheros, mientras terminaba de remangarme bien la sudadera. Nos dirigíamos a la Sala del Trono para, según la carta que el moguri trajo bien temprano, un entrenamiento "de iniciación" con otros dos aprendices más veteranos y otro maestro no especificado.

Sonaba a coñazo enorme. Ya éramos los novatos del lugar, los recién llegados, y ya tenía suficiente con que me miraran raro por los pasillos, como si fuese un intruso. Encima ahora tendría que dejar que otro aprendiz que llevaría nosecuánto tiempo entrenando me diera una paliza. ¡Fantástico! Me daba ganas de darle un puñetazo en la nariz a Nanashi, por la idea de bombero que había tenido.

¡Pero no caeremos sin dar guerra! —A mi hermana también le había alterado bastante la carta—. ¡Venga! ¡Sólo tenemos que... ya sabes... invocar la...!

Llave Espada.

Mientras estiraba los músculos (tanto para calentarme antes del entrenamiento, como para combatir el frío), vi por el rabillo del ojo que Victoria intentaba invocar su llave, sin nada de éxito. ¿Ni siquiera sabía hacer eso?

Nathyyy —se acercó cariñosamente a mí, intentando hacerme la pelota—. Dime cómo se invocaba la llaaaave.

¿En serio? Tienes que dejar de saltarte las clases de magia. —Suspiré, resignado, extendiendo la mano hacia el frente—. Se supone que tiene que ser natural. Simplemente lo deseas y...

Chin. Mi Llave Espada se materializó en mi mano sin dificultad alguna. Intenté hacer un giro con ella, pero lo único que conseguí fue que se me cayera al suelo. Avergonzado, di gracias de que el teleférico hubiese parado y nadie más lo hubiese visto. De poco me servía saber invocarla si era malísimo manejando una espada. ¡Qué culpa tenía yo si lo mío eran los puños y las patadas!

Juntos, avanzamos hasta la Sala del Trono, donde nos esperaba una cara conocida para mí: la Maestra Shinju. Sentada de mala manera, masticando un chicle, nos echó una mirada de desdén cuando llegamos. Tan encantadora como el día que la conocí. Seguía pareciéndome increíble que ya fuese maestra siendo tan joven.

La maestra Nanashi me ha pedido que me encargue de vosotros. Ya le dije que no tenía ganas de entrenar a los nuevos, que para eso teníamos a la otra, pero bueno —Tardó un ratillo en volver a prestarnos atención— ¿Todavía seguís aquí? Pues venga, empezad a pegaros y esas cosas entre vosotros. Yo estoy muy ocupada como podéis ver, así que si tenéis alguna duda preguntadle a los veteranos. A mí me dejáis en paz.

Corrección: cuanto más la conocía, más encantadora era. Daban ganas de tirarla a patadas del trono.

Aparte de ella, estaban los otros dos aprendices citados para el entrenamiento. Uno rubio, de ojos azules, y más o menos de mi altura, que no llamaba tanto la atención como el que estaba a su lado. Alto, pelo negro, sin camiseta... y con un brazo izquierdo completamente negro con toques violetas. ¿Qué coño era eso? Desde luego no parecía ningún tipo de armadura ni nada por el estilo. ¿Esa era su piel?

Fue él mismo el que se acercó a nosotros nada más llegamos.

Hey... Cuánto tiempo... —dijo, dirigiéndose a Victoria.

No pude evitar enarcar una ceja y poner cara de pocos amigos. ¿Quién era este rarito y por qué estaba tomándose tantas confianzas con mi hermana?

¡Lo mismo digo! ¡Mira, Nathan, este es Ragun!

¿Ra...? —Tuve que hacer memoria para saber de quién me estaba hablando—. Ah, sí. Su amigo.

Victoria había hablado de él alguna que otra vez, aunque sin llegar a prestarle demasiada atención. Maldito Kit.

¡Bueno, pues sabiendo que tú me vas a machacar la cosa será más fácil! Ey, ¿qué tal si me dejas ganar y así sorprendemos a...?

Para desgracia de mi hermana, Ragun prefirió emparejase conmigo, así que a ella le tocó con el rubito. Me encogí de hombros, le di un par de palmaditas en la espalda, y me coloqué junto al brazo-negro, preparado para entrenar.

Soy Ragun, aprendiz de la Maestra Ariasu. Es un placer conocerte.

Nathan. También soy de Ariasu, y Victoria es mi hermana —contesté, cumpliendo con la cortesía de presentarme.

¿Empezamos?

Debería de haber dicho que sí, pero tenía demasiadas preguntas en la cabeza y ni siquiera me esforcé por intentar contenerme.

¿Por qué tienes un brazo negro? ¿Y por qué vas medio desnudo? Es raro.

Y eso que no le dije nada de Kit. Con o sin sus respuestas, tocó ponerse a pelear. Pasé de invocar la llave espada, consciente de que era un inútil con ella, así que me limité a levantar los puños y adoptar una pose de combate cuerpo a cuerpo. Ragun esperó a que yo hiciera el primer movimiento, y no dudé en hacerlo.

Me abalancé sobre él a toda prisa, usando mi táctica favorita: fingiría que iba a atacar a su flanco derecho, para fintar en el último momento y lanzarle un gancho a la cara desde la izquierda.

No tenía muchas expectativas en ganar, y poco me importaba si perdía. Mientras no jugase sucio, me conformaba con que esto acabase rápido.

... Y no doliese mucho.
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Re: [El Mundo Inexistente] Un mensaje de las penumbras

Notapor Tsuna » Vie Jul 03, 2015 4:07 am

Tierra de Partida

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Maka se tomó su tiempo para responder las preguntas del examen. La primera la encontró en el volumen titulado como Llaves Espada a través de las generaciones. Había un capítulo donde se plasmaban los Llaveros de los maestros de hasta la generación pasada, siendo el último maestro de maestros el actual: Ronin. En las hojas incluso se mostraban los diseños de los Llaveros:

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La segunda pregunta la dejó sin responder, visto que apenas le quedaba tiempo. La tercera fue gracias a los videojuegos, y la aprendiz estaba convencida de que era la respuesta correcta. En la cuarta sin embargo escribió lo que le pareció mejor, y en la última aprendió que sí, que existía un mundo llamado El Bosque de los 100 Acres dentro de un libro.

Una vez terminado el examen se acercó a la recepción, donde el pequeño y peludito bibliotecario escribía algunas anotaciones sobre unos papeles. Tardó unos segundos en darse cuenta de su presencia.

Estupendo, kupó. Aunque la maestra todavía no ha llegado, pero no tardará, kupó.

Y se desentendió por completo de Maka y su examen. Al cabo de minuto y medio, en el que pudo aprovechar para buscar alguna respuesta o no en los libros —aunque no le daría tiempo a encontrar nada—, apareció su maestra por la puerta, acompañada de Simon, como de costumbre. La maestra llevaba un libro sujeto ante sí misma, como si estuviera intentando protegerse. Su acompañante en cambio se ajustaba la gorra, cubierto como estaba con esa gabardina oscura.

Maka… Siento la tardanza —Se excusó, haciendo amago por sonreir—. Veo que ya has terminado la prueba que te he… preparado. Bien hecho. Si no te importa, ahora quiero que... —Se vio entonces interrumpida, mientras alzaba su mano derecha hacia la aprendiza, quizás pidiéndole la hoja del examen.

Simon se interpuso y se la arrebató sin permiso, echándole un vistazo por encima y con un aire despectivo.

¿De verdad no sabes la segunda? Bueno, tampoco se podía esperar mucho de ti. Aun así, pequeña, me caes bien, así que toma y andando, que hoy toca curro. —Simon metió una mano en uno de sus bolsillos, y pasó unos intensos segundos rebuscando dentro, hasta que por fin sacó lo que sería una Poción. Rebecca por su parte, y en un gesto de lo más frágil, le arrebató la hoja del examen a su compañero, leyendo ésta detenidamente.

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Maka obtiene una Poción.


La maestra repasó unas cuantas veces su examen, absorta, y cuando no hubo nada más que mirar, volvió al mundo real.

¡Oh! No has tenido un examen… perfecto, pero lo has hecho muy bien. No le hagas caso a Simon —Y le dirigió una mirada reprobatoria al hombre, que bufó de brazos cruzados—. Puedes… Sí, puedes recoger tus cosas, hoy vendrás de misión con nosotros, Maka. Te esperaremos en el jardín… Quince minutos estaría bien, supongo…

~


Una vez en el lugar acordado, los jardines, Maka, Simon y Rebecca se reunieron. Los dos últimos parecieron llegar justo a tiempo, y la aprendiza no los habría encontrado de haber llegado antes de la hora. En una de las colinas cercanas reposaba una gran nave espacial, diferente a la que Simon había utilizado la última vez. Los tres dieron un paseo hasta alcanzarla, y una vez allí, la suave brisa de la mañana les acarició el rostro.

Adentro, pequeñas. —ordenó, apuntando al vehículo con una especie de mando y presionando un botón.

De inmediato la compuerta de la nave bajó y ambas pudieron subir las escaleras, siendo Simon el último en entrar. Una vez en la cabina, en los asientos, la maestra sacó una hoja idéntica al examen que había hecho Maka antes, pero esta vez con las respuestas correctas. Durante el viaje se dedicó a explicarle las nociones básicas sobre las afinidades, viendo que era la única pregunta que había dejado en blanco.

Maka, la segunda pregunta… Um, la respuesta correcta era la afinidad Espacio. Hay afinidades como Tiempo que —empezó a relatar, y por su tono de voz imaginó que entusiasmada— puede simular los efectos de Espacio, o servir de soporte. Pero la única afinidad que permite ir de un punto a otro a través del espacio es el prop-

Becca, hay que explicarle los detalles de la misión. —interrumpió Simon, controlando los mandos de la nave con maestría.

Sí, t-tienes… razón. Verás, Maka, hay un mundo muy lejano llamado: El Mundo Inexistente. Se trata de una antigua y gigantesca urbe sumida en las sombras, repleta de Sincorazón… No vive nadie, aunque a veces encontramos supervivientes. Algunos fugitivos buscados por la Federación también huyen a ese lugar… —explicó, tomándose unos segundos para coger aire—. Anoche nos llegó un mensaje de remitente desconocido y… Encriptado —Por como pronunció la palabra, parecía que ni la propia maestra tenía mucha idea sobre los detalles del mensaje—. Por eso nos han mandado a investigar el suceso.

Simon no añadiría mucho más y Rebecca abrió un libro, enfrascándose en la lectura que éste le ofrecía. Si Maka tenía alguna duda podía preguntar y ambos le responderían en la medida de lo posible. Le quedaban unas buenas horas de viaje.

~


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Desde los cielos los tripulantes de la nave pudieron ver lo mismo: oscuridad. Bajo los tres, tal y como había mencionado la maestra, se abría paso una ciudad de tamaño colosal, por no decir infinito —no se veía siquiera lo que había en el horizonte, a causa de las penumbras que lo envolvían todo—. También se encontraba el enorme castillo blanco, que flotaba como si formara parte del mundo sobre un cráter azul verdoso igual de grande que la ciudad. Si Maka se fijaba bien, vería que no tenía ninguna entrada, al menos desde aquella distancia, porque se fueron alejando cada vez más.

