por Quico » Lun Mar 12, 2012 12:13 am
Fue una noche muy cansada. Llegué de Villa Crepúsculo muy tarde después de que Kazuki me diera el poder de la Llave Espada. A él no parecía importarle mucho, ya que se puso a enseñarme todo el castillo de Tierra de Partida hasta altas horas de la noche, o quizás de la madrugada. Como estaba medio dormido, tampoco le escuché mucho, excepto en el momento que fuimos a los jardines. Tenía de todo, una "pista de entrenamiento", unos bancos, y una colina al final del camino. Ese sitio me llamó un montón la atención, pues daba la impresión de ser un sitio perfecto para relajarse, el lugar ideal para un vago como yo.
Después de guiarme por el minitour del castillo, me llevó a mi habitación, que no era ni muy pequeña ni muy grande, pero en ese momento no me importó mucho, porque me tiré encima de la cama, quedándome totalmente frito al instante.
A la mañana siguiente, me desperté de forma muy repentina, seguramente despertado por una pesadilla. Me pregunté dónde estaba y, al rememorar lo que pasó el día anterior, me di cuenta de que parecía ya muy tarde. Busqué un reloj con la mirada y encontré en una mesilla a mi derecha un pequeño despertador. Me fijé en que ya era la hora de comer. Supongo que con lo tarde que llegamos, me había pasado un poco durmiendo. Me levanté de la cama y me puse a mirar mi habitación. Era un cuarto de pequeño tamaño, solamente con los muebles necesarios. Solo había un estante, unos cajones, una mesa con su respectiva silla, mi cama con su mesilla y una ventana que ocupaba un buen trozo de la pared de la habitación con una cortina que impedía ver el exterior. La abrí, y me encontré con una muy buena vista de los jardines, que desgraciadamente habían perdido el esplendor que tenían por la noche, las farolas estaban apagadas a esas horas.
Mientras me dirigía a mi mochila, pisé algo. Entonces, mirando al suelo, encontré una carta:
-Reunete con Kazuki en la entrada del castillo. Realizarás el entrenamiento de hoy con Kazuki.
Mirando la carta, bostecé. Como era mi primer entrenamiento con un maestro, es más, mi primer entrenamiento, me vestí con algo de mi mochila y salí de mi cuarto.
Como estábamos en plena hora del almuerzo, no había mucha gente por los pasillos, aunque me entró mi normal timidez, que hace que casi decidiera quedarme encerrado en mi cuarto. Avanzando por los pasillos, sin rumbo fijo, mi estómago soltó un gruñido. No probaba bocado desde la hora de comer del día anterior, así que fui al comedor. Según me dijo mi maestro, la comida del comedor era muy buena, pues el cocinero tenía un alto renombre en toda Tierra de Partida.
Me dirigí al comedor con bastante alegría, porque también yo era un “gourmet”. Cuando llegué no había mucha gente en la cola, es más parecía que había cola para salir del comedor. Extrañado, avancé hasta que llegó mi turno, donde me fijé en la comida de hoy. Había una sopa con muy mala pinta, que me sirvió la cocinera con una sonrisa, más que de alegría, de alivio. Me senté junto a unos aprendices, un poco apartado de ellos, y me fijé en una mesa en la que había mucho alboroto. Era una mesa donde estaban los maestros, porque sentado junto a ellos vi a un Kazuki con una cara totalmente verde. Entonces, él se levantó y se fue corriendo, mientras otro maestro lanzaba su plato a otro, lo que inició una pelea.
Mirando a la sopa, me horroricé, aunque haciendo de tripas corazón, probé un poco. Era repugnante. Era un sabor que o no podía describir o que me daba demasiado asco de decir cómo era. Asqueado, lo tragué y me puse a beber litros de agua de un tirón, esperando que ese sabor desapareciera, lo que fue un error, porque hizo que se notara incluso más el sabor. Corriendo, devolví la bandeja para librarme cuanto antes de esa cosa y salir corriendo a beber más agua.
Buscando, encontré una sala con un gran letrero que ponía “Cafetería” a la que entré inmediatamente a pedir algo para pasar el mal sabor. Al pasar la puerta, me vi en medio de una gran cola para ser atendido. Entonces vi una máquina de refrescos. Metí unos platines y cogí una especie de gaseosa de limón que me ayudó a dejar el sabor.
Aliviado un poco, me senté en una silla de la cafetería para beberme el refresco. Suponía que hoy no iba a comer muy bien aquí.
¿Os acordáis del tal HushHush? Digamos que le falta un rato largo.