[El Mundo Inexistente] Un mensaje de las penumbras

Participantes: Nikolai Everard, Ragun, Victoria Knight, Nathan Knight y Maka Cross

La aparente traición de Tierra de Partida en un acuerdo de paz provocó el anuncio de la guerra por parte de Bastión Hueco. Los aprendices deben enfrentarse entre sí, entre antiguos amigos y compañeros. ¿Cómo lograrán sobrevivir cuando otras amenazas acechan?

Moderadores: Suzume Mizuno, Denna, Astro, Sombra

Ronda #6 - Un mensaje de las penumbras

Notapor Astro » Lun Ago 10, 2015 12:42 am

Auch. La cabeza me daba mil vueltas, y me costaba horrores centrarme. ¿Qué había pasado? Recordaba haber huido del payaso de circo en aquel edificio con Nikolai, pero al salir a la calle nos habían asalto un grupo de personas de aspecto extraño. ¡Zombies, parecían auténticos zombies! Intenté huir, pero entonces... Auch. Alguien, o algo, me golpeó por detrás, y todo se volvió un borrón enorme.

Ahí estaba yo, intentando recuperarme, mientras notaba que alguien me estaba agarrando mientras se movía, cual saco de arena. Y no era el único...

¡Nathan!

¡¿Victoria?!

¿Te han atrapado? Serás inútil. Aprende de m...

Se calló al momento, al darse cuenta de que, igual que yo, estaba esposada.

Bocazas.

Intenté romper los grilletes a base de pura fuerza, pero fue inútil. Sólo pude mirar a nuestro captor, un tipo enorme de piel grisácea y aspecto extravagante. Además de cargar con nosotros dos, llevaba a un tío de pelo rosa al hombro. Abrió una puerta de golpe, llegando hasta una sala que más bien parecía un laboratorio, y nos dejó caer sobre unas camillas, atándonos con firmeza para que no pudiéramos escapar. Ni siquiera mis mejores insultos y forcejeos sirvieron para liberarme.

En otra camilla, también estaba una chica joven con coletas, a quien mi hermana no dudó en presentarse. Al fondo, podía verse a un tío con bata de médico tocando sus trastos. Daba un mal rollo enorme.

¡Hola! Me llamo Victoria y este es mi hermano Nathan. Encantada de conocerte antes de, bueno, morir.

¡No vamos a morir, deja de decir eso! —le reñí, mientras seguía forcejeando para liberarme. Más bien para auto-convencerme a mí que a ella.

Ya están listos, profesor.

¿Los habéis capturado a todos? —Desde la puerta, hizo acto de presencia una nueva persona.

Era un hombre igual de extravagante que aquel que nos había llevado hasta aquí. Vestido con ropajes violetas bastante elegantes, parecía tener cuernos y portaba una vara en su mano.

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¡¿Qué de qué eres?! —grité nada más verle, abriendo los ojos como platos.

¡Es el vampiro jefe! ¡Matadle con fuego, con fuegooo! —chilló Victoria, tan escandalosa como siempre.

¡No es un vampiro! —Volví a mirarle de arriba a abajo, considerándolo—. O igual sí...

Desde luego, tenía esa pinta. Entonces, los zombis de antes... ¡¿Eran vampiros?! Eso explicaría alguna que otra cosa, pero no terminaba de cuadrarme del todo.

Igual que mi hermana, pataleé y me revolqué en la camilla con toda la fuerza posible, mientras el vampiro jefe hablaba con la chica de las coletas. ¿Acaso se conocían de antes? Pero poco tardó en centrar su atención en los demás.

Tengo entendido que ya habéis tenido la suerte de ver nuestros experimentos en persona. Me gustaría conocer vuestras impresiones

"Nuestros experimentos". Entonces, les habían creado ellos. Pero, ¿cómo? Y sobre todo, ¿para qué? Para nada bueno, seguro.

¡Malas, muy malas! ¡Por Jesucristo, señor vampiro, no nos convierta a mi hermano y a mí!

¡Estáis pirados! ¡Soltadnos ahora mismo!

No está mal, si os han dado miedo es que Hojo está haciendo un buen trabajo. Sin embargo… no hemos tenido la ocasión de probar el experimento en Caballeros de la Orden. Como comprenderéis, vosotros seréis los primeros.

¡¿Qué?!

¡Esto es una locura! ¡Estáis locos! Habéis creado monstruos sacrificando gente.

Abrí los ojos de par en par. Mierda, mierda, mierda. ¡Iban a usarnos como conejillos de indias! Porque por sus comentarios, todo indicaba que aquellos seres, criaturas, zombis, vampiros, o lo que fueran realmente, eran personas que antes habitaban este mundo. Y ahora nos iban a hacer lo mismo a nosotros.

Por lo que veo habéis traído también a los que se escaparon, bueno… Lo prefiero así. ¿Y vosotros? ¿Tan patéticos sois los Caballeros de la Llave Espada que no paráis de picar en nuestras trampas?

¡Erais vosotros! —grité de repente, atando cabos—. ¡El mensaje de ayuda era para traernos hasta este mundo!

Y Shinju nos había llevado de cabeza a la trampa. Genial. Cuando la volviera a ver se iba a llevar una buena bronca... Si es que volvía a verla.

El suero ya está listo, Mateus —dijo el profesor chiflado, acercándose a las camillas—. Estoy impaciente por ver cómo reaccionará en ellos: si sucumbirán, o si podrán dominarlo.

Adelante, ¿quién se ofrece voluntario?

¡Yo no!

¡¡Como toquéis a mi hermana os arrancaré la cabeza!! —grité, clavando mi mirada furiosa en el tal Mateus, mientras hacía todavía más fuerza que antes, aunque no sirviera de nada.

Yo me ofrezco —dijo la chica de las coletas, dejándome perplejo.

¿En qué estaba pensando? Igual tenía tendencias suicidas o algo así, pero yo no tenía intención alguna de dejar que me pincharan con una aguja y transformarme en algún tipo de monstruo sin cerebro.
Tenía que salir de allí, no sólo por mí, sobre todo por Victoria. No pensaba dejar que le hicieran nada, ni hablar. Viendo que la fuerza bruta no servía para nada, y sin más ideas, intenté conjurar un Piro y lanzarlo a la correa que me ataba para que se quemara y me liberase. Si lo conseguía, me bajaría de la camilla de un salto, liberaría a mi hermana, y saldríamos de allí a toda prisa empujando a todo el que se pusiera por delante.

Si el hechizo de fuego no servía, intentaría el mismo método que Victoria: levantarme con la camilla a la espalda, a lo burro, y utilizarla para embestir a todos los enemigos que pillara por delante mientras liberaba a mi hermanita y, si había tiempo de sobras, a los demás, antes de salir pitando de allí.

Pasara lo que pasase, no dejaría de forcejear y revolverme por la camilla sin parar, dando patadas a todo el que se pusiera a tiro. ¡No iban a transformarme en ningún monstruo!


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[VK] Ronda #6 - Un mensaje de las penumbras

Notapor Soul Artist » Lun Ago 10, 2015 1:22 am

Me ahogaba. Quería escapar como fuera del barro de oscuridad bajo mis pies, mientras Ragun se iba a su lío con el tío enorme con el que nos habíamos cruzado; intenté extender las alas para aletear por puro instinto, aunque no pudiese volar, pero estas me fallaron. Las notaba ausentes, desaparecidas, mientras la oscuridad me tragaba a mi alrededor y...

Anda, el careto de mi hermanito.

¡Nathan! —me mordí la lengua al verle y miré a mi alrededor; ¿me había desmayado? Era difícil de recordar. Mi cuerpo se movía solo por la oscuridad, y al girar la cabeza vi que mi buen hermano estaba esposado de espaldas—. ¿Te han atrapado? Serás inútil. Aprende de m...

Intenté enseñarle mis brazos, pero algo me apretaba en la espalda. Me puse roja al darme cuenta de que también estaba esposada, y que lo que nos transportaba era el tío con el que Alexander se había parado a pelear. Si yo estaba allí, ¿dónde estaba mi emo favorito?

El tío abrió a la fuerza una puerta y nos metió en una habitación con tres chicas y lo que parecía ser un doctor maligno loco sacado de las películas más ridículas de James Bond. Nuestro apresor pasó de ellos tras un bufido y me tiró contra una camilla junto a Nathan. Después apartó a una de las chicas y le obligó a ir a una tercera camilla a la fuerza, aunque parecía resistirse a quejarse lo más mínimo en voz alta.

Ladeé la cabeza hacia la desconocida y sonreí. Ni santa idea de quién era, pero los tenía bien puestos.

¡Hola! Me llamo Victoria y este es mi hermano Nathan. Encantada de conocerte antes de, bueno, morir.

Vaya, vaya, ¿pero a quién tenemos aquí?

Dirigí como pude la mirada hacia la voz y observé que había una figura más que no había observado: un hombre con cuernos, de ropajes oscuros y morados y los ojos brillantes con el mismo color. Tenía las uñas alargadas como un gato, una alargada capa a la espalda y... ¿Una vara?

¡Es el vampiro jefe! ¡Matadle con fuego, con fuegooo!

Di patadas en el aire y grité como una alocada mientras veía que se acercaba hacia nosotros, pero su atención estaba en la otra chica. Mejor para mí; intenté como pude, revolviéndome como una niña en un especial de Halloween, mover la camilla hacia mi hermano. Seguramente era inútil, pero todos los instintos me gritaban que me alejara de ese tipo.

Conocía a la muchacha, lo que hacía más probable que le convirtiera primero a ella en vampiro y a los demás sólo nos chupara la sangre. Quise llorar mientras seguía revolviéndome y chillando como una loca, mientras que la desconocida prefería quedarse callada y guardar su dignidad.

Tengo entendido que ya habéis tenido la suerte de ver nuestros experimentos en persona. Me gustaría conocer vuestras impresiones.

¡Malas, muy malas! —grité horrorizada y con los ojos llenos de lagrimones—. ¡Por Jesucristo, señor vampiro, no nos convierta a mi hermano y a mí!

No está mal, si os han dado miedo es que Hojo está haciendo un buen trabajo —el vampiro jefe se mostró complacido desde su asiento, mientras el científico cerraba la puerta—. Sin embargo… no hemos tenido la ocasión de probar el experimento en Caballeros de la Orden. Como comprenderéis, vosotros seréis los primeros.

Oh dios santo mío. Necesitaba una cruz ya. Aquel monstruo quería invadir de vampiros todo Bastión Hueco, que todos nos chupáramos los fluidos vitales los unos a los otros. No quería, bajo ningún concepto, imaginar la Orden con un sólo vampiro entre sus filas, y mucho menos que fuera uno de nosotros. Aquella idea era horrible y desgarradora.

Adelante, ¿quién se ofrece voluntario?

¡Yo no! —grité escandalizada, viendo al científico loco con una aguja gigantesca en la mano. Encima eso, ¡agujas!

Yo me ofrezco.

Nuestra nueva compañera parecía ofrecerse para el sacrificio, lo cual era muy noble por su parte. Pero en mi cabeza no cabía la posibilidad en absoluto de que nos fueran a dejar libres; todo lo contrario. Nos chuparían luego la sangre a nosotros o nos meterían en un tubo con líquido verde para preservarnos y experimentar con nosotros. ¡Por dios santo, podían hacernos de todo, y yo sólo tenía ajos!

Me revolví en mi sitio, incluso estando perfectamente atada, de un lado a otro. ¡Y una mierda iba a quedarme quieta ahí! Estaba esposada, atada por el tronco, ¡pero ni con esas me iba a dejar que me chuparan la sangre!

Intenté dos cosas: la primera, desplegar mis alas de golpe para ver si cortaba las cuerdas o al menos las debilitaba. Tanto si lo lograba como si no seguiría pataleando, de un lado a otro, hasta que pudiese tirarme contra el lado de la chica nueva para tirarla también y evitar que la convirtieran; y si lograba liberarme de las cuerdas, invocaría la Llave Espada y apuntaría (de mala manera) su punta hacia el cuello del vampiro jefe, esperando que la luz le asustara algo. En caso de no soltarme, intentaría ante todo pegar una patada a las piernas del tal Hojo y después intentar levantarme con la camilla a la espalda... Aunque bueno, aquello no sonaba tan inteligente. Pero estaba aterrorizada y no podía quedarme quieta.
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Re: [El Mundo Inexistente] Un mensaje de las penumbras

Notapor Sombra » Lun Ago 10, 2015 1:30 am

La lluvia. Victoria no pudo huír para avisar a la Maestra Shinju como le había pedido. Aquel diluvio, que era peor de lo que había visto antes cuando habitaba el mundo entorpecía por completo mis movimientos, apenas podía ver mis brazos extendidos portando mi látigo preparado para atacar y defenderme con él en cualquier momento. Mis oídos estaban taponados, y solo podía escuchar la lluvia, pero estaba ahí. Aún podía ver a aquel hombre frente a nosotros. Lancé el hechizo que había materializado logrando cegarle. Empecé a correr, y escuché detrás los pasos de Victoria. Nuestro enemigo no pudo cogernos, al menos su ceguera duraría lo suficiente como para que pudiésemos alejarnos de allí.

Abandoné el callejón sin determe y corrí el resto de la calle, pero cuando miré hacia atrás... Victoria ya no estaba. En el callejón solo estaba aquel enorme hombre, todavía cegado, y el muchacho de cabello rosa. ¿Acaso había escapado por otro lugar? No sentía su corazón cerca, por lo que debía ser así ya que tampoco había notado la presencia de sincorazón en ningún momento.

Escapé y atravesé las calles de la ciudad, tratando de alcanzar el rascacielos. La lluvia no dejaba de caer y sentía como mis pocas prendas se hacían cada vez más pesadas por el agua.

No fue un camino fácil, traté de coger un atajo saltando sobre unos cubos de basuras y pasando a través de una verja metálica y cuando giré una esquina, casi al lado de la plaza del rascacielos me choqué de lleno con la Maestra, que soltó un grito bastante adorable viniendo de ella.

¡Ah! ¿Pero qué haces dándome esos sustos?

—Mis disculpas, Maestra Shinju —hice una reverencia.

Shinju señaló la puerta de una casa abierta para que pudiésemos resguardarnos en ella unos instantes.

Dios, esto es terrible. Se supone que debéis estar entrenando conmigo en la sala del trono, no explorando esta ciudad de mala muerte. ¡Si Nanashi se entera me va a matar! —exclamó tomando asiento y escurriendo su pomposo vestido de estilo Gothic Lolita o tal vez Pastel Goth.

Eso es lo de menos ahora mismo. Traigo malas noticias —informé. Hice una pequeña pausa esperando captar la atención de la joven—. Victoria y yo recibimos unos mensajes de socorro por parte de alguna fuente desconocida. Decidimos explorar la ciudad, traté de ponerme en contacto con vosotros, pero algo interrumpía la señal. Nos encontramos a un muchacho que dice haber sobrevivido junto a otro grupo de supervivientes a un accidente de Nave Gumi, que presumo que podrían tratarse de más de cincuenta personas cuando fuimos atacados por unas criaturas humanoides que no eran sincorazón.

