—Te veo un poco jodido, Aaron. ¿Seguro que no deberías detenerte y descansar un poco? No parece que puedas moverte mucho más. Y no parece que sigas siendo tan rápido. A ver si es verdad. Definitivamente estás en la mierda. Pobrecillo. Uno de los grandes aprendices que ha habido, derrotado por un grupo de aprendices novatos. ¿De verdad necesitaron tanta gente para derrotarte? Te has oxidado, bastardo.
Lyon fue el primero en actuar acercándose a Aaron con cautela. Utilizó su espada para tratar de golpearlo, pero incluso en ese estado el loco era capaz de reaccionar a tiempo. La fuerza del bloqueo fue tal que el aprendiz no pudo ni colocarse a su espalda puesto que el choque de espadas terminó con una arremetida por parte de Aaron que empujó al muchacho hacia atrás. Lyon cayó sobre Saito, que iba justo detrás de él. El daño fue mínimo para ambos, pero les había fastidiado el plan por completo.
—Y vosotros sois un poco tontos, niños —se burló, casi sin darle importancia al insulto que le habían dedicado—. Os estoy escuchando, sé que tratáis de distraerme insultándome con cosas que me hacen daño. ¿De verdad creéis que caería en un plan que habéis proclamado a gritos? Eso es de estúpidos. Tus estrategias se vuelven basura si las cuentas, Lyon.
—¡Ahora Saito! —exclamó Rayim clavando su enorme espada en el suelo y manteniéndola sujeta con ambas manos para mantener el hechizo. Una fisura se deslizó por el suelo hasta los pies de Aaron atrapándolo en el sitio y además haciendo que perdiese el equilibrio—. Os lo mantendré quieto el máximo de tiempo posible.
El aprendiz pudo asestarle el Aturdidor, aunque el efecto de la habilidad no pareció funcionar al menos le había herido. Saito también pudo golpearle con su espada en la masa oscura que había recubierto sus heridas... Pero se encontraría otra desagradable sorpresa. Esas zonas estaban duras, tanto como golpear una roca. Aquello más que sanar las heridas parecía tratar de protegerlas para evitar ser más dañado en esos lugares.
No fue capaz de contraatacar al momento, por lo que Saito pudo retroceder a tiempo de impedir un golpe letal que le habría rebanado la cabeza. Aquello tuvo que agradecérselo a Hiro. El Disparo Kasai acertó de lleno en la cara de Aaron, cegándolo momentáneamente con el fuego. Aaron, por tanto, no vio venir a Enok. Su Llave Espada rasgó la carne de la espalda de Aaron, pero fue incapaz de ensartarlo. Era como si su cuerpo estuviese hecho de algo que no era piel normal, debía tener una resistencia sobrehumana. Al momento, la herida se recubrió por una masa oscura sólida como el cemento como ya habría comprobado el otro aprendiz de Bastión Hueco momentos antes.
Enok tuvo que apartarse rápidamente, puesto que varios de los disparos de Freya fallaron estrepitosamente rozando al pobre aprendiz, que ahora tenía una fea marca de quemadura en su mejilla. Al menos no le había acertado de lleno. La joven sin embargo, no había fallado todos los disparos, algunos de ellos golpearon el pecho del hombre. Las balas no llegaron a perforarle, pero habían dejado unas heridas superficiales sobre su piel que también se recubrieron por aquella masa negruzca.
—¿Eso es todo lo que íbais a hacer? —preguntó Aaron con un tono chulesco—. ¡Panda de perdedores!
—¡Muere! —Nanashi apareció a su lado rodeada de un intenso haz de luz con algún tipo de habilidad de teletransporte. Su Llave Espada estaba cubierta por un resplandor azulado, casi gélido.
El golpe logró congelar parcialmente su costado derecho y hacerle una fea herida. Enok estuvo a tiempo en aquel mismo instante de golpearle por detrás, justo en el lugar que Nanashi había congelado. El hielo del ataque se deshizo, pero estalló en la piel de aquel sádico, que se retorció de dolor.
Su mirada se clavó en todos los presentes con un odio tan denso que casi se podía cortar con un cuchillo.
