por Lavanda » Lun Sep 24, 2012 9:58 pm
-¡AH!- Exclamé inclinándome, al despertarme de golpe otra vez al volver a repetir el mismo sueño. "Papà..." Pensé. No podía acostumbrarme a la pesadilla de la muerte de mis padres, asesinados por el hombre encapuchado. "Pero no, no, no y no, no están muertos." Pensaba para consolarme.
Sentada en la cama miré por la ventana, solía despertarme pronto para aprovechar el día y el Sol, pero era más pronto de lo normal, dichosas pesadillas. Decidí levantarme, y tambaleándome por el sueño me dirigí hacia el baño donde me miré al espejo y me lavé la cara para despejarme. Cuando me sequé la cara, me dirigí a sentarme otra vez a la cama, no sabía que hacer. En los pocos días que había estado en Tierra de Partida no había establecido muchos contactos, la verdad es que solo había hablado con Paul, y aunque eso me había ayudado mucho, ya que creo que había encontrado una persona en la que confiar, allí la gente iba mucho a la suya y yo me sentía sola.
Después de haberle estado un rato dandole al coco, decidí ducharme. Oh que bien me sentó esa ducha, la verdad es que me pasaría el día en el agua, me gusta mucho, pero justo al salir de la ducha oí que llamaban a la puerta y del susto me resbalé y me di un golpe en el codo.
-¡Oh mierda, lo que faltaba! Ouch...- Me lamentaba, la verdad es que el golpe había sido fuerte, pero no había para tanto. Mientras me levantaba volvieron a llamar y respondí. -¡Sí, sí, un momento por favor!- Comprobé que podía mover bien el codo y así era. Me sequé rápido el cuerpo, me vestí y me enrollé el pelo mojado con una toalla, y me dirigí hacia la puerta.
-Perdón por la tardanza, es que... Em...- No vi a nadie, miré hacia la derecha, hacia la izquierda pero nada, pero luego miré hacia a bajo. -¡Vaya!- Era una de esas pequeñas criaturas llamadas moguris. En todos aquellos días nunca había tenido ningún contacto directo con ninguno de ellos, pero me parecían monísimos todos blanquitos, rechonchones y con ese gracioso rojo pompón en la nariz.-¿Que querías pequeño?- Me dio una carta y se fue.-¡Gracias!- le grité sonriendo y diciendo adiós con la mano mientras se iba, aunque no estaba segura de si me había visto, pero no importaba. ¿Que ponía en esa carta?
Cerré la puerta y me dirigí hacia el escritorio sentándome en la silla, puse la carta encima de la mesa y la abrí con delicadeza. Era la primera vez que me enviaban una carta ¿Sería importante?
-¿Así que un entrenamiento? ¡YUUUUUUJU!- Me puse a saltar por la habitación de alegría, por fin tendría un entrenamiento y aunque fuera con un maestro, conocería a alguien más. -Un momento, ¿Kazuki? Pero vaya nombre más raro- Pensé mientras me rascaba la coronilla, pero que más daba, por fin podría empezar el entrenamiento para hacerme fuerte y cumplir mis metas.
Guardé la carta bajo un pote con lápices que tenía nuevo y fui a quitarme la toalla al baño y a peinarme el pelo. Mientras me miraba al espejo y me desenredaba el pelo, me sonaba la barriga, que hambre tenía, deberían ser las 11 y yo estaba citada para entrenar hacia el medio día, tenía tiempo para almorzar y comer. ¡Comida, comida, comida! Me encantaba comer, a demás, en Tierra de Partida podía disfrutar de unos manjares exquisitos, era genial, al menos mejor que el potingue de Nathan o la sopa de Sarah, mi hermana, que a lo mejor no echaba de menos sus comidas, pero sí su presencia.
Fui un momento al comedor a cogerme algo para comer pero me lo llevé a la habitación ya que quería dibujar un rato. Dibujé un pájaro volando, libre, por el cielo. Sí, me encantaba plasmar mis sentimientos en el papel, y sí, quería ser libre y para ello primero que tenía que ser fuerte, así que tenía que entrenar duro. Pero un momento... ¡Entrenar! Di un bote y se cayó la silla hacia atrás, por suerte yo me había quedado de pié, miré la hora en un reloj de pared, ¡ya eran la una y media! Se me hacía tarde, pero yo quería comer, si señor, quería comer, así que de un sprint me planté en el comedor y con gula me zampé lo primero que pille. Las dos, dejé los cubiertos y el plato en su sitio y corrí hacia los jardines aun con la comida en la boca, no tenía tiempo de ir a lavarme los dientes.
Di unas vueltas por los jardines y al final vi a un grupo de tres chicos - Anda pero si está Paul, ¿lo llamo o le doy un susto? Bah.-Pensé. Al final fui corriendo hacia ellos mientras gritaba -¡Paul!- con una amplia sonrisa y moviendo la mano como una loca para saludarlo. Cuando llegué le di una colleja, sabía que se enfadaría, pero me gustaba chincharle. Por educación saludé a los demás.
-¡Hola chicos! Me llamo Rhía Davis.- Entonces los miré de arriba abajo. Los dos otros chicos eran morenos, pelo negro, ropa oscura... -¿Que pasa, se lleva la ropa oscura aquí?- Pensé. Aunque lo que más me llamó la atención de uno de esos chicos es que tenía un monísimo dragón blanco en el hombro, al cual le iba dando comida.
-Y bien, sabéis donde esta un tal... ¿Maestro Kazuki?
¿Quieres que te lave la ropa?
Gracias Shosho~
¡Pirika Pirilala Pupurina Papalatus! --> LFA/MFW/SFM <--