>>Escapamos por los pelos, pero nos encontramos a varios miembros de los Villanos Finales por el camino. Una de ellas era Barbaricia, usuaria de magia de viento, uno conocido como Zande y el superviviente describió a un payaso, asumo que se trata de Kefka. También mencionó algo de unos experimentos, por lo que deduzco que tienen un equipo de científicos en sus filas.

>>Logré incapacitar temporalmente a Zande cegándolo para que Victoria y yo pudiésemos escapar a salvo. Pero ella ha desaparecido sin dejar rastro. Ni siquiera con mis poderes sincorazón he logrado sentirla... Y eso es todo mi informe. ¿Usted ha descubierto algo, Maestra?

Pues yo estaba tan tranquila en el… Bueno, ya sabes, en el rascacielos, investigando algunas plantas y habitaciones, lo típico, ¡y de pronto por el ascensor subieron un montón de monstruos! Pensaba que solo había sincorazón, y se suponía que contigo no corrían ningún peligro, pero mira… Como les pase algo me la cargo. Así que más te vale ayudarme, chico sirviente.

Ni hacía falta que me lo ordenase. Es más que evidente que pensaba ayudarla, Maestra. Son mis compañeros al fin y al cabo, sus vidas están en peligro —afirmé—. Antes vi hacia donde se dirigía Barbaricia, creo que en aquel lugar podríamos encontrar alguna pista. Sígame.

Dicho eso, saldría de la casa con paso acelerado, pero tratando de mantenerme a una distancia prudencial de ella. La llevaría en dirección al callejón, hacia aquel bar.

Maestra, teniendo en cuenta que hay Villanos Finales de por medio... ¿No podría abrir un portal para traer refuerzos? Si Gárland está aquí no podremos hacerle frente y ya que no podemos comunicarnos con la base, alomejor sea la única forma de salvarles.
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Re: [El Mundo Inexistente] Un mensaje de las penumbras

Notapor Tsuna » Jue Ago 13, 2015 12:59 am

Nikolai Everard

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¡Oye, espera!

Simon se detuvo un instante y alzó la vista, de reojo.

¿No te ha enseñado tu madre a explorar sin ir dando gritos?

El aprendiz no tuvo problema ninguno para saltar al piso inferior, siendo ya incapaz de volver atrás. Desde allí se podía escuchar el gruñido de alguna que otra criatura de esas, que caminaba con pasos torpes por el depósito. Y sin esperar más, Nikolai le lanzó las posibles preguntas que se le ocurrieron. Simon no respondió de inmediato, al contrario, se mantuvo sereno y atento.

Tengo cierto interés en saber que se le ha perdido por aquí al actual alcalde de mi mundo de origen.

No sé lo que trama Mateus aquí, pero no debe ser nada bueno.

¿Qué me puedes contar acerca de esos monstruos y cuando empezaron a invadir las calles de este mundo? Y otra cosa, ¿tienes idea de que puede estar interfiriendo en la señal de los móviles? No permite ni llamadas, ni mandar mensajes. Pero sí recibir unos mensajes borrosos de una terminal anónima.

Nikolai aprovechó para investigar las cajas apiladas que había allí, ya muy viejas. Eso daba a entender que esa zona no era muy transitada por los supuestos Villanos Finales. Simon, entretanto, explicó sorprendido por las preguntas que había formulado.

Mira chico, no vivo aquí, ¿sabes? No llevaré más de tres horas en la ciudad, y nada más pisar tierra me empezaron a perseguir, como imagino que te habrá sucedido a ti. Y sobre las señales… No lo sé, pero está claro que provienen de este lugar. ¿Y de dónde habías dicho que eras? —preguntó de improviso, entre tanta teoría. ¿Acaso le había pillado, o no terminaba de creerse su historia de ser un viajero?

Como fuera, Simon avanzó por el único pasillo disponible, de un blanco reluciente y lleno de azulejos. El aprendiz en cambio encontró en una de las cajas un frasco de cristal muy sucio y lleno de tierra. Si lo limpiaba se daría cuenta de que se trataba de un Éter en perfecto estado.

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Nikolai encuentra: Éter x1
Te lo he añadido ya a la ficha, dejando cinco en total.


Simon esperó, ya a mitad del pasillo, a que Nikolai le alcanzara. Quizás temeroso de no seguir avanzando solo… o de dejar al chico atrás sin ayuda. Una vez le hubiese alcanzado, el hombre de Tierra de Partida empezaría a relatar, a la par que avanzaba poco a poco:

He estado pensando. Esas cosas no son sincorazón, y visto su comportamiento, no parecen muy inteligentes. ¿Pero no te ha resultado extraño el que te ha seguido? También me intentaron acorralar antes, como si ya supiesen por dónde avanzar o qué caminos tomar. Suerte que el fuego les hace daño, porque de lo contrario no estaría aquí —Tragó saliva y se detuvo ante una bifurcación, cuyo camino de la derecha daba a una puerta de acero y blindada, con toda la pinta de haber sido construida allí, en lugar de con el edificio. Estaba cerrada y tenía una ranura electrónica donde insertar una tarjeta, pero ninguno de ellos disponía de ninguna, así que no les quedó otra que seguir por la izquierda—. Hace poco una nave de pasajeros de la Federación desapareció sin dejar rastro. Unas pocas investigaciones nos alertaron de que los sincorazón podían estar detrás pero, si todos estos monstruos fueron personas, ¿de dónde han salido, entonces? Pienso que ambos sucesos están relacionados. Y si alguien los está controlando desde las sombras, podemos esperar lo peor.

Simon se detuvo de pronto, pues justo por un pasillo contiguo, a pocos metros de ellos apareció una figura pequeña, encorvada, cubierta por una capa raída y de color beige. No pudieron, sin embargo, discernir su rostro, a excepción de la escalofriante sonrisa y los ojos:

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Oh, conque sse han colado intrussoss en el laboratorio. —musitó, sin aparente sorpresa en su voz.

Simon invocó con rapidez una enorme llama roja en su mano, amenazando con ella al terrorífico ser que tenían delante.

Dame una razón de peso para no incinerarte aquí y ahora. A ver, ¿cómo te llamas?

La criatura borró su sonrisa y retrocedió un poco, pero sin intenciones de huir. Estaba claro que la situación no estaba a su favor, aún así, se tomó unos segundos para responder.

Sssscarmiglione ess mi nombre. Puedo guiaross, ssi estáisss muy perdidoss.

Simon miró por unos momentos a Nikolai, planteándose si él tenía sus mismos objetivos allí dentro.

¿Tenéis prisioneros encerrados aquí dentro?

Ess posssible. Normalmente esstán en el nivel máss bajo. —Y volvió a sonreír, de manera espeluznante, hacia Nikolai.

¿Y qué nivel es este? ¿Cuántos villanos más hay aquí contigo? ¿Hay algún lugar donde almacenen información sobre lo que está pasando? —interrogó sin compasión, para intensificar luego la llama de su mano. Simon no estaba para bromas ni engaños, porque si le daba por alertar de que había intrusos, posiblemente no volviesen a ver la luz del día.

Puesss el doctor Hojo, el Emperador, Sssande, y Barbaricia, me temo que no less podréiss ver, porque esstán en un experimento muy importante —Y se dio la vuelta, intentando que los dos Portadores se fijaran en el camino por el que había venido—. Por allí sse va a la habitassión del doctor, esstá llena de documentosss. Ssí en cambio giráiss a la izquierda una vez, y doss vecess más a la derecha, encontraréiss el elevador, que oss llevará a la planta que desséiss. Essta ess la ssegunda planta, y loss prissioneros sse recluyen en la cuarta, con loss experimentosss.

Simon le echó un vistazo a Nikolai, todavía con la llama en la mano, y alzó una ceja a la espera de sus impresiones.

¿Y tú, "viajero"? ¿Qué te convence más? No nos convendría separarnos y personalmente me gustaría ir a la habitación del profesor Hojo, pero si tienes otro objetivo en mente te intentaré ayudar. Rescatar personas es también nuestra tarea.

En definitiva, podía o bien ir a la habitación del supuesto científico llamado Hojo y buscar información, aunque se arriesgaban a que les pillaran. O bien acudir al ascensor para bajar al nivel más bajo y rescatar a posibles supervivientes que todavía tuviesen cautivos. ¿Pero no había dicho que los experimentos también estaban abajo? Igual era muy peligroso. Y vagar por ese lugar sin ton ni son también podía serlo, porque si se encontraban de frente a todos esos villanos sí podían darse por perdidos.

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Nikolai Everard:
VIT: 26/26
PH: 20/20

Saic:
VIT: 20/20
PH: 10/10


Ragun

Ni hacía falta que me lo ordenase. Es más que evidente que pensaba ayudarla, Maestra. Son mis compañeros al fin y al cabo, sus vidas están en peligro. Antes vi hacia donde se dirigía Barbaricia, creo que en aquel lugar podríamos encontrar alguna pista. Sígame.

¡Oh, estupendo! Pues vamos rápido, tengo… tenemos que encontrarlos pero ya —Acto seguido Shinju se levantó de su asiento y se puso en marcha, hacia la entrada donde estaba ahora Ragun, pero en el último momento se detuvo, alarmada—. Pero espera, no pienso terminar enferma por la lluvia. —Y activó su armadura antes de salir, el aprendiz era libre de imitarla también, a fin de cuentas en aquel mundo no vivía nadie y no había nada que ocultar.

Los dos salieron de aquella casa, bajo la lluvia que no paraba de caer y cada vez parecía hacerse más fuerte. Durante el recorrido les salieron al paso algunos sincorazón purasangres del tipo más básico: simples Sombras. No les costó derrotarlas o saltar por encima de sus antenas, a fin de cuentas iban a un paso rápido. Y cuanto más se acercaban a la zona del laboratorio, más densa se volvía la niebla, como cuando les atacó aquella horda en la casa.

No tardaron en llegar al mismo callejón donde Zande les había tendido una trampa. En ese momento no había nadie a la vista, tenían vía libre para acceder al supuesto club nocturno, cuyos letreros y carteles todavía brillaban tras la cortina blanca que flotaba en el ambiente, al fondo. La callejuela tenía varias vías de acceso, como unas escalinatas que subían un muro lateral hasta otra calle superior, o algún que otro callejón sin salida.

Maestra, teniendo en cuenta que hay Villanos Finales de por medio... ¿No podría abrir un portal para traer refuerzos? Si Gárland está aquí no podremos hacerle frente y ya que no podemos comunicarnos con la base, alomejor sea la única forma de salvarles.

Shinju se sobresaltó de pronto ante la idea de que estuviese allí el mismísimo Gárland, tragó saliva y, todavía encogida en sí misma, negó con la cabeza repetidas veces. El aprendiz lo único que había hecho era darle más motivos para seguir adelante, viendo el riesgo que corrían los aprendices.

¡No, no, no! Precisamente tenemos prisa porque no puedo volver como si tal. Y no hagas esto más difícil, ¿quieres? —afirmó no del todo convencida de lo que estaba diciendo, porque volvió a mirar preocupada, todavía tras el casco de su armadura, la entrada del club.

Shinju se puso en marcha con dificultad, todavía protegida con sus brazos, y no tendría problemas con Ragun por si quería ir delante. Es verdad que, de estar Gárland allí dentro, no saldrían vivos. Pero tenían muchos recursos para ocultarse y pasar desapercibidos, además de que eran muy poderosos los dos.

La puerta estaba abierta, y nada más poner un pie dentro una campanilla situada sobre sus cabezas empezó a sonar, indicando que, efectivamente, estaban entrando. Pero allí no había nadie a simple vista, el sitio estaba vacío y sin un alma. El club era enorme y se encontraba bien iluminado: de paredes rojas y lujosas lámparas de araña colgadas en el techo, con la recepción al fondo, donde podían verse algunas neveras, frigoríficos, y estantes repletos de botellas de todo tipo de vinos. Las sillas no estaban colocadas en su sitio, y junto a la pared izquierda se hallaba lo que parecía una pequeña pista en la que salían las cantantes a, bueno, lo que fuesen a hacer en ese tipo de lugares. A la derecha ya el club se volvía más grande y oscuro, pues había una planta inferior a modo de gran comedor, llena de mesas muy elegantes con platos de comida y botellas encima, así como macetas con plantas ya marchitas que, de encontrarse bien nutridas y regadas, hubiesen hecho del lugar un sitio espléndido. Pero todo aquello se había echado a perder y esa zona emitía cierto aroma putrefacto. En ese enorme comedor, además, se podían ver armarios con gavetas de las que sacar manteles, platos, velas, cerillas, y todo tipo de objetos típicos de un restaurante. En la entrada, al lado de la puerta, verían un grupo de máquinas tragaperras, y al fondo, cerca de la barandilla que separaba el gran salón de la barra, se encontraba una gramola enorme, de la cual salía una musiquita llena de marcha.

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¿No habías dicho que entraron por aquí? Pues estaré ciega, porque yo no veo a nadie. —expresó con cierto mal humor y nerviosismo, desmaterializando su armadura.

Sí que lo estás, querida —comentó de pronto una voz al fondo, sentada en una de las sillas de la zona oscura mientras se tomaba una copa, sonriente. Desde donde estaban no llegarían a verla bien, pero estaba claro quién era—. Yo que estaba aquí tan tranquila desconectando un rato de todo… Paso de ver cómo les inyectan esa cosa a esos aprendices de pacotilla.

Se trataba de Barbaricia, la misma que había visto Ragun con algunas personas inconscientes de las que ya no había ni rastro. Lo más lógico era pensar que los villanos tenían algún pasadizo oculto por el bar, ¿pero cómo acceder a él? ¿Quizás bastaba con encontrar un interruptor oculto, o quizás una botella falsa que sirviese de palanca?

¿Por qué no os sentáis y tomáis algo mientras llegan los demás invitados? Estaréis cansados, ¿no? —Dejó la copa sobre la mesa, con una maliciosa sonrisa en el rostro, fijándose concretamente en Shinju.

No tuvieron mucho tiempo para decidir, porque el chapoteo de unos pasos pesados avanzando por el callejón se hizo más fuerte, y si miraban por el cristal al exterior verían la peor de las situaciones: una horda enorme de aquellos monstruos, emitiendo gruñidos y quejidos, iba directa hacia el bar bajando por las escaleras y llegando por donde ellos mismos habían venido. La escapatoria era imposible.

¡Ah! ¿Pero cómo saben siempre dónde estamos? ¡Corre, busca algo, lo que sea! Debe de haber por ahí algún pasadizo secreto. Ignora a esa loca, no tenemos tiempo.

Qué falta de modales. Ya capturé antes a dos Portadores, aplastar a dos más no me supondrá ningún esfuerzo.

Shinju no se hizo de rogar y se adelantó a la pista, para luego ir a la barra, buscando a toda prisa algo que les permitiese avanzar. La puerta del club tenía cerradura así que Ragun podía sellarla con la Llave Espada, pero no tenía pinta de ser muy resistente, viendo cómo aquellas bestias habían entrado en la casa de antes. Y Barbaricia todavía se encontraba sentada, esperando a algo. La villana alzó la mano izquierda y Ragun empezó a sentir una brisa en la cara… ¿Era aquello un ataque, o qué?

