Tras subir por aquellas escaleras acabamos llegando al que debía ser el Salón del Trono de Tierra de Partida, puesto que exceptuando ciertos matices compartía un peculiar parecido con aquella sala que usábamos en el Bastión. Pero nada más poner un pie allí, llegamos justo a tiempo de contemplar una escena un tanto peculiar:
En el trono central se encontraba el Maestro Rayim, a la derecha de este una mujer de pelo azul y por último... ¿un ente esquelético? Era la única manera de poder describir a aquello que se encontraba junto a los dos humanos restantes, puesto que parecía venir de mí Ciudad de Halloween; a pesar de estar acostumbrado a tratar con esqueletos por el tiempo vivido en aquel mundo, la sensación que me transmitía aquél que tenía delante era completamente aterradora. Con esa túnica y su aspecto me recordaba vagamente a las representaciones que conocía acerca de la muerte, cosa que no me daba ninguna clase de buen augurio en aquel caso.
¿Sería cosa de la visión demente de Aaron?
—
¿Sabes por qué te hemos llamado, Maestra Melissa? —dijo Rayim al esqueleto.
—
¿De qué se trata, Maestro Rayim, Maestra Awyr? ¿A qué se debe que me llaméis a estas horas de la noche?Un tenso silencio se formó entonces, y a pesar de que no se habían percatado todavía de nuestra presencia tenía la extraña sensación de que ahí pasaba algo. El Maestro tenía unas grandes ojeras y no demostraba estar en uno de sus mejores días, al igual que aquella Maestra paliducha a la que el esqueleto había llamado “Maestra Awyr”.
Awyr... ¿dónde he oído yo antes ese nombre?—
Como sabrás, los Maestros hemos estado explorando aquel extraño mundo que creemos que podría ser la clave para sellar a los sincorazón en el Mundo de la Oscuridad. Hacer eso nos libraría para siempre de esos monstruos y nuestra labor habría terminado. La Gran Misión de los portadores finalizaría tras más de mil años.—
¿Y? —inquirió “Melissa”, tras asentir a lo que Rayim acababa de decirle.
Entonces Awyr se levantó del lado de Rayim y con una notoria cojera se acercó hasta ella para una vez allí empezar a gesticular con tal de hablarle en el lenguaje de los mudos. Para mi desgracia no entendía demasiado aquel lenguaje y por tanto no entendí nada de lo que le dijo, pero en cuanto esta primera se puso a llorar y a tambalearse comprendí que no podía ser nada bueno.
—
Maestra Nanashi, —comenté en un susurro—
¿qué acaba de decir la Maestra Awyr?—
Sam... ¿Ha muerto?No hubo ninguna respuesta salvo el doloroso gesto de afirmación de Rayim, el cual se levantó del trono para entregarle a aquella mujer una Llave Espada, seguramente la de la persona llamada Sam que ella misma acababa de nombrar. ¿Sería su hijo? ¿Su mejor amigo? ¿Su esposo? Aquello era imposible de saber... pero entonces pude ver más de cerca el arma que el Maestro le entregaba a Melissa y mi tez empalideció al momento:
Era la misma Llave Espada que Aaron había usado contra nosotros. ¿Qué relación tendría él en todo esto?
—
Lo sentimos, Melissa... —El hombre fue incapaz de continuar mirando a aquella mujer a los ojos.
—
No... ¡No! La Maestra Melissa había empezado a gritar con una mezcla de algo que me pareció dolor y desesperación, quizá incluso algo de locura. Por lo que no me extrañó nada que tanto Awyr como Rayim se mostrasen preocupados.
—
¡Sam no puede morir! ¡Él está aquí! ¿No lo veis? —La mujer comenzó a reír de una manera muy preocupante, sobretodo teniendo en cuenta el aspecto que mostraba—.
¡Eso es! ¡Aaron es su reencarnación! ¡Esta llave reaccionará a él! ¡Él es el dueño de esta llave! ¿Esa es la madre de Aaron?... no puede ser...Pero antes de que la escena pudiese continuar o antes de que me diese tiempo a preguntarle a la Maestra Nanashi todo se oscureció sin que pudiésemos hacer nada por evitarlo.
***Miré con aspereza a mi alrededor el cual había sufrido un atroz cambio, sin saber si aquello era mejor o no; a pesar de no estar en aquella deformada Tierra de Partida que Aaron tenía por verdadera, el lugar en el que nos encontrábamos ahora no era demasiado más alegre. El único paisaje que era capaz de ver era, de manera literal, un campo de muerte formado por un incontable número de Llaves Espada y a lo sumo algo que a lo lejos me recordaba a montañas, pero estas estaban destrozadas por completo.
