Diana murió. Crow la había matado, su lanza eléctrica había atravesado el cuerpo de Alexis y había dado en el blanco. Sin embargo, aquella siniestra niña no se iba a quedar de brazos cruzados. Alcanzó al jugador y se tiró encima de él, no pudo resistirse, además el sueño había comenzado a invadirle, el día estaba a punto de terminar.
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¡No escaparás! ¡Te mataré por lo que le has hecho a Diana, te perseguiré hasta el mismísimo fin del mundo! ¡Por mucho que corras, por mucho que te escondas, te daré caza!La Reaper estaba preparada para darle el golpe de gracia al joven peliazul, un solo puñetazo cargado con ese hechizo bastaría. Crow iba a morir.
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¡¡Púdrete!! ―le gritó con rabia y desesperación a la niña. Seguramente aquellas serían sus últimas palabras.
Pero no lo fueron, el jugador desapareció. El día había terminado.
***“¡Crow… Crow… Crow…!”.Una nueva y lejana reminiscencia provocó que el jugador despertara de golpe. El mismo loro de voz chillona que había recordado el día anterior pero… esta vez no era “Edgie” lo que gritaba. El chico peliazul se mordió el labio inferior mientras apretaba los puños con furia.
“¡Mierda!”.¿Acaso no era dueño de sí mismo? Desde luego desmarcarse de la identidad de Edge no iba a ser una tarea fácil, y seguramente, al ser una copia, hacerlo en su totalidad sería imposible. Pensaba que había elegido ese nombre por decisión propia, pero subconscientemente algo le había llevado a escogerlo. La impotencia que eso le causaba le perdía.
“¿Quién o qué coño es Crow?”.“Eres un debilucho… Edgie”. Aún estirado, el chico peliazul se llevó la mano cerca del ojo izquierdo y tocó suavemente la piel de su rostro. Tal y como había previsto había desaparecido. Incluso la cazadora que el día anterior había roto para ayudar a Zait a curarse la mano y que había abandonado en el suelo del bosque se había restaurado. Se la quitó rápidamente, se levantó y la arrojó al suelo con exasperación. Empezó a patearla y a pisotearla varias veces con ira, como si deseara que desapareciese, pero, obviamente, no lo hizo. Estaba temblando de la rabia.
Hizo aparecer su lanza eléctrica y con un movimiento rápido repitió lo que ya había hecho en el día anterior. Esa era su cicatriz, la que lo convertía en una copia físicamente imperfecta, aunque fuera únicamente durante lo poco que duraban los días de aquel juego macabro.
“Eres un debilucho, Edgie”.De nuevo esa silueta de ojos azules, clavados en su mirada, acompañada de un fuerte crujido. Sin embargo, seguía sin poder ubicar esa imagen en algún momento del pasado de Edge Lemmons.
Respiró hondo, ya estaba más tranquilo. A su alrededor algunos jugadores habían empezado a despertar. Se encontraba de nuevo en el sector uno, ya era la tercera vez que despertaba en aquel sitio. Suspiró. Al final del cuarto día había escapado de la eliminación por los pelos, pero no todos tuvieron la misma suerte que él. Abrió el móvil y vio el contacto de la copia de Paul, se habían intercambiado los números al inicio del tercer día. Entornó los ojos.
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Hasta nunca... ―musitó mientras lo borraba de la memoria de su teléfono.
No conocía mucho a su copia, pero no parecía haber rehusado de su original. En cualquier caso eso ya no tenía importancia. Le dedicó unos cuantos pensamientos, también a su compañero, e incluso al chico que había muerto en el segundo día al delatar a Zait, y a su pareja, a manos del chico del gorro, controlado por la Reaper. Alexis. A todos aquellos los había eliminado ella, y pagaría por ello. El chico levantó la cabeza y miró el cielo.
“¿Venganza?”.No, no era aquel su objetivo, pero sí el de la Reaper. Sabía que vendría a buscarles, posiblemente aquel mismo quinto día, sería complicado, pero no se rendiría ni escaparía, lucharía. Puede que la venganza no fuera su motivación, pero dedicaría la muerte de la Reaper a aquellos jugadores si se daba la ocasión. Era algo que, simplemente, le apetecía hacer.
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Excelente lucha la de ayer... Crow y Zait, ¿no?De pronto Crow se percató de la presencia de un joven de pelo largo de color castaño. Era el compañero de Maya. Al parecer no eran los únicos que repetían sector.
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Ah, sí, Felix, ¿no? ―dijo mientras le ofrecía un apretón de manos―.
De todo se aprende supongo ―concluyó con una sonrisa sutil.
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Procedimiento estándar, ya sabes. Me gustaría tener el número de alguno de vosotros, por si las dudas...―
Descuida, toma el mío ―añadió el contacto de Felix al móvil, ocupando el espacio que el de Paul había dejado―.
Espero que la suerte esté de vuestra parte también.Aún con el móvil en mano, se agachó para ponerse a la altura de Maya.
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Agrégame tú también, enana ―dijo con una sonrisa afable, pero desde luego muy distinta a las de Edge, a las cuales estaría acostumbrada la copia de la brujita―.