—¡Cobardes! —les llamó—. ¿A que no tenéis narices a enfrentaros a mí de uno en uno? ¿¡Eh!? ¿Y os hacéis llamar héroes? ¡Basura es lo que sois!
El joven retrocedió lentamente soltando una densa niebla negra que abarcó toda la sala en unos instantes. Aaron acababa de escapar de la sala por el lado contrario
—Esa habilidad… ¡Maldición! —Rayim retiró su arma del suelo y se giró hacia la puerta—. ¡Retirada! Esa es Miasma, una habilidad que provoca necrosis en todo el cuerpo. No hay magia curativa que pueda sanar eso.
—Escuché hablar a Ronin de ella, ¿es la que acabó con un grupo de aprendices a las puertas del Templo de la Reminiscencia?
—La misma —confirmó mientras corría con Nanashi y el resto de aprendices, que incluso si trataban de quedarse serían obligados por los propios maestros a base de empujones si hacía falta—. No te habría gustado verlos… Sus rostros... Fue una masacre.
Una vez atravesaron la puerta Rayim y Nanashi la cerraron justo antes de que aquel miasma les alcanzara.
—Esto es un gran problema, casi le teníamos —gruñó—. No creo que pueda recuperarse totalmente, su poder es grande… Pero no lo suficiente, la próxima vez lo derrotaremos —aseguró alzando su puño.
Pudieron ver un poco más el lugar en el que ahora se encontraban, un pasillo no demasiado largo, pero lo suficientemente ancho como para tener dos filas de columnas separadas entre sí por varios metros de distancia. El pasillo terminaba en un portón de cinco metros de altura y con horrendos relieves de rostros llenos de sufrimiento, algo que no despertaba muy buena espina. Al contrario que el resto de las puertas aquella parecía hecha de obsidiana. Sobre ella había una plaquita de oro en la que un nombre estaba escrito.
En el centro de la estancia se encontrarían a un Simbad en el suelo, inconsciente. Una vez despertase el joven podría contarles todo lo sucedido antes de avanzar por aquel monótono pasillo blanco. Su único camino en aquel.
—Esa es… La sala que guarda los recuerdos de Aaron —explicó el Maestro con un tono sombrío—. Nada bueno puede salir de ese lugar: espero que estéis preparados para lo que os depare ahí dentro.
>>Yo solo soy un recuerdo, no podré entrar ahí ya que interferiría en el recuerdo de forma que podría arruinarlo. Os deseo toda la suerte del mundo… Y recordad: Zephyr está de vuestro lado.
Dicho eso, Rayim desapareció tal y como había venido antes convirtiéndose en una masa de arena que se fusionó con el suelo.
La hora de la verdad había llegado.
—Está bien contesta concisamente, no tengo tiempo —contestó Simbad.
El joven respondió afirmando con la cabeza con lentitud.
—¿Cómo derrotamos a Aaron, tiene algún punto débil? Si así es ¿de cuál se trata? ¿Qué pasará si lo derrotamos?
El Maestro soltó una débil carcajada, acto seguido sus ojos dorados se clavaron en el aprendiz.
—Su único punto débil es que es mortal, al igual que tú o cualquier otro humano. Pero te puedo decir su punto fuerte... Tanto la luz como la oscuridad no son rivales para él, ni os molestéis en atacarle con esos elementos, solo os perjudicará a vosotros.
>>Podéis derrotarlo, pero debéis tener en cuenta una cosa muy importante: Nosotros, las reminiscencias, no podemos ser eliminadas, pero podemos ser liberadas para que no podamos volver a aparecer (al menos no de forma física), para ello debemos ser rematados con una Llave Espada. Incluso si derrotáis a Aaron, si no se le da el golpe final con una llave espada simplemente volverá una y otra vez. Una vez lo derrotéis probablemente consigáis la Llave, lo más seguro es que esta sea la prueba final que el Guía os ha dado, una persecucción con uno de los mayores enemigos que Tierra de Partida ha conocido. No será fácil, te lo aseguro.