La nave aterrizó en una plaza tan oscura como el resto de la ciudad, iluminada por unas pocas farolas. Al salir Maka comprobó que el resto de los edificios seguían iluminados, como si todavía alguien viviera dentro, había desde locales y tiendas hasta camiones y coches, en su mayoría rotos y en un estado lamentable, estampados contra los muros. La zona en la que se encontraban, no obstante, estaba muy alejada del castillo blanco que pudieron ver minutos atrás.

Y Simon fue el primero en avanzar, tras asegurarse de que el vehículo quedaba cerrado tras que ellas salieran.

Recuerda pequeña, que esto es una misión de reconocimiento. Yo me adelantaré, puedo valerme por mí mismo, así que no hace falta que te preocupes. Hazle caso a Becca y no pasará nada malo.

Simon se despidió con un saludo y avanzó hasta unas escaleras, que recorrían un muro en forma de zigzag hasta unas calles superiores, desde donde se podía girar tanto a la izquierda como a la derecha, y el camino que tomó Simon, desde allí, era imposible de averiguar. La plazoleta estaba rodeada en su totalidad por enormes edificios negros, algunos con ventanas abiertas y luces encendidas, otros con las luces apagadas, y el suelo de las calles se encontraba en su mayor parte encharcado. También había macetas con plantas decorativas, algunas marchitas, otras tan verdes como nunca.

Sí, en aquel mundo parecía llover a menudo, y ni siquiera se veían las estrellas, solo oscuridad.

D-debemos averiguar si el mensaje es una trampa o… Si de verdad alguien necesita nuestra… ayuda. Tampoco invoques la Llave Espada, sino, vendrán... Por eso hemos venido en la nave.

Maka podía bien seguir las escaleras por las que había ido Simon y, una vez arriba, ir a la derecha o la izquierda. O por el contrario, tomar alguno de los dos callejones que daban paso en la plaza al entresijo de edificios. En el centro de la plazoleta, por supuesto, había una enorme calle principal. Y la nave allí, en medio. Si el mundo estaba repleto de Sincorazón podían considerarse afortunadas, porque no había ninguno a la vista.


Bastión Hueco

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Ragun contra Nathan y Nikolai contra Victoria, así se habían emparejado los aprendices.

En la primera pareja el primero en lanzarse al combate fue el novato, que se colocó en posición de combate sin llegar a utilizar su Llave Espada en ningún momento. Por tanto Ragun no pudo ver ninguna oportunidad para desarmarle. Nathan se lanzó con una falsa finta, intentando golpear al aprendiz experto con sus engaños, pero los reflejos de éste último eran muy superiores, podía incluso parar el golpe con su mano desnuda sin demasiados problemas, o emplear una Evasión Sombría. A gusto del aprendiz.

En la segunda pareja las cosas fueron bien distintas. Victoria, nerviosa como estaba moviendo las manos de un lado para otro no pudo ver venir a Nikolai, que se situó a su espalda en un instante y le pinchó la piel con la punta de su Llavero, logrando que la chica caminara unos pasos hacia adelante por inercia.

Shinju entretanto seguía mascando el chicle, entre algún que otro descarado bostezo, y al final se resignó a mirar el combate. Pero en cuanto vio a los nuevos aprendices paralizados o bloqueados por el miedo, puso los ojos en blanco. Estaba claro que, aunque lo diesen todo, no podrían dar un espectáculo como a muchos les hubiese gustado. Y aquel era el castigo que le había impuesto Nanashi, estaba segura de ello.

Decidme, ¿os gustan las alturas? —Y creó una nueva pompa entre sus labios, que estalló en una explosión ensordecedora por la sala—. Se me ha ocurrido que quizás podamos hacer algo más entretenido, ¡mucho más divertido! —exclamó, con una pícara sonrisa en su cara que no daba muy buenas vibraciones precisamente—. Hay un mundo al que le eché un ojo desde hace un tiempo, la maestra Nanashi está interesada en él también por el castillo blanco que tiene. Así que para nuestras futuras investigaciones allí, ¿qué os parece ir y elegir un sitio para una nueva base? —Y así, de paso, se libraría del muerto que tenía encima ese día, ganándose el favor de Nanashi por su nueva idea.

Fuera cual fuera la respuesta de los aprendices, tanto como si querían o no ir, o incluso seguir combatiendo, Shinju chasqueó los dedos con fuerza y al cabo de unos instantes un Moguri abrió las puertas dobles de la sala, apurado, con una bandeja de galletas con pepitas de chocolate y unos vasos de leche.

Servíos, yo ya he desayunado antes.

Lo que nadie les había dicho es que aquel desayuno lo había preparado Nanashi para ellos, y que de ese modo empezaran el entrenamiento bien calentitos.

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Recuperáis toda la vida y los puntos de habilidad que hayáis podido gastar esta primera ronda si le echáis un bocado. Sed generosos y dejad algo para cada uno.


>Bueno, en lugar de perder tiempo explicando detalles, ¿qué os parece si vamos ya? —ordenó la maestra, extendiendo uno de sus brazos hacia el centro de la sala y creando un portal de oscuridad.

Una vez todos los aprendices entraran —si se negaban, el Moguri les intentaría empujar dentro, y en su defecto, surgiría uno nuevo bajo sus pies—, todo se volvería oscuridad y una sensación escalofriante les recorrería la piel, desde los pies hasta la cabeza. Al abrir los ojos, estarían en un sitio totalmente distinto.

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El ambiente había cambiado de golpe. El cielo era negro azabache, cubierto por algunas nubes grises que amenazaban tormenta, y una cruel brisa de viento les penetró el cuerpo. El grupo, formado por los aprendices y la maestra Shinju —además del Moguri, si habían decidido traerlo también—, se hallaba en el borde de un cráter de proporciones gigantescas, de motivos azulados y verdosos. En el centro y flotando, como si formara parte del mundo o fuese el centro del mismo, flotaba una colosal fortaleza de porcelana. Desde aquella distancia no podrían ver si tenía alguna entrada o no.

Shinju se adelantó unos pasos, con las manos apoyadas en las caderas y todavía mascando el chicle, entonces señaló hacia adelante. Si alzaban las cabezas, verían una enorme torre negra que sobrepasaba el tamaño del resto de los edificios. Se encontraba más adelante, quizás unos cien o doscientos metros, y tenían que bajar por la única callejuela frente a ellos. En la lejanía podían ver una ciudad tenebrosa y oscura, cubierta por una densa niebla de color azulada, o esa tonalidad le daba aquel ambiente tan sombrío.

Ese es el rascacielos más alto de este mundo. ¿No os gustaría fundar allí nuestro nuevo cuartel general? —explicó, avanzando uno o dos pasos, para luego caer en la cuenta y encararse a los aprendices, más seria que de costumbre—. Tened cuidado y no invoquéis la Llave bajo ningún concepto. Éste mundo está plagado de Sincorazón, aquí el señorito lo sabrá de sobra, podéis preguntarle a él —señaló a Ragun—. Anoche, además, nos llegó un mensaje sin identificar proveniente de esta ciudad. Nanashi me pidió también que lo investigara, pero ya que estáis aquí, no os negaréis a ayudar, ¿no?

La maestra Shinju esperó unos momentos a ver sus impresiones, e hizo una nueva pompa que les explotó en la cara.

>Tenemos que averiguar si hay supervivientes, o si es una trampa de alguien. Así que estad atentos y seguidme.

Shinju aceleró la marcha y continuó delante, bajando por la única callejuela que tenían delante. Por el camino verían farolas, cubos de basura llenos de agua y basura putrefacta en mal estado, así como ventanas incluso iluminadas en las que se podía apreciar la decoración del hogar. Los relojes por ejemplo estaban parados y sus manecillas no avanzaban. Pero eso no era todo… porque por el camino, en los rincones más oscuros de todos, ojos amarillentos y figuras demoníacas surgían del suelo:

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Y cuando alcanzaron la amplia plaza al pie del rascacielos, no vieron nada. Estaba vacía, sin un alma, aun así, Shinju no se movió del sitio. A un lado había un camión destrozado frente a un muro, y al fondo dos callejones se abrían paso entre la urbe de cemento negro. ¿Qué harían los aprendices? ¿Romper la puerta de cristal giratoria que daba acceso al edificio, o esperar con cautela, sabiendo que aquellos seres humanoides reptaban medio encorvados a sus espaldas, pero todavía a mucha distancia?

En definitiva, ¿dónde demonios los había metido Shinju?

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Fecha límite: Miércoles 8 de Julio.

Recordad que ya a partir de la siguiente ronda recogeré vuestras fichas. Si todavía no habéis subido de nivel para ese entonces, comunicádmelo por privado.
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Re: [El Mundo Inexistente] Un mensaje de las penumbras

Notapor Maka Cross » Sab Jul 04, 2015 1:47 am

Al final fui a hablar o ver al bibliotecario, al llegar mire como escribía algo en los papeles y entonces recordé cuanta ternura me daban estos pequeños seres que por culpa de dejarme llevar por la emoción del principio y después de los nervios del examen no lo había mirado con detenimiento.

Después de escuchar lo que me dijo, me aleje de él mirando alrededor mía y pensé que quizás aun me daría tiempo en buscar en algún que otro libro pero negué para mi misma en silencio, ya no quería seguir pensando en el examen. Buscaría con que entretenerme pero antes de poder hacer algo ya había llegado mi maestra, a su lado se encontraba Simon. Mi mirada se dirigió por unos instantes al libro que sujetaba Rebecca para luego devolver mi mirada hacia los ojos de esta, dedicándole una leve inclinación de cabeza a ambos a modo de respeto.

Maka… Siento la tardanza — Negué con mi cabeza restándole importancia con una sonrisa. —. Veo que ya has terminado la prueba que te he… preparado. Bien hecho. Si no te importa, ahora quiero que... — Vi como alzaba su mano derecha.

Nada más ver eso, eleve yo las mías para entregarle el examen sin esperarme que Simon se interpusiera y me lo quitara como si nada. Me quede mirando mis manos vacías por unos leves segundos y cuando reaccione, mire al hombre con mi ceño levemente fruncido y casi inflando mis mejillas por que hubiera echo eso.

¿De verdad no sabes la segunda? Bueno, tampoco se podía esperar mucho de ti. Aun así, pequeña, me caes bien, así que toma y andando, que hoy toca curro. — Mire hacia otro lado.

Es que aun era una novata y por eso no sabía todo pero lo que me dijo me hizo pensar de que quizás otro si hubiera podido. Tampoco me esperaba que me dijera lo siguiente, eso hizo que mi ceño y mis mejillas volvieran a estar como antes y le devolví la mirada mientras tomaba lo que saco de uno de sus bolsillos. No esperaba algo así, aunque nunca espero ese tipo de palabras de cualquiera.

¡Oh! No has tenido un examen… perfecto, pero lo has hecho muy bien. No le hagas caso a Simon — No pude evitar mostrar una sonrisa aliviada. —. Puedes… Sí, puedes recoger tus cosas, hoy vendrás de misión con nosotros, Maka. Te esperaremos en el jardín… Quince minutos estaría bien, supongo…

No te preocupes maestra, no tardaré.— La mire confiada, mostrándole una sonrisa.

