—
¡Claro, cómo no! —gritó Fyk, con cierto sarcasmo en el tono de su voz. Me giré hacia él, algo perpleja—
¡Las bebidas te hacen cambiar de tamaño, los picaportes no te dejan abrir las puertas y las flores te quieren vaciar los bolsillos! —alzó las manos, haciendo movimientos extraños. Parecía bastante nervioso, como si no fuese capaz de asimilar toda aquella información en la cabeza.
¿Cómo sería su mundo? Sentía tanta curiosidad...
—
¿Podría ser que tuviese dentro una grabadora o algún tipo de altavoz? —preguntó Ragun, mientras imitaba a Fyk anotando en su bloc de notas lo sucedido.
—
No, Ragun. No lo creo... si ya hemos visto que una cerradura podía hablar... ¿cómo no van a hacerlo las flores, que son seres vivos como nosotros? —deduje, escapando una sonrisa divertida.
—
Hale —concluyó Fyk, cerrando su bloc.
Aquella misión estaba resultando más divertida de lo que esperaba. Miraba a mi alrededor mientras me dirigía a la nueva ruta con Fyk y Ragun. Aquel bosque tan vivo y lleno de "vida"... sin embargo, ni un sólo habitante. Pero no me sentía vigilada, no como cuando acechaban los Sincorazón.
Anoté en mi bloc de notas algo que se me pasó por la cabeza al momento de pensar en aquella posibilidad:
En lo que llevamos de misión no hemos encontrado a nadie "de carne y hueso" por el País de las Maravillas. Sólo hordas de Sincorazón.
Este suceso me hizo pensar que, quizás, los Sincorazón habían acabado con los habitantes de este mundo. He recordado las descripciones que nos han hecho los Maestros sobre Bastión Hueco, el mundo prohibido para los aprendices: un mundo apagado, triste, sin vida. Lúgubre y en el que respiras agonía nada más pisarlo, lo que antes fue un mundo hermoso.
Por lo tanto, no podemos decir que los Sincorazón hayan acabado con El País de las Maravillas. Se encuentra en perfectas condiciones, incluso te transmite una pizca de alegría al presenciar los extraños sucesos por los que hemos pasado Fyk, Ragun y yo.
una cerradura que te impide el paso, flores que te piden pociones, naipes dispuestos a llevarte a juicio... un mundo extravagante y gracioso, muy interesante de explorar.Atravesando aquella nueva ruta, llegamos a lo que parecía ser un jardín al lado de una casa bastante bonita y... ¿torcida? Agaché y giré mi cabeza hacia un lado, colocándola de forma que pudiese observar la auténtica posición de aquel hogar. ¿Viviría allí alguien?
El jardín estaba decorado por una enorme y vistosa mesa, encima de la cual podíamos encontrar un sinfín de cubiertos, tazas, teteras... al fondo del todo, un cuadro de lo más extraño: había un hombre de pelo blanco, con una cara bastante excéntrica que a la vez provocaba risa. Llevaba puesto un sombrero con una cifra decorándolo: 10/6... ¿a qué se referiría? ¿Alguna especie de acertijo? A su lado, un conejo marrón que, para mi sorpresa, llevaba ropas humanas.
—
¿Un salón de té? En medio del bosque, claro —murmuró Fyk, quien parecía agotado mentalmente de tanta locura. No pude evitar reír, pues su cara era un poema—.
Yo me rindo —comentó, bastante harto de toda aquella situación, cerrando por última vez su bloc de notas, pues lo guardó desganado.
—
Bueno, creo que si describimos esta podremos acabar por hoy —dijo Ragun, quien también parecía estar exhausto.
Saqué mi bloc entre risas, describiendo todo lo que había visto en el jardín:
Al final del bosque de lotos hemos encontrado una casa de aspecto extraño, es bonita pero se encuentra torcida. Un modesto jardín la decora a su lado, con una enorme mesa en la que podríamos caber más de diez aprendices.
Hay un montón de cubiertos, y destacan sobretodo la bonita vajilla constituida por tazas y teteras.
Parece como si se fuese a festejar algo importante. Pero sin rastro de habitantes, como siempre...—
Veamos... ¿Deberíamos intentar entrar en la casa ahora?—
Mmm... —musité, sentándome en uno de los vistosos asientos que rodeaban la mesa. El olor a galleta recién hecha me había atraído bastante, pues estaba muerta de hambre... ¿¡eh!?
Me fijé en todo lo que decoraba la mesa. No, no sólo había vajilla. ¡No estaba vacía! Una gran cantidad de dulces, salsas, mantequilla, mermelada... fui a coger una tetera.
—
¡Ay! —grité, vertiendo la tetera en un borde de la mesa y llevándome el dedo índice a la boca, chupándolo para aliviar el dolor. Me había quemado, un té recién hecho...
"Recién hecho"
Observé a Fyk y a Ragun, quienes seguramente se habrían asustado del grito que había pegado y del ruido de la tetera al caer a la mesa, sobre los platos.
—
Ragun, Fyk... —les señalé la mesa, bastante sorprendida—
Esta comida... y este té... ¿quién lo ha preparado? Está todo recién hecho. E-es imposible."Sólo si crees que lo es"
La voz de un hombre, el que me animó a vencer a Xinjat en Villa Crepúsculo. Me quedé en blanco, relajándome en el sillón en el que estaba sentada. El broche brilló tenuemente, mientras recuerdos borrosos, unos que no eran míos, pasaban por mi cabeza de forma apagada y fugaz. Noté la sensación de alguien agarrándome de la mano. Tan agradable, tan cálida... alguien a quien admiraba, a quien idolatraba, me había llevado allí una vez. Al Jardín del Té.
El brillo cesó, y yo parpadeé, medio adormilada, llevándome una mano a la frente. ¿Q...qué había sido eso?
—
Feliz no cumpleaños —dije, pues fue la última frase que pude reconocer de los miles de sucesos que recordé en apenas unos segundos. Dándome cuenta del mensaje, tan raro y sin sentido, me disculpé con Ragun y Fyk. Reí nerviosa—.
P-perdonad chicos. ¡A saber por qué se me ha ocurrido ese disparate! Reí, intentando parecer que estaba bien. O también, porque quería olvidar todo lo relacionado con el broche. Pues me encontraba feliz en compañía de ellos dos, no quería estropearlo.
En aquella curiosa misión, había descubierto un mundo nuevo, extravagante y divertido. Me había fortalecido, siendo capaz de hacer frente a los Sincorazón. Había conocido a Fyk, y había podido hablar con Ragun sobre lo del torneo. Es más, también había descubierto algo acerca de mi corazón de plata. Un día bastante completo.
Notando el rugido de mis tripas, no dudé y me llevé una de las pastas a mi boca, sin pensar en si estaban envenenadas o era una trampa.
Estaba bastante buena. Les ofrecí una a Ragun y a Fyk, esbozando una sonrisa y riendo.
Aquella Exploración, sin duda, había resultado ser Maravillosa.
Fin de la misión para Nadhia. ¡Por fin! xD