—¿Qué es el Guardián del que hablabas antes, por qué es tan importante? Yo he venido buscando la mitad de una Llave que nos ayudará a escapar de este Castillo ¿está relacionado con eso?; ¿Sabes dónde está el objeto del que te hablo, sabes si está protegida por alguna prueba o ente malévolo? Si es así, ¿cómo puedo derrotarlo o resolver la prueba? ¿Hay otra forma de escapar de este Castillo?
—El Guardián está relacionado con todo lo que ocurre dentro del Castillo. No es la Voluntad del Castillo, al contrario que el Guía. Su influencia es lo que le da el nombre a este lugar. El Guardián, como podrás imaginar por su título, fue el protector de Tierra de Partida.
»La esencia del Guardián impregna las paredes, las puertas... Todo. Incluso ha influenciado de algún modo en vosotros, aunque no voluntariamente. Como sabrás ya... El Castillo pone "pruebas" pero, ¿qué pasa con aquellos que no son dignos? Esos son borrados tanto físicamente como de los recuerdos de todas las personas que los hayan visto o conocido aunque sea una vez. Te pondré un ejemplo. ¿Te dicen algo los nombres "Gata" y "Bavol"?
Simbad podría tratar de recordar esos nombres, pero necesitaría una fuerza de voluntad extrema para que al menos no le pareciesen desconocidos. Sí, el aprendiz había conocido a personas que compartían ese nombre... Pero no podría recordar quiénes eran, ni tampoco sus rostros. Era como si su mente fuese un diario al que le habían arrancado varias páginas, pero aunque en sus recuerdos ellos no estaban presentes... Su corazón hablaría por sí solo.
—Todavía hay una forma de recuperar a aquellos que han sido devorados por el castillo, tenéis una oportunidad —dijo sacando a Simbad de sus propios pensamientos—. La Llave. Tenéis que completarla y restaurar el Castillo.
»Esa Llave es especial. Aquel que la porta no solo puede abrir la puerta que lleva al corazón de Tierra de Partida: también tiene el poder absoluto sobre este lugar, por eso sería capaz también de traer de vuelta a los que se se han desvanecido... Pero para eso tendréis que llegar ante Los Perdidos. Lamentablemente no puedo guiarte hasta la Llave, yo solo estoy ligado a este lugar.
—¿Cómo... cómo te llamas? ¿Qué te paso? ¿Qué es exactamente el Castillo del Olvido y por qué te
—Mi nombre es Elphias Marvolo.—Hizo una pausa y tosió con fuerza. Por la comisura de sus labios surgió un hilillo de sangre. Sin embargo, el joven hizo como si no tuviese mayor importancia—. Soy parte de la generación anterior de Caballeros de la Llave Espada a la que pertenecen vuestros actuales Maestros. Fui torturado hasta la muerte en uno de los pasadizos secretos de Tierra de Partida porque se buscaba información... Que, por suerte, no poseía. Como no pude contestarle Aaron se fue del Castillo hasta un lugar conocido como la Necrópolis de la Llave Espada creyendo que le encontraría dentro del Templo de la Reminiscencia... ¡Iluso! Lo que buscaba siempre estuvo aquí, en Tierra de Partida.
»El Castillo del Olvido es dos cosas: En primer lugar, la última y más poderosa defensa de Tierra de Partida. En segundo lugar, la prisión del Guardián.
Elphias dejó de hablar y sonrió levemente.
—El tiempo se me agota ya, Simbad. ¿Me harías un último favor antes? —preguntó, su rostro se volvió sombrío y sus ojos empezaron a apagarse. Su cuerpo empezó a brillar ténuemente y pequeños fragmenos de luz parecieron desprenderse de su cuerpo—. Atraviésame con tu Llave Espada. Es una de verdad, así que seré liberado de esta zona, podré fusionarme con el resto de recuerdos. No tengo nada que ofrecerte a cambio, simplemente sería un acto de misericordia hacia un ser que al igual que muchos que están aquí encerrados sufren.
La decisión estaba en manos de Simbad, al fondo de la mazmorra apareció una puerta blanca, la salida de aquel lugar. Una vez la atravesase todo se volvería oscuro para él y sentiría como su consciencia se desvanecía. Cuando despertase se encontraría cara a cara con los compañeros que había dejado atrás.
Fecha límite 06/07/2015 a las 23:59