Hana se lanzó directa hacia las escaleras, seguida de sus dos compañeros, pero nada más comenzar a bajarlas se vio inmersa en un túnel de luz. Antes de darse cuenta, la salida hacia el exterior había desaparecido por completo, dejándoles a los tres atrapados en el interior del pasillo. Sólo podían avanzar.
La luz les cegaba en exceso, pero algo les indicaba el camino en su cabeza. Un sexto sentido, una voz inaudible... No estaban seguros de qué era, pero sabían por dónde caminar. Extraño, pero... ¿Qué otra cosa podían hacer? ¿Quedarse allí quietos, perdidos para siempre?
Avanzaron, pues, hacia adelante. Y tras unos minutos, alcanzaron a ver una luz crepuscular que indicaba el final del camino. Hana, Mickael e Hitori se atrevieron a atravesarlo, esperando volver a aparecer en Villa Crepúsculo...
Mickael abrió los ojos. Se llevó la mano al hombro e hizo desaparecer su armadura, permitiéndole tener mayor campo de visión de la situación: estaba en la plaza de la estación, con la torre enfrente de él. Se giró e hizo desaparecer el Glider de la Llave Espada, justo detrás de él... Pero no era su vehículo habitual. Se trataba de otro completamente distinto. De forma intuitiva, echó a correr hacia la estación, movido por un sentimiento de desesperación que invadía su corazón.
Hitori también despertó, pero él estaba todavía en el cielo. Descendió todo lo rápido que pudo hacia la plaza. Tenía los ojos clavados en la figura que corría hacia la estación, pero no tenía tiempo que perder: sin esperar a llegar al suelo, a varios metros de este, saltó con una fuerza impresionante y aterrizó bruscamente en la acera, provocándose serios daños en los pies y las rodillas que chocaron contra los ladrillos, a través de su armadura. No había tiempo para ello: la hizo desaparecer lo más rápido que pudo y se dirigió hacia Mickael.
—
¡Ryota, para!Mickael se giró y ambos pudieron verse sus caras. No eran capaces de reconocerse entre sí con aquel cambio de físico, pero sus voces seguían siendo las mismas: Mickael, cerca de la puerta de salida, era Ryota. E Hitori era el Maestro con el que tanto tiempo había pasado: Ronin.
Pero no sólo sus aspectos habían cambiado. Por si no se habían dado cuenta, no eran dueños de sus acciones ni de sus palabras, ni siquiera de sus sentimientos. Podían pensar con independencia, e igual se sentían prisioneros de este modo, pero... Sentían cosas que no se correspondían a ellos. Mickael podía notar un nudo en la garganta que le estaba matando, cómo la rabia se apoderaba de él, además de la tristeza y el miedo. ¿Miedo a qué?
Hitori, por su lado, estaba preocupado. También la tristeza se había apoderado de él, pero era capaz de mantenerla bajo control dentro de lo que cabía. Era más importante su compañero adelante, su amigo de toda la vida. Se aproximó a él con paso raudo, aprovechando su confusión, y siguió hablando.
—
Ryota, es su decisión. Déjala ir.—
No puedo, Ronin. Ni siquiera se ha despedido, ella sólo...—
¡Lo está pasando peor que nosotros! —le cortó Hitori, intentando que se callase y le escuchara por una vez—
. ¡Ella también valora nuestra amistad! ¡Tiene miedo de ver el daño que te haría su marcha!—
Demasiado tarde.Mickael dio la espalda a su compañero y se apresuró a adentrarse en la estación con paso ligero. Hitori soltó un insulto para sí mismo y echó a correr tras él, sabiendo lo que se disponía a hacer.
Fue entonces cuando Hana también abrió los ojos. Se encontraba en el interior de la estación, frente a un pequeño tren azul con estrellas amarillas y una luna en él. Sabía que aquel tren suponía un paso muy importante para ella, pero no era tan fácil entrar. En gran parte, sentía miedo. También pena, indecisión, dolor... Pero sobre todo miedo. Podía perder cosas que había estado ganando todo aquel tiempo, podía suponer el fin de algo muy valioso. Pero debía hacerlo.
Puso un pie en el transporte cuando un grito le detuvo, obligándola a girarse:
—
¡¡Eileen!!Hana giró la cabeza y vio a un joven Ryota corriendo hacia ella, mientras jadeaba por el cansancio y la propia furia que sentía en su corazón. Mickael, al igual que con Hitori, no vio a su compañera en ella: una joven de larga melena rubia, con un trajecito marrón y enormes ojos amarillos era quien le observaba. La chica sonrió parcialmente al verle, pero pronto borró aquella sonrisa al saber lo que significaba que su amigo estuviese allí. Junto a él llegó Ronin, subiendo las escaleras de entrada, que también asustó a la chica. El joven del parche, desde la espalda de Ryota, movió los labios para decirle algo que Hana interpretó de algún modo como “Lo siento”.
