[Evento Global] Ruta del Recuerdo Perdido - La ciudadela

Ruta de Hana, Neru, Adam, Saeko, Nadhia, Aru y Kairi.

Nunca olvidarás que tomaste parte en alguno de estos jolgorios. Kazuki tampoco.

Moderadores: Suzume Mizuno, Denna, Astro, Sombra

Re: Ronda 14

Notapor EspeYuna » Dom Jul 05, 2015 8:40 pm

Se trata del fundador de la Orden. Fue un ángel extremadamente poderoso y sabio, que impidió que los mundos se sumieran en el caos y nos recordó que había que luchar contra la oscuridad. Ayudó a levantar Tierra de Partida y, con ella, nacieron los clanes. El Unicornio fue de los primeros—Nadhia escuchó cabizbaja aunque con interés la historia que Cornelia le estaba contando. Percibió el orgullo de la maestra al decir que su clan había sido de los primeros en nacer y no pudo evitar sonreír. Realmente amaba su labor como líder, y no sólo del clan que la había visto crecer—. Lamentablemente, el Primero desapareció. En su lugar llegó Nithael. Quizás lo viste durante la reunión. Es un clon del Primero, si bien no tiene la mitad de sus capacidades, ni sus recuerdos, ni nada. Más bien parece un niño al que debamos proteger.

Nadhia, quien había permanecido tras Cornelia sin levantar cabeza escuchándola, pareció llamarle la atención el tono con el que la maestra de los Unicornios había mencionado a Nithael. Irritada, como si la existencia de aquella persona, si es que se le podía llamar así, le molestara.

La aprendiz recordaba vagamente al supuesto clon del fundador de la Orden. Si hacía un poco de memoria, cuando Cornelia y los demás líderes hicieron llamar a la ciudadela entera y a sus caballeros para anunciar los planes para el día siguiente y levantar ánimos con sus palabras... sí, él estuvo ahí. Igual que contra los sincorazón allá fuera, pero no pudo tener constancia de que aquel ser alado fuera real tras el ataque del escorpión. Y era extraño pensar que siendo el clon del Primero no fuera el auténtico líder supremo de la Orden. Es decir... ¿desde cuándo se habría impuesto que uno de los clanes rigiera el poder sobre los demás?

Aunque imponer no fuera la palabra que Nadhia buscaba cuando pensaba en la persona que tenía delante. Sí que podía dar miedo su porte si no la conocías, como le pasó a ella al principio. Pero Nadhia ya estaba completamente segura, estando a su lado y hablando con la pequeña Patricia, de que muchos ciudadanos no sabían de qué hablaban por culpa de la situación por la que pasaban. El miedo muchas veces cambiaba a las personas.

De hecho, siempre se echaba las culpas a alguien en momentos duros como aquel. Era injusto pensar así, pero era una realidad que sucedía en todas partes, fuera el mundo o el año que fuera.

Quiso preguntar más por Nithael. Era un ángel, después de todo. No estaba muy segura de que aquella raza realmente existiera en otros mundos en su presente, o fueran seres que perecieran hace siglos. El alma de su Llave-Espada estaba representado por uno, o al menos lo parecía. Hubiera sido tan interesante hablar sobre aquello...

... pero no quería que Cornelia se sintiera más irritada aún dada la situación.

Ojalá, cuando todo aquello terminara, pudiera sincerarse con ella. Y si no la desterraba antes de volver al presente, le gustaría hablar con ella más. Saber más sobre el pasado de Tierra de Partida.

Quizás aprendiera mucho de ella por el bien de su hogar.

*****


Y ya era de noche cuando llegaron al lado contrario de aquella enorme montaña que habían estado rodeando a lo largo de la tarde. Nadhia ya no se sentía tan segura como hacía unas horas. El sonido de la naturaleza había desaparecido casi por completo, y sólo se escuchaba el tenue silbido del viento sobre los árboles cercanos a la zona a la que habían llegado, una ciudad que, al parecer, había sido abandonada hace muchos años. Nadhia olvidó por un momento la tensión y contempló, estupefacta, el tesoro que había permanecido años sin la visita de habitantes de Tierra de Partida. Aquellas ruinas eran una auténtica joya visual en medio de la oscuridad, con arcos, corredores y columnas que la conformaban.

Hace unos veinte años había una zona de entrenamiento para los clanes, con un templo, pero terminó por abandonarse—explicó Cornelia, teniendo Nadhia que acercarse un poco a ella para escucharla al hablar tan bajo—. Es el único lugar donde se me ocurre que podría estar el alfa…

Tanto como hizo Cornelia en aquel momento Nadhia se lanzó contra la columna contraria. No se agachó, preguntándose si sería buena idea que aguantara la respiración durante unos segundos. Aquella cosa que se había movido en la distancia... no, no era posible.

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Recordaba aquellos ojos. Su tamaño, aún siendo descomunal, no tenía nada que ver con el día anterior (valga la redundancia habiendo viajado al pasado) que Tierra de Partida había sido atacada por aquella bestia sincorazón. Era él, el sincorazón que había roto las cadenas del castillo. El que había intentado alcanzar el corazón de su mundo. Con el que estaba luchando en aquel momento, quizás, su amiga Fátima.

Tragó saliva y cerró los ojos en medio de la oscuridad, rezando porque no hubiera percibido la presencia de ambas. Había sido buena idea no invocar su Llave-Espada en ningún momento. En aquel momento, a Nadhia le daba vueltas la cabeza. ¿Cómo demonios era posible? Aquel era el sincorazón que había atacado su hogar, el de su presente, el del futuro de aquel preciso instante. ¿Había existido anteriormente?

Sabía que las razas perduraban con el tiempo, o se extinguían, quizás como los animales o las plantas. Pero que aquel engendro de oscuridad hubiera coincidido en el pasado, en una situación dada la cual Tierra de Partida estaba en peligro... y no parecía un sincorazón común. Sólo de haber visto sus ojos de nuevo se le había puesto la carne de gallina y una sensación desagradable corría por sus entrañas.

«No. No puede ser una mera coincidencia», se dijo, apretando los dientes. «Tiene que haber una relación...»

Nadhia pegó un pequeño respingo, aun controlándose, cuando Cornelia se acercó a ella al ver pasado el peligro de ser descubiertas. Enseguida le susurró al oído:

Debo acercarme. Necesito comprobar si hay alguna prueba o algo que mantenga al Alfa inmóvil aquí. Quédate o sígueme. En cualquier caso no hagas ruido.

Nadhia asintió, aun no estando muy segura de que enfrentarse a aquella cosa ellas solas fuera una buena idea. Todavía le temblaban las rodillas siguiendo de cerca a la maestra. Pero antes de dar dos pasos, Cornelia se le quedó mirando un rato, en absoluto silencio.

Finalmente, la aprendiz perdió la paciencia, ruborizándose.

¿Qué... qué pasa?

No podemos ir juntas. Llamaríamos demasiado la atención. Necesito que lo despistes. ¿Te atreverías?

¿Despistarle...? —Cornelia le señaló con un gesto antes de que pudiera seguir hablando. Nadhia observó que el lugar donde el sincorazón se encontraba estaba rodeado de una infraestructura concéntrica, con corredores que lo rodeaban y una media de tres columnas donde la maestra le estaba señalando— Pero t-tú... señora Cornelia...

Su plan era que Nadhia lograra distraer al supuesto Alfa desde otro blanco diferente para que ella pudiera acercarse. Cornelia era bastante atrevida: apenas había sitio por el que esconderse si seguía aquel camino. Pero si Nadhia lograba despistar al coloso haciendo de cebo...

Quiso suspirar de frustración. Aquel comportamiento temerario le recordaba a ella misma cuando Fátima se lo echaba en cara. Escuchó a Cornelia pensando en los mil y un quebraderos de cabeza que debía darle constantemente, asintiendo cuando comentó lo de lanzar un hechizo básico al cielo si el coloso se comportaba de forma extraña.

Si corres peligro, escapa. Nos reuniremos en la catarata. También estate atenta a cualquier cosa que no sea antigua que te llame la atención. Cristales, runas, círculos mágicos… Cualquier cosa. Tiene que haber algo o alguien en este lugar…

¡E-Espera, Cornelia! —chilló Nadhia por lo bajo al no poder alzar mucho la voz.

Y sin poder decir más, Cornelia se lanzó al frente. No pudo detener su plan. Nadhia, algo irritada, supo que lo mejor que podía hacer por ella era seguir con el plan acordado. Seguirla sería un suicidio para ambas.

Lo que tenía que hacer, pues, era hacer lo que mejor se le daba: lanzarse sin pensar en las consecuencias, fuera una orden o mera cabezonería suya.

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Corrió alcanzando la primera columna, permitiéndose el lujo de echar un vistazo al coloso al asomarse lo justo y necesario para verlo con un único ojo, en el cual confiaba plenamente, pues eran de arquera. Tenía que impedir que se centrara en Cornelia, con un corazón de seguro más brillante que el suyo.

Vio las dos siguientes columnas, y pensó que podía usarlas a su favor. Estaba segura de que al invocar su Llave-Espada el coloso ya percataría su presencia, así que tenía que darse prisa.

Ángel Forjado apareció en su zurda como así mismo deseó ella, entre gotas de luz y plumas cayendo con delicadeza en el suelo. No tenía mucho tiempo. Enseguida se colocó y, agachada, preparó un hechizo de luz* que lanzaría cerca de la tercera columna, en el suelo. Así, si rebotaba, lo haría hacia arriba y no dañaría la columna: la necesitaba con urgencia si el plan seguía en pie.

Si miraba en la oscuridad que aquellos ojos inyectados en sangre se dirigían hacia su posición, correría hacia la tercera columna para evitar un posible ataque. Si ese no era el caso y su hechizo le había llamado más la atención que el poder de la Llave-Espada en sus manos, permanecería en la primera, esperando qué hacer a continuación y según lo que observara de las acciones de Cornelia. Y observando las cercanías con la luz de su ataque, recordando la tarea de mantener los ojos bien abiertos si encontraba cualquier cosa fuera de lo común en aquel paraje abandonado.

Nadhia no se iba a engañar: se sentía increíblemente manca en aquel momento.

Y Cornelia se le había quedado mirando demasiado rato poco antes de iniciar aquel plan. ¿En qué había estado pensando tanto? ¿Realmente sólo para hacer de cebo, o había algo más en su estrategia?

Pero si Nadhia quería volver a su hogar y descubrir el misterio de aquel coloso sincorazón, tenía que confiar en ella.

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*Nadhia usa Perla

Perla (HM) [Nivel 3] [Requiere Poder Mágico: 4]. Proyectil de luz lineal en forma de esfera, con probabilidad de rebotar si golpea alguna superficie sólida.
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Re: Ronda 14

Notapor Darkness Seeker » Lun Jul 06, 2015 5:32 pm

¿Pero tú crees que tengo tiempo para dar órdenes a todas y cada una de las personas que hay en esta Montaña, chavalote? ¡Si ya tienes que ayudar a Neizan entonces vete a hacerlo, no hay tiempo que perder! ¡Vamos, andando!—me gritó el caballero oso.—. ¡¡De acuerdo, tenemos que organizar a los niños, ellos irán en medio!! ¡Joder, dónde está Hjalmar!

En aquel momento sentí como una mano se me posaba en el hombro. Estaba claro que, o no había medido bien mis palabras para sonsacar información, o quizás no era el momento oportuno. Mientras me invitaban a salir, pude oír rugir de nuevo a Zacharias:

¡Si quieres hacer algo, chavalote, encuéntrame a Hjalmar, dale una patada en el culo y dile que venga aquí! ¡No puedo hacerlo todo solo!

Bueno, si no había obtenido suerte con Zacharias... Puede que con Hjalmar si la tuviera. Salí disparado hacia arriba, y al darme cuenta de la hora que era, me acerqué de nuevo a ver a la herrera, para preguntarle sobre mi pedido, y de paso si había visto a Hjalmar.

—Vi a Hjalmar hace un rato, subía por las escaleras que llevan a las zonas más altas. ¡Ahora coge esto y déjame descansar de una vez, joven!

Agradeciéndole el esfuerzo, comencé a subir las escaleras hasta la cima. Desde luego, parece que en este tiempo estaban todos de un humor de perros todo el día. Para colmo, no podía usar el glider para subir, pues solo ciertos miembros de la Orden lo tenían permitido.

Maldita ley de gliders...pensé mientras subía a toda velocidadDe poder usarlo ahora llegaría enseguida a la cima...

Sin embargo, entre el humor de perros que había en general y el caos administrativo tras las órdenes de la ciudadela, no era buena idea meterme más problemas y líos. En caso de que me encontrara gente, a ser posible de buen humor, me aseguraría de preguntar si habían visto a Hjalmar, a razón de encontrarle rápidamente. Sin embargo, era de noche, y pese a que supuestamente el escudo nos protegía decidí tomar preocupaciones.Mientras subía, traté de tener una de mis manos libres, por si se daba el caso de que me atacaran los sincorazón. Si se daba ese caso, trataría de evadirme de ellos usando fintas e incluso un Doble Salto para seguir avanzando. Y ahora que lo pensaba... ¿Y si Hjalmar estaba ocupado por culpa de los sincorazón? En ese caso, me uniría al combate sin pensármelo, usando mi Cadena de Agarre para entrar en el fragor de la pelea rápidamente y poder apoyar a Hjalmar a base de espadazos y latigazos.

Sin embargo, esperaba de corazón que no se dieran ninguno de los dos casos.

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Resumen:

1º Neru sube a pata, suficientes problemas tiene como para echarle más.

2º Si se encuentra con alguna persona en la calle, a no ser que ésta no vaya a cooperar, le preguntaría por donde estaba Hjalmar o si le habían visto ir en alguna dirección.

3º En caso de ataque sincorazón mientras sube, Neru trataría de esquivar a los enemigos usando un salto doble o fintas como fuera necesario.

4º En caso de encontrar a Hjalmar peleando o combatiendo sincorazón, Neru se abalanzaría sobre el sincorazón más próximo usando su Cadena de Agarre y ayudando a Hjalmar a base de Llave Espada y Látigo de Cadenas.

▪ Doble salto (HC) [Nivel 3] [Requiere Elasticidad: 4]. El usuario es capaz de saltar mucho más alto que los demás, alcanzando lugares más inaccesibles.


▪ Cadena de Agarre (HC) [Nivel 5] [Afinidad a Oscuridad; Poder Mágico: 5] Usando una cadena materializada de Oscuridad, el usuario alcanza a un objetivo a distancia máxima de 5 metros y aprovechando su control sobre ella se impulsa a través de ella o incluso impulsa el objetivo hacía sí mismo.
LET YOUR HEART SURRENDER BY THE DARKNESS¡

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Re: [Evento Global] Ruta del Recuerdo Perdido - La ciudadela

Notapor Kairi » Lun Jul 06, 2015 8:50 pm

¿Cómo iba a pensar que diciendo eso se ganaría su confianza? Todo lo contrario. Valeria estalló hecha una fiera y terminó echando a Kairi, que salió de allí sin pensarlo dos veces. Había fracasado. ¿Ahora cómo podría entrar en los aposentos de los Unicornios si todo el mundo la miraba mal?

Eso ha sido muy inteligente Kairi. ¿Ahora qué piensas hacer? - pensó con sarcasmo.

Uno de los Unicornios le puso la mano en el hombro con tanta fuerza que le empezó a doler.

- Será mejor que salgas de aquí. Ahora.

- Cuánta razón - la voz de Diana llegó a oídos de Kairi. No sabía si alegrarse o preocuparse aún más. Los Unicornios cambiaron su reacción al ver a la Maestra de Bastión Hueco, ahora sonreían y se mostraban afables - . Yo me la llevaré. Mueve el culo. Ya.