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Ragun:
VIT: 97/108
PH: 41/54


Maka, Victoria y Nathan

¡¿Qué de qué eres?!

¡Es el vampiro jefe! ¡Matadle con fuego, con fuegooo!

¡No es un vampiro! O igual sí…

¡Silencio! —amenazó Zande desde atrás, invocando una peligrosa lanza que Victoria y Maka ya conocerían.

La conversación en el laboratorio prosiguió, y llegado el punto más importante, Maka Cross fue la única en ofrecerse como sacrificio para la tarea. Hojo mostró una enorme sonrisa, agarrando con fuerza la aguja y preparado para ir a por ella.

Sí, esa es la actitud. —confirmó las palabras de la aprendiz, extasiado.

Pero el científico no contaba con ciertas variables en su ecuación: Victoria extendió sus alas y rompió la cinta que la mantenía atrapada. Ni corta ni perezosa, insatisfecha por su logro, empujó la camilla de Maka a un lado, tirándola al suelo. Y para empeorar las cosas, Nathan cogió el impulso suficiente para ponerse de pie y avanzar con la camilla hacia la puerta, empujando a todo el mundo.

El primero en caer fue el doctor, que debido a la sorpresa no vio venir al aprendiz.

¡Ah! Niño del dem…

Pero para su horror fue la hermanita del mismo que le había empujado la que le dio una fuerte patada en la entrepierna, aprovechando que estaba todavía levantándose. Hojo cayó al suelo muy dolorido y la chica de las alas apuntó como pudo a Mateus con su Llave Espada, villano que ni siquiera se había inmutado ante la inesperada rebelión y todavía seguía sentado. Arqueó una ceja cuando le amenazó con la luz.

¡Zande, atrápalos! Asegurate de que sufran. —exclamó el profesor, todavía desde el suelo y sudando, con una expresión cargada de odio.

Aunque Nathan había logrado pasar a Mateus y Hojo, no pudo alcanzar la puerta por motivos evidentes: ante ella se encontraba Zande, un hombre enorme y musculoso. Éste lo agarró por el pescuezo, como si se tratara de una simple hormiga y de un manotazo lo lanzó contra la pared del fondo de la habitación, rompiendo las ruedas de su camilla y dejando sin aire al aprendiz. Luego, de improviso, un nuevo Zande se materializó tras Victoria y la agarró por el cuello, apretando con fuerza hasta dejarla sin aire. La fuerza de aquel hombre simplemente era sobrehumana, inexplicable.

El Zande original apareció frente a un Nathan asfixiado y, sin compasión, le pisoteó el pecho. El muchacho sintió una fuerte punzada en la zona donde se suponía que estaba el corazón, pero no llegó a más que un leve aturdimiento.

Ah… Conque esas tenemos, ¿eh? Muy bien —habló, más para sí mismo que para los demás, mientras recogía la aguja intacta del suelo y se situaba frente a Maka, cuya camilla había colocado un segundo clon del hechicero—, ¿querías empezar tú, niña? Adelante.

Le agarró con fuerza el brazo y se lo descubrió, dejando la piel al aire libre. A continuación le aplicó un torniquete para buscar la vena y le desinfectó la zona. Por último, la pesadilla dio comienzo. Alzó la aguja y la inyectó en su cuerpo. No se dejó nada, el líquido blanco entró en su interior sin posibilidad de dar marcha atrás.

Todos pudieron ver con espanto el proceso, y Maka en un principio no sintió nada raro. Sin duda, no se trataba de nada peligroso, solamente un susto, ¿verdad?

Sin embargo —empezó a relatar Hojo, todavía con aquella mirada llena de rencor hacia Victoria—, ¿qué sucedería si el suero funcionase de forma distinta en dos sujetos aparentemente iguales? Debo comprobarlo.

Y retrocedió, lavándose las manos en aquel poyo y rellenando otra aguja del líquido blanco contenido en el frasco. Zande, todavía con Victoria en el aire e inmovilizada, avanzó y la colocó en una camilla. Nathan no pudo hacer nada desde el suelo, sino mirar con terror e impotencia cómo aquel despiadado científico sometía a su hermanita al experimento solo por venganza.

Estoy seguro de que serás una estupenda conejilla de indias, ¿no te parece? ¿Cómo decías que te llamabas? Me aseguraré de que seas mi favorita.

Fue imposible evitarlo. Ejecutó el mismo procedimiento que con Maka, y Zande la mantuvo bien quieta durante el proceso. El líquido blanco entró en su cuerpo sin piedad.

Durante unos momentos no sucedió nada, pero al cabo de un rato todo empezó a cobrar realismo. En el lugar donde les habían clavado la aguja surgió una mancha oscura, que iba creciendo más y más. Comenzaron a sentir náuseas, dolor de cabeza, ¿se les nublaba la vista de vez en cuando, o era producto de su imaginación? Poco a poco fueron perdiendo la conciencia.

Por cierto, ¿dónde está Barbaricia?

Estaba en el bar. —expresó con cierta molestia, cruzando los brazos.

Así que es eso… Pues adelante, llevadlos abajo. Espero con impaciencia los resultados, Hojo.

Me divertiré bastante con ellos, especialmente con la de las alas. —Por su sonrisa comprendieron que aquello era solo el principio de una larga cadena de experimentos.

Una pena que no pueda saborear vuestros corazones, como hice ya con aquel aprendiz en Villain’s Vale. Zande, ve a por Barbaricia y dile que se de prisa, nos vamos.

Maka y Victoria terminaron por desmayarse. Nathan y el muchacho pelirrosa, en cambio, fueron asfixiados por un paño impregnado en cloroformo y cayeron redondos.

****


Estaba todo muy oscuro, a todos por igual les costaría levantarse. Y lo primero que vieron fue la celda en la que estaban encerrados y aislados. La única salida parecía ser una puerta de acero blindada con un mecanismo similar al de las esposas donde parecía encajar una tarjeta electrónica. Tanto Maka como Nathan tenían una así, lo que indicaba que ni siquiera se habían molestado en registrar sus pertenencias.

Maka, levanta. ¡Maka!

Margarita zarandeaba el cuerpo de Maka preocupada por el estado de su brazo, en el que tenía ahora un profundo moratón oscuro, como Victoria. Su piel estaba más pálida de lo normal, y sentirían que les costaba mucho andar. Incluso les pareció escuchar una voz que no provenía de ninguna parte, debían estar volviéndose locas.

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La verdad es que cuando nos capturaron nunca nos llegaron a traer aquí…

Si se atrevían a salir no encontrarían nada diferente: el ambiente seguía siendo igual de oscuro y tenebroso, las bombillas fundidas del techo y las paredes de hormigón daban a entender que estaban en una especie de almacén subterráneo o algo así. Y tenían dos caminos por los que seguir, izquierda o derecha. Ambos llevaban a la penumbra más profunda, pero solo un cartel indicaba su camino, concretamente el de la derecha: ”Tanque de especímenes”. Qué mal sonaba eso.

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Maka Cross:
VIT: 14/14
PH: 4/4
Estado alterado: Zombie.

Nathan Knight:
VIT: 4/8
PH: 2/4

Victoria Knight:
VIT: 6/8
PH: 2/2
Estado alterado: Zombie.

*El estado alterado Zombie tiene sus efectos particulares, algunos personajes ya habéis visto alguno de sus efectos secundarios. De momento os tocará a vosotros ir descubriendo el resto de sus efectos, solo aclarar que estaréis mareadas y os costará avanzar, tendréis algo de fiebre y náuseas. Victoria no puede agarrar los ajos, porque se debilitará todavía más, y Maka igual.

Aclarar también que las esposas se pueden liberar con las tarjetas que habéis encontrado al comienzo xD

¡Ánimo a todos!

EDIT: No, no perdéis las tarjetas al usarlas, don't worry.


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Fecha límite: Viernes 21 de Agosto.

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Re: [El Mundo Inexistente] Un mensaje de las penumbras

Notapor Maka Cross » Jue Ago 13, 2015 6:00 am

Antes de que entrase Mateus o me ofreciese yo para el experimento. Una chica se me había presentado. Si hubiéramos estado en otro tipo de situación, ya me hubiera presentado con gusto pero ahora no tenía cabeza para eso.

Sí, esa es la actitud. — Miraba de mala manera al científico llamado Hojo.

Quizás de ese modo los demás no sufrirían el experimento y quizás podrían escapar, o eso es lo que yo pensaba. Pensé también que ya no tendría escapatoria alguna, hasta que la chica llamada Victoria extendió sus alas y rompió la cinta que la mantenía atrapada, luego empujo mi camilla y por acto reflejo cerré los ojos.

¡Ah! Niño del dem…

Fui abriendo los ojos poco a poco. Vi como al científico loco le daban su merecido y si no fuera porque estuviésemos en presencia de enemigos, ya me hubiera reído. Era la primera vez que presenciaba este tipo de situaciones y me hacia ver la diferencia que tenía entre ellos dos y yo. Hacían cualquier cosa por tratar de escapar y yo estaba aquí como si nada.

¡Zande, atrápalos! Asegurate de que sufran. — Trate de contener la risa.

Las ganas de reír se habían ido después de ver lo que hacía con ambos, ahí sentí las inmensas ganas de tratar de forcejear para ayudarles. Igual sabía que mi fuerza no sería suficiente pero no quería que les hiciese daño. Aunque pusiera muchas ganas en forcejear, ya sabía de antemano que no serviría mucho con mi fuerza actual.

Mi ira hacia Zande iba en aumento y no solo era por lo que me había echo, también era por lo que le hacia a ellos.

Ah… Conque esas tenemos, ¿eh? Muy bien — Miraba molesta al clon. —, ¿querías empezar tú, niña? Adelante.

Ahogue el quejido que quería soltar al sentir como agarraba con fuerza mi brazo. Cuando alzo la aguja, trate de no desviar la mirada mientras me inyectaba eso. No quería mostrar miedo ante ellos y mucho menos ante la mirada de Mateus o Zande. Evidentemente tenía miedo de transformarme en una de esas cosas.

Sin embargo — Le mire confusa. —, ¿qué sucedería si el suero funcionase de forma distinta en dos sujetos aparentemente iguales? Debo comprobarlo.

¿Qué es lo que iba a hacer? ¿Acaso iba a someter a otro a ese experimento? Tengo que evitar que eso suceda, por algo me había ofrecido yo y si resultaba defectuoso el experimento, solo saldría yo perjudicada.

Estoy seguro de que serás una estupenda conejilla de indias, ¿no te parece? ¿Cómo decías que te llamabas? Me aseguraré de que seas mi favorita.

A pesar de que quería evitar de que sucediese eso, sabía que no iba a poder hacer nada. De nuevo sentía esa inutilidad o debilidad. Odiaba sentirme de este modo y por eso desvié la mirada para no verlo. Quería poder ayudar pero sabía que solo era nada más que una principiante.

De repente comencé a sentirme extraña. Tragué grueso por las náuseas y el dolor de cabeza que estaba sintiendo. Luego sentí como la vista se me nublaba a veces y trataba de parecer tranquila. ¿Qué estaba pasando?

Por cierto, ¿dónde está Barbaricia?

Estaba en el bar. — Trataba de ponerles atención a lo que decían.

Así que es eso… Pues adelante, llevadlos abajo. Espero con impaciencia los resultados, Hojo.

Me divertiré bastante con ellos, especialmente con la de las alas. — Apenas pude mirarle algo mal.

Una pena que no pueda saborear vuestros corazones, como hice ya con aquel aprendiz en Villain’s Vale. Zande, ve a por Barbaricia y dile que se de prisa, nos vamos.

Después de un rato todo comenzaba a oscurecer hasta que caí desmayada.

---


Al cabo de un rato recobre la consciencia. No tenía ganas de moverme. Me costo un poco de tiempo reaccionar y cuando lo hice, aun seguía inmóvil en mi sitio. Trataba de analizar lentamente todo lo que había pasado.

Maka, levanta. ¡Maka!

Abrí los ojos enseguida al escuchar la voz de Margarita, además de que era zarandeada por esta. Me fui reincorporando lentamente, aunque me costo mucho. Mire hacia los lados, aunque apenas se veía al estar todo oscuro. Pensé que alguien estaba hablando por ahí al escuchar alguna voz, pero trataba de no hacer caso a eso.

La verdad es que cuando nos capturaron nunca nos llegaron a traer aquí…

Entonces no nos podría indicar por donde ir, o es lo que pensaba cuando le escuche. Volví a tardar en reaccionar de nuevo, pensé que me estaba afectando la experimentación de Hojo. Negué para mi misma un par de veces y mire a Margarita algo aliviada esperando que no le hubieran echo nada.

¿Estás bien?— Le pregunte, esperando pacientemente alguna respuesta si hubiese alguna. —Margarita. ¿Podrías ayudarme?— Volví a esperar a alguna respuesta si la hubiese. —¿Podrías coger una tarjeta que tengo dentro del abrigo? Quisiera probar si sirve con las esposas.— Esperaba que la tarjeta siguiese ahí.

Si al final siguiese aun ahí la tarjeta y Margarita me ayudara a liberarme de las esposas, iría a liberar a los demás si no se hubiesen liberado antes. Trataría de responder las dudas que tuviera Margarita, si las tuviese claro. Dependiendo de lo que hagan los otros, los escucharía o esperaría para seguirlos y si no tomaría la iniciativa en tratar de abrir la celda con la tarjeta. Pensaría que el lado derecho es innecesario ya que ya se sabía que ellos estaban experimentando y no me interesaba tener pesadillas. El lado izquierdo era una de mis opciones si la puerta de la celda se abriese para tratar de escapar de este lugar junto con los demás, pero igual esperaría el lado que escogiesen los demás. En ese entonces estaría alerta en todo momento y si hiciese falta llamaría mi Llave Espada para estar a la defensiva, ya que no sabía si se podía llamar mi guadaña.
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Re: [El Mundo Inexistente] Un mensaje de las penumbras

Notapor Sombra » Mar Ago 18, 2015 4:55 pm

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¡Oh, estupendo! Pues vamos rápido, tengo… tenemos que encontrarlos pero ya —Shinju se levantó y caminó hacia donde estaba dispuesta a seguirme en busca del resto de mis compañeros, sin embargo se detuvo en el último momento—. Pero espera, no pienso terminar enferma por la lluvia. —Y activó su armadura antes de salir, el aprendiz era libre de imitarla también, a fin de cuentas en aquel mundo no vivía nadie y no había nada que ocultar.

Asentí con la cabeza e hice lo mismo no sin antes dejar atrás mi pantalón, que de todos modos ya estaba empapado. La armadura recubrió al momento todo mi cuerpo tras un intenso brillo que me envolvió durante unos segundos.

A su señal, Maestra.