—
¿Creías que te ibas a librar de mí? —preguntó Mickael con un tono que podía incluso llegar a dar miedo. Aquello no era propio del Ryota tranquilo, relajado e incluso algo inseguro que Hana solía conocer (¿Hana, o la tal Eileen?), pero era algo normal. Se había ido sin decirle nada, pidiéndole a Ronin que evitara hacer alguna locura en cuanto su Maestro les diera la noticia...
—
Ryota, yo... Perdóname. Ha sido un error...—
Vale —Mickael dio por válida la disculpa de su amiga, a lo que contestó acercándose a ella y tomándola de la muñeca—
. Y ahora, volvemos a Tierra de Partida.—
No.Hana apartó la mano de él y cortó el contacto, volviendo hacia el tren. Aquello le sentó como una patada en el corazón, a lo que contestó mirando directamente a la cara de su compañera con ojos de incredibilidad.
—
¿Cómo?Su voz sonaba rota, desperdigada en miles de fragmentos. Escuchar aquello hizo daño tanto a Hitori, que se aproximó por la espalda a su compañero, como a Hana, que miró hacia otro lado llevándose la mano al hombro. No soportaba estar haciéndole aquel daño a su amigo, pero...
Mickael era el que se estaba llenando la peor parte. Sentía cómo todo se derrumbaba para él, cómo su mundo interior se veía destrozado por veinte huracanes y cinco tornados. El nudo de su garganta se vio aumentado, a la vez que sus ojos comenzaban a hincharse de no parpadear. Y todo con una sencilla palabra: “no”.
—
Ryota, yo siento, siento mucho haberme ido sin despedirme —procedió a explicar Hana, todavía sin atreverse a mirar a su compañero a la cara—
. Pero... No puedo volver a Tierra de Partida. Esta oportunidad que me da el Maestro Yen Sid es única, y como él dijo, soy alguien especial. Noto que puedo no tener suficiente en Tierra de Partida, porque...—
¿No soy suficiente para ti?Finalmente, Hana se atrevió a mirar a los ojos de Mickael. Esos ojos llenos de dolor... Eran insoportables. Le estaba destrozando por dentro y lo sabía. Se sentía fatal, pero...
—
Ryota, no —le cortó ella, acercándose a él y tomándole las dos manos para intentar calmarle—
. Tú y Ronin sois lo mejor que he conocido nunca, y la principal razón por la que no abandoné de inmediato Tierra de Partida. Pero... No puedo perder esta oportunidad. Nuestro Maestro no puede darme lo que necesito, yo...—
No puedo estar sin ti.Mickael apartó las manos de su compañera y se giró, dirigiéndose directamente hacia Hitori. Hana se quedó callada unos segundos, incapaz de saber qué decir. Encontró las palabras entonces, pero un silbido la interrumpió: su tren estaba a punto de salir. Se mordió el labio inferior y observó a su compañero.
Pero corrió. En vez de intentar que le mirara de nuevo a la cara, corrió al interior del tren. No estaba preparada para verle así, sufriendo, destrozado como lo había hecho. Sabía que su opción era la más cobarde, la más cruel, pero no tenía otra opción, quiso pensar. El tren iba a salir, iba a perder su oportunidad...
No. Lo hizo por cobardía, y Hana lo sabía por dentro.
—
¡Seguiremos en contacto! —aseguró Hana, girándose hacia sus compañeros una vez dentro, mientras Hitori se acercaba a Mickael para tomar a este por los hombros—
. ¡Te lo prometo, Ryota! ¡No te olvidaré!La puerta del tren se cerró de forma automática, impidiéndole a Hana seguir en contacto con sus compañeros. Apoyó su mano en el cristal de la puerta y sonrió con tristeza mientras el tren se ponía en marcha, mientras una lágrima caía por su mejilla. No tardó en apoyar su cabeza también contra él, mientras se derrumbaba hacia el suelo y echaba a llorar, desatando los sentimientos que le habían invadido mientras estaba con Ryota.
Cientos de recuerdos con él cruzaron su mente, desde el momento en el que le conoció en el Coliseo del Olimpo hasta sus tardes en la colina de Tierras de Partida, junto con Ronin. Momentos que atoseraría con un valor inestimable, mágicos y especiales. Los mejores de su vida.