¿Por qué se mostraban así con Diana? Kairi no tenía nada que envidiarle a ella. Es más, pensaba que era más guapa que la Maestra, aunque tampoco le interesaba mucho que se fijaran en ella.

Diana llevaba cogida del brazo a la Aprendiza, pero no fueron a la salida. En vez de eso cruzaron los aposentos de los Unicornios y se metieron por un pasillo.

- Ahora es cuando necesitamos tus habilidades, guapa. Voy a entretener a uno de los guardias para acceder al sótano y tú tienes que quitarle la llave-objeto sin que se dé cuenta. ¿Entendido? Cuando la cojas entras corriendo en el sótano. Birla el libro. Si no puedes hacerlo, vuelve, pero no te entretengas. Si viene más gente estamos jodidas.

Antes de que pudiera responder, doblaron una esquina y vieron a dos Unicornios protegiendo una puerta oscura.

- Buenos días. - les saludó Diana.

Los guardias inmediatamente rodearon a la Maestra con semblantes alegres admirando lo guapa que era y más cursiladas. Kairi suspiró por lo bajo y observó que ambos guardias llevaban un objeto en forma de herradura colgando del pantalón. Eso tenían que ser las llave-objeto.

Los guardias parecían no haberse percatado de la presencia de la pelirrosa. Con coger una de las llaves bastaba, así que se acercó en silencio por detrás del guardia más embobado con Diana y acercó sigilosamente una mano con intención de coger la llave. En cuanto la tuviera en su poder, entraría rápidamente por la puerta oscura y se apresuraría para coger el libro y regresar con él.
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La Historia Del Hipercor By Rmedive92
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El Viernes 26 a las 20 fui al hipercor para compra un juego por el cumple de un amigo y en el msn deje un automensaje que era "En El Hipercor" , en esos momentos Habimaru cerro el chat y se creo una multiconversacion de 7 o 8 personas del foro para hablar , cada minuto aparecía mi gracioso automensaje con el icono del tio feliz , cuando llegue y comente estaban todos En El Hipercor , uno en el carrefour pero bueno , al dia siguiente en el chat la frase mítica aparecía cada poco En El Hipercor y ya esta es la historia del Hipercor que tanta gente me pregunta XD ( Se le ha parecido buena o vivió esto ponérselo como firma.


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Kairi
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Re: [Evento Global] Ruta del Recuerdo Perdido - La ciudadela

Notapor Tsuna » Lun Jul 06, 2015 9:05 pm

Cuando subí a los pisos superiores me encontré con lo que parecían habitaciones, tanto individuales como para varias personas. El lugar estaba decorado por túnicas, zapatos, dibujos y libros o documentos sobre los mundos. También se estudiaba, por lo que leí de refilón, esa antigua guerra de las Llaves Espada, de la cual yo al menos, no sabía nada. La única referencia que tenía de todo aquello era la clase de historia que me había dado la maestra Nanashi en el Santuario, y en cuya entrada todavía recordaba con claridad la placa con las fechas. Me vinieron a la mente, mientras cogía unos dibujos y los acercaba a mi altura para verlos mejor, cómo tuve que acercarme a la inscripción para averiguar lo que decía, así como el momento en el que le pregunté a la maestra sobre las siglas de “Después de la Guerra”.

Pero no había nada más allí, una pena. Llena de nostalgia y dejando tras de mí la sombra de mis recuerdos, bajé a los pisos inferiores para acudir al funeral.

****


Dudé por unos momentos que Gabriel quisiera prestarme su ayuda, cuando me di cuenta de que había metido la pata al decirle que me habían ordenado recoger las piedras. Posiblemente sospechara de algún clan mayor, y eso era lo último que quería. Pero aun así, el sacerdote no pareció desconfiar y continuó caminando a paso lento. Yo le seguí, intentando mantenerme lo más discreta posible.

No estoy seguro de si conoces el… poder de las piedras sagradas. —Pues no, no tenía ni la más remota idea de que esas piedras siquiera tuviesen poder alguno.

Pues… no del todo. —afirmé. Aquello no podía considerarse una mentira, y no quería parecer una ignorante delante de él. Estaba harta de que se me escaparan las cosas.

Mantuve mi vista fija en él, dando un paso adelante, y después otro. Gabriel al final optó por explicarme sus capacidades.

Empleadas de forma correcta, tienen el poder de encerrar grandes cantidades de energía. También de liberarlas. Nithael pretende emplearlas bien para encerrar al Alfa, bien para destruirlo. Seguramente no haya nadie más que él con el nivel suficiente para usarlas con todo su potencial.

Atendí a cada una de sus palabras, asombrada porque las mismas piedras que me había ordenado recoger Assur la noche anterior tuviesen tanto poder. Pero si solo Nithael era capaz de utilizarlas correctamente, ¿por qué las querían para sí mismos, pudiendo acabar con aquella guerra en un momento? No me era difícil imaginar que si esa copia del Primero poseía tanto poder, pudiese aplastar ese ejército de Sincorazón en un instante. Tampoco me atreví a preguntarle nada cuando, ante los dos, aparecieron unos Zorros que inclinaron la cabeza en nuestra dirección. Estaba segura de que valoraban la vida de aquel superviviente como si fuera oro. Y tampoco me podía extrañar…

Espera, ¿el Alfa? ¿Qué es eso? —musité a su lado, intentando asegurarme de que solamente él me escuchaba. Alcé la mano izquierda ante él, en un intento de detenerlo para que me explicase mejor lo que era el Alfa.

Esperé a que me diera una respuesta, de ser así, asentiría y seguiría a su lado, con cuidado de no tropezar con nada.

Me alegro muchísimo de verle. Era doloroso haber vuelto y… No poder estar con él, con todo lo que está sufriendo. Y tenía que pasar con… esto. Me cuesta creer que… todos hayan… Ni uno. Debí ayudarles, maldita sea.

Se apoyó contra una de las columnas y, sin venir a cuento, empezó a llorar. No sabía si era la costumbre o que mis capacidades se hubieran desarrollado tan rápido, pero miré en todas las direcciones casi al instante, claramente incómoda porque alguien nos viese, y volví a posar la vista sobre el sacerdote, preocupada, y sin saber cómo actuar.

Yo no pertenecía a esa época, era una Portadora de mil años en el futuro, y esa gente, aunque les guardara cierto respeto y admiración, no me eran conocidos. Ni siquiera les había visto el rostro, así que no podía sentir lo mismo que estaba sintiendo Gabriel. Aun así, era conocedora de lo doloroso que podía ser la pérdida de alguien, yo misma la había pasado incontables veces, como con Marie, en París… Aquella niña que no había vuelto a ver y me recordaría para el resto de su vida como una bruja.

Me adelanté un paso, y le intenté dar ánimos como mejor pude. A sabiendas de que mis palabras pudiesen herirlo más que apoyarlo.

Pero el pasado es el pasado —Y sí, allí estaba yo, intentando cambiar el ánimo de alguien que murió mil años atrás—. Yo también he hecho muchas cosas de las que me arrepiento, pero sigo viva. Y por eso me esfuerzo para ayudar a quienes me siguen importando. —Como por ejemplo, a mis maestros en Bastión Hueco, o a Nikolai, por el que sentía algo especial.

Fruncí el ceño, preocupada, y me quedé allí de pie como una tonta, delante del sacerdote. Estando tan perturbado me hubiese sentado hasta mal dejarlo allí. Al cabo de unos minutos, que se me hicieron eternos y tortuosos, Gabriel me pidió perdón, a lo que negué con la cabeza restando importancia, y ambos continuamos.

Alcanzamos las puertas de la sagrada biblioteca, y me aseguré de ser la primera en entrar, quizás con miedo a que cerrara la puerta y me dejase afuera sola. También movida por la curiosidad: quería volver a contemplar ese sitio tan magnífico. El ambiente nocturno, comparado con el anterior, hacía de ese sitio un mundo completamente distinto. Una vez en el mismo sitio donde había encontrado a Gabriel casi muerto —y donde todavía quedaban algunas tonalidades rojizas sobre la superficie, a causa de la sangre—, éste se puso mover libros sin aparente sentido.

Me quedé allí, a cierta distancia de él, quieta y contemplando lo que hacía, mientras me hablaba.

Si Nithael logra lo que se propone, los clanes jamás le perdonarán, pero eso no le importa. Si no se da prisa... Aquí.—explicó, tocando un libro y haciendo que un pasadizo oculto fuese revelado. De haberlo sabido antes, las cosas hubiesen sido muy diferentes—. ¿La persona que te encargó las piedras qué pretende? ¿Te lo ha dicho? —Sentí un nudo en la garganta, incómoda por la pregunta. Era la primera que no quería andar a ciegas… y la primera en pecar de ello.

Le seguí, avanzando por el oscuro túnel y me tomé unos segundos para pensar la respuesta. Si le decía la verdad, su desconfianza hacia mí podría ser todavía mayor. Y no estaba dispuesta a eso. Pero tampoco sabía qué más decir, y me daba mucha pena en el fondo estar mintiéndole a alguien que pasaba por lo que estaba pasando.

No, pero sí me ha prometido algo que necesito. Esa es mi razón para ayudarle. —confesé, finalmente.

En un primer momento no me comentó nada, lo que me daba a entender que estaría analizando mi situación sin decirme nada. La sala circular que había más adelante, en cambio, me estuvo a punto de causar náuseas. No por el aspecto que tuviera, sino por el olor. No podía imaginar la cantidad de tiempo que llevarían esos libros encerrados ahí, y miedo me daba preguntar la verdad.

Entretanto y mientras Gabriel trabajaba con algunos papiros, me aislé en mi mundo, admirando aquel lugar con la boca abierta, absorta, y pensando en lo que me había dicho de Nithael. Si acababa con el Alfa Tierra de Partida estaría segura, pero al parecer los clanes no se lo perdonarían. Y yo, perdida, seguía sin entender cómo es que anteponían sus disputas personales —porque eso creía que estaban haciendo, basada en las historias que me habían contado esa tarde los Caballeros— a la seguridad del mundo y de la Orden. Por desgracia, no me di cuenta de que eso también sucedía en mi época con los dos bandos, y que yo misma estaba a favor de las confrontaciones.

Y como si me hubiese leído la mente, me comentó con la seriedad de un muerto:

¿Sabes que los clanes mayores están en contra de Nithael? —alcé una ceja, confusa. Esperaba que se explicara mejor—. ¿Que creerán que quiere la gloria y por eso no le darán, pase lo que pase, las piedras? Y con este Papiro. Sólo podías referirte a este. No tiene nombre. Sólo sirve para un libro. Alguien quiere proteger Tierra de Partida, pero nadie tiene la fuerza de Nithael. Puedes llevar el Papiro, pero… Nithael tiene mucha más edad que cualquiera de los líderes. Sabe más que ellos. Si tuviera el libro y las piedras podría salvar Tierra de Partida.

Se me quedó mirando, como tantas veces había hecho ya, y yo me tomé unos segundos para darle mi respuesta. Necesitaba pensar sobre lo que me estaba diciendo, pero tampoco tenía mucho tiempo. Cruzada de brazos y, algo precipitada por no pensarlo con calma, le respondí lo que creía más acertado:

Sólo creo… que vuestras disputas están poniendo Tierra de Partida en peligro —Y por cómo yo misma lo decía, no parecía que fuese de ese lugar—. Necesito ayuda, y de momento Nithael no me ha ofrecido nada.

Tenía la ligera impresión de que alguien: o Nithael o los clanes mayores, querían los objetos para sí mismos. Si las piedras caían en manos de Assur… ¿Iba a ser él capaz de hacer lo mismo que Nithael? Y por otra parte, ¿en qué pensaba el ángel al actuar en secreto, en lugar de partirse el lomo buscando apoyo? Fuera como fuese, podía estar contenta por tener el pergamino en mi punto de mira.

Gabriel asintió y pasó por mi lado, abandonando el lugar. Le seguí como había hecho hasta ese entonces, sin saber muy bien qué hacer, si avisar a las serpientes de que me ayudaran o confiar en Nithael. Me miré la palma en la que tenía el hechizo, y la cerré a continuación. No creía que fuese a necesitar hacer uso del conjuro. ¡Si tan solo Assur me hubiese hablado del ángel…!

To habría sido muy distinto.

****


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Antes de darme cuenta había terminado en la orilla que daba al lago, sintiendo la brisa fresca de la noche en la cara y en el pelo. Alcé la vista, fascinada por las estrellas y su reflejo en el agua. Me di cuenta entonces del mundo tan pequeño en el que había vivido, encerrada en un castillo rodeado de sincorazón. La verdad, no me hubiese importado nacer en esa época, y a ser posible, en el clan de las Serpientes.

Allí estaba Lirio, y Nithael también. A lo lejos sólo encontraba oscuridad, sentía un profundo miedo por dentro al imaginar que ese lugar estaba repleto de sincorazón, en la oscuridad. No era como Bastión Hueco, o como la ciudadela donde estaba segura, allí nos encontrábamos en la intemperie, podrían atacarnos sin piedad. Y con los pocos que éramos, estaba convencida de que no lo íbamos a contar.

Me senté sobre la hierba, frente a la orilla y cansada. Con la vista posada en el agua, ahora oscura, escuché de fondo la conversación entre ambos. Intentando, quizás, encontrar una respuesta en sus palabras que me convenciera, que me pusiera de parte de alguien de forma definitiva.

¿Qué es lo que vas a hacer?

No puedo arriesgar Tierra de Partida. Debo buscar al Alfa y enfrentarme a él.

He aprendido mucho, Nith, mientras estaba fuera. Estoy seguro de que si aprovechamos la energía de la barrera de Tierra de Partida no sólo podrías destruir al Alfa, sino a gran parte de su ejército. Pero para eso necesitamos el libro de Zephyr y también que luches cerca de la barrera.

Las palabras de Gabriel resonaban una y otra vez en mi mente. Escuchando a Nithael hablar y actuar, sólo me daba a entender que pretendía lo mejor para Tierra de Partida. Que los clanes estaban equivocados. Me quité los guantes y acaricié la superficie del agua. En el fondo la historia de Nithael me resultaba muy trágica, y aunque eso fuera en contra de las Serpientes... ¡Qué demonios! El maestro Ryota y Nikolai se asegurarían de que Chihiro nos devolviera al presente.

Estaba tirando por la borda todo mi acuerdo y mis palabras con Assur, lo sabía. Pero tampoco entendía esa obsesión de los clanes por privar a Nithael de todo lo que debió haber experimentado: visitar mundos, o actualmente ayudar en las defensas. Si no había acabado con el ejército de Sincorazón a esas alturas es porque no había querido. O qué sabía yo.

Me coloqué de rodillas sobre las piedras y recogí todo el agua que pude en las palmas de mis manos, para refrescarme la cara repetidas veces, entonces, con los mechones violáceos sobre el rostro y las gotas cayendo desde mis pestañas al suelo, me giré hacia ambos.

Te ayudaré... Iré contigo a derrotar al Alfa, Nithael. —alterné la vista entre él y Gabriel, a la espera, también, de una respuesta por parte de Lirio.

Si el ángel se negaba y se iba por su cuenta, o si me aceptaba para colaborar, invocaría el glider y le intentaría seguir a toda velocidad. A él y a Gabriel.

>Estoy preparada para lo que sea. No soy una mujer débil.

Y me ajusté de nuevo los guantes.
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Ronda #14 - Ruta del Recuerdo Perdido

Notapor Astro » Lun Jul 06, 2015 11:36 pm



Si la hubiera, ya se habría puesto en marcha. Los Osos y los Leopardos son los que mejor se llevan con los clanes menores y, por lo que sé, Zacharias y Hjalmar han luchado mucho por intentar conservar la Montaña. Pero al final, si estamos divididos, sólo conseguiremos que nos maten —respondió Neizan a la pregunta del vampiro, con un gesto de tristeza.