Dicho eso, ambos abandonamos la casa en la que nos habíamos refugiado. Los sincorazón que salían a nuestro paso no eran rival para nosotros. Recordé con algo de ternura aquellos fatídicos días en los que había habitado aislado en aquel mundo, donde incluso una simple sombra me asustaba y me hacía huir despavorido. Ahora sin embargo, las sombras no eran nada más que un pequeño bache en el camino, un solo golpe con mis Cadenas de Memorias y eran eliminados. Era como si cortase un poco de mantequilla.

La niebla se hacía cada vez más y más densa a medida que avanzábamos por los callejones y largas calles de la ciudad.

Por aquí —señalé mientras me adelantaba por uno de los callejones que había utilizado como atajo. Mientras corría me sentí intranquilo. Los Villanos Finales estaban en El Mundo Inexistente... ¿Y si estaba él? Sentí un ardor en mi brazo izquierdo, el brazo que una vez había sido normal y ahora era una especie de mezcla entre garra sincorazón y brazo humano—. Maestra, teniendo en cuenta que hay Villanos Finales de por medio... ¿No podría abrir un portal para traer refuerzos? Si Gárland está aquí no podremos hacerle frente y ya que no podemos comunicarnos con la base, alomejor sea la única forma de salvarles.

La Maestra dio un respingo y se encogió mientras negaba con la cabeza con algo de aparente miedo, miedo que trataba de disimular a su manera.

¡No, no, no! Precisamente tenemos prisa porque no puedo volver como si tal. Y no hagas esto más difícil, ¿quieres?

Mis disculpas, Maestra —me mordí el labio para contener mis palabras y no decir que de verdad veía necesario traer refuerzos. Quizás Gárland no estaba allí, quizás. Aquella preocupación no podría sacarla de mi cabeza, pero debía mantener aquello apartado, al menos por ahora. Había al menos tres Villanos Finales, eso era lo único que sabía, quizás no hubiese más.

La puerta del bar nos invitó a entrar y el suave tintineo de una campanilla colocada para que sonase al entrar clientes nos recibió con una cálida bienvenida. No había nadie allí, solo las rojas paredes, las lámparas de araña de aspecto caro y una barra desde donde se podían ver varias neveras y baldas llenas de botellas de vino, probablemente de marcas muy caras, aunque como no entendía de vinos no podía saberlo. Había una antigua máquina de música que alguien había activado, y varias tragaperras estaban al lado de la puerta.

El lugar era enorme e incluso tenía en la parte izquierda una zona donde seguramente se podían dar conciertos. Hacia la derecha había una zona oscura que tenía un piso inferior que parecía ser un enorme comedor. Un escalofrío recorrió mi espalda cuando un leve olor a putrefacción llegó hasta mí. Las mesas, los platos y las botellas parecían haberse usado en algún momento, pero todo había quedado abandonado mucho tiempo atrás. Cuando veía aquella clase de lugares siempre me preguntaba lo mismo. ¿Qué había ocurrido con los habitantes de este mundo? Ni siquiera lo recordaba.

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¿No habías dicho que entraron por aquí? Pues estaré ciega, porque yo no veo a nadie. —preguntó con un poco de enfado.

Ssh —llevé mi dedo índice a mi casco justo a la zona en que coincidía con mi boca. Lo menos que quería era que nos pillasen, aunque la campanilla de antes ya habría hecho aquel trabajo.

Sí que lo estás, querida —interrumpió de pronto una voz familiar desde la zona más oscura del club.

Sentada con total tranquilidad mientras bebía una copa de vino (supuse) y con una radiante sonrisa estaba Barbaricia.

Yo que estaba aquí tan tranquila desconectando un rato de todo… Paso de ver cómo les inyectan esa cosa a esos aprendices de pacotilla.

¿"Esa cosa"? —lancé una mirada afilada e invoqué mi llave espada—. Será mejor que abras el pico, Barbaricia. ¿Dónde está el laboratorio? Haré arder este lugar hasta los cimientos si es necesario hasta que lo encuentre, eso te incluye a ti.

Lo lógico era pensar que había un pasadizo secreto, pero el lugar era demasiado grande.

¿Por qué no os sentáis y tomáis algo mientras llegan los demás invitados? Estaréis cansados, ¿no? —Barbaricia dejó la copa sobre la mesa y nos observó con una mirada maliciosa.

Escuché tras nosotros el sonido de decenas de pasos viniendo del callejón. Al girarme pude ver como una enorme horda de monstruos se acercaba hacia nosotros. Aquellos zombies iban a entrar, y por lo que ya había comprobado una puerta no iba a detenerles.

¡Ah! ¿Pero cómo saben siempre dónde estamos? ¡Corre, busca algo, lo que sea! Debe de haber por ahí algún pasadizo secreto. Ignora a esa loca, no tenemos tiempo.

¡Sí!

Qué falta de modales. Ya capturé antes a dos Portadores, aplastar a dos más no me supondrá ningún esfuerzo.

<<Dos novatos>> Quise añadir, aunque preferí callarme y hacer caso a la Maestra, que ya había empezado a buscar en todas partes un botón para entrar al laboratorio.

De pronto, Barbaricia levantó su mano izquierda y una extraña brisa empezó a golpear suavemente mi cara. No podía ser nada bueno, por lo que contuve mi respiración y levanté mi llave espada apuntándola.

<<Láser Oscuro>> Pensé convocando dicho ataque, el cual disparé contra ella.

Quietecita —rugí dando largos pasos hacia ella—. Muéstranos el laboratorio. Tú sola no podrás con nosotros.

▪ Láser oscuro (HM) [Nivel 7] [Requisitos: Afinidad a Oscuridad, Flama Tenebrosa] El usuario comprime una Flama Tenebrosa y la expulsa en forma de fino rayo laser que alcanza grandes velocidades y una larga distancia.
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Re: [El Mundo Inexistente] Un mensaje de las penumbras

Notapor Drazham » Vie Ago 21, 2015 7:00 pm

Mira chico, no vivo aquí, ¿sabes? No llevaré más de tres horas en la ciudad, y nada más pisar tierra me empezaron a perseguir, como imagino que te habrá sucedido a ti.

Bueno, al menos llevas más tiempo que yo por aquí —añadió, notando el retintín en las palabras de Simon, mientras curioseaba la pila de cajas. Estaban lo bastante viejas como para pensar que ni se tocaban desde hace una buena temporada—. Supuse que algo más sabrías, por eso preguntaba.

Y sobre las señales… No lo sé, pero está claro que provienen de este lugar.

Nikolai ladeó la cabeza, parándose a pensar en el asunto de las interferencias y los extraños mensajes. Si el foco de las señales se encontraba realmente por aquellas instalaciones, no sería de extrañar que fuese cosa de esos Villanos Finales.

Lo que significaba que los mensajes de auxilio podían ser una completa farsa. Y a la vez, una trampa para atraer a incautos… como ellos. Puso los ojos en blanco y siguió buscando entre la montaña de cartón polvoriento. Maldecir a Shinju y su genial idea de saltarse el entrenamiento (lo prefería mil veces a aquello, por muy deprimente que fuese) no le ayudaría a salir con vida.

¿Y de dónde habías dicho que eras?

Dejó de remover las cajas al instante de escuchar la pregunta de Simon, alertado, pero tratando de mantenerse sereno. Era de esperar que el hombre no tardase en dudar de la excusa del viajero. Pensó en algo lo antes posible para no levantar más sospechas.

Y no le hizo falta pensárselo mucho. Tenía la respuesta idónea:

De Ciudad de Paso —alegó, dándose la vuelta para encarar a Simon—. Ya he mencionado antes que tenemos a nuestro querido Mateus Palamecia por alcalde, ¿verdad? Los ciudadanos están muy contentos con él, pero tiene un no-se-qué que no me termina de convencer. —<Como el engañar a vecinos para transformarlos en Sincorazón, por ejemplo>, pensó con resquemor—. Dicen por ahí que lo sometieron a juicio en la nave de la Federación por un par de asuntos turbios.

La historia del juicio, sí. Se enteró de que hace unos meses, los de la Federación llevaron al líder de los Villanos Finales a los tribunales, pero acabaron absolviéndole por falta de pruebas que lo incriminasen. O su sistema judicial dejaba mucho que desear, o el hombre tenía más recursos de los que imaginaba.

Inmerso en sus pensamientos, tardó en cerciorarse de que en uno de los pliegues de las cajas había algo encajado. Al sacarlo, vio que se trataba de un frasquito de cristal cubierto por una buena capa de polvo. Lo limpió y estudió el líquido que llevaba dentro, el cual le resultaba familiar. El característico olor de los éteres le llegó a la nariz al abrirlo, y parecía en buen estado, por lo que se lo guardó en la chaqueta.

Acto seguido, se adentró por el único pasillo de la estancia hasta alcanzar a Simon, que se había adelantado, quizás para vigilar los alrededores. Avanzar por allí era lo más similar a estar paseándote por los pasillos de un hospital. Igual de lúgubre y silencioso, pero quitándole cualquier atisbo de calor humano que lo hiciese mínimamente acogedor.

He estado pensando —Simon irrumpió de sopetón, atrayendo la atención del aprendiz—. Esas cosas no son sincorazón, y visto su comportamiento, no parecen muy inteligentes. ¿Pero no te ha resultado extraño el que te ha seguido? También me intentaron acorralar antes, como si ya supiesen por dónde avanzar o qué caminos tomar.

Ahí tenía razón. De normal esas criaturas eran muy ruidosas y se las podía escuchar a kilómetros. Que aprendiesen a moverse en sigilo de la noche a la mañana era muy sospechoso.

Ahora que lo mencionas, cuando nos los encontramos por las calles… —Nikolai calló, consciente de que le había revelado el que no estaba solo. Prefirió dejarlo pasar, pues de primeras pensó que sería más convincente (y más sensato) que viniese acompañado a un mundo en aparente declive—. Siempre salían por cualquier bifurcación posible, salvo por alguna que se quedaba libre y nos daba la oportunidad de escapar. Era raro: nos habrían pillado en contadas ocasiones de no ser por ese detalle.

>>Al final acabamos separándonos y... el resto ya lo sabes.

Suerte que el fuego les hace daño, porque de lo contrario no estaría aquí

La cara que puso tras ese comentario denotaba el apuro del que habría salido por el canto de una moneda. Que fuese un afín a la debilidad elemental de esas cosas equilibraría la balanza más a su favor. Daba gracias de que Piro fuese el primer hechizo que se solía enseñar en cualquier clase de magia. No sería tan efectivo como las habilidades de un afín, pero al menos tenía con que defenderse.

Llegaron hasta un cruce de caminos en el que el de la derecha daba a una compuerta blindada que no pegaba en absoluto con el resto de las instalaciones. Nikolai se acercó para inspeccionarla con más detalle y halló una pequeña ranura por la que se podía insertar algo similar a una tarjeta. Se le ocurrió la idea de probar a abrirla con su Llave Espada, pero acabó descartándola, puesto que eso acabaría con su fachada de viajero extraviado.

Dejó la puerta y siguió a Simon por el camino de la izquierda, atento a las explicaciones del hombre.

Hace poco una nave de pasajeros de la Federación desapareció sin dejar rastro. Unas pocas investigaciones nos alertaron de que los sincorazón podían estar detrás pero, si todos estos monstruos fueron personas, ¿de dónde han salido, entonces? Pienso que ambos sucesos están relacionados. Y si alguien los está controlando desde las sombras, podemos esperar lo peor.

Civiles inocentes sometidos a experimentos y transformados en esas… cosas. De solo pensarlo le entraron escalofríos, sacudiendo la cabeza para borrarse esa imagen de la mente. Se mordió el labio inferior, repugnado (y a la vez aterrado) porque ese monstruo, ese malnacido que ejercía de alcalde en su hogar, estuviese detrás de todo.

Entonces, Simon frenó de golpe. Niko se paró también y le miró extrañado, pero al echar la vista al frente, su cuerpo se puso en tensión al atisbar al individuo que apareció en frente de ellos. Toparse con una segunda figura encapuchada le puso aún más en alerta después del percance con Kefka; era bajita, encorvada, y la tela que le cubría estaba hecha una porquería. Desde la capucha solo se podían discernir dos ojos pequeños y una grotesca sonrisa que acentuaba aún más su aspecto.

Oh, conque sse han colado intrussoss en el laboratorio —pronunció con un tono neutro. Alargaba las “eses” de una forma que daba repelús.

Nikolai alzó el brazo de inmediato y materializó su espada. Sin embargo, apenas tuvo oportunidad de hacer nada cuando Simon se le adelantó y apuntó al giboso con una vorágine de llamas que creó con un gesto de su mano.

Dame una razón de peso para no incinerarte aquí y ahora. A ver, ¿cómo te llamas?

La sonrisa de lo que fuese esa cosa se esfumó y retrocedió un par de pasos, amedrentado por el fuego. Titubeó unos segundos antes de responderle a Simon con su voz siseante.

Sssscarmiglione ess mi nombre. Puedo guiaross, ssi estáisss muy perdidoss.

Niko enarcó una ceja y agarró con más fuerza su arma. Entendía que el tipo tratase de ser prudente al encontrarse en inferioridad numérica, pero que se mostrase tan colaborador ya le olía a chamusquina. Simon le lanzó una mirada furtiva, a lo que el joven (tras meditarlo un par de segundos) respondió asintiendo con la cabeza.

Apoyó su espada en el suelo y dejó que Simon tratase con el tal Sacrmiglione, a ver que podían sacar de él.

¿Tenéis prisioneros encerrados aquí dentro?

Ess posssible. Normalmente esstán en el nivel máss bajo. —Nikolai miró con hosquedad al ser cuando este le mostró su retorcida sonrisa.

¿Y qué nivel es este? ¿Cuántos villanos más hay aquí contigo? ¿Hay algún lugar donde almacenen información sobre lo que está pasando?

El aprendiz tuvo que apartarse un poco de Simon por el calor que desprendían sus llamas, intensificándose con cada pregunta que escupía.

Puesss el doctor Hojo, el Emperador, Sssande, y Barbaricia, me temo que no less podréiss ver, porque esstán en un experimento muy importante.

<¿Es que no tienen ya suficientes monstruitos?>, frunció el ceño. Salvo el pseudónimo por el que se conocía al líder de la banda, ninguno de los otros nombres le sonaba. Contando a Scarmiglione, eso hacía un total de cinco villanos en las instalaciones.

Cinco dentro, pero… ¿Los había fuera? Niko tenía la corazonada de que sí.

Espera un momento. ¿Te dice algo el nombre de Kefka? Un chiflado vestido de payaso con ese nombre me atacó hace poco. ¿Está con vosotros? —Dejó caer aquellas preguntas, aguardando una posible respuesta.

Luego, Scarmiglione se giró hacia el pasillo por el que vino y dijo:

Por allí sse va a la habitassión del doctor, esstá llena de documentosss. Ssí en cambio giráiss a la izquierda una vez, y doss vecess más a la derecha, encontraréiss el elevador, que oss llevará a la planta que desséiss. Essta ess la ssegunda planta, y loss prissioneros sse recluyen en la cuarta, con loss experimentosss.