Guarde la poción que aun seguía en una de mis manos. Les dirigí tanto a ella como a Simon una rápida mirada para luego irme de ahí sin perder tiempo, casi estaba corriendo para no hacerlos esperar. Tenía una sonrisa de oreja a oreja, ya que por fin iría a mi primera misión y imagine que quizás iríamos a ayudar gente que lo necesitase. Al pasar por los pasillos con rapidez tuve la suerte de no toparme con alguien así que llegué a mi cuarto rápidamente.

¿Qué es lo que debería de recoger exactamente?— Me pregunte a mi misma.

Ya estaba dentro de mi habitación y observe mis cosas por poco tiempo. Cuando mis ojos se posaron sobre la guadaña que descansaba tranquilamente contra la pared, no dude mucho y me acerque a esta por si me fuese a hacer falta y la agarre. Después de dar otra mirada vi al señor Miau y me acerque solo un poco a este para dedicarle unas palabras.

Señor Miau, deséame suerte, esta es mi primera misión.— Observe por unos segundos al peluche.

Yo misma imagine como me deseaba suerte mi propio peluche, pensando que si alguien viera o escuchara esto pensaría que estoy loca o que era infantil. Esperaba no haber tardado tanto durante el trayecto, así que fui saliendo de mi cuarto abriendo la puerta y cerrando esta después de salir. Ya era hora de dirigirme al jardín.

---


Durante el recorrido hacia el jardín todo volvía a estar tranquilo, así que solo pensaba a donde íbamos a ir o que cosas íbamos a hacer. Cuando llegué, vi también como llegaron Simon y Rebecca, suspirando aliviada porque pensaba que llegaría tarde. Cuando ya habíamos alcanzado la zona de la nave, mi mirada permanecía sobre esta imaginando de que habrían de muchos tipos al ver que era diferente a la primera en la que viaje.

Adentro, pequeñas. — Fruncí ligeramente el ceño.

Recordé vagamente la primera vez que vi como Simon usaba ese mando y eso hizo que recordará los demás sucesos de Ciudad de Paso, parecía que nunca iba a dejar de aparecer en mi mente aunque tratara de evitar pensarlo. Sin perder tiempo, nada más abrirse la compuerta subí junto con mi maestra las escaleras tratando de despejar mi mente con otra cosa que no fuese en aquel mundo. Después de tomar asiento suspire profundamente, dejando de fruncir el ceño al darme cuenta de que mi maestra saco una hoja.

Maka, la segunda pregunta… Um, la respuesta correcta era la afinidad Espacio. Hay afinidades como Tiempo que — La escuche con sumo atención. — puede simular los efectos de Espacio, o servir de soporte. Pero la única afinidad que permite ir de un punto a otro a través del espacio es el prop-

Becca, hay que explicarle los detalles de la misión. — Mire de reojo a Simon.

Al menos había aprendido una de las preguntas que no sabía, seguramente se lo agradecería después de que me explicara los destalles de la misión y si es que podía claro.

Sí, t-tienes… razón. Verás, Maka, hay un mundo muy lejano llamado: El Mundo Inexistente. Se trata de una antigua y gigantesca urbe sumida en las sombras, repleta de Sincorazón… No vive nadie, aunque a veces encontramos supervivientes. Algunos fugitivos buscados por la Federación también huyen a ese lugar… — Cruce mis brazos aun con la guadaña, mientras la escuchaba. —. Anoche nos llegó un mensaje de remitente desconocido y… Encriptado — Le mire un tanto pensativa por como lo pronunció. —. Por eso nos han mandado a investigar el suceso.

No había imaginado de que tratara de un mensaje de remitente desconocido, quizás era por los juegos a los que había jugado que siempre era el ir a rescatar a gente o matar a monstruos. Lo que más llamo mi atención es que había dicho de que algunos fugitivos buscados huían hacia ese mundo, y no sé porque sentía que si eran buscados es porque son muy peligrosos. Cuando vi que cada uno hacia lo suyo me dio por aprovechar para decir algo y también para preguntar.

Maestra.— Trate de llamar su atención. —Agradezco la explicación de antes sobre la pregunta número dos.— Le dedique una suave sonrisa. —Aunque tengo dos pregunta.— Espere unos segundos por si decía algo. —Esos fugitivos de los que hablabas...— Hice una leve pausa. —¿Qué tan fuertes son?— Escucharía con suma atención la respuesta que me diese. —Bueno, la otra pregunta es que si no hay problema de que traiga la guadaña.— Reí nerviosa.

Si o si sentía que debía de traer la guadaña conmigo aunque tuviera la Llave Espada pero la diferencia es que la guadaña era un arma normal y dependiendo de lo que dijese, dejaría o no la guadaña ahí en la nave. Temía de que si eran fuertes nos topásemos con ellos y de nuevo no quería volver a pasar por lo que pase en el otro mundo. Como ya no tenía más preguntas o algo que decir, no dije nada más y me quede durante el viaje en silencio pensando que es lo que podría pasar cuando llegásemos.

---


No sabía porque pero sentí un escalofrió al ver detenidamente el mundo en el que nos encontrábamos, aunque siguiésemos en la nave ni si quiera me sentía a salvo y era como si en cualquier momento ese mundo nos fuese a envolver en un abrazo de oscuridad. Cuando Simon aterrizo la nave, fui saliendo de esta. Antes desde la nave al mirar las zonas que se pudieron ver, no me daban buena espina y ahora que estoy pisando el suelo de este mundo confirmaba esa mala espina.

Recuerda pequeña, que esto es una misión de reconocimiento. Yo me adelantaré, puedo valerme por mí mismo, así que no hace falta que te preocupes. Hazle caso a Becca y no pasará nada malo.

Mire a Simon al escuchar sus palabras, así que solo supe asentir con la cabeza. Aunque fuese un hombre, ya en su momento le había cogido respeto por todo lo que había echo. Esperaba que no le pasase nada ya que siempre pensaba todo lo que podría pasar sin que antes pase y era una tortura a veces porque era sobre todo cosas malas. Aun seguía dándome escalofríos mientras miraba a cada lado de donde nos encontrábamos.

D-debemos averiguar si el mensaje es una trampa o… Si de verdad alguien necesita nuestra… ayuda. Tampoco invoques la Llave Espada, sino, vendrán... Por eso hemos venido en la nave.

Cuando no pude ver más a Simon mire a Rebecca y la escuche. Al final si que trataba de ayudar a alguien lo cual me hizo sonreír porque mi mayor deseo era ayudar, pero debería de tener cuidado porque quizás podría ser una trampa como había dicho ella. Ante lo ultimo solo pude asentir, ni estando loca quería que nos atacasen. Ahora es cuando comenzaba mi indecisión de a donde podríamos ir.

Yo sugiero ir por los callejones para que no repitamos la ruta que tomo Simon.— Dije pensativa a mi maestra, mirando de nuevo la zona. —Creo que seria mejor por el echo de poder investigar nosotras por este lado y él por ese.— Medite mis palabras y pregunte. —¿Tú que opinas?— La mire paciente.

Obviamente los callejones no me daban buena espina pero no sabía si Simon había ido por la izquierda o por la derecha y no quería seguir su ruta. Pensé que era mejor investigar por el sitio que no había escogido para poder abarcar mejor la zona pero tampoco me iba a hacer la sabionda así que prefería esperar por la respuesta de mi maestra y tomar en cuenta lo que dijera. Dependiendo de lo que me dijera ella, avanzaría hacia uno de los callejones y si no iría por la zona que ella le pareciese bien.
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Re: [El Mundo Inexistente] Un mensaje de las penumbras

Notapor Sombra » Dom Jul 05, 2015 1:28 am

Nathan. También soy de Ariasu, y Victoria es mi hermana —respondió el aprendiz. Lancé una rápida mirada a Victoria, que parecía haberse indignado por no haberme colocado con ella en el entrenamiento.

Suspiré brevemente y volví mis ojos hacia los de Nathan.

¿Empezamos?

¿Por qué tienes un brazo negro? ¿Y por qué vas medio desnudo? Es raro.

Alcé una ceja extrañado por la pregunta.

Se nota que no has conocido al vampiro —comenté en voz baja—. Hablaremos más tarde si eso quieres, pero ahora no es el momento. ¡Vamos! —animé.

El aprendiz se colocó en una posición a la que no estaba acostumbrado, simplemente levantó sus puños.

<<¿Va en serio?>>

Esperé a que el aprendiz empezase su ataque, y así lo hizo. Corrió a toda velocidad contra mí e hizo una falsa finta hacia mi lado derecho, sin embargo su engaño resultó en nada cuando paré su golpe con mi brazo. Hice un giro sobre mí mismo y con el filo de mi llave espada le di un suave golpe.

¿Otro asalto? —pregunté—. Con un poco de práctica deberías ser capaz de dar mucha más guerra.

Sin embargo, no hubo segundo asalto.

Decidme, ¿os gustan las alturas? —interrumpió nuestro entrenamiento mientras creaba una pompa con su chicle que acabó por estallar.

¿Por qué lo pregunta, Maestra Shinju?

Hice desaparecer mi llave espada.

Se me ha ocurrido que quizás podamos hacer algo más entretenido, ¡mucho más divertido! —sonrió. Un escalofrío recorrió mi espalda. Cuando Ariasu, Shinju o Alexis decían algo así era que lo que iban a decir no me iba a gustar—. Hay un mundo al que le eché un ojo desde hace un tiempo, la maestra Nanashi está interesada en él también por el castillo blanco que tiene. Así que para nuestras futuras investigaciones allí, ¿qué os parece ir y elegir un sitio para una nueva base?

¿Castillo Blanco? —traté de recodar mundos con castillos que entrasen en esa descripción. Además de Ciudad Disney estaba el Reino Encantado y...—. El Mundo Inexistente.

La Maestra chasqueó los dedos y las puertas de la sala se abrieron de golpe. Uno de los peluches voladores del castillo entró con una bandeja llena de galletas con pepitas de chocolate y vasos de leche.

Servíos, yo ya he desayunado antes.

No tardé en coger un vaso de leche y unas pocas galletas para ir con el estómago lleno al lugar al que la mujer nos arrastrara. Aunque se suponía que íbamos a entrenar solamente las ordenes de alguien con título de Maestro eran ordenes, por tanto debíamos obedecerlas.

Bueno, en lugar de perder tiempo explicando detalles, ¿qué os parece si vamos ya? —Shinju extendió su brazo hacia el centro de la sala, un portal de oscuridad apareció de la nada.

Suspiré resignado dirigiéndome hacia el portal de oscuridad, al cual miré con desconfianza. Solo esperaba que mis temores no se cumplieran.

...Pero no iba a tener tanta suerte.

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Un cielo cubierto de oscuridad, no había estrellas, ni el sonido de animales o otras personas. Las nubes se movían con rapidez y recordaban que en cualquier momento podían estallar en un diluvio. Mi corazón se encogió al vernos rodeados por los altos edificios negros y al ver el enorme cráter, alcé la mirada. En el centro de aquel imponente ráter se alzaba el Castillo Flotante, aquella fortaleza a la que nadie había sido capaz de entrar.

Hogar dulce hogar... —dije claramente incómodo por haber vuelto al lugar que me había visto "nacer".