Pues... Menuda mierda.

Los tres seguían avanzando, pero apenas habían dado dos pasos cuando Aki se paró de pronto.

Eso es lo que buscan. Quieren que atraigamos la atención de los Sincorazón, ¿verdad?

¿Qué? —balbuceó Adam, perplejo, mirando con extrañeza a Neizan—. ¿Va en serio?

El Oso fue a responder en el momento, pero cerró la boca tras pensarlo una segunda vez y echó a medio correr hacia arriba. Por supuesto, los dos aprendices le siguieron a toda prisa. Cuando se alejaron lo suficiente de las casa, pareció ser el momento adecuado para hablar de eso.

No me lo han confirmado y estoy seguro de que Zacharias como mínimo está en contra y por eso se está volcando en la protección de toda la gente durante la expedición pero… Sospecho que… Esperan que cuando tantos corazones se reúnan en un mismo sitio… Aparezca el Alfa. Imagino que los clanes mayores saldrían entonces a derrotarlo. Si lo miras desde su punto de vista es la única manera. Eso o abandonar Tierra de Partida y durante la partida moriría muchísima gente… En cambio, si conseguimos acabar con el Alfa…

Nos vais a usar de cebo. A todos. Sois unos malditos cobardes de mierda.

El pequeñajo tiene razón. Ese plan es muy feo, y mira que para que me lo parezca a mí... —comentó Adam, asintiendo a los comentarios del enfadado Aki.

Pero al menos moriremos con vosotros. Los otros clanes no querían que Hjalmar y Zacharias vinieran aquí con sus tropas de élite. Y lo han hecho aun así, para que tengamos más oportunidades de sobrevivir.

El pequeño Halcón no respondió nada. Se le veía claramente cabreado, pero o no se atrevía a decir nada enfrente de Neizan, o comprendía que no había otro remedio. Adam, por su parte, prefirió no añadir nada tampoco. Fuera como fuese, el trío continuó la caminata hacia el templo dichoso. Tras unas cuantas horas, y una comida por en medio, llegó el momento de que el viajero del tiempo explicara su problema con las Serpientes y las piedras.

No había oído nada de eso. ¿Catrina te ha pedido que cojas las piedras sagradas?—farfulló—. ¿En este momento?

Adam asintió.

Está relacionado con Zephyr, ¿verdad?—Volvió a asentir—. Quieren hacer algo relacionado con las piedras sagradas y Zephyr.

Claro. Las piedras son protectoras. Quizás quieran reforzar la barrera, ya que son las Serpientes quienes se ocupan de ella. Y con algún hechizo prohibido de… Zephyr… Pero, ¿por qué Zacharias no me ha informado de esto? ¿Por qué no lo han hablado con los otros clanes si es tan importante? Es odioso que compitan incluso en esta situación. —Lo pensó durante un tiempo, y suspiró—. De acuerdo. Te ayudaré.

¡Bien! ¡Gracias, eres el...!

Sin embargo llevaremos las piedras a Zacharias. No, antes de que digas nada, escucha: no puedes salir de aquí sin permiso y, además, los Sincorazón te devorarían. Zacharias es un Maestro comprensivo y hará lo que sea por proteger a los clanes menores, de modo que si… Si le digo que sé cómo usar las piedras, quizás podríamos trasladar a gran parte de los clanes a la ciudadela sin sufrir daños. Luego tú podrás dárselas a Catrina.

»¿Trato hecho?


Sonaba bastante bien. Adam ni siquiera se lo pensó, a pesar de que debería haberlo hecho. Conseguiría las piedras, ayudaría a la gente de la Montaña, y les restregaría a las demás que él, el irresponsable, había salvado el día. ¡Juas!

¡Trato! Confío en ti, y si tú dices que Zacharias también nos ayudará, te creo. Sobre todo me gusta eso de que podríamos salvar a la gente de aquí, ¡así que adelante~!

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El templo al que llegaron era bastante feucho. Adam se había esperado algo más grande, más alegre, con monjes bailando y cantando mientras entrenaban artes marciales o algo así. Pero en realidad se encontró con un templucho frío, oscuro, y sobre todo muy feo. Como iban con Neizan, pudieron entrar sin problemas al interior, pero el Oso pronto les dejó para ir a hacer inventario o algo parecido.
Al final, Aki y Neizan se quedaron casi en la entrada, pasando frío, y esperando a que su compi volviera.

¿Te dijo Catrina para qué quería las piedras? —preguntó Aki—. Porque me imagino que Zacharias querrá preguntártelo. Neizan tiene razón, es majo, pero no se lleva especialmente bien con las Serpientes.

No le falta razones, Catrina está como una cabra. Pero sólo me dijo que las necesitaba para proteger Tierra de Partida, no sé mucho más... Espero que no nos traicione ni nada por el esti... ¡Cuidado!

Adam estaba terminando la frase cuando vio algo que le llamó peligrosamente la atención: un sincorazón que intentaba atacar a Aki. El vampiro apartó al pequeño de un tirón, pero justo mientras lo hacía ocurrió algo igualmente inusual: la neosombra simplemente se fundió con el suelo, sin llegar a atacar, y se metió hacia el interior del templo.

¡Avisa a Neizan, yo me encargo del sincorazón!

El vampiro no se lo pensó dos veces, y se internó dentro del templo para intentar perseguir a la neosombra. Se suponía que Aki iría a por Neizan, pero si se negaba y venía con él tampoco pondría ningún reparo. Si se encontraba con el sincorazón, utilizaría su fuerza para destruirlo a golpes. Y si se encontraba con algún guarda o algo parecido que le impidiera pasar, intentaría ser bueno y le explicaría lo que pasaba.

¡A por el sincorazón!
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Re: [Evento Global] Ruta del Recuerdo Perdido - La ciudadela

Notapor Nell » Mar Jul 07, 2015 12:12 am

Después de que Hana aceptara ayudar, los dos se dirigieron de nuevo al Templo. La aprendiza estuvo pendiente de que no apareciera de pronto Anisa, puesto que sería la más difícil de torear en caso de que les pillaran in fraganti. Se toparon con tres personas que, para su exasperación, una decidió acercarse a Nithael.

Señor… Se supone que el señor Gabriel no… No estaba…

El asunto de su destierro ha de ser tratado por los clanes mayores. Así lo he convenido con Anisa. Su abuela, la gran Sacerdotisa, le permitió regresar hace un tiempo y lo mantuvo oculto.

Hana refunfuñó. Estúpidos Caballeros del pasado. En mitad de una crisis y aún se preocupaban por el tipo al que habían expulsado por un par de insultos. Se alegró de que Nithael les diera esquinazo.

Finalmente, descendieron hasta la sala donde se hallaban las piedras. Por suerte, estaba vacía, aunque Hana siguió ojo avizor, porque desconfiaba de que todo saliera tan bien.

Noto desde aquí su energía. Es impresionante. Igual que la barrera. Pero… No me llevará mucho deshacerla. Lirio, cuando te avise: cógelas. Quemarán un poco pero sácalas de inmediato.

Hana obedeció. Le vio entonar la magia que deshizo la barrera y, a su señal, extendió la mano y cogió las piedras. Le recordaron a la máquina del día anterior, que se había sobrecalentado. Su instinto de sirena le decía que las soltara enseguida, pero en su forma humana fue más fácil resistirse al impulso y aguantar el dolor. Se las dio a Nithael, que las enfrió y se las devolvió a Hana, frescas.

Ya las tenemos. Ahora sólo queda acabar con esta pesadilla

Hacía rato que no abría la boca. Cada vez más tenía la horrible sensación de que crear lazos con Nithael era una mala idea, porque pronto tendrían objetivos distintos. Ya tenía las piedras, pero no era tan tonta como para no saber que no huiría muy lejos del ángel si intentaba llevárselas por la fuerza. El problema era que, aun teniendo posibilidades, quizá no lo hiciera. Una parte de ella estaba interesada en ayudar a aquella Tierra de Partida, incluso si eso cambiaba el futuro. Por muy bárbaros que fueran, el sufrimiento de esos Caballeros sería igual al suyo si veían caer el mundo.

Pensó que necesitaba hablar urgentemente con Saeko. Parecía una persona mucho más racional. Le diría que no podían salvar esa Tierra de Partida, le ayudaría a poner los pies en la tierra y Hana tendría la excusa que necesitaba para cumplir con su misión.

Aun así, había algo que necesitaba saber.

Cuando esta invasión acabe, Gabriel volverá a ser expulsado, ¿verdad? ―le preguntó, en un tono neutro, puesto que no quería compadecerse. Se le ocurrió en ese momento que una buena solución sería llevárselo con ellos al futuro, aunque la descartó de inmediato porque eso sí cambiaría demasiadas cosas―. ¿Por qué aun así colabora? ¿No sería mejor que se escapara durante la batalla? Esto ni siquiera tiene nada que ver con él. Si yo estuviera en su lugar, no ayudaría ―mintió, aunque no a propósito―. No sé exactamente qué papel tendría esa Sacerdotisa, pero se arriesgó para que pudiera volver a casa, ¿no? Y será en vano.

Estaba sonando un poco dura, así que prefirió callarse las demás cosas que se le pasaban por la cabeza. El momento de la verdad se acercaba.

¿A quién traicionaría?

* * *


Se rencontraron con Gabriel y Saeko, que habían obtenido el Papiro. Enseguida los dos amigos se pusieron a discutir su plan de acción:

¿Qué es lo que vas a hacer?

No puedo arriesgar Tierra de Partida. Debo buscar al Alfa y enfrentarme a él.

He aprendido mucho, Nith, mientras estaba fuera. Estoy seguro de que si aprovechamos la energía de la barrera de Tierra de Partida no sólo podrías destruir al Alfa, sino a gran parte de su ejército. Pero para eso necesitamos el libro de Zephyr y también que luches cerca de la barrera.

Durante la conversación entre ambos, Saeko se sentó en el suelo, mirando al agua y reflexionando. Disimuladamente, Hana se acercó y se agachó junto a ella. Seguramente no quería hablar, por lo que solo le murmuró unas pocas palabras:

Sobre lo que dije antes de que esto acabaría mañana… Con o sin portal, sigo pensando lo mismo. Nos necesitan en nuestro tiempo, no aquí. ―Era cruel decirlo, puesto que eso no era verdad. Allí también habían asumido un papel.

Se separó un poco de ella, viendo que se refrescaba con el agua y que expresaba finalmente su determinación:

Te ayudaré... Iré contigo a derrotar al Alfa, Nithael.

Pues yo no estoy tan segura ―expresó Hana, a quien sus esperanzas porque Saeko le quitara aquellas ideas se había esfumado, puesto que la aprendiza también había acabado influida por aquel mundo. Se encaró con Nithael, dispuesta a ser la mala―. Los clanes mayores sabrán lo que has hecho y no les gustará, incluso si consigues salvar Tierra de Partida. Te acusarán de robar el Papiro y las piedras, y te expulsarán con Gabriel. Creo que están deseando tener un motivo para hacerlo. La invasión habrá hecho más evidente que tienes la capacidad de influir en otras personas, de arrebatarles el poder.

»No te ayudaré a condenarte a ti mismo. Y ten por seguro que se lo diré a Anisa si aún pretendes hacerlo, porque ella te detendrá a tiempo ―Respiró hondo. Menos mal que Nithael era un ser pacífico, o ya la habría acallado―. Pero eso no quiere decir que, en realidad, no quiera ayudarte. Con una condición: que cuando termines con el Alfa, nos entregues las reliquias a mí y a Saeko. Tanto si algo sale mal como si lo conseguimos, ella y yo seremos las únicas culpables. A mí me da igual si me expulsan o no, lo cierto es que esta vida de Caballero no pega mucho conmigo, soy más de vivir en un castillo. Sin embargo, Tierra de Partida no puede permitirse perderte a ti. ¿Lo comprendes?

Hana no estaba segura de que los clanes mayores pensaran que era tan grave el robo de un par de piedras en comparación con la derrota del Alfa. No obstante, era la única alternativa que se le ocurrió para hacerse con los objetos que necesitaban. Se arriesgaba mucho, pero merecía la pena por lo que había en juego.

Si Nithael se negaba a aceptar su trato, aceptaría la derrota e iría con ellos sin rechistar, pensando en cuál sería su siguiente movimiento (cada vez parecía más probable que tendría que mangárselo todo). Y sin decírselo a Anisa, claro. Puede que la mujer incluso lo considerara una buena idea.

Al final, Hana había decidido traicionarlos a todos.
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Ronda 15

Notapor Suzume Mizuno » Sab Jul 11, 2015 2:01 am

Nadhia


¡E-Espera, Cornelia!

Pero la líder de los Unicornio no prestó atención a la joven, de modo que a Nadhia no le quedó más remedio que seguir sus órdenes. Llegó hasta la primera columna sin demasiados problemas. De alguna forma, las dos estaban consiguiendo moverse a su alrededor sin que se percatara de sus corazones. Pero, ¿cómo…?

Era casi como si el Sincorazón estuviera adormilado…

Al menos hasta que Nadhia invocó su Llave Espada. Los ojos de la criatura parecieron incendiarse y giró la cabeza en su dirección con rapidez hacia donde estaba la muchacha. Para su desgracia, no pareció verse atraído por el Perla. Quizás si no hubiera invocado la Llave Espada no habría declarado de una forma tan descarada dónde se encontraba la dueña de aquel corazón.

No había sido el caso.

El Coloso se incorporó y empezó a dar pasos algo torpes en su dirección, como si le costara desplazarse. Nadhia no tuvo más remedio que correr hacia la tercera columna. El Sincorazón aceleró al verla. El suelo retemblaba con cada uno de sus pasos, sacudiendo ruinas y árboles a medida que avanzaba rápido, cada vez más rápido. Extendió una inmensa mano hacia la tercera columna. Entonces pasó algo extraño. Como si tuviera los pies atados, el gigante trastabilló y se precipitó hacia delante extendiendo las manos, intentando, todavía, atrapar a Nadhia. Al rozar la columna, esta rechinó y se derrumbó sobre Nadhia, que se llevó un golpe en la sién, pero pudo evitar ser aplastada.

Cuando la cortina de polvo se vino abajo, Nadhia pudo ver que el Sincorazón le clavaba los ojos y que trataba de alcanzarla con la mano, pero no era capaz de moverse.

En cuanto se calmara y empezara a examinar el Sincorazón, se percataría de algo: bajo los pies de la muchacha, justo separándola de las yemas de aquellos dedos de oscuridad, había una gran marca que se perdía bajo las ruinas. Si lo seguía vería que se extendía hacia el este y que se cruzaba con otras líneas. También, grabadas con algún instrumento, había runas en el suelo.

Cornelia se interpuso de pronto en su camino. La luna comenzaba a levantarse en el cielo, por lo que pudo ver que estaba lívida. Alzó una mano hacia la herida sangrante de Nadhia y luego la bajó.

Así que no eres tú… —Exhaló un suspiro—. Vi cómo el Sincorazón iba hacia ti. No atacaría a un traidor de esa manera.—Hubo un silencio y luego Cornelia inclinó ligeramente la cabeza—. Lamento haber dudado de ti, pero tenía que estar segura.

De pronto las cosas parecían claras. Cornelia no le había pedido que fuera con ella porque creyera su coartada, sino porque sospechaba. Parecía que había querido alejarla de la ciudadela y se había arriesgado a que la atacara por la espalda o a que mandara al Sincorazón contra ella.

Cornelia se agachó y acarició las marcas.

