Bueno, mi siguiente relato es una entre mezcla entre Assasin's Creed y la serie Boardwalk Empire. He de advertir que solamente he jugado a la primera entrega, así que cualquier detalle o incoherencia respecto al funcionamiento del Animus o el comportamiento de determinados personajes queda en parte justificado debido a mi desconocimiento de la evolución de la saga. He de decir también que encontareis ciertas incoherencias históricas, pero ahí está la gracia. Este capítulo se ambienta inmediatamente después de los sucesos de Assasin's Creed 1 en la línea cronológica, o eso al menos intentaré hacer notar. Sin más preambulos:
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PROLOGO: Edificio de Abstergo
-Desmond, Desmond...- Una rasgosa y familiar voz resonaba en la cabeza del asesino.-Sr. Miles, es hora de levantarse.
Desmond Miles abrió los ojos con cierta dificultad. Como le permitieron aquellas fuerzas del alba, se incorporó y miró fijamente a la persona cuyo sueño había perturbado. Se trataba como ya era costumbre del doctor Warren, quien sostenía felizmente una taza de café.
-Le veo de buen humor. Es extraño, luego de que intentase matarme. Ayer no tenía más que miradas asesinas y ahora parece que esté a punto de darme un abrazo.- Replicó con cierto tono burlón Desmond.
-Sr. Miles, no confunda mi humor con mi buena disposición para hacer mi trabajo. Sigo pensando que es una pérdida de tiempo mantenerle con vida, sobre todo viendo que no hay nada en sus memorias que pueda sernos de verdadera utilidad. En mi opinión, es usted como ese inquilino indeseable al cual no se le expulsa de la comunidad por bueno, digamos, pena.
-Mire doc, sus superiores estuvieron de acuerdo en que yo...
-Sus memorias Sr. Miles, no usted- Interrumpió el doctor Warren.
-De acuerdo, mis memorias, pero siguen siendo mias, por ende, seguís necesitandome. Sino, quien sabe que horrores podrías encontraros en la búsqueda de lo que sea que andeis detrás. A lo mejor os ataca un Kraken milenario y puede que de casualidad solo uno de mis antepasados sepa como vencerlo.
-Basta de charla sr.Miles, casi se me acaba el café y la verdad es que no estoy para conversaciones demasiado largas esta mañana. He de pedirle que entre al Animus, hemos encontrado en sus genes un código de memoria que quizá interese a cierto "cliente".
-Oh, ya veo, ahora haceis recaditos a cambio de dinero. Muy buena doc, ¿que será lo próximo? ¿un tour simulado por el pasado de las peronas? ¿quizá un viaje a la antigua Grecia, o al Paleozoico?
El doctor Warren ya había puesto rumbo hacia su mesa de trabajo ubicada al fondo de la sala del Animus obviando los comentarios de Desmond. El rehén de Abstergo decidió entonces dirigirse al dispositivo conocido como el Animus, capáz de resucitar de forma impactante los recuerdos de sus antepasados. Pero al cruzar la puerta que separaba su habitación de la sala con el dispotivo, se llevó una ligera sorpresa. Lucy, la operaria habitual del Animus, no se encontraba allí, sino un extraño sujeto con gafas de pasta y mirada perdida.
-Sr.Miles, este es Jacob, será el encargado de velar por su seguridad dentro del Animus. Si se pregunta donde está Lucy, tuvo que marcharse una semana debido a unos asuntos de índole personal- Informó Warren mientras tecleaba algo en su ordenador.
-Sr.Miles, entre en el Animus- Dijo Jacob con un tono bastante imperativo.
-De acuerdo, ya voy. No me habeis dejado siquiera estirar las piernas.
Desmond se tumbó sobre el dispositivo y la pantalla pronto se colocó encima de su cabeza.
-Sr.Miles, ¿que le parece la idea de visitar los años 20? Una gran época... para los indeseables.-Dijo Warren con cierto tono entusiasta.