A pesar de no haber estado nunca en aquel lugar, por la multitud de Llave Espada que se encontraban clavadas en el suelo podía hacerme una idea de donde estaba. Cada una de aquellas armas que ahora eran un trozo de metal sin valor, representaban a su antiguo portador a los cuales se les homenajeaba de aquel modo tras su muerte. Aquel era el futuro que antes o después nos deparaba a cada uno de nosotros.
...La Necrópolis de la Llave Espada... —
Esto es... La batalla contra Aaron —dijo Nanashi empalideciendo al instante en cuanto la miré.
Confuso, miré a mi alrededor hasta dar con lo que se refería la Maestra: una armadura azabache de casi el mismo tono que la puerta de Aaron estaba atacando la entrada que daba a una especie de templo. Aunque la escena me era nueva, tenía la sensación de haber oído hablar antes de ella o de haberla vivido antes de algún imposible modo.
>>
Ronin, Awyr y Rayim. Los tres fueron los únicos supervivientes de Tierra de Partida tras esa pelea. Ellos reconstruyeron Tierra de Partida reclutando a nuestro líder, Ryota, después a la difunta Eileen. Este recuerdo, este momento marcó un antes y un después para ellos. Un momento que muchos habrían querido ver ya que es una parte muy importante de nuestra historia. Ese de ahí es el Templo de la Reminiscencia, el lugar que archiva momentos clave para nosotros, los portadores.Asentí tomando nota mental de todo lo que Nanashi decía, y a pesar de que tratándose de Aaron no podía suceder nada bueno...opté por prestar mis cinco sentidos a lo que fuese que estaba por acontecer ahora.
Entonces un grupo de aprendices pasó por delante de nosotros tras haber aterrizado antes en aquel mundo, y parecieron no darse cuenta de nuestra presencia de la misma forma en que no lo habían hecho Rayim, Awyr o Melissa; estos avanzaron dirigidos por un Maestro en dirección a las puertas del templo, causando un poco de estruendo durante el trayecto. Entonces me fijé en como por arte de magia, Aaron ya no estaba allí.
Aquella situación se me hacía endiabladamente familiar, como si alguien me hubiese hablado ya de ella antes.
¿Espera eso no es?...Un repentino humo negro lo envolvió todo en cuanto el grupo llegó al lugar donde debería haber estado el homicida, y aunque no se veía nada en absoluto por aquella niebla se podían oír a la perfección los gritos de dolor y miedo que plasmaban aquellos aprendices y el Maestro que les acompañaba. Si aquella situación era la que Rayim nos había contado, la habilidad que Aaron había usado era la misma con la que había tratado de acabar con nosotros mientras huía,
Miasma.
Menos de un minuto después, tuve que hacer de tripas corazón por la desgarradora escena que teníamos Nanashi y yo que observar: aquellos aprendices que hasta hace poco habían estado riendo y bromeando... ahora tenían sus cuerpos destrozados y a pesar de continuar con vida, se iban consumiendo segundo por segundo con aquella abrumadora habilidad que solo un maldito perturbado podría crear; solo había una persona en pie, enfundada en aquella armadura diabólica, la cual retiró para mostrar mis ya confirmadas sospechas de quien era.
—
Maestro Aaron... ¿Por qué? Antes de que aquel desdichado pudiese seguir hablando, el bastardo de Aaron pisó su garganta mientras le dedicaba una sonrisa con la que a mi parecer merecería un puñetazo mínimo dada la situación.
—
No te lo tomes como algo personal. Solo es un juego, ¿sabes? Tan solo eso. —Mantuve mirada fija en la bota del maníaco, que pisoteó con fuerza el pecho del aprendiz, destrozándolo sin ninguna clase de piedad o arrepentimiento.
Más Llaves Espada tendrían que ser enterradas en aquel lugar por culpa de aquel monstruo que había hecho un daño incalculable para la Orden.
—
Vosotros no tendréis tanta suerte... ¡Vamos Templo de la Reminiscencia! —Su exceso de locura se presentó en cuanto empezó a gritarle al templo, como si pudiese escucharle o hacerle caso—.
¡Muéstrame tus maravillas! ¡Abre tus puertas a mí! ¿¡Por qué a ese puto piratilla de pacotilla sí!? ¿Acaso él es digno? ¡No! ¡¡¡YO SOY EL ÚNICO DIGNO!!!Aaron quería entrar al Templo de la Reminiscencia, pero este seguía sin abrir sus puertas a pesar de todo el escándalo que estaba formando aquel perturbado. Me acordé de lo que nos había contado Nanashi sobre aquel lugar y sonreí con brevedad, porque aquel cabrón no tenía ni idea del motivo por el que no podía entrar. Y como siguiese eliminando gente, no podría entrar jamás.
