—Ugh... Tandy, ahora no. Déjame dormir. Ayer tuve... entrenamiento... con Akio. Estoy molida.
—¡¡Pero es urgente, kupó!! ¡Alguien ha entrado en el cuarto, kupó!
—¿Q-qué?
Me levanté levemente de la cama, apartando de mi frente el flequillo alborotado. El sol ya asomaba por la ventana del cuarto, cegando mis ojos durante unos instantes. Tandy no paraba de tirar de mí, parecía asustado.
—¡Venga, tan, tan! ¡¡Han dejado algo en la puerta, kupó!! ¡No me atrevo a abrir esas cosas, kupó! ¿Y si es una trampa, tan, tan?
Dirigí la mirada hacia donde me señalaba el pequeño moguri, extrañada de su comportamiento. Pero cuando vi una montaña de cajas de colores adornadas con lazos dorados y plateados, salté de la cama enseguida, riendo.
—¡Es imposible! ¿Ya es Navidad? —me pregunté, sorprendida.
—¿Naviqué, tan, tan?
Había pasado tanto tiempo de misiones, entrenamientos... que se me había olvidado por completo. Y lo que era más intrigante, ¿cómo es que los regalos de mi familia habían llegado hasta allí?
Leí ilusionada la carta de mi padre, un tanto a desgana la de mi madre y, riendo, la de mi hermano pequeño, Dan. Los echaba tanto de menos... ¡y se me había olvidado comprarles algún detalle!
—Pero, ¿cómo han podido llegar hasta aquí los regalos de mis padres?
—¿Regalos, kupó? ¡No entiendo nada, Nadhia, tan, tan! —exclamó Tandy, agarrando la manga de mi pijama para atraer mi atención.
—¿No sabes lo que es la Navidad, Tandy?
[...]
—¡Vaaaaaaya, kupó! ¿Y yo no tengo ningún regalo, tan, tan? —dijo el pequeño, apenado. Su carita me hizo reír, acariciándole la cabeza con dulzura.
—Iremos a Ciudad de Paso a pasarlo bien, ¿de acuerdo? —le prometí. Quería compersar el haberme olvidado de la Navidad, algo que sin duda era extraño en alguien como yo, pues adoraba aquella fiesta tan entrañable.
Tras abrir unos cuantos regalos, me di cuenta del remitente. Y tal fue mi sorpresa que sonreí, agradeciéndoselo a aquella mujer. Sin embargo, aquello lo explicaba todo:
Y una nota:
Sonreí. Sin duda, aquel era el carácter de Ágatha Furier.
—Tendré que ir a ver a Light para que le llegue mi agradecimiento a Ágatha, ¿no crees, Tandy?
—¡S-fí, kupóf! —decía mi fiel guardián, atiborrándose de las golosinas que me había enviado Dan.
Tras vestirme y recoger algunas cosas del cuarto, percaté que un paquete aún no había sido abierto. No traía remitente, lo cual me parecía extraño, así que, curiosa por naturaleza, abrí con cuidado su contenido:
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[...]
Di tres toques a la puerta del cuarto de Light. En cuanto abriese la puerta, le saludaría junto a Tandy, quien, entusiasmado por la idea de la Navidad, había conseguido gracias a Mogara un gorro de la figura de Papá Noel. Masticaba una piruleta mientras entraba en el cuarto de Light con su "exquisita" educación.
—¡Feliz Navidad, Light! Venía a agradecerte que Ágatha me haya enviado los regalos de mi familia —dije, mostrando una sonrisa.
—¡Jajajjajajjajajajajajjojojojojjooaj, kupó, jajajjajajaja! ¡Light, adoro a esa mujer tan, tan! ¡Jajjajjajajajaj!
Cientos de regalos abiertos y vacíos se encontraban dispersos por su habitación. Y con las risas de Tandy y el curioso sentido del humor de Ágatha... vaya.
—Oh.