La mirada fulminante de Fatima fue mortal para Hiro.
A continuación, siguiendo al maestro Ronin, se adentro en el interior de la casa y dando un leve giro de su cabeza pudo ver el estilo de decoración que tenia, si es que tenía algún tipo de decoración ya que la ausencia de cuadros, jarrones y demás se notaba enseguida.
Al poco tiempo de entrar salió una mujer, seguramente algún familiar del señor Fa, por su aspecto y su joven cara, posiblemente su hija o sobrina. Vestía con sedas delicadas, o al menos eso parecía, y de tonos rosados, algo parecidas a las de algunos de sus parientes. Aunque mostro, a continuación, una grácil reverencia, no parecía demasiado contenta.
El maestro, sin previo aviso, se giro, al entrar el señor Fa por la puerta, y le hizo una pregunta.
Mantuvo una breve conversación con la señorita Mulan, presentada así por su padre, y con el señor Fa.
—Nada, nada, he oído que este buen chico —Aunque Hiro no prestara atención, ni formara parte, de la conversación, una repentina mano se postro sobre su hombro sin previo aviso — ha estado hace poco en cursos de cocina con un amigo mío. Seguro que hace buenos platos, pero como me gustan las tradiciones... — Ya temía lo peor cuando de pronto postro su mirada sobre Fátima y le dirigió una breve frase —. ¡Mujer, a la cocina! Exclamo acompañado de una sonora carcajada. Fátima respondió con otra de sus miradas mortales, peor que la anterior incluso.
Fátima se dirigió a la cocina, mientras, guiaron al Maestro Ronin y a Hiro a una sala de grandes dimensiones, con ventanas hacia el jardín, des de las cuales se podía ver la gran cantidad de agua que caía, el señor Fa, ignorando la lluvia, se sentó mirando a ambos.
—Espero que el chico hiperactivo no sea tonto y se resguarde de la lluvia. ¡No quiero volver con alguien resfriado, que luego nos lo pega a todos! —bromeó Ronin en voz baja a Hiro.
-Bueno, si fuera tonto al menos no se resfriaría- Le contesto haciendo referencia al famoso refrán.
A continuación ambos estuvieron hablando sobre el tema al cual traía a Ronin a aquel lugar.
—Cierto. Los hunos... —El señor Fa dirigió la mirada hacia Hiro—. Tu soldado llamaría la atención especialmente como extranjero...
Soldado… ¿Lo decía por su cola y sus orejas? No eran difíciles de ocultar.
—¿Este? Bah... ¡Le ponemos una correa, que se ponga a cuatro patas y ya está! —Ronin echó a reír energéticamente, dando una fuerte palmada en la espalda de Hiro—. ¡Pero ríete, hombre! Bah, estos aprendices hoy en día son unos sosos... ¿Seguro que quieres quedarte con nosotros, chico? No sabía si arrearle o reírse con el.
-Me puedo cambiar, si es por eso, siempre llevo ropa de recambio por si acaso- Mencionó, mejor que ir a cuatro patas, la verdad -Seguramente llevare algún kimono o algo- Comentó registrando su trozo de tela-bolsillo atado al cinturón.