Porque si aquel bastardo no había pasado la prueba de aptitud que había dicho Nanashi, necesitaría de alguien que lo hubiese hecho ya.
»
Mi madre me lo contó todo, padre venía de una familia de Portadores. ¡Él es un portador de Sangre Pura, como esos de las leyendas! ¡El pasado ha venido a mí, ha llamado a mi puerta! Es mi destino ser el que despierte los poderes ocultos en el Libro por mil años. ¡¡¡Como así lo hicieron aquellos conocidos como Los Perdidos!!! ¡Ábrete, Templo y cede tus poderes a la oscuridad! ¡A mí oscuridad!Abrí los ojos como platos, tratando de retener por un momento aquello último que había dicho acerca de “Los Perdidos”. Según sabíamos, ellos podían ser la clave para obtener la tan ansiada parte de la llave que estábamos buscando. ¿Pero qué pretendía hacer un desquiciado como él una vez hubiese despertado aquella clase de poderes? Alguno bueno seguro que no, aquello estaba claro.
—
Es incluso peor de lo que me habían contado.—
Está completamente ido... Maestra Nanashi, ¿sabe usted algo acerca de “esos poderes ocultos” y de que tienen que ver Los Perdidos en todo eso?Me respondiese o no, pocos segundos después algo con una fuerza abrumadora empezó a tirar de nosotros a pesar de la resistencia inicial que traté de poner. No podía ser Aaron ya que estaba enfrascado con como poder entrar en el dichoso templo... así que confiaba en que aquello que trataba de dirigirnos hacía el Santuario fuesen la fuerza de los recuerdos por nuestro propio bien.
***Antes de que pudiese volver a parpadear, me percaté de que nos encontrábamos dentro del susodicho Santuario, junto a todos los aprendices que se habían desperdigado a lo largo de aquel mar de recuerdos. Pero no estábamos solos, a pesar de que seguía teniendo dos ojos y poseía un aspecto mucho más joven, no me costó distinguir a Ronin después de haberle visto en varias ocasiones en retazos de recuerdos.
—
Ya lo entiendo... —La voz de Aaron sonaba al otro lado de la puerta, y tras un pequeño silencio se escuchó un golpe seco contra la puerta—.
Esta puerta está protegida por un hechizo... Para entrar no solo hace falta ser un portador, sino que también es necesario pasar una prueba específica... Y esa prueba se pasa de una forma, haciendo que alguien que ya la ha superado la active. La verdad fuese dicha: Aaron sería un completo lunático homicida, pero poseía una inteligencia y habilidades sobrehumanas que iban más allá de la de muchos aprendices. El título de genio le quedaba corto, de la misma manera que el de loco.
>>
¿Qué me dices? —Aaron parecía hablar con alguien distinto a nosotros, probablemente con la Maestra del grupo de aprendices masacrados, la cual yo pensaba que también estaría muerta a esas alturas—.
Te dejo vivir a cambio de que la actives para mí.No lo hagas... no va a dejarte vivir... ya estás muerta.De pronto un haz de luz envolvió la puerta del Templo, aquella Maestra acababa de caer en la trampa de aquel sociópata. En cuanto entrase, no habría otra opción que atacarle entre todos... quizá con la ayuda de Nanashi, la de aquel joven Ronin y la que nosotros pudiésemos ofrecerle seríamos capaces de vencerle, o al menos de retrasarle hasta la llegada de Rayim y Awyr.
—
¡Eso es! ¡VAMOS!Aquella versión de Ronin con aún dos ojos se incorporó de manera brusca para ir a saber donde, pero entonces avistó a la marabunta de espectadores que estábamos en aquel recuerdo y retrocedió casi hasta chocar con la puerta. Para alguien que se percataba de nosotros, lo único que faltaba sería asustarlo y modificar aquello de la peor de las maneras.
—
¿De dónde demonios habéis salido? ¿Quiénes sois? Bueno, eso da igual. El Maestro Aaron está como una cabra y quiere matarnos. —Aquel Ronin era un genio realizando esquematizaciones, a pesar de que todos ya nos habíamos hecho a la idea de lo que estaba sucediendo—
Debemos internarnos en el Templo. Quizás solo así podamos sobrevivir, tendiéndole una trampa. Ayudadme, por favor. Bueno, ¿qué coño digo? Si no me ayudáis moriréis conmigo, así que no tenéis más remedio.A pesar de que en un futuro se convertiría en el traidor líder que apuñalaría al Maestro Ryota, ahora mismo aquel Ronin no había hecho nada. Si había podido proteger al Kazuki joven, no veía muchos inconvenientes en trabajar junto a aquella versión de Ronin con la finalidad de patearle el culo a Aaron.