He rodeado al Sincorazón y hay un círculo mágico reforzado con runas para contener al Alfa en su interior. Si hay alguien invocando a toda esta cantidad de Sincorazón es normal que necesite la magia para controlar al más poderoso de todos si no anda cerca.—Se recogió un mechón de cabello tras la oreja—. Hacía años que no veía nada igual… Pero no puede ser él…—Sacudió la cabeza—. Da igual, mientras esté encerrado es nuestra oportunidad. He de destruirlo ahora que está encadenado dentro de este círculo.

Invocó su Llave Espada. El Coloso levantó la cabeza y les clavó unos ojos refulgentes. Se incorporó y trató de ir a por ellas, pero estaba atrapado. Cornelia puso la Llave Espada en horizontal y comenzó a acumular energía, tanto que todo su alrededor se iluminó con una luz blanca y tan pura que hacía daño a la vista.

Fue entonces cuando las marcas que había bajo los pies de las dos mujeres se iluminaron con una luz oscura. Acto seguido, desaparecieron.

Cornelia perdió la concentración durante un instante. Después pegó un salto tan, tan violento hacia delante que, más que otra cosa, pareció volar. Su cabello se había erizado y sus rasgos se habían vuelto salvajes, casi animales. Dio una estocada contra la mano del Sincorazón, que se arrojaba con ansia contra ellas, pero aunque logró cortarla en dos no pudo evitar que el golpe la arrojara contra unos árboles con tanta fuerza que partió un tronco.

El Coloso clavó entonces los ojos en Nadhia.

Pero, de pronto, giró sobre sus talones y comenzó a avanzar a una velocidad aterradora hacia la gran montaña. Quebraba los árboles a su paso, que gemían por la fuerza de sus puñetazos, y no parecía que nada pudiera interponerse en su camino.

¡Está… yendo a la ciudadela!—gruñó Cornelia, tumbada en el suelo entre hojas y ramas y con el rostro desencajado por el dolor. Sangraba por un costado. Si Nadhia intentaba acercarse, la mujer se las apañaría para apoyar la espalda contra un tronco y apartarla con un brusco empujón—: ¡Tienes que avisarles! ¡AHORA!

Era una orden. Toda la ciudadela podía depender de que Nadhia llegara a tiempo de dar la alarma. Al fin y al cabo, para eso la había traído Cornelia, ¿no era así? Pero, ¿dejaría atrás a aquella mujer que tanto respetaba? Incluso si se las podía apañar bien, estaba herida y necesitaría un rato para recuperarse. Quién sabía si Nadhia llegaría a tiempo si intentaba ayudarla.

Por otra parte, ¿bastaría con adelantarse al Alfa? Nadhia había sido testigo, en el presente, de cómo una criatura igual que el Alfa, sólo que mucho más grande, destruída unas cadenas que habían durado miles de años con un par de empujones. En este caso, la barrera de la ciudadela era muy endeble. Y el Sincorazón contaba con un ejército monstruoso.

Quizás la vida de miles de personas dependiera de su decisión.


****
Kairi


Kairi consiguió obtener la llave-objeto. Diana le dirigió una mirada elocuente y continuó ocupándose de los guardias.

La puerta se cerró y Kairi descendió por una larga escalera que se iluminaba a su paso con esferas de luz. Había numerosas puertas y perdió un tiempo precioso echándole un vistazo a cada una: en la primera encontró lo que debían ser antigüedades; en la segunda, muebles; en la tercera, toda clase de armas… En la última, libros.

Muchos libros. La mayoría estaban bien cuidados, colocados en estantes o en vitrinas, pero había un arcón semiabierto y lleno de libros cerrados con cuerdas. Kairi se llenó de polvo mientras los sacaba. Todos tenían nombre…

Excepto uno. Un buen tocho, bien pesado, que no se podía meter en un bolsillo o un bolso normal. Tendría que cargarlo con los dos brazos. Además, si se fijaba, las cuerdas parecían de algún material y tenían diminutos diseños de runas. No había forma de abrirlo, aunque usara la fuerza o la Llave Espada. Para eso iban a necesitar el Pergamino.

Seguramente satisfecha con haber encontrado su premio, Kairi se apresuró a regresar escaleras arriba. Apenas habría cruzado la puerta, donde pudo ver que Diana seguía entreteniendo a los guardinanes, cuando escuchó unos pasos que se acercaban a ritmo marcial por el pasillo. Diana aguantó la respiración y de pronto se lanzó adelante con rapidez. En la esquina se cruzó de brazos y los pasos se detuvieron.

—¿Qué haces tú aquí? —preguntó Valeria.

—¿Lo ve, señora…Cornelia? —musitó Patricia—. No estaba mintiendo.

—Buen trabajo. Ahora dime, ¿qué haces aquí?

Kairi se había quedado sola junto a dos guardias que, poco a poco, despertaban del aturdimiento que les había causado Diana. Y ella seguramente con el libro más prohibido de todos en brazos.

Bueno…

Kairi tenía varias opciones: volver a encerrarse —aunque tendría que devolver la llave-objeto u arriesgarse a que registraran el sótano. Podía hacerlo, claro, y esconderse en una de las habitaciones para esquivar a sus perseguidores—, dejar dentro el libro para que no pudieran incriminarla pero permanecer en el pasillo o… Ir en ayuda de Diana. También podía intentar escapar por otro camino, al que Diana le daba la espalda, si bien, seguramente la verían.

Fuera cual fuera su decisión, más le valía darse prisa.


****
Adam


¡Vale, ten cuidado!—exclamó Aki mientras echaba a correr en dirección a la torre donde se encontraba Neizan.

Adam, entre tanto, pudo abrir la puerta sin demasiados problemas. El olor a humedad le dio una bofetada en el rostro y enseguida sintió el frío del interior del Templo. Había dos grandes pebeteros iluminados por un fuego blanco que daba un aspecto extrañamente tétrico al lugar, ya que la luz no llegaba muy lejos.

No había mucho en aquel lugar, con el suelo de madera y lo que parecían ser instrumentos viejos que debían emplearse en las ceremonias. Y, en el centro, sobre un pedestal…

Allí estaban. Tenían que ser las dos puñeteras piedras, bien acomodadas sobre una mullida tela de seda. Y girando, casi con frustración, alrededor de las mismas estaba la Neosombra. Adam vería cómo intentaba estirar las garras y tocarlas, pero que lo que parecía ser una barrera se materializaba provocándole tal chispazo que la criatura no tenía más remedio que apartarse de un salto.

No prestó atención a Adam: su atención estaba completamente enfocada a las piedras por lo que el vampiro, con su fuerza sobrehumana, apenas sí necesitó unos cuantos golpes para hacerla desaparecer y liberar su Corazón.

El altar estaba lleno de símbolos que le recordarían a las runas que había visto cuando Neizan rompió la barrera de la Montaña solo que, en esta ocasión, impedían a cualquiera acercarse a las piedras. Es más, si Adam intentaba mangarlas se llevaría tal chispazo que se le adormecerían los dedos durante un buen rato.

La puerta se abrió de pronto.

¿Qué estás haciendo aquí? —Hjalmar se acercó clavándole una dura mirada mientras se subía el pañuelo que le protegía la parte inferior del rostro hasta la altura de la nariz. De pronto debió reconocerlo, porque frunció el ceño—. Precisamente tú de entre todas las personas, qué-haces-aquí. Apártate de las piedras.

Hjalmar invocó su Llave Espada.

¿Quién te ha ordenado que vengas aquí? ¿O lo has hecho por tu cuenta? Tienes diez segundos para responder.

Se puso en posición de guardia. Hablaba en serio.

****
Neru


Neru corrió con todas sus fuerzas por los interminables puentes y escaleras que lo llevarían a lo alto de la Montaña. La mayor parte de la gente con la que se cruzó eran Caballeros que trasladaban parte de las posesiones de la gente hacia la base. No era difícil imaginar que si los clanes mayores querían organizar una salida en masa, se le prohibiría a la gente llevar consigo las cosas que más abultaran o dificultaran la pelea. Es decir, serían casi sin techo cuando llegaran a la ciudadela, en especial porque había mucha cantidad de clanes menores en comparación con los mayores.

Si no les mataban los Sincorazón, lo haría el hambre.

Casi nadie había visto a Hjalmar. Sin embargo, una niña que estaba sobre un tejado mientras miraba las ondas de luz que los Sincorazón provocaban en la barrera, le dijo que había visto a un señor con esa descripción subiendo muy rápido hacia lo alto de la Montaña.

—Parecía que fuera con mucha prisa —dijo, sin prestar demasiado interés: sólo tenía ojos para la barrera.

Una que podía venirse abajo en cualquier momento.

El clima comenzó a volverse más frío a medida que ascendía y cada vez había menos esferas o directamente antorchas que iluminaran su camino.

Fue en ese momento cuando aparecieron los Sincorazón: cuatro Neosombras se levantaron en medio de una escalera y clavaron sus ojos amarillentos en Neru. El joven, por suerte, iba preparado: los sorteó un Doble Salto y aunque se llevó un zarpazo en una pierna que le escoció bastante, no le costó demasiado dejarlas atrás —aunque no debía olvidarse de que iban tras él—.

Alcanzó pocos minutos después lo alto de la cima y atravesó la puerta que protegía lo que debía ser el famoso Templo. Allí tropezó con el primer cuerpo y se dio de bruces contra el suelo empedrado.

Era un Caballero que parecía muerto, pero con tomarle el pulso y el mero hecho de que su cuerpo permanecía en forma física, pudo comprobar que sólo estaba inconsciente. Lo mismo había sucedido con sus compañeros.

El Templo, pequeño, de piedra, tenía las puertas abiertas de par en par.

¿Neru? ¿Qué haces a…? ¡Ah!

Aki salió de una de las torres del recinto que protegía el Templo, acompañado por Neizan. Los dos se quedaron de piedra al ver a los Caballeros. Neizan se precipitó sobre uno y suspiró aliviado cuando comprobó que seguía vivo.

¿Qué demonios ha pasado?

¡No hay tiempo para eso! ¡Que una Neosombra ha entrado en el Templo!—exclamó Aki, que se puso nervioso al mirar hacia las puertas—. ¡Adam no está!

Del interior del Templo escucharon una voz:

¿Quién te ha ordenado que vengas aquí? ¿O lo has hecho por tu cuenta? Tienes diez segundos para responder.

Neizan sonrió.

¡Hjalmar está aquí!

Dio un paso hacia el Templo, seguido por Aki, que parecía menos aliviado que su compañero. Neru por su parte, podía seguirlos o tratar de averiguar qué había pasado allí, aunque iba a ser difícil con todo el mundo inconsciente…

Además, ¿no había dicho Aki algo de una Neosombra?

****
Hana y Saeko



Estoy preparada para lo que sea. No soy una mujer débil.

Ni Nithael ni Gabriel parecieron conformes con aquellas palabras.

Antes te expliqué que el Alfa es el Sincorazón más poderoso del lugar. Imagina cómo debe ser para poder influenciar sobre ese ejército monstruoso que hay alrededor de la ciudadela.

Nithael asintió con la cabeza.

No es un enemigo al que unas aprendices puedan hacer frente.

Entonces intervino Hana:

Los clanes mayores sabrán lo que has hecho y no les gustará, incluso si consigues salvar Tierra de Partida. Te acusarán de robar el Papiro y las piedras, y te expulsarán con Gabriel. Creo que están deseando tener un motivo para hacerlo. La invasión habrá hecho más evidente que tienes la capacidad de influir en otras personas, de arrebatarles el poder.

Mientras hablaba, Hana recordaría la respuesta que le había dado Nithael a sus dudas sobre Gabriel. El ángel había sonreído con amabilidad, como si fuera normal que desconfiase.

Has debido tener una vida dura. Yo también desconfiaría de alguien como Gabriel. Pero lo conozco. Él siempre ha querido lo mejor para Tierra de Partida, para su clan, para su gente. Si se rebeló contra los Unicornios fue porque era demasiado fiel a sus amigos, como yo, y porque fue lo suficiente temerario como para expresar mis críticas a esta sociedad en voz alta.

»Gabriel le debe todo a Tierra de Partida y por eso decidió volver. Su abuela, la Gran Sacerdotisa, aceptó ocultarlo porque sabía que su corazón pertenecía a este mundo y porque confiaba en que Cornelia perdiera pronto el dominio de Tierra de Partida y un nuevo líder ascendiera al poder. Si logro… Si logramos salvar Tierra de Partida, los Unicornios no podrán expulsar a Gabriel.
—Entornó los ojos y su voz destiló un ligero rencor—. Y si vuelven a intentarlo, esta vez no podrán evitar que yo me interponga.


No te ayudaré a condenarte a ti mismo. Y ten por seguro que se lo diré a Anisa si aún pretendes hacerlo, porque ella te detendrá a tiempo .―Las plumas de Nithael se erizaron y, aunque su rostro se mantuvo impertérrito, a Hana no se le pasaría por alto cómo aguantaba la respiración ―. Pero eso no quiere decir que, en realidad, no quiera ayudarte. Con una condición: que cuando termines con el Alfa, nos entregues las reliquias a mí y a Saeko. Tanto si algo sale mal como si lo conseguimos, ella y yo seremos las únicas culpables. A mí me da igual si me expulsan o no, lo cierto es que esta vida de Caballero no pega mucho conmigo, soy más de vivir en un castillo. Sin embargo, Tierra de Partida no puede permitirse perderte a ti. ¿Lo comprendes?

Nithael trató de sonreír, pero no parecía tener fuerzas. Meneó la cabeza.

Agradezco tus palabras, Lirio, pero no debes preocuparte. Los clanes jamás me dejarían marchar. Además, si no actuamos ahora, no habrá nada que proteger. Gracias a las dos, pero esto es demasiado peligroso.

Gabriel, que se había quedado pensativo hasta el momento, musitó:

Pero podrían resultar de ayuda, Nith. Sólo tenemos dos piedras, lo cual significa que habrá menos margen de maniobra. Si ellas pudieran ayudar a colocar las piedras…

¡Es muy peligroso!

Y todavía lo será más si pretendes hacerlo todo solo, sobre todo si no quieres mantenerte cerca de la barrera de la ciudadela, Nithael.

Se miraron durante unos instantes con severidad. Después Nithael alzó los brazos al cielo y suspiró.

A veces entiendo por qué nadie me quiere de líder, no tengo nada de credibilidad. Si deseáis venir conmigo, hacedlo, pero, por lo que más queráis, no os acerquéis al Alfa.

Entonces extendió la mano hacia Gabriel, que se acercó para dejarse coger por la cintura. Estaba claro que no tenía glider: cuando lo expulsaron debieron sellar así mismo su Llave Espada. Nithael dio una piedra a Saeko y otra a Hana. Después extendió las alas y despegó con fuerza.

Era el momento de buscar al Alfa.


*



Nithael había decidido que lo más seguro era viajar hacia el sur, siguiendo la línea de la costa, puesto que si el Alfa anduviera cerca de la ciudadela o la Montaña de los clanes menores, ya lo sabrían. La otra opción era dirigirse hacia la cadena montañosa del sur, cerca de la gran cascada. Cuando Gabriel le tomó el pelo diciendo que era un lugar muy concreto, Nith se encogió de hombros y dijo que conocía aquel mundo como la palma de su mano y que si quisiera esconder a un Alfa, lo haría allí. De modo que sortearon un golfo y habían alcanzado la punta del continente, que daba a un estrecho, cuando vieron algo. Estaba muy lejos, pero la luna brillaba en lo alto y las aguas del lago estaban tan quietas que era imposible no distinguir aquella figura gigantesca que parecía absorber la luz.