La Maestra se adelantó un poco a nosotros y señaló al que ya conocía como el edificio más alto del mundo.

Ese es el rascacielos más alto de este mundo. ¿No os gustaría fundar allí nuestro nuevo cuartel general? —preguntó para tras dar un par de pasos girarse sobre sí misma y mirarnos—. Tened cuidado y no invoquéis la Llave bajo ningún concepto. Éste mundo está plagado de Sincorazón, aquí el señorito lo sabrá de sobra, podéis preguntarle a él —me señaló.

Y tanto que lo está —suspiré para mis adentros.

Anoche, además, nos llegó un mensaje sin identificar proveniente de esta ciudad. Nanashi me pidió también que lo investigara, pero ya que estáis aquí, no os negaréis a ayudar, ¿no?

¿Un mensaje? ¿Desde aquí? —me sorprendí—. No parece una buena señal, sea lo que sea.

La maestra hizo una nueva pompa de chicle todavía más grande que las anteriores que explotó sobre nuestras caras. Me limpié los restos de chicle y fruncí el ceño en silencio tratando de no verme tentado a agarrarla del cuello.

Tenemos que averiguar si hay supervivientes, o si es una trampa de alguien. Así que estad atentos y seguidme.

Asentí con la cabeza y caminé a paso rápido tratando de seguirle el ritmo a la maestra. La estrecha calle descendía en cuesta e imaginaba que terminaría en la plaza frente al rascacielos, el lugar donde me había convertido en "humano".

No me extrañaba el estado de la ciudad. Basura putrefacta y cubos inundados no eran nada raro en aquella ciudad desprovista de vida humana. Los relojes estaban detenidos y algunas de las casas estaban iluminadas... Pero no había nadie habitándolas.

—Seguid de frente, no os separéis y tampoco os detengáis —dije lo suficientemente alto como para que me escuchasen los demás, pues alrededor nuestra habían empezado a surgis pequeños puntos amarillos del suelo y varios seres humanoides surgieron desde el asfalto como si hubiesen sido parte de él hasta hacía unos instantes.

Logramos salir hasta la plaza frente al rascacielos. Por fortuna no había nada allí, ni sincorazón (para nuestro alivio) ni seres vivos.

Todo seguía igual allí. El camino derecho del rascacielos estaba bloqueado por un camión estrellado y había un par de callejones al fondo de la plaza.

Shinju se detuvo en el medio del sitio y no se movió ni un ápice.

¿Por qué nos ha traído precisamente a este mundo Maestra Shinju? —Mi tono de voz fue inquisitivo—. Este lugar es una trampa mortal, he vivido aquí el suficiente tiempo como para saber eso. ¿Cree posible hacer una base aquí?

Con o sin respuesta de ella me dirigiría a mis compañeros para informarles de lo que quería hacer:

Entraré al rascacielos. ¿Alguien quiere acompañarme?

Con eso dicho, me dirigí a la entrada del edificio y probaría a abrir la puerta utilizando el pomo o empujando. En caso de que no pudiese abrir así la puerta tenía un plan alternativo. Me acercaría a mi acompañante (si lo había) y le diría

Aguanta la respiración un momento, vamos a entrar. —Y le agarraría por la cintura mientras utilizaba Evasión Sombría para pasar bajo la puerta sin necesidad de romperla. Si aquello funcionaba desbloquearía la puerta desde el otro lado manualmente (si era posible).

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▪ Evasión Sombría (HC )[Nivel 7] [Requiere Afinidad a Oscuridad; Reflejos: 8; Elasticidad 12] El usuario se vuelve uno con el suelo evadiendo así cualquier ataque mágico o físico durante un post. También sirve para meterse por lugares estrechos.
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Re: [El Mundo Inexistente] Un mensaje de las penumbras

Notapor Drazham » Mié Jul 08, 2015 9:09 pm

Decidme, ¿os gustan las alturas?

Nikolai perdió la concentración cuando una de las pompas de chicle de Shinju restalló, reverberando gracias a la oquedad de la sala del trono. Los combates se interrumpieron, aunque el suyo no es que se pudiese calificar como tal; Victoria no hizo otra cosa que zarandear sus brazos sin oponer apenas resistencia. Salvo el bote que pegó cuando sintió la punzadita que le dio Niko en la espalda, el entrenamiento no dio para mucho.

Se me ha ocurrido que quizás podamos hacer algo más entretenido, ¡mucho más divertido! —Niko frunció el ceño cuando un semblante maquiavélico se dibujó en el rostro de la Maestra. Aparte de lo de borde, también había escuchado sobre la fama de niña caprichosa que tenía—. Hay un mundo al que le eché un ojo desde hace un tiempo, la maestra Nanashi está interesada en él también por el castillo blanco que tiene. Así que para nuestras futuras investigaciones allí, ¿qué os parece ir y elegir un sitio para una nueva base?

Niko resopló, dejando caer las manos sobre sus caderas. En resumidas cuentas, su supervisora quería escaquearse de sus labores, y encasquetarles uno de sus caprichos personales. Vale, no iba a negar que prefería otra cosa a aquella nefasta sesión de entrenamiento, pero no le hacía mucha gracia que los mandasen de sopetón a un mundo del que apenas sabían nada.

Aunque Ragun sí parecía conocer un poco sobre este:

El Mundo Inexistente.

¿Lo conoces? —le inquirió, arqueando una ceja. Jamás había oído hablar de un mundo con semejante nombre. Al menos, no figuraba en los mapas estelares que usaba.

Shinju chasqueó los dedos, y como un perro que acudía a la llamada de su amo sin rechistar, uno de los moguris del castillo acudió raudo y veloz a la habitación. Traía consigo una bandeja con varios vasos de leche y un puñado de galletas que plantó delante de los aprendices.

Servíos, yo ya he desayunado antes.

Para nada iba a rechazar tan suculenta oferta cuando no le había dado ni tiempo a desayunar con las prisas del entrenamiento. Se llevó una galleta a la boca, ayudándose de la leche para tragársela. La bebida caliente le sintió de maravilla, ayudando a su cuerpo a combatir mejor el frío.

Una vez saciado, abrió la boca para bombardear a Shinju con las correspondientes preguntas.

Bueno, en lugar de perder tiempo explicando detalles, ¿qué os parece si vamos ya?

Y la cerró, con una mueca de mosqueo. Que le privasen de su preciado momento de las preguntas le superaba muchísimo. Tratándose de Shinju, seguro que la información les iba a llegar con cuentagotas.

La maestra alzó el brazo e invocó un portal de oscuridad. Visto lo visto, quería que llegasen sin demora a su destino. Niko vaciló unos instantes mientras su vista se perdía en los zarcillos de oscuridad que se arremolinaban en la nube negra. Al final terminó por convencerse a sí mismo y se introdujo en el portal, rumbo a lo desconocido.

***


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Y yo me quejaba del clima de Bastión Hueco…

Un cielo anubarrado tan negro como el carbón les dio la bienvenida nada más cruzar el portal. Niko mantuvo la mirada en aquellas nubes que desatarían una tormenta en cualquier momento y fue bajándola lentamente, cuando un blanco impoluto le desconcertó con el repentino cambio de tonalidades. Dio un par de pasos hacia atrás, y discernió la gigantesca fortaleza que se erigía delante de sus narices. Por alguna razón que escapaba de su compresión, semejante mastodonte estaba flotando en medio de un profundo cráter.

Ni pasarelas para alcanzarla, ni puertas a la vista, por lo que resultaba prácticamente posible acceder a ella.

No obstante, su objetivo no resultaba ser aquel castillo. Nikolai siguió la dirección en la que el dedo índice de Shinju apuntaba: una oscura ciudad rebosante de edificios que se perdían en el horizonte. El lugar le transmitía una siniestralidad que le ponía los pelos de punta, para nada comparable con la calidez de las calles de su mundo de origen.

Y en la lejanía, se alzaba un rascacielos más grande que cualquiera de las otras estructuras de la ciudad, siendo el más destacable de todos… si es que no contaban el castillo blanco que tenían al lado.

Ese es el rascacielos más alto de este mundo. ¿No os gustaría fundar allí nuestro nuevo cuartel general?

¿Se sabe si el lugar es seguro? —Agudizó la vista hacia el edificio, haciendo visera con la mano.

La única respuesta que recibió fue la que más se temía: Sincorazón. La metrópolis era un auténtico hervidero de esas criaturas, recomendándoles Shinju que se abstuviesen de invocar la Llave Espada para pasar lo más desapercibidos posible. Señaló a Ragun, quien le dio la razón al tratarse de un… nativo.

¿Y has sido capaz de vivir aquí? —le preguntó con tono dudoso. Aun así, ya se imaginaba que su naturaleza Sincorazón tendría algo que ver con su capacidad de supervivencia en un entorno así.

Anoche, además, nos llegó un mensaje sin identificar proveniente de esta ciudad. Nanashi me pidió también que lo investigara, pero ya que estáis aquí, no os negaréis a ayudar, ¿no?

Habrías podido mencionarnos esa parte antes —protestó, rascándose la coronilla—. Pero supongo que no nos queda más…

Nikolai calló cuando el chicle de Shinju reventó, y unos pegotes le saltaron a la cara. Con una cara que denotaba hastío, se retiró uno por uno los pegajosos trocitos de su piel. En momentos como aquel, echaba de menos tener a Nanashi como supervisora de misión.

>Tenemos que averiguar si hay supervivientes, o si es una trampa de alguien. Así que estad atentos y seguidme.

Sin poner objeción alguna, se limitó a seguir a la Maestra por la carretera que descendía al corazón de la urbe. Según iban avanzando por las callejuelas, notó enseguida que había algo extraño en esa ciudad: Por un lado, había indicios más que suficientes de que el lugar estaba muerto, sin población alguna. Pero también había detalles como las luces que se veían a través de cualquier ventana. ¿Por qué estaban encendidas y que estaba suministrando de electricidad a los edificios?

No hubo tiempo para preocuparse de aquel asunto. En los rincones de las callejuelas empezaron a vislumbrarse montones de motas amarillentas que se movían entre la oscuridad.

Tenemos compañía —advirtió al resto, vigilando los movimientos de las Neosombras que emergían de las penumbras.

Seguid de frente, no os separéis y tampoco os detengáis.

Tras callejear un rato, llegaron a la plazoleta en la que descansaba el edificio en cuestión. Lo único destacable del lugar eran los amplios escalones que ascendían a la única entrada del edificio, y un camión accidentado cerca de un muro.

¿Por qué nos ha traído precisamente a este mundo Maestra Shinju? Este lugar es una trampa mortal, he vivido aquí el suficiente tiempo como para saber eso. ¿Cree posible hacer una base aquí?

Bastión Hueco también es un nido de Sincorazón, y de momento seguimos de una pieza gracias a las defensas del castillo —argumentó, llevándose la mano a la barbilla mientras examinaba el enorme rascacielos que se perdía entre los nubarrones—. Imagino que con los medios necesarios, sería posible establecer una base segura.

<Y supongo que también serían capaces de controlar los Sincorazón de este mundo>, dedujo aquella potencial razón para tener una base en un mundo infestado de esas criaturas. Ya intentaban controlar a los de Bastión Hueco. ¿Por qué no hacer aquí el mismo experimento?