¿Y tú, "viajero"? ¿Qué te convence más? —le preguntó Simon, sin dejar de apuntar al jorobado—. No nos convendría separarnos y personalmente me gustaría ir a la habitación del profesor Hojo, pero si tienes otro objetivo en mente te intentaré ayudar. Rescatar personas es también nuestra tarea.

Nikolai se llevó una de las manos a la barbilla. Había demasiadas cosas a tener en cuenta: en primer lugar, él también estaba allí para buscar cualquier superviviente (o prisioneros, en este caso) por orden de Shinju. Concordaba con Simon en lo de no separarse; tenía el mismo objetivo, y no le hacía ni pizca de gracia andar a tientas por la guarida de unos lunáticos peligrosos.

Por otra parte… lo de los documentos de ese doctor sonaba muy, muy jugoso. Si encontraba cualquier dato que relacionase a los Villanos Finales con esos experimentos, Palamecia tenía los días contados. Con pruebas así, ya podía tener un buen As bajo la manga para librarse de los tribunales de la Federación y mantener su puesto de alcalde en Ciudad de Paso. Era perfecto para mostrar a todos la sabandija que era en realidad.

Vistos los beneficios que podía sacarle a su situación, sus preferencias eran obvias:

Entonces ya somos dos los que queremos ver esos documentos. Echamos un vistazo rápido y luego, vamos directos a la cuarta planta —le explicó a Simon la idea que tenía en mente. Luego encaró a Sacrmiglione y le señaló, lanzándole una mirada suspicaz—. Tú ve delante. Ya que te conoces el recinto, nos podrás indicar el camino perfectamente.

Si Simon estaba de acuerdo con él, dejaría que el individuo de la túnica raída les guiase, vigilándolo desde la retaguardia y a una distancia prudencial para evitar que huyese o que actuase de forma extraña. No guardaría la espada en ningún momento, aunque dudaba que llegase a usarla; Simon y su fuego eran mucho más convincentes que él.
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Ronda #7 - Un mensaje de las penumbras

Notapor Astro » Vie Ago 21, 2015 7:15 pm

El Piro no funcionó, pero levantarse con la camilla a la espalda sí. Victoria también hizo de lo suyo, liberándose con las alas, y entre los dos intentamos abrirnos paso hacia la libertad. Conseguí tirar al profesor chiflado, y mi hermanita le remató con una patada en la entrepierna.

¡Muy buena, Vic! —exclamé, sonriente, al observar la escena y cómo el hombrecillo se retorcía—. ¡Vámonos, corre!

No podía perder el tiempo, había que salir pitando de allí. Lo sentía mucho por los otros presos, y me daba una rabia infinita, pero estos tíos eran unos monstruos y nosotros éramos sólo dos novatos de los que los veteranos se habían olvidado, y no podíamos hacer nada por ayudarles sin que nos volvieran a atrapar.

¡Zande, atrápalos! Asegurate de que sufran.

Había dejado al profesor chiflado y al jefazo violeta atrás, y la puerta estaba mi alcance. Pero quedaba el musculitos al que acababan de ordenar que nos detuvieran, tapando la vía de escape con su cuerpo. Intenté embestirle y llevármelo por delante aprovechando la camilla de mi espalda, pero él fue mucho más rápido. Me agarró del cuello y, con una facilidad pasmosa, me lanzó volando contra la pared del fondo.
Tuve que reprimir los gritos de dolor apretando los dientes con fuerza. El golpe había soltado las cuerdas que me ataban, pero en ese momento estaba aturdido y me costaba respirar. Cuando quise intentar levantarme y aprovechar la oportunidad, fue demasiado tarde: había llegado hasta mi posición y empezó a pisotearme el pecho con brutalidad. Esta vez no pude evitar gritar por el dolor.

Entre forcejeos, conseguí que otro Zande agarraba a Victoria por el cuello, asfixiándola. ¡¿Había dos Zandes?!

¡S-suéltala! —intenté decir, esforzándome inútilmente por liberarme. Nada, no había manera, ese tío era demasiado fuerte... O yo era demasiado débil.

Ah… Conque esas tenemos, ¿eh? Muy bien. —Hojo recogió la aguja del suelo, que debía haberse caído durante el intento fallido de huida, y se acercó a la chica de las coletas—, ¿querías empezar tú, niña? Adelante.

No dudo ni un instante y, cuando encontró la zona correcta, le clavó la jeringuilla en el brazo. No pude mas que ver con horror cómo el líquido blanco entraba en el cuerpo de la chica, sin poder hacer nada por evitarlo.

Sin embargo, ¿qué sucedería si el suero funcionase de forma distinta en dos sujetos aparentemente iguales? Debo comprobarlo.

Miraba con ojos de salido a Victoria. Me retorcí con rabia e impotencia, siguiendo con mi inútil intento de liberarme, mientras el científico recogía otra jeringuilla de líquido blanco y el Zande que agarraba a mi hermana la tumbaba en una camilla.

¡Vi-Vic! ¡Dejadla en p-paz, monstruos!

Estoy seguro de que serás una estupenda conejilla de indias, ¿no te parece? ¿Cómo decías que te llamabas? Me aseguraré de que seas mi favorita.

No hubo manera de evitarlo, por mucho que me retorciese y soltase todos los insultos y amenazas que me sabía. Hojo inyectó el líquido blanco en mi hermana. Durante un momento de incómoda incertidumbre, no ocurrió nada. Pero no tardó en aparecer el primer síntoma visible en el cuerpo de las dos chicas: manchas negras en la zona donde les habían pinchado, que iban creciendo poco a poco.

Abrí los ojos como platos al verlo, muerto de miedo. ¿Qué iba a pasarle a Victoria ahora? ¿Se convertiría en...?

Por cierto, ¿dónde está Barbaricia?

Estaba en el bar.

Así que es eso… Pues adelante, llevadlos abajo. Espero con impaciencia los resultados, Hojo.

Me divertiré bastante con ellos, especialmente con la de las alas.

Atravesé con la mirada al científico, maldiciéndole mentalmente. Pero ahora, por mucho que me doliese, no podía hacer nada por ayudar a mi hermana, ni siquiera a mí mismo. ¿Por qué no me habían inyectado el líquido...?

Una pena que no pueda saborear vuestros corazones, como hice ya con aquel aprendiz en Villain’s Vale. Zande, ve a por Barbaricia y dile que se de prisa, nos vamos.

Un escalofrío recorrió todo mi cuerpo al imaginarme la escena. En aquel momento, además de odiar con toda mi alma a esta panda de lunáticos, no podía evitar pensar que todo esto era culpa de Shinju, Nikolai y Ragun. ¡Éramos novatos, por todos los mundos! ¡Y nos habían dejado solos en la boca del lobo!

No pude pensar más. Me pusieron un paño en la boca con algún tipo de sustancia química, que hizo que me desmayara al instante.

****


Uf, qué mareo. Me levanté poco a poco, frotándome una sien, mientras me esforzaba por recordar todo lo que había pasado. La misión, Petunia, los zombies que me perseguían, el desmayo, el secuestro, los experimentos, Victoria... ¡Victoria!

Móvil en mano para usarlo como linterna, rebusqué entre la oscuridad de la celda donde nos habían metido hasta encontrar su silueta (las alas la delataban). Me acerqué a ella corriendo, ayudándola a levantarse con cuidado.

¿Estás bien? ¿Cómo te sientes? —Le puse una mano en la frente, comprobando si tenía fiebre o no—. ¿Sientes ganas de comerme o algo así...? ¡Voy a arrancarle la cabeza a ese Hojo como le encuentre!

Parecía estar estable, al menos de momento. Insistió en que cogiera sus ajos por si intentaba comerme, y aunque los cogí le di un capón en la cabeza para quitarle esa idea de la mente.

La verdad, en aquel momento agradecía la oscuridad de la zona. Procuré que mi cara no fuera iluminada por el móvil, para evitar que pudiera ver el miedo que tenía encima. Estábamos atrapados vete-a-saber-tú-dónde por una panda de chalados que nos querían usar como conejillos de indias, Victoria podía convertirse en un monstruo en cualquier momento, y por mucho hermano mayor que fuera no podía hacer nada para evitarlo. Además, tenía la sensación de que la gente de Bastión Hueco se había olvidado por completo de nosotros.
Genial. Fantástico. Sensacional. Tenía ganas de reventar la pared de un cabezazo por la maldita frustración que sentía.

Maka, levanta. ¡Maka!

La otra chica zarandeaba a la de las coletas, que se llamaba Maka al parecer, mientras que el chico del pelo rosa observaba la celda con detenimiento.

La verdad es que cuando nos capturaron nunca nos llegaron a traer aquí…

Teníamos que movernos. Lo primero era lo primero, salir de allí y quitarnos estas dichosas esposas. Curioseé tanto el mecanismo de la celda como el de las esposas, y los dos tenían el mismo diseño: en lugar de una llave, parecía tener la ranura para una tarjeta electrónica. ¡Como la que tenía en el bolsillo!
La saqué a toda prisa, procurando que no se me cayera al suelo, y la utilicé para liberar primero a mi hermana y que ella hiciera lo mismo conmigo.

Escuchad, me llamo Nathan. Ella es mi hermana Victoria. —La señalé, y esperé a que los demás se presentasen también—. De alguna manera esta tarjeta que me encontré sirve para abrir los mecanismos de este sitio, así que en marcha. Hay que... Encontrar ayuda.

Utilizaría mi tarjeta para soltar a cualquier otro que todavía tuviera las esposas, aunque la tal Maka también tenía la suya propia y también estaba haciendo lo mismo. Abrí la puerta de la celda con decisión, decidido a no dejar que el miedo me venciese en esta situación. Inspiré, suspiré, y ayudando a Victoria a caminar si le hacía falta, salimos fuera.

El pasillo al que llegamos era igual de oscuro y húmedo que la celda. Con el móvil como luz para guiar el camino, poco tardamos en percatarnos de que había dos rutas posibles: izquierda o derecha. Ambas a simple vista iguales, salvo que la de la derecha tenía un cartel que decía Tanque de especímenes.

¿Tanque de especímenes? ¿Qué de qué...?

No sonaba bien, pero la chispa de la curiosidad se encendió en mí. Si allí tenían más experimentos, tal vez encontrásemos alguna pista sobre lo que le estaba sucediendo a Victoria y cómo arreglarlo. O descubrir más sobre esta gente que nos había secuestrado, vete a saber.

¿Te parece bien que vayamos por aquí? —Señalé hacia la derecha, a lo que Victoria asintió—. Vale, pero con cuidado. Si te sientes mal dímelo, ¿vale?

Solos o acompañados, avanzamos con precaución hacia la derecha, hacia el tanque de especímenes. Allí tenía que haber algo que nos ayudara a salir de esta, tenía que haberlo... No podía perder la esperanza.

No ahora.

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[VK] Ronda #7 - Un mensaje de las penumbras

Notapor Soul Artist » Sab Ago 22, 2015 1:41 pm

Era como fuego para mí.

Sollozaba por la frustración de lo que había sucedido, por desconocer mi futuro a partir de aquel punto y por el dolor que lo que tenía en mi mochila me estaba provocando. No hacía contacto directo conmigo, pero podía notar su influencia incluso a varias capas de distancia. Y además, me sentía débil, blanda y hecha una mierda; estaba segura de que me había subido la temperatura del cuerpo y creía que iba a vomitar de un momento a otro. Eran los primeros síntomas del vampirismo.

Nathan vino a mi rescate mientras la otra chica, la desconocida, no se molestaba ni por presentarse y se iba con la tal Margarita. No es que estuviese en la situación más idónea para empezar a hacer amigas, pero aquel rechazo, recordando mi presentación anterior, me dolió incluso en aquel momento. O quizás no, quizás exageraba. No estaba segura de nada; todo me dolía y parecía que fuera a delirar en cualquier momento.

¿Estás bien? ¿Cómo te sientes? ¿Sientes ganas de comerme o algo así...?

Me hubiese gustado reír la broma a mi hermano, pero era incapaz. Me liberó de mis cadenas y esperó que yo hiciera lo mismo, pero mi primera reacción fue la opuesta; le empujé con brusquedad y me arrastré hacia una pared para arrinconarme allí y sollozar en paz. Tomé la mochila y la tiré en su dirección, dejándola aterrizar a sus pies.

¡Fuera!

Sollocé con rabia, dolor y gotas de sudor que se cruzaban con mis lágrimas. Notaba que me ahogaba en aquella celda, pero al menos me había quitado el peso de encima. Uno de los ajos rodó hasta él y lo miré con algo de odio, sabiendo que aquello era lo que había estado haciendo sufrir los últimos minutos.

Nat, los ajos. Los v-vampiros son... somos débiles a ellos. Si se me va la... Si me pierdo... Úsalos. No quiero m-morderte. No quiero...

Sollocé un poco más antes de poder reunir las fuerzas para liberar sus esposas. Después de eso, mientras él tomaba mi mochila, yo me quedé pegada en la pared abrazada a mis piernas, ignorando al resto del mundo. No me importó nada el resto de la conversación; sólo quería alejarme, que se pasara mi malestar general y, si podía ser, vomitar.

Al rato los grupos comenzaron a organizarse por sí solos y mi hermano vino a mí para ayudar a levantarme y que le rodease el brazo por el hombro. Me dejé llevar hasta la salida y me indicó un camino en concreto hacia no sé qué de tanques; sí, un tanque me vendría bien. Me pedía aplastar al drag queen ese con él si podía ser, y hacer explotar con un disparo al Hojo-Mojo ese. Afirmé con la cabeza en silencio.

Vale, pero con cuidado. Si te sientes mal dímelo, ¿vale?

Me siento como una piña caducada. —la sinceridad por delante, con un poco de humor, haría más cómodo el viaje.

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Victoria cede (temporalmente) la mochila con todas sus posesiones a Nathan. Todo hablado previamente con su hermanito.
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Re: [El Mundo Inexistente] Un mensaje de las penumbras

Notapor Tsuna » Mié Ago 26, 2015 2:00 am

Ragun y Shinju

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Ante las provocaciones de Barbaricia, Ragun no hizo otra cosa que alzar su Llave Espada y apuntarla de forma directa. Pero ese fue su principal error, porque de improviso el mismísimo aire le provocó un molesto corte en la cara, de arriba a abajo: empezando en la ceja izquierda en forma diagonal por su nariz hasta terminar en su mejilla derecha. Y eso fue lo que logró que el Láser Oscuro no le diese de lleno, sino en un hombro. Se habían herido mutuamente.

El disparo fue letal. Barbaricia cayó de espaldas con su mano derecha sobre el hombro contrario, ahora con una fea quemadura en la piel. La copa de la mesa cayó debido al temblor y derramó el vino. La villana expresó un gemido de dolor y alguna que otra maldición hacia Ragun y se levantó, bastante furiosa por el ataque sorpresa que le había dedicado el aprendiz.

Quietecita —amenazó él, mientras avanzaba hacia ella bajando por las escaleras que daban acceso al comedor—. Muéstranos el laboratorio. Tú sola no podrás con nosotros.

La mujer rió por lo bajo y se levantó, todavía dándose un masaje en el hombro herido. Debido a las penumbras de la zona del comedor Ragun no lograría ver muy bien el aspecto que le había dejado el láser, pero tenía pinta de escocer mucho.

