Aviso y me disculpo por el tocho-post que voy a poner, pero es la oportunidad perfecta
No fui el único que intentó frenar el avance de Ivan, sino que Fátima apareció corriendo a poca distancia de mi, también dispuesta a detener la locura que estaba a punto de cometer. Los demás se quedaron inmóviles, no sé si por miedo o simplemente estaban completamente inmersos en sus pensamientos después de todo lo que había sido dicho en pocos minutos.
Tal y como me esperaba, nuestro encuentro fue en vano. Ivan no solo había reaccionado antes que nosotros, sino que los frutos de su entrenamiento estaban mucho más que claros, pues se movía más rápido.
—
¿Destruir? — Escuché a Andrei—.
Más bien lo hemos redecorado a nuestro gusto.Lo que sucedió a continuación fue muy rápido. Nada más dar unos pasos hacia la mesa, una potentísima corriente de viento invadió la habitación, haciendo que las llamas de las velas se agitasen con violencia pero sin llegar a apagarse. Aquella fuerza invisible lazó a Ivan por los aires, y después de él fuimos nosotros quienes salimos volando.
Atravesando la habitación como una exhalación, aquella ráfaga nos estampó contra la pared con gran violencia, haciendo que viese un flash de luz blanco y se me escapase un sonoro quejido por el dolor.
—
Patético.— susurró la voz de aquel que estaba sentado.
Lentamente, la presión de la corriente cesó y la gravedad hizo los honores de despegarnos de la pared. Me estaba precipitando hacia el suelo, mi cuerpo atontado e incapaz de moverse, y además se me nublaba la vista cada vez más. Lo último que pude ver fue la figura que nos había repelido y como a mi lado, Ivan y Fátima también se desprendían de la pared... luego todo se volvió negro.
—
¿Eso es todo lo que podemos hacer? ¿Hasta aquí hemos llegado?Luego todo se apagó, hasta mis propios pensamientos. No había más que oscuridad y silencio... el olvido del dolor de mi cuerpo y las sensaciones que se apoderaron de mí en aquel castillo, todo se desvaneció.
Pero una cálida luz rompió al abrazo de aquel lugar oscuro. Primero un simple destello, que fue creciendo hasta rodearlo todo como el movimiento de las ondas en el agua.
A continuación vino una imagen. El cielo, de un color inusualmente cálido lo rodeaba todo, y pétalos de flores eran transportados grácilmente por el viento, provenientes de unos jardines que lo rodeaban todo. Entonces el sonido de la brisa moviendo las plantas quedó en segundo plano, pues una voz muy dulce comenzó a entonar una melodía.
El tono de aquella canción era precioso. ¿Estaba cantando una nana? Solo podía distinguir la silueta de una mujer, mucho más grande que yo, pero la luz del sol me impedía verla con claridad.
Mi vista giró por toda la plaza, las casas y unas grandes fuentes de agua alzándose sobre ella... y sobre una colina, un majestuoso y brillante castillo.
Abrí los ojos de golpe, despertando de aquel sueño. Aquella plaza la había visto antes... aunque en un estado mucho más deplorable y arruinada por la oscuridad. Era la plaza de Bastión Hueco, pero muy distinta a la que había conocido.
Alcé la cabeza para sentarme en lugar de permanecer tumbado, con las manos en la cara, aún intentando comprender qué había sido aquel sueño. Cuando por fin aparté las manos para enfrentarme a aquella silueta que nos había atacado, pude ver que ya no estaba en la habitación, ni tampoco en Bastión Hueco.
En mitad de un enorme vacío oscuro, unas extrañas nubes se arremolinaban y cubrían todo hasta donde alcanzaba la vista. La única fuente de luz y el lugar sólido donde me encontraba era un solitario pilar que se alzaba en la mitad de la nada, y portaba sobre el una gran vidriera de distintos colores.
Me puse de pie para poder apreciar con claridad el dibujo y explorar aquel sitio, y para mi sorpresa, aquella ventana de cristales formaba mi propia imagen, durmiente y rodeada de formas geométricas.
—
No temas. —
Aquella voz resonó por todo el lugar, pero procedente de ninguna parte. La misma que tantas otras veces me había guiado misteriosamente.
—
La oscuridad no te ha devorado — afirmó —
Tu corazón está a salvo.Di un par de pasos sobre el vidrio.
—
¿Qué ha sido esa ilusión? — pregunté al infinito —
¿Me la has mostrado tú?—
Lo que has visto no ha sido otra cosa que un recuerdo, enterrado aquí, en lo más profundo de tu corazón. — respondió con sinceridad —
Sin embargo, solo tú puedes saber la razón y naturaleza de este.Así que estaba de alguna forma en una representación de mi corazón, pero ¿Un recuerdo mío? Imposible, yo jamás había estado en Bastión Hueco antes, y mucho menos antes de que cayese en la oscuridad... siempre había estado en las Islas del Destino. Desde que...