Mientras tanto, Ragun se fue directo hacia la puerta giratoria del edificio y avisó al resto de sus intenciones por entrar. Niko no se hizo de rogar y aceleró la marcha, sabiendo que los Sincorazón se estaban empezando a movilizar. Sería peligroso quedarse allí mucho tiempo.

Aguanta la respiración un momento, vamos a entrar.

¿Vas a usar tu truco del “pegote oscuro”? —cuestionó con aires de curiosidad. Recordó que en su anterior misión, Ragun usó una habilidad para fundirse con el suelo en forma de sombra, con la que pasó por debajo de una puerta sin dificultad alguna.

Niko se agarró al hombro de Ragun, esperando que su habilidad tuviese efecto en ambos. En el caso de no ser así, no le quedaría otra que empujar la puerta para que cediese. También probaría como último recurso el buscar una entrada alternativa por alguna ventana abierta, impulsándose de un Doble Salto y de su elasticidad para alcanzarla.

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Prioridad de las acciones de Nikolai:

-Acompañará a Ragun, para que éste haga uso de la Evasión sombría con ambos.

-Si la Evasión Sombría no funciona, probará a barirla a base de empujones.

-Si ninguna de las anteriores surte efecto, buscará cualquier ventana abierta del rascacielos por la que colarse.

Doble salto (HC) [Nivel 3] [Requiere Elasticidad: 4]. El usuario es capaz de saltar mucho más alto que los demás, alcanzando lugares más inaccesibles.
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Ronda #2 - Un mensaje de las penumbras

Notapor Astro » Jue Jul 09, 2015 12:41 am

Se nota que no has conocido al vampiro.

¿Hay un vampiro en el castillo?

Hablaremos más tarde si eso quieres, pero ahora no es el momento. ¡Vamos!

Buena manera de evitar el tema. Vamos.

No me convenció la excusa de que "no era el momento", pero no le di más importancia y empezamos la pelea. Eso sí, el intento de golpear a mi compañero de prácticas fue, directamente, un desastre. Incluso con la finta no pude ni alcanzarle, mientras que él pudo darme un toquecito con su Llave Espada para hacerse con la victoria. Mierda.

¿Otro asalto? Con un poco de práctica deberías ser capaz de dar mucha más guerra.

Sí, eso dicen —gruñí, malhumorado, recuperando la pose de pelea—. Dale.

No llegó a haber un segundo asalto. Acababa de dar un paso hacia Ragun, justo cuando Shinju habló para pararnos a todos.

Decidme, ¿os gustan las alturas?

Depende de para qué —respondí, encogiéndome de hombros.

Se me ha ocurrido que quizás podamos hacer algo más entretenido, ¡mucho más divertido! Hay un mundo al que le eché un ojo desde hace un tiempo, la maestra Nanashi está interesada en él también por el castillo blanco que tiene. Así que para nuestras futuras investigaciones allí, ¿qué os parece ir y elegir un sitio para una nueva base?

... El Mundo Inexistente —añadió Ragun, quien parecía haber reconocido el mundo del que hablaba la chica.

¿Lo conoces?

Como el otro, también le mire, esperando algún detalle más. "Mundo Inexistente". Además de tener un nombre absurdo, no me decía nada. Ni siquiera me sonaba de haberlo visto en la amplia colección de mapas estelares que tenía. ¿Qué tendría de especial?

Si vamos a explorar un mundo nuevo, contad conmigo —decidí. No iba a negarme a visitar un lugar que no conocía, sobre todo si era tan misterioso como lo pintaban.

Shinju chasqueó los dedos, y un moguri nos trajo una bandeja llena de galletas de chocolate y leche.

Servíos, yo ya he desayunado antes.

Ñam, ñam. Rica comida. Cogí un puñado de galletas sin reparo alguno, devorándolas con un hambre atroz. Ni siquiera necesitaba la leche, las engullía tan ricamente. Tuve que darme prisa en acabar pronto, porque Shinju tardó bastante poco en decidir que nos íbamos.

>Bueno, en lugar de perder tiempo explicando detalles, ¿qué os parece si vamos ya?

Un portal de oscuridad se generó en mitad de la Sala del Trono, invitándonos a pasar. Solté un gemido de disgusto al mirarlo, lanzándole una mirada de desconfianza total.

¿No podemos ir volando? Con los gliders o con una nave gumi... Odio estos chismes.

Mi queja no sirvió para nada, e incluso el moguri me metió prisa para que entrase. Suspirando, y cogiendo la última galleta que quedaba en la bandeja, me metí dentro con los ojos cerrados.

* * * *

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Hogar dulce hogar...

Menudo ambientazo.

Aquel mundo era, con una palabra, deprimente. Y eso, viniendo de Bastión Hueco, era decir mucho. Un mundo oscuro, lleno de nubes de tormenta, donde además de una ciudad moderna llena de edificios y rascacielos, destacaba sobre todo un castillo blanco que flotaba en el centro de la nada.

Ese es el rascacielos más alto de este mundo. ¿No os gustaría fundar allí nuestro nuevo cuartel general? —relató Shinju, señalando en una dirección en concreto—. Tened cuidado y no invoquéis la Llave bajo ningún concepto. Éste mundo está plagado de Sincorazón, aquí el señorito lo sabrá de sobra, podéis preguntarle a él —señaló a Ragun.

Y tanto que lo está —se lamentó el brazo-negro.

Anoche, además, nos llegó un mensaje sin identificar proveniente de esta ciudad. Nanashi me pidió también que lo investigara, pero ya que estáis aquí, no os negaréis a ayudar, ¿no?

Habrías podido mencionarnos esa parte antes. Pero supongo que no nos queda más…

El rubito tiene razón. Habría estado mejor saber que veníamos con un objetivo en concreto y no sólo a hacer turismo —asentí, dándole la razón al otro—. Soy Nathan, por cierto.

¡Que ni siquiera sabía su nombre!

>Tenemos que averiguar si hay supervivientes, o si es una trampa de alguien. Así que estad atentos y seguidme.

Los cuatro aprendices seguimos a la niña-maestra la callejuela que se internaba en la ciudad. Por el camino, lo que nos encontrábamos no era muy alentador: todo parecía muy abandonado. Demasiado abandonado, como si allí no hubiese vivido nadie en muchísimo tiempo, a pesar de que en algunas ventanas había luz. Era parecido a las ruinas que podía ver por las ventanas de mi cuarto en Bastión Hueco, pero con el detalle de que aquí no parecía que hubiese habido un ataque de monstruos ni nada por el estilo. Simplemente... No había nadie.

Tenemos compañía.

Iba tan distraído pensando en lo que podría haber pasado en este lugar, que no me percaté de lo que las criaturas que habían empezado a aparecer por las esquinas, siguiéndonos poco a poco: sincorazón.

Seguid de frente, no os separéis y tampoco os detengáis.

¿Quién te ha nombrado líder? —protesté, con un tono de enfado que me salió solo.

Vale, tenía razón, e hice exactamente lo que dijo, pero no podía evitar que me sentara mal el aire de experto que desprendía, como si él lo supiera todo. Agh, acababa de conocerle y ya me empezaba a caer mal.

Acabamos llegando a la plaza que daba al gran rascacielos. Allí, no había nada destacable. Un camión tirado, un par de callejones, y si eso la entrada al rascacielos, que a simple vista parecía bloqueada.
Shinju, por su parte, se quedó quieta y callada, sin hacer nada.

¿Por qué nos ha traído precisamente a este mundo Maestra Shinju? Este lugar es una trampa mortal, he vivido aquí el suficiente tiempo como para saber eso. ¿Cree posible hacer una base aquí?

Me llevé una mano a la frente, poniendo los ojos en blanco. Ya está, decidido. Ese tío me caía mal.

¿Tienes los oídos taponados o qué? Hemos venido precisamente a esto, Einstein. —Le eché una mirada de pocos amigos—. Además...

Bastión Hueco también es un nido de Sincorazón, y de momento seguimos de una pieza gracias a las defensas del castillo. Imagino que con los medios necesarios, sería posible establecer una base segura.

Eso. Me lo has quitado de la boca.

Negando con la cabeza, me acerqué al camión para echarle un vistazo, por si podía encontrar algo útil o curioso. Al girar sobre mis talones, vi que Ragun y Nikolai intentaban entrar en el rascacielos. Shinju seguía parada y sin decir nada, así que debía de estar esperando que tomáramos nosotros la iniciativa. O eso creía. Al menos, entrar en el rascacielos parecía lo más lógico teniendo en cuenta que buscábamos montar una base ahí dentro. Lo de encontrar el origen del mensaje, como no nos dieran más información, no tenía ni idea de por dónde cogerlo. Así que, entraría al rascacielos.

¿Vienes, angelito? —le dije a mi hermana, señalando a la puerta del rascacielos.

Si los otros dos no conseguían pasar por debajo de la puerta con la habilidad de Ragun y luego abrirla desde el interior, intentaría abrir la puerta empujando. Si eso tampoco servía, invocaría la Llave Espada y rompería los cristales con ella, con mucho cuidado de no cortarme por accidente. En el remoto caso de que nada funcionase y no hubiese ninguna otra forma de entrar a mi alcance, no me quedaría otra que volver con Shinju mientras soltaba todas las palabras malsonantes que me sabía. Y eran muchas.

¡Misión, rascacielos!
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Re: [El Mundo Inexistente] Un mensaje de las penumbras

Notapor Tsuna » Vie Jul 10, 2015 7:38 pm

Maka Cross

Todavía en la nave y antes de desembarcar en el Mundo Inexistente, la aprendiza le formuló algunas preguntas a la maestra.

Maestra. Agradezco la explicación de antes sobre la pregunta número dos. Aunque tengo dos preguntas —Rebecca alzó la vista, fijándose en su aprendiza con curiosidad. Finalmente, asintió con la cabeza para que continuara—. Esos fugitivos de los que hablabas… ¿Qué tan fuertes son?

No te lo podría asegurar. Pero no deberían suponer ningún… problema. —aseguró, sonriente para que Maka no se preocupara más por ello. A pesar de las apariencias, la maestra era muy poderosa.

Maka pareció satisfecha con la respuesta, porque pasó a la siguiente cuestión.

Bueno, la otra pregunta es que si no hay problema de que traiga la guadaña.

Becca soltó una leve risita, que intentó disimular tapándose la boca con una mano. Negó con la cabeza.

Pues claro que no… S-siempre que tengas cuidado al utilizarla, no te vayas a hacer daño…

Después de eso, la maestra continuó leyendo. Maka mientras podía entretenerse mirando el intersticio, o pensando en las futuras aventuras que viviría allí. ¡La emoción le esperaba!

****


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Cuando Simon marchó, ambas, maestra y aprendiz, quedaron solas frente a la nave. En la soledad de la ciudad. Alguna que otra brisa de viento gélido recorría el lugar, pero nada de lo que preocuparse a primera vista.

Yo sugiero ir por los callejones para que no repitamos la ruta que tomo Simon. Creo que seria mejor por el echo de poder investigar nosotras por ese lado y él por ese. ¿Tú que opinas?