La mano del pirata se extendió hacía nosotros, como proposición de alianza o para recalcar que realizaríamos trabajo en equipo. Nanashi coloco la suya, y de manera progresiva lo hicieron el resto de mis compañeros, a los que me uní sin pensarlo, si teníamos que caer lo haríamos peleando.
—
¡Uno para todos, y todos para mí!Con aquel grito más eufórico de lo que cabía pensar, empecé a plantearme una estrategia que incluyese al nuevo integrante del grupo. A ver que salía de todo aquello.
***Siguiendo las indicaciones de Ronin, bajamos por el sótano del Templo de Reminiscencia, pero por increíble que sonase la instancia no parecía tener final alguno. Ya no había un suelo en el que mirar, o un techo que contemplar, ni tan siquiera paredes hermosamente decoradas. Solo oscuridad y más oscuridad, aunque había dos excepciones: un gran número de estatuas acompañaban nuestra sinuosa marcha, y a pesar de que no conocía ninguna de ellas — no dudé en anotarme mentalmente los símbolos que ayudaban a distinguir las unas de las otras. Un unicornio, un oso... — dirigí unas palabras de profundo respeto dado que estaba seguro que en un pasado resultaron vitales para toda la Orden.
La otra excepción era el puente rodeado por aquellas figuras y que además lo atravesaba todo para llevarnos aún más adentro... ¿dónde se suponía que íbamos a tenderle la trampa a Aaron? Entre tanta oscuridad sería fácil camuflarnos, pero seríamos incapaces de ver nada una vez estuviésemos todos escondidos.
Algo interrumpió mi fascinación por aquel lugar, algo que no era normal; parte del espacio donde nos encontrábamos se “rajó” y por absurdo que sonase ya no podía dar nada por imposible después de todo lo que estaba pasando. Una mano asomó por la brecha que había surgido de la nada, luego otra y al fin surgió un individuo completo, más concreto un individuo no deseado. Se trataba de Aaron, pero no del “joven” que acababa de masacrar a un grupo de aprendices, sino del que había huido con aquella sucia técnica para conseguir el tiempo necesario para volver.
—
Decidme... ¿Queréis escuchar mi historia? ¿¡Tanto os gusta hurgar en el pasado!?El hombre perro, Hiro, realizó un comentario burlón contra el homicida. Un punto a favor para los de Tierra de Partida sin duda, ya que me había hecho cierta gracia que aliviaba la tensión que acababa de formarse, aunque tampoco creía muy conveniente tocarle las narices a alguien que podía soltar una nube de gas mortal en un espacio bastante cerrado y desconocido como en el que estábamos.
—
Claro que sí... Puedo contaros muchas historias sobre mí. Tengo tantas que no entrarían en este castillo de mármol. ¡Pobre de mí! Creyendo que el Guardián y el Libro estaban ahí. Si tan solo hubiese removido las piedras de este castillo habría obtenido lo que quería. Pero primero, dejadme hacer algo que siempre he querido hacer.Traté de ponerme en guardia, pero resultó del todo inútil; de la mano de Aaron surgió un ataque de oscuridad que no iba dirigido a mí, sino al Ronin que nos acompañaba, y al cual agarró por la pierna sin que el afectado pudiese reaccionar. Antes de que yo o cualquiera de mis compañeros pudiese actuar, colocó al casi Maestro delante suyo para atravesarlo al instante con su Llave Espada. Nanashi no pudo evitar soltar una exclamación, y yo no pude evitar pensar que acabábamos de perder a una de nuestras mejores bazas para matar a Aaron en aquel lugar.
Ahora volvíamos a estar en desventaja.
—
Se supone que este recuerdo acaba con mi muerte. Logro entrar al templo, persigo a Ronin y justo cuando estoy a punto de matarlo aparecen Awyr y Rayim... Y colorín colorado. ¡Me río de ese final! Mi patético yo solo perdió por que ellos eran más. Al final los que os hacéis llamar los "buenos", los "héroes" no sois más que basura. No sois diferentes de uno de esos grupitos de matones. Sin los demás no sois nada, solo mierda en la suela de los zapatos.—
Te equivocas. Yo no soy un héroe ni de los buenos. Los idiotas no somos tan buenos como para ser héroes.Si Hiro no se consideraba un héroe allá él, yo discernía sobre su opinión de lo que te hacía o no ser uno de los buenos... Bastión Hueco, por ejemplo, era el lugar de los buenos y estaba seguro que en nuestras filas existían verdaderos héroes. No era nadie para juzgar a los de Tierra de Partida ni llevarles la contraria, pero si lograba salir de allí dentro intacto empezaría a auto-proclamarme héroe por mi cuenta, sobretodo si antes borraba la existencia del malnacido de Aaron.