Volvió a levantar la mirada y le vio de nuevo. El fantasma encapuchado frente a ella, con su sonrisa triste habitual.
¿Por qué no intentaste mirarle a la cara? Si lo hubieses hecho, si hubieses mitigado su dolor... Él no...Pero calló, pues todo a su alrededor comenzó a ser tragado por haces de luz. Hana volvió a tener el cuerpo bajo su control, siendo libre de hacer lo que quisiera. Pero no pudo alcanzar al fantasma, pues también fue tragado por la luz. Y pronto, todo desapareció.
Hitori mantuvo su mano en el hombro de Ryota, sabiendo la clase de difícil momento estaba pasando su compañero. No había palabras que lo definiesen, ni tampoco ánimo alguno que pudiese darle, excepto el apoyo moral.
—
No puede irse... No puede irse...Observó a Mickael. Estaba intentando controlar sus lágrimas, pero sabía que de un momento a otro se derrumbaría. Le agarró por los dos hombros, apenado por él.
—
Tienes que dejarla ir. Es lo mejor.—
¡¡Cállate!!Mickael empujó con todas sus fuerzas a Ronin y echó a correr hacia la salida, cegado por sus sentimientos. En cuanto salió de la estació, Hitori intentó levantarse para seguirle, pero la figura del fantasma que había visto antes en la torre del reloj surgió frente a él, dándole la espalda y observando directamente cómo huía Ryota por una entrada que comenzaba a ser tragada por fuertes luces que se iban llevando todo por delante.
Él sólo quería que ella volviese. Intentaste ayudarle, pero no fuiste capaz. No fuiste capaz de ocupar su lugar.Y con aquellas palabras, desapareció todo frente a él, devorado por la luz.
La huida desesperada de Mickael le había llevado a recorrer toda Villa Crepúsculo, sin saber bien hacia dónde dirigirse. La verdad es que daba igual, pues sólo quería correr, sudar, quitarse todo lo que había tomado su corazón. Estaba lleno de dolor, tristeza y sobre todo... Ira.
Cientos de recuerdos junto a Eileen recorrían su mente. Momentos especiales y únicos que, por desgracia para él, no le abandonarían. En aquel momento eran como agujas que le atravesaban todo el cuerpo, envenanadas con el más torturador de los venenos posibles. Ella no quería estar con él, sólo permanecer con aquel Yen Sid y dejarle tirado. Porque así se sentía: como un muñeco usado, un entretenimiento durante sus meses en Tierra de Partida, del cual pronto podría librarse. ¿Y qué más daba?
Se detuvo en el muro al fondo de la plazoleta del tranvía, intentando recuperar el aire. Pero ni así pudo expulsar a los fantasmas que le perseguían: un recuerdo especialmente doloroso cruzó su mente. El día que la conoció.
Lleno de furia, Mickael invocó su Llave Espada y golpeó con más fuerza que nunca el muro. Otro recuerdo apareció en su mente y volvió a golpear la pared, y así constantemente. Quería descargar toda su ira y su furia, librarse de aquellos sentimientos cargados. Pero toda su fuerza y sus conocimientos no servían de nada: no se la devolverían. La había perdido.
Finalmente, el muro cedió a los ataques del chico y se derrumbó frente a él, abriéndole el paso a un bosque. Extrañado por ello, Mickael observó a ambos lados de la plazoleta. ¿Desde cuándo había allí un bosque? No lo había visto antes. Era extraño, ciertamente.
Lleno de curiosidad, se atrevió a meterse en él. La noche ya se había apoderado del mundo, pero podría arreglárselas incluso en la oscuridad. Sacó una linterna de sus bolsillos y se internó dentro, esperando encontrar algo.
Y llegó a iluminar algo que le hizo soltar de inmediato la linterna, asustado. Mickael también sintió aquel susto, pero lo que había visto no era para nada algo aterrador: una sencilla mariposa en un claro, sobre las flores de un claro en el bosque.
Ryota, sin embargo, abrió la boca para decir algo, pero Mickael sólo pudo escuchar ruido. A partir de aquel momento todo se torció; el bosque se vio ampliamente iluminado, incluso comenzaba a ser tragado por distintos haces de luz que estaban provocando su desaparición. Vio a Ryota de pie, frente al claro del bosque, y cómo este iba siendo tragado por la luz.
Y pronto, él mismo desapareció.