No. Yo no había nacido en aquel mundo...
—
Ahora. — continuó —
Quiero que me cuentes más de tí... ¿Ya has elegido tu camino? Esa precisa razón por la que continúas, aquello que te da fuerzas.—
Yo... He llegado hasta aquí por una razón... — dije automáticamente, asimilando aquel sueño —
Quiero ver que hay ahí fuera. Conocer el mundo, desde siempre.El silencio se hizo durante unos segundos, con el eco de mi voz aún resonando un poco.
—
Ya veo. — dijo la voz —
Permíteme probar la fuerza de tu determinación.De repente, una pequeña luz se encendió a unos metros de altura, dándome de lleno. Esta se fue acercando, y consecuentemente, mi sombra se proyectó mas lejos sobre la superficie de la vidriera.
Me giré a observarla y se me heló la sangre al ver lo que sucedió. La sombra se volvió cada vez más oscura, y finalmente tomó consistencia como un líquido espero y negro, del que surgió una forma humana... esta fue definiéndose mientras aquella pegajosa oscuridad se deformaba, hasta que finalmente cobró un aspecto final.
Me hallaba ante un reflejo exacto de mi cuerpo, de un color negro azabache y que, al alzar la cara, fijó dos brillantes ojos amarillos directamente en mí.
—
Lucha. Defiende tu determinación, y el poder que te da. — declaró la voz.
Aquella sombra se lanzó directamente a atacarme, alzando dos afiladas garras en lugar de usar ningún tipo de arma. Alarmado, alargué el brazo para invocar mi Llave Espada.
La Cadena del Reino no venía.
Asustado, empecé a esquivar los zarpazos y ataques de aquella cosa. La magia tampoco funcionaba, así que empecé a correr con toda mi alma, huyendo de aquella siniestra forma de mí mismo... pero era mucho más rápida. Un par de ataques me rozaron la ropa, dejándome claro que no podía huir, ni mucho esconderme o ignorarla.
—
Ese es tu poder. — sentenció el vacío —
Con esa determinación no puedes defenderte ni a ti mismo, flaquea demasiado. Si de verdad algo en tí te guía, te dará fuerza.Finalmente, el ente me tenía donde quería. Había logrado acorralarme cerca del filo de la plataforma, y no había escapatoria... semejante caida a la nada sería mi fin.
—
Dime, ¿Qué es lo que más temes? —.
Lo que más miedo me daba en aquel momento era precisamente lo que tenía delante. Aquella oscuridad nacida de mí mismo me tenía al borde de la muerte, sudando de puro temor.
Pero una vez lo pensé, no era aquello. Imaginé a todos mis compañeros, aquella gente con la que había congeniado, tirados en el suelo de Bastión Hueco, muertos, asesinados por aquellos que nos habían atraído hasta aquel lugar. Hitori, Ivan, Fátima, Nadhia, Adelaida...
¡No podía perder el tiempo en esto, sintiendo pena de mí mismo!
Tenía que volver a su lado, salir todos de aquel infierno, hacer todo lo posible por ayudarlos. ¡Como fuese!
Era todo o nada. Me enfrenté a la sombra, corriendo hacia ella a la vez que pensaba en ello.
—
¡Desaparece! — grité con todas mis fuerzas.
En lugar de una Llave Espada, una masa de luz había tomado forma en mis manos, asemejándose a la hoja de una espada, con la cual estaba atravesando a aquel ser. La sombra se retorció de dolor mientras la luz crecía, y finalmente desapareció sin dejar rastro alguno.
—
Has obtenido el poder de luchar. Por fin le has dado forma a la fuerza que siempre ha yacido en tí, para poder usarla en tu bien y el de otros — la voz volvió a hablar, complacida —
Ahora sí has decido tu camino.La luz seguía allí, flotando sobre el centro de la plataforma. Entendí que me estaba esperando, así que avancé tras ella.
—
Ahora, Despierta. Vuelve junto a quienes te dan su poder, y juntos...—
Abrid la puerta. — dijimos, ambos a la vez.
Cuando dije esta frase, ya estaba otra vez en la misma habitación de Bastión Hueco. De alguna forma, me había levantado solo y estaba alzando la Llave Espada horizontalmente delante de mí.
Al decir estas palabras, el arma asimiló todo el fulgor que había estado emitiendo desde hace mucho tiempo, y empezó a resquebrajarse. Por las numerosas grietas escapaban rayos de luz, que se multiplicaban cada vez más. Finalmente, un estallido de luz acompañado de un ruido metálico me cegó.
Cuando abrí los ojos, ya no estaba sujetando la conocida Cadena del Reino. Mi llave acababa de cambiar.
El camino estaba decidido.