La maestra Rebecca, sorprendida por la deducción de la aprendiza, cosa que no se esperaba ni de lejos, asintió con la cabeza, sonriente y orgullosa de ella. Todavía con el libro en una de sus manos, se adelantó hasta el callejón situado más a la izquierda.

T-tienes razón, Maka… No sabemos dónde buscar, así que cualquier ruta nos vale. —explicó su opinión, antes de hacer un gesto con la cabeza para indicar que fuese con ella.

Pasaron unos minutos caminando sin rumbo fijo y giraron algunas esquinas. Durante el recorrido lo único que pudieron escuchar fue sus pisadas, nada más. Desde allí se podía entrar en algunos edificios, y algunas puertas estaban media abiertas con signos de batalla: marcas de garras y sangre reseca sobre su superficie. El interior de estas estaba completamente a oscuras, y Rebecca las ignoró por completo.

La maestra tragó saliva y, tensa, le susurró. Deteniéndose en medio de un callejón que se dividía en más callejuelas, todas dentro del enorme laberinto que conformaban los edificios. A su alrededor había contenedores de basura, incluso ventanas abiertas por las que podían entrar sin problemas. En su interior no había nadie, los relojes no avanzaban, indicando el tiempo que llevaban en ese estado, los muebles y los objetos se encontraban desparramados por el lugar. Como si a sus habitantes les hubiesen pillado por sorpresa.

N-no es normal que no haya aparecido nada todavía… Maka, no te alejes, y pase lo que pase… No te asustes. Yo te protegeré... —Pero con aquel tono de voz tan bajo, parecía la maestra la que estuviese a punto de echarse a temblar. Si Maka la conocía lo suficiente, sabría que podía contar con ella pasara lo que pasase.

Al dar un par de pasos más, todavía en las penumbras, un gemido de dolor resonó por toda la calle. Y de pronto, un golpe tremendo, como si alguien se hubiese chocado con un cubo de basura y lo hubiera tirado al suelo. La maestra se escondió detrás de un vehículo que había por allí, oxidado en casi su totalidad, y le indicó a Maka que se escondiera con ella también. Al momento unos pasos resonaron, y alguien apareció a pocos metros de ellas, salido de otro callejón.

Por la tenue luz que brillaba sobre la persona, ambas pudieron ver que se trataba de un hombre, algo entrado en años por el pelo grisáceo que mostraba, delgado y con ropa de marca. Avanzaba con un gesto comprimido por el dolor. Se sujetaba el brazo derecho, y ambas pudieron ver que estaba herido. El hombre finalmente cayó al suelo sobre un charco de agua, abatido, y la maestra se levantó, corriendo hacia él para socorrerlo.

N-no se preocupe… Se pondrá bien.

Rebecca extendió la mano libre sobre él y de pronto, una energía verdosa recorrió el cuerpo del señor. Poco a poco, se iba recuperando. La herida del brazo parecía reciente, quizás de un par de horas atrás, y se encontraba algo pálido, posiblemente por la sangre que había perdido.

>¿Fueron… Los Sincorazón? —interrogó, mientras colocaba al hombre contra la pared para que pudiera descansar.

Éste tragó saliva, con los labios resecos, y al ver a ambas extrañado, decidió confesar.

¿Sois… de la Orden? —A lo que Rebecca asintió—. Necesito que me llevéis a mi casa, vivo con mi familia ahí y seguramente estén preocupadas… No queda muy lejos, es en la siguiente manzana —Y se detuvo, cogiendo aire con soberano esfuerzo—. Os lo explicaré todo mejor cuando…

Pero no pudo continuar, porque de pronto, el grito de terror de una mujer resonó por los callejones, provocando un eco escalofriante. El hombre abrió los ojos como platos, preocupado, e hizo amago de levantarse.

Son… ellas. Ayudadnos, por favor…

Maka… No podemos dejarlo aquí, pero debemos ir… Ayúdame a cargarlo, por favor.

La maestra lo levantó con esfuerzo, y esperó a que Maka le sujetara el otro hombro para llevarlo. Giraron a la derecha, por donde iba a continuar aquel hombre salido de la nada, y al salir a la calle, vieron en una rotonda a una mujer y una adolescente asustadas, rodeadas por Sincorazón…

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Vamos…

Y colocando de nuevo al hombre contra una farola, la maestra se lanzó a por las sombras, pero sin invocar su Llave Espada. Quizás aquella fuera una buena oportunidad para estrenar la guadaña. El señor por su parte se llevó la mano izquierda de nuevo a la herida, que por alguna razón seguía sangrando. Cada vez estaba más pálido y respiraba de forma entrecortada.

Puede que el Cura no le hubiese hecho mucho efecto y… Estuviera sufriendo algún estado alterado. ¿Pero cuál?


Nikolai, Ragun, Victoria y Nathan

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Nada más acceder a la plaza del rascacielos, tanto Shinju como Victoria se quedaron en la entrada. La maestra sacó su móvil y empezó a leer algo, con cara de pocos amigos. Las Neosombras continuaron caminando hacia ellos, pero todavía estaban a suficiente distancia como para suponer un problema. Fue entonces cuando Ragun explicó sus dudas e inquietudes, a lo que siguió una peculiar conversación entre los aprendices.

¿Por qué nos ha traído precisamente a este mundo Maestra Shinju? Este lugar es una trampa mortal, he vivido aquí el suficiente tiempo como para saber eso. ¿Cree posible hacer una base aquí?

Shinju alzó la vista, todavía con el móvil en mano y una ceja enarcada. Pero cuando fue a responder Nathan y Nikolai le quitaron las palabras de la boca.

¿Tienes los oídos taponados o qué? Hemos venido precisamente a esto, Einstein. Además...

Bastión Hueco también es un nido de Sincorazón, y de momento seguimos de una pieza gracias a las defensas del castillo. Imagino que con los medios necesarios, sería posible establecer una base segura.

Eso. Me lo has quitado de la boca.

La maestra resopló, negando con la cabeza, al darse cuenta de que, si no les explicaba las cosas pasito a pasito, iba a tener más interrupciones y quebraderos de cabeza.

Vamos a ver, antes de que se formara la Orden de Bastión Hueco los maestros ya venían a investigar aquí. Sería por ese entonces cuando te reclutaron, ¿no chico sirviente? —explicó la maestra. Con aquel apodo sólo una persona allí se daría por aludida, pues precisamente… ella misma le había asesinado ya en el pasado, en otra vida—. Para ahorrarnos tiempo y horas de viaje en glider, lo mejor será establecer aquí un nuevo cuartel general. ¿Y por qué el sitio más alto de la ciudad, preguntas? ¡Pues para tener controlados los cielos! Si algún gracioso de Tierra de Partida aterriza, le veremos llegar. Eso y… bueno, ya lo veréis.

Les dejó con la miel en los labios. Fuera como fuese, los aprendices no tardaron en organizarse, excepto Victoria, que se quedó a su lado. La muchacha pudo notar entonces, donde tuviese guardado el teléfono móvil, cómo éste vibraba: acababa de recibir un mensaje, ¿pero de quién? No pudo leerlo, pues Shinju al darse cuenta de que estaba quieta la agarró de una mano y la acercó a la plaza. Los pocos sincorazón que les estaban pisando los talones se les echaban encima ya.

Y bueno, controlar a los Sincorazón de este mundo no será tan fácil. ¡Aquí son salvajes y más divertidos! —comentó a las palabras de Nikolai.

Ragun y Nikolai subieron por las enormes escaleras que daban acceso al rascacielos, mientras que la maestra y Victoria se apresuraban a la misma posición. Nathan por su parte fue directo al camión destrozado. No le costó nada abrir las puertas traseras y ver la mercancía, compuesta en su mayor parte por basura y cosas inservibles: cajas de cartón, latas parcialmente oxidadas, ¡e incluso neumáticos! Pero también, al fondo y tras rebuscar unos momentos entre polvo, encontró lo que parecía ser una especie de tarjeta de color azul plateado con líneas verdes brillantes. No parecía sucia ni vieja, y tenía como pintura roja ya seca sobre uno de sus laterales, en la parte de los pines dorados:

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Nathan obtiene: objeto misterioso x1


Si Nathan sabía de informática, le recordaría inevitablemente a lo que se denominaba como “Memoria RAM”. No encontraría nada más de utilidad ahí dentro, y puede que incluso le diese por tirar también la tarjetita, como prefiriese. Ragun y Nikolai por su parte no pudieron mover la puerta giratoria que daba al rascacielos, por lo que no les quedó más remedio que emplear la habilidad de Evasión Sombría. Ni el Doble salto hubiese funcionado, pues no había ventanas abiertas —pero sí iluminadas— hasta casi la mitad de la estructura.

Los dos aprendices pasaron sin problemas bajo el suelo, hasta entrar en lo que sería la sala de recepción del rascacielos: bastante elegante, decorada con una alfombra roja que llevaba hasta la puerta de un ascensor negro, y a su izquierda, unas escaleras que ascendían. Pudieron encontrar lámparas de araña muy lujosas colgadas del techo, y plantas que se enredaban por los sillones y las mesas. La superficie del suelo hasta les reflejaba en él.

Al parecer la puerta giratoria estaba atascada por un botón de color verde bajo el mostrador, por lo que, tras rebuscar un poco lo pudieron hallar, eso, si Nathan no rompía antes la puerta a base de golpes —los cortes y el cabreo de Shinju estaban asegurados—. En caso de invocar la Llave Espada para entrar de esa forma, ningún sincorazón aparecería en la plaza, a excepción de los pocos que les habían estado siguiendo. Raro, muy raro. En cambio, si presionaban el botón verde escucharían un chasquido y todos podrían girar la puerta de cristal hasta estar dentro y a salvo. Las Neosombras simplemente se volvieron a fundir en el suelo ante las escaleras hasta desaparecer. No quedó nada de los seres oscuros.

Si presionaban de nuevo el botón, la puerta giratoria quedaría bloqueada, pero eso quedaba a elección de los aprendices.

¡Bien, ya estamos dentro! —exclamó con cierto tono infantil, para luego fijarse en las escaleras—. Yo no pienso subir caminando.

Los aprendices pudieron subir caminando por las escaleras, lo que les llevaría al menos media hora alcanzar la cumbre de la torre si iban corriendo y sin descansar, o bien pudieron acompañar a la maestra en el ascensor, que solo tardó cinco minutos.

Una vez en lo alto del edificio, el grupo logró ver una estancia oscura, que reflejaba sus deformes figuras en el suelo, y las paredes repletas de cristales tintados que daban acceso a toda la ciudad. Desde allí lo único que se podía contemplar era un horizonte cubierto de penumbras, y terrazas negras por todos lados: un laberinto de cemento.

¡Estupendo! Yo me quedaré por aquí, así que necesito que vosotros vayáis a la ciudad, a investigar lo del mensaje. Dadme vuestros números, venga.