Mickael y Hana despertaron en la estación de trenes, ya de nuevo en sus cuerpos. Ninguno sabría decir muy bien qué había sucedido. Hitori, sin embargo, había desaparecido sin dejar rastro...
Hitori desaparecido debido a su ausencia temporal en el rol.
* * *En la plaza de la estación, los cuatro jóvenes intentaron sobrevivir a su modo. Por una parte, Saito intentó proteger a Ike, el cual se encontraba confuso y desorientado. Intentó bloquear el siguiente ataque del contrincario con una posición que pensó que era perfecta, pero fuera cual fuese, el desconocido la rompió con un golpe potente en sus costados y le expulsó hacia la entrada del edificio, donde chocó bruscamente y se quedó atontado.
Pero más atontado estaba Ike. El chico había echado a correr,
pero al no saber hacia dónde dirigirse y perder el tiempo, teniendo tantas opciones disponibles, el chico de la cicatriz vio su oportunidad ideal. Tomó a Ike del hombro y lo dirigió hacia él, mostrándole una amplia y satisfactoria sonrisa.
Su espada atravesó su cuerpo, manchándola de sangre.
Eliminado.Ike cayó al suelo, inconsciente, después de que el adolescente retirara su espada de él. Su cuerpo permaneció allí, quieto, incapaz de responder a sus deseos. Saito vio horrorizado la escena desde su posición, y cómo el joven dirigía su mirada hacia él.
Su compañero había caído y quizás estuviese muerto. Pero, ¿qué era más importante? ¿Preocuparse por los caídos... O la supervivencia?
Por otro lado, Edge y Zait pensaron en la huida, lo más acertado del momento. Si hubiesen salido corriendo, todo hubiese resultado perfecto, pues el chico estaba distraído con la otra pareja y Alexis ocupada con su videojuego. Pero antes de salir corriendo hacia los Altos de la estación, uno de ellos decidió atacar a distancia a la chica, la cual no vio venir el ataque; recibió el golpe de mala manera y soltó su juego al suelo. Cuando se pudo recuperar, se llevó la mano a la barbilla y observó la pantalla de su videoconsola:
Game Over.
—
¡He perdido por vuestra culpa! ¡Os voy a matar!Alexis se levantó y salió corriendo hacia los Altos de la estación detrás de ambos, furiosa como nunca. La habían provocado, y estaban a punto de pagar por ello. Debían darle esquinazo en algún sitio...
Ike, puedes hacer un post de "despedida", aunque es completamente optativo; después de esta ronda, no podrás postear más, lo siento.
* * *La tensión se mascaba en el ambiente para Yagami y Fyk. La voz se había quedado callada un par de minutos después de que Fyk diese la última respuesta. ¿Significaba aquello que igual había perdido el interés en ellos? ¿O quizás que habían acertado? Pero de ser así... ¿Por qué los Sincorazón no se iban?
—
Sois libres.Los cinco Sincorazón desaparecieron en una nube de oscuridad, dejándoles libres de nuevo. La voz femenina no volvió a pronunciarse, lo cual, en gran parte, era positivo. Habían acertado todas las preguntas, no estaba mal.
Ahora, debían decidir hacia dónde ir: subir a los Altos de la estación, dirigirse hacia el Solar deportivo, adentrarse en el Sector 5... O sencillamente, investigar la zona.
* * *Maya y Jack llegaron desde el tren que venía del Sector Atardecer, cansados de un largo viaje. Pero más se cansaron cuando vieron las escaleras que tenían que subir para llegar a lo alto de la torre a la que se dirigían: un camino mortal. No se cruzaron, curiosamente, ni con Hana ni con Mickael.
Finalmente, tras un camino realmente agotador de doces plantas sin ascensor, llegaron al punto más álgido de Villa Crepúsculo. Desde allí se podía ver toda la ciudad, toda la colina, todos los sectores: un lugar perfecto para seleccionar movimientos, ver cómo en la plaza algunos jóvenes peleaban, jugaban al pilla pilla y eran atravesados por espadas de Struggle, manchándolo todo de sangre.
A su lado, tres jóvenes sentados en el borde reían mientras tomaban un helado de sal marina. No es que tuviesen muchas opciones: no había mucho que investigar allí...
Para investigar la zona, usad vuestros recuerdos de la Plazoleta de KHII y Days. Si necesitáis ayuda, no dudéis en contactar.
Fecha límite: miércoles 28 de Noviembre, 21.00, hora peninsular.
Siguiente ronda: jueves 29 de Noviembre, 00.00, hora peninsular.