¿Quieres saber dónde está el laboratorio? ¿Qué no voy a poder sola contra vosotros? Eres tan gracioso como pesado, ¿no te lo habían dicho nunca? Pues ya lo sabes. Tampoco sé cómo has averiguado sobre este lugar —Y se elevó en el aire con gracia, como sostenida por el mismo viento, dejando caer su larga melena dorada tras de sí—. Pero eso no importa, porque ninguno de los dos va a dejar este sitio con vida, en el peor de los casos Hojo os tomará como sujetos para sus experimentos. Mira, seré buena, si me suplicas quizás me plantee daros una muerte rápida y dolorosa. Sin duda será mejor destino que caer en manos de ese loco.

¡No le hagas caso! ¡Esa pirada no nos va a ayudar! Date prisa y busca algo por ahí. —exclamó la maestra a toda prisa, tirando botellas, vasos y platos por igual al suelo, abriendo la nevera y el congelador en busca de algo que no encontraba.

Barbaricia mostró una amplia sonrisa y su cabello comenzó a girar a su alrededor, adoptando el aspecto de lo que parecía un tifón de viento. Si el aprendiz decidía lanzar algún hechizo o atacar por su cuenta se daría cuenta de que todos los ataques fueron repelidos: en aquella forma Barbaricia sólo tenía un punto débil. Averiguarlo o no dependía de él.

»¡Presenciad el poder de la bellísima Emperatriz del Viento! —exclamó orgullosa, tras su nuevo escudo improvisado. Ragun sintió que el viento, el aire, se encontraba más revuelto, y las plantas se agitaban como si hubiese un pequeño vendaval dentro del recinto. Sin previo aviso Barbaricia alzó su mano, todavía protegida, y gritó—. ¡Maelstrom!

El resultado fue terrible. Las mesas, las sillas y todos los muebles del comedor salieron despedidos por los aires, dando vueltas y girando sin parar. Ragun no fue la excepción, pues se vio impulsado por una fuerza que no era capaz de repeler. Sus pies se separaron del suelo sin apenas darse cuenta, como si algo le hubiese golpeado en el costado y lo hubiese levantado en peso. Si se aferraba a algo varios armarios y botellas de cristal se encargaron de golpearle para que saliese volando alrededor de la villana. Recibió golpes y giró en todas las direcciones en medio de una tempestad que apenas le dejaba ver siquiera a Shinju o la entrada del bar, hasta en más de una ocasión un cuchillo o un tenedor casi le sacan un ojo. Incluso llegó a quedarse sin aire debido a la velocidad a la que se movía y a los golpes y giros bruscos que recibía.

¡Ah! —gritó Shinju, cubriéndose con sus brazos y agachándose para evitar el ataque, mientras todo a su alrededor salía despedido también por los aires y estallando.

El hechizo había resultado fatal para el chico, que acabó alejado de la escalera que daba al primer piso donde estaba la maestra, tirado sobre un charco de lo que parecía salsa de tomate con albóndigas. La cabeza le daba vueltas y las arcadas, si había desayunado algo, harían mella en él. Luego estaban los golpes y los moratones, se había estampado contra los armarios, se le habían roto botellas en la frente y varias mesas le habían golpeado con violencia en el estómago y los brazos, además de quedar enganchado en más de una lámpara. Barbaricia rió por lo bajo, divertida y viendo su estado.

Vaya, ya llegan los invitados. Estoy convencida de que les encantará el ambiente que tenemos en el local. —Se aseguró de remarcar la palabra “ambiente”, como si fuese algo especial, o como si hubiese algo especial en él.

La puerta del bar se abrió de par en par y los monstruos comenzaron a entrar, gimiendo y expresando gruñidos de amargura, como almas en pena. La campanilla resonó sin parar, dando a entender que la puerta estaba en constante movimiento por las bestias que entraban a base de golpes y movimientos bruscos.

Entonces Shinju pasó a la acción, y aunque Ragun no logró ver lo que sucedía, sí le advirtió desde arriba.

¡Ahora, chico sirviente, date prisa! ¡Hazlo, no te preocupes por nada, tú hazme caso!

Barbaricia, con una mirada confusa, deshizo el tifón amarillo y descendió hasta el suelo con elegancia. Miraba hacia un punto fijo, sin aparente sentido, y sonreía con malicia.

¿Hacer qué? Mírate, mucha palabrería y no eres nada. Desaparece de mi vista, me tienes cansada.

Acercó su brazo derecho hacia su costado izquierdo, seria y dispuesta a lanzar un último ataque. Estaba frente a Ragun apuntando… ¿a una pared? Fuera como fuese, Shinju le había dicho que lo hiciera, ¿pero hacer el qué? ¿Vencerla? ¿Salir corriendo? ¿Buscar por el comedor? Una pequeña marabunta de monstruos bajaba por las escaleras hacia donde estaban los dos, verlos así podía causar el terror en cualquiera, y las opciones eran limitadas: o salir de allí encontrando el laboratorio o morir en el intento.

El aprendiz podía acceder a donde se encontraba la maestra subiendo por el pequeño muro con la barandilla, adyacente a las escaleras. Frente a la barra y la enorme gramola que emitía la música. De todos modos tampoco tenía donde buscar, porque todo en el piso inferior estaba destrozado y no quedaba nada en su sitio. Si acaso, en la primera planta...

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Ragun:
VIT: 71/108
PH: 34/54


Maka, Nathan y Victoria

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¿Estás bien? —preguntó Maka, a lo cual Margarita se limitó a asentir con la cabeza, pálida.

A continuación le pidió que cogiera la tarjeta electrónica que le había entregado Raymon en sus últimos momentos, quizás imaginando que Mateus les iba a tender la misma trampa a ellos. De todos modos, eso era algo que nunca pudo averiguar, así que estaba de suerte. Tenía que limitarse a salir de allí con vida. Por otra parte, Nathan y Victoria compartieron un momento íntimo como hermanos que eran, necesitaban apoyarse y enfrentar la situación, a fin de cuentas, Victoria ahora era un monstruo, o estaba en proceso de convertirse en uno.

El grupo logró abrir con éxito la compuerta de metal con las tarjetas electrónicas y logrando salir al pasillo. Estaba todo oscuro, hacía frío y el eco de unas goteras en la lejanía no hacía del lugar algo agradable. Cualquiera con sentido común hubiese hecho lo mismo que el muchacho de cabello rosa, retroceder un paso.

¿Te parece bien que vayamos por aquí? Vale, pero con cuidado. Si te sientes mal dímelo, ¿Vale?

Me siento como una piña caducada.

Y los dos avanzaron hacia adelante, con Maka y Margarita, la cual no se separaba de la primera y, algo recelosa, la ayudaba como podía a avanzar. Nadie allí comprendía los síntomas de aquel suero blanco que les habían inyectado, ¿y por qué precisamente a Nathan y a los otros dos les habían dejado en perfecto estado? No se molestaron en comprobar sus pertenencias, seguros de que, aun siendo Portadores, no podían escapar de ninguna forma de esa celda. Y lo más interesante, sabiendo cómo era Hojo, sería comprobar las reacciones de todos ante el experimento: ¿se volvería Nathan contra su hermana y la otra chica si se transformaban y perdían la conciencia? ¿O terminarían todos infectados por igual? Era una auténtica paranoia propia de una mente retorcida y macabra.

¡No! ¿Qué pretendéis hacer, morir? No sabemos a dónde nos lleva ese camino, yo… yo tengo miedo, m-me quedo… Sí… —comentó el muchacho, un poco más rezagado que los demás, que ya se dirigían al supuesto tanque de especímenes.

Retrocedió un paso, sudando y con los ojos abiertos, se encontraba asustado, nada más. Y la idea de ir a ciegas por ese sitio no le gustaba un pelo, era lo más lógico para una persona normal. Pero pronto cambió de opinión, porque en la entrada de la celda surgieron seis aterradoras sombras con ojos amarillos, zarpas y largas antenas. Nathan y Victoria ya las habrían visto por la ciudad. Y eran seis, en un pasillo que no daba anchura suficiente a todas.

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Um… C-creo que retiro lo dicho, lo siento. ¡Lo siento! —Y corrió detrás del grupo.

Las seis sombras agrandaron sus garras y se lanzaron a por ellos a toda velocidad, como si se tratase de una cacería. Tendrían que correr a toda prisa y haciendo uso de todas sus fuerzas para que no les pegaran un violento corte en el brazo, porque volver atrás resultaba ya imposible si no querían perder el corazón. Y aun con esas no llegaron muy lejos, porque de pronto se toparon con una puerta metálica idéntica a la de la celda. Tuvieron que emplear la tarjeta electrónica, y como tenían dos en su posesión, pudieron pelearse o empujarse por abrirla o entrar antes dentro. Una vez pasaran todos y les bloqueasen el paso a las Neosombras cerrando de nuevo la puerta, escucharían golpes y zarpazos de las mismas, todavía detrás, intentando cazarlos.

Pero claro, habían ido al Tanque de especímenes, y sólo un científico loco como Hojo podía darle semejante nombre a ese sitio…

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Ignorad al monstruo ese xD


El lugar estaba alumbrado gracias a unas débiles bombillas amarillentas, y frente a ellos había una especie de recinto sellado con un cristal muy, pero que muy sucio. Apenas podían ver lo que había detrás. Disponían sin embargo de un único camino a la derecha que daba acceso a una puerta de metal con un pomo.

Al poco de estar allí una sombra se formó desde el fondo del tanque, acercándose cada vez más a los aprendices.Y cuando la tuvieron delante comprobaron con horror lo que era: uno de los experimentos de Hojo, un zombie (o vampiro, según el punto de vista). El monstruo comenzó a golpear el cristal con violencia, emitiendo gruñidos y quejidos de rabia desde el otro lado. Le siguieron algunas sombras más, que empezaron a arremeter todas a la vez.

No les quedó otra opción que avanzar, si no querían abrir la puerta electrónica a sus espaldas y dejar paso a las seis sombras. El recorrido se hizo insufrible, pues las criaturas les seguían sin descanso, intentando atraparlos en vano. Ni Margarita ni el otro chico, cuyo nombre nadie sabía, no dijeron nada, se limitaron a caminar cabizbajos, pálidos, imaginando que la cosa se volvería más terrorífica a medida que avanzaran más.

Me estoy poniendo enferma.

La puerta estaba abierta, pudieron pasar sin problemas al otro lado: un pasillo de metal, construído a pocos centímetros del suelo, con unas escaleras que daban a otra zona con una puerta normal y corriente. Al atravesarla alcanzaron una sala mucho más grande. La oscuridad era igual de densa que en la celda, pero gracias a numerosas vitrinas como la que acababan de ver se iluminaba levemente y podían tener una ligera de dónde se encontraban. En los tanques, repartidos por toda la sala, había monstruos iguales a los anteriores. Se vieron obligados a bajar unas escaleras para acceder al recinto y, nada más pisar tierra, una risa escalofriante resonó por todo el lugar.

Al fondo, junto a una enorme puerta de metal con otra cerradura electrónica, encontraron a alguien… Nathan le conocería como Petunia, pero se llamaba Kefka, el payaso del que le había hablado Raymon a Maka. Y se viró de pronto hacia el grupo, sonriente y con una mirada para nada benévola; les había escuchado entrar y pisar la pasarela de metal.

¡Vaya, vaya vaya! ¡Pero mira a quién tenemos aquí! Yo que quería cazar al móvil que habla y me encuentro con unos curiosillos… —Y avanzó unos pasos, agachándose y haciéndose el sorprendido—. Anda, pero si a ti te conozco, ¡me lanzaste fuego a la cara! Niño malo, niño malo.

Un payaso… Como el que dijo mi padre.

Kefka retrocedió hasta una especie de palanca con una bola roja en su extremo, la agarró y sonrió con más maldad todavía si era aquello posible.

¿Sabéis qué se guarda aquí? ¿Tenéis curiosidad? Si me dais la respuesta equivocada, algo malo pasará~ —Y jugueteó con la palanca.

No vamos a salir de aquí… por favor, que alguien responda algo bueno. —musitó el muchacho, detrás de todos y aterrorizado, desviando la vista a los monstruos que estaban encerrados, golpeando con fuerza las cristaleras.

Como los zombies se liberaran de los tanques, sí podían darlo todo por perdido. Aun así, tenían que aprovechar el entorno todo lo posible. Los monstruos no parecían fijarse en Victoria y Maka, sino en los demás, si sabían ocultarse bien y tenderle un ataque sorpresa a Kefka, o al menos abrir la puerta electrónica a su lado…

Y en cualquier caso, ¿por dónde había entrado Kefka? Nathan le había visto por última vez en la ciudad, ¿habría acaso otra salida en esa habitación? Desde esa posición no podían ver nada con claridad.

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Maka Cross:
VIT: 14/14
PH: 4/4
Estado alterado: Zombie.

Nathan Knight:
VIT: 4/8
PH: 2/4

Victoria Knight:
VIT: 6/8
PH: 2/2
Estado alterado: Zombie.


Aclarar que la puerta es enorme, Kefka se encuentra en el extremo más alejado con la palanca, el cerrojo electrónico donde usar la tarjeta está a mucha distancia de él, en el lado contrario. Aun así es una situación muy delicada, si vais varias personas se dará cuenta y… bueno, no os gustaría saber lo que pasará.


Nikolai y Simon


Espera un momento —interrumpió Nikolai, con la espada negra amenazante en la mano—. ¿Te dice algo el nombre de Kefka? Un chiflado vestido de payaso con ese nombre me atacó hace poco. ¿Está con vosotros?

Scarmiglione no se pensó la respuesta siquiera, de inmediato, cuando Nikolai terminó de hablar, la criaturilla negó con la cabeza.

Ni idea, no sssé quién esss. En essta sssiudad hay muchoss criminaless peligrossoss. Debéiss tener máss cuidado. —alegó con aquella siniestra sonrisa que ya habituaba a tener. Si estaba mintiendo o no, no había manera de comprobarlo.

A continuación el improvisado guía les indicó dónde estaban las habitaciones del profesor Hojo y el ascensor para moverse a placer por la guarida de los villanos finales. Simon tenía claras sus prioridades, ir a por los documentos que contenían información de toda aquella locura. Y la respuesta del aprendiz tardó unos instantes en llegar:

Entonces ya somos dos los que queremos ver esos documentos. Echamos un vistazo rápido y luego, vamos directos a la cuarta planta. Tú ve delante. Ya que te conoces el recinto, nos podrás indicar el camino perfectamente.

Scarmiglione asintió con la cabeza y respondió.

Claro, sssseguidme.

El ser comenzó a caminar despacio, a un ritmo lento y tranquilo. Atravesaron un enorme pasillo recubierto de azulejos blancos, pero muy oscuro debido a que las bombillas estaban fundidas. Lo único que alumbraba eran las luces provenientes de la salida y la entrada, y de la llama que Simon sostenía.

Lo más lógico es ir primero a por la información. No podemos movernos a ciegas en terreno enemigo sin conocer los detalles. Eres inteligente.