La maestra sacó su móvil, a la espera de que todos se entregasen sus números de teléfono —si querían hacerlo—, y una vez estuviese hecho, a Ragun, Nikolai y Nathan les llegaría un extraño mensaje al móvil, de remitente desconocido:
Mensaje sin identificar:




¡̷̏͑͋̿ͨͧ̀͂̈́ͫ͌ͭͨͣͤ͋͐͐ͦ͘҉͞Ȁͮ͂̃́̈͆ͨ̏̓̀̉ͪ̈̓̽͘͏̵̧Yͥͪ̌̑ͪ̌̌̕͜Ų̵ͮ̑͂ͪ̆̀ͭ̓ͫ͊ͥ͗ͦ̐ͭ͘͜͡D̢̀̉́ͧ̓͆̾̍ͧͬ́̓̀̄͗̓ͨ́҉A̵̧̡̐̉ͨ̎ͬͫͯͣ̄̀ͫ̇͆̍̈́!̷̢̂̈́̑̊͞


Era el mismo que le había llegado a Victoria antes. Les costaría un poco leerlo, pues llevaba caracteres extraños, pero con un segundo vistazo averiguarían de qué se trataba.

Se repite el proceso. No sabemos quién nos está enviando esto, pero sabe que estamos aquí. Tened mucho cuidado ahí fuera, no sabemos si es enemigo o aliado. Yo os alcanzaré luego.

Podían tomarse un pequeño respiro. Unos minutos de descanso. Allí había un cuarto de baño con un jacuzzi que daba a toda la ciudad —y que la maestra no les permitiría utilizar, pues les miraría terriblemente mal si se acercaban—, y una nevera de la que coger refrescos y patatas o chucherías varias.

Al bajar de nuevo a la plaza verían, para su sorpresa, a una persona cubierta de arriba a abajo con una capucha marrón y muy sucia. Iba encorvada y parecía correr a duras penas de dos Neosombras que le seguían el paso y no tardarían en alcanzarla. Se introdujo por la calle de la izquierda, dejando el callejón de la derecha inexplorado para los Caballeros, y la calle por la que habían venido, que daba acceso al cráter azul. Podían dividirse, ir todos en grupo, o esperar allí sentados por la maestra, que tardaría bastante en salir.

De pronto, tres nuevas Neosombras surgirían en la plaza: dos junto al camión destrozado y una en el centro, a la que debían sortear sí o sí.

¿Cómo actuarían los aprendices?

Spoiler: Mostrar
De acuerdo, de momento solo le recogeré la ficha a Maka. Para el bando de Bastión Hueco me guiaré por la interpretación hasta que avancemos más y terminéis vuestros temas.

Faltas:
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Re: [El Mundo Inexistente] Un mensaje de las penumbras

Notapor Maka Cross » Vie Jul 10, 2015 11:18 pm

T-tienes razón, Maka… No sabemos dónde buscar, así que cualquier ruta nos vale. — No pude evitar sonreír.

Al ver que hacia un gesto con la cabeza no dude en ir con ella. Para mi era importante el echo de que mi propia maestra me diera la razón en lo que le había mencionado, me hacía pensar de que había echo algo bien. No sabía cuanto llevábamos caminando pero lo que si era seguro que lo que veía a cada paso que dábamos me daba más y más escalofríos, ni si quiera pude evitar pensar en juegos o películas de terror y que por culpa de estos luego no pegaba ojo por la noche.

No paraba de observar todo lo que se me cruzaba a mi paso, sentía el corazón algo acelerado al pensar que cualquier cosa de miedo nos saltaría encima. Al mirar hacia otro lado, vi como mi maestra se había detenido e igual me detuve olvidando solo por unos leves instantes las cosas de miedo.

N-no es normal que no haya aparecido nada todavía… Maka, no te alejes, y pase lo que pase… No te asustes. Yo te protegeré... — Le dedique una sonrisa cómplice y asentí con la cabeza a modo de respuesta.

Tenía algo de miedo pero eso era por culpa de las películas o videojuegos de terror, aun así sabía que podía confiar en ella, aunque temía de que yo no fuese de mucha ayuda o no pudiese protegerla. Los pelos se me pusieron de punta al escuchar ese gemido de dolor seguido de un golpe, mis ojos se abrieron de par en par asustada. Pude reaccionar cuando vi a mi maestra esconderse, esta me indico que hiciera lo mismo y no lo dude ni un segundo en hacerlo.

Apreté con algo de fuerza el palo de mi guadaña, la cual estaba tumbada para que no se viera. No debería de estar reaccionando de este modo, después de todo era una portadora y no iba a ser la ultima vez en que estuviese en este tipo de situación. Sentí que mi corazón se fue calmando nada más ver que se trataba de un hombre y no otro ser. Al fijarme bien en él, me di cuenta de que estaba herido, Rebecca fue la primera en ir a socorrerlo y yo la seguí.

N-no se preocupe… Se pondrá bien.

Mi ceño se había fruncido ligeramente mientras observaba a mi maestra extender una de sus manos sobre el hombre. No era mi punto fuerte la magia y por ello agradecí internamente de que estuviese mi maestra conmigo, porque seguramente solo podría haberle echo una especie de torniquete en el brazo.

>¿Fueron… Los Sincorazón? — Me dolía verle en ese estado.

Aunque fuese un hombre, también me preocupaba por el echo de que no quiero que nadie sufra de esta u otra manera.

¿Sois… de la Orden? — Mire de reojo a Rebecca. —. Necesito que me llevéis a mi casa, vivo con mi familia ahí y seguramente estén preocupadas… No queda muy lejos, es en la siguiente manzana — Asentí con la cabeza. —. Os lo explicaré todo mejor cuando…

Sentí como de nuevo mi corazón saltaba en mi pecho al escuchar gritos, en este instante odie aun más las cosas de terror. Trate de poner de nuevo mi atención en el hombre y me había fijado en la reacción de este al escuchar los gritos.

Son… ellas. Ayudadnos, por favor…

Maka… No podemos dejarlo aquí, pero debemos ir… Ayúdame a cargarlo, por favor.

Era evidente de que iba a ayudarle al hombre y a su familia, ya que yo siempre quiero ayudar. Solo pude asentir con la cabeza y ayude a mi maestra a sujetar el otro hombro del señor, en mi mano libre tenía la guadaña bien sujeta. Después de salir a la calle, mi mirada recorrió enseguida cada lado de esta zona.

Vamos…

Al colocar las dos al hombre contra una farola, pensé también en lanzarme a por los Sincorazón con mi guadaña pero me detuvo el echo de ver al señor llevar su mano izquierda de nuevo a la herida y me fije que esta aun sangraba. Me alerte y me puse de cuclillas frente al hombre, si el cura no le hizo efecto entonces quizás necesitaba esna o mejor una panacea pero yo no tenía ni el objeto y ni sabía magia. Temía de que se muriese al ver lo pálido que estaba y lo peor es que no sabía que tipo de estado alterado tendría.

Rebecca.— Trate de llamar su atención al elevar la voz. —El hombre no se ha curado del todo.— Mire hacia donde estaría mi maestra. —No tengo panaceas y ni sé magias.— Cerré los ojos tratando de calmarme. —Tratare de hacerle un torniquete para ver si puede ralentizar el que se desangre.— Mi ceño se frunció.

Abrí los ojos y deje mi guadaña en el suelo, cerca de mi. Dependiendo de si Rebecca no hubiera venido, agarraría mi abrigo por la parte de la capa y la rasgaría con los dientes, luego le haría el torniquete en el brazo y pensaría que quizás así detendría un poco el que se desangre. Aunque se negara o quejara, no le haría caso y le haría el torniquete al hombre.

Ya esta.— Apreté el torniquete. —Trate de aguantar, por favor.— Tenía un leve nudo en la garganta.

Tenía ganas de llorar en ese instante. Dependiendo de si hubiese venido cuando le avise y antes del torniquete, me levantaría y iría a por los Sincorazón sin dudarlo. Si hubiera venido después del torniquete, yo iría directamente a enfrentarme a nuestros enemigos y si no, me levantaría tomando mi guadaña y le iría a pedir el favor a Rebecca de que se ocupara del hombre y yo me ocuparía de los Sincorazón.

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X'D Lo siento, me hice un pequeño lío en el final pero creo que me explique bien a lo que quiero dar a entender.
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Re: [El Mundo Inexistente] Un mensaje de las penumbras

Notapor Drazham » Mié Jul 15, 2015 6:28 pm

La explicación que les dio Shinju no terminó de satisfacer a Nikolai, quien se cruzó de brazos, dubitativo: Veía lógico buscar un punto seguro en el que usar los portales para trasladarse y evitarse la tediosa travesía en glider. No obstante, a lo de tener vigilados los cielos le veía pegas. ¿Quién les aseguraba que Tierra de Partida no fuese a usar los portales al igual que ellos? De todas formas, estaba claro que Shinju se guardaba unas cuantas cosas para sí.

Y bueno, controlar a los Sincorazón de este mundo no será tan fácil. ¡Aquí son salvajes y más divertidos!

Lo de divertidos no lo discutiré —alegó, rascándose la coronilla—. Pero de momento no he visto a ningún Sincorazón en cualquier otro mundo al que considere “dócil”.

Terminado el momento de la charla, Niko se apresuró para alcanzar a Ragun, que ya se había adelantado hacia la puerta del edificio, y se agarró a él para poner en práctica su pequeño truco. El joven ahogó un grito en cuanto el charco de oscuridad que había aparecido debajo de sus pies tiró de él, tragándoselo. La sensación de fundirse con la Evasión Sombría fue como sumergirse en un pozo de alquitrán; tan denso que apenas se podía mover. Tuvo que apretar todas las facciones de su cara posibles para impedir que aquella masa entrase por su boca o nariz.

Cinco de los segundos más insoportables que había tenido después, emergió del pozo, soltando un “puaf” para llenarse los pulmones del bendito aire que estaba pidiendo a gritos. Desorientado, inclinó el tronco hacia delante y apoyó las manos sobre sus rodillas.

¿Cómo puedes aguantar el estar ahí embutido? —soltó entre toses. Lo mismo, el no ser un afín a oscuridad había sido la causa de que su cuerpo no hubiese respondido tan bien a la habilidad.

Una vez recuperado alzó la vista para contemplar el lujoso recibidor del interior. La impecable alfombra de terciopelo y el buen estado de las plantas indicaban que aquel sitio recibía unos cuidados mínimos. A menos que los Sincorazón supiesen como limpiar, tendría que descartar la idea de mundo despoblado que se había hecho.

Por supuesto, tampoco se le pasó por alto el precioso botón verde de la puerta giratoria, el cual no dudó en pulsar. La puerta traqueteó y, segundos más tarde, se puso en movimiento.

Vale, la puerta tiene un mecanismo para bloquearla desde dentro —le comentó a Ragun, para luego mirar con suspicacia a las escaleras—. La pregunta es quién la habrá bloqueado en primer lugar.

<Porque alguien ha tenido que bloquearla desde dentro, ¿no?>.

¡Bien, ya estamos dentro! —Shinju pasó al interior del edificio canturreando, junto a los dos hermanos aprendices. Nikolai se puso en guardia al descubrir a las Neosombras de la calle acercándose a la puerta. Sin embargo, se esfumaron antes de subir la escalinata.

<¿Qué demonios…?>, no entendía nada. ¿Por qué se habían ido? Lo normal es que se hubiesen abalanzado cuales perros hambrientos a por unos Portadores que no sabían ni donde se estaban metiendo.

Yo no pienso subir caminando.