Por el Primero—musitó Nithael—. Se está moviendo. ¡Está yendo a por la ciudadela!—El ángel se volvió hacia Saeko y sin decir nada prácticamente le dejó caer encima a Gabriel—. ¡Si vais a ayudarme, hacedlo ahora! ¡Debo detenerlo antes de que cruce el lago!

Dicho esto, se arrojó al frente, volando a una velocidad pasmosa. Gabriel, que se aferraba a Saeko para no caer, jadeó y dijo:

¡Tenemos que situar las piedras al norte del Alfa, para levantar una barrera! ¡Si las tuviéramos todas sería una jaula pero tendremos que conformarnos! —Se mordió el labio inferior—. Ese tipo de Sincorazón disparan rayos de oscuridad. ¡Tened cuidado! Y Saeko, yo sé hacer magia. Si me dejas aterrizar cerca podré ayudar en la batalla.

El Alfa se encontraba en el pedazo de tierra más al oeste que se introducía en el lago. No tardaría en empezar a cruzarlo y reunirse con su ejército. Nithael lanzó un rayo de luz que atravesó la distancia que los separaba en un parpadeo y golpeó al Alfa en plena cabeza, atrayendo su atención. La criatura, furiosa, se encaró a él y algo comenzó a resplandecer en su pecho.

Si de verdad pretendían ayudar a Nithael, era el momento. Tendrían que acercarse al Alfa y situar las piedras a una distancia prudente de él, alineadas, para levantar una barrera. Ninguna de las dos podría activarla, seguramente, así que dependenderían de Gabriel hasta que Nithael pudiera prestarles atención, por lo que debían evitar que le provocaran ningún daño.

¿Estaban preparadas? Más les valía. Tenía pinta de que iba a ser una batalla monstruosa.


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Esta parte deberíais discutirla vosotras dos y EspeYuna, ya que si decide perseguir al Alfa, aparecerá en escena (es decir, si dais por sentado que os acercáis al Alfa la veréis e incluso podréis gritaros cosas para organizaros mejor)



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Hana
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Gengar
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Adam
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PH: 16/16

Neru
VIT: 23/26
PH: 19/22
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Kairi
VIT: 22/22
PH: 20/20

Nadhia
VIT: 50/50
PH: 35/38



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Kairi I (Justificada)
Darkness Seeker II



Fecha límite:jueves 16 de julio a las 23:59


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Sentimos si afecta a alguien, pero ya estamos en julio, la gente se empieza a ir de vacaciones y Sombra y yo también tenemos nuestras cositas que hacer, así que preferimos ampliar un poco los plazos. Así nadie va angustiado.
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¡Gracias por las firmas, Sally!


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Re: Ronda 15

Notapor Darkness Seeker » Mié Jul 15, 2015 2:27 pm

Por suerte, a aquellas horas no había demasiada gente merodeando por la ciudad, sólo caballeros de los clanes mayores, cargados hasta arriba de equipaje. Sin embargo, por las formas y las caras de los pocos ciudadanos que observaban la escena de su caja, aquel equipaje no debía de ser suyo, sino de las familias de la zona para la evacuación. Lo cuál... era bastante triste.

—Parecía que fuera con mucha prisa.

Siguiendo los consejos de una niña pequeña que no hacía otra cosa salvo ver a los sincorazón golpeándose contra la barrera mágica de la ciudad, seguí subiendo la montaña en busca de Hjalmar. Fue entonces cuando aparecieron mis viejos amigos, los sincorazón. Por suerte, pude deshacerme de ellos con facilidad con un doble salto, y tras eso continué mi camino.

Una vez llegué, con las prisas tropecé con algo y caí de bruces al suelo. Una vez me levanté me percaté de que con lo que me había tropezado era ni más ni menos que el cuerpo de un soldado. Temeroso, le tomé el pulso para comprobar que, con suerte, seguía vivo. El Templo, bastante más pequeño de lo que me imaginaba, estaba abierta completamente abierto.

¿Neru? ¿Qué haces a…? ¡Ah!

Para mi sorpresa, Aki salió de pronto junto a Neizan, de uno de los torreones a los lados del templo, sorprendidos al ver la cantidad de soldados inconscientes.

¿Qué demonios ha pasado?

¡No hay tiempo para eso! ¡Que una Neosombra ha entrado en el Templo!—se preocupó Aki de pronto—. ¡Adam no está!

¿Adam no estaba? ¡¿Adónde demonios se había ido?!

¿Quién te ha ordenado que vengas aquí? ¿O lo has hecho por tu cuenta? Tienes diez segundos para responder.

¡Hjalmar está aquí!

Perfecto, Adam en problemas. Aki y Neizan salieron corriendo al interior del templo, seguramente para averiguar que ocurría con Hjalmar. Miré dudoso mis opciones: Hjalmar era mi prioridad, debía de encontrarlo y ponerle sobre aviso de los sincorazón que comenzaban a rondar por el camino al Templo, además de que Zacharias requería que Hjalmar volviera al campamento lo antes posible. Pero aquellos soldados... algo los había abatido, y quizás fueran sincorazón o cualquier cosa, quizás incluso algo que ya hubiera entrado al templo.

Con algo de preocupación, me dirigí raudo a la entrada del Templo, esperando que para cuando saliéramos ya no fuera tarde. En cuánto pude llegar a Hjalmar y compañía, lo primero que hice fue dirigirme exprexamente a Hjalmar y Adam.

¡Maestro Hjalmar!— le dije para llamar su atención y tratar de arreglar el error de Adam —¡Hemos venido acompañando a Neizan para ayudarle con las piedras, pero ahora no es momento de pelear!. Sincorazones Purasangre han comenzado a aparecer por el camino al templo, y no deben de tardar mucho más en aparecer aquí. ¡Debemos de proteger las piedras y alertar a la guardia y a Zacharias, la ciudad podría correr peligro!

Una vez lograra, o no, convencerle del peligro que podía surgir en cualquier momento, todo dependería de lo que el Maestro dijera: En caso de que él nos pudiera dar unas pautas u opciones para proceder a poner a salvo las piedras, obedecería de inmediato sus órdenes sin rechistar. Si no, trataría de ayudar a proteger las piedras como pudiera. Además, si se daba el caso de que aparecieran sincorazón allí mismo o en nuestro camino para atacar las piedras, combatiría contra ellos haciendo uso de mi Látigo de Cadenas y mi Llave Espada, llegando a usar si fuera necesario algún que otro Flama tenebrosa.

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Veamos:

1º Neru entra al Templo poco después de que lo hagan Neizan y Aki, para ir a la sala donde están Hjalmar y Adam.
2º Neru tratará de advertir a Hjalmar del peligro que se acerca por los sincorazón y la necesidad de que vuelva con Zacharias.
3º Dependiendo de lo que ocurra después:
- Si Hjalmar atiende a razones, Neru seguiría sus indicaciones para poner a salvo las Piedras, e incluso protegerlas si fuera necesario.
- En caso de que Hjalmar no atendiera a razones y, por ejemplo, aparecieran sincorazón, Neru trataría de proteger las Piedras aunque eso desoiga órdenes del Maestro.
LET YOUR HEART SURRENDER BY THE DARKNESS¡

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Ronda #15 - Ruta del Recuerdo Perdido

Notapor Astro » Jue Jul 16, 2015 5:47 pm



La carrera de Adam persiguiendo al sincorazón le llevó justo hasta donde él estaba interesado: las piedras. Puestas sobre un trozo de tela, estaban protegidas por una barrera llena de símbolos (runas, supuso Adam) que evitaron que la neosombra las cogiera. ¿Acaso los sincorazón querían coger también esas piedras....? ¿Por qué?

Ni siquiera hubo combate: el monstruo de ojos amarillos estaba tan distraído con las piedrecitas, que ni se defendió ante los golpes del vampiro, que fueron demoledores y acabaron con él.

Me pregunto si... ¡Au!

Por pura curiosidad, había acercado la mano a la barrera, pero el chispazo que se llevó fue majo. ¡Incluso se le quedaron dormidos dos dedos! El aprendiz estaba tan distraído intentando recuperar la sensibilidad de la mano, que dio un brinco cuando la puerta se abrió de golpe y alguien le sorprendió ahí dentro.

¿Qué estás haciendo aquí?

Era Hjalmar, quien le miraba con cara de pocos amigos. Cara que empeoró cuando pareció reconocer a Adam.

Precisamente tú de entre todas las personas, qué-haces-aquí. Apártate de las piedras.

Eh, eh, eh, que no yo he hecho nada, baja eso —se defendió, viendo como el Leopardo invocaba su Llave Espada.

¿Quién te ha ordenado que vengas aquí? ¿O lo has hecho por tu cuenta? Tienes diez segundos para responder.

Si yo solo he venido hasta aquí persiguiendo un sincorazón, no he tocado nada —gruñó, apartándose un poco del altar con las manos en alto para que viera que no tenía malas intenciones—. Estaba haciendo guardia fuera del templo cuando vi que se colaba y le perseguí hasta aquí.

Fue en ese momento cuando entraron Neizan y Aki, acompañados por Neru, quien gritaba que más neosombras estaban apareciendo en dirección al templo y que no era momento para peleas. Genial, menudo lío.

¿Podéis decir que yo no he hecho nada? —les pidió nada más les vio, refiriéndose al Leopardo.

Adam, por su parte, tenía claro que quería mantener el trato que había hecho con Neizan, así que procuraría hacer lo mismo que hiciera él. Si Hjalmar intentaba llevarse las piedras también le pararía, esperando que Neizan interviniese para evitarlo, aunque le haría caso si le pedía que le dejara marchar. Eso sí, si el Leopardo seguía en plan agresivo o incluso le atacaba, no duraría en lanzarse a pelear con él, cuerpo a cuerpo, para tumbarlo y quitarlo de en medio.

Su prioridad, ahora mismo, era causar los menos problemas posibles a Neizan y cumplir con el acuerdo, pero sin dejar que cualquiera se llevase las piedras.
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Re: [Evento Global] Ruta del Recuerdo Perdido - La ciudadela

Notapor Tsuna » Jue Jul 16, 2015 6:54 pm

Todavía estaba concentrada, reflexionando en las palabras y los sentimientos de Gabriel, cuando Lirio se me acercó y me susurró unas pocas palabras:

Sobre lo que dije antes de que esto acabaría mañana… Con o sin portal, sigo pensando lo mismo. Nos necesitan en nuestro tiempo, no aquí.

Ni siquiera me digné a mirarla a la cara, concentrada como estaba en refrescarme la cara. Yo tenía mis motivos y haría lo que me diese la gana. De hecho, prefería ayudar a esa Tierra de Partida que a la actual, gobernada por el falso de Ronin. Lo sentía mucho por ella y por sus pensamientos, pero a mí, no me iba a manipular ni a gobernar. Por otro lado estaba convencida de que no estaba haciendo lo correcto al ignorar a Assur, eso lo tenía muy claro, pero también entendía a Gabriel y a Nithael: ambos tenían capacidad suficiente para acabar con el Alfa, y si lo conseguíamos antes de que nadie se diera cuenta, estaría dispuesta a ayudar. Ya los clanes rematarían la faena en la ciudadela, eso sería asunto suyo.

Así pues, di mi opinión, más decidida que nunca. Sabía a lo que me enfrentaba, pero el poder de Nithael superaba todas mis expectativas, y vamos, ya había luchado contra monstruos peores, un sincorazón no suponía nada a esas alturas. ¿Qué podía salir mal?

Pero de nuevo, salió Lirio con aquel tono autoritario que se me empezaba a hacer molesto. Parecía ser que en Tierra de Partida sólo les enseñaban a mandar, por lo que veía. No estuve de acuerdo, como era de esperar, con sus primeras impresiones, pero a medida que fue relatando sí le terminé por dar la razón, aunque no me gustara. Los clanes aprovecharían cualquier cosa para culpar a Nithael, visto lo visto. Y ante su idea de ser nosotras las culpables, bueno, apunto estuve de protestar, pero una vez más, me quedé allí, de rodillas, frente al lago. Ya había ido ese día preparada para ser la culpable de un robo, mi situación no iría a cambiar tanto.

Miré de nuevo mi reflejo, como el de la luna y las estrellas en el agua. Intentando prepararme mentalmente para todo eso que iba a enfrentar.

Agradezco tus palabras, Lirio, pero no debes preocuparte. Los clanes jamás me dejarían marchar. Además, si no actuamos ahora, no habrá nada que proteger. Gracias a las dos, pero esto es demasiado peligroso.

De nuevo sentí un pinchazo en el pecho, dolida por su actitud. No podía creer que nos infravalorase tanto, me resultaba inconcebible, sabiendo que solo se trataba de un maldito sincorazon, una cosa que carecía de inteligencia. Con las capacidades y los datos que ya poseíamos, lograríamos la victoria en un momento. O eso quería pensar, porque a decir verdad, no había enfrentado a un Alfa en mi vida.

Pero podrían resultar de ayuda, Nith. Sólo tenemos dos piedras, lo cual significa que habrá menos margen de maniobra. Si ellas pudieran ayudar a colocar las piedras…

¡Es muy peligroso!

¡Vale ya! —grité, irritada con la actitud sobreprotectora de Nithael. Maldita sea, ¡estar en ese mundo ya era peligroso de por sí!

Y todavía lo será más si pretendes hacerlo todo solo, sobre todo si no quieres mantenerte cerca de la barrera de la ciudadela, Nithael.

Vaya, por fin alguien que pensaba las cosas con la cabeza fría. Hice un gesto con mi mano izquierda hacia Gabriel, dándole la razón. Me dolía bastante que me mirase por encima del hombro sin siquiera conocerme, que supiese de antemano que era una hormiga comparada con él.

A veces entiendo por qué nadie me quiere de líder, no tengo nada de credibilidad. Si deseáis venir conmigo, hacedlo, pero, por lo que más queráis, no os acerquéis al Alfa.

En ese momento me puse en pie de nuevo, me recogí el cabello y le miré con severidad, incapaz de creerme lo que estaba contemplando.

Pero es solo un sincorazon. No tiene capacidad de razonamiento, y con tu poder será pan comido. ¿Qué puede salir mal? —Porque suponía que nadie lo estaría controlando, que si había un culpable se hallaría en la ciudadela, con los clanes. Y tenía entendido que la habilidad para manipular sincorazon no alcanzaba tanta distancia, vamos.

Pero no respondió, si Gabriel o él estaban meditando, ignorando o confirmando mis palabras, no lo pude saber. El Primero, por llamarlo de alguna forma que fuese fácil de pronunciar, nos entregó a Lirio y a mí las piedras, y salió volando con Gabriel en brazos. Por alguna razón no tenía glider, o incluso Llave Espada. Posiblemente estuviera relacionado con su destierro.

Sentí un sabor amargo en la boca. La idea de que me arrebataran la Llave Espada me chocó, porque nunca me había planteado esa posibilidad ¿Estaría yo dispuesta a llevarle la contraria a los clanes, aun a sabiendas de que perdería todo mi poder? Quería creer que no, que de haber nacido en esa época, hubiese apoyado a los clanes contra Nithael. Pero más por miedo que por otra cosa.

****


Durante el viaje pequé varias veces de desviar la vista hacia la piedra que tenía en mis manos. La miraba con los ojos relucientes, como si todavía fuera una niña y aquel mi regalo favorito de cumpleaños.

Avanzamos hacia el sur, porque si el Alfa hubiese estado por la ciudadela los clanes ya se hubiesen enterado, tenía toda la razón. Seguí a Nithael en todo momento, atenta cuando no miraba a la piedra de los cielos, de cualquier movimiento que pudiese ponerme en peligro: alguna sombra por el rabillo del ojo, lo que fuera... Ya había visto yo misma de qué eran capaces los sincorazón que atacaban esa Tierra de Partida, y avanzar en mitad de la noche no me gustaba un pelo.