Salieron del pasillo y giraron a la izquierda, la única dirección posible, que daba a otro enorme pasillo, similar al de un hospital, con puertas y camillas por todos lados. Daba una sensación muy mala. Scarmiglione se detuvo frente a una puerta concreta y la señaló.

Ess aquí. Ahora no hay nadie, pero puede que no…

No tenemos tiempo.

Simon desvaneció la llama de la palma de su mano y se adelantó. La puerta, a diferencia de las que se habían encontrado hasta ahora era más normal, de madera, muy desgastada y antigua. La pintura se resquebrajaba por algunas esquinas, y otras ya estaban un poco podridas. Entrar fue pan comido.

El sitio estaba oscuro, como la cueva de un vampiro. Les llegó un olor un tanto raro, y había, además de libros y apuntes tirados, literalmente, por todos lados: mesas, sillas, suelo, estantes… Encontraron otra puerta en la pared derecha. Si la abrían comprobarían que daba acceso a una habitación contigua y todavía más oscura. Por mucho que forzaran la vista no conseguirían distinguir nada allí. Qué miedo.

Sobre el escritorio había una lámpara que iluminaba parcialmente los documentos. Simon esperó a que Scarmiglione entrara también y luego cerró la puerta. Quedaron los tres en el más absoluto silencio, la tensión se sentía en el ambiente. El hombre de Tierra de Partida empezó a mirar documentos de las estanterías, y debían tener cuidado de no pisar lo que estaba en el suelo, más con los zapatos sucios y llenos de gravilla. Porque como alguien entrara…

Mientras Scarmiglione avanzaba y, con curiosidad, miraba también los documentos de la estantería contraria a la de Simon, Nikolai pudo acercarse al escritorio, si no quería ir a la habitación oscura de al lado o no deseaba quedarse sin compañía. Fuera como fuese terminó encontrando un documento que hablaba sobre los experimentos, podía cogerlo y llevárselo o no.

Aquí no hay nada que involucre a Mateus Palamecia. Pero aquí dice que este proyecto se puso en marcha tras lo sucedido en Villain’s Vale. ¿Te suena ese sitio? —le preguntó Simon al chico, con la hoja en la mano. Hoja que no tardaría en guardarse en el bolsillo.

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Había muchas cosas donde poder elegir: desde papeles que hablaban de los experimentos actuales, hasta algo sobre corazones y llaves espada. Pero nada de aquello relacionaba a Mateus con los zombies, para su decepción. Sí podía intentar relacionarlo con los Villanos Finales, lo cual no le otorgaba suficientes pruebas. Los documentos eran más como unas anécdotas, planteamientos y locuras típicas de un chiflado. Como un diario.

Y por encima, pudo ver otro papelito que mencionaba a Scarmiglione, el ser que estaba situado justo a sus espaldas, sonriente y sin decir nada ni moverse. Simplemente esperaba a que terminasen lo que tuviesen que terminar.

De pronto se escucharon unos pasos por el pasillo, cada vez más cerca de la puerta. Simon hizo un gesto con su brazo libre para decirle a Nikolai que no hiciese ningún ruido, pero el eco indicaba que cada vez estaban más cerca. Y al final, se detuvieron frente a la habitación del doctor. No iba a ser tan fácil volver al ascensor. Bien podían ocultarse los tres en la habitación oscura sin saber lo que había allí dentro. ¿Y Scarmiglione? ¿Se iba a mover por su cuenta, o los iba a delatar?

La figura avanzó unos pocos pasos hacia la puerta, quedando justo delante. Y el pomo empezó a girar. No tenían más que unos pocos segundos para actuar.

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Nikolai Everard:
VIT: 26/26
PH: 20/20

Saic:
VIT: 20/20
PH: 10/10


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Fecha límite: Lunes 31 de Agosto.

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Re: [El Mundo Inexistente] Un mensaje de las penumbras

Notapor Maka Cross » Mié Ago 26, 2015 8:46 am

Antes de que pudiera levantarme y hacer lo que tenía planeado hacer, escuche lo que de repente me dijo Nathan.

Escuchad, me llamo Nathan. Ella es mi hermana Victoria. — Me presente sin demorarme un segundo. —. De alguna manera esta tarjeta que me encontré sirve para abrir los mecanismos de este sitio, así que en marcha. Hay que... Encontrar ayuda.

Cuando logramos abrir con éxito la compuerta, algo dentro de mi hizo que me aliviara al menos un instante. Aunque aun sentía esa tensión de que cualquier cosa podría pasar y eso no me calmaba del todo mientras íbamos avanzando.

¿Te parece bien que vayamos por aquí? Vale, pero con cuidado. Si te sientes mal dímelo, ¿Vale?

Me siento como una piña caducada.

Escuchar a esos dos, me hacían sentir una sensación extraña. Puesto que nunca había tenido hermanos, solo podría imaginar como se sentiría. Mientras los veía, de repente recordé como la tal Victoria se me había presentado antes pero omití el echo de pedir disculpas ya que no quería entrometerme ahora mismo entre ambos. Pensaba que no era momento para estar molestándolos. Nada más si lográsemos salir de esta, le pediría una disculpa a Victoria.

Al final tome el camino que siguieron ellos dos. Internamente agradecí el echo de que Margarita me ayudara a avanzar, ya que sabía que me iba a costar demasiado el hacerlo por mi propio pie.

¡No! ¿Qué pretendéis hacer, morir? No sabemos a dónde nos lleva ese camino, yo… yo tengo miedo, m-me quedo… Sí… — Mire de reojo al chico.

Verle asustado me hizo pensar del que quizás seria mejor que me quedara con él, pero opinaba de que era mucho mejor si el grupo permanecía unido.

Um… C-creo que retiro lo dicho, lo siento. ¡Lo siento! —Arquee una ceja.

No tenía el cuerpo como para poder defenderme de nuestros enemigos. Era la primera vez que los veía, pero me hicieron recordar a los que nos enfrentamos Rebecca y yo. Ahora que recordaba a mi maestra, esperaba que estuviese bien ella y Simon. Trataba de avanzar rápidamente para que no nos alcanzarán y cuando vi la puerta metálica, no perdí el tiempo y trataría de abrirla con la tarjeta. En caso de que Nathan llegará antes, le permitiría el paso para que la abriese él.

Suspire profundamente cuando la puerta se cerro tras nuestra y dejamos a nuestros enemigos atrás. Trate de no mirarlos y seguí adelante con la ayuda de Margarita, junto con los demás.

Un escalofrió recorrió mi cuerpo al ver un recinto sellado con un cristal, pensando que de la nada un bicho gigante y raro saldría. Trate de evitar pensar en eso pero cuando apareció ese ser que no quería ver más, no pude evitar dar un pequeño brinco y esperaba que esto no lo hubiesen notado. Miraba a Margarita y al chico de reojo para luego desviar la mirada al ver como estaban. Temía que de la nada pudieran salir esos enemigos y más al no estar en condiciones de moverme adecuadamente.

Me estoy poniendo enferma.

¿Y quien no se pondría enfermo con todo esto? Pensé para mis adentros mientras seguíamos avanzando. Trataba de evitar el mirar los tanques, estos estaban repartidos por toda la sala en la que habíamos pasado. Prefería no congelarme en el sitio otra vez. Cuando bajamos unas escaleras, me dio mala espina. La risa que escuche de la nada, hizo que pensará de que realmente había acertado de que cualquier cosa iba a pasar.

Nada más localizar de quien provino esa risa, reaccione enseguida recordando las palabras de Raymon sobre un payaso.

¡Vaya, vaya vaya! ¡Pero mira a quién tenemos aquí! Yo que quería cazar al móvil que habla y me encuentro con unos curiosillos… — Fruncí ligeramente el ceño. —. Anda, pero si a ti te conozco, ¡me lanzaste fuego a la cara! Niño malo, niño malo.

Un payaso… Como el que dijo mi padre.

Asentí ligeramente ante lo que había dicho Margarita, sin apartar mi mirada del payaso. Observar como el payaso agarraba la palanca, me hizo pensar de que realmente estábamos perdidos. No sabía a que especie de enemigo nos estábamos enfrentando, pero era seguro de que teníamos que hacer algo enseguida.

¿Sabéis qué se guarda aquí? ¿Tenéis curiosidad? Si me dais la respuesta equivocada, algo malo pasará~ — Le mire de mala manera al payaso.

No vamos a salir de aquí… por favor, que alguien responda algo bueno. — Cerré los ojos para luego abrirlos un poco angustiada.

Pensaba que aunque acertásemos la pregunta, igual iba a activar esa palanca. Desvíe mi mirada a aquellos seres que aunque estuvieran al otro lado, aun sentía ese miedo al verlos. No sabía si era cosa mía, pero me había fijado que esos seres no nos prestaba atención a mi y a Victoria. Mire entonces a mi alrededor algo apurada para luego mirar a los demás.

Dependiendo de lo que hiciesen o dijeran, seguiría el plan que dicten y si no, yo misma me acercaría a ellos y les susurraría sobre que se fijasen en los monstruos por si no se habían dado cuenta. Era porque parecía que estos no se fijaban en Victoria y en mi. Propondría el que yo tratara de atacar por sorpresa al payaso y escucharía sugerencias o otras ideas. Evidentemente si propusieran algo diferente, lo seguiría y trataría de ayudar lo máximo que pudiera.

En el caso de que aceptaran lo que propuse, propondría que en ese transcurro de tiempo en el que hiciera un placaje al payaso, seria para que ellos trataran de abrir la puerta. Antes de eso le abría dado a Margarita la tarjeta. Era evidente de que trataría de hacer lo que fuese para ayudarles, aun sabiendo que no podría salir bien por en el estado en el que me encontraba. También tendría en mente de que quizás ese enemigo era más poderoso y si diera el caso de que sirviera mi plan, trataría de retener al payaso con mi Llave Espada para que pudieran huir.
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Re: [El Mundo Inexistente] Un mensaje de las penumbras

Notapor Sombra » Sab Ago 29, 2015 3:46 am

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¿Quieres saber dónde está el laboratorio? ¿Qué no voy a poder sola contra vosotros? Eres tan gracioso como pesado, ¿no te lo habían dicho nunca? Pues ya lo sabes. Tampoco sé cómo has averiguado sobre este lugar

—¿Sois todos los Villanos Finales tan charlatanes? —rugí viendo como se elevaba en el aire flotando gracias a un fuerte viento que la rodeaba.

Su cabellera dorada se meció con el viento.

Pero eso no importa, porque ninguno de los dos va a dejar este sitio con vida, en el peor de los casos Hojo os tomará como sujetos para sus experimentos. Mira, seré buena, si me suplicas quizás me plantee daros una muerte rápida y dolorosa. Sin duda será mejor destino que caer en manos de ese loco.

Apreté el mango de mi llave espada y la desafié con la mirada.

Al final serás tú la que acabe suplicando.

¡No le hagas caso! ¡Esa pirada no nos va a ayudar! Date prisa y busca algo por ahí. —pidió Shinju. Muy a regañadientes debía obedecerla. Me limpié la sangre de la herida que Barbaricia me había hecho dispuesto a hacer lo que la Maestra me había pedido, sin embargo fue imposible.

¡Presenciad el poder de la bellísima Emperatriz del Viento!. ¡Maelstrom!

Fue un momento horrible. Todo salió por los aires. Nada quedó en su sitio.

Sentí como mi cuerpo se lanzaba de un lado para otro arrastrado por una fuerza arrolladora, invisible e intangible. No pude hacer nada para protegerme, mesas, sillas, botellas, cubiertos... Toda clase de cosas me golpearon, incluso si trataba de agarrarme a algo solo acababa soltándome a los pocos segundos. Aquel huracán que se había desatado me hizo dar vueltas y vueltas. Escuché a Shinju soltar algún grito antes de acabar yo mismo tirado en el suelo, tirado sobre los asquerosos restos putrefactos de un plato de albóndigas y tomate.

Me dolía todo el cuerpo, como si un grupo de matones me hubiesen pateado el trasero una y otra vez durante horas. Tenía varias heridas abiertas, seguramente por culpa de los cristales de las botellas de cristal que se habían estampado contra mi frente.

Vaya, ya llegan los invitados. Estoy convencida de que les encantará el ambiente que tenemos en el local. —Se aseguró de remarcar la palabra “ambiente”, como si fuese algo especial, o como si hubiese algo especial en él.

Me levanté justo cuando empecé a escuchar como la campanita tintineaba sin parar junto a los horrendos gemidos y alaridos de aquellos Zombies, o lo que fueran.

El tiempo se nos agotaba.

¡Ahora, chico sirviente, date prisa! ¡Hazlo, no te preocupes por nada, tú hazme caso!

La mujer fijó su mirada a un lugar en el que no había nada. ¿Acaso Shinju había lanzado magia ilusoria sobre ella?

¿Hacer qué? Mírate, mucha palabrería y no eres nada. Desaparece de mi vista, me tienes cansada.

Barbaricia apuntó a una pared, algo que podía aprovechar para dejarla fuera de combate antes de buscar la entrada al laboratorio.

Realicé un Impulso Tenebroso lanzándome contra ella tras la flama tenebrosa. Una vez el hechizo impactase en ella trataría de clavarle mi espada en algún punto vital, si así lograba matarla mejor. Una vez acabase el ataque revisaría si tenía algo de utilidad entre sus prendas y me lanzaría a buscar la entrada secreta al laboratorio empezando por trastear la gramola.


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▪ Impulso tenebroso (Nivel 5) [HC] [Requiere afinidad con Oscuridad; Habilidad Flama Tenebrosa; Velocidad: 6] El usuario lanza una Flama Tenebrosa y acto seguido corre tras ella ocultándose al enemigo a la que va dirigida para asestar una veloz estocada.
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[VK] Ronda #8 - Un mensaje de las penumbras

Notapor Soul Artist » Mar Sep 01, 2015 2:42 pm

Payasos. Encima de vampiros, tenían que atacarnos payasos que amenazaban con liberar más infectados esclavos del jefazo. Y encima conocía a Nathan, al cual noté un poco alterado cuando le vio. No parecían llevarse especialmente bien entre ambos.

Observé a mi hermano a los ojos y afirmé con la cabeza en silencio. Le hice una señal con la mano, imitando unos cuernos, y los dirigí hacia Kefka disimulando. Teníamos una estrategia*, y yo iba a añadirle un poco de pimienta al asunto.

Nathan hizo un acto para distraer al payasete y se lanzó a por él cuando no mirara, sujetándole con fuerza. El objetivo no era luchar contra él; era retenerlo lo suficiente para que yo me acercara y, aunque estuviese un poco débil, hiciese mi labor. ¿Que cuál era? Empezar a actuar como una buena vampiresa.

En cuanto tuve la oportunidad de atraparle un brazo, una pierna o el mismo cuello, mordería con todas mis fuerzas en su carne hasta provocar sangre al capullete. Si no me equivocaba, el contagio de los vampiros se pasaba por fluidos; si le mordía y chupaba su sangre conseguiría convertirle en uno de los nuestros, e igual así obligarle a empezar a trabajar a nuestros gustos.

