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¡Esto es maravilloso, Ragun! ¡Gracias por acompañarme!Así es. Ragun volvía a ser la niñera de la inútil aprendiz del Maestro Akio. Y todo por culpa de cierta Moguri chivata. Cuando llegamos aquella noche a Tierra de Partida, tras nuestro viaje a Villa Crepúsculo, fui a acostarme temprano. A la mañana siguiente había estado investigando qué mundos me gustaría visitar primero, aunque también quería tener la mente despejada y libre de todo pensamiento referente a la palabra "Xinjat" o "Evangeline". Cogí varios mapas estelares de la biblioteca y comencé a leer hasta bien entrada la hora de comer. No pude resistirme a llevarlos al comedor. Con una mano comía, con la otra pasaba las páginas. Sentía verdadera curiosidad por cada una de las estrellas que iluminaban el cielo de mi nuevo hogar.
Fue entonces cuando llegó Mogara, curiosa por saber qué estaba tramando. Yo le dije que por la tarde iría a visitar Ciudad de Paso. No es que fuese el mundo más interesante, puesto que, obviamente, había crecido en una ciudad. "País de las Maravillas", "Agrabah"... me llamaban más la atención, sin duda, pero había leído que Ciudad de Paso era un lugar que se solía llamar "refugio", para todos aquellos que habían perdido su hogar, su mundo, a causa de los sincorazón. Un mundo donde la Llave-Espada no era algo raro de ver. Se sabía de la existencia de otros mundos. Y, por supuesto, me atraía la gran cantidad de tiendas que habían en los distritos. Era una buena oportunidad para comprar algún que otro objeto medicinal.
Pero cómo no, Mogara no se mantuvo callada y fue a contárselo a Ragun. Le dije que iría yo sola, que no hacía falta que me acompañara nadie. Pero no me hizo caso. La verdad, fue culpa mía por contarle sobre lo del tal Xinjat. Mogara temía por mi seguridad, por si en algún momento apareciese de nuevo aquel misterioso hombre y me llevase con él.
Sin embargo, agradecí aquella tarde de compras con Ragun. Pudimos hablar sobre los diferentes tipos de magias que existían, sobre los mundos que podíamos ir a visitar. Paseamos por el Distrito 1 y entramos en una tienda que, para mi sorpresa, estaba llena de Moguris, al igual que la Orfebrería que se encontraba cercana.
Y no me fui con las manos vacías, no señor. Sentía la necesidad de comprar dos o tres pociones para mis futuros viajes, cuando vi el catálogo de llaveros existentes que me enseñó uno de los Moguris, esperando que comprase alguno. No me hice mucho de rogar, la vena de compradora compulsiva se apoderó de mí. Me enamoré de un llavero de colores azulados, que recibía el nombre de
Aguacero, y que, según tenía entendido, me ayudaría a potenciar un poco mis habilidades mágicas.
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Es preciosa —decía, mientras la alzaba una y otra vez al cielo, notando lo extremadamente ligera que era a comparación de mi llavero original. Recibimos un "Gracias, ¡kupó!" cuando salimos de la tienda. Ya iba siendo tarde, pero fue entonces cuando divisé un bar en el distrito. Me rugieron las tripas y reí, avergonzada—.
Ragun, ¿qué tal si cenamos hoy fuera? ¡Invito yo! —y antes de que pudiese contestar, me adelanté a coger mesa. Le debía mucho a Ragun, e invitarle a cenar me parecía lo más apropiado.
Un Moguri revoloteaba de mesa en mesa, atendiendo a los clientes. Cuando me vio llegar, salió a mi encuentro, tras darle el menú a un muchacho que parecía estar disfrutando de la velada solo.
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¡Buenas noches, kupó! ¿Cuántos, kupó?—
Mesa para dos, ¿tenéis?—
¡Por supuesto, kupó!Tras sentarnos, miré a mi alrededor, con absoluta curiosidad por la gran variedad de personas que había en el bar. Se notaba que provenían de mundos diferentes, aunque se podía apreciar a la gente que había nacido en Ciudad de Paso.
No pude evitar fijarme de nuevo en aquel muchacho, moreno y con gafas, que se sentaba solo. ¿Estaría esperando a alguien? Me di cuenta de que estaba bastante absorto en un cuaderno en el cual escribía con mero entusiasmo, mientras disfrutaba de una taza de café.