El berrinche de la Maestra le sacó de sus pensamientos. Por el momento, prefirió dejar el tema apartado y subirse con Shinju al ascensor. Teniendo un transporte cinco veces más rápido que el subir a pata, no iba a desaprovecharlo. Tampoco es que quisiese malgastar energías tontamente.

El último piso del rascacielos estaba formado en casi su totalidad por una cristalera que dejaba ver la ciudad entera en todo su esplendor. Desde allí arriba, la tormenta eléctrica imponía aún más al tenerla tan cerca; apenas había un margen de distancia entre la habitación y los rayos que se escapaban de los nubarrones.

La nevera que disponía la estancia llamó su atención, acercándose para comprobar su interior: Azúcar, azúcar, y más azúcar. La mayoría de los productos eran golosinas, algunas de las cuales recordaba haber probado en su niñez. Solo por rememorar los viejos tiempos, rebuscó entre los alimentos por si encontraba algunos palitos de regaliz. De pequeño se pirraba por ellos, y llevar a mano algo para matar el gusanillo del hambre nunca venía mal.

¡Estupendo! Yo me quedaré por aquí, así que necesito que vosotros vayáis a la ciudad, a investigar lo del mensaje. Dadme vuestros números, venga.

Niko soltó un suspiro de resignación. Cierto, quedaba el asunto del mensaje que les había mencionado Shinju con anterioridad, pero ponerse a buscar por toda la urbe y sin apenas pistas que les llevasen a algún lado era un suplicio. ¡Demonios! Si solo bastaba con un vistazo a la ventana para darte cuenta de que el lugar era colosal. Les llevaría días recorrerla entera.

No quedándole otra, sacó su móvil para anotarse el número de los demás. Pero al abrirlo, una alerta que parpadeaba en la pantalla le llamó la atención:

¿Un mensaje nuevo? —Nada más abrirlo, echó la cabeza hacia atrás, torciendo el rostro de puro desconcierto—. ¿Pero qué…?

Una amalgama de símbolos y letras aparecieron en la pantalla, volviéndolo ilegible. Y como no, de remitente desconocido. Nikolai achinó los ojos y se pegó el móvil a la cara, y ni con esas logró descifrar aquel manchurrón.

Señor Niko, tiene un… ¡Por mis núcleos! ¡Que desorden de caracteres! —Saic hizo acto de presencia desde el móvil, adoptando su forma pixelada. No tardó en escandalizarse al toparse con el críptico mensaje. Se guio con el dedo índice hasta dar con una parte en concreto—. Espere, aquí he encontrado una palabra que resulta legible: "AYUDA".

¿”Ayuda”? —repitió, enarcando una ceja.

Se repite el proceso —intervino Shinju. ¿Se refería al otro mensaje que comenzó todo esto?—. No sabemos quién nos está enviando esto, pero sabe que estamos aquí. Tened mucho cuidado ahí fuera, no sabemos si es enemigo o aliado. Yo os alcanzaré luego.

Bueno, ellos no tendrían ni idea de por dónde empezar a buscar. Pero su misterioso remitente si parecía capaz de hacerse con ellos. Prefería no tener que estar dando palos de ciego por un mundo infestado de Sincorazón, pero sin nada más que un escueto mensaje, habría que apañárselas como fuera.

Una vez deshizo sus pasos para volver a la plaza junto a sus compañeros (quienes le acompañasen), lo primero que apareció en su campo de visión fueron tres Sincorazón: dos Neosombras y un...

<¡Espera, ese de ahí no es un Sincorazón!>.

A primera vista no tenía pinta de serlo. Se trataba de un individuo envuelto en una túnica raída que le tapaba del todo, huyendo de las Neosombras con dificultad por su encorvadura. Acabó perdiéndose por uno de los callejones con zancadas torpes junto a sus perseguidores. De momento, ya tenían una pista para empezar su investigación.

¡Rápido, vamos! —alentó a los otros aprendices.

Antes de iniciar la marcha, una Neosombra se apareció ante ellos, cortándoles el paso. Niko frunció el ceño, airado por la inoportunidad de la criatura. Puesto que invocar la Llave Espada podía encolerizarla o, peor aún, atraer a más de los suyos, optó por usar una alternativa diferente:

<Esperemos que me sea útil después del ojo de la cara que me costó>.

Una espada de hoja negra y detalles plateados se materializó en su mano; un juguetito que encargó hace un par de semanas en la orfebrería de Ciudad de Paso. Nikolai se impulsó de una patada, y corrió en dirección al callejón por el que se había ido el encapuchado. En todo momento trataría de sortear a la Neosombra y mantenerse alerta frente a cualquier acción ofensiva por su parte. Si llegaba a ser necesario, usaría su espada contra ella si se acercaba demasiado.
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Ronda #3 - Un mensaje de las penumbras

Notapor Astro » Mié Jul 15, 2015 8:10 pm



Vamos a ver, antes de que se formara la Orden de Bastión Hueco los maestros ya venían a investigar aquí. Sería por ese entonces cuando te reclutaron, ¿no chico sirviente? —Miré de reojo a Ragun, preguntándome a qué se estaría refieriendo con lo de sirviente—. Para ahorrarnos tiempo y horas de viaje en glider, lo mejor será establecer aquí un nuevo cuartel general. ¿Y por qué el sitio más alto de la ciudad, preguntas? ¡Pues para tener controlados los cielos! Si algún gracioso de Tierra de Partida aterriza, le veremos llegar. Eso y… bueno, ya lo veréis.

Y bueno, controlar a los Sincorazón de este mundo no será tan fácil. ¡Aquí son salvajes y más divertidos!

Tenemos conceptos diferentes de lo que es divertido —gruñí, negando con la cabeza.

La inspección al camión no fue demasiado útil, al menos al principio. Dentro, encontré todo tipo de chatarra y basura inservible que me limité a ignorar o a apartar con cuidado. ¡Casi me corto con una lata! Estaba apunto de dejarlo y bajar cuando, al quitar un poco de polvo de una esquina, encontré un extraño objeto. Parecía una tarjeta de estas que se usaban en los ordenadores, de color azul con líneas verdes. Si no recordaba mal, era una memoria RAM, aunque no estaba demasiado seguro. Pero lo que más me llamó la atención era que, a diferencia del resto del camión, no estaba manchada ni parecía vieja. Extraño.

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Con la tarjeta en los bolsillos, volví con los demás. Poco me faltó para reventar la puerta a espadazos, pero antes de que pudiera invocar mi Llave Espada, Ragun y Nikolai consiguieron abrirla tocando los botones de la recepción. Junto a Shinju y a Vic, entré en el edificio.

¡Bien, ya estamos dentro! —Su alegría duró poco cuando se fijó en las escaleras—. Yo no pienso subir caminando.

¿Hay otras opciones? —Examiné la recepción de arriba a abajo con la vista, hasta dar con el ascensor—. Oh. ¿Será seguro meterse ahí dentro?

A Shinju sí que se lo parecía, al igual que a Nikolai. Me habría gustado más ir por las escaleras, y así de paso examinar el edificio sobre la marcha, pero la precaución venció esta vez a la oscuridad. Todavía estaba empezando a entrenarme como para adentrarme yo solo en un lugar que podría estar infestado de sincorazón. Así pues, me encogí de hombros y entré en el ascensor con los demás.

Como esto se cuelgue, mato a alguien.

Afortunadamente, no lo hizo. Tras cinco insufribles minutos encerrados ahí dentro, llegamos a una sala oscura, desde donde se podía ver toda la ciudad desde arriba. Una vista tan asombrosa como deprimente.

¡Estupendo! Yo me quedaré por aquí, así que necesito que vosotros vayáis a la ciudad, a investigar lo del mensaje. Dadme vuestros números, venga.

¿No vas a venir con nosotros? —Fruncí el ceño, disconforme con la idea—. ¿Y cómo se supone que vamos a hacerlo? ¡Este sitio es enorme!

Con o sin su respuesta, también acabé sacando el móvil para compartir mi número tanto con la maestra como con Ragun y Nikolai (Victoria, obviamente, ya lo tenía, igual que yo el suyo). Pero justo acabábamos de terminar, cuando nos llegó un mensaje idéntico a todos.

Mensaje sin identificar:




¡̷̏͑͋̿ͨͧ̀͂̈́ͫ͌ͭͨͣͤ͋͐͐ͦ͘҉͞Ȁͮ͂̃́̈͆ͨ̏̓̀̉ͪ̈̓̽͘͏̵̧Yͥͪ̌̑ͪ̌̌̕͜Ų̵ͮ̑͂ͪ̆̀ͭ̓ͫ͊ͥ͗ͦ̐ͭ͘͜͡D̢̀̉́ͧ̓͆̾̍ͧͬ́̓̀̄͗̓ͨ́҉A̵̧̡̐̉ͨ̎ͬͫͯͣ̄̀ͫ̇͆̍̈́!̷̢̂̈́̑̊͞


¿Qué de qué...?

Señor Niko, tiene un… ¡Por mis núcleos! ¡Que desorden de caracteres! —dijo el móvil de Nikolai, desde el cual una cara pixelada hablaba—. Espere, aquí he encontrado una palabra que resulta legible: "AYUDA".

¿”Ayuda”?

¿Tu móvil habla? —aproveché para preguntarle.

Se repite el proceso. No sabemos quién nos está enviando esto, pero sabe que estamos aquí. Tened mucho cuidado ahí fuera, no sabemos si es enemigo o aliado. Yo os alcanzaré luego.

Qué remedio... ¿Quién estará pidiendo ayuda en un mundo como este?

Guardé mi móvil en el bolsillo, caminando hacia el ascensor con una mano en la barbilla, pensativo. Aquello era muy raro. No habíamos visto a nadie en el camino hasta aquí, y ahora éste mensaje... No me daba buena espina. Y eso de que podía ser amigo o enemigo no ayudaba para nada.

Perdido en mis pensamientos, pasé de coger nada de comida o bebida de la nevera. Descansamos un poco, y fuimos de vuelta a la calle gracias al ascensor. A simple vista, nada había cambiado, hasta que reparé en que algo se movía. Alguien, mejor dicho. Una persona corría hacia uno de los callejones. Iba envuelta en una manta marrón, y le perseguían dos sincorazón con intenciones poco amigables.

Di un respingo en cuanto vi que se metía por el callejón de la izquierda. ¡Había gente allí, no estábamos solos! La misión parecía más sencilla ahora mismo. Eso, si no evitábamos que lo mataran las neosombras antes, claro.

¡Rápido, vamos!

¡Te sigo!

Salí corriendo tras Nikolai, dispuesto a ayudar al encapuchado. El problema principal, aparte de alcanzarle, fue la neosombra que surgió en el centro de la plaza, justo a mitad de camino. Mi primer impulso fue lanzarme a por ella para apartarla de un golpe, pero mi experiencia en la Red luchando contra este tipo de sincorazón hizo que optara por lo prudente e hiciera como mi compañero: intentar sortearla. En el caso de que se acercara demasiado, procuraría apartarla a base de golpes y seguir corriendo.

Mi objetivo, en aquel momento, era alcanzar el callejón izquierdo y ayudar al encapuchado. Eso sí, si veía que Victoria también venía y que ella era atacada por ese u otro sincorazón, daría media vuelta para ir a ayudarla a ella. Las prioridades eran las prioridades.
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