Me esforcé por recrear de nuevo en mi mente el mapa que había visto en el alcázar la noche anterior, que tan lejana se me hacía ya, y sí recordaba vagamente dónde nos encontrábamos. Sólo había que sortear el golfo de abajo —si lo ubicaba en el mapa— y alcanzar la montaña de la cascada. En ese momento se me pasó por la cabeza la posibilidad de que hubiese otro ejército de sincorazón y se me erizó la piel de arriba a abajo, dentro del uniforme que me habían dado allí. Porque esa era otra, ni siquiera me había puesto la armadura.

Y entonces la voz grave de Nithael me alertó, llegando a asustarme.

Por el Primero. Se está moviendo. ¡Está yendo a por la ciudadela! ¡Si vais a ayudarme, hacedlo ahora! ¡Debo detenerlo antes de que cruce el lago! —asentí con la cabeza, mientras sujetaba a Gabriel encima como podía, para luego seguir contemplando, horrorizada, a la criatura.

Era la misma que había atacado Tierra de Partida… La de mi época, el monstruo gigantesco que en ese momento debían estar enfrentando el maestro Ryota y mis compañeros. Aunque el paso del tiempo se me hacía raro, porque habían pasado ya casi dos días para mí.

Parecía más fácil decirlo que hacerlo. —comenté, con el cuerpo en tensión y el ceño fruncido, intentando hacerme a la idea de que tenía que hacerle frente.

Porque claro, no era lo mismo imaginarlo que tenerlo delante. Joder, que aquella cosa era enorme y su aspecto conseguía echarme para atrás. Pero resoplé, cogiendo aire, decidida para lanzarme a la batalla como una loca detrás del ángel.

¡Tenemos que situar las piedras al norte del Alfa, para levantar una barrera! ¡Si las tuviéramos todas sería una jaula pero tendremos que conformarnos! Ese tipo de Sincorazón disparan rayos de oscuridad. ¡Tened cuidado! Y Saeko, yo sé hacer magia. Si me dejas aterrizar cerca podré ayudar en la batalla.

Le miré seria, preocupada por tener que dejarlo solo. Si no tenía Llave Espada y había más sincorazón cerca, ¿cómo se iba a defender? Pero no tenía más elección porque además, yo tampoco iba a poder luchar debidamente si tenía que cargar con él, así que asentí y aterricé donde mejor me pareció: no muy lejos del Alfa, pero tampoco al lado, a una distancia justa para que un hechizo de largo alcance pudiera hacerle daño. Procuré dejarlo con la máxima delicadeza posible, deseando que esa decisión no fuera la que acabase con él.

Ni se te ocurra morirte. —dije con firmeza, desde el aire, recordando cómo yo misma le había salvado esa mañana.

Tragué saliva al volver a los cielos y apreté la piedra dentro de mi mano derecha, intentando coger fuerzas para luchar. Horas atrás le había dado ánimos, solo esperaba que no cayese como sus compañeros. Él no se merecía ese destino cuando lo había pasado tan mal.

Alcé la piedra, intentando seguir las instrucciones que Gabriel nos había dado. Me situaría a una distancia prudente del Alfa, intentando estar alineada con Lirio, y extendí el brazo en el que mantenía la piedra hacia ella, a la espera de que algo sucediera. No pasé desapercibido el fulgor que brilló en su pecho.

¡Está preparando algo! —alerté, aunque se hacía evidente.

Solo esperaba que aquella luz de su pecho no fuese el ataque de oscuridad que había mencionado Gabriel. Estaría atenta a cualquier cosa que sucediera, y me intentaría mantener firme hasta que se activaran las piedras. Si se daba el casual de que iba a recibir un ataque peligroso, ya fuese por parte del Alfa o de algún sincorazón perdido que hubiese por ahí, no me quedaría otra que romper la formación y volver a intentar alinearme con Lirio.

Por favor, que salga bien.
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Re: [Evento Global] Ruta del Recuerdo Perdido - La ciudadela

Notapor Kairi » Jue Jul 16, 2015 7:53 pm

Kairi consiguió birlarle la llave-objeto al guardia y entró rápidamente por la puerta, cerrándose tras de sí. Descendió por unas escaleras sin más iluminación que unas esferas de luz. En el corredor había muchas puertas... demasiadas. ¿En qué habitación estaría el libro de Zephyr?

Sabía que revisar una por una cada habitación le iba a suponer un gasto de tiempo considerable, pero no tenía más remedio. En la primera había numerosos objetos que parecían antigüedades. En la segunda sólo muebles. En la tercera muchas armas, pero ninguna parecía más poderosa que su Llave Espada.

Al llegar a la última habitación encontró toda clase de libros. Sin duda ahí tendría que estar lo que estaba buscando. La mayoría estaban en estanterías o vitrinas, pero había un arcón con más libros dentro atados con cuerdas. Kairi revisó, tapándose la nariz y boca con una mano para evitar que le entrara el polvo. Todos ellos tenían nombre, menos uno. Un libro muy gordo que pesaba bastante y no podía guardar de ningún modo entre sus ropas o bolsillos. Las cuerdas parecían hechas de un material especial y tenían diseños de runas. Definitivamente ese era el libro de Zephyr.

Sólo se podría abrir con el Pergamino como le había dicho Catrina. Allí no había nada más que hacer, asi que se apresuró a volver por donde había venido cargando con el libro entre sus brazos y una sonrisa en la cara. Al cruzar la puerta, observó que Diana seguía entreteniendo a los guardias, así que no tendría mucho problema para volver sin que la vieran... o eso creía.

Se oyeron unos pasos y la Maestra de Bastión Hueco se dio la vuelta rápidamente y fue hasta la esquina, donde los pasos se detuvieron.

- ¿Qué haces tú aquí? - dijo una firme voz familiar.

- ¿Lo ve, señora…Cornelia? No estaba mintiendo. - esa voz era más infantil, como de una niña, a la que también conocía.

- Buen trabajo. Ahora dime, ¿qué haces aquí?

- Bueno...

Kairi se encontraba sola con los guardias que empezaban a despertar del hechizo de aturdimiento de Diana. ¿Qué podía hacer? No podía escapar por el pasillo con el libro porque seguramente Valeria y esa niña la verían, pero tampoco podía dejar el libro ahora que ya lo tenía en sus manos. Lo único que se le ocurrió fue volver de nuevo por la puerta negra, no sin antes devolver la llave-objeto al guardia antes de que despertara, y cerrar la puerta consigo dentro.

Para evitar que la encontrasen por si decidían revisar el sótano, se metió en la habitación llena de muebles y se escondió detrás o dentro de uno de ellos. Esperaba que Diana se diera cuenta de que aún no había vuelto y le enviara ayuda o algo. ¿Y por qué tardaba tanto Nadhia?
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El Viernes 26 a las 20 fui al hipercor para compra un juego por el cumple de un amigo y en el msn deje un automensaje que era "En El Hipercor" , en esos momentos Habimaru cerro el chat y se creo una multiconversacion de 7 o 8 personas del foro para hablar , cada minuto aparecía mi gracioso automensaje con el icono del tio feliz , cuando llegue y comente estaban todos En El Hipercor , uno en el carrefour pero bueno , al dia siguiente en el chat la frase mítica aparecía cada poco En El Hipercor y ya esta es la historia del Hipercor que tanta gente me pregunta XD ( Se le ha parecido buena o vivió esto ponérselo como firma.


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The bitter truth have to wait

Notapor EspeYuna » Jue Jul 16, 2015 9:45 pm

Nadhia retrocedió, desorientada y dolorida, aterrada de que el coloso la alcanzara con sus enormes manos. Se había dado un golpe bastante fuerte en la sien con los escombros de la columna y todo le daba vueltas, incluso los ojos gigantes que la miraban fijamente bailaban como peonzas.

No comprendió nada de lo que había sucedido hasta un largo minuto después. El coloso no consiguió alcanzarla porque una especie de sello mágico trazado en el suelo se lo impedía. En un principio, Nadhia creyó que aquel sello mágico en el suelo pertenecía a Cornelia, quien la habría salvado en el último instante.

Sin embargo, la realidad era bien distinta. Con la luna alzándose en el cielo, pudo ver el rostro de la líder de los Unicornios frente a ella y a espaldas del coloso, que permanecía cautivo en aquella prisión invisible. Alzó la mano hacia Nadhia, y luego la bajó.

La aprendiz llevó la suya hacia la sien, y notó algo húmedo en su cabello. Se dio cuenta entonces de que estaba sangrando. Daba gracias de que no se hubiera abierto la cabeza de milagro.

Así que no eres tú… —Nadhia volvió a alzar la mirada a Cornelia, sin entender a qué se refería con eso—. Vi cómo el Sincorazón iba hacia ti. No atacaría a un traidor de esa manera.—¿¡traidora!? ¿Acaso ella...?—. Lamento haber dudado de ti, pero tenía que estar segura.

Nadhia lo sabía. Que Cornelia no era tonta, y que estaba claro que había dudado de su coartada desde el principio. Sin embargo, la había relacionado con el supuesto traidor que estaba usando a los sincorazón para atacar Tierra de Partida.

La auténtica verdad era una completa locura.

Y aunque Nadhia experimentaba un fuerte impulso de contestar de manera grotesca —no era plato de buen gusto para nadie abrirse una brecha en la sien—, lo tomó como un castigo físico por estar abusando de la confianza de Cornelia. Porque aunque le doliera, la líder tenía motivos para desconfiar. Con la situación de por medio... y que sí le estuviera ocultado algo meramente importante. Oh, y que había estado usando su confianza a beneficio propio para salvar una Tierra de Partida en el futuro, porque claro, era una viajera del tiempo.

No sabía si la migraña continuaba por la herida o por el sentimiento desagradable de seguir ocultando la verdad a Cornelia.

He rodeado al Sincorazón y hay un círculo mágico reforzado con runas para contener al Alfa en su interior. Si hay alguien invocando a toda esta cantidad de Sincorazón es normal que necesite la magia para controlar al más poderoso de todos si no anda cerca. Hacía años que no veía nada igual… Pero no puede ser él…—notó algo extraño de Cornelia con aquel comentario. Estaba pensando en alguien concreto que pudiera ser el auténtico traidor. Pero se lo había callado—. Da igual, mientras esté encerrado es nuestra oportunidad. He de destruirlo ahora que está encadenado dentro de este círculo.

Cornelia, ¿quién crees que podría...?

Pero ésta se adelantó, dispuesta a acabar con el coloso sincorazón, el Alfa. Nadhia no podía evitar tener una sensación desagradable en las entrañas al tenerlo tan cerca. Había experimentado lo mismo rodeada de aquel ejército de gigantescas sombras y escorpiones, y sobrevolando el cielo con los dragones oscuros.

Observó a Cornelia en silencio, intentando incorporarse mientras ella acumulaba energía para acabar de un golpe con el enemigo dentro de su jaula mágica. Nadhia se tapó la vista, abrumada por la luz que desprendía la Llave-Espada de Cornelia. Incluso ella siendo afín a luz, la de su salvadora en el pasado la cegaba por completo...

... no era tan extraño, entonces, sentir algo por ella.

Y entonces, algo horrible sucedió. La luz bajo los pies de ambas, en las runas, pasó a convertirse en oscuridad, y seguidamente en la nada. Se apagaron, y Cornelia pegó un salto en el aire, y con una mirada salvaje que sorprendió a Nadhia por un instante, dio una potente y poderosa estocada al Alfa.

Éste había intentado alcanzarlas en la misma cifra de segundo que las runas se habían apagado. Si no llegaba a ser por Cornelia, Nadhia no se habría enterado de su propia muerte.

¡¡Cornelia!!

Pero no pudo detener lo inevitable. La líder salió disparada por culpa del choque entre su poder y el del coloso, siendo lanzada hacia uno de los árboles cercanos. Nadhia sintió náuseas cuando vio que el cuerpo de Cornelia partió el tronco en dos.

Los ojos del Coloso se clavaron entonces en ella. Invocó su arma al instante, sintiéndose ridículamente enana en comparación de Cornelia, quien había acabado en aquel estado. Sólo podía rezar por su vida...

... o quizás tuviera demasiada suerte. El Alfa giró sobre sí mismo, y en apenas unos segundos avanzó a una velocidad terrorífica en dirección a la montaña. Nadhia volvió a caer al suelo, percibiendo en todo su cuerpo el terremoto bajo sus pies por cada paso del Alfa, alejándose en la distancia.

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¡Está… yendo a la ciudadela!—Nadhia comprendió la preocupación, pero en cuanto se giró para socorrer a Cornelia, corrió hacia ella al observar sangre cayendo de su costado. Sin embargo, no tardó en recibir un brusco empujón por parte de la líder, que inevitablemente, por culpa de lo último acontecido, cayó al suelo sin poder mantener el equilibrio—: ¡Tienes que avisarles! ¡AHORA!

Nadhia se quedó clavada en el suelo, observando el estado de Cornelia, y escuchando a lo lejos el paso aterrador de un Coloso sincorazón avanzando hacia una ciudad. Una ciudad donde se encontraba Lyn, y todos sus compañeros. Donde estaba Patricia, y aquella chica llamada Valeria que, a pesar de no caerle en gracia, también era una inocente. Todos los Caballeros, los maestros de cada clan, y los ciudadanos. Aquella anciana que le había regalado la ropa de su hija, seguramente difunta por culpa de uno de aquellos monstruos a muy temprana edad...

En apenas un día y medio había recibido lo mismo que en su presente. Y tenía la extraña sensación de que por su culpa, algo no iba bien en aquella época. ¿Y si Cornelia no estaba destinada a adentrarse en el bosque en busca del Alfa? ¿Y si no había tenido que comprobar en ningún momento que Nadhia fuera una traidora? Si se hubiera quedado en la ciudadela... ¿habría descubierto al auténtico culpable a tiempo...?

¿Y si Tierra de Partida del futuro estaba interfiriendo de manera negativa al pasado, aún con motivos de salvar el mismo lugar salvo en tiempos completamente distintos?

Un sudor frío y desagradable le hizo marearse en el sitio, sin saber si era mejor quedarse sentada o levantarse siguiendo las órdenes de Cornelia, aunque cayera de nuevo al suelo.

Pero no quería dejarla allí sola. Le aterraba dejarla en aquellas ruinas, malherida, con la amenaza del auténtico traidor cerca. Estaba dispuesta a usar sus habilidades curativas para ayudarla, cargar con ella si fuera necesario.

Sin embargo, sabía que Cornelia no le perdonaría en la vida no haber llegado tiempo para atacar al Alfa o avisar a la ciudadela de la amenaza inminente.

Ya era suficiente. Le había mentido, la había estado usando, aunque negara completamente de ello. Y la respetaba, la admiraba.

Le atraía incondicionalmente.


No quería vivir con su odio por el resto de sus días. Pero tampoco quería perder su existencia. Era tan sumamente complicado que rugió de frustración en el sitio, levantándose como pudo.

Se acercó a Cornelia de nuevo hasta tener su rostro a escasos centímetros del suyo, y la agarró de un brazo, mientras que con la otra lanzaba su Llave-Espada al cielo.

¡Te prometo que no alcanzará la ciudadela! ¡¡Pero tú...!! —se apartó cuando escuchó el sonido de su glider a la espalda—. ¡Tengo que contarte algo muy importante...! —Nadhia se subió de un salto a su vehículo, sin invocar sus velas. Iría solamente con la tabla, a la máxima velocidad que le fuera posible— ¡¡... así que ni se te ocurra morir aquí!!

Y Nadhia arrancó, con el vehículo tambaleándose. Sólo hasta que dejó atrás las ruinas, no consiguió estabilizar el glider. Tenía un dolor insoportable en el pecho, recordando una y otra vez el rostro desencajado de Cornelia por culpa del dolor y por sus últimas palabras antes de dejarla allí.

