Antes de partir todos, un par de aprendices llamaron la atención del Maestro. El primero fue Sorkas, que antes de entrar preguntó a Ronin si arriesgaría la vida de sus aprendices introduciéndoles en el juego en el que él había estado antes. El hombre negó con la cabeza, frunciendo el ceño.
—
Os he dicho que no caigáis en sus juegos —recordó, remarcando la negativa—
. Debéis adelantaros a ellos y evitar entrar en su terreno. Ahora cuando lleguemos os lo explicaré...El otro fue, nuevamente, Ragun. Este intentó señalar a Ronin que podía quitarse aquel hechizo de encima de cualquier manera, probablemente intentando quedar como todo un profesional. Pero para sorpresa del joven, este no contestó con palabras: solo dibujó una amplísima sonrisa y dio un par de palmadas en el hombro del muchacho, dándole a entender un mensaje claro como el agua.
El portal de luz cumplió con su función. En cuanto lo atravesaron, los aprendices de la Llave Espada cruzaron un pasillo casi a ciegas, sin tener claro hacia dónde se dirigían. Fuertes destellos cegaban a los jóvenes, incapacitándoles para ver de qué estaban formadas las paredes o qué clase de secretos ocultaba aquella clase de lugar. Extraño para los que hubiesen cruzado anteriormente alguno de aquellos portales, pues eran casi inmediatos a la hora de llevar al lugar de destino. ¿Quizás estuviese habiendo alguna clase de complicación?
Sea como fuere, con tantos destellos era imposible avanzar. Tuvo que entrar Ronin, detrás de todos ellos, para hacer de guía. Las luces de las paredes se vieron repelidas en él, como un punto claro al que seguir. El Maestro se adelantó a todos los aprendices y les indicó el camino, siendo lo único que podían ver.
—
¿Estáis todos? —preguntó el Maestro, haciendo un recuento general de la gente que había entrado por el portal—
. Bien. No os alejéis del camino, pues si os caéis os perderéis para siempre: solo quedará el olvido. Seguidme, la salida está por aquí…El Maestro echó a caminar entre las luces, seguido por los aprendices. ¿Cómo era capaz de moverse entre tanta luz? Su ojo debía ser mágico, pues cualquiera estaría cegado con tanta iluminación. Hasta a los aprendices les costaba verse siquiera entre ellos, como para poder avanzar tan seguro de sí mismo… ¿Es que él no veía aquellas luces?
Finalmente, en la lejanía, vieron una salida. Su color rojo intenso sobresalía entre tanto blanco, anunciando el final del camino. Ronin señaló en aquella dirección, exhalando algo de aire.
—
Allí está… —susurró, aparentemente algo complacido consigo mismo. Aceleró el paso, ansioso de llegar al mundo de una vez por todas—
. Por fin, Villa Crepúsculo…—
Oh, vamos —le interrumpió una voz masculina, joven y segura de sí misma, casi remoloneándose en sí mismo al decir aquellas palabras—
. Sabes que no es tan fácil.Ronin se echó atrás nada más escuchar aquella voz, alerta por lo que podía significar. Giró la cabeza hacia todos los lados, intentando localizar la fuente de esta, pero fue imposible. Invocó su Llave Espada y la agarró con fuerza, casi deseando que el que había hablado se atreviera a aparecer.
—
Última oportunidad —advirtió el Maestro, vigilante de que no surgiese por sorpresa de ninguna parte—
. Abandonad este mundo ahora u os eliminaré. Sabéis que puedo hacerlo.—
¿Y por eso tienes que traer tu caballería? Patético —la voz echó unas pequeñas risitas algo afeminadas, burlándose del hombre y los aprendices de la Llave Espada—
. ¿Saben la verdad acaso? ¿O solo los traes a una muerte segura en otro inútil intento de arrebatar lo que es nuestro desde antes de que tú te interesaras por nosotros siquiera?El pasillo comenzó a temblar con gran intensidad, como si un terremoto estuviese amenazando la estructura del portal de luz. Algunos de los aprendices pudieron notar cómo cosas pesadas caían cerca de ellos, casi como… ¿Pilares de luz?
—
¿Por qué no te rindes? Esta guerra es ya una tontería. Déjalo estar. Ya te hemos ganado tres veces…—
Y lo seguiré intentando —aseguró el Maestro, desafiante. La voz chasqueó la lengua, disgustada.
—
No. Esta es la última vez.Los temblores se volvieron bruscamente más fuerte, tirando al Maestro y la mayoría de aprendices al suelo. Las luces comenzaron a apagarse y encenderse, permitiendo ver las paredes durante constantes flashes. Y lo que vieron no era nada bueno.
La oscuridad. La oscuridad más pura, la peor que podrían imaginar, acechaba sobre ellos. Y sobre todo acechaba a la salida del portal, al color rojo intenso que era su escapatoria. Iban a ser encerrados dentro del pasillo, o como mucho podrían retroceder a Tierra de Partida. Si se quedaban allí, la oscuridad terminaría por devorarles… Y dejarían de existir para siempre.
Ronin gateó hacia el portal, desesperado por llegar a él. Extendió su brazo hacia él, esperando alcanzarlo.
—
¡No me quedaré fuera! ¡No de nuevo! —aseguró el Maestro, casi tocándolo y atravesándolo. Unos centímetros más…—
. ¡Este es MI mundo! ¡Me pertenece por derecho propio! ¡Es mi…!Una figura interrumpió en el portal. Ninguno de ellos fue capaz de verla claramente, pues la luz del crepúsculo ensombrecía por completo su cuerpo. No era muy alta, alguien muy bajito… O un niño.
Eliminado.La figura dio una patada a Ronin, echándolo del pasillo… Y tirándolo al extenso olvido de la oscuridad.
Los aprendices vieron atónitos cómo el Maestro, con un alargado grito y las manos extendidas hacia su asesino caía para siempre por la oscuridad entre los flashes del portal. Quienes pudieran ver su rostro, verían un Ronin asustado, con auténtico terror en el rostro, desesperado intentando alcanzar el camino del que había sido echado. Pero no era posible salvarle.
Ya no.
Si queréis ser salvados, venid conmigo.La figura de la salida extendió la mano hacia los aprendices, invitándoles a tomarla… O rechazarla y quedar atrapados para siempre, hasta que su existencia se desvaneciese.
Próxima ronda: 29 de Octubre.
Por si no era obvio, no cruzar el portal significa morir. No estoy de broma.