Spoiler: Mostrar
—¡Por favor, danos un espectáculo!
Quizá aquel día no fuese el mejor de todos para aquella situación. El joven Yu Ochiga, un recién llegado aprendiz de Ciudad de Paso que llevaba dos días en aquel extraño nuevo mundo, había pasado un día francamente malo. Su Maestra Lyn le había tratado como algo inferior a una mierda aquella mañana, en el corto entrenamiento que habían tenido; dicho entrenamiento fue especialmente aburrido, quizá incluso humillante, pues solo había consistido en extraños bailes que la híbrida había definido como supuestos "movimientos de combate cuerpo a cuerpo", cuando más bien bien parecíael baile de un retrasado. Después, cuando finalmente parecía que la cosa se ponía interesante e iban a comenzar a luchar con la Llave Espada, ella se despidió para irse a ver unos espectáculos en otro mundo. Y para colmo, él no podía acompañarla. "Porque eres demasiado pequeño, mi muñequita".
La sangre de Yu debía estar hirviendo de rabia pura a esas alturas. Pero faltaba lo mejor.
Desde que llegó no dejaba de oír risitas a sus espaldas. El chico podía pensar que era por él o porque todos los aprendices se divertían entre sí, pero aquel día pudo comprobar, durante la comida, que quizá sí fuese por su presencia. Un chico de más o menos su misma edad se estaba riendo a su costa, de pelo castaño corto, pequeños ojos grises tan apagados y enormes gafas de pasta que le hacían más feo todavía. El muchacho le sacaba una cabeza, algo no muy difícil recordando el escaso tamaño de Yu; no era musculoso, desde luego, pues le sobraban unos cuantos kilos. Tampoco tenía aspecto de matón, pero su nariz aplastada le daba un toque de bruto que venía bien acompañado con sus más que pobladas cejas, unidas como si fuese una sola.
—En serio, tío, solo queremos reírnos un poco —garantizó el aprendiz, casi burlándose de él—. Todos aquí hemos oído lo de que te gusta vestirte como una chica. ¡No seas tímido y ponte uno de tus trajecitos!
Todo aquello era en pleno comedor, con la hora del almuerzo casi finalizado. La estancia estaba organizada en ocho enormes mesas, colocadas de forma horizontal hacia la mesa de los Maestros, ya vacía. Había espacio más que de sobra para todos los aprendices, por lo que había resultado imposible sentarse solo; y precisamente le había tocado tener que ponerse con aquel sujeto, junto con otros tres aprendices que no se conocían de nada. Sus nombres eran Fátima, Dejay y Kousen; aunque difícilmente podían saberlo ellos. Cada uno de ellos tenía su plato de comida, aquel día compuesto de pollo servido en filetes, con salsa, guisantes y algunos champiñones; más un vaso de agua y una manzana de postre.
—¡Vamos, solo queremos echar unas risas! No todos los días conocemos a un... ¡Travesti mariquita! —el aprendiz expulsó unas potentes carcajadas al otro lado de la mesa, frente a Yu, y comenzó a golpear la mesa—. ¡Venga, te pagaré platines como la putita que eres!
Los Maestros ya se habían ido hacía rato, y apenas quedaban más aprendices en aquel lugar. Machacar a aquel tipo sería algo sencillo para Yu, si quería entrar en pelea con él; en cuanto a los otros tres, podían intervenir o seguir comiendo para desaparecer cuanto antes.