Por favor... sigue con vida... —musitó, revelándose contra el viento, contra todos los obstáculos posibles, ya fueran árboles o sincorazón sintiendo su presencia.

Tenía que alcanzar al Alfa antes de que fuera demasiado tarde.

*****


Logró alcanzarlo. Los ojos de Nadhia estaban completamente puestos en la gigantesca figura que tenía frente a ella. Se asomó desde su glider, y a una distancia prudente, por uno de los hombros del coloso sincorazón. Y se le desencajó el rostro al comprobar que, efectivamente, estaban demasiado cerca de la ciudadela.

«¡Tengo que detenerlo como sea...! ¿Eh?»

Nadhia observó entonces unas figuras moviéndose en el aire. Por un momento maldijo para sus adentros, pensando que se trataran de otro par de dragones sincorazón. Pero sonrió de gozo al comprobar que una de aquellas figuras era un glider, y que en él volaba Saeko. Su cabello violáceo era inconfundible.

Fue a gritar su nombre, pero se dio cuenta de que estaba dejando a otra persona en el suelo. Parecían estar tramando algo y que ya estaban enterados del ataque del coloso. Pero, ¿cómo?

«¡No, Nadhia! ¡No es momento para pensar en eso ahora!»

Sobre todo cuando percibió una luz peligrosa proveniente del pecho del Alfa. Estaba preparando un ataque, quizás a distancia. ¡No podía dejar que la barrera, aun mediocre en la época, cayera! El ejército de sincorazón podría entonces entrar en la ciudadela, y entonces sí que ya sería el fin para Tierra de Partida si el Alfa entraba...

... pero no podía atacar con su arco. Aunque fuera libre de ambas manos, no conseguiría hacerle el más mínimo rasguño sólo con un par de flechas. Y tampoco podía permitirse el lujo de hacer de cebo adelantándose a él, aunque fuera para clavárselas en los ojos. La podría aplastar con un simple manotazo, tal y como había hecho con Cornelia.

«Cornelia...»

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Nadhia sintió el fuego arder dentro de ella. La valentía que le llevaba a cometer locuras, ya fuera por sus amigos, por sus compañeros, maestros, familia... por la gente que amaba.

Aceleró con el glider hacia la parte de atrás de su cabeza. Y cuando estuvo lo suficientemente cerca, a unos metros por encima de ella, deseó que su glider desapareciera y en su lugar la Llave-Espada acudiera a ella, cayendo en el aire.

¡¡No te lo voy a permitir!!

La aprendiz empleó toda su fuerza y la velocidad de la caída para dar una poderosa estocada* en el cráneo del Alfa, entre ambos de sus cuernos, para luego agarrarse como pudiera a estos. Sabía que no tendría ni la mitad de fuerza ni de poder que una estocada de Cornelia, o de cualquier otro líder de los clanes de aquella Tierra de Partida.

Pero no dejó de pensar en ella.

Y en un sitio que, fuera cual fuera su tiempo, seguía siendo su hogar.

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*Habilidad usada por Nadhia:

Ira de Lucifer (HC) [Nivel 15] [Requiere afinidad a Luz; Fuerza: 15; Poder Mágico: 20]. El usuario arremete contra el rival con una potente estocada. La Llave-Espada desprende con el golpe pura luz elemental y hace retroceder al enemigo.


Me acabo de marcar un Shadow of the Colossus... *sonríe satisfecha mientras espera la muerte* 8)
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Re: [Evento Global] Ruta del Recuerdo Perdido - La ciudadela

Notapor Nell » Vie Jul 17, 2015 12:36 am

No salió exactamente como Hana esperaba, puesto que Nithael se siguió negando a dejarlas participar. Sin embargo, con la intervención de Gabriel, pudieron unirse al plan. Hana recibió una de las piedras y la guardó con cuidado. Incluso si no habían aceptado su propuesta, podrían dar por hecho que la había llevado a cabo cuando desapareciera más tarde con las piedras (y con Saeko, claro).

Asintió ante la advertencia de no acercarse al Alfa. Ni loca se le había pasado por la cabeza semejante idea. Fuera lo que fuese, ya había tenido suficientes sincorazón terroríficos para lo que quedaba de día.

Pero es solo un sincorazon. No tiene capacidad de razonamiento, y con tu poder será pan comido. ¿Qué puede salir mal?

Hana suspiró. Ella no era tan optimista.

* * *


Siguieron las instrucciones de Nithael, puesto que con su conocimiento sobre el mundo, sospechaba cuál era el lugar donde se escondía el Alfa. Hana cada vez tenía más la sensación de que estaban buscando humo y de que no lo iban a encontrar. Error: allí estaba. Y le bastó un vistazo para reafirmarse en su convicción de no luchar contra esa bestia.

Luego, parpadeó y volvió a mirar a la criatura. De todo lo que había visto hasta ese momento, aquella era la mayor sorpresa. Conocía a ese sincorazón. Todos, de hecho, le conocerían a partir de ahora. ¿Acaso les había seguido…? No, imposible, ¡estaban en otro tiempo! ¡Pero era demasiada coincidencia!

Por el Primero. Se está moviendo. ¡Está yendo a por la ciudadela! ¡Si vais a ayudarme, hacedlo ahora! ¡Debo detenerlo antes de que cruce el lago!

Parecía más fácil decirlo que hacerlo.

Sé que sonará a locura, pero esta es la primera vez que creo estar soñando ―confesó, casi sin voz, porque le faltaba el aire.

Se sentía como una diminuta polilla, a pesar de los muchos metros que aún le separaban del Coloso. Lo único que tenía para combatirlo era su Glider, que a su vez era la Llave Espada, por lo que solo contaba con poder esquivarlo subida a su delicada tabla. Él, en cambio, de un manotazo se podría librar de todos ellos.

Vio que Saeko dejaba a Gabriel y decidió serenarse, tomándose unos segundos para respirar con calma. Luego, se puso en marcha para alinearse con Saeko a unos cuantos metros del monstruo y e imitarla, levantando la piedra. Nunca había echado en falta un móvil, pero estuvo de acuerdo en que le habría hecho falta uno en aquella ocasión. Si hubiesen contado con las otras dos piedras, al menos su plan no parecería tan loco.

¡Está preparando algo!

En efecto, estaba cargando un ataque contra Nithael. Fuera lo que fuese, Hana pensó que no podían hacer nada, salvo esperar que la alerta de Saeko le diera margen al ángel para esquivarlo. El lago le dio una idea, aunque la descartó de inmediato: para darle un calambrazo cuando entrara en él, necesitaría a alguien más experto en esa magia que ella, o no le dañaría en absoluto.

Entonces, la vio. Nadhia. Contra el Coloso, ella sola. Le recordó la heroicidad de Neru el día anterior. Y en vez de pensar que quizá iba a palmarla allí mismo (como había pasado con el aprendiz), tuvo esperanzas. Sí, puede que funcionara. Puede que todos sobrevivieran de alguna maldita manera.
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Ronda 16

Notapor Suzume Mizuno » Lun Jul 20, 2015 1:35 am

Nadhia


Cornelia forzó una sonrisa.

No moriré así como así. Ahora, VETE.—Cuando Nadhia despegó, Cornelia exhaló un suspiro y trató de levantarse mientras gemía—.Gracias… Y, por favor, llega a tiempo.



****
Kairi




Kairi se apresuró a esconderse e hizo una buena elección porque, poco después, los guardias que habían estado protegiendo la entrada cruzaron la puerta de la estancia donde se había ocultado. Pudo ver las luces de sus esferas y sentir sus respiraciones, mientras escuchaba la lejana voz de Valeria, aunque no conseguía distinguir qué decía, pero parecía muy enfadada.

Tras un minuto, los guardias continuaron con su camino. Aun así, Kairi tuvo que aguantar encogida durante casi media hora mientras registraban el sótano. Por suerte, no parecieron percatarse de que había desaparecido el libro.

Al cabo de un rato las voces desaparecieron y se alejaron. Todo quedó en silencio. Kairi pudo salir al pasillo, pero cuando se acercara a la salida comprobaría que estaba cerrada. A cal y canto.

Claro, las llaves estaban fuera.

Se había quedado encerrada. Eso supuso que tuvo que hacer tiempo, bien durmiendo, bien echando un vistazo de nuevo al sótano —esta vez con más tranquilidad— mientras los minutos se arrastraban perezosamente uno tras otro. De tanto en tanto escuchaba las voces de los guardias al otro lado de la puerta, pero no podía llamarles la atención o le quitarían el libro y con toda probabilidad la meterían de una patada en las mazmorras.

De modo que no le quedó más tiempo que esperar… Y esperar… Y esperar… Hasta que…

—¡Eh! ¿Quién eres tú? ¿Qué…? —La voz se interrumpió y fue sustituida por un gemido de dolor, antes de que algo golpeara el suelo.

—¡Serás…!

Un nuevo golpe. Escuchó un tintineo y, de pronto, la puerta se abrió. Al otro lado apareció Lyn, que le dedicó una sonrisa cansada.

Lamento el retraso. ¿Tienes el libro? Bien hecho. Corre, nos largamos de aquí.

Kairi pasó por encima de los cuerpos inconscientes de los dos guardias, a los que Lyn, con un pequeño resoplido de esfuerzo —parecía que todavía no estaba completamente recuperada— metió en el interior del sótano y después cerró la puerta. Se sacudió las manos y luego echó a andar a buen paso con Kairi detrás.

Diana me contó lo que habías hecho. Escogiste bien. ¿Sabrías regresar a la casa de esa vidente? Cuanto antes nos libremos del libro, mejor.

Salieron al exterior del Alcázar sin demasiados problemas, a excepción de las miradas furibundas que les dirigieron un par de Unicornios y también un Serpiente. Kairi pudo respirar aire fresco y ver que la luna estaba bastante alta. Ya no debía faltar tanto para el amanecer.

Desde luego, estaban resultando ser unos dos días interminables…

¡Lo lograsteis!—Sonrió Diana, que estaba apoyada contra el muro del Alcázar, aguardándolas fuera. Guiñó un ojo a Kairi—. Bien hecho, pequeña.

Todavía no cantemos victoria. Hay que largarse de aquí cuanto antes. Kairi, llévanos.

Los golpes de los Sincorazón hacían estremecerse de tanto en tanto la barrera pero, por lo demás, la ciudadela parecía bastante tranquila. Aun así, había puestos de soldados en cada calle y las luces de casi todas las casas estaban encendidas. Kairi tendría tiempo para hacer todas las preguntas que quisiera a Lyn y Diana antes de llegar a la casa de Catrina. Allí, Lyn le indicó que se adelantara: era a ella a quien Catrina conocía. Por tanto, debía hacer los honores.

****
Neru y Adam


Si yo solo he venido hasta aquí persiguiendo un sincorazón, no he tocado nada —dijo Adam, algo mosqueado, mientras se apartaba del altar con las manos en alto—. Estaba haciendo guardia fuera del templo cuando vi que se colaba y le perseguí hasta aquí.

Hjalmar arqueó una ceja, aunque no abandonó la posición de guardia. A la vez, Neizan, Aki y Neru entraron en el Templo a toda velocidad.

¡Maestro Hjalmar!—El aludido volvió ligeramente la cabeza—.¡Hemos venido acompañando a Neizan para ayudarle con las piedras, pero ahora no es momento de pelear!. Sincorazones Purasangre han comenzado a aparecer por el camino al templo, y no deben de tardar mucho más en aparecer aquí. ¡Debemos de proteger las piedras y alertar a la guardia y a Zacharias, la ciudad podría correr peligro!

¿Podéis decir que yo no he hecho nada?

Señor, Adam no ha hecho nada. Venía conmigo y Aki puede corroborar lo del Sincorazón.

Entre unos y otros, Hjalmar pareció verse un poco sobrepasado y, al final, suspiró y se irguió, aunque no por ello hizo desaparecer su Llave Espada. Se apartó el pelo de la cara y miró al grupo en silencio durante unos instantes, como meditando qué hacer.

Me disculpo por la confusión. No hay tiempo que perder.—Neizan y Aki suspiraron, aliviados. Hjalmar se adelantó hacia las piedras mientras decía—: Proteged la entrada.

Lanzó una mirada de desconfianza a Adam, que prefería rondarle a él —o a las piedras— mientras los otros tres se dirigían a la entrada. Tal y como había advertido Neru, las Neosombras no tardaron en aparecer. Es más, habían venido tras él. Neizan lanzó una exclamación de advertencia cuando una intentó atacar uno de los cuerpos de los Caballeros y se arrojó al frente para defenderlo. Aki invocó a su vez su Llave Espada y acudió a defender al Oso, mientras Neru empleaba sus propias armas contra un Sincorazón que parecía haberle echado el ojo y estaba muy dispuesto a luchar con garras y dientes por su Corazón.

Hjalmar, entre tanto, alzó un brazo y comenzó a murmurar una especie de cántico que hizo resplandecer las runas del altar. La barrera se materializó con la suficiente claridad como para que Adam pudiera verla. Tras un largo minuto, durante el cual materializó un círculo mágico, Hjalmar consiguió abrir un agujero por el que metió la mano y extrajo las dos piedras. Adam escuchó un sonido desagradable y la palma de Hjalmar comenzaron a humear por culpa del contacto con las piedras. Con un resoplido se las metió dentro de la túnica y sacudió la mano quemada.

Listo. Vámonos de aquí, antes de que…—Adam se interpuso en su camino y Hjalmar arqueó una ceja—. Aparta.—El vampiro, algo reluctante, obedeció, pero Hjalmar se quedó mirándolo en un frío silencio que no podía conllevar nada bueno—. Neizan ha venido porque se lo ordenó Zacharias, ¿verdad?—dijo, mientras flexionaba los dedos de la mano herida—. Ya veo… Ya veo.




Dio un paso. Después la Llave Espada de Hjalmar se clavó en el costado de Adam, y le habría atravesado el pecho si alguien no lo hubiera empujado con violencia hacia un lado.

¡Pero qué hace...!—rugió Aki, con una mano armada con cuchillos y la otra sosteniendo su Llave Espada. Antes de poder ni responder, un rayo de Nada salió disparada del arma de Hjalmar y acertó a Aki en pleno pecho. El chico dio una vuelta de campana y luego se estampó contra una pared.

Cuando Adam quiso darse cuenta, Hjalmar se había teletransportado a su espalda un dolor insoportable lo atravesó de parte a parte cuando un rayo le cruzó el estómago. Después, veloz como una centella, el Maestro le estampó un rodillazo en la nuez que le hizo ver las estrellas. Antes de que Adam pudiera ni empezar a caer, el Caballero lo atrapó por la garganta, le clavó una fría mirada y su palma ardió. Adam tuvo el suficiente tiempo para comprender lo que iba a suceder antes de que la explosión por poco le arrancara la cabeza. Hjalmar emitió un pequeño quejido, quizá de dolor, quizá de culpabilidad, y lo dejó caer. Dirigió una mirada de lástima a Aki y después salió al exterior.

Adam podría levantarse, pero estaba muy débil, tanto que apenas sí podría moverse. Lo primero que sentiría sería una enorme, descarada, sed de sangre ya que él mismo casi se había quedado sin una gota en el cuerpo. Después escucharía el gemido de Aki, que se revolvía de dolor. El rayo de Hjalmar le había abierto una herida en el pecho y sangraba de forma abundante. El chico miró en su dirección, con las mejillas arrasadas por las lágrimas, y farfulló:

A…Adam…

Desde fuera le llegaron las explosiones.