“El rey de Roma” arrojó entonces el cuerpo del futuro Maestro — que ya no existiría en ese recuerdo si acababa de matarlo — al vacío. Pero en vez de caer sin más y fundirse con la oscuridad rompió todo el lugar por el que pasaba. Aquello no podía ser bueno.
—
¡Oh! Qué mal, acabo de destruir la sala al matar a Ronin, cuando eso se supone que no puede ocurrir. El recuerdo ha sido interrumpido y ya no tiene razón de ser, por lo que será autodestruído... Con vosotros dentro.Y como acababa de decir, no era para nada algo bueno. Ahora además de encargarnos de alguien con habilidades superiores y que no pretendía dejarnos marchar por las buenas, tendríamos un límite de tiempo que a saber cuanto duraba. ¿Y nosotros éramos “los mierdas” de aquella sala? Había sido él quien había huido como una rata con tal de que no le rematásemos en el lugar de nuestro primer enfrentamiento, y ahora él nos ponía contra la espada y la pared.
»
Hay dos salidas de este lugar... Una está detrás de mí, aunque eso significaría que tendríais que pelear contra mí. Una verdadera batalla final. ¿No es lo tipico en estos casos? ¿Que al llegar casi al final salga el Jefe Final? La otra está fuera, en la necrópolis en un arco plateado... Pero tendríais que resolver un acertijo muy difícil y... Bueno, no os aseguro que lleguéis a tiempo. Decid de una vez, ¿saldamos las cuentas? Aunque total... Todos los caminos acabarán llevando a mí al final...Apreté mis puños con fuerza, y desenvainé la espada que aquel maldito creído me había dado antes de ser liberado por el Guía. ¿Quería una batalla final? Pues la iba a tener, y de las buenas además. Solo necesitábamos una buena estrategia para poder dejarle atrapado en sus propios recuerdos y nosotros poder escapar por la salida que él mismo había abierto; no sería fácil dado el número de aprendices que éramos, pero no estaba todo perdido... juntos podríamos derrotar a ese “Jefe Final”.
—
Creo que se refiere también al Aaron de este recuerdo, puede ser que esté por aquí también, de todos modos luchar contra el sin Rayim será difícil, —argumentó Hiro—
aunque sabemos donde esta el arco si lo que dice es cierto puede que ni lleguemos, por otro lado siendo el puede ser un bulo para que nos quedemos aquí.>>
Decidid que queréis hacer rápido o a saber que pasará con nosotros —
Yo me voy —comentó Simbad de pronto—.
Quien quiera que me siga, necesitaremos cabezas para resolver el acertijo.—
¡Yo voy contigo! —exclamó Freya—.
Resolvamos ese acertijo.Mis esperanzas se esfumaron tan pronto como aparecieron al ver que nuestro pequeño grupo empezaba a desperdigarse y a deshacerse, ya que si no trabajábamos en equipo sería imposible vencerle... y mucho menos si solo nos quedábamos la Maestra Nanashi y yo.
—
Maestra Nanashi... ¿cree que tenemos más posibilidades de escapar todos con el acertijo que unidos contra él? —Señalaría, al ver como casi todo el grupo planeaba irse—
¿O tiene usted otro plan, Maestra? Aunque creo que no hay más remedio que irse ahora, no tenemos demasiado tiempo. Acompáñenos para poder resolver el acertijo lo antes posible, por favor.Tras escuchar lo que la Maestra tuviese que decir, seguiría a Simbad, Hiro, Freya, y a Lyon corriendo todo lo que mis piernas me permitiesen en dirección a la salida del Templo, y más concretamente hacia el arco plateado. No tenía un Glider en el que montar, por lo que más le valía a Rayim tener razón y que Zephyr estuviese de nuestra parte para concedernos unos minutos más, o estábamos bien muertos.
Si el maníaco nos intentaba perseguir, trataría de hundir el puente una vez hubiésemos pasado todos
lanzando una
Explosión de Oscuridad que evitaría lanzar cerca de Aaron para que no la devorase.
▪ Explosión de Oscuridad (HM) [Nivel 9] [Requiere Afinidad a Oscuridad; Poder Mágico: 13] Crea una bola de oscuridad de tamaño medio, la cual se divide en otros 3 orbes más pequeños que explotan simultáneamente.