Muro de texto para vosotros, porque me resultará divertido describir la mañana de Xefil xD Mis disculpas de antemano
—Así que... ¿cuál era la caliente, otra vez?Y allí me hallaba yo, estúpidamente confundido y completamente desnudo en el interior de lo que todos llamaban "ducha" por... ¿qué? ¿Quinta vez, tal vez? Por quinta vez desde que había llegado a Tierra de Partida. Allí me hallaba yo, Xefil, Aprendiz de la oh grandiosa y todopoderosa Llave-Espada, incapaz de entender el funcionamiento de uno de los artefactos más usados en los mundos exteriores.
Me aventuré, sin embargo, y giré uno de los
pomos hacia la derecha... a la izquierda, quise decir. Qué estupidez. Yo siempre los giro a la derecha al abrir una puerta, ¿no podía ser así en una ducha, también? Bueno, por lo menos en aquel momento no cometí la tontería de presionarlo como un botón, tal y como lo había hecho en mi primer día.
En realidad, en mi primer día tuve que pedirle a un pequeño moguri que me explicara cómo usar las cosas. La esponjosa criaturita blanca me acompañó hasta mi habitación y me mostró el funcionamiento de todas los artefactos que no conocía, como la linterna, el lavamanos, el retrete y la ducha. No obstante ésta última me seguía confundiendo cada vez que intentaba activarla.
—
¡Cada llave controla una temperatura, kupó! No olvides, ésta es el agua caliente y ésta otra es el agua fría. ¿Entendido, kupó?Lo había entendido en ese momento, pero no se me ocurrió anotarlo en un papel ni nada (lo que me recuerda, también aprendí a usar un
bolígrafo. ¡La cosita llevaba tinta dentro, qué locura!). Y ahora, que había olvidado una vez más cuál
pom-- Llave, quiero decir... Ahora que había olvidado cuál llave girar, me arrepentía de no haber prestado la atención necesaria. En aquel momento preferí mirar idiotizado el hipnótico caer del agua, como una catarata en miniatura, y preguntándome cómo era que ésta podía subir y volver a bajar.
Y me arrepentí todavía más cuando recordé demasiado tarde que la llave que acababa de girar era la del agua fría. Una parte de mí murió en ese momento, congelada en un témpano de dolor y penurias. Aunque al final me las arreglé para que el agua de la ducha tomara una temperatura agradable: tibia, como si estuviese sumergido en una tina entre relajantes burbujas, cobijado por el vapor y acariciado por la tersa espuma en mi piel.
—Aaaah...Esa sería una vida de grandes lujos, sí, señor... una vez que aprendiera cómo se usaban, por supuesto.
Salí del baño, vestido ya en unas ropas de Aprendiz que me habían proporcionado (pues realmente no tenía donde meter mi ropa vieja cuando Nanashi me entregó la Llave-Espada y me ayudó a sair de mi mundo) y perfectamente peinado. Todavía me daba miedo usar un botecito negro que dentro tenía una crema transparente y pegajosa que, supuestamente, fijaba el cabello, así que prefería peinarlo todo hacia atrás y que se acomodara por sí mismo una vez se secara. Además, no estaba acostumbrado a
planchar la ropa, como decían. ¿Y si terminaba por quemar mis escasos atuendos? Prefería quedarme con unas pocas arrugas, la verdad.
Por suerte, los moguris decidieron regalarme ropas no tan "modernas" como las de otros aprendices, por lo que para mí eran más fáciles de usar. Camisas blancas de algodón bajo mi viejo saco de tela verde y costuras doradas, pantalones de lino de distintos tonos de marrón y varios pares de botas de cuero. Algunos pañuelos y bufandas, también, para darle un poco más de vida al atuendo. Me sentía cómodo y como en casa. De todas maneras, en mi armario habían algunas camisetas con diseños y colores extravagantes, y varios pantalones de una tela azul bastante rasposa. Intenté ponerme unos
zapatos deportivos, sin embargo, y debo admitir que eran más cómodos que las botas. Algún día me modernizaría, pero no iba a ser aquél...
Lo que me recordaba, seguramente aquel día también tenía entrenamiento. Si tenía que correr por las colinas una vez más o si finalmente usaría mi Llave en batalla, no podía saberlo, pero sí podía vaticinar que iba a ser una sesión que me iba destrozar cada músculo del cuerpo, como de costumbre. No soy un muchacho precisamente resistente, a decir verdad. Lo mejor que podía hacer era prepararme con un gran desayuno, intentando aumentar inhumanamente mis niveles de energía y...
¿Y eso?
Al momento que llevé mi mano al pomo de la puerta, mis ojos se toparon con dos sobres bajo la misma. ¿Correspondencia? ¿Para mí? Era algo extraño e inusual, pero difícilmente iba a sorprenderme. Después de todo, Tierra de Partida ya me había dado suficientes sorpresas...
Abrí la primera y reconocí la letra de una mujer, a juzgar por la delicadeza y cuidado de los trazos. Básicamente, se pedía mi presencia (seguramente para entrenar) en la sala del trono en... una hora y media, aproximadamente. Como ya me había duchado, tenía suficiente tiempo para desayunar y, tal vez, echarle otra ojeada a la biblioteca. Hice una nota mental para no olvidarlo y pasé a la siguiente misiva.
—¿Eh?Fue aquello lo único que acerté a decir, pues descubrí que se me citaba en el mismo lugar y a la misma hora. No era nada del otro mundo: seguramente dos Maestros no se habían puesto de acuerdo en quién contactaría al Aprendiz y ambos habían mandado la misma nota. Nada especial, en realidad. Me encogí de hombros y me metí ambos sobres en el bolsillo interno del saco, para llevarlos conmigo por si los necesitaba.
Y salí de mi habitación. Un desayuno caliente me estaba esperando.
EDIT: No sé por qué lo hago a estas alturas, pero será mejor que evitemos incoherencias. Edito para eliminar la parte de "se requería mi presencia con la de otros Aprendices", ya que la nota en cuestión no lo especifica.