-Se refiere a Gangsters y todo eso, ¿no?- Replicó Miles con un tono algo desconfiado.
-Me refiero a la época de la ley seca, del apogeo de Ku Klux Klan, de auténticas batallas entre policias y traficantes. Lo disfrutará Sr.Miles, creame.
-Es increíble, mis antepasados han hecho de todo...
-Le sorprendería saber en cuantos embrollos han estado metidos los de tu organización.
-Por última vez, ya no soy un asesino.
-Claro que no Sr.Miles, claro que no. Jacob, inicie el programa, no hay tiempo que perder.
El aparato inició el proceso y la vista de Miles se tornó borrosa. Pronto, su mente se desconectó del mundo real para ingresar en uno distinto y olvidado.
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ATLANTIC CITY, AÑOS 20
Eran las 01:23 del día martes 27 de Noviembre. Un pequeño barco se acercaba furtivamente a los muelles de Atlantic City con un cargamento ciertamente sospechoso. Un puñado de hombres que lo tripulaban se encontraban escoltando una gran pila de cajas oculta en la bodega. Todos ellos iban armados, y el recelo y el miedo habitaban en el interior de todos ellos.
-¿Ves algo, Jackie?-
-Veo el faro, estamos cerca, de eso no hay duda.
-Muy bien, tenemos que entregar ya este cargamento. El señor White no soportaría otro retraso y podría retirar el pago. Y eso se traduciría en nuestra sangre y cadaveres manchando el Atlántico. No sé tú, Jackie, pero yo no quiero acabar en una cuneta marina.
-Mucho me temo, que ni este cargamento tocará tierra, ni tu cuerpo evitará bañarse en las frías aguas de invierno.
Un tercer individuo apuñaló por la espalda al contrabandista y rápidamente disparó con una mini ballesta oculta bajo su muñeca a Jackie. La flecha impactó en el cuello de este, quien murió a los pocos instantes. El veneno había hecho su efecto: los dos vigilantes a estribor habían muerto sin tener posibilidad alguna de dar la voz de alarma. El asesino, vestido con una ropas ligeras y capucha blancas, se apresuró a lanzar los cadaveres por la borda. Avanzó sigilosamente hasta la puerta que conducía a las entrañas del barco. Cuando llegó a la cabina de mando, llamó a la puerta. El sicario que se encontraba en la cabina abrió la puerta confiadamente.
-¿Por que coño golpeas? Sabes que está abierto...
Si, abierto, al igual que su yugular. Antes de que pudiese reaccionar, el asesino clavó su hoja oculta en el cuello del sicario, matándolo al instante. El sigiloso heraldo de la muerte le arrebató al cadaver un rifle cargado y se dispuso a bajar a la bodega. Allí encontró lo esperado: un puñado de hombres, concretamente cuatro, jugando a las cartas y a su alrededor una gran cantidad de cajas. El asesino no vaciló y disparó indiscriminadamente, confiando en que serían los últimos. A uno de ellos le pilló por sorpresa, encajandole una bala en la nuca. A otro le reventó el pecho de un disparo cuando se disponía a levantarse de la silla.
El tercero llegó a parapetarse. Se inició entonces un tiroteo que obligó al asesino a ocultarse tras las cajas. El sicario avanzó con su revolver, temeroso. El otro superviviente decidió atacar al asesino por la retaguardia, dejando a su compañero con las espaldas descubiertas. Y esto le costó la vida a su compañero,ya que lo último que vío fue a un ángel de la muerte descender sobre su cuerpo para asestarle una mortal puñalada en el cuello. Al ver el último que estaba solo frente al asesino, decidió tirar su arma al suelo y ponerse de rodillas, pidiendo clemencia. El asesino se acercó hasta él.
-Tengo unas preguntas que hacerte, ¿de quien es este cargamento? ¿a donde va? ¿cuanto pagan por esto?- Preguntó con firmeza el asesino.