Neizan había derrotado a su Neosombra prácticamente sin problemas y se había apresurado a ocuparse de la siguiente mientras que Neru, a su vez, empleaba su Flama Tenebrosa contra su enemigo. Este le dio un par de zarpazos y consiguió hacerle uno especialmente irritante en el estómago pero, a pesar de ello, el joven se las apañó para hacerlo desaparecer.

En ese momento escucharon ruidos desde el Templo y Neizan se volvió, con el ceño fruncido, mientras Hjalmar emergía desde la entrada… Cubierto de sangre. Neizan abrió la boca, desconcertado, pero, de súbito, Hjalmar desapareció. Neru sintió su presencia a la espalda antes de que un violento golpe en la cabeza le hiciera perder el control de su cuerpo. Su visión se volvió negra y, cuando regresó, se encontraba tirado en el suelo, incapaz de moverse. Frente a él vio explosiones de luz, las piernas de Hjalmar y Neizan desplazándose a grandes saltos, casi como si estuvieran bailando.

¿Quién eres tú? —preguntó, jadeante, Hjalmar. Por la postura de sus piernas, Neru pudo ver que estaba cansado, herido: un hilo de sangre le resbalaba por una pantorrilla—. Has engañado a Zacharias: no eras un simple aprendiz.

¡La pregunta es qué demonios estás haciendo tú! ¿Por qué? ¡Se suponía que…!

Neizan no llegó a terminar la frase. Dejó escapar un gemido de dolor y, de pronto, entró en el campo de visión de Neru cuando cayó al suelo.

Es la única forma—escuchó musitar a Hjalmar, que invocó su glider—.Tierra de Partida debe ser destruida.

Escuchó el sonido del glider al alejarse y, después, todo quedó en silencio.

*


Despierta.

Neru recuperó la consciencia —¿cuándo la había perdido?— y el dolor de cabeza lo azotó con crueldad. Se encontró a Neizan inclinado sobre él, pálido, con una fea herida en la mejilla y lo que parecía ser un brazo roto, pero francamente aliviado al ver que Neru seguía con vida.

¿Tienes pociones? Úsalas ya, cuanto antes. Yo tengo que marcharme, tengo que… Seguir a Hjalmar antes de que… Sea demasiado tarde. Por el Primero, ¿cómo he podido ser tan estúpido? Mi padre tenía razón, este lugar… Es peor que un nido de víboras.—Con un gemido de esfuerzo, Neizan se incorporó y luego se dirigió hacia el interior del Templo—. ¡Aki, Adam! ¡Contestad, por favor!

La situación era crítica. Hjalmar se había largado con las piedras, tanto Adam como Neru estaban muy malheridos; Neizan no tenía apenas fuerzas para moverse y, por su parte, si Adam conseguía controlar la sed de sangre y se acercaba a Aki, comprobaría que casi no respiraba.

Debían tomar sus decisiones ya. Porque el tiempo se agotaba y puede que, si tomaban la equivocada, ya no hubiera vuelta atrás.

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Si Adam prácticamente drena a alguien podrá recuperar la mitad de su VIT. Por supuesto, podéis gastaros pociones para recuperaros.
Podéis escoger libremente entre:
-Ir tras Hjalmar (lo cual implica acompañar a Neizan, que es el único de entre vosotros que puede abrir la barrera que cubre la Montaña).
-Buscar ayuda para Aki, tanto en la Montaña (lo más seguro, pero que os haría perder mucho, mucho tiempo), como pidiéndoselo a Neizan (aunque entonces él no se recuperaría a tiempo) como decidiendo llevarlo a la ciudadela, arriesgándoos a cruzar el ejército de Sincorazón, para que acabe en buenas manos de las Serpientes, sanadores por excelencia.
[También hay otra forma que Adam sabe, pero que le arrebataría muchos turnos del global y además no tiene porqué salir bien].
-Sacrificar a los Caballeros inconscientes o a Aki para que Adam se recupere.
-Ir a avisar a Zacharias de lo que ha ocurrido, aunque entonces os separaréis de Neizan.
-Lo que se os ocurra (?)
¡Suerte!




****
Hana, Saeko y Nadhia



Gabriel aterrizó en la hierba y se incorporó sin problemas.

Ni se te ocurra morirte.

Gabriel sonrió.

No desperdiciaré la vida que has salvado. Tú también, ten cuidado no vaya a…—Saeko remontó el vuelo— suceder nada inesperado.

El Alfa apuntó hacia las aprendizas, que se situaban en posición siguiendo las indicaciones de Gabriel. En ese momento, resonó un grito y el Alfa recibió un potente golpe en la nuca.

Un rayo inmenso, que recordaría a Hana sin duda lo sucedido en Tierra de Partida, quebraba la noche en dos. Nithael lo esquivó por un centímetro pero, aun así, la onda expansiva fue tal que lo catapultó varios metros por el aire y estuvo a punto de caer al lago, con las plumas de las alas completamente revuelts. Incluso varias revolotearon por el aire y cayeron poco a poco al suelo, como copos de nieve.

Nadhia se aferró a los cuernos del Alfa, que volvió la cabeza con brusquedad, intentando sacudirse a la joven de encima. Nithael, entre tanto, remontó el vuelo y gritó:

¡Aquí, monstruo!

Apuntó con su Llave Espada, echándose hacia atrás cuando la criatura trató de atraparlo con un zarpazo, y lanzó un nuevo rayo de luz contra su pecho.

Entre tanto, Hana y Saeko notaron que las piedras comenzaban a quemar y emitían un zumbido irritante. Además, se estaban iluminando a toda velocidad. Gabriel, que estaba entre ambas, había juntado las manos y musitaba algo, pero con el romper de las olas en las rocas, el estruendo de las explosiones de la batalla y las propias piedras, era imposible saber el qué. Lo único que pudieron ver fue que, a sus pies, se dibujaba un círculo mágico hendiendo la tierra y resplandeciendo con un color tenue, violáceo.

Entonces un rayo de luz salió disparado y unó las dos piedras, que pasaron a hacer verdadero daño a las manos de las muchachas. Estas, a su vez, sintieron que perdían fuerza. Era como si las piedras estuvieran drenándoles la energía. Es más, si se fijaban, verían que la hierba comenzaba a morir a su alrededor.

Aguantad un poco más. ¡Ya casi lo tengo!—pidió Gabriel, retrocediendo con expresión de concentración hasta casi rozar el rayo. Alzó una mano y materializó otro círculo mágico plagado de runas. La intensidad del mismo creció y las chicas caerían de rodillas, a punto de desmayarse.

Nithael, a su vez, volaba alrededor del Alfa, atacando pero teniendo cuidado de no apuntar a la cabeza, donde todavía se encontraría Nadhia. Cada vez que el Alfa hacía amago de ir a hacer daño a la chica, el ángel trataba de atraer su atención. Al final, en un violento amago en el aire, consiguió sobrepasar el cráneo del Sincorazón y aferrar a Nadhia. La arrastró consigo y le preguntó, mientras esquivaban un nuevo zarpazo:

¿Puedes usar el glider? ¡Debes ayudarme a distraer al Alfa un minuto o dos, por favor! Y gracias por lo de antes—añadiría con una apresurada sonrisa.

Después la soltaría en cuanto Nadhia invocara su glider antes de arrojarse sobre el Alfa.



¡Gabriel!

Abajo, entre las dos exhaustas aprendizas, Gabriel alzó los ojos y sonrió.

Sí, Nithael. Ya voy.

El círculo que había bajo sus pies y el que parecía haber incrementado la potencia del rayo resplandecieron. El antiguo Caballero levantó una mano y, a su alrededor, se materializó un aura de oscuridad. Los ojos del muchacho resplandecieron con un brillo dorado.

Entonces, como un relámpago, el rayo cegó a las tres aprendices. Saeko y Hana sintieron un latigazo de dolor y caerían, al borde de la inconsciencia, al suelo. Las piedras rodarían lejos de sus manos. Nadhia perdió el control de su glider y fue incapaz de ver durante casi medio minuto. La atmósfera quedó enrarecida, electrificada, y resultó difícil respirar.

Y Nithael quedó suspendido unos instantes en el aire, con los ojos en blanco y la túnica empapada en sangre antes de precipitarse hacia el suelo. A medio camino, el Alfa lo atrapó con una de sus grandes garras y el ángel quedó desmadejado entre sus dedos. Lo acercó contra su pecho y cerró el puño en una cárcel perfecta.

Gabriel suspiró, estiró los brazos y se volvió hacia las aprendices sin demasiada prisa. Ni Hana ni Saeko podrían hacer mucho más que ponerse a cuatro patas: las piedras habían extraído toda su energía. Gabriel las recogió en silencio y luego miró en dirección a Nadhia. Chasqueó los dedos. Una bola de oscuridad salida de la nada golpeó a la muchacha, derribándola del glider y dejándola sin aliento al chocar contra una roca.

Gracias por vuestro esfuerzo. Me aseguraré de que Nithael sepa que seguís vivas.—Las comisuras de sus labios se arquearon en una sonrisa escalofriante, completamente fuera de lugar, y sus ojos volvieron a resplandecer con un tono dorado.

Se quedó mirándolas a las tres un instante, después torció el gesto y cuando quisieron darse cuenta unas cadenas de oscuridad habían aparecido en sus pies y las arrastraban a toda velocidad hacia el círculo mágico de Gabriel. Allí unas nuevas cadenas las ataron, espalda contra espalda. El joven las examinó con ojo crítico y entornó los ojos.

Despedís un aura extraña. Como si hubiera algo disfuncional con vosotras… Como si no encajárais…—Sacudió la cabeza—. Una pena. No tengo tiempo para vosotras.—Se detuvo un instante—. No os preocupéis, cuidaré bien de Nithael. No tengo la más mínima intención de hacerle daño. Otra cosa es lo que le suceda a Tierra de Partida.

Dicho esto materializó una Llave Espada, la lanzó al cielo y apareció un glider.

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Guardándose las piedras a buen recaudo, fijó la mirada un instante en el Alfa que, de inmediato, se puso en marcha y comenzó a descender por el acantilado, apretando el puño sobre las olas. Gabriel asintió, satisfechó, se elevó en el glider, cogió impulso y salió disparado hacia la ciudadela sin prestar más atención de las aprendices del futuro.

Transcurriría cerca de una hora antes de que Saeko y Hana recuperaran fuerzas y, para entonces, ya no veían al Alfa, que se había perdido en la negrura del mar. Si forcejeaban con las cadenas de oscuridad comprobarían que, poco a poco, iban cediendo. Quizás si usaban sus Llave Espada lograra eliminarlas antes, o con magia.

Porque ahora mismo, la velocidad era lo indispensable: no sólo habían perdido a Nithael, sino que Gabriel y el Alfa se dirigían a la ciudadela. Lo único que mantenían era el Papiro, del que Gabriel parecía haberse olvidado…

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Hana
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Re: [Evento Global] Ruta del Recuerdo Perdido - La ciudadela

Notapor Kairi » Jue Jul 23, 2015 9:03 pm

Escondida entre los muebles con el libro, Kairi pudo oír cómo los guardias que estaban protegiendo la puerta entraban en la habitación donde ella se ocultaba. Veía las esferas luminosas y oía la voz de Valeria, que parecía muy enfadada. Se estuvo quieta, intentando no temblar y sin soltar el libro. Al final, los guardias salieron de allí para investigar el resto del sótano. ¿Se darían cuenta de que les faltaba el libro más importante de todos?

Por fortuna, los guardias no se percataron de ello y salieron de allí, cerrando la puerta del sótano. Después sólo hubo silencio. Kairi pudo salir de su escondite, pero sólo para comprobar que se había quedado encerrada. Quién sabe lo que hubiera pasado si hubiera decidido quedarse con la llave-objeto.

Dio un suspiro y se puso a curiosear el sótano con más calma para matar el tiempo hasta que Diana fuera a sacarla de allí. Por mucho que fuera del bando enemigo, no podía dejarla allí... ¿o sí?

Volvió a la habitación de los libros. Intentó entretenerse leyendo alguno, escuchando de vez en cuando por si oía algo proveniente de la puerta principal. Pasaron las horas, hasta que...

—¡Eh! ¿Quién eres tú? ¿Qué…? — se oyó un gemido de dolor y un golpe como si alguien se hubiera caído al suelo.

—¡Serás…!

Kairi fue hacia la puerta, preparada para volver a esconderse si entraba alguien no deseado. Otro golpe, un tintineo y la puerta se abrió.

Lamento el retraso. ¿Tienes el libro? Bien hecho. Corre, nos largamos de aquí —Lyn se econtraba al otro lado del umbral de la puerta. Kairi hubiera gritado de alegría en ese momento, pero en vez de eso salió corriendo del sótano y siguió a su Maestra con el libro entre sus brazos. La híbrida cogió entonces a los dos guardias y los metió en el sótano, encerrándolos. Por sus resoplidos parecía que aun no estaba recuperada del todo.

Diana me contó lo que habías hecho. Escogiste bien. ¿Sabrías regresar a la casa de esa vidente? Cuanto antes nos libremos del libro, mejor.

Claro que sí, yo me oriento muy bien —respondió muy convencida.

Salieron rápidamente al exterior del Alcázar. Kairi se puso detrás de su Maestra intentando ocultar el libro de los Unicornios que hubiera por allí. Era de noche y la luna brillaba en el cielo. ¿Tanto tiempo había pasado allí encerrada?

¡Lo lograsteis! —Diana se encontraba apoyada en un muro y le guiño un ojo a Kairi, quien no sabía cómo interpretar ese gesto por parte de una Maestra del bando contrario —. Bien hecho, pequeña.

Gracias. Perdona por dejarte sola con Valeria, pero no podía dejar que me vieran —se excusó.

Todavía no cantemos victoria. Hay que largarse de aquí cuanto antes. Kairi, llévanos.

Sí, Maestra —obedeció y se puso en camino hacia la casa de Catrina con paso rápido y firme, con las dos Maestras siguiéndola.

¿Se encuentra mejor, Maestra? - le preguntó por el camino a Lyn, algo mosqueada con Diana por haberse quedado allí de brazos cruzados mientras su Maestra hacía el esfuerzo de rescatarla. Pero después del encontronazo con Valeria, supuso que no podría haber vuelto por allí —¿Tuviste muchos problemas con Valeria? —preguntó a Diana.

Ah, cuando estuve en la reunión de Cornelia con Nadhia, hablaron sobre que podría haber un traidor controlando a los Sincorazón, estan demasiado bien organizados. Y que el Alfa podría aparecer mañana —explicó para tener informadas a las Maestras. Sabía que era información confidencial, pero mientras no lo contara a alguien del pasado, no habría problema —. Nadhia se fue con Cornelia. Supongo que si no ha vuelto aun, seguirá con ella.

Cuando llegaron a casa de Catrina, Lyn le indicó que fuera ella primero. Era lo más lógico puesto que aquella mujer sólo conocía a Kairi, además de a Adam. La Aprendiza tocó la puerta y esperó a que se abriera.

¡Señora Catrina! ¡Lo tengo!
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Gracias Aru :D
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I love you Red ^^
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La Historia Del Hipercor By Rmedive92
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El Viernes 26 a las 20 fui al hipercor para compra un juego por el cumple de un amigo y en el msn deje un automensaje que era "En El Hipercor" , en esos momentos Habimaru cerro el chat y se creo una multiconversacion de 7 o 8 personas del foro para hablar , cada minuto aparecía mi gracioso automensaje con el icono del tio feliz , cuando llegue y comente estaban todos En El Hipercor , uno en el carrefour pero bueno , al dia siguiente en el chat la frase mítica aparecía cada poco En El Hipercor y ya esta es la historia del Hipercor que tanta gente me pregunta XD ( Se le ha parecido buena o vivió esto ponérselo como firma.


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Kairi
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