—Soy... Ru-Ru... soy Ru-Ru... —balbuceaba Russell, todavía embelesado ante la extraña guerrera. Ésta alzó una ceja ante las palabras del chico, pero no hizo ninguna pregunta más. Sencillamente dijo:
—Es un gusto conocerte, Roro —expresó Lyn, sonriéndole al muchacho de cabellos morados. Luego, como si fuese más una obligación por modales que un sentimiento sincero, le dijo al otro joven—:
Lo mismo para ti, Hiro.El joven correspondió a las palabras con un leve movimiento de cabeza. Sin embargo, la atmósfera era demasiado incómoda como para quedarse allí, así que decidió dejar el lugar, no sin antes despedirse de su rival. Probablemente podía ir a entrenar a algún callejón vacío o al bosque.
Sin embargo, antes de que pudiese dar el primer paso, la curiosidad le hizo hablar una vez más:
—Pero antes de irme ¿Tú quién eres, "Lyn"? Una persona normal no salta desde un tejado para decir que busca un... ¿Aprendiz? Y además, tu olor no es como el de la gente que vive en esta ciudad —inquirió el mestizo. Lyn finalmente decidió que era correcto mirarle a los ojos, así que cruzó su mirada con la de él. Parecía ofendida.
—¿Y quién eres tú, Hiro Unikai, para preguntarme semejantes cuestiones? ¿Detective, tal vez? —atacó la joven. Hiro alcanzó a notar que sus pupilas cambiaron de forma y adoptaron una más animal.
Sin previo aviso, Lyn le puso su arma en el cuello. Lo cual fue extraño, por que la guerrera no llevaba ningún arma en la mano. En realidad... ¿parecía haber aparecido en un destello?
—Me temo que tendrás que dejar este lugar. La ceremonia es algo que alguien externo deba... contemplar.Hiro sintió el arma presionando contra su cuello. Bajando un poco la mirada...
...descubrió que ésta ni siquiera tenía filo. En realidad, incluso parecía un arma de madera, de juguete, como la que usaban los niños cuando se hartaban de usar la de espuma.
Allí donde estaba, probablemente podía arrebatarle el arma a la desconocida, o por lo menos apartarla de su cuello. ¿Debía intentarlo?