Gracias por curar a Zait ayer, te debo una.Se incorporó de nuevo y echó un vistazo a la estación. Había una pareja de dos jugadores que no conocía de nada, de los cuales uno llevaba un aparatoso vestido de… ¿sirvienta? No mucho más lejos había un hombre rata y un chico en calzoncillos. Realmente se salían del estereotipo…
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Eh, tú, bobo ―una voz que conocía bien le llamó la atención, Hana.
La había visto al inicio del segundo día y al parecer había logrado mantenerse a salvo hasta el quinto. Sin embargo, esa no fue la única sorpresa. El chico la contempló de arriba abajo, llevaba un peculiar bikini hecho solamente de tres conchas que dejaban al descubierto la mayor parte de su cuerpo. Así el joven se percató, por primera vez, de los tatuajes de la chica. Arqueó una ceja.
“Ajah”.―
No me he olvidado de lo del segundo día, pero ahora mismo tengo cosas más importantes que hacer ―al parecer a la jugadora no le había hecho mucha gracia que la despertase al inicio del segundo día―
Dame tu teléfono y ya te ajustaré las cuentas cuando haya pateado otros culos.―
Como quieras ―dijo encogiéndose de hombros, mientras intercambian los números de móvil―.
Entonces intenta no desfallecer en el transcurso de este día… pipiola.Ya había intercambiado todos los números que quería, por lo que pudo prestar, por fin, atención a su compañero, que se le acercó.
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Buenos días ―le saludó con una sonrisa discreta y un gesto con la mano.
Ambos habían luchado bien el día anterior, había sido duro pero habían logrado acabar con la vida de Diana. El simple hecho de pensar en aquella pequeña victoria hizo sonreír a Crow. Se sentía orgulloso de ello, no lo lamentaba, a pesar de las consecuencias que aquel acto pudiera comportar.
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Espero que estés preparado, supongo que imaginarás lo que se nos viene encima ―comentó sin perder el ánimo.
Al parecer su amigo sintió la necesidad de justificar su cambio de actitud, su trastorno de personalidades. Ya se había percatado de ello durante el día anterior, pero confiaba en su pareja como nadie más en el mundo, por lo que no le había pedido explicaciones. Sin embargo, agradeció que esa confianza fuera recíproca y que el zagal le contara lo que le pasaba por la cabeza, a pesar de que afirmara estar loco o incluso le presentara sus distintas personalidades.
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Da igual si estás loco, lo que importa es que estés seguro de ti mismo, que confíes en ti. Quieres ganar y a mí me basta con saber eso para depositar toda mi fe en ti ―soltó una pequeña carcajada y le golpeó el pecho con el puño desdramatizando―.
Puede que no sea tan educado o amable como el señorito Lemmons, pero no soy ni de lejos tan hierático y cerrado ―sonrió―.
En fin, ¿y cómo debo llamarte pues? ¿Sumitodepiña? ―bromeó con otra pequeña carcajada. Era la primera vez que lo hacía, y sentía que podía hacerlo sin necesidad de que su amigo se sintiera ofendido.
El hecho de que Zait cambiara de personalidades de forma tan drástica le resultaba incluso graciosa a Crow. Metió una mano en el bolsillo del pantalón y sacó tres esferas de color azulado. Un extraño recuerdo de un hombre charlatán y muy pesado invadió la mente de Crow, pero no fue capaz de ubicarlo en el tiempo. ¿Había sido entre el cuarto y el quinto día? No le dio más importancia.
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Descuida, “hermano” ―dijo sonriente―.
¡He aquí nuestro premio!Usó los tres Power Ups y se los cedió a su compañero de buena gana.
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¡¡Crow!!Aquel grito ensombreció temporalmente el rostro del muchacho. Resopló y soltó una sonrisa desafiante, avanzando hacia ella con seguridad.
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Te esperaba… ―musitó. Sin lugar a dudas estaba motivado.
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¿Quién cojones es Crow? Te has equivocado de Jugadores, bonita. Pero oye, si quieres matar a ese tal Crow, todo tuyo, mientras nos dejes a los demás en paz. ―escuchó decir a Hana.
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Yo soy Crow ―dijo simplemente al pasar por su lado.
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¡¡Voy a acabar con tu existencia, Crow!!La chica empezó a acelerar el paso, se dirigía hacia él, con el paraguas en mano, dispuesta a matarlo. El chico concentró su poder en los ojos mientras seguía andando.
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Déjame ver más allá de tus entrañas... Revélame tu secreto ―pronunció―.
¡Libra!Mientras esperaba recibir información que le proporcionaran datos importantes acerca de la Reaper, invocó su lanza eléctrica. Sabía que cualquier ataque que pudiera realizar de buenas a primeras sería inútil, por lo que adoptaría una posición defensiva. Su enemiga usaba hechizos como Magneto, por lo que también lo era tratar de huir de ella. Sin embargo, cuerpo a cuerpo, su lanza tenía más alcance, trataría de bloquear cualquier ataque e incluso contraatacar intentándola aturdirla con la lanza. Si alguien intervenía, haría lo posible para no dañarle.
Quizá el joven no se hubiera percatado todavía, pero no estaban solos.