-Este cargamento viene desde una destileria situada muy a las afueras de New Jersey. Decidimos transportarla por mar ya que nos habían allanado el camino para poder descargar la mercancia sin problemas. No sé cuanto se habrá pagado por esto, a mi solo me han pagado para callar y trabajar. No sé siquiera quien nos manda.
-¿Es todo lo que sabes?
-Es todo... ¿me dejarás marchar?
-¿Para que cuentes lo que has visto? No, prefiero que esto parezca una declaración de guerra entre bandas.
Dicho esto, atraveso al sicario con su hoja oculta, haciendo que se desangrará rápidamente hasta morir. Por curiosidad, abrió una de las cajas ayudandose de un fierro. Encontró lo que se esperaba: numerosas botellas de Whisky, GInebra y demas clases de alcohol. Las dejaría como pruebas para los agentes defensores de la prohibición. El asesino entonces saltó por la borda y decidió avanzar a nado hasta el destino de sus objetivos: los muelles de Atlantic City.
12:30 A.M.
El paseo de Atlantic City estaba lleno de vida en aquellas horas. Numerosas tiendas adornaban el lugar y la playa le daba un toque especial al ambiente. Un hombre vestido con un abrigo y boina blanca se detuvo frente a un pequeño arbolario llamado "La rosa de Masyaf". Dentro, se acercó a la recepcionista y, sin mediar palabra, esta le respondió:
-En el piso de arriba Chuck.
Aquel "Chuck" subió por unas escaleras hasta llegar al piso de arriba. Allí había un despacho bastante recogido y un gracioso hombrecillo con bigote y bombin se encontraba observando algunos documentos. Encima de la mesa había, además, un pequeño estandarte con el símbolo de los asesinos.
-Has regresado... ¿que has podido averiguar?- Preguntó el hombrecillo a Chuck.
-No he podido sacar demasiado, maestro. Pero mencionaron a un tal Sr.White.
-Excelente Chuck, con eso nos bastará.
-¿Sabe quien es esa persona?- Preguntó Chuck.
-Se trata de un hombre bastante influyente. Controla a gran parte de la comunidad negra de Atlantic City. Su nombre es Chalky, Chalky White. Se rumorea que es uno de los mayores traficantes de licor de toda Atlantic City.
-¿Debo acabar con su vida?
-No, tenemos una amenaza mucho más urgente.
-Te escucho.
-Tu objetivo es mucho más peligroso que unos cuantos traficantes de alcohol. Este hombre tiene un ejercito de varios millones de personas, que están dispuestas a seguir su enfermiza ideología. Hablo de Joseph Simmons, el líder de la organización conocida como el Ku Klux Klan.
-¿Quieres que mate a un líder?
-Exacto. Durante estas últimas semanas se han producido numerosos linchamientos y asesinatos contra negros en numerosos estados. Este fin de semana estará en Atlantic City para uno de sus infames discursos, ya que es quien coordina las actividades del clan. Bueno, él y sus capellanes. Aún así, los hombres son ambiciosos. Sí Joseph muere, un ambiente de inestabilidad llevará al Klan a su inminente caída... Escuchame, ese hombre, es un peligro para un mundo integrado y libre de prejuicios raciales. Sus acciones han llegado demasiado lejos. Debe morir...
-...y yo seré la hoja ejecutora.
-Precisamente. Ya sabes que debes hacer, investiga todo lo que puedas. Simmons es un hombre muy reservado, y te costará dar con él, al menos en un momento en el que no se encuentre seguro. Además, es un poco paranoico, y nunca sale de su casa sin escolta.
-Yo le daré una razón de ser a sus miedos.
-Así me gusta. Chuck, por cierto, bienvenido a Atlantic City. Este será nuestro cuartel de operaciones. Puedes descansar aquí siempre que lo necesites. Ahora, en marcha.
Chuck, miembro de la Hermandad de los Asesinos, se despidió de su maestro para iniciar su investigación en las corruptas calles de Atlantic City.