Si funcionaba, escupiría la sangre tan rápido como pudiese al suelo después de atacarle.

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* Astro y yo teníamos hablada la estrategia desde hacía unos días, pero no ha podido postear y no sé si podrá hacerlo. Al estar ya hablado de antes supondré que puedo controlar ligeramente sus acciones, pero... Espero que aparezca, la verdad x_D

Siento el retraso, esperaba a mi hermanito u_u
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Re: [El Mundo Inexistente] Un mensaje de las penumbras

Notapor Drazham » Mar Sep 01, 2015 7:35 pm

Ni idea, no sssé quién esss. En essta sssiudad hay muchoss criminaless peligrossoss. Debéiss tener máss cuidado.

Demasiados, diría yo… —escupió Nikolai con sorna, apuntando con su arma al propio miembro de una organización criminal que se atrevía a alegar aquello con tal desparpajo.

Frunció el ceño ante la espeluznante sonrisa de Scarmiglione y apretó con más fuerza el mango de su espada. No sabría decir con claridad si la criatura decía la verdad, o se estaba burlando de ellos; con esa pasividad con la que hablaba era imposible descifrarlo. No quedándole otro remedio, optó por darle el beneficio de la duda… por el momento.

¿Nos vamos ya? —le preguntó, bajando la espada.

Claro, sssseguidme.

Scarmiglione asintió e inició una marcha lentísima, propia de alguien con su complexión y encorvamiento. Tanto él, como Simon, le siguieron por otro de esos lúgubres pasillos sacados de los hospitales y recintos típicos del género de terror en los que se llevaban a cabo experimentos inhumanos. Y que encima hubiese camillas desperdigadas por ahí le puso aún más de los nervios. De solo imaginarse que habrían atado en ellas a esos pobres viajeros…

Sacudió la cabeza y se dio un par de golpecitos en la sien. Pensar en esas cosas solo conseguiría revolverle las tripas.

Lo más lógico es ir primero a por la información. No podemos movernos a ciegas en terreno enemigo sin conocer los detalles —esclareció Simon, que actuaba a modo de linterna con sus llamas—. Eres inteligente.

Vaya, y tú muy amable —profirió, pasándose la mano por la nuca. Al menos su acompañante sabía articular frases que distaban de su bordería habitual.

La criatura harapienta les llevó hasta una puerta de madera que, por su deplorable estado, habría vivido tiempos mejores. Además de lo vieja y destartalada que estaba, no disponía de ninguna clase de dispositivo electrónico, como los de las otras puertas blindadas.

Ess aquí. Ahora no hay nadie, pero puede que no…

Nikolai puso los ojos en blanco y resopló con desgana. Sus sospechas de que el muy listillo se estaba quedando con ellos no hacían más que aumentar.

No tenemos tiempo.

Simon no tardó en echarle la mano al pomo y pasar adentro. Niko tampoco se hizo de rogar y le siguió, no sin antes pararse para echarle un último vistazo a la puerta. Había algo que no le cuadraba: si de verdad se trataba del estudio del doctor de la organización, ¿por qué una habitación tan importante carecía de las medidas de seguridad de las otras puertas?

Lo primero que pensó nada más entrar allí es que el tal Hojo no debía ser un tipo muy organizado. El suelo estaba inundado de papeles, carpetas y libros desparramados por doquier, y encima del escritorio, junto a la única fuente de luz del habitáculo, reposaba una pila enorme de apuntes. Lo poco que estaba clasificado (gracias a dios que algo de esa leonera lo estaba) se encontraba en las estanterías. También reparó en la salita contigua que había por el lado derecho, pero si ya tenían problemas de iluminación en la primera, con la otra ya ni decir que era imposible discernir que guardaba en su interior con lo oscura que estaba.

Lo que estaba claro es que les iba a costar lo suyo encontrar algo de valor entre tanto desorden. Fue entonces cuando al joven se le ocurrió una idea para agilizar el trabajo.

Saic, ¿puedes salir un momento?

El asistente virtual hizo acto de presencia al instante. Lo primero que hizo nada más salir al exterior fue mirar con aires de incertidumbre a Simon, pues le era un completo desconocido. En cambio, cuando su vista fue a parar a Scarmiglione, su reacción fue más dramática, retrocediendo, agitando las manos, y mostrando la expresión de mayor horror que su visor podía visualizar.

¡Señor Niko, hay un…! ¡Ay!

El aprendiz le dio un toque seco con dos de sus dedos al programa y le indicó que guardase silencio.

Lo sé, lo sé. Pero te he llamado por otra cosa. —Alzó el dedo índice de su mano derecha e hizo movimientos circulares en el aire, apuntando a las estanterías—. Necesito que busques cualquier clase de información sobre las criaturas blancas de antes. —En el caso de que Simon preguntase por Saic o le pusiese mala cara, añadiría—: Es mi acompañante de bolsillo, no te preocupes. Nos hará la vida más fácil en este mar de folios y libros.

Saic titubeó unos instantes, hasta que asintió agitadamente y voló hasta una de las estanterías a las que Simon no había llegado a mirar. A parte de que así buscarían más rápido, Niko pensó que con su capacidad de levitación, su asistente podría abarcar más terreno sin necesidad de remover los documentos del suelo y dejar pistas de que habían entrado. Además, también contaba con su función de toma de imágenes para copiar cualquier documento interesante sin necesidad de llevárselo y levantar más sospechas.

Como el resto ya se habían repartido, Niko se fue directo al escritorio (con cuidado de no pisar los papeles del suelo) para rebuscar en la montaña de papeles. Encontró de todo: fórmulas, hipótesis, apuntes varios… la mayoría eran conjeturas sin sentido o que ponían en clara evidencia la poca cordura del tal Hojo. Incluso halló notas que trataban por encima las Llaves Espada y los corazones (supuso que se referirían a “ese” corazón). Miedo le daba que los Portadores estuviesen en el punto de mira de esos chiflados.

Tras una búsqueda exhaustiva entre los desvaríos del doctor, encontró un informe que le llamó la atención. Nada más descubrir que trataba acerca de los experimentos que se realizaron, Niko se puso a estudiarlo de arriba abajo. Cuando terminó de leerlo, llamó a Saic para que le hiciese una copia digital. Cuantos menos papeles importantes se llevase, menos sospechas levantaría.

Y hablando de papeles… también halló por la pila uno en el que se mencionaba nada menos que a la criatura que les había hecho de guía. Le echó una mirada furtiva al susodicho, que mostraba su desagradable sonrisa, como de costumbre. Lo cierto era que no tenía ni la menor idea de lo que era. ¿Otro experimento, tal vez? Para salir de dudas ojeó el papelito. Total, no perdía nada haciéndolo.

Al final encontró bastante información de interés. Pero respecto a lo que estaba buscando en particular…

Aquí no hay nada que involucre a Mateus Palamecia.

Por aquí tampoco hay nada —admitió, insatisfecho, dejando caer un taco de folios en la mesa con desgana. No había ni un solo papel en el que apareciese su nombre o se le relacionase con los experimentos. Ese tipo sabía cubrirse bien las espaldas.

Entonces, Simon le mostró una hoja.

Pero aquí dice que este proyecto se puso en marcha tras lo sucedido en Villain’s Vale. ¿Te suena ese sitio?

¿Villain’s Vale? —pronunció con vacilación, arqueando una ceja—. Ahora que lo dices... me suena haber oído ese nombre en alguno de los rumores sobre Palamecia. Pero ni idea de lo que es eso.

Lo cierto es que no era la primera vez que escuchaba lo de Villain’s Vale. En el bastión le oyó mencionar a algún aprendiz cotilla algo sobre una “guarida” con ese nombre que tenían los Villanos Finales, pero poca cosa más. Nikolai le pidió amablemente al hombre de la gabardina el documento para echarle un vistazo. Se lo devolvería una vez lo leyese, pero no sin antes dejar que Saic lo copiase en su sistema.

Entonces, el silencio de la sala se quebró con el sonido de unos pasos que provenían de fuera. Los músculos del joven se tensaron al comprobar que las pisadas se acercaban cada vez más.

<Maldición…>

Su cerebro comenzó a carburar a una velocidad endiablada para planear una vía de escape. Más lo único que le convenció de sus potenciales ideas fue el aprovecharse de la oscuridad de la habitación contigua. Les indicó con un gesto rápido de su brazo a Saic, Simon y a Scarmiglione que pasasen adentro. Si el último ponía alguna pega o se negaba, trataría de llevarlo por la fuerza tirando de sus harapos, pero desistiría al primer indicio de que el pomo de la puerta se moviese y se escondería.

Por último, y antes de nada, le ordenaría a Saic que recogiese cualquier papel manchado que pudiese delatarlos y se los llevase consigo a la habitación, pues con su movilidad aérea era el que más fácil lo tenía. Y con lo que no pudiese cargar, se limitaría a ocultarlo con papeles limpios.

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Un recordatorio de que Saic empleará dos de sus habilidades raciales para sus acciones: sobrevolar el despacho de Hojo, sacar imágenes de los documentos, y ocultar los posibles rastros que Niko y los otros hayan dejado.

Memoria Virtual: Como ser virtual que es, Saic es capaz de comprimirse en datos e introducirse en aparatos electrónicos, como un móvil. También puede transferir a estos capturas de imagen y video que haya realizado.

Nanopropulsores: Permite a Saic desplazarse por el aire y alcanzar alturas no superiores a tres metros.
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Ronda #8 - Un mensaje de las penumbras

Notapor Astro » Mar Sep 01, 2015 7:37 pm

Agarrando bien a mi hermanita para que no se cayese al suelo, avanzamos hacia el tanque de especímenes. Me sorprendió bastante que Maka y la otra chica también nos siguieran, aunque parecía que el tío de pelo rosa se quedaba atrás...

¡No! ¿Qué pretendéis hacer, morir? No sabemos a dónde nos lleva ese camino, yo… yo tengo miedo, m-me quedo… Sí…

La aparición de sincorazón, neosombras para ser más concreto, hizo que reconsiderara rápidamente la situación.

Um… C-creo que retiro lo dicho, lo siento. ¡Lo siento! —exclamó, echando a correr tras nosotros.

¡Hay que darse prisa, vamos! —les dije a todos, apresurando la marcha.

Cogí con más fuerza todavía a Victoria, y aceleré todo lo que pude sin que ella se cayera al suelo. Por suerte, parecía que mientras corriéramos no nos alcanzarían los sincorazón, pero tuvimos que parar en seco cuando encontramos una nueva puerta metálica. Maka la abrió con su tarjeta, y no dudé ni un segundo en entrar a toda prisa y cerrarla en cuanto el último del grupo cruzó.

Suspiré, aliviado, recuperando el aliento. Menuda carrerita. Pero girar la cabeza para mirar el lugar al que acabábamos de entrar me dejó con la boca abierta. Así que esto era el tanque de especímenes...

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Pobremente iluminado, lo que más llamaba la atención era el cristal que separaba la estancia de esa zona. Parecía un tanque o una jaula para encerrar algo, aunque la suciedad no dejaba ver bien lo que había dentro... Hasta que nos acercamos un poco. Una gran sombra golpeó el cristal de pronto, provocando que diera un brinco en el sitio. Era algún tipo de monstruo, zombie, criatura... o vampiro, como habría dicho Victoria de no estar enferma. Y no era el único: otras sombras aparecieron junto a la primera, golpeando también el cristal.

Avanzamos poco a poco, con las criaturas siguiéndonos sin descanso a través del cristal.

Me estoy poniendo enferma.

Eh, vosotros dos. —Señalé a la chica que acababa de hablar, y después al tío de pelo rosa—. ¿Cómo os llamáis? ¿Cómo habéis acabado aquí?

La última pregunta también iba para Maka. Me respondieran o no, seguimos andando hasta que llegamos a una nueva sala que también tenía tanques con monstruos en el interior. Para mi frustración, no parecía haber nada que nos pudiera ayudar. Bajamos unas escaleras, y fue cuando todo cambió.

Una risa envolvió toda la estancia, poniéndonos alerta. No estábamos solos.

Junto a una puerta metálica al fondo de la sala, había una cara conocida. Ropa estrafalaria, cara del loco, y maquillado como un payaso. Petunia. No sería su nombre real, pero no tenía otra forma de llamarlo. Tuve que contenerme mucho, pero mucho, para no soltar a mi hermana y lanzarme a romperle todos los dientes. Pero con ella en ese estado, debía actuar con prudencia.

¡Vaya, vaya vaya! ¡Pero mira a quién tenemos aquí! Yo que quería cazar al móvil que habla y me encuentro con unos curiosillos… —Se acercó, haciendo muecas y espamientos—. Anda, pero si a ti te conozco, ¡me lanzaste fuego a la cara! Niño malo, niño malo.

¿Quieres otro, Petunia? —gruñí, dirigiéndole una mirada de pocos amigos.

Un payaso… Como el que dijo mi padre. —Ella también le conocía, genial. No tenía claro si eso era algo bueno o malo.

Retrocedió, hasta colocarse junto a una palanca. La agarró, y nos sonrió con una sonrisa cabrona. No hacía falta ser un cerebrito para saber que algo horrible pasaría si la apretaba.

¿Sabéis qué se guarda aquí? ¿Tenéis curiosidad? Si me dais la respuesta equivocada, algo malo pasará~

No vamos a salir de aquí… por favor, que alguien responda algo bueno.

Si no vas a ayudarnos, cállate —protesté. Ese tío cada vez me gustaba menos.

Tenía que hacer algo, y rápido. Miré de reojo a Victoria, y ella me respondió asintiendo con la cabeza. Hizo un gesto raro con la mano, como unas garras o unos cuernos, señalando hacia Kefka: la señal para que nos pusiéramos en marcha.

¡Eh, tía Petunia, ¿quieres el móvil que habla?! —Llevé la mano al bolsillo, agarrándo el móvil a toda prisa y activando el reproductor de música—. ¡Cógelo!

Lancé el móvil, en el que en ese momento sonaba música, de abajo a arriba formando un arco hacia el payaso. Lo hice con fuerza, de forma que el aparato fuera a pasar por encima de la cabeza del enemigo y éste tuviera que levantar los brazos o saltar para cogerlo. Cuando lo hiciera, sería cuando yo actuase.

Solté a mi hermana y me abalancé en ese momento contra Petunia, derribándole con un placaje cual fútbol americano. Si lo conseguía, me sentaría encima de él, le soltaría un buen puñetazo en la cara, y trataría de inmovilizarle los brazos con toda mi fuerza.
Esperaba que mi hermana tuviera las fuerzas suficientes para ayudarme, pateándole la entrepierna o algo así, aunque no esperaba que le mordiera. ¡¿En qué estaba pensando esta chica?! Si ahora no estuviese tan enfadado y airoso tal vez hubiera pillado su idea, pero sólo podía pensar en hacerle pagar al payaso por todas las penurias por las que estábamos pasando.

Si Petunia se resistía, no dudaría ni un segundo en darle un cabezazo para que siguiera tumbado. ¡Jódete, puto payaso!

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Todo hablado con mi hermanita~.
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